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Es posible que después de tanto tiempo no puedas tomar las islas? o es un bug? En teoría los defensores tendrían que estar todos o muy delgados o todos muertos directamente.
 
Por mi experiencia en el juego, los asedios duuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuran mucho. Demasiado para mi gusto.

Baal amigo, me decepcionas:sad: ¿no has aprendido nada de el Capitan Deverolski y los suyos?, los asedios se terminan "a la polaca" carga a sable a huevo y listo, no hay quien los resista
 
Es posible que después de tanto tiempo no puedas tomar las islas? o es un bug? En teoría los defensores tendrían que estar todos o muy delgados o todos muertos directamente.

Lo que pasa es que el ejercito asediador es demasiado pequeño y el sitio es demasiado debil. Los isleños con sus ataques consiguen romper el sitio y meter alimentos y hombres en Alcudia que permiten que los asediados vayan aguantando. Ademas consiguen provocar bajas en el ejercito provenzal, con lo que el asedio es mas debil cada vez y es mas facil romperlo.

Por mi experiencia en el juego, los asedios duuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuran mucho. Demasiado para mi gusto.
Si, los asedios duran mucho aunque depende de cantidad de tropas con las que asedies. Cuanto mayor es el ejercito que asedia, mas rapido toman la ciudad. Tambien es verdad que en la edad media los sitios duraban bastante, a veces meses y alguno llego al año.

(no tengo el juego, ni el 1)

Entonces se puede entrar a sable e intentar masacre?
Si, los asedios se pueden terminarse a las bravas saltando las murallas y cargandose a todo ser viviente. Eso si, las perdidas en el ejercito asediador son grandiosas. O vas con muchas tropas o te puedes quedar sin un soldado ni medio.
 
Excelente. Ayer estuve otro rato con la demo.... ufff si me lo compro, en casa se arma las bravas y me tendré escapar del asedio saltando por los balcones...
 
Pues lo prometido es deuda y aqui llega el ultimo capitulo... de la guerra de Mallorca.


CAPITULO 11. EL FIN DE LA GUERRA

En septiembre de 1074 la situación para el ejercito provenzal que intenta ocupar el Emirato de Mallorca ha empeorado sustancialmente. Los infieles se han levantado contra los intrusos y una revuelta general se extiende a lo largo y ancho de las islas, atacando a los soldados al mando de Tibaud y Jaufret, que no son capaces de controlar la situación puesto que los atacantes los igualan en número en Mallorca y los superan en Menorca.

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Pero aun con todo, los hombres del ejército ducal plantan cara y luchan con todas sus fuerzas aunque en esta ocasión el resultado es dispar y mientras que Tibaud consigue vencer, una vez más, a los infieles mallorquines en Madina Mayurqa, el ejército al mando del Conde de Forcalquier cosecha su primera derrota en esta guerra en Madina Minurka*. Jaufret se ha negado a replegarse hacia Mallorca aunque se encontraba en inferioridad numérica y, tras una dura lucha en los alrededores de la capital, en la que los soldados de Provenza van cayendo uno tras otro, los restos del ejército de Jaufret son rodeados por el ejercito infiel, comandado por Amr de Manacor, obligándolos a rendirse o morir.

Solo 23 soldados occitanos del casi centenar con el que contaba Jaufret consiguen huir del desastre y alcanzar una barcaza con la que consiguen volver a Mallorca y unirse al ejército de Tibaud, pero entre ellos no se encuentra el Conde que ha sido apresado por los isleños y será llevado a las cárceles de Madina Minurka.

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La situación ha llegado al límite y el Mariscal Tibaud de Marsella debe levantar el sitio sobre Alcudia y refugiarse en el interior de la isla, donde los montes le permiten plantear una defensa más eficaz ante el ataque de los infieles, no sin antes enviar un mensajero al Regente de Provenza poniéndole al tanto de la situación: si no se reciben refuerzos lo que queda del ejercito ducal puede ser aniquilado por las tropas de Amr de Manacor si este decide desembarcar en Mallorca.

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Al recibir el mensaje Ponç de Castellane se niega a abandonar la conquista de Mallorca. Además de ser un fanático religioso cristiano, que desea eliminar a los infieles del suelo europeo, él no está dispuesto a echar por tierra el trabajo del difunto duque Bertran II, por lo que comienza a dar órdenes para reclutar nuevas levas, pero también para nombrar un sustituto de Jaufret en el Consejo Privado. Así designa como nuevo jefe de espías al Conde de Vienne, Guiges “El Gordo” intentando con este nombramiento aplacar la resistencia de éste al reclutamiento de nuevas levas.

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A finales de diciembre de 1074 los temores de Tibaud se convierten en realidad y Amr de Manacor desembarca sus tropas menorquinas en Mallorca con la intención de expulsar definitivamente a los cristianos del emirato de Mallorca, dado que los efectivos militares con los que cuenta son superiores a las de Tibaud.

Tibaud, consciente de que la batalla contra Amr de Manacor puede ser la última que dispute el ejercito provenzal en tierras mallorquinas, busca un buen emplazamiento en los alrededores de Madina Mayurqa donde espera pacientemente la llegada de sus enemigos, pero no será hasta el día de navidad de 1074 cuando se produzca el enfrentamiento entre provenzales y los infieles. Los soldados de Amr de Manacor caen sobre ellos los occitanos en tromba mientras que los cristianos intentan defender sus posiciones a la desesperada, sabiendo que su lucha es a vida o muerte. Quizá sea por ello que el ejercito provenzal demuestra en esa batalla su valía, y aun con un número de efectivos inferior a los musulmanes consiguen vencerlos, causándoles graves bajas y obligando a los supervivientes a volver a embarcar camino de Minurka.

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Los cristianos han vencido y han conseguido repeler a los menorquines pero no cuentan con suficientes tropas para volver a poner bajo asedio a Alcudia, debiendo conformarse con mantenerse a la defensiva de los ataques de los isleños hasta que el día 22 de enero del 1075 llegan los primeros refuerzos desde Provenza, resultado de los esfuerzos del regente.

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Se trata de 156 hombres al mando de Pèire, magistrado mayor de la ciudad de Grenoble y consejero del Conde de Vienne, y Felip, magistrado mayor de la ciudad de Largentière. Este último aunque es vasallo del Príncipe Arzobispo ha decidido obedecer al regente en contra de los deseos de Girard de Vivarais, que le presionaba para que dilatase el proceso de reclutamiento de forma que no hubiese tropas listas del Vivarais para embarcar a Mallorca en este envío de refuerzos.

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Este desembarco permite que reforzar el ejército provenzal pero su situación continua siendo precaria en las islas, toda vez que no puede plantearse asediar ninguna ciudad por falta de efectivos. Además el Emir de Murcia no está derrotado ni mucho menos ya que dispone de un ejército en la ciudad de Valencia, ya que su puerto de Denia ha sido ocupado por el ejercito de Lorena, que puede en cualquier momento embarcar camino de Minurka y unirse a las tropas de Amr de Manacor, suponiendo un importante riesgo para Tibaud si le atacan conjuntamente. Pero el Emir de Murcia no se decide a enviar a su ejército a Minurka, temiendo que este movimiento sea aprovechado por el ejercito lorenés, que se halla en Denia, para lanzarle un ataque y llegados al mes de mayo las tropas musulmanas no han salido de la península mientras que diversas victorias de Tibaud sobre los infieles isleños han conseguido que el ejercito provenzal se encuentre en una situación más propicia en la isla de Mallorca.

El regente además ha enviado emisarios a ejército lorenés acantonado en Denia, que ya ha ocupado esta provincia, conminándoles a presionar al Emir en Almansa. Es a finales de julio cuando las tropas del duque Gerhard ponen bajo asedio la ciudad donde se halla la corte del Emir de Murcia, contando en esta ocasión con una ayuda inesperada, la del rey Philippe I de Francia. Los francos, que ocupan un amplio territorio que va desde Zaragoza hasta Valencia, acuden no tanto para ayudar a los soldados del Sacro Imperio sino a ver que pueden pescar en este rio revuelto, pero su presencia en el asedio de Almansa es muy importante para debilitar la posición del Emir. Mientras varias galeras que han partido de Arles, traen camino de Mallorca nuevos refuerzos desde Arles, en esta ocasión se trata de 95 hombres que desembarcaran en la isla a finales de agosto.

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Todo esto provoca que por primera vez en la guerra de Mallorca el Emir Murciano esté en una situación muy complicada, con la provincia de Denia ocupada, con Almansa bajo sitio y con un fuerte ejército provenzal en la isla de Mallorca que, ahora sí, ha puesto bajo un férreo sitio a la ciudad de Alcudia, impidiendo la entrada de alimentos y soldados de forma eficaz, por lo que está decayendo la moral de los defensores de la plaza, que saben que dentro de poco van empezar a pasarlo mal.

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El regente sabe que el Emir está entre la espada y la pared, pero también sabe que la situación provenzal puede cambiar en cualquier momento. En el Ducado hay un importante malestar por el incremento de impuestos que ha supuesto esta larga guerra y que en cualquier momento puede desembocar en una revuelta. El tesoro ducal apenas cuenta con 7 libras de plata y en Mallorca, a pesar del asedio sobre Alcudia, los ataques sobre el ejercito de Tibaud no bajan de intensidad y eso está mermando sus efectivos, que aunque actualmente son suficientes para mantener un fuerte asedio sobre Alcudia pueden dejar de serlo en un futuro, tal como ya ha sucedido anteriormente, obligando a levantar el sitio y volviendo a poner en graves aprietos a Tibaud. Por todo ello el Regente decide plantear una salida a este enfrentamiento y envía un mensajero a Almansa para pedir la paz con el Emir de Murcia.

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El Regente le propone la paz con la condicion de que el Emir renuncie a sus posesiones de Mallorca y Menorca a favor del duque Gilhem V de Provenza. Ponç espera que el emir acceda a estas duras condiciones de paz debido a la complicada situacion en la que se encuentra, permitiendole salvar dos de las tres provincias con las que cuenta, pero no esta del todo seguro de que sus gestiones terminen con los resultados que él espera.

El mensajero llega a la corte del Emir el dia 19 de octubre de 1075 y durante 5 dias el Emir Yaya de murcia sopesa todas sus opciones hasta que el dia 24 envia un mensajero camino de Arles donde, a regañadientes, acepta la propuesta del Regente de Provenza.

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La buenanueva tarda varios dias en llegar a Arles y otros tantos en llegar a Alcudia, y no es hasta principios de noviembre cuando el ejercito provenzal conoce su victoria produciendose una explosion de alegria entre las tropas cristianas que se encuentran en Mallorca. Tibaud, inmediatamente, deja a Felip de Largentière al mando de la tarea de administrar la victoria en Mallorca mientras él se dirige a Madina Minurka con la intención de rescatar al Conde de Forcalquier, todavia preso en las mazmorras de la ciudad. Cuando llega a las dependencias palaciegas de la ciudad, las encuentra completamente vacias ya que sus moradores las abandonaron al conocer la rendicion del Emir, antes incluso de que la noticia llegase a Arles. Vagando por el edificio por fin descubren como llegar a las mazmorras se dan de bruces con una desagradable sorpresa. Alli se encuentra el Conde de Forcalquier, pero desde que se fueron los sirvientes del Emir nadie le ha dado comida ni bebida y ahora el gran heroe de la guerra mallorquina yace muerto en el suelo.

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* El juego utiliza los nombres de Palma de Mallorca y de Ciutadella para estas ciudades baleares aunque durante la ocupación musulmana se denominaban Madina Mayurqa y Madina Minurka respectivamente, no seria hasta la conquista por Jaime I en el siglo XIII cuando se cambiaron las denominaciones musulmanas por Palma y Ciutadella, asi que yo he decidido utilizar los nombres musulmanes aunque el juego utilice los actuales.

 
Last edited:
Bueno al fin! buen capítulo. Sino hubiese sido por la ayuda de Francia, crees que se podía haber perdido la guerra?

Has actualizado el juego con el parche nuevo?
 
pobre Jaufret, no ha podido saborear las mieles de la victoria:sad:, pero igualmente felicitaciones por esa victoria, creo que por primera vez en su historia militar los gabachos han servido para algo:rofl:

¿que planes tienes para el futuro?
 
Bueno al fin! buen capítulo. Sino hubiese sido por la ayuda de Francia, crees que se podía haber perdido la guerra?

Has actualizado el juego con el parche nuevo?
Pues no te sabria decir, pero agradezco a los franceses haber aparecido por ahi sin que nadie les haya invitado a la fiesta porque con la perdida progresiva de hombres en Mallorca, sin poder hacer levas en casa porque ya no quedaba nada que reclutar y con los loreneses yendose por Denia en vez de venir a Alcudia, que es donde se les necesitaba, mas de una vez me he visto a punto de volver a Arles, renunciando a las baleares y con el rabo entre las patas. Pero, milagrosamente, se ha conquistado Mallorca, la tactica del ejercito de lorena (al final)se ha demostrado buena y me ha quedado una historia bastante buena.

He actualizado hoy el juego, pero no he tenido tiempo de jugar, asi que no se en que se va a notar la actualizacion. Espero que no haya sorpresas desagradables.

pobre Jaufret, no ha podido saborear las mieles de la victoria:sad:, pero igualmente felicitaciones por esa victoria, creo que por primera vez en su historia militar los gabachos han servido para algo:rofl:

¿que planes tienes para el futuro?
La muerte de Jaufret tiene pinta de venganza de la IA por haberle ganado las Baleares porque no es normal que se muera cuatro dias mas tarde de que haya terminado la guerra, pero no se puede hacer nada por el. Quiza sea lo mejor porque ahora con un duque de 3 años seria la persona mas poderosa de Provenza y podria tener tentaciones de armar gresca... asi, al menos, ha tenido un final epico.

Es pronto para hablar de planes de futuro, primero habra que poner en orden la casa, con vasallos bastante cabreados por tanto impuesto para financiar la guerra en cualquier momento se puede montar una revuelta en provenza. Ademas Mallorca y Menorca estan llenas de infieles cabreados que tienen que soportar en silencio un gobierno crisitiano y se masca la revuelta. Me va a tocar durante algun tiempo estar mas a la defensiva que a la ofensiva.
 
Felicidades por la victoria :)

Son las victorias "apretadas" las que saben mejor jeje.

Sobre la muerte de Jaufret "esas cosas pasan" e incluso sin complots, no es la primera vez que se me va al hoyo un gran noble/monarca en su mejor momento.

Por cierto cual es la situación de Corcega/Cerdeña ;)
 
Felicidades por la victoria :)

Son las victorias "apretadas" las que saben mejor jeje.

Sobre la muerte de Jaufret "esas cosas pasan" e incluso sin complots, no es la primera vez que se me va al hoyo un gran noble/monarca en su mejor momento.

Por cierto cual es la situación de Corcega/Cerdeña ;)
La verdad es que ha sido una guerra complicada pero el resultado ha sido bueno. En cuanto a lo que preguntas Corcega ya forma parte del Sacro Imperio y el norte de cerdeña esta en proceso de conquista. A ver si me dejan el sur para montar un pequeño imperio maritimo.




CAPITULO 12. LA CALMA DESPUES DE LA TORMENTA

En la festividad de San Martin, como es tradicional, se celebran misas en todas las iglesias del Ducado de Provenza en honor del famoso santo de Tours, pero en este año de 1075 también sirven para dar gracias al señor por el fin de la guerra de Mallorca y en agradecimiento a la ayuda divina en la conquista de las islas a los infieles. El Regente (Regentatz en occitano) Ponç de Castellane, asiste a la que se celebra en San Esteban de Arlés, una basílica construida en el siglo V y alrededor de la cual ha surgido un barrio extramuros de la fortaleza, solo protegido por la empalizada y un foso poco profundo construido por Bertran II.

El regente apenas presta atención a los oficios religiosos puesto que su cabeza está ocupada por la complicada situación en que se halla el Ducado aunque haya terminado la larga guerra de Mallorca, los infieles hayan sido vencidos y los límites de las posesiones de los Bosonidas hayan sido ensanchados.

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Lo que preocupa de forma más inmediata a Ponç son las continuas quejas que está recibiendo por la subida de impuestos, sobre todo por los vasallos del condado de Provenza, provocadas por el mantenimiento del ejército en Mallorca durante tanto tiempo. Quizá ninguno de ellos se atrevería a formular estas quejas si el duque fuese una persona fuerte y firmemente asentada en el trono ducal pero el duque titular, Guilhem V Boson, apenas cuenta con 5 años y no dispone de suficiente autoridad para acallarlos.

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El regente sabe que debe licenciar a los soldados que se encuentran en Mallorca, lo que reducirá los gastos militares y calmará a los nobles, pero ello dejará a los nuevos dominios del ducado, los condados de Mallorca y Menorca, expuestos e indefensos ante cualquier ataque. Aunque el Emir de Murcia y los jeques de Mallorca y Menorca hayan sido vencidos y expulsados, la población de las islas es de religión suní y de cultura andalusí, abiertamente hostiles a los gobernadores provenzales, deseando que el Emir Yayha ataquen las islas, intentando recuperarlas, para levantarse y liberarse de lo que consideran una ocupación por parte de los señores occitanos. La situación es complicada sobre todo en Menorca, donde los ánimos están más caldeados y se palpa una próxima revuelta en cualquier momento.

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El regente Ponç de Castellane además e da cuenta que no puede contar con personas de gran valía que le ayuden en esta situación puesto que los grandes hombres de Provenza, el Duque Bertran, el obispo Girard d’aix, el conde Jaufret de Forcalquier, han muerto en el transcurso de la guerra y el Consejo Privado está plagado de gente poco competente que no simpatiza mucho con el joven duque y que está más dispuesta a medrar personalmente que a luchar por la Provenza.

El regente también sabe que dentro de la corte ducal cuenta con una poderosa enemiga, la duquesa Matilde, viuda de Bertran y madre de Guilhem, que está deseando hacerse con el poder en el ducado aunque Ponç la ha vencido en su primera batalla, consiguiendo hacerse nombrar regente.

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Por todo el Regente, tras teminar los oficios, se dirige hacia el palacio ducal, dentro de la fortaleza, para comenzar a tomar decisiones. Lo primero es despachar un mensajero hacia Alcudia, ordenando a Tibaud de Marsella que licencie las tropas y las devuelva a Provenza, pero ordenándole a él permanecer en la isla ostensiblemente para que organice una guardia que evite que se produzcan, aunque la principal razón que mueve al canciller a mantener a Tibaud alejado de la corte es evitar que pueda aglutinar en su entorno a los insatisfechos y pueda causar problemas en Arles.

Aunque Tibaud ha sido un fiel servidor de Bertran y por ello es de los que se sienten más cercanos al joven duque, Ponç teme lo que pueda pasar si vuelve a Provenza y es espoleado por los belicosos comerciante y magnates de Marsella, bastante enfadados por el nivel de impuestos.

En segundo lugar el Regente decide hacer modificaciones en el Consejo Privado del Duque de Provenza y cesa de su puesto de capellán de la corte, el Obispo Berthold d’ Aix, al que no tiene mucho aprecio tanto por sus continuas quejas por los impuestos como por no considerarlo suficientemente hábil para el desempeño del puesto que tiene asignado. Berthold es un sacerdote alemán que fue impuesto por el emperador como obispo de aix cuando falleció Girard, a lo que no se opuso Bertran tal como estaba envuelto en la guerra de Mallorca, pero al que no llegó a conocer y con el Ponç nunca ha simpatizado.

En sustitución de Berthold Ponç nombra capellán de la corte a un oscuro sacerdote de Forcalquier a quien conoce, de nombre Gautier, al que ordena dirigirse inmediatamente a Mallorca para dirigir la inquisición local contra los infieles y organizar conversiones masivas a fin de cristianizar las islas.

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El regente tambien expide dos nombramientos para el Baron de Grimaud y el Conde de Vienne con la intención de que se muestren más fieles al duque, y por ende al Regente. Al primero lo nombra copero de la corte y al segundo limosnero, puestos de honor dotados de un buen sueldo con el que pagar su fidelidad, de 24 deniers mensuales el primero y 10 el segundo.

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Con todo ello Ponç consigue tener un consejo privado más fiel a su persona, y con unos miembros mas competentes en los puestos clave del poder, reduciendo al mismo tiempo el riesgo de revueltas por parte de los grandes vasallos del duque.
Esta política continua cuando en mayo del año siguiente fallece el Barón Robert de Grimaud, senescal y copero de la corte.

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El regente solo cuenta para sustituirlo con el Principe Arzobispo Girard de Viviers y con el obispo de Aix, Berthold, y naturalmente Ponç no va a nombrar a un traidor como es el primero o a una persona que considera inútil para el puesto de senescal como el segundo, por lo que decide atraer a la corte a alguien nuevo.

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Así invita a la corte de Arles a Arnold von Lenzburg, al que conoció en la corte imperial mientras este noble aleman defendia sus reclamaciones sobre el Condado de Berna.

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Pero el regente tambien tiene otros planes mas personales que pone en marcha cuando un año después del fin de la guerra de Mallorca y cuando la situación parece más estable, con un consejo privado fiel al regente y con el malestar por los impuestos menos palpable, da un nuevo paso para hacerse con todo el poder.

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Esto sucede el 23 de noviembre de 1076 cuando los gemelos Guilhem y Mathilde Boson, cumplen los 6 años y deben comenzar sus estudios. Aunque la duquesa Mathilde desea ser la tutora de sus hijos, el Regente la aparta sin contemplaciones apoyándose en el consejo privado y se nombra a sí mismo como tutor del joven duque. Para tutor de la hermana el regente piensa en alguien en quien tiene completa confianza como es su esposa, Judita Premyslid, hija delos difuntos duques de Bohemia, Vratislav II y Adelaida Arpad, con quien se casó el febrero pasado. Con estas decisiones el regente se asegura tener controlada no solo la educación del duque, sino del propio duque en persona.

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Pero el regente toma una decisión mas importante si cabe a principios de 1077 que le beneficia personalmente y que aumenta su poder en el ducado y su patrimonio personal. En enero Ponç reorganiza el gobierno de Mallorca y Menorca. En la primera isla crea el obispado de Palma, con sede en la ciudad que bajo dominio musulman se denominaba Madina Mayurqa y que los occitanos han rebautizado como Palma. El regente nombra como obispo de esta nueva diócesis a otro oscuro sacerdote de Forcalquier a quien nadie conoce y que responde al nombre de Matias, y que le será fiel.

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Por otro lado crea el condado de Menorca, que se extenderá por toda la isla de Menorca, a excepción de la ciudad libre de Mahon, y con capital en la ciudad que los musulmanes denominaban Madina Minurka y que los occitanos han rebautizado como Saint Jaufret de Ciudatela, en honor al fallecido Conde de Forcalquier, tan importante en la conquista de las islas.
Este nuevo condado se lo reserva el regente directamente para el y de esta manera Ponç de Castellane, nuevo Conde de Menorca, acumula en su persona la regencia, la cancillería, el puesto de tutor del joven duque y un título nobiliario que le hace colocarse dentro de la aristocracia provenzal.

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Despues de la tormenta viene la calma... Si de verdad es un problema la Duquesa Madre sino matarla (por lo caro del gasto en tu actual situación) tal vez si podría ser usada para algún matrimonio ventajoso.
 
Despues de la tormenta viene la calma... Si de verdad es un problema la Duquesa Madre sino matarla (por lo caro del gasto en tu actual situación) tal vez si podría ser usada para algún matrimonio ventajoso.
Ya veremos que hacemos con ella. Todo dependera de que se consiga primero, el dinero para pagar a unos sicarios o encontrarle un novio. Aunque si elimino a Mathilde y el Principe Arzobispo sigue desaparecido, me voy a quedar sin malos malisimos y esto va a parecer la Casa de la Pradera.




CAPITULO 13. LA EDUCACION DEL DUQUE

El regentatz se encamina a las habitaciones del duque a través de los pasillos del castillo de Árles en una fría mañana de enero de 1080, dos días después de la festividad de reyes. Aunque ya hace casi cuatro años que ostenta el título de Conde de Menorca, Ponç pasa casi todo su tiempo en Árles debido a que su cargo como Regente de Provenza y tutor del joven duque Guilhem V le impide abandonar la corte ducal. Es su alter ego, su eficiente esposa Judita Premyslid, generosa, humilde, paciente y alegre, hija de duques, con alma de eminencia gris y grandes cualidades diplomáticas, la que gobierna el condado desde Saint Jaufret de Ciutadella. Aunque el gobierno de una isla en la que sus habitantes consideran a los cristianos de cultura occitana como intrusos y ocupantes, Judita se las arregla bastante bien.

El matrimonio formado por los condes de Menorca dispone de todos los resortes de poder de Provenza en sus manos y gobierna de hecho el ducado durante la minoría de edad del duque, que cuenta con 9 años, mientras mantiene apartada de los asuntos de estado a la duquesa Mathilde y limitando su contacto con sus hijos. Guilhem aunque esta en el castillo de Arlés apenas pasa tiempo con su madre, mientras que la joven Cecile está en Aix bajo la tutela del Obispo Berthold, a quien han encargado este menester en un intento de aplacar su enfado por haber sido destituido como Capellán de corte y apartado del Consejo Privado del Duque. En cuanto a la gemela del duque, la joven Mathilde, ha sido enviada a Palma para ser educada por el Obispo Matias.

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Los gemelos son muy diferentes entre sí. Mientras que Guilhem está creciendo fuerte y orgulloso, su hermana es bastante simple, sin capacidad de aprendizaje y sin ninguna habilidad para nada.

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Aunque ello no es obstáculo para concertar su matrimonio. De hecho el regente ya concertó sus esponsales con el joven duque Whilhelm I de Meissen, en octubre de 1077, cuando ella contaba con 6 años y el soberano de Meissen, huérfano y bajo la tutoría del Conde de Thüringen, con 9, lo que aporta una buena alianza para el ducado.

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Mathilde odia a Ponç porque sabe que es el reponsable de la separación de su madre y de su hermano, al que esta muy unida por la especial relación que tienen los gemelos, teniendo que vivir en Palma, alejada de Provenza, de su familia y entre una población hostil que utiliza un lenguaje desconocido para ella. Pero esto no esto algo que preocupe al Regentatz que ha continuado durante estos años con su labor de reforma del Consejo Privado. Así tras la muerte del viejo Conde de Vienne a la avanzada edad de 52 años, colocó como Jefe de Espias al hijo de éste y nuevo Conde de Vienne, mucho más hábil en estas labores que su difunto padre.

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Ponç se gana con ello la lealtad del nuevo Conde y aprovecha esta buena coyuntura para realizar nuevas reformas en la administración de las islas del sur y en enero de 1078 concede a las ciudades de Mahó y Eivissa el derecho a la elección de alcaldes.

Desde la conquista en las islas se ha producido un cambio gradual con la llegada de nuevos pobladores provenientes de Provenza, cristianos y de cultura occitana, que se van mezclando con la población autóctona. Por ello aunque la cultura mayoritaria en Mallorca y Menorca es la andalusí y la religión principal es la musulmana suni, poco a poco las cosas van cambiando. Esto se refuerza ahora con esta decisión ya que el Regentatz establece que los alcaldes de Mahó y Eivissa deberán jurar lealtad, sobre la biblia, al duque de Provenza. Esto implica que sea solo la minoría de los inmigrantes occitanos quienes puedan acceder a este puesto y quienes ostenten el poder en estas ciudades, marginando a la mayoría de la población musulmana. Así, unas semanas después de haber sido autorizados a ello, los ciudadanos de Mahó eligen como su alcalde a un tal Ferrand, de 39 años, mientras que los vecinos de Eivissa eligen a Enric, de 32, ambos de cultura occitana y religión cristiana.

Un par de meses después, en marzo, el Regentatz tomará otra decisión importante, sustituyendo al viejo Mariscal, Tibaud de Marsella, por alguien más hábil, el prometedor alcalde de Eivissa que en poco tiempo ha demostrado su habilidad y lealtad. También aprovecha Ponç para conceder al Conde de Vienne el titulo honorifico de Copero de la Corte, algo que unido a su puesto de Jefe de Espías lo coloca en un lugar preeminente dentro de los hombres poderosos del ducado.

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Las últimas reformas en las islas, unido a la continua acción de la inquisición al mando del Capellán Gautier, está causando tensiones entre la población musulmana que se siente desplazada. Ello provoca algún altercado importante como un ataque producido en mayo de 1078 contra éste, que se encuentra en la isla de Mallorca dedicado a su labor de conversión de infieles. Es un intento de asesinato del que Gautier escapa vivo pero con graves heridas.

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El Regentatz, que ya cuenta con que estos incidentes se produzcan, sabe que lo mejor que puede hacer es esperar a que sus medidas terminen produciendo efecto, por lo que se conforma con ordenar al Capellán a que guarde reposo y que continúe con su labor de conversión de infieles tan pronto como se recupere de las heridas.

Mientras Ponç decide volcarse más en su su labor como tutor de Guilhem. El carácter orgulloso del joven duque a veces llega a ser peligroso, peleándose con otros jóvenes nobles hasta el punto de romperles las narices. A Ponç le preocupa que su pupilo pueda desarrollar un carácter iracundo y corta estos impulsos de raíz y de forma estricta.

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Al tutor también le disgustan las travesuras que comete el joven duque como cuando un día encuentra una rata gorda que apenas puede andar por los pasillos del castillo. El duque decide divertirse a su costa trayendo un gato de las cocinas del castillo. Este juega con la rata durante un rato, acosándola, impidiéndole huir y golpeándola hasta que decide comérsela. De la boca del gato aun sobresale la cola de su víctima cuando Ponç los sorprende. Al preguntar al joven duque que está haciendo, este le cuenta la escena divertido y entre risas. Pero su tutor no comparte estas actitudes que considera son demostrativas un carácter cruel, por lo que decide cortarlas de raíz. Así Guilhem, intentando reprimir el llanto, con un persistente pitido en los oídos y la cara roja tras el bofetón que le propina su tutor, cree oír algo sobre que no es digno de un duque comportarse de forma cruel con sus vasallos ni con sus súbditos, aunque se trate de una miserable rata y mucho menos si esta está indefensa. Un duque debe ser justo no cruel.

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Aunque no todos los rasgos del carácter de Guilhem son malos. Quizá sea por la forma en la que lo educa su tutor, se ha convertido en un joven honrado y por su mente no pasa la idea de mentir, aunque se trate de una mentira piadosa.

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Pero el Regentatz no solo se encarga de formar el carácter del duque sino que también intenta enseñarle diplomacia. Así cuando en noviembre de 1079 el Magistrado Mayor de Marsella, el exmariscal del ducado, Tibaud se dirige hacia el duque para solicitar una rebaja en los impuestos de las ciudades el regente la concede, sabiendo que eso aumentará la lealtad de los súbditos del duque aunque mengüe los ingresos del tesoro ducal.

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Pero ahora ha llegado un momento importante en la vida del joven duque y Ponç en calidad de su tutor y Regente del ducado, va a comunicárselo en persona a Guilhem.
Lo encuentra en sus habitaciones montando un caballo de madera acompañado únicamente por su aya. Se ha producido un cambio en su forma de ser y si antes era un joven valiente que subía a los árboles y jugaba con arañas, desde que recientemente cayó de un árbol y pasó varios días en cama gravemente herido, está desarrollando un carácter cobarde que le mantiene encerrado constantemente en el castillo.

- Mi señor duque es un placer para mí comunicaros que hemos concertado vuestros esponsales.

El joven duque queda un momento estupefacto. Con solo nueve años no sabe exactamente que son unos esponsales ni lo que es un matrimonio, sobretodo porque desde que tiene uso de razón se rodea de gente que es viuda como su madre o con gente que como su tutor, aunque está casado, apenas pasa unas semanas al año al lado de su esposa. Pero el joven Guilhem odia a su tutor y está en contra, por sistema, de todo lo que este decida, por lo que le expresa claramente su opinión.

- No me da la gana de casarme. Yo soy el duque y hare lo que yo quiera.

- Vos sois un niño y yo vuestro tutor, así que haréis lo que yo os diga. Se han concertado vuestros esponsales con la duquesa Eilika I de Sajonia y cuando alcancéis los 16 años os casareis con ella.

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Guilhem queda de nuevo sorprendido, no tanto por el tono imperativo de su tutor, algo a lo que está acostumbrado sino por el nombre de su futura esposa. Hace meses llegó a la corte de Arles, haciendo un alto en su viaje a Roma para ver a su santidad Alejandro II. Era una niña un año mayor que él pero con la espalda mas retorcida que un anciano.

- ¡Pero es una jorobada!.-exclama el duque horrorizado-No me gusta, no la quiero, se lo diré a mi madre.

-Me da igual que sea una jorobada. Es la duquesa de Sajonia y es huérfana. Cuando os caséis su patrimonio pasará a vuestras manos, con lo que el Ducado de Proveza duplicará su tamaño y prestigio, y nuestras fronteras llegaran hasta Dinamarca y el Mar del Norte. Vuestro padre perdió la vida en la conquista de Mallorca y vos, pequeño insolente, ¿no seréis capaz de casaros con una niña contrahecha que os aportará grandes riquezas porque os parece fea?. Dejaos de remilgos. Los esponsales ya han sido concertados y vuestro destino esta sellado, y con él la prosperidad de Provenza. –termina su alocución Ponç mientras se da la vuelta y se dirige hacia la puerta. Aunque antes de salir de la habitación, sin darse la vuelta, repone en un susurro- Y me da igual lo que le digáis a vuestra madre. Dentro de poco ya no estará entre nosotros.

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¿Harás que parezca un accidente? :p
Como diria El Padrino "Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar" ;)
El gemelo atontado y la gemela imbécil. Vaya prole. ¿No hubiera sido mejor que sólo naciera uno?
Pues no te digo que no, pero hay que jugar con las cartas que nos da el destino. Mathilde no va a ser mas inteligente de lo que es, pero servirá para labrar alguna alianza y tranquilo por Guilhem que Ponç ya lo espabilará a bofetada limpia.




CAPITULO 14. CAMPANAS DE BODA

El segundo domingo de noviembre del año de gracia de 1086 la ciudad de Arlés se encuentra de fiesta. Las calles están decoradas con flores y guirnaldas mientras que de las ventanas y balcones de las casas de la gente más adinerada cuelgan reposteros con los blasones familiares bordados.

Poco después de empezar la hora tertia en los alrededores de la Basílica de San Esteban se arremolina una gran multitud de personas que esperan que termine la ceremonia que se celebra en su interior, donde el Duque de Provenza y la Duquesa de Sajonia están contrayendo matrimonio.

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Él es un joven de 16 años, fuerte, un truhán artero con aptitudes diplomáticas, aunque sin pulir, que está muy unido a su hermana gemela Mathilde, con un carácter orgulloso y honrado pero cobarde, y que goza de las virtudes de la paciencia y la moderación.

Su futura esposa es una joven dos años mayor, muy sabia y culta, con profundos conocimientos de teología y filosofía, y aunque se adivina hermosa bajo el velo lo que destaca es su forma jorobada. Algunos dicen que es una joven arbitraria a la que no importa la justicia, pero en cambio generosa y, que debido a su defecto físico, posee un carácter tímido.

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Dentro de la basílica concelebran la misa el Obispo de Aix, Mainhard que sustituyó a Berthold tras la muerte de éste en febrero de 1081 a los 33 años, y el Capellán de la Corte, Gautier, venido de Mallorca para la ocasión.

De espaldas a los contrayentes van recitando la liturgia en latín mientras los invitados escuchan en respetuoso silencio. Entre ellos, y en un lugar preeminente se encuentran los principales nobles de Provenza: Guiges d’Albon, IV Conde de Vienne y Jefe de Espías, con su esposa la condesa Ursula von Jever; Rainaud d’Orange, II conde de Veniassin, de 21 años y su mujer, la condesa Agnes; el joven conde Robert Boson, conde de Forcalquier, soltero y con la misma edad que el duque, acompañado de su madre, la condesa viuda Geneviva de Gap; Ponç de Castellane, Conde de Menorca y Canciller de Provenza y su mujer la condesa Judita; el barón Robert de Grimaud, de la misma edad que la duquesa de Sajonia, acompañado de su madre, la baronesa Garcenda de Grimaud. También asisten magistrados y alcaldes de las ciudades con fuero como el viejo Tibaud de Marsella, Ferrand de Mahón y Enric de Eivissa, Mariscal del ducado, junto a los que se encuentra el senescal de Provenza Arnold de Lenzburg, que acumula el titulo honorifico de limosnero de la corte desde que en abril del año pasado se lo concediese el regente. Hasta el Príncipe Arzobispo de Vivarais ha asistido y eso que hace tres años se negó a asistir a una fiesta que daba el joven duque que entonces contaba con 13 años.

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En este momento también están junto al duque sus familiares más cercanos: su hermana gemela Mathilde, que después de la boda de su hermano tendrá que trasladarse a Dresde para casarse con el Duque de Meissen, y la madre de ambos, que desde hace años se encuentra alejada de Provenza. El Canciller, entonces Regente, cansado de que ella se interpusiese en la educación del duque y que intentase influirle para ponerlo en contra de él, le lanzó un ultimátum en mayo de 1083.

- Señora, creo que ha llegado el momento de que os volváis a casar. Una mujer, todavía joven como vos, no debería marchitarse entre los muros de este castillo.- le dijo un día

- Olvidáis que mi lugar esta con mi hijo, velando por su educación.

- Señora, como Regente, canciller y tutor y soy quien vela por el gobierno del ducado y la educación del duque. Por ello os digo que estáis de más en este castillo. Sabed que la inactividad es muy mala y puede llevar a causar la muerte prematura. No me gustaría que a vos, a quien aprecio, os sucediese eso.

Mathilde entendió que en aquella corte controlada por el regente, había llegado demasiado lejos en sus enfrentamientos continuos con éste y sabia que si Ponç lo ordenaba, era seguro que terminaría sus días, más pronto que tarde, en la cripta acompañando a Bertran. Así que decidió rendirse y aceptó la oferta del Regente, que inmediatamente la casó con Robert, el senescal del Condado de Bourgogne, por lo que Mathilde se trasladó a la corte de Besanzon. Robert ya no era joven puesto que contaba con 53 primaveras, 18 más que su esposa, pero podía ofrecerle una vida regalada, rodeada de riquezas.

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Pero en esta ceremonia también hay ausencias como la de la duquesa viuda de Provenza, Etiennete, madre del difunto Bertran y abuela de Guilhem y Mathilde, que falleció el 1 de marzo de 1083 con 53 años. Tampoco está Cecile, la hermana mayor de Guilhem y Mathilde, que en abril de 1084 se casó con Theodorich von Zähringen, un hijo del duque de Baden, abandonando la corte de Arlés.

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Por su parte el canciller, que ha dejado de ser regente desde que el duque Ghilhem cumpliese los 16 años, se encuentra radiante y orgulloso. Durante mucho tiempo ha manejado los destinos de Provenza, primero bajo el mando del Duque Jaufret, luego con su hijo Bertran y ahora con su nieto Ghilhem. Ya no es joven y su pelo que antes era negro como el ala de un cuervo, ahora parece hallarse oculto bajo una gruesa capa de nieve. Ha visto crecer al ducado y sabe que el fruto de este matrimonio heredara el ducado de Provenza, desde Vienne hasta Eivissa, y el ducado de Sajonia y el condado de Bolonia, con lo que se convertirá en uno de los más poderosos del Sacro Imperio Romano.

El Canciller está satisfecho porque su política de colonización en las islas del sur está dando sus frutos. Desde hace algunos años en las calles de los pueblos y ciudades del archipiélago ya se oye más occitano que andalusí.

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Por su parte, en el ámbito de la religión, el trabajo realizado por el capellán Gautier como jefe de la inquisición ha sido brillante. En Mallorca consiguió la conversión de algunas de las más prominentes personalidades de la comunidad musulmana, lo que provocó una serie de conversiones masivas que han llevado a que la isla ahora tenga una mayoría católica y donde las mezquitas se han reconvertido en iglesias consagradas a santos cristianos. Ahora el capellán está trabajando para conseguir lo mismo en Menorca y va camino de conseguirlo después de la conversión de Rasiq ms Es mercadal.

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Aunque el camino no ha sido sencillo y el triunfo no se veía tan claro en abril de 1081 cuando los campesinos de Menorca se sublevaron.

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El Regente y Conde de Menorca tomó medidas drásticas. Reclutó levas en Provenza y embarcó un importante ejercito de quinientos soldados para sofocar la revuelta que secundaban un par de centenares de campesinos, en su mayoría musulmanes descontentos con tener que obedecer a gobernantes occitanos y presionados por la inquisición local para que se convirtiesen a la religión cristiana.
Las tropas occitanas embarcaron en Marsella en 13 galeras que los llevaron a Menorca.

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El día 4 de septiembre de 1081 se produjo el enfrentamiento entre los sublevados y el ejército provenzal en los alrededores de la ciudad de Mahón. La batalla fue desigual y desde el principio se vio que los sublevados, armados de horcas, hoces y hachas, no podían presentar gran resistencia ante un ejército disciplinado, bien pertrechado y organizado, dirigido por Tibaud de Marsella y el conde Guiges de Vienne. Al final de la jornada los sublevados habían sido derrotados sin contemplaciones y más de la mitad habían perdido la vida en el enfrentamiento, que sirvió de duro escarmiento, doblegando definitivamente la resistencia en la isla.

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Desde aquel momento no se habían producido más problemas en las islas. Aquella paz, unida a la situación boyante de las arcas del tesoro ducal, permitieron que el regente se centrase en otras cosas como llevar a cabo obras defensivas en Provenza. En 1083 comenzó las obras que servirían para sustituir la empalizada que defendía la ciudad de Arlés, construida por el Duque Bertran, por un muro de piedra. Costó 50 libras de plata pero daría mayor seguridad a la capital de la Provenza y que tuvo su continuación a principios de este año con la construcción de una empalizada para defender Marsella, la segunda ciudad del Condado de Provenza, de incursiones de piratas o cualquier otro enemigo.

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El Regente también aprovechó la calma interior para fortalecer las relaciones diplomáticas del duque con el Káiser enviando embajadas a Bamberg y colaborando en la guerra santa que éste había declarado contra el emir de la Kabylia por el sur de Cerdeña. El Canciller envió un ejército de 288 hombres que ayudaron en varias acciones bélicas como los asedios de Cagliari, Ogliastra y Assemini, aumentando el aprecio que sentía el Káiser por el joven duque de Provenza.

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Ahora Ponç asiste orgulloso a la ceremonia que servirá de culminación a su obra y que expandirá los limites de Provenza más allá de lo que nadie, ni tan siquiera el difunto Bertran, habría soñado.
 
CAPITULO 15. LAS PRIMERAS DECISIONES DE GUILHEM

Poco después del dia de reyes del año 1087 el joven duque Guilhem llega a la corte de Arles tras un largo viaje que le ha llevado a Bamberg, donde ha rendido homenaje por su feudo de Provenza ante el Kaiser Heinrich IV, al que llaman el grande. Ahora ya es dueño y señor de sus actos, liberado definitivamente de la tutela de Ponç de Castellane, que a partir de ahora solo será su canciller, habiéndose cambiado los papeles entre quien da las órdenes y las obedece.
En el castillo de Arles apenas queda nadie de su familia y el joven duque se siente solo.

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Su madre está en Besanzon desde hace cuatro años, tras casarse con el senescal de la corte del Conde de Bourgogne, su hermana Cecile reside en Baden desde hace tres años, tras casarse con Theodorich von Zähringen y su gemela Mathilde, a la que adora, se fue en diciembre a la corte de Meissen donde contrajo matrimonio con el duque, Wilhelm I de Weimar.

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La única figura que le es familiar en el castillo es la de su contrahecha esposa, Eilika de Sajonia, a la que no ama pero que servirá para algún día se unan bajo la mano de un mismo soberano Sajonia y Provenza, aunque para ello es necesario que haya un heredero y Guilhem comienza a frecuentar la alcoba de su esposa con la única aspiración de que pronto ella se quede embarazada.
Su persistencia se ve recompensada rapidamente puesto que ese mismo año, una semana antes de San José, Eilika comunica que se encuentra encinta.

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El duque se siente feliz y no solo por las buenas nuevas que le llegan del vientre de su esposa sino también por la situación del ducado.
El canciller le comunica que las islas del sur cada día están más asimiladas. En ellas la cultura mayoritaria es la occitana y la andalusí es una minoría cada vez más reducida, mientras que la religión predominante es la católica, gracias a la labor del capellán Gautier al mando de la inquisición, no solo en Mallorca sino también en Menorca.

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Pero el duque sabe que las islas, por su carácter de archipiélago separado del imperio, están más expuestas a ataques de musulmanes o piratas que infestan el Mediterráneo, por lo que en julio de 1087, aprovechando el buen estado de las cuentas ducales, decide iniciar la construcción de un muro de piedra que sustituya la empalizada de madera que, a modo de defensa, rodea la capital de Mallorca de posibles ataques.

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Por lo demás los días pasan lentamente en la capital de la Provenza mientras el duque está más interesado por la evolución del embarazo de su mujer que por el estado de sus dominios. Sabe que de él se espera que tome decisiones que lo conviertan en un soberano fuerte y respetado, pero no sabe muy bien cómo hacerlo. Su carácter cobarde no lo hace muy inclinado a emprender aventuras para ampliar los límites de su ducado como hizo su padre y así se suceden los días, presidiendo las estériles reuniones de su consejo privado, hasta que en octubre recibe, por fin, la noticia del nacimiento de su primogénito. Un niño que ha nacido fuerte y sano y al que llamarán como a su padre, Bertran.

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- Mi señor duque, es una gran felicidad para todos que haya nacido un heredero para la casa Boson,-le felicita el canciller Ponç de Castellane- pero deberíais hacer algo para que este niño reciba un ducado mayor al que recibisteis vos. Quizá deberíamos participar en la campaña que está llevando a cabo el Káiser para conquistar Samogitia, que aunque no reporte más tierras al ducado, si que puede permitir mejorar nuestras relaciones con el káiser, algo que es muy importante.

El duque acepta el agradecimiento del canciller pero no hace mucho caso de su consejo. No sabe muy bien en que parte del mapa colocar la Samogitia y tampoco tiene mucho interés en ayudar al káiser, que ha sido excomulgado por el papa.
Pero un día una mala noticia enturbia la paz de que goza Guilhem. Un hombre se presenta en palacio acusando al Mariscal de haber violado a su hija. El hombre, fuera de sí, pide que se ejecute a Enric de Eivissa por tamaña afrenta.

El duque conoce del carácter mujeriego del Mariscal porque éste se enorgullece de sus conquistas sin recato, pero no le cree capaz de llegar al extremo de forzar a una joven, aun con todo decide ser justo y abrir un juicio en el que se demuestre la verdad o no de la acusación, para que no cunda la sensación entre sus súbditos de que ejerce su poder de forma arbitraria, algo que podría provocar revueltas entre los campesinos descontentos.

El juicio es presidido por el propio duque y se desarrolla a lo largo de enero de 1088. Los testimonios de los testigos pronto convencen a Guilhem de que Enric de Eivissa es culpable y no le queda más salida que emitir una sentencia para castigar los excesos de su mariscal. Aunque es partidario de imponerle una multa sabe que esa sentencia exacerbara los ánimos de buena parte de sus súbditos, por lo que dicta una sentencia ejemplar y condena a Enric a ser encarcelado, con lo que gana la fama de justo entre la población de Provenza.

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Pero esta sentencia le genera un nuevo problema ya que ha quedado vacante un puesto en su consejo privado y el ducado se ha quedado sin Mariscal. A instancias del Canciller, Guilhem decide llevar a cabo una amplia remodelación de su Consejo Privado y nombra como nuevo Mariscal de Provenza al Senescal, Arnold von Lenzburg, que está mas capacitado para dirigir guerras que el tesoro, y designa como nuevo Senescal al Conde Rainaud de Venaissin. Éste, a diferencia de su padre, tiene una gran relacion de amistad con el duque, con lo que se convierte en un gran aliado dentro del Consejo.

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El duque dispone de un Consejo compuesto por personas muy competentes y que le son muy leales y sabe, aunque le cueste admitirlo, que se lo debe al buen trabajo de su Canciller mientras ejerció la regencia. Guilhem se ha dado cuenta de lo acertados que son los consejos de su canciller así que cuando en mayo fallece el marido de su madre, Robert d’Ivrea, y ésta solicita permiso para volver a la corte de Arlés, el duque, a instancias de Ponç, le pide que se quede en Besanzon, donde será más útil.

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El duque también hace caso del consejo de su canciller cuando en julio el Príncipe Arzobispo de Vivarais le trae pruebas de la traición del Jefe de Espías, el Conde Guiges de Vienne. Ponç está seguro que las pruebas son falsas y que solo son parte de una nueva trama de Girard de Viviers para enturbiar la paz de Provenza así que aconseja al duque que no haga caso de nada de lo que le diga el mitrado.
Guilhem, que tiene en muy baja estima al obispo, decide enviarlo con cajas destempladas de vuelta a Viviers.

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En diciembre el duque decide dar un banquete en la capital de su feudo al que invitará a todos sus vasallos para estrechar lazos con estos. Asisten todos y se divierten mucho con los magos y los saltimbanquis, excepto el Príncipe Arzobispo, cuyo pelo ha comenzado a platear, que se muestra hosco ante la hospitalidad del duque.

Pero el duque no se muestra tan receptivo ante todas las opiniones del Conde de Menorca. Cuando este le pide que le transfiera el señorío de Mahón, que ahora es vasallo directo del duque, Guilhem no se muestra dispuesto a renunciar para reforzar el poder del Canciller, aunque no se opone frontalmente a Ponç y le ofrece vagas promesas, que satisfacen temporalmente al Conde de Menorca.

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El año termina bien para el duque, puesto que en noviembre nace su segundo hijo, en este caso una niña a la que llamaran Mathilde, como a su madre y a su hermana.

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Pero el año 1089 comienza con una mala noticia: el fallecimiento del Jefe de Espías, el Conde Guiges de Vienne, lo que provoca una nueva remodelación del Consejo Privado. Guilhem decide cubrirla nombrando como nuevo Jefe de Espías al leal Alcalde de Mahón, Ferrand.

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Pero éste mal inicio no significa nada y 1089 discurre sin ninguna novedad importante, será el año 1090 el que aporte algo nuevo a Provenza, cuando en agosto, su santidad el Papa Félix IV proclame la guerra santa contra los musulmanes por la conquista de Sicilia.
 
16. CAMINO A SALERNO

En los últimos años una idea ha estado recorriendo las cortes de los monarcas cristianos: expulsar definitivamente a los infieles de Europa. Pero los líderes militares están demasiado ocupados en sus pequeñas batallas y no consiguen ponerse de acuerdo para comenzar una campaña común con este objetivo. Así mientras que el káiser del sacro imperio está más interesado por conquistar las tierras de sus vecinos herejes del norte, el rey francés tiene sus ojos puestos en la península ibérica para ampliar su extenso reino.
Los infieles han ido perdiendo territorios en Europa Occidental a manos de los soberanos cristianos pero aun están presentes en buena parte de la península ibérica y en parte de la península itálica.

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Esta última, a finales del siglo XI, se reparte entre el Sacro Imperio que controla el norte, los estados pontificios en el centro, alrededor de roma, y el Reino de Sicilia al sur, bajo la soberanía de la familia normanda de los Hauteville. Pero una ancha franja de tierra junto al mar tirreno, entre Capua y Salerno, con capital en Nápoles, se halla en manos de los infieles, en poder del sultán de africano Al-Muizz II, amenazando permanentemente a la capital de la cristiandad.

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En agosto de 1090, aprovechando la llamada de auxilio del rey cristiano de Sicilia acosado por los continuos ataques de los musulmanes, el papa Félix IV toma la iniciativa y comienza a predicar a los diferentes estados cristianos de Europa Occidental la conquista de los dominios musulmanes en la península itálica.

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Pronto los nobles cristianos de Francia y el Sacro Imperio comienzan la movilización de ejércitos organizados, inspirados por el ideal de la guerra santa, que se dirigen a Sicilia con la intención de unirse bajo la dirección del papa con la intención de conquistar Nápoles, Capua y Salerno.

Mientras, en Arlés, el joven duque Guilhem Boson, que solo cuenta con 19 años, vive bajo la sombra de su difunto padre, recordado por ser el conquistador del archipiélago mallorquín, y la llegada de los enviados papales que anuncian la cruzada le sirve de inspiración. El joven duque lleva mucho tiempo meditando como colocarse en la historia a la altura de su padre, sabiendo que la mejor manera es ampliar los límites de su ducado, algo complicado de llevar a cabo con los limitados recursos militares de Provenza. El duque ve en esta cruzada la oportunidad de llevar a cabo sus sueños, ya que le permitirá tener el apoyo de todos los reinos cristianos en la conquista de nuevas tierras para el ducado occitano.

Inmediatamente envía a su canciller Ponç de Castellane a Roma para negociar las condiciones de participación de la Provenza en la guerra santa. Aunque los huesos del viejo canciller, que cuenta con 59 primaveras a sus espaldas, no están para muchos viajes, tiene la cabeza clara y a su regreso a Arlés trae buenas noticias al duque:

- El papa desea que Nápoles y Capua sean para los Hauteville, pero os ofrece la provincia de Salerno, si la conquistáis, a cambio de participar en la guerra.-comunica satisfecho el Conde de Menorca.

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Guilhem, satisfecho, rápidamente comienza con los preparativos y ordena realizar levas en toda Provenza. Sabe que Salerno es la provincia peor defendida del dominio musulmán de Sicilia, pero no por ello la batalla será fácil. Su jefe de espías, Ferrand de Mahón, le ha comunicado que el sultán ha llamado en su apoyo al Emir Hina II de la Cirenaica para que le ayude en la defensa de sus posesiones sicilianas.

Pero hay otro asunto más cercano que preocupa desde hace algún tiempo al duque. Su jefe de espias hace tiempo que el viene informando que el conde Pèire de Melgueil, señor de un condado limítrofe a Provenza en territorio del Ducado de Tolosa, a comenzado a buscar alegatos sobre los que fundar una reclamación de su soberanía sobre la Provenza. Aunque es una pretensión bastante absurda Guilhem teme que el conde de Melgueil pueda aprovechar su ausencia en Provenza para llevar a cabo iniciativas militares para apoyar sus pretensiones.

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Pero el duque se ha comprometido con el santo padre y no puede dar marcha atrás y por ello continúan los preparativos para la conquista de Salerno. En los puertos se preparan los barcos mientras que en tierra continúan las levas. Las primeras en completarse son las del archipiélago mallorquín, por lo que el duque decide no esperar mas y dirigirse a Salerno con estas tropas, disponiéndolo todo para que, cuando se completen las levas en la Provenza continental, estas se incorporen a la campaña.

A finales de octubre 12 naves con las enseñas de Provenza parten del puerto de Mallorca cargadas con los 420 hombres reclutados en las islas. Después de una plácida travesía por el Mediterráneo llegan a las costas italianas a principios de noviembre, desembarcando en las proximidades de Salerno el día 10 de noviembre de 1090.

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El duque no lo confía todo a sus fuerzas y ha pedido ayuda a sus aliados. Cuenta con la ayuda prometida por su esposa, la duquesa Eilika, que ha enviado tropas sajonas que se unirán en Italia con los hombres capitaneados por Guilhem. También ha conseguido por medio de su cuñado Theodorich von Zähringen, casado con su hermana Cecile, que el Duque de Carintia, hermano mayor de Theodorich, se comprometa a aportar tropas. El único que ha rechazado a ayudarle ha sido su cuñado el Duque de Meissen, casado con su hermana Mathilde.

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El duque, viendo que no encuentra oposición armada tras desembarcar, comienza con sus soldados el asedio de Salerno, con la esperanza de que sea sometida pronto bajo su poder, pero el asedio se alarga y el año 1091 comienza igual que acabó el 1090, con el ejercito occitano sitiando la ciudad.

Mientras la ciudad resiste el sultán Al Muizz, que no está dispuesto perder la plaza, ha organizado un ejército de más de 1000 hombres que se dirigen camino de Salerno para obligar al ejército occitano a levantar el asedio. Poco después de San José el ejército musulmán cae sobre el campamento provenzal sin que hayan llegado todavía los refuerzos de Provenza ni de Sajonia ni Carintia, por lo que Guilhem tiene que enfrentarse en una dramática inferioridad numérica a las tropas del sultán y condenado a la derrota. Pero justo cuando el combate se encuentra en su apogeo comienzan a aparecer por el horizonte las velas de las naves occitanas que llevan los refuerzos desde la Provenza continental al duque.

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Los musulmanes se retiran en dirección a la capital temiendo que las nuevas tropas provenzales pueda cambiar el signo de la batalla, pero el ejercito llegado desde Arles no es demasiado grande, solo 544 soldados que no llegan a igualar numéricamente al ejercito occitano con el musulmán. Por ello el ejército musulmán comienza a preparar un ataque que aniquile por completo a las tropas del duque de Provenza.

Ante el cariz que están tomando los acontecimientos el joven Guilhem y sus tropas se retiran hacia el interior, ocultandose en los montes, después de verse obligado a pedir auxilio de forma desesperada a las tropas papales que se encuentran asediando Capua, mas de 5000 hombres que pueden suponer la salvación de los occitanos.

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Las tropas papales inmediatamente se dirigen hacia el sur, encontrándose a su llegada el 14 de abril a las tropas del duque Guilhem enzarzados en una cruenta batalla en las proximidades de Acerno, donde las huestes musulmanas están tomando una clara ventaja aunque los provenzales no dan un paso atrás. Los recién llegados provocan un cambio radical en la situación y la arrolladora superioridad numérica cristiana aniquila, literalmente, al enemigo, no dejando ningún superviviente en el ejercito musulmán.

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Después de la contundente victoria sobre los infieles las tropas del duque, apoyadas por el ejército papal, se dirigen hacia la capital del dominio musulman para continuar con el asedio. Salerno no soporta durante mucho tiempo la presión de las tropas cristianas y a mediados de mayo cae en manos de Guilhem.

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La arrolladora fuerza cristiana se dirige luego a Amalfi, un importante puerto comercial a casi 8 leguas al oeste, que es inmediatamente puesto bajo sitio. A finales de junio la plaza se rinde ante la coalicion crisitana que una vez conquistadas las principales ciudades de la costa de la provincia de Salerno, se dirigen hacia el interior, volviendo a la villa fortificada de Acerno, a unas 13 leguas al norte de Salerno, a la que ponen bajo asedio.

Pero entonces es cuando llegan noticias preocupantes para el Papa desde Capua. Un ejército musulmán está atacando la ciudad que conquistó el santo padre para la cristiandad y este decide abandonar el asedio de Acerno para dirigirse con sus 5000 hombres en defensa de las tropas cristianas asediadas en la ciudad, con lo que Guilhem tiene que terminar el asedio de Acerno con solo los 600 hombres supervivientes del ejército occitano. Pero aunque no disponga de muchas tropas logra la victoria y el 26 de agosto la ciudad se rinde ante el.

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Aunque la cruzada, pues este es el nombre que está recibiendo esta campaña ya que los soldados luchan bajo la señal de la cruz, se ha puesto de cara para el duque Guilhem, el sultán no está dispuesto a rendirse y los espías occitanos informan que un importante ejercito musulmán se dirige a Salerno para desalojar a los cristianos.

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