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Obelixeke said:
Gracias, Lucius!

Por cierto, ¿tienes idea de si al heredar un título las leyes sucesorias que le acompañan se modifican al buen tun-tún? Es que juraría que al comprobar la ley sucesoria de Suabia unos días antes del asesinato de Ludolf, ésta era primogenitura semisálica y no división semisálica (lo que me sirvió para darle colorcillo a la historia pero me llevé una sorpresa de coj**** :wacko: ). Tampoco recuerdo que en mis partidas anteriores me pasase lo que me ha pasado en esta partida.

No, no cambian. Pero hay una serie de eventos, cuando el gobernante es niño o cuando tienes contrato feudal, que pueden haber alterado la ley de sucesión.
 
Capítulo V. Parte II

(continuación)

El regreso a la antigua tradición sucesoria había sido una de las primeras decisiones de peso de Frederick al frente del Ducado de Suabia, y una que habría de romper con la política del señor actual, lo que siempre levantaba suspicacias. Tal y como había previsto Frederick, el cambio no sentó nada bien entre sus vasallos, a pesar de que en el fondo no les había de afectar en nada más allá de que la división semisálica hubiese debilitado la posición de los Hohenstaufen en las tierras de Suabia. Los hombres siempre juzgan a los demás con mayor dureza que a ellos mismos, sobre todo si las botas del otro son más grandes que las suyas, le había dicho el Extranjero.


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Los von Calw de Baden; la Casa Nordgau del condado de Sundgau (que incluía también la provincia de Nordgau); los Von Tchudi de Schwyz; los Zaringen del feudo de Brisgovia; e incluso Alverade von Gröningen, obispo de Chur; fueron informados del importante cambio conforme iban haciendo acto de presencia en la corte de Ulm para renovar sus votos de fidelidad a la Casa Hohenstaufen de Suabia, tal y como Frederick había hecho al acudir a Nassau junto al Emperador. Los nobles menores no pudieron evitar caras de sorpresa, y alguna de indignación, al enterarse de la noticia, aunque tras los respectivos banquetes y algo de vino y cerveza, los condes reconocieron a Frederick que su disgusto se debía a no haber sido consultados antes de tomar tan decisiva determinación. Cómo si me importase un comino vuestra opinión, pensaba Frederick mientras decía todo lo contrario. Albrecht von Calw fue el único que expresó razones de fidelidad a la memoria de su hijo para justificar sus reticencias, pero en su caso la razón de fondo era que la división semisálica estaba también implantada en su feudo. A los pocos meses, y al no haber intervenido en los asuntos domésticos de sus vasallos tal y como el Extranjero le había aconsejado, sus condes olvidaron el asunto... e incluso a un tal Ludolf que no hacía tanto que había sido su señor. Lealtad a prueba de arietes, bromeó su viejo amigo y consejero.

Una vez asentado firmemente en el trono de Suabia, Frederick se centró en el gobierno de sus tierras y de su familia. Sobre todo en lo segundo, dando rienda suelta de nuevo a su lujuría en su mujer o cualquier otra bella moza que se le cruzase. Este desenfreno desembocó en nuevo hijo bastardo, que moriría al poco de nacer, y en dos nuevos hijos legítimos le regaló su esposa Ute en los años del Señor de 1088 (28 noviembre) y de 1090 (5 enero), lo que no hizo más que reforzar, en principio, los derechos de la Casa Hohenstaufen sobre la Marca Oriental del Sacro Imperio. La alegría de la pareja hubiese sido mayor si un año después Ute no hubiese dado a luz a un niño muerto. Esta vez, al menos, nadie le echó la culpa a Frederick por esta desgracia, lo que mitigó en parte su pena.



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Segundo hijo de Frederick Hohenstaufen y Ute von Babenberg.


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Tercer hijo de Frederick Hohenstaufen y Ute von Babenberg.


Mientras Frederick se entregaba a su pasión favorita, es decir, la fabricación de vástagos, sus dos hijos mayores, Frederick, su heredero, y Wilhelm, el bastardo que había concebido hacía ya tantos años para escarnio de su primera esposa Adelaide, fueron creando un fuerte vínculo a pesar de sus diferentes educaciones... y agujeros de procedencia, según se susurrba en la corte suaba. En cuanto podían, los dos jóvenes se enzarzaban en impetuosas carreras de caballos o cualquier otra actividad que pusiese a prueba sus habilidades físicas. Cuando el Duque se enteró de estos juegos, alentó a Frederick (+1 salud; +1 fertilidad; rasgo: imprudente), diciéndole que no sólo el hombre de las letras vive; pero reprendió a Wilhelm (rasgo: prudente; rasgo: justo), recluyéndolo en un monasterio hasta que finalizase sus estudios. En el fondo, cada vez que veía a Wilhelm, el Duque Frederick sentía una punzada en el corazón, pues era una mancha viviente para su honor. Antes de que pueda probar su valía, cuanto más lejos mejor, pensó Frederick. Aquello agrió el carácter del joven bastardo que la pagó con todo bicho viviente que contase con cuatro patas del monasterio (rasgo: cruel), e incluso con alguno tan sólo tenía dos.

En cuanto a sus hijos pequeños, los concebidos junto a Ute von Babenberg, Heinrich había alcanzado la edad suficiente para comenzar su formación. Contrario a los deseos del Duque, el Extranjero aconsejó el aprendizaje de la guerra.

-Sabéis que Heinrich es un chico sin maldad y bonachón. Preferiría que aprendiese el arte de la guerra cortesana antes que el arte del acero, viejo amigo. Parece que es ahí donde se dirimen las batallas más importantes al fin y al cabo-, le confesó el Duque, mientras saboreaba un excelente caldo borgoñón.

-Para eso ya tenéis a vuestro, hum, 'primogénito' Frederick. Según me comentan es un bastardo intrigante y más listo que el diablo. Además, igual preferís que Heinrich sea tan manso como Ludolf, que Dios lo tenga en su Gloria. Nunca se sabe qué puede deparar el futuro y las trágicas necesidades que pueden acompañarlo de la mano...

Un escalofrío recorrió la espalda de Frederick. Y hasta el vino se tornó vinagre en su boca...


(continúa)
 
Last edited:
Obelixeke said:
Gracias, Lucius!

Por cierto, ¿tienes idea de si al heredar un título las leyes sucesorias que le acompañan se modifican al buen tun-tún? Es que juraría que al comprobar la ley sucesoria de Suabia unos días antes del asesinato de Ludolf, ésta era primogenitura semisálica y no división semisálica (lo que me sirvió para darle colorcillo a la historia pero me llevé una sorpresa de coj**** :wacko: ). Tampoco recuerdo que en mis partidas anteriores me pasase lo que me ha pasado en esta partida.

es muy curioso eso de que Ludolf cambiara el tipo de sucesion, a mi nunca me habia pasado. me ha sorprendido que tu pudieses cambiarla despues, cuando normalmente no te deja cambiar la ley de sucesion hasta pasados unos años, por lo que me he dado cuenta de que las has podido cambiar de nuevo supongo porque no habias sido tu la que la habia cambiado sino Ludolf.

a otra cosa, muy bien lo de los mapas y eso...
 
¡Pues no esta nada mal el feudo que se ha agenciado Frederik!

Bueno por lo menos esta vez no ha acabado el relato en medio de un asesinato. Por cierto, me esta gustando mucho como se desarrolla y como lo cuentas. ¿Cuantos años tiene ya Frederik? No te pregunto por las sucesiones porque sabe mejor un plato cuando no sabes del todo que te espera.
 
lordspain said:
no es por dar la nota ..... pero todo lo vas a conseguir por medios políticos o sucesiones? :)

Es que si estás en el centro del imperio alemán, declararle la guerra a otro vasallo te pone al rey en contra... y no es plan. Entre otras cosas porque es un tanto suicida. Y expandirte hacia Francia es 3/4 de lo mismo.
 
Capítulo V. Parte III

(continuación)

El mes de abril del año del Señor de 1091 trajo consigo una gran noticia. El brote de disentería que tan alto precio se había cobrado en la provincia suaba de Fürstenberg había remitido. Esto posibilitó que el trono del Ducado regresase a su legítimo lugar. Como solía suceder en estas ocasiones, los preparativos para el traslado se alargaron durante varias intensas semanas donde Frederick apenas tenía tiempo para nada más que para asegurar el correcto traslado de sus posesiones, las de sus allegados y el resto de la corte. Un par de meses después, la comitiva partía de Ulm con dirección a Fürstenberg, y en buen momento lo hizo, ya que al mes siguiente la temida disentería hacía acto de presencia en la provincia de Ulm siguiendo su mortal camino. La muerte con patas, y por la pata te cagas, decían sombríos los habitantes de Suabia.

Y si el traslado había consumido las horas de Frederick, no menos ocupado había estado fijando su nueva capital en la localidad de Fürstenberg. Incluso antes de la, ejem, muerte de su hijo, la corte había abandonado Fürstenberg para trasladarse a Ulm, y debido a la disentería el nuevo Duque no había podido visitar el feudo enfermo. Hasta entonces. Así que todo era nuevo para él y su familia, por lo que el periodo de adaptación fue más largo del deseado. Mientras, su hijo mayor y heredero cumplía por fin la mayoría de edad en el año del señor de 1092, finalizando además los estudios que había desarrollado en la corte junto a su padre. Admirados, sus tutores dijeron a Frederick que su hijo era, sin duda alguna, un digno heredero (eminencia en la sombra). El Extranjero se limitó a comentar sin tapujos que el nuevo Frederick era una copia del antiguo, sólo que mucho mejor. Aquello no acabó de gustar del todo al Duque, puesto que ni tan siquiera se había molestado en que sonara a broma... ni un poquito.


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Sus excelentes cualidades le valieron un puesto de confianza de inmediato junto a su progenitor. Su dominio de la palabra, las buenas maneras y el protocolo hacían del heredero un gran canciller, apto para tratar con cualquier enviado extranjero en igualdad de condiciones. Pero su gran capacidad para la intriga y el subterfugio, así como su decente dominio de los números, también le habilitaban para funciones de espionaje o administración cuando su padre lo requiriese. El cachorro se está convirtiendo en un hombre, y de cuidado, pensaba orgulloso el Duque Frederick.

Y el joven Frederick, mucho antes de lo previsto, tuvo que dar muestras de su valía en otro oscuro asunto. Todo comenzó un frío día del invierno del año del señor de 1092. Frederick padre, su hijo y el Extranjero estaban compartiendo unas copas de vino tras la puesta del sol, discutiendo sobre lo humano y lo divino (o más bien de lo divinas que están algunas humanas) cuando Ute von Babenberg entró en la sala con gesto grave y entristecido en su rostro. Tras preguntarle la razón de su desasosiego, Ute contestó que había recibido noticias de su hermana quien le contaba que su padre, el conde de Moravia y heredero de la Marca Oriental, se había vuelto a casar a principios del año del señor de 1092, y acababa de tener un hijo varón con su nueva esposa (ver Capítulo III). Aquello dejó pálidos a los tres.


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-¡Maldita sea!-, chilló el Duque Frederick cuando su mujer y su hijo se hubieron retirado a sus aposentos. -Pero si ni tan siquiera nos habíamos enterado de que la madre de Ute había fallecido. Y el cabrón de su padre ya tiene un hijo, ¡y varón!-, exclamó mientras tiraba una copa contra la pared, dejando un gran mancha roja en la estancia como un oscuro presagio.

-Lo más probable es que el mensaje de la muerte de la mujer de vuestro suegro se perdiese en el camino. O que el mensajero acudiese a Ulm en lugar de a Fürstenberg y cayese presa de la disentería-, especuló el Extranjero, recordando el trabajoso cambio de capitales y toda la atención que se había llevado. -La cuestión es que efectivamente ese niño es ahora el heredero de la Marca Oriental por delante de vuestros hijos.



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Línea sucesoria de Ernst von Babenberg, Duque de Austria.
Heinrich Hohestaufen pasa a ser tercero en la sucesión tras su abuelo y su nuevo tío Ludwig von Babenberg.


-No se nos puede escapar Austria, es demasiado importante, hay demasiado en jugo... Algo tenemos que hacer, viejo amigo-, señaló nervioso mientras miraba el vino derramado.

-Y pronto. El mal ya está hecho, pero debemos procurar que el fuego no se extienda. Hay que cortarlo de raiz, cerrar la fuente de herederos definitivamente. Vuestro suegro Leopold von Babenberg debe morir-, sentenció el Extranjero (intriga Leopold 6 + intriga espía jefe 5 = 11).


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-¿Y qué pasa con el crío?-, preguntó Frederick.

-¿El crío? Tenemos 15 años por delante para aguardar a que se rompa el cuello el solito. Si no, pues habrá que echarle un mano a este Ludwig para que se lo rompa, pero ya más adelante-, le tranquilizó el Extranjero. -¿Deberíamos involucrar a vuestro hijo Frederick en esto? Sus capacidades nos vendrían como anillo al dedo...

-Bueno, ya es un hombre... y mi heredero-, dijo entre dientes. -Sí, avisadle (intriga Frederick 9 + intriga espía jefe 12 = 21). Cuanto antes se manche las manos de sangre antes aprenderá a soportarla.

Unos días después, Leopold von Babenberg aparecía muerto en su cama. Una leve indigestión le había obligado a retirarse temprano a su lecho... del que no se levantaría jamás, al menos no con los ojos abiertos.


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El hijo recién nacido de Leopold von Babenberg heredó entonces y de forma directa el título de conde de Moravia, por lo que Heinrich Hohenstaufen, y por lo tanto su linaje, acariciaba de nuevo el Ducado de la Marca Oriental.



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Línea sucesoria de Ernst von Babenberg, Duque de Austria, tras la muerte de su primogénito Leopold.

(Fin del capítulo)
 
Last edited:
faram said:
Normal, cuando se enteren de que te lo has cargado cogeran un cabreo fijo.
:rofl: :rofl:
Por cierto, el foro de Historia Hispánica tiene buena pinta. A ver si me doy de alta.

Corleone said:
es muy curioso eso de que Ludolf cambiara el tipo de sucesion, a mi nunca me habia pasado. me ha sorprendido que tu pudieses cambiarla despues, cuando normalmente no te deja cambiar la ley de sucesion hasta pasados unos años, por lo que me he dado cuenta de que las has podido cambiar de nuevo supongo porque no habias sido tu la que la habia cambiado sino Ludolf.

a otra cosa, muy bien lo de los mapas y eso...
Efectivamente, al cambiarla él y no yo no em dió ningún problema a la hora de volverla a cambiar. Lo curioso del tema es que unos días antes de cepillármelo Suabia seguía teniendo la primogenitura semisálica. Por eso me monté el rollo de que era para putear a Frederick :rolleyes: y justificar el cambio que, por otr parte, no tenía sentido.

Y gracias por los mapas. De hecho, es lo que peor llevo y lo que más tiempo tardo en hacer ;)

Gauna said:
Bueno por lo menos esta vez no ha acabado el relato en medio de un asesinato. Por cierto, me esta gustando mucho como se desarrolla y como lo cuentas. ¿Cuantos años tiene ya Frederik? No te pregunto por las sucesiones porque sabe mejor un plato cuando no sabes del todo que te espera.
Pues la verdad es que en principio la parte II debía acabar con la decisión de asesinar a Leopold, pero en lugar de darle a 'preview message' (cosa que hago mucho para ir viendo cómo me queda de largo el capítulo) le dí a 'submit message' y ya no pude dar marcha atrás :(

El capítulo VI comenzará a principios del año del Se... vamos, en 1093. Eso significa que Frederick, nuestro entrañable Frederick :p , tendrá 44 años.

lordspain said:
no es por dar la nota ..... pero todo lo vas a conseguir por medios políticos o sucesiones?
Todo lo que pueda. Es que hasta ahora siempre había jugado de una forma más, hum, militar. Además, por el momento tampoco soy lo suficientemente poderoso para enfrentarme a otros feudos cristianos (como bien apunta Lucius) o irme de Cruzadas. Pero todo llegará.

Lucius Sulla said:
Es que si estás en el centro del imperio alemán, declararle la guerra a otro vasallo te pone al rey en contra... y no es plan. Entre otras cosas porque es un tanto suicida. Y expandirte hacia Francia es 3/4 de lo mismo.
No lo podría haber expuesto mejor ;)
 
Capítulo VI. Parte I

Capítulo VI: En los bosques de Lorena

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Tal y como había sucedido con la muerte del Duque Ludolf de Suabia, la noticia del fallecimiento de Leopold se propagó con rapidez por todo el Sacro Imperio. Las malas noticias viajan siempre más ligeras que las malas, le había recordado el Extranjero. Máxime cuando esta vez se habían levantado más sospechas que en el caso de su hijo, puesto que la disentería había resultado a la postre una coartada excelente. Pero un dolor de barriga repentino... Había que hacerlo rápido, mi señor, y nadie os puede señalar directamente a vos, le insistía su consejero. Cierto, a la cara nadie podía espetarle nada. Pero a su espalda todos murmuraban la certeza de su culpa. Al fin y al cabo, los Hohenstaufen eran los más beneficiados de tal muerte.

Y muy clara debió de resultar para alguien, nunca se supo quién, la implicación de Frederick en la mortal cagalera de Leopold von Babenberg. A los pocos días, su hijo bastardo Wilhelm aparecía con el cuello roto en el bosque cercano al monasterio donde residía. No hubiese resultado extraño dado su placer en cabalgar de forma impetusosa por los bosques, pero aquel día, precisamente, había salido a caminar y su montura había permanecido en el establo (*).


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-Mucha coinciedencia me parece, Extranjero, pues bien sabes que no es necesaria un daga ensangrentada para comenter un asesinato. Alguien ha decidido pagarme con la misma moneda-, dijo cerrando el puño con rabia.

-¿Misma moneda? ¿Un futuro obispo bastardo a cambio de un conde y heredero de un Ducado del Imperio?-, se mofó sonoramnete el Extranjero. -No, mi señor, creo que habéis salido muy bien parado de esta, hum, sangrienta transacción. Sí, sin duda.

El más afectado por la muerte de Wilhelm fue el joven Heinrich Hohenstaufen-Babenberg (al menos hasta que el anciano Duque de la Marca siguiese caminando por este mundo), quien había entablado mucha amistad con su medio hermano en los últimos meses. Tanto le afectó, que su carácter se avinagró y no dudaba en contestar y devolver con creces cualquier afrenta, real o no, recibida (rasgo: vengativo). Por su parte, el joven Frederick estaba tan ocupado en las múltiples tareas que le asignaba su padre que ni tuvo tiempo de llorar su pena. Igual que el propio Duque, cuyas recientes y trágicas ocupaciones apenas le permitían ver ni tan siquiera a su esposa. Así que se sorprendió mucho cuando Ute le dijo, a principios del año del Señor de 1093, que se había vuelto a quedar embarazada. Y la alegría regresó a Suabia como si Wilhelm, el bastardo, nunca hubiese existido.

Con el trono de Suabia firmemente asentado bajo las posaderas de Frederick Hohenstaufen, y el de la Marca Oriental a un paso de distancia (o a un niño de distancia, como solía bromear el Extranjero), el 'viejo' Duque de Suabia dedicó su tiempo a ver crecer a sus hijos y ocuparse del gobierno de sus tierras. Sí, mi señor, ahora vos sois el viejo Duque de Suabia. ¿No creéis que es una dulce ironía?, solía decir el Extranjero con una sonrisa impertinente en la boca. Aquellos tranquilos meses que se extendieron entre los principios del año del Señor de 1093 hasta a mediados del año siguiente, asistieron como mudos testigos a la mayoría de edad de la hija mayor de Frederick, Maria, y al nacimiento de su cuarto hijo junto a Ute von Babenberg, Ruprecht Hohenstaufen, un bebé con un simpático ceceo que hacía las delicias de todos. Cuando sea mayor será molesto y un obstáculo, no gracioso, mi señor, le dijo el Extranjero. ¿Es que este hombre nunca puede decir nada bueno?, se desesperaba a menudo el Duque.


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-Vuestra hija mayor se ha convertido en un muchacha bella y muy inteligente (sombra ilusoria)-, le felicitó el Extranjero. Vaya, eso había sido bueno... ¿no?

-Si, es como un tesoro, ¿verdad?-, contestó entusiasmado.

-Un tesoro que no podéis guardar para vos y vuestra corte, mi señor, no lo olvidéis.

-¿Por qué no? ¿Acaso no puedo casarla con mi mariscal y que se quede junto a mí? Es una joven con múltiples recursos y no se le escapa ni un rumor-, protestó el Duque como un niño pequeño.

-Como poder, podéis hacer lo que queráis, mi señor. Pero no estaría bien visto en el Imperio que un hombre que ha sacado ventaja de su verga para prosperar no le permita hacer lo propio a los demás, aunque sea ofreciendo escasas posibilidadades-, contestó el Extranjero en 'ese' tono que tanto frenaba el ímpetu del Duque.

-¿Y si no la caso? Así me aseguraría que nadie que no sea de mi linaje heredase mis títulos...-, señaló tímidamente Frederick.

-Pero si tenéis ya cinco hijos mi señor-, exclamó irritado el Extranjero. -Ni vos seríais capaz de matarlos a todos-. Aquello estaba empezando a impacientarle.

-De acuerdo, de acuerdo. Pero al menos esperaré que llegue un propuesta de matrimonio de un duque o de un conde, o de su heredero directo. No quiero que mi hija acabe limpiando establos. Sus hijos, aunque no porten mi apellido, deben de sentarse en un trono de un feudo del Sacro Imperio.

-Me parece justo, mi señor. Esperaremos pues a un pretendiente en condiciones y con una buena bolsa de oro... Y mientras, haced uso de sus habilidades, mi señor-, afirmó el Extranjero con un guiño.

Sin embargo, la tranquilidad y la calma que reinaba en el Ducado de Suabia había de venirse en parte abajo por una preocupante noticia para la familia gobernante. Poco después de decidir mantener a su hijo Burchard en la corte para desarrollar sus estudios, su esposa Ute von Babenberg caía enferma en el mes de abril del año del Señor de 1094. ¿Malos presagios?


(continúa)

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(*) En el asesinato de Wilhelm he tenido que sacar esa 'tirita-pantallazo' porque nunca me salió una ventana que me avisase al respecto. De hecho, me enteré porque estaba mirando el game-log por un tema de fechas y lo vi. Al comprobar que Wilhelm había palmado lo flipé un poco, pero menos mal que lo vi porque sino lo estaría flipando todavía al haber visto a Wilhelm muerto 'sin razón'.
 
Last edited:
Como siempre, interesantísimo Obelixeke :) A ver si pillas Austria pronto.
 
Obelixeke said:
:rofl: :rofl:
Por cierto, el foro de Historia Hispánica tiene buena pinta. A ver si me doy de alta.
Pues, sí date de alta que estamos ávidos de forero participadores (mis escaso 70 posts demuestran que no estoy entre ellos) :(
Y por cierto, perdona que no te haya felicitado por el peazo de AAR que te está quedando, una obra de arte, sí señor.
 
Capítulo VI. Parte II

(continuación)

Unas semanas después de que Ute cayese enferma, un emisario portando el blasón de los von Bonngau del Palatinado llegaba a la corte suaba de Fürstenberg. Tras el crucial papel de su hijo en el asesinato de Leopold von Babenberg al frente del espionaje del Duque, el joven Frederick había regresado a sus funciones como canciller, una labor que sin duda desarrollaba de un forma excelente. El viejo Hohenstaufen no podía más que henchirse de orgullo mientras escuchaba a su hijo agasajar al enviado del condado del Palatinado que decía haber llegado a Fürstenberg con un asunto de estado. Dice las palabras justas en su justo momento, se maravillaba. Sí, sin duda es mejor que yo. Así que el joven Frederick actuó de anfitrión para el diplomático enviado por Gerhard von Bonngau y se ocupó de lleno de tal imprevista visita.


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Según relató más tarde a su padre y al Extranjero, el conde Gerhard von Bonngau, que acababa de acceder al trono del Palatinado tras la muerte reciente de su padre, solicitaba una alianza militar 'con la intención de pretegernos los unos a los otros para lo que pueda deparar el futuro', decía la misiva. El conde de nuevo cuño apelaba, por supuesto, a los difusos lazos de sangre que unían a ambas familias, pues la madre del viejo Duque Frederick era una von Bonngau, aunque de una rama menor que, además, había abandonado el Palatinado por la puerta de atrás.

Tal y como señaló el jovenFrederick, lo que pudiera 'deparar el futuro' era la parte importante de la misiva, puesto que de todos era sabido la codicia de Gerhard y su intención de devolver su linaje a la primera línea de la alta sociedad germana. Y una manera era enfrentándose a su señor, Thierry de Longwy, Duque de Alta Lorena, tal vez incluso en el campo de batalla. Tanto su hijo como el Extranjero aconsejaron de forma insistente a Frederick que declinase, muy amablemente eso sí, la oferta. De esa alianza no sacaréis beneficio alguno pero sí muchos quebraderos de cabeza, le había dicho el Extranjero, y como Frederick ya había tenido suficientes dolores de cabeza hasta ese momento, no lo dudó un instante. Dijo no.

A pesar de rechazar la propuesta de Gerhard, el Ducado de Alta Lorena había atraído la atención de la corte de Suabia. Otra de las razones que había esgrimido el conde del Palatinado para 'protegernos los unos a los otros', era que el Ducado de Alta Lorena acabaría pronto en manos de un loco. Al principio, el Duque Frederick pensó que se trataba tan sólo de un simple insulto o una burda excusa para justificar sus planes de traición, pero tras indagar un poco se enteró de que el hijo del actual Duque de Alta Lorena, el joven Henri de Longwy, obispo de Santois, realmente estaba como un cencerro (esquizofrenia, entre otras cosas).



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Según el pueblo de la Alta Lorena, el mal de Henri se debía a la sangre franca que corría por sus venas, puesto que su padre Thierry, único hijo del difunto Duque Gerhard, apenas tenía de alemán un padre, habiendo aceptado la cultura de su madre, abuela de Henri, como suya. Claro que eso lo decía la parte germana del Ducado, ya que la franca opinaba diametralmente lo contrario.

Desde edad temprana, Henri había mostrado claros síntomas de su embrujo, por lo que su padre había decidido recluirle en un monasterio. Pero al cumplir la mayoría de edad, Henri abandonó su 'prisión' y Thierry le había concedido el gobierno del feudo familiar, para ver si las obligaciones enderezaban al chico. Nada más lejos de la realidad. Henri instituyó un Obispado en lugar de un condado, contraviniendo todos los deseos de su padre y señor, por lo que en principio renunciaba a descendencia alguna. Al menos por el momento. También se autoporclamó el Anti-Papa, pero en eso nadie le hizo el más mínimo caso.

Además del escaso equilibrio mental del joven de Longwy, Dios tampoco había sido generoso con el linaje franco-germano en lo que a vástagos varones se refería. El antiguo Duque Gerhard tan sólo había tenido un hijo, el actual Duque Thierry, que a su vez tan sólo había podido darle a su esposa, la normanda Clenenza de Rennes (47 años), a Henri 'el Perdido'... y dos hijas más: Tiburge (22 años) y Mahaut (20 años). Lo más curioso del caso era que la mayor, Tiburge, seguía soltera y entera, y si Henri nunca tenía un hijo varón, serían los hijos de Tiburge quienes heredarian la Alta Lorena y su título de duque... por muchos cabezones que tuviese Mahaut, y ya tenái un par de ellos. Y todo gracias a la bendita primogenitura semisálica.


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-La semilla endemoniada de Henri no preñará a mujer alguna, y sus padres ya están viejos. Si en cambio vuestro hijo puede hacerle un varón a Tiburge, los Hohenstaufen podrán unificar la parte occidental del Sacro Imperio en un sólo Gran Ducado de Suabia-Alta Lorena. Eso es mucho poder, mi señor. Y si el 'gambito austríaco' sale bien y no surgen más complicaciones ni sorpresas, huelo a Emperador Hohenstaufen en breve, mi señor-, le dijo el Extranjero.

-No me hace gracia que mi sangre se entremezcle con la de los francos-, dijo melindroso. La mirada que le echó el Extranjero le hicieron cambiar el discurso,- pero todo sea por el título. ¿Qué crees que opinará mi hijo de esto?

-Oh, mi señor, ha sido vuestro propio hijo el artífice de esta idea, tras sonsacarle a base de cerveza todos los detalles genealógicos al emisario del Palatinado que trajo la oferta de alianza-, afirmó el Extranjero con un guiño.

Sí, no hay duda, es mejor que yo, pensó aliviado Frederick.


(continúa)
 
Last edited:
¡¡ATENSIORL!! Para aquellos que sigan el AAR, comentar que se me olvidó meter la 'foto' de Tiburge de Longwy en la anterior parte del Cap VI. Así que igual os interesa echarle un vistazo a la futura (o no) esposa del joven Frederick ya que he editado el anterior mensaje (sólo con la foto, nada de texto nuevo).
 
Sí que es raro que no esté casada...

Mmm... que dientes más largos me está poniendo esta AAR, por cierto... de hacer la mía bien y eso...
 
Te está quedando muy bien.

Una pregunta, ¿te instalarás la nueva BETA? o ¿seguirás con la partida tal como está para que te salgan errores ni nada por el estilo?
 
Lucius Sulla said:
Sí que es raro que no esté casada...
A mí tb me sorprendió, aunque eventos posteriores me permitieron abrir una línea argumental bastante interesante que lo justificase. Pronto la postearé.

Lucius Sulla said:
Mmm... que dientes más largos me está poniendo esta AAR, por cierto... de hacer la mía bien y eso...
Me alegra oirte decir eso ;) Y espero que no hayas enterrado la idea de Los Lustros Catalanes, que tenía muy buena pinta.

DBM said:
Te está quedando muy bien.

Una pregunta, ¿te instalarás la nueva BETA? o ¿seguirás con la partida tal como está para que te salgan errores ni nada por el estilo?
Gracias!

En cuanto a la beta... es que no sé si luego me haría injugable la partida. No me importarían algunas caídas al escritorio más (tengo muy pocas, pero haberlas haylas), siempre y cuando no me dejasen empantanado y sin poder avanzar. Y la verdad, me gustaría saber si alguien lo ha hecho (jugar a una partida empezada en 1.04a y luego poner las betas y seguir jugando con el save 'antiguo') y si es recomendable.

La verdad es que yo no me atrevo a hacerlo. Soy muy patoso y suelo cagarla en estas cosas. Seguro que hago mal la copia de seguridad, o se me olvida, y se me va el save a la porra... y eso no lo puedo permitir. Todavía me acuerdo de cuando me pillé con 13 o 14 años un videojuego en Inglaterra para Commodore 64 y me lo cargué al día siguiente de aterrizar al tocar unas movidas del juego. Y desde entonces estoy medio traumatizado (es que era el Curse of Azure Bonds, todo un juegazo).

Esta noche me tienen que traer el portátil. Instalaré allí el juego, el parche y la beta, y proparé el save de la partida. A ver qué pasa... si me lo traen, claro.
 
Yo, cuando me instale la 1.04a encima de la 1.04 pude seguir con las partidas antiguas como si nada (es decir sin fallos o mas caidas al escritorio de lo habitual). Pero claro, eso no era una beta sino un parche (supongo que mas pulido).

Yo esperare al 1.05, guardare los "save" bajo llave y me lo instalare, a ver si puedo seguir la AAR con las mejoras que traera :D


Un saludo.


P.D: Y dejame decirte de nuevo que esto es un pedazo de AAR ;)


Un resaludo.
 
yo puedo decir que el 1.04 no se iba casi nunca al escritorio, pero no puedo decir lo mismo de las betas, pues a mi se me cae bastante al escritorio : a veces en un periodo de tiempo corto se me cae muchas veces pero a veces esta muchos años yendo bien.

yo de ti obelixeke no instalaria ninguna beta por el tema de las caidas al escritorio, y es una lastima porque se ve que con las betas el juego es mucho mas realista (basta ver la lista de todos los cambios introducidos).
sobre el mod total para CK traducido creo que no habria problemas, es más, yo lo recomiendo porque son mas de 200 nuevos eventos (o en total?), pero, aun asi y como decia al principio, no me arriegaria instalandolo en una partida empezada. como decias, si un caso haz pruebas en el portatil antes
 
Bueno, finalmente pude probar la partida en el portátil con la beta del 28 de abril y debo decir que me fue imposible ni tan siquiera pasar un día sin fostiarme contra el escritorio. Todo se cargaba bien hasta que le daba a aceptar en la ventana de iniciar partida y zás, al escritorio.

Como tengo varios saves de la partida, pensé que el problema podía deberse, entre otras cosas, a que ya habían empezado las Cruzadas en mi partida más avanzada en el tiempo, un tema que creo que han cambiado mucho y que es posible que ya no sea compatible. Me refiero a que mientras mi último save de 1103 me peta sin permitirme jugar nada, si pruebo un save anterior a la llamada a Cruzadas, entonces me funciona bastante bien, aunque con más CtDs (y un recurrente evento que a cambio de pasta me dan cortesanos). Bueno, no me funciona tan bien, pq se me quedó el juego congelado una vez, tuve que reiniciar el rodenata y me saltó el ScanDisk automáticamente diciéndome que tenía varios archivos mal y la leche.... :confused:

En fin, que paso olímpicamente de jugar con las betas pq entonces creo que me quedaría sin partida directamente. Espero que saquen pronto la 1.05 a ver si se puede hacer algo, aunque no lo creo, la verdad. Bueno, siempre se puede hacer otra AAR cuando saquen el parche oficial, claro :rolleyes:
 
Capítulo VI. Parte III

(continuación)

Si los planes del joven Frederick cristalizaban, siempre y cuando el Duque Thierry aceptase la propuesta de matrimonio entre su hija mayor y el heredero del Ducado de Suabia, estos convertirían a los Hohenstaufen en una de las familias más poderosas y relevantes del conglomerado imperial. No en vano, que gran parte de la frontera occidental del Imperio quedase bajo el dominio de un mismo linaje otorgaría a dicha Casa un poder que rivalizaría con el del propio Emperador, o casi. Con ambos títulos en vuestro zurrón, o el de vuestra familia, el Emperador tendría que consultaros hasta cuando debe ir a cagar, le decía ordinario el Extranjero.


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Al contrario de lo que había sucedido en anteriores ocasiones, el padre de la novia se mostró dispuesto a concertar el enlace desde el primer momento, lo que no hizo más que despertar las suspicacias del Duque Frederick por lo inesperado... ¿o debería decir novedoso? Comprensible era la alegría de Thierry de Longwy al poder conseguir un gran partido para su hija mayor, teniendo en cuenta la perturbada actitud de su único hijo y heredero, ¿pero por qué seguía Tiburge soltera? ¿Tendría alguna enfermedad de la que no se tenían noticias? ¿Se habría mantenido en secreto algún extraño mal que afectase a la muchacha tal y como sucedía con su desdichado hermano? Su hermana pequeña Mahaut ya estaba casada y tenía dos hijos varones, situados firmemente tras Henri en la línea sucesoria de la Alta Lorena... Entonces, ¿por qué?

-Si mi apellido ha de morir con mi hijo, quiero que mi primera hija y mayor tesoro se case con alguien digno de ella. Hasta ahora sólo había recibido propuestas de segundos, terceros y hasta cuartos hijos, y a veces de casas de incierto abolengo... Pero vuestro hijo será un día Duque de Suabia, y nuestros nietos señores de ambos feudos. Con eso me basta-, le había dicho Thierry, que claramente había abandonado toda esperanza en la recuperación de su primogénito, y el matrimonio de su hija menor con un von Babenberg de una línea inferior a la de Austria tampoco le acababa de convencer. -¿Qué sabe de nuestras tierras un Babenberg del otro lado del Imperio?-. Menos mal que los propios von Babenberg de la Marca Oriental no pensaron lo mimso de nosotros al casarme con Ute, se dijo Frederick al escuchar la pregunta, pero prefirió asentir en silencio con un gesto de aprobación.


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El décimo quinto día del mes de julio del año del Señor de 1094, Frederick Hohenstaufen, hijo y heredero del Duque Frederick de Suabia, y Tiburge de Longwy, hija mayor del Duque de Alta Lorena, contraían matrimonio en una feliz y alegre ceremonia, que tan sólo se vería empañada durante el banquete por el triste espectáculo protagonizado por el hermano de la novia que, en un momento de despiste por parte de sus 'cuidadores', se había encaramado a una mesa, había desenvainado su virilidad y había orinado sobre algunos convidados. Finalmente, habían podido bajarlo de la mesa con la promesa de unos pastelitos de limón. A pesar de tan desgraciado episodio, la noticia del enlace llenó de gozo a ambos señoríos durante semanas, alegría que se vió multiplicada cuando, días después de la boda, Tiburge se había quedado embarazada. Vaya, mi señor, es como vos mismo. Donde pone en ojo pone el heredero, bromeaba a menudo el Extranjero. Y Frederick no podía más que sonreir.

El reciente enlace de su hijo Frederick le recordó la dolorosa tarea de sopesar las ofertas de matrimonio que ya recibía para su hija Maria, y que pronto llegarían también para Elisabeth, puesto que ella también había alcanzado la mayoría de edad. El tiempo pasa para todos, mi señor, hasta para vos, le decía el Extranjero. Y era cierto; cada día se sentía más viejo, sobre todo cuando tenía que abordar materias como el futuro de sus hijas.


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Durante los meses siguientes, multitud de peticiones de mano con su hija mayor Maria como objetivo, no cesaron de llegar a Fürstenberg, ya fuese en persona o vía correo oficial. En las segundas, Frederick no perdió ni un instante. Mi hija se merece más que unas malditas letras, pensaba furioso el viejo Duque suabo. Si alguien la quiere, que venga a por ella. Y alguien lo hizo. A principios del mes de diciembre del año del Señor de 1094, el conde Otto von Habsburg llegaba a Fürstenberg junto a su hijo mayor y heredero, el joven Markvard, de 16 años, y 103.81 piezas de oro para endulzar la propuesta. Los Habsburg eran viejos conocidos de Frederick puesto que su feudo de Aargau era vecino del de Sankt Gallen, cuna del actual Duque suabo. A pesar de las escasas posesiones de Otto, la proximidad de sus tierras convencieron a Frederick. Tendríais a vuestra hija muy cerca, y según tengo entendido el joven Markvard es un muchacho triste y distante (depresión), así que con suerte igual se tira murallas abajo gritando 'mundo cruel', y así Maria regresaría con vos. Entonces ya no habría necesidad de volver a apartarla de vuestro lado, le comentó el Extranjero, sin inmutarse a pesar de la crueldad de sus palabras. Pero, ¿era crueldad, o una trágica realidad?


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Poco tiempo después de besar a su hija mayor ya como esposa de Markvard von Habsburg y despedirse tristemente de ella en la frontera con Aargau, llegó el turno para los pretendientes de Elisabeth. Esta vez, Frederick apenas tuvo que declinar, amablamente claro está, propuesta alguna; con la primera fue suficiente. A principios de febrero del año del Señor de 1095, una comitiva procedente del condado franco de Gante hacía acto de presencia en la corte suaba. A nadie hubiese llamado mucho la atención el joven señor de un pequeño feudo del norte del Imperio, situado en las llamadas Tierras Bajas, el séptimo hijo de uno de tantos viejos Duques germanos. Pero claro, aquel joven no tenía nada de común. Su padre era nada más y nada menos que el Gran Duque de Baja Lorena, Brabante y Friesland, Godfried d'Ardennes, uno de los hombres más poderosos, sino el que más, tras el Emperador. Su hijo Otto podía ser el séptimo de sus vástagos, pero portaba el linaje d'Ardennes y ya era conde de Gante a pesar de sus 16 años, por lo que sus nietos también pasarían a serlo. Excelente emparejamiento, mi señor. Emparentar con los d'Ardennes, aunque sea a este nivel, puede traer excelentes consecuencias en el futuro. Sí, excelentes, le dijo de inmediato el Extranjero con un brillo en la mirada. Y Frederick aceptó.


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Tras 'colocar' convenientemente a sus hijas, la dicha de Frederick se vio colmada con el feliz nacimiento del su primer nieto, Heinrich, hijo de Frederick y de Tiburge de Longwy, aquel que debía unir bajo el linaje Hohenstaufen la frontera occidental del Sacro Imperio, los Ducados de Suabia y Alta Lorena.



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(Fin del capítulo)
 
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