Capitulo V: Resolviendo asuntos pendientes
Los días pasaron y en el reino se comenzaba a extender una ola de entusiasmo bélico entre el pueblo y nosotros los soldados, hay que decir que yo también tenía el mismo entusiasmo, “nuestro ejercito estaba listo y preparado, teníamos aliados poderosos, y nuestros potenciales enemigos, no se esperaban un ataque, era el momento, no había que demorarse ni un minuto” era lo que yo pensaba en esos momentos, aunque asuntos personales, me apartaron momentáneamente de dichas reflexiones.
Como les había dicho antes, Maria y yo estábamos decididos a casarnos, aunque había muchos impedimentos, para empezar la familia de Maria no quería saber nada de que ella se casara con “un granjero polaco” como me llamaban, además estaba el gran problema de que el Zarevich y Maria estaban comprometidos. Todo esto hubiera sido poca cosa si María no hubiera huido del palacio como lo hizo unos días después de que nuestra delegación volviera a Polonia, cuando llegue a Varsovia y me reporte al cuartel general del ejercito, mi superior, el mayor Lichniezko me informo que “se requería mi presencia en el palacio real, para tratar un asunto de suma importancia”, Lichniezko, que había estado conmigo cuando conocí a maría y sabía que estamos enamorados, me miro y me dijo:
- Jan, cuidado con lo que haces, poner en vergüenza al heredero del imperio ruso, no es algo muy recomendable, puede traer graves consecuencias
- no se preocupe señor, todo esta bajo control, y si la cosa se pone fea, no dudare en batirme a duelo con el ruso ese, no importa su rango o cuna, muerto no será mas que un saco de carne, nadie me quitara a la mujer que amo – dije yo lleno de emoción y de coraje, alzando la voz
- esperemos que no llegue a eso, aunque si así es, estoy seguro de que le partirás la cara – dijo con una sonrisa Lichniezko
- seguro señor – conteste, también con una sonrisa
Como se me esperaba en el palacio, Salí rápidamente hacia allá, cuando llegue, me hicieron pasar directamente al despacho del rey, el cual al verme esbozo una sonrisa y dijo:
- ah, pero si es nuestro donjuán cracoviano, venga hombre, acérquese, no muerdo
- gracias su majestad – dije yo devolviéndole la sonrisa – aunque no fue mi intención enamorarme, solo sucedió
- bien, es entendible, si yo hubiera estado en su lugar hubiera hecho lo mismo, es verdaderamente hermosa y según parece, es amiga de Polonia también
- si, es verdad señor, cree en nuestra libertad y se opone al Zar y su hijo en sus planes contra nosotros
- ya que lo mencionas, te tengo noticias, el Zarevich desea retarte a duelo para recuperar a su prometida y vengar “el honor manchado”, según parece a nuestro amigo el zar no le gusta que su hijo se convierta en el “cornudo de Europa” como lo llaman los diarios, mira – tomo un diario, parecía español, me lo leyó:
GRANJERO POLACO, DEVENIDO SOLDADO, LE PONE LOS CUERNOS AL HIJO DEL ZAR DE RUSIA
Un tal teniente dragolsky del ejército de Polonia ha enamorado a la princesa Maria de Hesse la cual había estado comprometida con el heredero al trono ruso Alejandro Nikolaievich, la casa real rusa ha mantenido el silencio, pero se sospecha de que el affaire es de larga data, desde 1837 (…) la princesa ha huido a Polonia, escapando del celoso y humillado Alejandro, ¿habrá hostias en Varsovia? (…)
Me causo tanta gracia el relato español que tuve que dejarlo antes de desternillarme de la risa, el rey me miro y dijo
- muy bonito teniente, muy bonito pero el zar me a pedido que lo inste a usted a batirse a duelo con el zarevich, sino, amenaza con romper nuestra alianza y invadirnos de inmediato junto con los prusianos, los cuales ya están en la frontera. El futuro de Polonia depende de usted ¿acepta el duelo?
- por supuesto señor, ¿Cuándo es?
- mañana a las 12 del mediodía, yo seré su padrino, vaya a su casa, la princesa esta esperándolo jan, buena suerte
- así lo haré señor, muchas gracias por todo, no lo defraudare
- así lo espero, sino, ni usted ni yo contaremos el cuento
Y así se cerró la cuestión, al día siguiente en los campos de la caballería real el zarevich y yo acompañado de nuestros padrinos (Adam era el mío y el zar Nicolás I el de Alejandro)
Después de las cortesías de rigor y de haber tomado nuestras pistolas, tomamos posición, cuando Alejandro me dijo
- morirás perro polaco, tu no mereces a Maria, eres solo un palurdo ignorante
- lo dudo, soy mejor tirador que tu, y yo merezco mas a Maria que tu, que la maltratas y la ignoras, solo eres un cobarde que se escuda detrás de su titulo y familia – dije yo furioso
- pueden abrir fuego – dijo el veedor del duelo
Disparamos al mismo tiempo, por mi parte, me alivié al no sentir un balazo, pero me preocupaba que yo hubiera fallado el tiro también, lo que vi a continuación, me demostró que había dado en el blanco.
Alejandro se quedo parado, con el brazo extendido, inmóvil y blanco como la nieve por unos segundos, luego trastabilló y calló al suelo, tenía una herida en el pecho de la cual manaba muchísima sangre. La victoria era mía
2 semanas después, Maria y yo nos casamos en Varsovia, fue una boda magnifica y mi Maria estaba radiante, el rey en recompensa, me dio una casa grande y espaciosa en Varsovia y fue mi padrino de bodas (mis padres estaban fallecidos hacía varios años, y aparte de mi hermano, no me quedaba mas familia).
Alejandro (por increíble que parezca) sobrevivió al disparo, pero quedo delicado de salud por unos meses, luego volvió a su vida normal, aunque el mote de “cornudo de Europa” lo perseguiría toda la vida.
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