Capítulo 9 – La tormenta comienza al amanecer
En 1939 el líder internacionalista Emil Barth dio un discurso desde la capital del estado:
“Ciudadanos de la más gloriosa republica de cuentas han existido, hoy comienza una nueva era. El pueblo se ha hartado de sus cadenas, las que le unen al capital. Y se alzan en armas. Nosotros les damos aliento, apoyo, y balas si fuera preciso. El hombre vera en el hombre de nuevo un amigo y en Alemania, su compañero. Así pueblo yo os digo que una nueva era se cierne, la era de la verdaderas revoluciones. Por fin el proletario tiene conciencia de clase, y conciencia de mundo. Sabe que en el mundo en el que vive no es sino el último de una larga lista de prioridades. Un mundo donde el burgués hace y deshace a su gusto mientras el obrero sufre una miserable existencia. Pero cuando el pueblo se alce nada podrá la fuerza con la historia. Hoy el pueblo alemán acude a su llamada. Hoy en todo levantamiento socialista europeo pueden contar con el apoyo alemán. Ante todo el pueblo, ante todo el hombre.
¡Proletarios del mundo, uníos, proletarios del mundo, luchad!”
Y como bien dijo, toneladas de armamento se distribuyeron por diversos países fortaleciéndose el movimiento obrero. Pero se tuvo cuidado de evitar que las armas fueran a Francia o Gran Bretaña y darles un “Caus Belli”, era Alemania la que debía lanzar el primer ataque cuando no se lo esperasen, no a la inversa. Consecuencia de todo esto fue que la republica de Checoslovaquia se uniera a la Entente.
Entonces la internacional, bajo el auspicio de Barth tomo un nuevo carácter, más descentralizado, se dividiría en secciones continentales: la internacional europea, la internacional americana y la internacional asiática; los internacionalistas africanos (cuando los hubiese) serían integrados dentro de la internacional europea. Las tres internacionales participarían en el órgano de la internacional mundial. Todo esto, tenía un enfoque claro, se hacía creer que con la descentralización Alemania perdería fuerza, pero se aumentaba su número de asientos en el parlamento de la internacional europea. A su vez, la internacional europea era la voz cantante del órgano supremo de la Internacional mundial. Así Alemania hacía y deshacía a su antojo dentro del ámbito de la internacional.
Barth soñaba, al igual que ya había dicho en sus discursos Töller, con la unificación obrera europea, y el primer paso hacia ella era eliminar el nacionalismo dentro de la internacional. Así, todo miembro de la internacional debía adoptar la bandera roja símbolo de la internacional o derivadas de la misma, y suprimir los elementos nacionales.
En el apogeo de 1939 Barth intento con el apoyo del parlamento convertirse en “líder supremo de la revolución”, una manera elaborada de nombrarse dictador. Pero su exceso de confianza le llevo a creer que iba a prosperar cuando solo recibió el apoyo del 10% de la cámara, la parte correspondiente a los totalistas. Este intento de golpe de estado le valió la desconfianza del parlamento.
Esto había enseñado a los parlamentarios que el poder del presidente en la republica era demasiado si además ocupaba el título de presidente del partido, de esta manera se decidió democratizar este puesto. Tras unas elecciones rápidas el líder del partido sería Töller, debido al desprestigio de Barth tras su intento de acumulación de poder.
Barth además se encontró con que aunque había sido elegido por su internacionalismo, la mayor parte de los parlamentarios desconfiaban de él. Así que al final decepcionado por su fracaso acepto incluir en su gobierno a Töller, Töller regiría los aspectos internos del país y Barth sería el encargado de las políticas relacionadas con la expansión de la revolución.
Tras estas vicisitudes políticas llego a la Proletariathaus la noticia de que nuevas tropas formaban parte de la Volksarmeee. Tras discusiones entre Barth, Trotsky y miembros del ejército acordaron de que ya se estaba en condiciones de ir a la guerra ante el descontento de Töller.
Los primeros frutos de la agresiva política exterior de Barth dio lugar a los primeros beneficios: Dinamarca y Bulgaria. De la primera se obtuvo la región de Abenra. Barth llego a sugerir la anexión total de Dinamarca como republica germana. En este aspecto supo imponerse Töller quien, con el apoyo de la Proletariathaus quito el sueño de una GrosseDeutshcland, como paso previo a la Europa unida a Barth.
Más buenas noticias, a principio de 1940 en España finalmente vencían los republicanos. La influencia alemana era absoluta sobre la joven república y aprovechándolo Barth envió un mensaje que de forma velada les ordenaba pasar a ser una república socialista. Con el apoyo del presidente, J. Negrín, España se convertía en una república socialista pero además dependía absolutamente de Alemania a la que cedía sus relaciones externas y su control sobre el ejército.
Y la sorpresa que acompaño a todo esto fue que Gran Bretaña viendo indefendible Gibraltar ante el avance comunista decidió abandonarla a su suerte. Gibraltar volvía a soberanía española.
Febrero del 1940 sería recordado por todo el mundo; el 13 de Febrero se daba un fallido atentado contra Barth. En un mitin que iba a dar habían sido colocados varios kilos de explosivos que se activarían por un temporizador. Pero la suerte quiso que Barth ese día terminara el discurso antes que de costumbre y al bomba explotase cuando él ya había abandonado el estrado. Sin embargo la acción mato a 9 alemanes e hirió a varias decenas. La auténtica noticia “bomba” fue saber que los explosivos provenían de fábricas de Gran Bretaña. Inmediatamente se exigieron respuesta a Gran Bretaña, esta se negó y a las pocas horas se reunían en la Proletariathaus; la cuestión era la declaración de guerra a Gran Bretaña. La Proletariathaus voto a favor y Töller dijo, sabiendo que esto era el inicio de una nueva era:
“La tormenta comienza al amanecer”