II. Duque Hengest "La serpiente" de Holanda(867-884)
Hengest en 867, tras ser proclamado Duque.
El gobierno de Hengest no fue precisamente la muestra de grandeza que todo contemporáneo quisiese tomar para sí. Comenzó oficialmente con la proclamación de la Gran Mancha, en la que los vasallos juraron lealtad al duque, si bien la mayoría de los gobernantes cristianos prefirieron abstenerse de acudir a una celebración pagana, jurandole lealtad en una declaración conjunta que hicieron llegar a la corte por medio de un mensajero.
La ceremonia transcurrió según lo esperado, pese a las múltiples
ausencias de los vasallos seguidores de cristo
La Mancha también sirvió para que Hengest contrajera matrimonio con una joven y brillante gydja venida de Pomerania llamada Svetlana, quien dos años más tarde daría a luz al futuro heredero del Duque: Bertram Adalberg.
El tercer día de celebraciones, se presentó en la corte del duque un visitante inesperado: Un mensajero del Rey de Lotaringia. Como era de esperar, no venía a presentar disculpas al Duque por la ausencia de su señor en la celebración de la Mancha, pero la noticia que venía a darle no causó menor revuelo en la sala.
Consciente de que aquello suponía la confirmación de la gran debilidad del reino, y del revuelo que aquella decisión había debido levantar también en la corte real, el Duque decidió aceptar, pensando que quizá así podría asentar su poder dentro del Reino.
Tres meses después sin embargo, apareció en la corte el Duque de Colonia, quien trató de convencer a Hengest de que se uniese a su complot para derrocar a la dinastía Karling, intentando aprovecharse del conocimiento que este tenía sobre la cantidad y la disposición de las tropas reales. Hengest lo despachó con escasa cordialidad, desoyendo las palabras del Duque cuando dijo
mira como luchan entre hermanos sin el menor de los escrúpulos. ¿De verdad crees que sois aliados? ¿qué crees que hará con un sucio pagano como tú?
Se sucedieron las estaciones, y Svetlana resultó encinta de nuevo. Durante aquellos meses la pareja se enamoró perdidamente, y las seis últimas semanas de estado, Hengest no se separó de ella. Sin embargo un día, cuando debía estar ya a punto de dar a luz, un contingente de soldados reales acudió a la corte y de malas formas se llevaron consigo a Hengest sin dar explicaciones.
El rey había mandado apresarle por conspirar contra su gobierno.
Para cuando Imma vino al mundo, su padre se encontraba ya en Luxemburgo
El Duque intentó por activa y por pasiva convencer a sus captores de su error, incluso llegó a ofrecer un generoso pago por su liberación, pero pronto quedó de manifiesto que las intenciones del Rey iban más allá. Sin poder hacer nada por evitarlo, el Duque fue llevado a una celda aislada, donde estuvo preso los siguientes 14 años.
Durante su ausencia el gobierno quedó en manos de Hrodulfr, sobrino de Hemming y cabeza de la dinastía Akra, así como conde de Ostfriesland y mayordomo del Duque, que impidió por todos los medios cualquier iniciativa de diálogo con los captores de su señor. Sin embargo, su gran gestión contentó pronto a campesinos y a nobles, a germanos y a cristianos, y mandó construir campos de entrenamiento por todo el ducado, así como modernizar los puertos para agilizar el comercio. De hecho tanto fue así, que el propio Hengest escribió en una ocasión, en base a las escasas cartas que su mujer le hacía llegar desde Holanda:
Fragmento sacado del diario de Hengest
Mientras tanto, la educación de sus hijos quedó reservada a su mujer, Svetlana, que poco después de la detención de Hengest se convirtió al cristianismo, quizá temiendo que la tomasen presa a ella también.
Finalmente, el 14 de Ein Manuor (Marzo) del año 884, Hengest murió en su cautiverio, sin haber llegado nunca a conocer a su hija.
¡Larga vida al Duque Bertram!