¡Ante todo, un saludo!
Interesante exposición desde un punto de vista que no es único. Hay muchos historiadores de conrastada reputación que opinan de la misma forma; pero si calibramos las diversas y multitudinarias fuentes de información que sobre el afamado y complejo personaje en cuestión existen, a la hora de hacer balanza, se pueden sacar varias concluciones.
Creo que la primera regla a tener en cuenta cuando tratamos sobre personalidades que la historia nos describe como grandiosos generales, es tener presente que, la misma historiaque hasta nuestros ojos llega tras varios siglos, ha sido escrito por los vencedores. Estaes una regla que no debe ser tomada a la ligera, en mi opinión al menos.
De lo que nos deja ver la antiguedad, parece que Olimpia de Epiro, logró forjar un carácter indomable en su amado Alejandro. Sabía que sus aspiraciones de grandeza pasaban por que su hijo pudiese sentarse en el trono de su odiado marido Filipo. El rey de Macedonia, tierra que durante mucho tiempo había sido presa de las burlas de los griegos de más al sur y sufrido multitud de saqueos por parte de estos, trató de inculcar su propia escuela en Alejandro, a quien parecía admirar realmente; pero la mano de Olimpia era firmesobre el hombro de su hijo, por lo que el campo de batalla que era la vida conyugal entre Filipo y Olimpia se traslado en la propia educación del más tarde llamado Magno. Evidentemente, el joven Alejandro tuvo que sufrir una infancia y adolescencia ciertamente traumática, lo cual es un cartucho de dinamita para todo joven.
Los oscuros rumores en la corte, las repetidad infidelidades de su padre para con su madre, y la dureza de su entrenamiento (pues su formación militar fue durísima, pues mucho se esperaba de él)... Se puede imaginar una vida realmete complicada para un mozalbete lleno de dudas y miedos. Mezclados ambos dieron el resultante de un hombre tan valeroso y directo como cruel e impetuoso; aunque brillante en varias de sus frases cuando su mente no se nublaba por el vino, que nunca faltó en su tienda, al igual que los hermosos efebos.
Evidentemente, su ambiciosa madre movióalgunos hilos para allanar el camino al trono desu hijo mandandoeliminar a este o aquel hermanastro a cambio de Zeus sabe qué favores materiales o incluso carnales, pues no tenía razones para mantener la fidelidad a su rey. Pero era tan arpía de mente que me inclino a pensar que se cuidó de no manchar a su hijo en estos movimientos, incluso en la muerte de Filipo; aunque sí que se cuidó de llenar de oro los bolsillos de los horáculos para que apremiaran con el favor de los dioses a que Alejandro se apresurara a nombrarse Señor de los macedonios, pues Atenas dispone de ojos en todas partes, y era bien sabido que incluso en Queronea,Filipo combatió contra amigos por el señorío de la exhausta Grecia, pues largos años pasó en peculiar cautiverio entre los atenienses, lo cual aprovechó para estudiar sus falanges e idear alargar algún metro más las sarisas macedonias para así ganar ventaja en las futuras batallas que en mente ideaba en venganza, al tiempo que hacía buenas amistades.
Así de rápida en cuanto a pensamiento creo que se mostró Olimpia. Ya se sabe que sus antepasados de Epiro quisieron toda la Grecia para sí; ¿por qué no intentarlo ella a través de su amado y brillante hijo?
Y sí, Filipo sabía del valor de su hijo, pues en Queronea se aseguró de que su situación en el campo de batalla no fuese precisamente cómoda -prácticamente de frente se hallaba el afamado batallón sagrado de tebas, repleto de campeones olímpicos-, y para colmo le restó algunas unidades de caballería de compañeros en el último instante, según a nuestros dás se sabe.
Pero no fue Alejandro quien venció tan importante batalla,sino el genio de su padre y la dureza de las falanges, poseedoras de una gran ventaja: la famosa sarisa.
En la hora de la conocida muerte de su padre, el trono ya tenía dueño, ideado por Olimpia desde las sombras, la cual se las arreglaría para hacerse con los favores de la corte en favor de Alejandro, el cual se subió al mismo practicamente de un brinco.
Alejandro admiraba el genio de su padre tanto como lo odiaba y temía, y todo hijo de padre termina imitando sus actos. Ya toda Grecia estaba dominada, y los dedos acusadores señalaban hacia Persia. La belicosidad de Alejandro, y el sentimiento demostrar a su pueblo que era tan valeroso o másque su padre, hicieron que el incauto invadiera al gran imperio de Dario; aunque me atrevo a pensar que no era lo que esperaba Olimpia, pues sabía que la marcha de su hijo la ponía engrave peligro. Poseía grandes enemigos, y si su hijo caía en combate o presa de un atentado, ella misma no tardaría en seguirlo. Trataría de disuadirlo de acometer tal empresa, pero el joven, viendo una y otra vez el trato de su padre para con su madre, imitó lo que todo rey debía hacer en su lugar, pues era lo que había mamado de pequeño. Y como si quieres sopa toma dos tazas, he aquí que Olimpia se vió imposible de doblegar asu cachorro. Aún así, se sabe que su influencia era enorme sobre su hijo, y logró envenenar sospechas en la mente del brillante general.
Los macedonios sabían que Alejandro mostraba arrojo en el campo de batalla. Lo vieron en Queronea, de la misma forma que en algunas incursiones contra los bárbaros del norte. Pero Alejandro tenía que mostrar su valía a la hora de dirigirlos en el campo de batalla. Quiso la fortuna que su plana mayor estuviese plagada de grandiosos generales y exquisitos consejeros. Y, nuevamente, imitando a su padre, se le ocurrió que no sería mala cosa volver a alargar el tamaño de la Sarisa, pues nunca se sabía qué podía suceder...
Se mostró tan simple como audaz y brillante en sus movimientos durante las invasiones. Se limitaba a hacer lo que no esperaría una mente lógica. Evidentemente, supongo que sus generales mucho tendrían que ver en estas decisiones tan importantes para el buen desarrollo de toda campaña.
El caso es que cuando nos plantamos en sus grandes batallas a lo largo del territorio persa, Alejandro vence a las tropas de Dario debido a varios factores: el armamento de su ejército, heredado de su padre (aunque se dice que inventó el mortífero orden oblicuo de las falanges), los consejos de sus grandiosos generales, la escasa unión entre los componentes del ejercito persa (distintas culturas, diversas lenguas, rivalidades más que evidentes entre los señores de cada civilización).
Los persas se desmembraban con facilidad ante la pared de erizo del ejercito macedonio... Se lanzaban contra los griegos en busca de Iskander (así llamaban a Alejandro), pues pensaban que una rápida muerte de su lider sería suficiente para desbaratarel ejército del hijo de Olimipia; pero esto no se produjo,como ya sabemos.
Si miramos los croquis de aquellas batallas, vemos que Alejandro era casi un loco, o un genio; no sé que pensar; pero no puede negarse que poseía la suerte del vencedor.
Supongo que no hubo 240.000 persas contra 40.000 griegos. Me inclino a pensar que quizás fuesen algo más de 100.000 persas y aproximadamente 50.000 macedonios (la historia la escriben los vencedores, y los números se tienden a exagerar demanera terrible). Pero Alejandro supo ofrecer batalla a los persas haciendo que estos combatiesen de cara al sol en tan magna batalla; con el consiguiente resultado. Supongo que Dario no era más que un discreto estratega rodeado de valerosos pero poco imaginativos consejeros de guerra. Y todo ello se tradujo en la historia que ya sabemos. Pero Alejandro demostró su brillantez contra el rey Poros, no cabe duda. Su más encarnizada batalla y la que para mí realmente lo encumbra como uno de los mejores estrategas. Aunque eso sí, un hombre de volátil presonalidad y muy impulsivo. Tan cruel como lo fue su niñez y poseedor de un valor terrible, pues sabía que la sombra de su padre era tan larga que podíalegar a cubrirlo y no dejarle ver el sol.
Un saludo y perdón por el tostón. Sé que está muy incompleto;pero carezco de tiempo para más. Me resulta un hilo muy interesante.