12. El círculo se cierra
15 de junio de 1445
Igor azuzó un poco a Nieve y a Mordedor. Los dos percherones estaban cansados y nerviosos; querían descansar. Pero Igor pretendía llegar a Moscú antes de la caída de la noche. Eran tiempos convulsos y no le apetecía pasar la noche en el bosque, donde los bandidos campaban a sus anchas.
Un poco más adelante Misha y Gregor cabalgaban mientras conversaban entre si, tras el carro otros tres ceñudos mercenarios cuidaban la retaguardia. Igor recordaba con nostalgia los tiempos en que hacía aquella ruta comercial entre Vladimir y Moscú con su padre. Los caminos eran tan seguros que en ocasiones viajaban sólo con otro hombre; el cual más que un protector era una compañía y una posible ayuda por si el carro se atascaba en el barro.
Pero los años de guerra civil habían instaurado la anarquía en el principado y ningún camino era ya seguro. El propio Igor se habría negado a recorrerlos si no fuera porque aquél era un envío especial. Uno de los principales nobles de la capital quería que lo abasteciera con sus mejores productos, si todo salía bien sería un negocio muy provechoso.
Pese a los miedos del comerciante nada pasó en el bosque y cuando cayó la noche atisbaron por fin los muros de Moscú.
Tras una extrañamente somera inspección del carro en la puerta de San Pedro entraron en la ciudad. Igor se sorprendió por la poca gente que había en las calles y por el tono lúgubre de sus rostros. Al llegar a la plaza Vihzkyva decidió preguntar que ocurría a un soldado que patrullaba distraídamente.
- ¿No lo sabéis?- el joven soldado parecía realmente sorprendido – Los mongoles que secuestraron a nuestro príncipe lo mataron tras cobrar el rescate, ¡los muy infames!
- Terribles y dolorosas nuevas son las que nos dais joven. – dijo Igor. Tras un momento de silencio preguntó. - ¿Quién gobierna ahora el principado?
- Dimitri Shemyaka, el primo de Vasili II, ha asumido la regencia hasta que el joven príncipe Ivan se haga mayor.
Turbado por las noticias Igor siguió su camino. Probablemente habría guerra contra alguna nación mongola como represalia. Y para un comerciante de objetos de lujo como él la guerra era una mala noticia. Sus productos tenían buena salida sólo en los periodos de paz.
Por fin llegó al pequeño palacio de su cliente, tras entrar en un patio trasero fue recibido por el propio boyardo en persona. Ambos entraron en el almacén para efectuar el pago mientras los mercenarios descargaban la mercancía.
Mientras contaba el oro un gran ruido se produjo a sus espaldas, ¡dos de esos torpes soldados habían dejado caer una gran ánfora al suelo! Y esta se había roto, pero en vez de estar llena de especies había un hombre amordazado y encadenado en su interior, y ese hombre era...
Los pensamientos de Igor no pudieron ir más allá. En ese momento su rico cliente clavó su daga en el cuello del desprevenido comerciante, segando su vida al instante.
- ¡Malditos! ¿Como podéis ser tan torpes?, ahora tendremos que preparar algo para simular que el comerciante fue asaltado por bandidos en el bosque. Al amo no le va a gustar.
Y efectivamente no le gustó, cuando media hora más tarde el amo llegó se puso de muy mal humor al ver un cadáver más de la cuenta. Sin embargo su mal humor pasó cuando vio al prisionero, que seguía cargado de cadenas, con una mordaza y los ojos vendados.
Dimitri Shemyaka se acercó a su primo Vasili y le retiró la venda de los ojos:
- Durante muchos años he tenido que vivir a tu sombra primo. A la sombra de un hombre incompetente, rudo y estúpido; yo hubiera sido mucho mejor príncipe que vos. Y sin embargo me puse de vuestro lado contra mi propio hermano. – en ese momento se giró a sus hombres y les dijo. -Yo dirigía las batallas junto al viejo mariscal. Pero tenía que compartir la gloria con este patán que se quedaba en el campamento emborrachándose junto con alguna puta.
En ese momento el príncipe Vasili se sacudió violentamente, pero las pesadas cadenas lo sostenían, y la mordaza le impedía hablar.
- Pero no miremos al pasado – Dimitri seguía con su monologo – Gracias a esos oportunos mongoles he podido sacaros de la circulación. Nadie les creerá cuando digan que no os mataron, y que os entregaron a mis hombres. Es más, yo mismo dirigiré una expedición para vengar vuestra memoria y acabaré con esos bandidos. Al pueblo le gustará. Y cuando vuestro hijo enferme misteriosamente todo el principado verá con buenos ojos que yo sea nombrado príncipe. – Dimitri sonrió a su primo. – Ahora que ya os he contado como acabará vuestro linaje es el momento de hacer lo que he venido a hacer. ¡Vosotros!, dadme una daga.
Mientras dos soldados sostenían la cabeza de Vasili Dimitri usó una afilada daga para arrancar los regios ojos de su primo. El círculo se había cerrado, y la bárbara costumbre que Vasili II había rescatado de tiempos inmemoriales le había alcanzado.
En ese momento se oyó ruido de caballos en el patio. Por la mente de Vasili se abrió un tenue rayo de esperanza entre el terrible dolor. Quizás era una misión de rescate... Sin embargo era ésta una ilusión vana, era el lugarteniente de Dimitri que acudía para decir a su señor que el príncipe de Ryazan acababa de llegar a la ciudad y que había ido directamente a ver al mariscal; el antiguo príncipe de Tver.
- Ummh, no son buenas noticias. El mariscal es un hombre fácilmente manipulable, no puedo dejar que esa entrevista se alargue sin que yo esté presente; el príncipe de Ryazan no es el mejor de mis amigos. Partimos todos hacia allá inmediatamente menos vosotros dos. – dijo señalando a Misha y Gregor. – Matadle y después deshaceros de los dos cuerpos.