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CAPITULO IV

El consulado de Publio Cornelio Rufino



El consulado de Cornelio Rufino no comenzó con buenos augurios. La inquietante noticia de que las tribus bárbaras errantes en los Pirineos se habían convertido en una verdadera horda que atravesaba la Galia en dirección este fue pronto seguida por la repentina e inesperada muerte de Lucio Emilio Bárbula, ex cónsul y afamado Senador de gran prestigio y dignitas.

Las sucesiones de malas noticias siempre han tenido un efecto devastador sobre los supersticiosos romanos de la época, que ya consideraban la posibilidad de que los Dioses hubieran maldecido la elección de Rufino como cónsul, algo de lo que muy probablemente Mamilio Vitulio ya estuviera convencido desde el momento en el que su candidatura saliese derrotada. En tales cavilaciones andarían los romanos de a pie, cuando recibieron la noticia de que las legiones comandadas por el cónsul Cornelio Rufino, estacionadas en Liguria para contener a las tribus locales, tuvieron que retroceder hacia Etruria tras avistar a una enorme horda de bárbaros cruzando los Alpes.

Durante su vagar por los Pirineos y el sur de la Galia, a las tribus celtíberas se les habían unido grandes grupos de bárbaros de orígenes inciertos, pero asentados en la Galia, formando una enorme masa humana en busca de tierras que saquear. Conios, Amacos y Veliocases eran los pueblos que conformaban mayoritariamente esta horda, que de forma desordenada pero imparable se precipitaba hacia la península italiana.


barbaros_en_etruria.jpg
Os aseguro que esto da miedo​


Los bárbaros pasaron literalmente por encima a las legiones que trataron de defender Etruria, y durante meses se dedicaron al pillaje y saqueo de la región sin que la poderosa República pudiera hacer nada para evitarlo. Toda Italia estaba aterrorizada, y en la ciudad de Roma cundía el pánico cada vez que se rumoreaba que los bárbaros habían decidido continuar hacia el sur. El cónsul Cornelio Rufino sabía bien que la riqueza de la capital de la República y las tierras circundantes era un trofeo demasiado valioso como para dejarlo de lado, y que tarde o temprano los bárbaros continuarían hacia el sur, de modo que ordenó a todas las legiones de la República concentrarse en la defensa de la ciudad sagrada, y ordenó gastar buena parte del erario en reclutar nuevas legiones con la mayor rapidez. Roma estaba en peligro, el número de los invasores era tan vasto que nunca se había visto nada semejante en Italia, y el pueblo estaba aterrorizado.

Lucio Cornelio Lentulo, gobernador de Umbria escribía estas líneas a su joven hijo Lentulo Minor, que por aquel tiempo residía en Roma afilando sus habilidades políticas, estudiando Historia y Retórica con los mejores maestros, y a la sazón en edad de marchar a la batalla para defender a la República:


Querido hijo,

Como ya sabrás, he enviado noticia al Senado de que mis jinetes han detectado que los bárbaros comienzan a desplazarse hacia el sur y puede que en unos meses crucen el Rubicón. En estas oscuras horas créeme que lamento no estar contigo en Roma para hacerte entrega de mis armas y orar contigo en los templos de Júpiter y Belona para que los Dioses permitan que en tu primera experiencia marcial honres el nombre de tu familia y te ganes el respeto de tus compañeros. No me cabe duda de que serás un excelente legionario y que te comportarás con disciplina romana.

Tu tío Rufino ha hecho traer soldados de toda Italia, y en pocas semanas se reunirá en el Campo de Marte el equivalente a unas 20 cohortes aproximadamente, pero seréis los legionarios pesados romanos y del centro de la península los que decidáis la batalla. Ninguna bandada de galos o íberos por numerosa que sea puede con una sólida línea de buenos escudos romanos, no te quepa la menor duda. Por cierto que según tengo entendido, la salud de nuestro querido Rufino ha empeorado notablemente a raíz de las derrotas en Liguria y Etruria y que tiene violentos accesos de tos. No me cabe duda de que está muy afectado por las amargas circunstancias en las que está ejerciendo su consulado, pero debe cuidarse, todavía debería disfrutar de unos años de plenitud antes de convertirse en un viejo achacoso.

Te reitero mi confianza, hijo mío. Ofreceré los mayores sacrificios a Bellona en tu nombre y rezaré a nuestros antepasados para que te protejan.

Salve!



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Me doblaban en número pero mi general era muchísimo mejor y aunque tenían bastante caballería, los bárbaros no tienen infantería pesada, y eso se nota muchísimo.​


La confianza de Cornelio Lentulo en la solidez de las cohortes romanas, ya fuera sincera o fingida para tranquilizar a su hijo, demostró ser fundada, pues en el mes de Marzo del año 276 a.C. (478 AVC), los ejércitos de Roma derrotaron a las errantes naciones bárbaras en una larga y cruenta batalla de la que el cónsul Cornelio Rufino tuvo que retirarse con los restos de sus maltratadas legiones y con su salud seriamente deteriorada. Los grandes vencedores de la batalla fueron Quinto Mamilio Vitulio y Caeso Quinto Claudio, que volvieron a Roma con millares de esclavos, entre ellos miles de mujeres y niños que viajaban con sus pueblos, y un botín por valor de millones de denarios, tesoros que los Conios, Amacos y Veliocases habían estado amasando en sus años de vagar saqueando templos, ciudades y campos.

Lucio Cornelio Lentulo hijo tuvo una digna actuación en la batalla y recibió condecoraciones y felicitaciones por parte de su general. Cuando volviera a ver a su padre lo haría con su coraza recubierta de phalerae y con cargo de tribuno militar.


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Era una horda enorme que llevaba mucho tiempo vagando por lo que tenían muchísimo oro y me proporcionaron mis buenos esclavos.​


La gran victoria y los espectaculares triunfos que se celebraron posteriormente para los tres generales implicados hicieron que los ciudadanos de Roma olvidaran los malos augurios con los que el mandato consular de Cornelio Rufino habían comenzado y la Asamblea volviera a elegirle como Primer Cónsul por segunda vez consecutiva, todo un hito en la historia familiar de la rama de los Cornelio Rufino.

El segundo consulado siguió marcado por el enfrentamiento con los bárbaros, pues el Senado aprobó el plan de Rufino de hostigar a las tribus de Liguria y Bononia y establecer en esas tierras colonias romanas cuando la situación lo permitiese. De este modo se ampliaban las fronteras de la República más hacia el norte, alejando las tierras bárbaras de la ciudad sagrada.

Sin embargo, la tragedia no tardó mucho en volver a marcar el consulado, pues la salud de Rufino no se había recuperado del todo tras la retirada de Etruria, y poco antes de que terminara oficialmente su segundo consulado, falleció en su lecho entre terribles ataques de tos.


-x-​
 
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Kurt_Steiner said:
Eso les pasa a los griegos del Empordán por no llevar barretina. :D

Bueno, el casco frigio se le parece :D

Macedonian_officer_Phrygian_helmet.jpg


VonManstein1 said:
Necesitas hacer una incursión para que los piratas bárbaros sepan quien manda en el mediterráneo.

La verdad es que la manera más eficaz de evitar estas hordas es hacer incursiones en provincias bárbaras en las que estén aumentando los puntos de bárbaros antes de que suban demasiado, pero en este caso la horda se ha originado muy lejos de Italia y no había nada que pudiera hacer para prevendirla.
 
Last edited:
Ahora toca recuperarse y devolverles la visita, ¿no? :D
 
Mmm... Rufino, eso quiere decir que es antepasado de Sila :D.
 
Kurt_Steiner said:
Ahora toca recuperarse y devolverles la visita, ¿no? :D

Bueno, los Pirineos me quedan muy lejos, y los bárbaros de allí en principio son cosa de los Masilotas y las tribus galas (además de que tras haber salido de allí una horda, pasarán muchos años hasta que vuelvan a haber bárbaros en cantidad); pero lo que sí voy a hacer es limpiar de bárbaros Liguria y Bononia y enviar colonos a civilizarlas.

Lucius Sulla said:
Mmm... Rufino, eso quiere decir que es antepasado de Sila :D.

Eres todo un pozo de erudición! :)
 
nachinus said:
Eres todo un pozo de erudición! :)

Jej... tampoco sé nada que no sepa nadie que le ha echado un vistazo ligero al tema.

El cognomen Rufinus, por cierto, se debía al característico pelo rojo de esa rama de los cornelius (el resto eran más bien morenos, si recuerdo bien). Sila en concreto tenía un pelo rojizo dorado muy característico.

Bueno, esto no sé si te va a servir para darle toques al AAR pero ahí va...

Por lo que hemos podido ver, los Cornelius eran sin duda una de las familias patricias más jóvenes. Esto quiere decir que no provienen de los primeros momentos de la monarquía sino de los últimos, lo cual tiene muchas posibilidades, dado que en ese momento eran los que domiban el cotarro, de que fueran caciques de caracter militar de etnia etrusca. Muchas posibilidades pero por supuesto ninguna evidencia, simple deducción debido al supuesto momento de su incorporación al patriciado de Roma.

La primera o primeras ramas de los Cornelius usaron los cognomen Maluginensis y Cossus. Parece que estas dos ramas estaban muy intimamente relacionadas, con lo que seguramente serían aún muy cercanas a la rama inicial. Aunque, de nuevo, no hay ninguna evidencia de ello, es bastante posible que dieran origen a las ramas que ya se establecerían de los Cornelios y que durarían hasta el imperio. Estas ramas son los Escipion, los Dolabela, los Sila, los Léntulos y los Cina. De las ramas posteriores la más importante serían los Cetego. A partir de la aparición de estas ramas en el siglo IV A.C. se puede considerar que las diferentes ramas de los cornelio ya ni siquiera se consideran una familia común más allá de un muy lejano sentimiento de gens.

De estas ramas sin duda la más importante son los escipiones, aunque los léntulos y los cetego conservarían poder político e influencia hasta inicios del imperio. Los Dolabela también, pero era una rama que adquirió una reputación de crueles y perdió buena parte de su poder político al final de la república. Los Sila, en origen Rufino, tuvieron mucha influencia al principio (llegaron a tener el dictador del 333, y un par de cónsules), pero se arruinaron hasta la aparición de Lucio Cornelio Sila. Los Cina parecen una rama menor, ya que sólo un miembro fue consul, en el periodo de la primera guerra civil precisamente también, y sin duda no fue muy abundante. Los Cetego, al final de la república, se caracterizaron por su gran riqueza y éxito en los negocios.

Si bien los Sila eran una rama casi extinta, la aparición de Lucio Cornelio Sila la acabó convirtiendo en la rama de los cornelios que más importancia tendría en el imperio. Debido a que tanto Lucio Cornelio Sila como su tío Publio tuvieron bastantes hijos, y a su vez criaron bien, y a que se supieron colocar en ambos lados de las siguientes guerras civiles en abundancia (por ejemplo Publio Sila fue juliano, y Fausto Sila fue pompeyano en la segunda guerra civil, aunque Fausto fue perdonado por César y luego no participó en la conspiración de Bruto y Casio), la familia pervivió durante el senado romano, con senadores e incluso cónsules hasta principios del siglo IV después de Cristo.

En cuanto a los escipiones, a pesar de que incluso antes de la segunda guerra púnica eran una familia muy extendida, al final de la república la mayoría de sus ramas habían muerto sin descendientes, quedando sólo un par, que además se habían pasado a otras familias en adopción.

Más que nada, espero que esto te pueda ayudar a dar color a las diferentes ramas :). Sigo con atención el AAR ;).
 
¡Gracias Lucius! Eso sí que es una clase magistral.

Sila, Cina y Dolabela todavía no me ha salido ninguno, pero sí tengo al Léntulo gobernador de Umbria y su hijo, que son históricos, y a un Lucio Escipión histórico que ha tenido una bonita hija que se ha casado con un tal Servius Carvilius Maximus (ficticio) y un súper hijo que tiene visos de convertirse en el primer hombre de Roma. Ambos hijos, como se han generado por mecánica del juego, son ficticios.
 
nachinus said:
¡Gracias Lucius! Eso sí que es una clase magistral.

Sila, Cina y Dolabela todavía no me ha salido ninguno, pero sí tengo al Léntulo gobernador de Umbria y su hijo, que son históricos, y a un Lucio Escipión histórico que ha tenido una bonita hija que se ha casado con un tal Servius Carvilius Maximus (ficticio) y un súper hijo que tiene visos de convertirse en el primer hombre de Roma. Ambos hijos, como se han generado por mecánica del juego, son ficticios.

Por el año en el que estás igual podrías aprovechar para que sea tu propio Publio Cornelio Escipión :D. Es una pena que se haya perdido la vida paralela de Escipio que escribió Plutarco, pero si puedes echar la mano a 'Las Guerras Púnicas' o 'Grandes Generales del Ejército Romano' de Adrian Goldsworthy, te podrás hacer una muy buena idea. De hecho, las guerras púnicas de Goldsworthy es casi sin dudarlo el mejor ensayo histórico que haya leido jamás sobre dicho periodo (y al menos a la par con el mejor que haya leido de cualquier otro).

Baste decir que Escipión era la figura del joven genio militar, genuinamente religioso (a pesar de los comentarios de Polibio, que intentaba asemejarlo más al mucho más claramente escéptico Escipión Emiliano) y convencido de que los dioses de la guerra y la fortuna le habían elegido (como por otra parte también lo consideraron Sila y César).

Por cierto, que que yo recuerde de la historia clásica romana sólo dos cornelios, Publio Escipión y Lucio Sila, fueron los generales que ganaron todos los enfrentamientos, batallas y guerras en las que participaron (considero que César perdio en Gergovia de forma táctica, y en Britania de forma estratégica, y Mario perdió el enfrentamiento en Roma, aunque es más que argumentable la imposibilidad de ganarlo con camorristas y esclavos y gladiadores liberados contra legionarios,y perdió la primera guerra civil, si bienes cierto que murió de viejo en el transcurso de la misma).

Y sí que te ha salido un Sila... los Rufino cambiaron su cognomen a Sila, son exactamente la misma familia ;).
 
Desde luego como se verá dentro de algunos capítulos, el joven Escipión promete, aunque por el lugar de sus hazañas no podrá llamarse 'Africanus'. :cool:

Gracias por tus recomendaciones, al final voy a terminar aprendiendo sobre el periodo. Hace poco que me interesé por él, desde que viajé a Roma esta primavera y tuve una epifanía al ver la zona del Foro y el Palatino, pero poco a poco ya me voy haciendo una biblioteca al respecto. A ver si añado a ese Goldsworthy a la lista de la compra.

Y sí que te ha salido un Sila... los Rufino cambiaron su cognomen a Sila, son exactamente la misma familia ;).

Me lo apunto a ver que depara el futuro de la partida. :cool:
 
CAPITULO V​

El Fin de las Guerras Pírricas​


Aunque faltaban pocos meses para el fin del consulado cuando Cornelio Rufino falleció, el Senado decidió nombrar a un cónsul sufecto para sustituirle en lugar de esperar a que la Asamblea emitiera su votación para el siguiente consulado. El hombre elegido por el Senado fue Lucio Julio Libo, un discreto y leal patricio romano que administraba la próspera provincia de Campania. Era una elección en principio neutral, que no produciría polémica, pues era un hombre honesto y sin enemigos y ocuparía su cargo tan sólo unos meses; pero su carisma y su buen desempeño le hicieron ganar popularidad de manera espectacular, y para sorpresa de muchos, cuando llegó el momento de las elecciones la Asamblea le eligió Primer Cónsul para el siguiente bienio.

Esta segunda elección sí que produjo cierto revuelo, como bien puede leerse en los fragmentos conservados de una carta que Cneo Cornelio Blasio, magistrado en Roma con cargo de edil curul, envió a su pariente Lucio Cornelio Lentulo padre, gobernador de Umbria:


(…) no puedes imaginar la cara de los partidarios de Mamilio Vitulio cuando se hizo público el resultado de la elección. ¡Apenas pude contener la risa!. Por supuesto él estaba convencido de que sus exitosas campañas en Epiro y en el norte contra los bárbaros le garantizaban el favor de la Asamblea. Y es cierto que goza de una gran popularidad entre el pueblo, y no digamos entre los soldados, pero no es un hombre de estado. Y además le faltan los amigos y clientes necesarios para asegurarse el voto de las centurias estratégicas. Realmente no es por falta de dinero, pues aunque no sea un hombre muy rico, las victorias militares le han dado una considerable cantidad de dinero, y además Julio Libo no es más rico que él. Pero Libo sí es un hombre de estado, y sabe cómo ganarse a todas las clases importantes.

Se rumorea que Libo tiene intención de seguir las directrices de Emilio Bárbula y poner un pie romano en Grecia, parafraseando al finado. Y Mamilio Vitulio no permitirá que nadie más mande sus legiones, de modo que es posible que pronto vuelva a tener oportunidad de obtener mayor gloria, pero a mí me inquietaría tener a un hombre tan enfadado con la Asamblea y el Senado al mando de quince o veinte mil hombres haciendo la guerra en un lugar tan alejado de la supervisión de Roma. Este Mamilio es un hombre impredecible, y no es un ideal de leal romano como (…)



Mientras tanto, Macedonia y su aliada con Esparta lograban derrotar a Iliria y la provincia de Taulania, en la costa del Adriático pasó a manos de los macedonios, que así lograban una salida a este mar como todo el mundo en Roma imaginaba que sucedería. Lo que sí resultó sorprendente es que Esparta se apoderara de Dalmacia con tan sólo 2.000 hoplitas y la mantuviera durante toda la guerra, quedando bajo su soberanía tras la firma de la paz.


Julius_Libo.jpg
L.Julius Libo tiene menos popularidad que que Q. Mamilius Vitulus, pero mucho más carisma.
Además los Julii tienen mucho más prestigio (520 v 115). Es de suponer que por eso ha salido elegido en su lugar.​


En Roma, Julio Libo efectivamente obtuvo la autorización del Senado para reunir un gran ejército y derrocar al Rey Pirro de Epiro en cuanto fuera posible. Roma consideraba que sus mercaderes y ciudadanos tenían derecho a establecer negocios y tener propiedades en cualquier parte de la Península Itálica, incluida la Magna Grecia, pero los griegos de Tarento seguían sus propias leyes y protegían sus negocios imponiendo tasas abusivas a los romanos que quisieran establecer su residencia o negociar allí. Esto fue usado como excusa para que Julio Libo pidiese al Senado que declarase la guerra a la Magna Grecia y a Epiro, su protector.

Sin embargo, el Rey Pirro distaba de estar arrinconado. Había logrado que la Liga Etolia se aliase con él, negando así a las legiones romanas el desembarco en las costas vecinas al sur de Epiro, como ocurrió en la anterior guerra. Por supuesto, Julio Libio conocía la nueva situación y optó por negociar con Macedonia el desembarco de las legiones en Taulanta, la provincia que el Rey Ptolomeo Keraunos le había arrebatado a Iliria en la recién terminada guerra. Roma preparó cuatro legiones para embarcar y ser transportadas a Taulanta bajo el mando del ubicuo Quinto Mamilio Vitulio y el nuevo general Apio Claudio Caudex, mientras que otras dos comandadas por Quinto Valerio Falto realizarían el ataque sobre Tarento, que se preveía rápido y fácil.

En cuanto las naves romanas desembarcaron el primer contingente formado por las dos legiones de Mamilio Vitulio, los tribunos recibieron información de los locales advirtiéndoles de que el Rey Pirro y la Liga Etolia habían levantado sendos formidables ejércitos reclutando miles de mercenarios, y que entre ambos superarían los 40.000 soldados. Esta guerra requeriría un esfuerzo en hombres, oro y dinero, pero Julio Libo estaba dispuesto a ello.

Lucio Cornelio Lentulo hijo describía así la campaña en una carta a su padre:


Querido tata,

He pagado a unos mercaderes griegos para que lleven esta carta en su galera rumbo a Tarento, pues no quería esperar a la saca de correo oficial para que conozcáis de mi puño y letra el curso de la campaña antes de que lleguen las noticias al Senado. Aunque supongo que de algunas novedades ya estarás enterado, quiero ser yo el primero que te de información completa de primera mano.

En primer lugar merecen mención especial los esfuerzos de nuestro querido emisario Quinto Ogulnio Gallo, que de nuevo ha demostrado que conoce la idiosincrasia de griegos y macedonios y sabe cómo ganárselos, y tal y como hiciera con Etolia en la anterior guerra, nos ha brindado una ventaja estratégica decisiva al lograr un acuerdo de paso con Macedonia. De ningún modo hubiéramos podido tener éxito en esta campaña si no hubiese sido por esta ventaja.

El comienzo de la campaña no fue nada halagüeño, pues nada más pisar tierra ya recibimos informaciones acerca del tremendo ejército que estaban reclutando nuestros enemigos, y que superaba en número a las cuatro legiones que estábamos desembarcando en Taulanta. Como sabrás, una vez informado de tales circunstancias, el Senado nos hizo saber que nos enviaría las dos legiones de Valerio Falto tan pronto como conquistaran Tarento mientras que el erario sufragaría el reclutamiento de otra legión para permanecer en Italia durante el tiempo que el ejército estuviera en Grecia. Por tanto yo pensaba que esperaríamos en tierras macedonias a que llegaran las legiones de Tarento antes de comenzar la campaña, pero Mamilio Vitulio estaba convencido de que los augurios eran buenos para una campaña este verano y que no tenía intención de retrasarla. Marcharíamos a Epiro y derrotaríamos a las falanges de Pirro antes de que recibiera la ayuda del ejército de Etolia. He de admitir que no me agradaba la idea, yo hubiese sido partidario de la prudencia, pero por supuesto no había nada que discutir.



Batalla_Epiro_1.jpg
Aunque Mamelio Vitulio se estaba haciendo mayor y ya no era tan buen general -había recibido un rasgo de salud negativo que le restaba habilidad marcial-, esta batalla fue fácil. Superioridad numérica, enemigo casi sin infantería pesada y terreno llano. Lo sorprendente fue que la victoria no fuera más decisiva.​


La batalla que abrió la campaña se saldó con victoria para Roma, pero aunque causamos daño al enemigo, el general griego Telesphoros logró retirarse a tiempo hacia el sur, cruzando el río Oropus, donde no le podíamos seguir pues tenía la protección del ejército de la Liga. La victoria no fue lo decisiva que Mamelio esperaba que fuera, pues su intención era aplastar al ejército del Rey Pirro de tal modo que no volviera a ser una amenaza al menos hasta el siguiente verano. No fue así, y mientras las fuerzas epirotas marchaban a Etolia a reorganizarse, recibimos noticias de que el ejército de la Liga había decidido pasar al ataque. Sabíamos que nos superaba ligeramente en número debido a las bajas que sufrimos en la reciente batalla, pero su infantería no podía compararse a nuestros príncipes y confiábamos en la ventaja que nos otorgaba el controlar el terreno. Sin embargo, desde el primer momento en el que tuvimos el ejército enemigo a la vista y comenzó el despliegue para la batalla, quedó patente la gran maestría del general griego Argaeus Timolid. Por añadidura, los dioses no estuvieron de nuestra parte y la mala suerte nos acompañó en cada uno de los movimientos de la batalla. Hasta el último momento parecía que había esperanza de vencer, pero una repentina tormenta de verano provocó un deslizamiento de tierra en la ladera donde uno de nuestros flancos dominaba el campo de batalla y provocó el caos entre nuestra infantería pesada. Las bajas fueron terribles y tuvimos que retirarnos hacia Macedonia.

Gracias a nuestro permiso de paso en tierras macedonias pudimos reorganizarnos y recuperarnos dentro de lo posible, y cuando en invierno desembarcaron las dos legiones de refuerzo que venían de Tarento, pudimos planear el contraataque. Nuestras cuatro legiones estaban muy debilitadas, pero los generales decidieron no esperar a reponer bajas, pues también el ejército epirota lo haría. Concentrando las seis legiones contra el general Argaeus de Etolia estaríamos en igualdad numérica y esta vez nuestra superioridad en infantería pesada sería aún mayor. En mi opinión ninguno de nuestros tres generales podía compararse en ingenio con el griego, y menos Mamilio Vitulio, que cada día estaba más viejo, y pese a ello lograba imponer su voluntad a la de Claudio Caudex y Valerio Falto, lo que podría resultar en un desastre como el del anterior verano. Sin embargo, los augurios fueron favorables y todos estaban convencidos de que no podría suceder otra desgracia similar. Mis reservas estaban parcialmente fundadas, pues sí, obtuvimos la victoria cuando el invierno comenzó a suavizarse, pero de nuevo el ejército quedó muy desorganizado y las bajas, aunque no terribles, debilitaron especialmente a las cuatro legiones que ya habían sido castigadas el verano anterior.

Permanecimos montando asedio sobre Epiro y rechazamos in extremis el ataque del ejército epirota que se había recuperado parcialmente, pero dos de nuestras dos legiones fueron diezmadas durante la batalla y tuvieron que retirarse en desorden a Macedonia.



Batalla_Epiro_2.jpg
En esta segunda ocasión las tiradas de dados fueron mejores y la superioridad de mis tropas se impuso a la brutal ventaja de mando de Argaeus, aunque la batalla estuvo reñida.​


Aún tuvimos que batirnos por tercera y última ocasión con Argaeus Timolid en Etolia, pero esta vez nuestra superioridad en infantería pesada sí fue decisiva y la derrota griega fue total. Capturamos todos sus estandartes y su ejército fue dispersado. En estos momentos estamos montando el asedio a la capital etoliana, Mamilio cree que para finales del verano podremos celebrar la victoria total. Espero que sea así, pues esta campaña ha sido agotadora y sangrienta y ardo en deseos de volver a Roma. Espero poder llevaros algún trofeo de nuestra victoria a ti y a mi madrastra.

Salve!



Mamilio acertó en su predicción y para Septiembre la guerra había terminado con la incorporación de Tarento, Etolia y Epiro a los territorios bajo gobierno de la República. Los miembros del Senado, y en especial los cuestores encargados del erario, recibieron la noticia aliviados, pues Julio Libo, reelegido cónsul de nuevo, quería disponer del dinero del tesoro para llevar a cabo un programa de obras públicas por toda la península al mismo tiempo que se sufragaba la campaña militar y la expansión del ejército. Por supuesto los senadores más prudentes se oponían a tal dispendio y las obras se realizaban con cuentagotas. Sin embargo, acabada la larga guerra, todo invitaba al optimismo. La voluntad del finado Lucio Emilio Bárbula se había hecho realidad.


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Last edited:
nachinus said:
Bueno, y con esto os dejo hasta el martes, que esta tarde me voy a guirilandia. :)

Eh, que es martes... queremos nuestra ración :D.
 
Exactamente.

Ración o...

Muelte... :D
 
CAPITULO VI​

Interim​


El fin de la guerra y las gloriosas victorias de Mamilio Vitulio trajeron de nuevo la inquietud por la tensa relación entre el ambicioso general y el Senado. Vitulio era muy popular entre la plebe y la soldadesca, pero no tenía madera de hombre de estado ni contaba con el apoyo de las primeras clases, y probablemente a causa de su edad y su mala salud poco a poco fue cediendo en su ambición de convertirse Primer Cónsul. Sin embargo, no consentiría apartarse del primer plano de la vida pública sin una sonora despedida. Aunque probablemente estuviese deseando volver a casa y cuidar su salud, desafió por última vez al Senado negándose a abandonar su puesto al mando de sus legiones en Epiro si no se le concedía un triunfo exclusivo en su nombre, dejando de lado a los otros dos generales protagonistas de la guerra. El Senado accedió pese a lo extravagante y mezquino de su petición, aliviado por quitarse de encima el problema de Vitulio.

Julio Libo enfermó gravemente, pero siguió manteniendo sus facultades mentales intactas y toda Roma admiraba su eficiencia como Primer Cónsul. Sin embargo, tantos años en lo más alto del cursus honorum le granjearon algunos enemigos entre aquellos que le envidiaban o le temían. Fue necesaria una carísima campaña de compra de votos para que uno de ellos, Tiberio Otacilio Craso, lograra desbancarle en las elecciones consulares. Libo, debilitado por la enfermedad, decidió retirarse de la vida política en primera línea y dar paso a una nueva hornada de senadores consulables. Fallecería poco tiempo después, y sus fiestas funerarias serían recordadas como unas de las más espectaculares y multitudinarias en la historia de Roma. Un hombre discreto, sin grandes hazañas, pero carismático, inteligente y leal, logró, por encima de otros hombres más ambiciosos y populares, ganarse la admiración y el amor de todas las clases sociales de Roma que abarrotaron el foro el día de su muerte.


soborno.jpg

Esto es lo que pasa cuando a los políticos ambiciosos enemigos del candidato favorito les sobra el dinero.​


La siguiente década de la historia romana estuvo marcada por la relativa quietud en los asuntos de la república fuera de la península itálica y la inversión del erario en mejorar la infraestructura de las provincias cuyo desarrollo era muy inferior al del Latium, estableciendo sistemas de regadío y roturando las tierras de cultivo para mejorar su rendimiento, así como estableciendo la obligatoriedad de construir un gran foro al estilo romano en todas las grandes ciudades de la República. El coste del programa de obras fue muy alto, pero era un momento de prosperidad para el comercio. Los tratos con Egipto mejoraron, y se pudo importar papiro y pergamino en grandes cantidades, así como trigo y otras mercancías. Las nuevas conquistas de las anteriores guerras además garantizaban nuevas fuentes de grano, vitales para prevenir carestías y procurar un próspero crecimiento de la población en la península.

Sin embargo la paz no fue completa pues durante muchos años el norte de la península itálica estuvo amenazado por diversas hordas bárbaras procedentes de los lugares más ignotos. Quinto Valerio Falto y sobre todo Marco Emilio Paulo, los generales que lucharon contra estas hordas, lograron importantes victorias trayendo gran cantidad de oro y esclavos a Roma y cosecharon gran popularidad. Serían cónsules en varias ocasiones en los años siguientes e impulsaron la mejora de las murallas en las ciudades fronterizas.


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Con dos ejércitos de 13.000 y 14.000 hombres respectivamente dispuestos en cada una de las dos provincias fronterizas logré rechazar todas las incursiones bárbaras, algunas de las cuales casi doblaban en número a mis tropas. En esta imagen las legiones de Etruria marchan a reforzar las de Emilio Paulo porque la horda oriental que se acerca tiene más de 20,000 hombres, pero no hizo falta. En este periodo tanto Paulo como Falto lograron algunas victorias espectaculares.​


Lucio Cornelio Lentulo hijo volvió a Roma, pues durante su campaña en Grecia había decido que la carrera militar no era para él. La guerra contra Epiro y la Liga Etolia fue agotadora, y le permitió darse cuenta de sus carencias. Era carismático y tenía buen liderazgo, sus hombres le apreciaban y sabía mantener la moral alta, pero no tenía visión estratégica ni la frialdad y decisión suficiente para llevar la responsabilidad de un mando importante. Además, su padre, nuestro conocido gobernador de Umbria, falleció a los pocos años de su vuelta y él era ahora el cabeza de familia. Se conserva una carta de esa época, escrita por Lucio Cornelio Escipión, recientemente nombrado gobernador de la próspera Campania a su sobrino Lucio Cornelio Lentulo hijo con motivo de la muerte del padre de éste:


Mi querido sobrino,

Lamento profundamente tu pérdida, como Cornelio y como patriota romano. Tu padre fue un excelente romano y una gran figura pública y su desaparición nos consterna a todos. Supongo que no hace falta que mencione que puedes contar con mi familia para colaborar en la celebración de sus fiestas funerarias en Roma.

Me cuesta creer que Mamilio Vitulio vaya a sustituir a tu padre, que logró recaudar en Umbria más dinero para el erario de los que jamás nadie había hecho. No me imagino al orgulloso Vitulio lidiando con los umbros, ese hombre es más peligroso que un elefante en el Subura. Y pensar que pretendió durante años llegar a ser cónsul… bah!, me meo en su cara!.



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No quiero perder la oportunidad que me brinda esta carta para tranquilizarte a ti y a los tuyos con respecto a la polémica que he tenido con el actual cónsul Otacilio Craso y con el Senado. Imagino que se habrá hablado mucho de mi desafiante carta protestando porque se haya dejado a Campania de lado en el suspendido programa de obras públicas y anunciando que la construcción de un grandioso Foro se ha sufragado con mi propio dinero. Pese a lo que se diga en Roma, no se trata de un desafío al Senado, yo no soy ningún Vitulio. Comprendo que el erario no pueda disponer de más dinero para continuar el programa de obras públicas de Libo, pero no por eso debo dejar de protestar porque a mi provincia se le haya dejado de lado con la excusa de que es la más rica de las provincias itálicas. Digo que comprendo que el erario no puede gastar más dinero porque dispongo de cierta información muy interesante. Esto es secreto, pero confío en tu discreción. Sé que Cayo Papiro Maso ha viajado muy a menudo a Macedonia, y se ha entrevistado en numerosas ocasiones con el arconte que la gobierna, un espartano por nombre Aesilas Phyteid. Roma está gastanto grandes cantidades de dinero para que el arconte ponga su provincia bajo la protección de Roma, bajo el pretexto de que Esparta no puede protegerla contra los bárbaros o los piratas o lo que se le ocurra. Y por supuesto luego retirarse cubierto de oro a alguna discreta villa. Sería un hermoso movimiento, y a Macedonia le dolería en lo más hondo. Habrá que ver cómo reacciona, pues Papiro Maso es muy astuto y un conspirador excepcional y estoy convencido de que logrará ganarse a Aesilas Phyteid. De hecho creo que el cónsul prefiere que nos declare la guerra, nadie podría culparnos si luego derrotamos al Rey Ptolomeo Keraunos y nos apoderamos de parte de sus tierras para garantizar la seguridad de nuestras provincias en Grecia. ¡Oh, mi querido sobrino, eso sería una jugada magistral!. Al fin y al cabo Macedonia tiene la culpa de las hordas de orientales que llegan a nuestras fronteras por su guerra con el Ponto y los Roxolanos, que tiene revolucionadas a las tribus bárbaras de la zona.


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En fin sobrino, ya sé que esto parece más una carta de cotilleos políticos que una nota de condolencia, pero estoy seguro de que apreciarás las informaciones que contiene. Reitero mi pesar por tu pérdida y mi ofrecimiento de ayuda para cualquier cosa que necesites.

Salve!



Quinto Mamilio Vitulio, quien tantos quebraderos de cabeza dio por su ambición y orgullo, no volvería a la primera línea de la política tras sustituir al finado Lentulo padre a cargo de la provincia de Umbria y fallecería años más tarde en su villa. En cuanto a los esfuerzos de Papiro Maso, finalmente tuvieron resultado, y tras el pago de una astronómica cifra, Aesilas, el arconte espartano de Dalmacia, decidió renunciar a los estrictos valores de su tierra natal y abrazar a la acogedora y mullida corrupción romana.


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Me ha costado varios intentos y mucho dinero, pero al fin he logrado hacerme con Dalmacia por la puerta de atrás​

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No sería hora de afincarse en el Veneto? Lo digo por los canales de Venecia que no existen y tal... :D