Febrero de 1943. Al dia 8 del mes en curso la estación de radio de Varsovia recibe un comunicado urgente procedente del Reichstag: Al parecer el Führer requiere de mis servicios pues me ordena que me presente el día 13 con un informe exhaustivo sobre el estado de nuestro ejército así como de nuestras nuevas posesiones. Demasiado poco tiempo, en 5 dias es imposible realizar tales informes. ¡Necesitaria quince dias por lo menos!
Tal y como se me ordenó, el día 12 me presenté a primera hora ante nuestro Gran Líder, aunque no sin temor, pues mi escueto informe podía no ser suficiente para el Führer. Los mapas indicaban las nuevas fronteras:
En el despacho apenas había luz, toda ella procedente de una lámpara de mesa, tras la cuál se hallaba sentado y no con buena cara aquél que en su día confiaba en mí. De repente, un sentimiento extraño me invadió. La útima vez que me ocurrió fué hace ya muchos años, en la I Guerra Mundial, en una trinchera rodeado de polacos: Era el miedo.
La cara de Hitler no dejaba lugar a ninguna expresión de ningún tipo de comentario cómico. Algo iba mal, y me parece que sin quererlo me habían tocado todas las papeletas para salir escaldado de sa reunión.
Así era. El Führer comenzó con una voz a la vez tosca y seca: "
Qué demonios ha ocurrido en Inglaterra, y qué demonios está ocurriendo en Polonia?, y en Hungría?y en Yugoslavia?QUÉ DEMONIOS HACEN SOLDADOS RUSOS A 500KM DE NÜREMBEG!!!!!! "
Contesté:2
Señor, nuestros informes decían que Inglaterra apenas ofrecería resistencia. No fúe nuestra culpa, se lo prometo. Lo siento mucho. "
"
Respecto a los rusos, señor, nos declararon la guerra cuando nuestras divisiones aún operaban en Suecia. No estábamos preparados. Esos salvajes de sangre sucia nos declararon la guerra cobardemente "
-"
Eso no me sirve. Me has fallado Erwin. Hasta luego
-"
Pero señor, espere! Aún hay posibilidades! Nuestras divisiones han tomado Smolensk, Kiev e incluso Moscú! Hemos embolsado a las tropas soviéticas y pronto no tendrán otra opción que rendirse! Deme otra oportunidad, no le fallaré. "
-"
Adiós, soldado
Abandoné la estancia sin cuestionar las órdenes. Si él lo decía, yo debía cumplirlo. Me dirigía a mi coche cuando de repente dos individuos de uniforme se me acercaron. Me dijeron:
"Acompáñenos"
-
"Qué ocurre?" Contesté. No hubo respuesta, solo un fuerte golpe en la nuca. Cuando me desperté, no sabía donde me encontraba. Solo alcancé a ver un gran rio y la silueta de un hombre corpulento.
-"
Acabas de ser jubilado ". Un estruendo fué lo último que sentí.