Sebastiaen, el grande
Rey de Holanda, 1109-1142
Rey de Andalucia, 1133-1142
Duque de Holanda, 1109-1142
Duque de Güeldres, 1108-1125
Líder de la casa Flamens 1108-1142
Parte 1: El ascenso de Sebastiaen al trono de Holanda.
La historia del padre de la nación holandesa: Sebastiaen, se mezcla con la leyenda. Ascendió al trono del ducado de su padre al morir el mismo y su primera decisión fue reclamar la sumisión de las tierras de Holanda, estrenando pues su mandato con lo que marcaría todo su gobierno: la guerra.
La conquista de las tierras bajas de Holanda fue rápida puesto que la duquesa que gobernaba dichas tierras apenas pudo mostrar resistencia a un ejército mucho más grande que el suyo y mejor equipado. Tras un par de batallas y escaramuzas menores, todas las tierras de Holanda estaban bajo el mando de Sebastiaen. Los acontecimientos llegaron a Nassau, capital del imperio, donde el emperador Siegfried I veía con preocupación el ascenso de los Flamens.
Sebastiaen, consciente de la creciente preocupación de su señor y de la poca legitimidad que como duque de Güeldres tenía para gobernar las tierras recién conquistadas decidió coronarse "Rey de Holanda", evocando para ello el antiguo reino frisón extinto 300 años atrás. La ceremonia se celebró con gran pompa en Nimega y acudieron nobles y vasallos de todo el nuevo reino para ver con sus propios ojos al nuevo rey.
Ya coronado rey, Sebastiaen vivió uno de los pocos momentos de paz de su reinado; aprovechando para engrandecer el castillo de Nimega, dotandolo de más edificios y comodidades y para potenciar la economía del reino.
Parte 2: la rebelión contra Heinrich V y la pérdida de Güeldres
Tras la paz, vino la guerra y la causa fue la muerte repentina del emperador Siegfried I a la edad de 41 años de mala salud en el año 1120 de nuestro señor. Ascendió al trono Heinrich V, conocido por su crueldad, afición a la bebida y lo arbitrario de sus decisiones. Sebastiaen, temeroso de su nuevo señor, conspiró para desacreditarle junto a otros nobles del sacro imperio para desligitimar su mandato e imponer la vuelta a la monarquía electiva en el imperio.
Todo cristalizó en 1123, cuando una serie de nobles, entre los que se incluía Sebastiaen, declararon la guerra a Heinrich para presionar el derrocamiento de Heinrich. La traición de los nobles italianos, que no acudieron a la llamada de las armas decidió desde el principio la guerra, que tras dos años de contiendas fue ganada por Heinrich, encarcelando a todos los conspiradores.
Fue así como Sebastiaen acabó en las mazmorras del castillo de Nassau, en las que residió más de un año hasta que el emperador decidió liberarlo tras privarle del gobierno del ducado de Güeldres, centro del poder del rey holandés. Sin embargo, bien por su afición a la bebida, bien por acompañarse de malos consejeros, en la revocación no se incluían sin embargo los titulos del conde Güeldres, por lo que lo que pudo haber sido un desastre se saldó con la pérdida únicamente de Ostfriesland, donde aún gobernaba el antiguo conde al que su padre había arrebatado el titulo ducal.
Parte 3, El rey cruzado: la conquista de Andalucia y la creación de la corona dual de Holanda y Andalucia.
El tiempo en prisión cambió dramáticamente a Sebastiaen, que empezó cada vez más a anhelar los consejos de Dios padre, a quién rezaba a diario y especialmente de la Virgen María, para la que hizo construir una capilla en Nimega para demostrarle su devoción. Sin embargo, ansiaba más.
Su oportunidad llegó en 1129 cuando el papa Leo X, conocido como el casto, declaro que todos los cristianos fieles debían cumplir su deber para con Dios y retomar las tierras de Hispania, arrebatadas 400 años antes por los musulmanes.
La primera cruzada estaba en marcha y Sebastiaen mandó reunir todos los barcos del reino para transportar a todos aquellos voluntarios que quisiesen recuperar Hispania para la cristiandad. El viaje hasta Hispania duro varios meses y al llegar, Sebastiaen encaro sus fuerzas a Sevilla -la que conquistó tras un corto asedio-, primer paso hacia la conquista de la gran joya hispana: Córdoba.
La guerra no transcurrió bien para los omeyas, que fueron rechazados constantemente de sus antiguas tierras por el genio militar de Sebastiaen, quién pronto tomó el liderazgo militar de la cruzada. Pese a todo, la joya de la corona Omeya aún se encontraba firmemente en manos musulmanas en 1131, donde Sebastiaen planeó y dirigió el asedio final. Dos años tardó en rendirse Córdoba, dos años en los que los Omeyas no dejaron de pedir ayuda a sus hermanos en la fe de África o al califa suní Abbassid -a quién aún guardaban rencor. Con todo, la ayuda nunca llegó y Córdoba capituló el 23 de enero de 1133.
Cuando el polvo de la guerra se posó, Leon X coronó a Sebastiaen rey de todos los andaluces y anunciando que Europa se encontraba ahora libre del yugo del Islam. Quedaba de este modo el futuro de las tierras más allá del sistema central en manos de la corona de los Flamens. Sebastiaen, otrora conocido por sus pesquisas en el sacro imperio romano empezó a conocerse como el grande, el hombre que lideró a los holandeses en la derrota de uno de los mayores poderes de Europa Occidental.
Parte 4: Los últimos años del gran rey
Como si fuese un sino familiar, al encarar el invierno de su vida, Sebastiaen fue pareciendose más a su padre, se distraía con facilidad, a menudo se le encontraba hablando con seres imaginarios e incluso perdiendo discusiones consigo mismo. Esto fue lo que provocó que poco a poco el reino quedase en manos de su hijo Diederik, quién aprovechó para presionar a su enfermo padre para que presionase su derecho sobre el ducado de Flandes, en esos momentos parte del reino de Francia.
El rey guerrero venció, como no podía ser de otra manera, al débil monarca francés, quién se encontraba en esos momentos en plena guerra civil por la pretensión de su hermano al trono. Francia, desangrada y destruida por la guerra no pudo por más que rendirse ante el irrestible embate de Holanda, enardecida (y enriquecida) por la reciente conquista de Andalucia.
Tras la derrota del rey francés, Sebastiaen fue poco a poco perdiendo su salud y su cordura, dejando este mundo envuelto en la bruma de la locura un 11 de Mayo de 1142. Había recibido un ducado pobre y dejó tras de si uno de los mayores reinos europeos, con posesiones en la antigua Frisia y Andalucia; su nombre y hazañas pertenecían ahora a las leyendas.