(AVISO A NUEVOS LECTORES:
Bueno ya estoy intentado reponer las imágenes, por fin, aunque no se si he podido localizar todas.)
PROLOGO: Dos extraños en una posada
27 de Diciembre de 1418
Fría noche invernal, negra como boca de lobo. Los pasos de Don Julián Fadrique de Toledo, caballero infanzón, resonaban sobre los helados adoquines de las empinadas calles de Toledo. Joven y fuerte, tenía que pisar con fuerza, para evitar que el peso de su ligera cota de malla le arrastrara por el deslizante suelo, tras la helada que había azotado la región desde hacía un mes. El calor del fuego de la posada sin duda le confortaría... y dicho pensamiento le hacía apretar aún más la marcha, aún con riesgo de sonoro batacazo.
La vacía calle dio paso al alegre bullicio del interior de la posada. El interior se encontraba abarrotado, alegre y con la memoria aún fresca de las celebraciones de la natividad... Desabrochándose la capa, limpiándose la faz, intentando si acaso descongerlársela, Julian se arrimó al fuego, antes que nada, prestándo sólo luego atención a sus alrededores. Si bien la gente mostraba caras generalmente felices, el bullicio estaba centrado en una sola mesa. ¿Bullicio? Más bien algarabía! y eso que sólo eran dos hombres... afilando los ojos, aún sin sentir su propia nariz, el joven caballero les observó con atención...
Eran dos nobles, sin ninguna duda... quizás de alto rango, dado el rico brocado que llevaban en sus ropas. El más ruidoso, sin duda, era el más joven, un fogoso moreno, quizás no mayor de trece primaveras, pero que escanciaba vino entre su pecho y su espalda (si bien ya la mitad acababa sobre su pecho, ya) con una facilidad que le hacían acreedor de mayor edad. Sus facciones eran amables y suaves, pero inquisitivas... otro joven noble, con animo de juerga y problemas sin duda.
Su compañero parecía merecer más atención. Sin duda mucho mayor, quizás hasta diez años más. Sus facciones eran mucho más secas y frías, cortadas con hierro... si bien sonreia, sólo lo hacía con los ojos, mientras seguía las bromas, cada vez más ofensivas, de su compañero. ¿Un amigo? No, sin duda parecía más un guardián... un guerrero.
El joven noble cada vez estaba más borracho... intentando meter mano descaradamente a la joven hija de la posadera, que hábilmente conseguía rechazarle, para su desmayo.
"¿Decidme, Alvaro... no creeis que las mozas de Toledo son sin duda tan frías y feas como lo es esta fría y fea ciudad? No tenéis por ventura un poco de calor en vuestro amable corazón para mí, hermosa?"
El llamado Alvaro sólo asentía con una sonrisa, pero Julián siguió su mirada... el posadero y sus dos hijos mayores fruncían el ceño. Julián sonrió y volvió de nuevo su mirada al fuego... sin duda no era la primera vez que el posadero debía ahuyentar a un joven y fogoso noble de su bella hija... Reflexionó para sus adentros entonces sobre su futura incorporación al servicio de armas, tan merecido, tras el duro entrenamiento para ser nombrado caballero, heredero de su viejo padre.
El alboroto seguía a sus espaldas... durante varios minutos, lo ignoró, tomando él mismo una taza de vino tibio. Más dándose cuenta de que los gritos de embriaguez se volvieron de enfado, volvióse deprisa. Sin duda la escena había cambiado.
El posadero, su cara roja de ira, se enfrentaba al joven noble, con la moza en el suelo, iniciando un sollozo. Los dos recios mocetones, hijos del posadero y hermanos de la moza, a juzgar por sus rasgos, empuñaban sendas porras...
Rápidamente, el noble mayor se interpuso, dando un empellón al posadero, haciéndole caer con rudeza "...cómo os atrevéis a hablar así a uno de vuestros superiores, perro! nosotros hacemos lo que nos place!". Julián suspiró, siempre lo mismo... el guardián tendría que apechugar ante la impertinencia de su protegido... "Alvaro... no pasa nada... pedirá disculpas, ya lo verás". Y mientras el noble más adulto giraba para responder a su joven amigo, el hijo mayor del posadero le propino en la sien un duro golpe con su cachiporra, haciéndole caer de rodillas.
Quizás fuera la copa de vino lo que le hizo reaccionar tan pronta y atrevidamente... o quizás su increible fortuna. El caso es que mientras los villanos se dirigían hacia los dos nobles, cachiporra en ristre, el se lanzó como un lobo por detrás, haciendoles caer...
Una hora más tarde, los tres nuevos amigos se tambaleaban, completamente borrachos, con múltiples contusiones y magulladoras por las calles de Toledo, resbalando cómicamente de tanto en tanto, mientras llevaban a Juan, así se llamaba el joven mozo, a su casa en Toledo. Julián calzaba ahora un lindo chichón, un ligero corte en su cuello y su nariz estaba sin duda rota... y sus compañeros no estaban mejor. El alcohol ahuyenta todo mal... y habían bebido en abundancia, para celebrar la victoria en la reyerta contra media posada.
Finalmente llegaron a casa de Juan, donde se alojaba su amigo Alvaro también... mientras este último, siempre el menos ebrio, rebuscaba las llaves, le preguntó a Julián...
"Bien, Julián, decidme... ¿quien es vuestro padre?"
Julián se encontraba agotado, recostando su espalada contra la piedra mientras trataba de pronunciar sin balbucear.
"Habláis con Julián Fadrique, infanzón de Castilla... mi padre Pedro ganó sus armas hace 30 años, al servicio del doliente."
"Eh! Cuidado... ooops" el joven e increiblemente borracho Juan cayó sobre sus cuartos traseros "... cuidado con lo que decish de mi padre..." Cayó entonces inconsciente.
Alvaro produjo una sonora carcajada "No os preocupéis... pasad con nosotros, os alojaréis aquí esta noche. Y hacedme permitiros saber que yo soy Alvaro de Luna... y este borracho que veis tendido en el suelo, es Juan de Trastámara, que pronto será vuestro rey... con lo cual quizás no haya sido muy sabio mencionar el mal mote de su padre..."
Julián palideció. Primero parpadeo "Yo... yo no quería... Majestad... yo lo siento..."
Alvaro golpeo con afecto el hombro del preocupado y joven caballero "No os preocupéis hombre...! Más recordará que le ayudásteis a volver a casa y que luchásteis a nuestro lado... es un buen chico. Ayudadme y entrad con nosotros".
Aún con dudas, tras la niebla de la borrachera, ayudo a Alvaro a cargar con el joven rey, sus brazos sobre sus hombros, mientras el alba les sorprendía, en el primer día, del resto de su vida...
Bueno ya estoy intentado reponer las imágenes, por fin, aunque no se si he podido localizar todas.)
PROLOGO: Dos extraños en una posada
27 de Diciembre de 1418
Fría noche invernal, negra como boca de lobo. Los pasos de Don Julián Fadrique de Toledo, caballero infanzón, resonaban sobre los helados adoquines de las empinadas calles de Toledo. Joven y fuerte, tenía que pisar con fuerza, para evitar que el peso de su ligera cota de malla le arrastrara por el deslizante suelo, tras la helada que había azotado la región desde hacía un mes. El calor del fuego de la posada sin duda le confortaría... y dicho pensamiento le hacía apretar aún más la marcha, aún con riesgo de sonoro batacazo.
La vacía calle dio paso al alegre bullicio del interior de la posada. El interior se encontraba abarrotado, alegre y con la memoria aún fresca de las celebraciones de la natividad... Desabrochándose la capa, limpiándose la faz, intentando si acaso descongerlársela, Julian se arrimó al fuego, antes que nada, prestándo sólo luego atención a sus alrededores. Si bien la gente mostraba caras generalmente felices, el bullicio estaba centrado en una sola mesa. ¿Bullicio? Más bien algarabía! y eso que sólo eran dos hombres... afilando los ojos, aún sin sentir su propia nariz, el joven caballero les observó con atención...
Eran dos nobles, sin ninguna duda... quizás de alto rango, dado el rico brocado que llevaban en sus ropas. El más ruidoso, sin duda, era el más joven, un fogoso moreno, quizás no mayor de trece primaveras, pero que escanciaba vino entre su pecho y su espalda (si bien ya la mitad acababa sobre su pecho, ya) con una facilidad que le hacían acreedor de mayor edad. Sus facciones eran amables y suaves, pero inquisitivas... otro joven noble, con animo de juerga y problemas sin duda.
Su compañero parecía merecer más atención. Sin duda mucho mayor, quizás hasta diez años más. Sus facciones eran mucho más secas y frías, cortadas con hierro... si bien sonreia, sólo lo hacía con los ojos, mientras seguía las bromas, cada vez más ofensivas, de su compañero. ¿Un amigo? No, sin duda parecía más un guardián... un guerrero.
El joven noble cada vez estaba más borracho... intentando meter mano descaradamente a la joven hija de la posadera, que hábilmente conseguía rechazarle, para su desmayo.
"¿Decidme, Alvaro... no creeis que las mozas de Toledo son sin duda tan frías y feas como lo es esta fría y fea ciudad? No tenéis por ventura un poco de calor en vuestro amable corazón para mí, hermosa?"
El llamado Alvaro sólo asentía con una sonrisa, pero Julián siguió su mirada... el posadero y sus dos hijos mayores fruncían el ceño. Julián sonrió y volvió de nuevo su mirada al fuego... sin duda no era la primera vez que el posadero debía ahuyentar a un joven y fogoso noble de su bella hija... Reflexionó para sus adentros entonces sobre su futura incorporación al servicio de armas, tan merecido, tras el duro entrenamiento para ser nombrado caballero, heredero de su viejo padre.
El alboroto seguía a sus espaldas... durante varios minutos, lo ignoró, tomando él mismo una taza de vino tibio. Más dándose cuenta de que los gritos de embriaguez se volvieron de enfado, volvióse deprisa. Sin duda la escena había cambiado.
El posadero, su cara roja de ira, se enfrentaba al joven noble, con la moza en el suelo, iniciando un sollozo. Los dos recios mocetones, hijos del posadero y hermanos de la moza, a juzgar por sus rasgos, empuñaban sendas porras...
Rápidamente, el noble mayor se interpuso, dando un empellón al posadero, haciéndole caer con rudeza "...cómo os atrevéis a hablar así a uno de vuestros superiores, perro! nosotros hacemos lo que nos place!". Julián suspiró, siempre lo mismo... el guardián tendría que apechugar ante la impertinencia de su protegido... "Alvaro... no pasa nada... pedirá disculpas, ya lo verás". Y mientras el noble más adulto giraba para responder a su joven amigo, el hijo mayor del posadero le propino en la sien un duro golpe con su cachiporra, haciéndole caer de rodillas.
Quizás fuera la copa de vino lo que le hizo reaccionar tan pronta y atrevidamente... o quizás su increible fortuna. El caso es que mientras los villanos se dirigían hacia los dos nobles, cachiporra en ristre, el se lanzó como un lobo por detrás, haciendoles caer...
Una hora más tarde, los tres nuevos amigos se tambaleaban, completamente borrachos, con múltiples contusiones y magulladoras por las calles de Toledo, resbalando cómicamente de tanto en tanto, mientras llevaban a Juan, así se llamaba el joven mozo, a su casa en Toledo. Julián calzaba ahora un lindo chichón, un ligero corte en su cuello y su nariz estaba sin duda rota... y sus compañeros no estaban mejor. El alcohol ahuyenta todo mal... y habían bebido en abundancia, para celebrar la victoria en la reyerta contra media posada.
Finalmente llegaron a casa de Juan, donde se alojaba su amigo Alvaro también... mientras este último, siempre el menos ebrio, rebuscaba las llaves, le preguntó a Julián...
"Bien, Julián, decidme... ¿quien es vuestro padre?"
Julián se encontraba agotado, recostando su espalada contra la piedra mientras trataba de pronunciar sin balbucear.
"Habláis con Julián Fadrique, infanzón de Castilla... mi padre Pedro ganó sus armas hace 30 años, al servicio del doliente."
"Eh! Cuidado... ooops" el joven e increiblemente borracho Juan cayó sobre sus cuartos traseros "... cuidado con lo que decish de mi padre..." Cayó entonces inconsciente.
Alvaro produjo una sonora carcajada "No os preocupéis... pasad con nosotros, os alojaréis aquí esta noche. Y hacedme permitiros saber que yo soy Alvaro de Luna... y este borracho que veis tendido en el suelo, es Juan de Trastámara, que pronto será vuestro rey... con lo cual quizás no haya sido muy sabio mencionar el mal mote de su padre..."
Julián palideció. Primero parpadeo "Yo... yo no quería... Majestad... yo lo siento..."
Alvaro golpeo con afecto el hombro del preocupado y joven caballero "No os preocupéis hombre...! Más recordará que le ayudásteis a volver a casa y que luchásteis a nuestro lado... es un buen chico. Ayudadme y entrad con nosotros".
Aún con dudas, tras la niebla de la borrachera, ayudo a Alvaro a cargar con el joven rey, sus brazos sobre sus hombros, mientras el alba les sorprendía, en el primer día, del resto de su vida...
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