Descubrimiento y rescate del Vasa
El mar Báltico es un escondrijo de tesoros único. En el agua salobre se conservan los barcos de madera durante siglos. Uno de ellos era el Vasa, pero ¿dónde yacía el viejo buque?
El 13 de setiembre de 1956 se publicó un artículo corto en el diario vespertino sueco Expressen:
'Un viejo buque ha sido hallado en las inmediaciones de Beckholmen, en el centro de Estocolmo. Probablemente sea el buque Vasa, hundido en su primer viaje en 1628. Un particular ha estado investigando durante cinco años para encontrar dicho buque'.
Un artículo escueto sobre algo sumamente sensacional. "El particular" que hacía referencia la noticia era el ingeniero local
Anders Franzén, de 38 años. En realidad, era uno de los más destacados expertos suecos en historia de las guerras navales suecas de los siglos XVI y XVII, orientado especialmente a buques de guerra hundidos. Era también uno de los pocos que investigaba en archivos y, luego, salía en barco para buscar el lugar del hundimiento.
Anders Franzén, el descubridor del Vasa. Un trozo de roble ennegrecido quedó enganchado en el
tubo de corte de la sonda. Con esta sonda casera encontró el Vasa. Era el 25 de agosto de 1956.
La singularidad del Mar Báltico, era la observación fundamental de Franzén. En él no hay
'Bromas' (
Teredo Navalis), un pequeño molusco xilófago bivalvo de la familia de las
Teredinidae, que en aguas más saladas destruye toda la madera sumergida. Por esa razón, los barcos de madera que se hunden en el Báltico se conservan durante siglos, incluso milenios.
Efectos producidos en la madera por la acción de las Bromas
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'Fue el catedrático Nils Ahnlund, gran conocedor de Gustavo II Adolfo y su época, entre otros temas, quien despertó mi interés por el Vasa', contaba Franzén.
Sin embargo, dónde se hundió de verdad el Vasa, eso no lo sabía el catedrático Ahnlund, ya que los datos de archivo del siglo XVII señalaba distintos lugares. Por eso, Franzén salió con dragas y sondas, mapas y datos de archivo, a la zona de las corrientes de Estocolmo y comenzó a buscar el Vasa.
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'Lo que más sacaba eran cocinas de hierro oxidadas, bicicletas de señora, árboles de navidad y gatos muertos'.
Al cabo de varios años de búsqueda, el 25 de agosto de 1956, algo picó en el 'anzuelo' de Franzén. Su sonda especial, de fabricación casera, con un tubo de corte en la punta quedó enganchada y salió con un trozo de roble ennegrecido. Algunos días después, el buzo
Per Edvin Fälting hizo un descenso y pudo confirmar el hallazgo de Franzén. Por el chirriante teléfono, el buzo informó:
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'No veo nada porque aquí está todo muy negro, pero siento algo grande. Un costado de buque. Aquí hay una tronera, aquí hay otra. Hay dos hileras. ¡Tiene que ser el Vasa!'
Per Edvin Fälting, el buzo que confirmó el hallazgo del Vasa.
Anders Franzén y Per Edvin Fälting se convirtieron después en dos de las figuras principales en la aventura del Vasa. Franzén, el descubridor, puso toda su energía y capacidad persuasiva al servicio del salvamento y rescate del buque. Fälting, el buzo, que ya al ser encontrado el Vasa había pasado año y medio, más de 12.000 horas, bajo las frías aguas del Mälaren, se convirtió en el jefe natural del equipo de buzos.
Pero,
¿cómo se iba a hacer el rescate? Hasta entonces, nunca se había sacado del mar un buque tan grande y tan antiguo. Las propuestas fueron muchas y de lo más imaginativas:
Alguien propuso congelar el Vasa en un bloque de hielo y dejar que todo el cachivache subiera a la superficie por sí solo. Remolcar luego el témpano de hielo a un lugar adecuado y dejar que se derritiera al sol. Así saldría el Vasa.
Otro propuso llena el Vasa de pelotas de ping-pong. Cuando hubiera entrado una cantidad suficiente, el buque subiría.
Ilustración esquemática del proceso de excavación subacuática, izado y desplazamiento del Vasa.
La experimentada empresa sueca de salvamentos marítimos
Neptumbolaget, opinaba sin embargo que lo mejor era un técnica convencional: se tenderían gruesos cables por debajo del caso, sujetándolos en pontones llenos de agua. Al vaciar estos pontones por bombeo subirían, tensando los cables y levantando el Vasa del fondo.
Broströms, empresa matriz de Neptumbolaget, prometió además realizar el levantamiento gratis.
Se puso en marcha una gran campaña nacional de salvamento del Vasa, llegando dinero y material tanto de diversos fondos como de particulares y empresas. La Marina puso personal y barcos a disposición y, en otoño de 1957, los buzos comenzaron a excavar, o mejor dicho, a abrir por chorro de agua, túneles bajo el puente. Su herramienta era una manguera con lanza especial. El lodo y la grava fueron apartados por chorro de agua a presión, un trabajo que requería gran técnica y mayor valor, ya que era realizado a más de treinta metros de profundidad y en una oscuridad absoluta. Los túneles eran tan angostos, que los buzos tenían que avanzar arrastrándose. Las vigas, tablas y otros restos hacían que la manguera de aire y los cables se enredaran fácilmente, cosa que sucedió frecuentemente. Por encima de sus cabezas, los buzos tenían, además, un buque de hacía trescientos años, que pesaba más de mil toneladas, con un lastre de guijarros en el fondo. Y no se sabía si el Vasa aguantaría entero.
Maqueta del Vasamuseet sobre el momento del alzamiento del Vasa.
En la parte inferior se observan los trabajos de perforación realizados alrededor del buque.
- 'Si sientes como si te estuvieras muriendo allá abajo, en la oscuriedad y el frío, no te preocupes lo más mínimo y averigua qué fallo has cometido', era el consejo del jefe de buzos, Per Edvin Fälting, a los que iban a bajar por primera vez.
El trabajo de los túneles duró un par de años, sin ningún accidente grave.
A finales de agosto de 1959 llegó la hora del primer levantamiento. Los pontones de rescate de la empresa Neptumbolaget fueron colocados por encima del Vasa, los cables fueron tendidos a través de los seis túneles y, sin problemas de ningún tipo, el antiguo buque pudo ser levantado del fondo. El casco aguantó y el Vasa pudo así ser subido en 16 etapas a aguas menos profundas. Todavía era demasiado pronto para sacarlo a la superficie. Había que calafatear y reforzar el casco para el levantamiento definitivo. De nuevo fueron los buzos los que tuvieron que hacer el trabajo.
Durante otros dos años estuvieron metiendo tacos en los miles de agujeros que se habían formado donde habían desaparecido las cabillas de hierro oxidadas. El cuerpo de popa, parcialmente destrozado, tuvo también que ser reparado y todas las troneras tuvieron que ser provistas de portas nuevas y estancas.
El Vasa surge por fin a la superficie ayudado por pontones estancos después de más de 300 años hundido.
Durante los últimos 2 años se han estado tapando todos los huecos y troneras del buque.
El Vasa entrando en el dique de Beckholmen
El 14 de abril de 1961 quedó todo listo para el levantamiento definitivo. La prensa, la radio y la televisión del mundo entero estaban allí. Al cabo de 333 años de estar en el fondo, el Vasa rompió la superficie del agua, apareciendo a la luz del día un trozo virgen del siglo XVII. Una vez que la borda quedó por encima del agua, fueron puestas en marcha potentes bombas de achique y, el 4 de mayo, el buque estuvo ya tan libre de agua y lodo que flotó por sí mismo y pudo ser remolcado a un dique en
Beckholmen. Los primeros en subir a bordo del Vasa fueron, como es natural, los pioneros
Anders Franzén y Per Edvin Fälting.
Una vez vaciado el dique, este es el estado del Vasa en 1961.
A los lados se observan los pontones que ayudaron a la ascensión del buque.
En este momento, comenzaba su compleja restauración.
Continuará...