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I. INDEPENDENCIA Y CONSTITUCIÓN MONÁQUICA

La independencia de Navarra es concedida el 1 de enero de 1836 por la reina regente de España María Cristina de Borbón a instancias de Baldomero Espartero, que consideraba que el peso de la zona vasca era cuestión mayor en la Guerra Carlista.

Sobre los hombros de Cristóbal de Olazábal, antiguo general de Pamplona, recaía el peso de un nuevo reino que en apenas unos días, y para separarse de las guerras españolas cuanto antes, tuvo que redactar una Constitución: la Constitución Monárquica. Cristóbal Imatz, dueño la mayoría de tierras cultivables de Navarra, y Miguel Oyarzábal, economista y administrador (ambos futuros políticos oponentes), constituyeron el primer minoritario gobierno de Navarra y perfilaron la constitución: la Corona soberana hereditaria sobre Cristóbal de Olazábalel vasco y castellano como idiomas oficiales (el 53,3% de la población era vasca, el 44,1% española y 2,45% catalana), la religión católica estatal como sólida piedra civilizatoria, un parlamento electo por los propietarios nacionales, el nombramiento de los generales del ejército profesional por parte del Rey, la tributación por terrenos, y un fondo humanista como la instauración de hospitales de caridad, resumen el breve ordenamiento. El Rey Cristóbal fue coronado en la Cámara del Parlamento por el Obispo de Navarra el 5 de junio de 1836, y juró la Constitución con la mano sobre la Biblia y el texto en la misma sala, delante de algunos nobles (que sólo representaban 1,49% de la población) y de oficiales (el 0,30%).

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Rey Cristóbal

En una sociedad de un millón treinta mil habitantes, con apenas un 7% de ilustrados, el Rey Cristóbal y su gobierno tuvieron que trabajar en la ingente labor de inculcar a los navarros su nueva identidad independiente. Los campesinos y agricultores rondaban el 66% de la población, con una tasa de alfabetización baja (32,18% a nivel nacional). El Rey se dirigió a los pamplonenses el 12 de enero desde la Cámara del Parlamento en la plaza que llevó a llamarse de la Constitución, anunciando el levantamiento de una estatua en su honor “y a todo el pueblo navarro independiente”.

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Plaza de la Constitución, con el Parlamento y la estatua del Rey Cristóbal

Pero el Rey Cristóbal no sólo recibía una tierra rural y analfabeta, sino un déficit de 8.800 millones que, sin la corona española, quedaba en manos de un rey con poca experiencia administrativa. En un año hubo de instaurar una bolsa de valores para potenciar la competitividad en las rutas comerciales, pero eso no bastó para que en ese mismo 1837 Navarra presentase suspensión de pagos. Siempre bajo el consejo de su gobierno, decidió imponer un impuesto al consumo del grano. Al mismo tiempo, Imatz y Oyarzábal definían sus grupos políticos, que competirían en las elecciones parlamentarias de 1839.

Miguel Oyarzábal, gran orador, reunió a un grupo de industrialistas a su alrededor, con el gran empresario Artur Martínez como segundo al cargo, para fundar el Partido Desarrollista. El grupo compartía como intereses comunes el avance económico de Navarra y potenciar su industria para sacar de la profunda crisis al país. Por su parte, Cristóbal Imatz tenía el apoyo de los numerosos terratenientes de Navarra para su Unión Constitucionalista, con la que quería establecer las bases del país.
 
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II. MAYORÍA UNIONISTA E INDUSTRIALIZACIÓN

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Cristóbal Imatz

El 24 de julio de 1839 se realizaron elecciones parlamentarias, resultando ganador con mayoría absoluta la Unión Constitucionalista de los terratenientes, con el 93,1% de los votos: 280 diputados de los 300 que conformaban la Cámara. Cristóbal Imatz se convertía en el primer Presidente del Gobierno navarro. Su gobierno estaría compuesto por Antxon Gartzia como Ministro de Ejército y Armada, Eneko Santxizt Ministro de Desarrollo, Arnault Jiménez de Gracia y Justicia, Artur García de Administración, y Endrike García Ministro de Diplomacia

La agitación en Navarra empezó a extenderse en 1840 por los impuestos al consumo que estaban saneando la economía nacional. El gobierno de Imatz tuvo que establecer una ayuda de asistencia social urgente para intentar calmar los ánimos. Ese mismo año, gracias a los impuestos y a pesar de la intranquilidad generalizada entre la población, Navarra obtenía un balance positivo en su economía que se mantuvo estable con altibajos hasta 1843. El Partido Desarrollista se lanzó a realizar una oposición feroz en contra de los impuestos al consumo y los salarios bajos, defendiendo a la vez su programa de libre comercio.

Imatz y su gobierno habían conseguido industrializar con fuerza el país (uno de los principales deseos del Partido Desarrollista) con un 61,9% de obreros, y dejando a los agricultores en un mínimo de 3,23%. Esto le sirvió a la Unión Constitucionalista a volver a ganar las elecciones en julio de 1843, aunque esta vez sin mayoría, con un 48,2% de los votos con Miguel Oyarzábal muy cerca con el 43,9%. La sorpresa electoral había sido la irrupción del Partido Liberal de Ardaitz Sánchez, de influencia española ilustrada, que consiguió un 7,7% de los votos. Imatz se quedó a 5 escaños de la mayoría absoluta esta vez, y tuvo que contar con los 23 diputados de los liberales para conformar una mayoría.

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Empujados por los liberales, Imatz eliminó los impuestos al consumo del grano, aunque manteniendo otros básicos. Los liberales fueron también impulsores de una reforma constitucional para sustituir la tributación por terrenos por una tributación per cápita. Para ello contaron con escritores de la talla de Andoni Peritz, que consideraba “urgente la necesidad de igualarse los unos a los otros para diferenciarse de otras naciones más opacas económicamente”.

La reforma constitucional salió adelante finalmente el 31 de octubre de 1846, pero antes de ello Navarra volvió a situarse en suspensión de pagos en 1845 con un déficit de 25.300 millones, obligando Imatz a volver a subir los impuestos al consumo. Esta vez los radicales fueron más violentos en zonas como la capital y Vitoria, donde paralizaron el comercio de bienes. Sólo un mes después de la aprobación de la tributación per cápita Navarra regresó a la estabilidad económica.

El 21 de febrero de 1847 se realizaron las primeras elecciones locales. Los desarrollistas sólo consiguieron ganar las alcaldías de Tudela, el pueblo más agricultor de Navarra y donde los terratenientes de Imatz tenían bastante fuerza, y en la ciudad de Bilbao. La capital de Pamplona optó por el candidato de Oyarzábal, así como también las zonas más industrializadas, Vitoria y Logroño. Esto hacía presagiar la movilización de los votantes en torno al Partido Desarrollista meses después en las elecciones generales: pero el 25 de julio Imazt obtenía la mayoría absoluta de nuevo, mientras dejaba al Partido Desarrollista en 122. El Partido Liberal también quedaba fuera del gobierno, con 16 diputados.

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El número de obreros bajó en detrimento de los operarios de máquinas, aunque seguían conformando el 49,9% de la población. En su intento de instaurar la Ley de Agrarismo, con el que se deseaba una distribución de la tierra más justa, Imatz vio como sindicatos, con Arturo Itumendi a la cabeza, y varios intelectuales influyentes, se unían entorno a una agitación que preveía una futura revolución. El presidente del gobierno no tuvo más opción que reprimir con violencia el radicalismo de la mano de su Ministro de Asuntos Internos, Baladi García de Zúñiga. A medida que el descontento aumentaba, el desarrollo de la ley se veía entorpecido por defectos burocráticos. Finalmente, Imatz tuvo que cancelar el proyecto el 20 de febrero de 1849 ante la presión y las demás dificultades, incluso entre sus propias filas.

El 25 de febrero de 1850 se inauguraba el primer ferrocarril de Navarra, en una situación de estabilidad financiera con un 3,2% de crecimiento. Ese mismo año se firmaba también un acuerdo comercial con Francia, con el que se eliminaban los aranceles comerciales entre los dos países.
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III.EL NACIMIENTO DE LA REPÚBLICA Y LA COALICIÓN DESARROLLISTA-NACIONALISTA


En medio de esta situación aparentemente calmada, en 1851, apenas unos meses antes de las elecciones locales, se formaba Salvación Nacional, un partido del que eran parte numerosos comandantes que se quejaban de los sueldos de los soldados, de la poca fuerza de Navarra como nación, y de las revueltas del 49. El 27 de febrero los nacionalistas adquirieron la alcaldía de Vitoria, mientras que la Unión Constitucionalista sólo conservó Logroño. El resultado de las elecciones generales de ese mismo año dibujó un panorama complicado: mientras que Imatz y los suyos descendieron con grandiosidad hasta los 47 diputados, el Partido Desarrollista ganó con 122 diputados, lejos de la mayoría absoluta. Salvación Nacional, con sus 84 escaños, sería determinante. Efectivamente, el gobierno se conformó con una coalición:

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La primera muestra de influencia de Salvación Nacional en el gobierno fue el aumento de cuerpos policiales en el país y el aumento del sueldo a los soldados, medida que contó con el apoyo de los liberales. Oyarzábal por su parte aprovechó el empuje económico para bajar los impuestos per cápita y eliminar varios impuestos al consumo. En una situación de estabilidad, Navarra apareció en la Lista Internacional de Desarrollo como el octavo país del mundo con mejor nivel de vida. El 30 de octubre de 1852 se inauguró en Pamplona la primera central eléctrica mundial, cuando ya la población de Navarra superaba el millón 45 mil habitantes. Y en febrero de 1855 el músico Kauldi Zelaya compuso el himno nacional.

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Inauguración de la iluminación de farolas con electricidad​

La cuestión más complicada que tuvo que tratar el gobierno de coalición fue el de la reforma constitucional centrada en abolir la monarquía. Efectivamente, el Rey Cristóbal apenas tenía influencia en el gobierno y en el país, y no solía aparecer en los Consejos de Ministros, por lo que todos los grupos parlamentarios decidieron que Navarra tenía “alma republicana”, como resaltó el famoso filósofo pamplonés Jon Segurola . Incluso el propio Rey no se resistía a tal reforma. El 5 de marzo de 1855 se aprobó por la mayoría de la Cámara de Diputados la reforma constitucional: Navarra se convirtió así en una República Parlamentaria.

El abdicado Cristóbal de Olazábal hizo su renuncia en la Constitución el 23 de marzo de 1855 en el Parlamento de Navarra y juró frente a la Biblia y el texto cumplirla y hacerla cumplir, delante de todos los miembros de la Cámara, de los Ministros, de nobles y el obispo de navarra. El ex monarca moriría en 1862 a la edad de 67 años y enterrado en la Catedral de Santa María de la Asunción en Pamplona.

La Constitución del 55, prometida por todo el Parlamento, conservaba los párrafos referencias al vasco y castellano como idiomas oficiales, la religión católica como oficial, un parlamento electo por los propietarios nacionales, y el nombramiento de los generales del ejército profesional esta vez por parte del poder ejecutivo. La fecha fue declarada día nacional, el Día de la República Navarra.

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Renuncia al trono y juramento ante la Constitución del Rey Cristóbal, 1855​

Miguel Oyarzábal consideró a su Ministro de Gracia y Justicia Endika de Ubisztongo como Presidente eventual del Gobierno hasta las siguientes elecciones generales, que fue aprobado por la mayoría de la Cámara. Por su parte, el expresidente Cristóbal Imatz de la Unión Constitucionalista y Ardaitz Sánchez del Partido Liberal decidió fundar Alianza Republicana, uniendo ambos programas electorales fundados en el desarrollo del libre comercio y el fortalecimiento de la nueva Constitución.

El 2 de abril, en las elecciones locales, la recién fundada Alianza Republicana conseguía la alcaldía de la capital, mientras que los desarrollistas y Salvación Nacional conseguían dos cada uno. A pesar de la novedad de los republicanos, estos sólo consiguieron 51 diputados en las elecciones generales del 25 de julio, que volvieron a darle la victoria al Partido Desarrollista, aunque tuvieron que seguir contando con el apoyo de Salvación Nacional, cuyuo programa electoral se acercaba cada vez mas al centrismo. Endika de Ubisztongo, que partía esta vez como cabeza de lista, se convertía en el primer presidente republicano electo, jurando su cargo sobre la Biblia y sobre la Constitución.

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Endika de Ubisztongo​

El Gobierno volvió a bajar los impuestos en noviembre de ese mismo año, aprovechando el buen desarrollo de las cuentas nacionales, que sumaban más de un millón en beneficios. El censo constató que los obreros seguían siendo el mayor motor de la nación, un 39,4% en total, seguidos de comerciantes, oficinistas y operadores de máquinas: los terratenientes abandonaron de cumplir el papel más importante en la sociedad. En 1856, con la población activa, el aumento de las industrias, el ferrocarril progresando, la electricidad como primer exportador del mundo, y otros factores urbanos, se pudo constatar que Navarra se había convertido en sólo veinte años en una sociedad industrializada. En 1857 se alzó con el número uno en países con mayor nivel de vida, alcanzando a Francia y dejando atrás a países como España y Gran Bretaña, más centrados en la colonización.

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El Gobierno desarrollista se esforzó durante la legislatura en invertir en la educación del país, que siendo religiosa, sólo contaba con el 1,37% de clérigos profesores y un 44,2% de alfabetización. El 9 de noviembre de 1856 se produjo además la reforma constitucional del sufragio censitario, que permitió a la parte ilustrada de la población no terrateniente ni clériga participar en las elecciones democráticas. Otro gran avance fue la construcción de un alcantarillado moderno, que se realizó en todas las ciudades de Navarra.

El mayor embrollo político provino de la inclusión en la Constitución de la tributación proporcional, un avance enorme en cuanto a la entonces real tributación per cápita. Los terratenientes, ahora minoritarios en el protagonismo en Navarra pero aun así propietarios, y ciertos estratos medios, se opusieron a la reforma. Muchos de ellos eran miembros del Parlamento, incluso del propio partido gobernante. No fue hasta cinco años después, en 1861, cuando por fin vio la luz la tan ansiada reforma de Endika de Ubisztongo.

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En las elecciones locales de 1859 el Partido Desarrollista arrasó consiguiendo la alcaldía de las cuatro principales ciudades de Navarra. En las generales de julio Endika de Ubisztongo, que presentó en las mismas listas a la ya absorbida Salvación Nacional, obtuvo una holgada mayoría absoluta (gracias en parte al aprobado sufragio censitario) con el 69,3% de los votos y 209 diputados. Alianza Republicana se conformaba con 74 diputados, y Unión Constitucionalista, que había vuelto a ser fundada tras su pérdida de influencia con Aitor de Lardizábal en cabeza, consiguió 17 escaños.

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Endika de Ubisztongo conformó el gobierno más amplio hasta el momento: Asteri de Guevara vicepresidente, Untzalu Ramos Ministro de Gobernación, Jon Puch Ministro del Ejército, Iñigo Suárez Ministro de Armada, Gontzal Echagüe Ministro de Administración, Harizt Gamboa Ministro de Desarrollo, Dunixi de Espeche Ministro de Infraestructuras, Argider de Mendoza Ministro de Comercio, Asteri Uriarte Ministro de Gracia y Justicia, y Artur Viteri Ministro de Diplomacia.

El 17 de enero de 1860 se produjo una desgracia en Pamplona: un incendio mortal en una fábrica de ropa acabó con la vida de 109 personas, entre ellos niños, debido a que las salidas de emergencia estaban bloqueadas. El escándalo recayó sobre Aitor de Lardizábal, líder de la Unión Constitucionalista y propietario de la fábrica. El gobierno posiblemente su detencion, lo que emocione entre los votantes del partido, la mayor parte de ellos terratenientes. Unión Constitucionalista se disolvió, tras haber sido el partido gobernante durante las tres primeras legislaturas.

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IV.CONSTITUCIÓN DE 1870 Y GOBIERNO LIBERAL

El 19 de enero de 1861 murió el Presidente Endika de Ubisztongo, pocos días de la aprobación de su ansiada ley de tributación proporcional, y fue enterrado con honores de Estado. El gobierno nombró al diputado Alberto Gaztañeta como su sucesor. Gaztañeta era considerado un gran negociador político, pero su fama de persona dura y cruel no tenía adeptos entre muchos parlamentarios ni entre los votantes. Su gran logro fue la firma de un acuerdo comercial con Estados Unidos. Pero no tardaron en llegar los problemas, y es que el aumento del precio de la carne exigió a la oposición para apoyar el descontento entre la ciudadanía. Gaztañeta aumentó el presupuesto en comedores sociales para intentar paliar la situación.

En las elecciones de julio de 1863, con sólo dos partidos en juego, los desarrollistas perdieron el poder a manos de Alianza Republicana, heredera del Partido Liberal con un potente programa electoral de inversión, por solo 2,7 puntos de diferencia. El intelectual Aitor Leizaola se convirtió en el quinto presidente de Navarra con sus 155 diputados, con el sindicalista Andoni Mendizábal como vicepresidente.

Leizaloa amplió los astilleros de Bilbao , las industrias de armamento, las plantas químicas y la electricidad en Pamplona, así como una mejora en todas las carreteras del país. Pero no fue una legislatura fácil: para empezar el Partido Desarrollista de impuestos utilizó una oposición bastante dura, llegando a sugerir a sus votantes que incluso tenían el derecho a evadir ante el alza de éstos. Por otra parte, a mediados de 1864, Navarra entró en déficit y el desempleo aumentó ligeramente, algo que por fortuna se corrigió al año siguiente, pero que hizo sufrir al gobierno. El accidente minero del 67 e una minería, en el que fallecieron varios niños, también puso en jaque a Leizaloa, que se vio incapaz de legislar sobre el asunto del trabajo infantil.

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El 27 de enero de 1865 se descubrió la ley del documento de identificación, que obligaba a todos los ciudadanos a censarse ya ser identificados. Además del control del censo, aumentó la recaudación.

Las elecciones locales de 1867 fueron muy reñidas, aunque fue el Partido Desarrollista el que consiguió las alcaldías de las tres ciudades principales. Aun así, Alianza Republicana ganó las elecciones generales de julio por un estrecho margen con el 52,6% de los votos.

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La gran reforma que centró al gobierno durante la legislatura fue la aprobación del sufragio universal. Una tarea que llevó a un cisma en el partido eficiente: el vicepresidente Andoni Mendizábal, sindicalista, luchó duro para su aprobación, mientras que Leizaloa no estaba tan convencido por las reticencias de algunos diputados y de parte de la sociedad que estaba en contra, la la mayoría de los industriales, que creían que el derecho al voto de sus trabajadores estaría en peligro su estatus. La aprobación de la nueva Constitución se produjo el 6 de agosto de 1870, y fue firmada y prometida en el Parlamento por el Presidente del Gobierno. Mendizábal abandonó el gobierno por las reticencias de Leizaloa en desarrollar la norma y se unió a Alianza Republicana,

Pero esto no le atribuye a Leizaloa para mejorar su imagen: en las elecciones locales de enero de 1871 sólo se modificó una alcaldía. Y en las generales del 24 de julio, las primeras en las que toda la sociedad estaba llamada a votar, la Liga Popular Progresista se vio arrollada por una aplastante victoria de Alianza Republicana, que obtuvo 191 diputados: Andoni Mendizábal se convirtió en el nuevo Presidente del Gobierno.

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Andoni Mendizábal sucedió el 25 de mayo de 1872 de la Ley de trabajo infantil restringido, tema aún candente desde los acontecimientos de 1867.
 
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No sé cómo desactivar el corrector de texto de la web: me estropea todos los enlaces del AAR. ¿Alguien puede ayudarme para que no se me fastidie en próximas entradas?
 
V. EL GOBIERNO NACIONALISTA Y EL NACIMIENTO DEL SOCIALISMO

Aunque el país progresaba sin inconvenientes, los acontecimientos políticos eran destacables. La Alianza Republicana cayó en una profunda crisis interna cuando falleció el Presidente Andoni Mendizábal a principios de 1875. Los diputados no se pusieron de acuerdo en nombrar sustituto, y no tuvieron más remedio que votar a favor del candidato del Partido Desarrollista (escisión parlamentaria de la Liga Popular Progresista de Leizaloa, con vuelta a los orígenes del partido), José Echagüe. Externamente, Agustín de Olazábal cumplía el peor de los temores de los industrialistas ante el sufragio universal y fundaba la Unión Socialista Obrera, y Salvación Nacional regresaba al juego político tras separarse del Partido Desarrollista.

En esta guisa se celebraban las elecciones locales de febrero, con una Alianza Republicana disuelta: Salvación Nacional ganó en Bilbao y en Tudela, el Partido Desarrollista en la capital Pamplona, los socialistas en la industrial Logroño, y la Liga Popular Progresista en Vitoria. En el decisivo 24 de julio de 1875 Salvación Nacional ganaba las elecciones con el 31,3% de los votos, seguido muy de cerca por el Partido Desarrollista (28,4%). La Unión Socialista Obrera obtenía la nada desdeñable cantidad del 22,7% de electores, mientras la Liga Popular Progresista se convertía en la última lista más votada.

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Los nacionalistas y los desarrollistas firmaron un programa conjunto para formar un gobierno de coalición (como ya ocurrió en 1851 y 1855): Agustín Arana prometía su cargo de Presidente del Gobierno junto con el resto de ministros de su partido, los nacionalistas Endrike Muncharaz como Ministro de Seguridad Nacional, Laurendi Espeche Ministro del Ejército, Gari Larrain Ministro de Armada, Ortzadar de Herce Ministro de Gracia y Justicia, y los desarrollistas Manuel Iturmendi Ministro de Industria y Comercio y Laurendi Gamboa Ministro de Asuntos Diplomáticos. El programa incluía por parte de Salvación Nacional una fuerte inversión en los cuerpos de seguridad, que fue aprobada el 5 de mayo de 1876, y por parte del Partido Desarrollista la ley de libre comercio con la que se proponía acabar con el intervencionismo del gobierno en la economía, votada a favor el 6 de noviembre de ese mismo año. Mientras, a nivel nacional, Navarra ya superaba los dos millones de habitantes, con los oficinistas como primer estrato de trabajadores seguido por los obreros y los operadores de máquinas.

El 28 de abril de 1877 se inauguraba en Pamplona el primer ferrocarril metropolitano mundial, posible gracias a la instalación de vías eléctricas, y Navarra se convertía en la protagonista de varios medios internacionales.

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La mayor crisis se produjo en 1878, cuando las cuentas nacionales se volvieron negativas y el gobierno no tuvo más remedio que subir los impuestos tributarios y al consumo, y bajar los salarios militares (en contra de lo prometido por Salvación Nacional).

La recuperación del nivel de vida coincidía con nuevas elecciones generales en 1879, en las que no concurría el Partido Desarrollista por conflictos internos, desaparecía la Liga Popular Progresista, y volvía a formarse la liberal Alianza Republicana tras su profunda crisis anterior y con compromisos de sanear la economía. A pesar del empate entre nacionalistas y republicanos liberales (125 diputados cada uno), Salvación Nacional consiguió la mayoría de los votos para investir de nuevo a Agustín Arana en un gobierno en solitario, gracias a los socialistas (50 diputados), que se oponían a un gobierno de coalición del que formase parte Alianza Republicana.

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Agustín Arana

La población de Navarra crecía, con la prevalencia del 23,4% de oficinistas, el 18,4% de obreros, el 18% de operadores de máquinas, y el 9,64% de ingenieros: en 1882 el país era la décima potencia mundial (que lideraba Francia) sin haber explotado el ámbito colonial tal y como el resto de naciones habían hecho.
 
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VI.LA CONSTITUCIÓN DE 1884 Y LA COALICIÓN NACIONALISTA-SOCIALISTA

El gobierno de Arana estuvo caracterizado por una bajada general de impuestos, la inversión en la industria del motor y de las bases navales, y por la creación de la Guardia Ciudadana, el cuerpo de policía especial. Pero a principios de 1883 reaparecía de nuevo el Partido Desarrollista de manos de Manuel Iturmendi, ex ministro de Industria y Comercio, tras su crisis interna de hacía cuatro años: en las elecciones locales de ese mismo febrero recuperó su fuerza perdida, y en las generales del 24 de julio se convertía en el grupo más votado con el 40% de los electores a favor, absorbiendo gran cantidad de votos del resto de grupos y reafirmando su influencia sobre el país. Aun así, Iturmendi no contó con el apoyo del resto de partidos de la Cámara, que volvieron a nombrar Presidente del Gobierno a Agustín Arana en un gobierno en minoría a cambio de condiciones programáticas que no hubieran conseguido con los desarrollistas.

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Entre las reformas exigidas por los liberales republicanos y los socialistas, se encontraban la de libertad de conciencia religiosa, que contó con una amplia mayoría de la Cámara para modificar la Constitución el 20 de junio de 1884. Por influencia del socialista Agustín de Olazábal se añadía también en la Carta Magna el Centro de Seguridad Trabajadora, que regulaba la peligrosidad de los obreros. La nueva Constitución recogía como normas inviolables el Estado de Derecho, el sufragio universal, la aprobada libertad de conciencia, y la regla de que futuras modificaciones constitucionales debían ser apoyadas por al menos 200 de los 300 diputados. La nueva Carta Magna fue firmada el Presidente Arana y los líderes de los partidos políticos con representación.

Arana se vio en la obligación que subir los impuestos ante una caída de la economía que superaba los cuatro millones de déficit. Y a finales de 1886, antes de las elecciones locales, se fundaba Fuerza Vasca, primer partido fascista de Navarra que promulgaba “una nueva Constitución para salvar a la nación de los liberales y socialistas y defender verdaderamente el orgullo de los trabajadores de raza vasca”.

Para la inauguración del primer submarino navarro en 14 de julio de 1885 acudieron el Presidente del Gobierno, el Ministro de Desarrollo Sendoa Larrea y los representantes de los grupos políticos parlamentarios.

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En las elecciones generales de julio de 1887 los fascistas convencieron a parte de los obreros consiguiendo 23 escaños frente al ínfimo resultado de los socialistas, que se habían vuelto involucrados en un caso de corrupción sindical durante la campaña. Los resultados complicaban la formación del gobierno: Salvación Nacional ganaba las elecciones seguido muy de cerca por Alianza Republicana, mientras los desarrollistas perdían poder electoral. Ante esta situación, Arana y de Olazábal presentaron ante la Cámara un programa en común para continuar con las reformas sociales en el país, en el que se abstuvo Alianza Republicana, mientras el Partido Desarrollista y Fuerza Vasca votaban en contra. Con un número muy apretado de escaños (113), nacionalistas y socialistas formaban un gobierno en coalición.

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Agustín de Olazábal fue nombrado Vicepresidente, aunque Agustín Arana conformó el cuerpo ministerial con miembros nacionalistas: Iñaki Galarza Ministro de Administración Nacional, Endrike González Ministro de Comercio, Petri Anchorena Ministro del Ejército de Tierra y Mar, Oinarri de Garmedia Ministro de Desarrollo e Infraestructura, Jon Montoya Ministro de Gracia y Justicia y Unai de Vitori Ministro de Asuntos Exteriores. Presidente y Vicepresidente realizaron una gira diplomática internacional en 1888, que incluía España, Francia y Gran Bretaña. El gran éxito de este viaje fue la Firma de Londres, el tratado de pacto de defensa con los ingleses.

Pero no todo en el panorama político estaba en calma: la cúpula de la Unión Socialista Obrera reprochaba a de Olazábal su pacto con los centristas y le acusaban de “no hacer despertar la conciencia de la clase trabajadora”. El líder socialista se defendía mostrando los pasos obreros conseguidos por el gobierno, y la promesa de prohibir el trabajo infantil y la creación de una educación primaria obligatoria para todos los niños. Este punto entró en conflicto con los intereses de Salvación Nacional, y ambos partidos estuvieron a punto de romper la coalición. Además, los liberales de Alianza Republicana realizaron una feroz campaña en contra del proyecto, advirtiendo de la pérdida de poder adquisitivo que sufrirían muchas familias para cubrir los gastos escolares. La Ley de Educación Infantil se aprobó finalmente el 9 de marzo de 1891 con un gobierno desgastado por las disputas entre los partidos gobernantes.

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Agustín de Olazábal

La campaña electoral de ese mismo año unió a liberales y desarrollistas bajo la Coalición Liberal Desarrollista, con un programa fuertemente economista y abanderando el progreso que con ellos en el gobierno consiguió el país en el pasado. Los resultados electorales del 27 de julio les dieron la victoria absoluta con el 53,3% de los votos y 161 escaños. La suma de Salvación Nacional y la Unión Socialista Obrera se quedó en 110 diputados, y los fascistas se mantuvieron, con tres diputados más que los comicios anteriores. Agustín Arana dejaba la presidencia del gobierno a la edad de 68 años tras 16 años en el poder.
 
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VII. CRISIS DE FINAL DE SIGLO Y AGITACIÓN SOCIALISTA

El nuevo Presidente del Gobierno, el comandante Josu de Azpilicueta, de 53 años, vio como tras la dimisión de Agustín de Olazábal la Unión Socialista Obrera abandonaba el Parlamento en bloque y se disolvía como partido político para instaurar una agitación popular a favor de los trabajadores. La primera acción de los socialistas fue una huelga del 2 de octubre de 1891 en las plantas químicas del país aduciendo las malas condiciones de los empleados.

Navarra no fue ajena a la crisis económica y revolucionaria mundial, y la turbación iba in crecento a medida que el país entraba en recesión técnica a finales del mismo año. En 1892 la grave crisis afectaba a todas las clases sociales. El Gobierno diseñó el proyecto de Ley contra la Pobreza, que incluía una bajada de impuestos a pesar de las consecuencias que éstas seguirían teniendo en las arcas públicas. Navarra entró en suspensión de pagos en 1894, mientras las agitaciones continuaban. El Presidente del Gobierno se vio en la necesidad de utilizar la Guardia Nacional para intentar paliar el caos que se vivía en toda Navarra.

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Conformando un nuevo consejo de ministros únicamente para centrarse en la crisis (Bizen Olloqui Ministro de Administraciones Públicas, Ekoi de Iturbide de Consumo Interno, Unai Goñiz de Comercio Exterior, Grazian de Elizalde de Seguridad Pública y Justicia, y Josu Aznar como Ministro de Desarrollo), de Azpilicueta redujo drásticamente los cuarteles, de 64 a 15, para disminuir gastos. Muchos soldados tuvieron que reciclarse, y los que no quedaron desempleados.

El 13 de enero de 1984 moría el líder socialista Agustín de Olazábal, y su sustituto al frente del grupo, Josu Ibarrola, volvía a fundar el partido político para concurrir a las elecciones, considerando en sus propias palabras que “dentro del verdadero poder capitalista es donde mejor se puede luchar por nuestros intereses”.

En las elecciones de julio de 1895, entre el bullicio y el revuelo, los socialistas conformaban el grupo que más crecía y obtenían su mejor resultado hasta la fecha, con el 25,6% de los votos. La Coalición Liberal Desarrollista perdía la mayoría absoluta, aunque seguía siendo el partido más votado.

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VIII. LA GUERRA CIVIL DE LOS CUATRO MESES
Socialistas, nacionalistas y fascistas votaron en contra de investir a Josu de Azpilicueta como Presidente del Gobierno, por lo que el gobierno en funciones disolvió el nuevo Parlamento y llamó a repetición de elecciones, que se celebraron en enero de 1896. El resultado no varió sustancialmente en comparación con las de julio. Josu de Azpilicueta reclamó en el Parlamento “responsabilidad, respeto a la nación y solidaridad” para atajar la grave crisis, ya no sólo económica, ahora también política. Finalmente, Salvación Nacional se abstuvo en la investidura y la Coalición Liberal Desarrollista conseguía un gobierno en minoría.

Lejos de calmarse, y a pesar de que el Gobierno aplicó medidas sociales contra la crisis como la creación del Ministerio de Seguridad Laboral (con Josu Aznar al frente, antiguo ministro de Desarrollo), los socialistas continuaban reclamando violentamente derechos para los trabajadores en las calles. El Presidente del Gobierno llamó a su líder Ibarrola, durante la sesión de debate parlamentario del 16 de julio 1896, a “reclamar paz en la sociedad en los momentos más duros de la historia de la nación”, a lo que éste respondió que no estaba en sus manos “contener los deseos de miles de ciudadanos hambrientos que no se ven representados por el gobierno”.

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Josu Ibarrola

Con el desempleo galopante y la necesidad generalizada, durante la campaña electoral de 1899 la Coalición Liberal Desarrollista fundó “La República”, periódico de corte liberal en el que intelectuales de la época defendían la labor del gobierno durante la crisis. Ésta era tan profunda y el miedo se respiraba en cada rincón de Navarra, que la coalición, esta vez con Salvación Nacional dentro de ella también, obtuvo mayoría absoluta en las elecciones de julio con el 59% de los votos.

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Josu de Azpilicueta prometió la Constitución en el Parlamento a finales de mes en el Parlamento para ser investido de nuevo Presidente, sin sospechar lo que ocurriría el 11 de septiembre de 1989: el socialista Ibarrola irrumpió violentamente en el Parlamento durante el debate, con más de 400 seguidores, tomando la sede por la fuerza y reteniendo al gobierno y los 218 diputados presentes. Ibarrola dio un ultimátum a de Azpilicueta. Le exigía la intervenir en el mercado para aumentar los salarios de los obreros, bajar los impuestos, y aprobar el derecho de reunión a cambio de terciar entre sus seguidores para que cesasen los movimientos violentos.

La Guardia Ciudadana y más de cien soldados se dirigieron al Parlamento para detener a Ibarrola y a los rebeldes, pero se encontraron en las puertas con más de mil obreros (que representaban ya el 60% de la población) que protegían la entrada. El ejército abrió fuego matando a más de cuatrocientas personas: la Guerra Civil había comenzado.

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El General Imanol Leizaloa, fiel al gobierno, se puso en cabeza del ejército, pero tuvo que presenciar cómo muchos de ellos se sumaron al bando socialista. Los obreros tomaron las principales fábricas de Navarra y crearon barricadas en todas las ciudades con armas robadas de los cuarteles asaltados. Los mineros de Vitoria hicieron explotar las minas con explosivos robados a los soldados derrotados de la ciudad. Los operarios de máquinas paralizaron los ferrocarriles y con la ayuda de multitud de ciudadanos se destrozaron las vías de tren entre las principales ciudades. Terratenientes e industrialistas también se movilizaron y se unieron a las filas del ejército, que iba perdiendo soldados a medida que intentaban avanzar contra unas defensas bien organizadas y furiosas, aunque sus ataques tampoco tuvieron piedad y las matanzas de Pamplona lo recuerdan.

Ante la masacre, y derrotado el bando constitucionalista, el 4 de enero de 1900 representantes de ambos facciones, con Leizaloa por un lado e Ibarrola por otro, se reunieron en la Universidad de Pamplona para poner fin a las hostilidades. Se calcula que más de 366.000 personas murieron en ambos bandos en apenas tres meses, la mayoría de ellos soldados.

El fin de la discordia incluía la abdicación de Josu de Azpilicueta y la disolución del Parlamento para convocar nuevas elecciones generales, a cambio de la dimisión de Ibarrola como líder socialista y fidelidad a la Constitución. El bando perdedor se unió en torno a las siglas de Alianza Constitucionalista (menos los fascistas, que tras la guerra se acabaron diluyendo), pero el 8 de marzo de 1900 la Unión Socialista Obrera obtuvo la mayoría absoluta con 177 escaños.

En medio de una calma aún tensa, el nuevo líder socialista surgido del I Congreso Socialista en Vitoria, Alberto Pradera, con un alegato alejado de la violencia pero fiel a los principios de justicia social, fue investido nuevo Presidente de la República. En su primer discurso ante el Parlamento prometió “recuperar la unidad ciudadana y política para reparar los daños constitucionales y sociales causados estos últimos meses”.
 
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XIX. LA POST-GUERRA Y LA HEGEMONÍA SOCIALDEMÓCRATA
Pradera, carismático y experimentado, contaba con un perfil moderado en comparación con Josu Ibarrola, y esto no perjudicaba su imagen ante los socialistas. En sus memorias, “Recuerdos de un servidor público”, el Presidente reconoce que diversas teorías marxistas que defendían desde la cúpula del partido cuando entró como militante “no servían para levantar a un país de la desolación”. En el presente, su tarea era ardua, con unas cuentas públicas en déficit tras el colapso económico, unas infraestructuras afectadas, y una población golpeada por la crisis y por la reciente guerra. Antes de nada quiso unir a todo el Parlamento en su plan para la recuperación, nombrando a ministros de otros colores políticos, para según él “trasladar a los navarros que todos remamos en la misma dirección”: los nacionalistas Biktor de Yñigo, Ministro del Ejército y Justicia y Ferran Echavarren Ministro de Política Exterior, el republicano liberal Ganiz Eguiguren Ministro de Educación, el desarrollista Jon de Espeche Ministro de Obras Públicas, y los socialistas Haize Llaguno Ministro de Hacienda, Damen González Ministro de Desarrollo, Irai Barquín Ministro de Seguridad Social, y Asier Barahona Ministro de Trabajo. Todas sus medidas fueron respaldadas por la Alianza Constitucionalista: el Gobierno subvencionó la creación de las industrias alimentarias para paliar el hambre, dándoles prioridad por encima de otras, no sin dificultad ante los altos intereses debidos por la suspensión de pagos de 1894. El 6 de abril aprobó la inversión de Seguridad Social, que aumentaba en un 20% los pagos de asistencia general, pero en 1901 se vio en la obligación de subir los impuestos para obtener beneficios, aunque fuesen mínimos.

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Alberto Pradera

Navarra, junto a los países en guerra del centro del continente, era una de las naciones con peor calidad de vida. El 18 de septiembre de 1903 se refundó la Liga Popular Progresista, partido desaparecido a finales de los 70 que fue heredero del Partido Desarrollista. En las elecciones locales de octubre de ese mismo año, celebradas sin agitaciones, los socialdemócratas obtenían las alcaldías de Pamplona, Bilbao y Vitoria, la Liga Popular Progresista la de Logroño, y la Alianza Constitucionalista la de Tudela. En las elecciones generales de marzo de 1904, Pradera obtenía mayoría absoluta con el 62,14% de los votos, 187 escaños. Volviendo a reclamar unidad parlamentaria, incluyó a los progresistas en el cuerpo ministerial, con Bikendi García en el nuevo Ministerio de Asuntos Sociales. El Parlamento en bloque aprobó la Ley de las Pensiones por jubilación el 15 de septiembre de ese mismo año.

El siguiente plan de recuperación del Gobierno se centró en la ampliación de las minas afectadas por la guerra y en la mejora de las carreteras, labor que tardaría varios años en completarse. En lo legislativo, el Parlamento aprobó el 10 de noviembre de 1905 la Ley de Educación Pública, que dejaba fuera de la enseñanza a la religión en un país cuya alfabetización había llegado ya al 70% de los ciudadanos. En 1907 volvería a constituirse Fuerza Vasca, fuertemente en contra de la separación entre iglesia y Estado en todos los niveles. Las elecciones generales de 1908 se celebraban con la Liga Popular Progresista integrada en las listas de la Unión Socialista Obrera, que aumentó la mayoría absoluta de Alberto Pradera a 205 diputados. Los fascistas sólo consiguieron 12 diputados. El Parlamento, excepto Fuerza Vasca, se unía de nuevo entorno a Pradera.

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Por fin, a mediados de 1908, las cuentas públicas daban resultados positivos gracias al recuperado comercio exterior y a la mejora de las infraestructuras, lo que le permitió al Gobierno bajar los impuestos: en 1909 la hambruna se reducía, en una sociedad en la burocracia había aumentado hasta el el 27% de la población total, seguidos por los ingenieros, obreros y operarios de máquinas.

Navarra salía de la crisis de la post-guerra lentamente tras años de miseria y desesperación.
 
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X. NUEVA BONANZA Y PODER FEMENINO
Una vez recorrido el comienzo del camino a la recuperación, Alberto Pradera se propuso legislar en ámbitos que durante la crisis le habían resultado imposibles, como lo era el derecho de reunión (que también le exigían desde hace tiempo desde la cúpula del partido). La Ley fue aprobada el 27 de junio de 1911, así como un aumento en la inversión en educación.

En las elecciones locales de octubre, Alianza Republicana decidió desvincularse de Alianza Constitucionalista (siendo el fin de la colación surgida en la post-guerra) y también del apoyo hacia los socialdemócratas: los republicanos obtuvieron la alcaldía de la capital con su programa liberal, aunque el gran triunfador fue la Liga Popular Progresista con tres alcaldías. El fracaso de la Unión Socialista Obrera (que sólo obtuvo la alcaldía de Tudela) retrababa el cambio de ciclo, que a finales de año se reflejaba en el aumento del nivel de vida de toda Navarra. Así con todo, en las elecciones generales de marzo de 1912 los progresistas no obtuvieron el apoyo indiscutible de la sociedad que ellos esperaban, aunque con el 37,8% de los votos ganaron las elecciones, seguidos por los socialdemócratas. Fuerza Vasca conseguía su mejor resultado, con 71 diputados, explotando el miedo ante las recientes migraciones de más 11.000 centroeuropeos judíos, aunque sus conflictos internos le harían volver a desaparecer como partido meses después.

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Alberto Pradera dimitió como presidente del partido y como diputado (a su fallecimiento sería enterrado con honores de Estado) y cedió el testigo a Rafael Arana, que apoyó la investidura del líder de la Liga, Agustín Mendizábal, con la abstención de la Alianza Republicana, que había obtenido unos mediocres resultados electorales. Pero la suerte de los republicanos cambiaría a manos de una mujer: Bizenta Aguirre.

Aguirre, oficinista, celebró la aprobación de la Ley de Mujeres Propietarias de 1914 con una concentración multitudinaria en la Plaza de la Constitución, con discursos feministas que tuvieron gran afluencia y éxito y que continuarían semanas después pidiendo el derecho del voto para la mujer. En pocos meses se convirtió en un referente feminista y un personaje popular, protagonizando “La mujer de la nueva Navarra”, libro de Antía Fernández. El Parlamento no fue ajeno a la popularidad de Bizenta, y la invitó a dar un discurso ante el proyecto de ley del Sufragio Femenino. Su aprobación el 23 de junio de 1915 fue un festejo feminista en toda Pamplona, encabezado, como no, por Aguirre. Con unas ideas claramente liberales, se presentó como presidenta de Alianza Republicana en el congreso del partido del 13 de septiembre, siendo apoyada por el 77% de sus miembros. Aguirre entabló conversaciones con el Presidente Mendizábal, y le convenció de unir bajo sus siglas a la Liga Popular Progresista en una lista conjunta que ella misma encabezaría, como garantía de triunfo para las siguientes elecciones generales de 1916. Así, Alianza Republicana volvía al poder en solitario después de 45 años, y Bizenta Aguirre hacía historia al convertirse en la primera Presidenta electa del mundo.

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Bizenta Aguirre

El Parlamento dejaba de ser una Cámara exclusiva para los hombres. Y con Agustín Mendizábal como Vicepresidente, la nueva presidenta del Gobierno nombró ministras a Edurne Gamboa (Ministra de Educación) y a Itziar Aparicio (Ministra de Justicia). El consejo lo completaban Adiran Espeche (Ministro de Administración y Comercio), Izei Martín (Ministro de Seguridad), Jurgi Allende (Ministro del Ejército), Adiran de Larrain (Ministro de Trabajo y Seguridad Social), Antxon Mendoza (Ministro de Educación y Sanidad), Uani Barahona (Ministro de Asuntos Externos), y Balkoe Celaya (Ministro de Obras Públicas).
 
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XI. MIGRACIONES Y PARTICIPACIÓN EN LA GUERRA INGLESA-FRANCESA
Legislativamente, Aguirre obtuvo el apoyo de los socialistas en la aprobación de la Ley de Derecho a Manifestación y en la Ley de Derechos y Libertades (que impedía al gobierno investigar o detener a los ciudadanos sin garantías), y también aplaudieron la bajada progresiva de impuestos. Las arcas públicas no paraban de crecer y Navarra ya ocupaba el noveno puesto entre las grandes potencias mundiales (por delante de Estados Unidos).

La atracción migratoria fue enorme: en 1917 empezaron a llegar mexicanos, que en apenas unos meses superaron el 32,5% de la población, por encima de la vasca, y enseguida también arribaron checos, askenazis y escoceses, todos en busca de una mejor vida. Esta llegada masiva supuso un reto para el Gobierno, que veía cómo millones de migrantes inexpertos en maquinarias y con poca o ninguna alfabetización ocupaban los barrios pobres de las ciudades. La inversión en educación para crear más escuelas era necesaria, y también normas para integrar a los extranjeros nacionalizados en su nueva cultura, sobre todo en lo referente al idioma vasco y castellano. Los fascistas intentaron movilizar a la ciudadanía contra la inmigración masiva, pero no hubo altercados ni discriminación.

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En plena campaña electoral de 1919, Navarra firmaba con Gran Bretaña el Pacto de Pamplona-Londres de defensa mutua. No imaginaba el Gobierno que enseguida los ingleses declararían la guerra a Francia por cuestiones coloniales en el sur de India. La guerra había comenzado, entre críticas del socialismo, y Navarra no tuvo más remedio que intervenir. Antes de entrar en conflictos se celebraron elecciones, en las que Bizenta Aguirre obtenía tan sólo 14 diputados más que los socialistas de Rafael Arana, lo que supuso un gobierno en solitario de los republicanos.

El general Vicente Uzcundun (que en 1923 refundaría Salvación Nacional) se puso al frente del ejército, que contaba por primera vez con aviones militares (la inauguración del primero de ellos se celebró en 1916). Las derrotas continuas diezmaban a las tropas navarras: la batalla en Pau del 4 de mayo d el 17 de junio de 1920 dejaron más de diez mil muertos navarros. En cambio las defensas del general Cristóbal Nárdiz fueron eficaces: así, el 18 de enero de 1921 los franceses perdieron a más de cinco mil hombres en su intento de tomar Vitoria, y el 12 de marzo ocurría lo mismo al intentar entrar en Pamplona. Los franceses consiguieron hundir 293 convoyes en Bilbao, lo que dejó incomunicada comercialmente a Navarra. Los efectos de la guerra se hacían notar en las cuentas públicas, que entraron en números rojos. Aguirre no tuvo más remedio que subir impuestos para paliar los gastos de la guerra. La agitación crecía, sobre todo en la capital.

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Por fin, el 2 de marzo de 1922 la victoriosa Gran Bretaña firmaba la paz con Francia. El Gobierno de Aguirre se quedaba sin tiempo para reponer el ánimo navarro perdido, y en cuanto se recuperó el comercio internacional volvió a bajar los impuestos. Pero ya parecía tarde para los republicanos: las elecciones locales de 1923 dejaban ver una catástrofe para Aguirre, que perdía todas sus alcaldías a manos de socialdemócratas y de Salvación Nacional. Efectivamente, Alianza Republicana obtenía en las elecciones generales de marzo del 24 sólo 62 diputados, siendo investido Presidente de la República el socialista Rafael Arana con apoyo del general nacionalista Vicente Uzcundun.

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Multitud de ingleses llegaron a Navarra a causa de las guerras en su país, y en junio de 1922 ya representaban el 33% de la población, muy por encima de los vascos (22,6%). La población mexicana también era importante: un 16,6% del total. El país había pasado de albergar a cinco millones de personas a nada menos que a más de once millones en sólo siete años, con ciudades superpobladas y una alta diferencia de clases.

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XII. MAYORÍA SOCIALISTA Y APARICIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA
En el II Congreso Socialista, el elegido presidente del partido, Rafael Arana, presentó un programa más alejado de la socialdemocracia que su predecesor Alberto Pradera. Catorce años después prometería la Constitución con el apoyo de Salvación Nacional, y nombraría el Gabinete Ministerial más amplio hasta la fecha: Damen Aznar Vicepresidente, Asier Echeverri Ministro de Economía, Eneko de Iturbide Ministro de Comercio, Bizen Mihura Ministro de Obras Públicas, Unai Martínez Ministro de Integración, Gari Goñiz Ministro de Transportes, Maren Arismendi Ministra de Salud Pública, Unai Arellano Ministro de Educación, Iker Allende Ministro de Artes y Cultura, Mikel Elizalde Ministro de Industria, Ugutz Mihura Ministro de Relaciones Internacionales, Balkoe Salavarria Ministro de Ejército y Armada, y Dunixi Góngora Ministro de Empleo.

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Rafael Arana

El proyecto de ley de Protección Industrial, con el que se trataba de limitar el libre comercio y proteger a la industria nacional, contó con una fuerte oposición por parte de toda la oposición, excepto de los fascistas, con sus tres diputados no sumaban para la aprobación del texto. Además, diputados socialistas también eran contrarios a la reforma y críticos con el apoyo de Fuerza Vasca. La prensa general, en cambio, defendía la postura del Gobierno. Rafael Arana pronunció un exaltado discurso en el Parlamento en el que defendía “la necesidad de proteger la economía navarra por el bien de los trabajadores y ciudadanos en general”. Finalmente, el 2 de marzo de 1926 se aprobaba la Ley con 138 votos a favor, 66 en contra (entre ellos 4 socialistas) y la abstención de los 96 diputados de Salvación Nacional.

Salvación Nacional y Alianza Republicana sufrieron graves crisis internas a causa del transcurso del proyecto de la Ley y decidieron no presentarse a las elecciones locales de 1927 ni a las generales de 1928. Esto supuso un enfrentamiento dual entre socialistas y fascistas. Fuerza Vasca consiguió hacerse con la alcaldía de Tudela, la población más rural de Navarra. Y en las elecciones generales la Unión Socialista Obrera arrasaba con la obtención de 226 escaños. Pero un nuevo contrincante nació en 1931, con bastante retraso en comparación con otros países: el Partido Comunista, liderado por el general Cristóbal Oyarzábal.

El desempleo aumentó en Navarra afectando a 807.000 personas, y a pesar de las políticas públicas, los comunistas señalaban al Gobierno como “el traidor a la clase obrera y responsable de la escasez de trabajo”. Los comicios electorales le dieron la victoria a los comunistas en la ciudad de Logroño, mientras los fascistas mantenían la de Tudela y los socialistas arrasaban en la capital Pamplona, en Bilbao y en Vitoria. En las elecciones generales de 1932 el Partido Comunista se estrenó con 64 diputados, dejando a los fascistas con 21. Los socialistas volvían a conseguir la mayoría absoluta nuevamente con 215 escaños.

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El 1 de enero de 1935 se celebró el Día de la Independencia. El Presidente Arana transmitió por radio la idea “de haber alcanzado la dignidad nacional a través de todos estos años”. Efectivamente, Navarra no sólo se encontraba en el sexto puesto de las grandes potencias, sino que con sus más de doce millones doscientas mil personas era sociedad próspera.

FIN
 
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