15 de enero de 1502 - Prou braus a Nimes
Una de las primeras medidas de la nueva Catalunya independiente fue la de prohibir la bárbara costumbre castellanotrastámaroaragonesa de asesinar a toros en los ruedos para diversión del populacho. Todo el territorio de los Països Catalans, y también de los países bajo nuestra benévola protección, era ya territorio libre de tortura animal.
¿Todo? No. El bárbaro rey francofranquista todavía permitía corridas de toros en el anfiteatro romano de Nimes, alegando que "son sus costumbres y hay que respetarlas".
Esta situación era insoportable para los pacíficos y modernos catalanes, que a comienzos de 1496 pusieron en marcha la Plataforma Prou para forzar el fin de la barbarie.
El muy chulomesetario rey castellano, a pesar de haberse comprometido en una triple entente opresora junto con Aragón y Francia, demostró una vez más su cobardía y se negó a unirse al aparato represor de nuestras pacíficas protestas. Aun así, el enémigo se presentaba formidable.
La Plataforma Prou, con la ayuda de nuestros bien entrenados CDRs, diseñó el plan de las protestas: primero expulsar al rey trastámaroaragonés de la pugna. Después, marchar sobre Francia desde el sur mientras el legítimo señor de Flandes lo hacía desde el norte.
La primera fase de la operación fue un éxito rápido. Una vez ocupados pacíficamente los territorios peninsulares, y bloqueados los barcos aragoneses en los puertos de Sicilia, el rey de Aragón eliminó sus objecciones a la prohibición de las corridas de toros en el territorio legítimamente catalano-tolosano.
Las fuerzas represoras francofranquistas empezaban a ser insuficientes para contener la oleada de pacíficas protestas catalanas.
Pero el golpe maestro llegó poco después.
Armados con nuevas y más modernas pancartas y cacerolas, los manifestantes fueron ya imparables. A finales de 1499, los pacíficos catalanes habían tomado París.
El rey francofranquista, desesperado, se decidió a negociar, pero massa poc, massa tard, no fue suficiente.
El 15 de enero, con media Francia ocupada por pacíficas manifestaciones de catalanes y borgoñoflamencos, se firmó la rendición definitiva.
El rey de Francia aceptaba prohibir las corridas de toros en Nimes. El conde de Tolosa, bajo la supervisión del Conde-Rey-Dios, tomaría el control efectivo de la ciudad de Nimes y todo el territorio entre ella y Tolosa, para garantizar que así se hacía. Navarra también recuperaba sus legítimas posesiones en Lapurdi, y el legítimo señor de Borgoña arrebataría unas cuantas provincias a Francia para compensarle las molestias.
El pueblo catalán se lanzó a las calles a celebrar.
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