Capítulo setenta y nueve: Los tronos están temblando
Si el ataque germano contra Lieja en 1914 duró 12 días, el aliado apenas se prolongó por un día y medio (20-21 de marzo de 1918). Cabe recordar que los defensores germanos estaban superados en número, potencia de fuego y en estrategia por sus atacantes. Además, la derrota no sucedía en el vacío: sumada a la caída de Arlón en manos galas cuatro días después (24 de marzo) significaba el hundimiento de toda la línea alemana. Como lo señaló posteriormente Luddendorf fue la"
Schwarzen Woche des deutschen Heeres" ("
la semana negra del ejército alemán"). Menos poéticamente, el general Rawlinson lo resumió como "
si los boches no hubieran demostrado estar tan agotados durante el mes anterior, no hubieran considerado atacar las fortalezas de Lieja. Si las hubieran defendido los alemanes de hace dos años, hubieran sido imposibles de tomar…".
Enfrentada a la fuerza combinada de la BEF, la PEF, la CEF, la SAEF, los ANZAC (1) y el ejército Belga, las siete divisiones alemanas (reforzadas por otrs ters durante el curso de los combates) fueron totalmente superadas por las 72 divisiones aliadas. Sin embargo, cabe recordar que estas divisiones no estaban al 100% de sus efectivos debido a los constantes meses de lucha y no se habían podido reponer todas las bajas sufridas. La PEF, por ejemplo, no volvería a entrar en combate, pues sus dos cuerpos de ejércitos apenas contaban con los efectivos de dos divisiones de infantería más dos brigadas. Como Lisboa se negaba disolver las unidades más desgastadas para reforzar las menos y los refuerzos tardaban demasiado en llegar, la PEF fue retirada del frente para evitar su aniquilación final. La SAEF estaba en una situación similar, por lo que, presionado por Londres, Haig tuvo que retirarla de primera línea.
Tal era la sensación de victoria que ni la llegada de gran cantidad de refuerzos germanos procedentes del frente oriental (cerca de tres ejércitos completos) pudo acabar con la confianza aliada.
En el sector francés del frente el general Lyautey había concentrado sus fuerzas para atacar Luxemburgo y así flanquear a los tres cuerpos de ejércitos germanos que defendían Bastogne y lo que quedaba de la Bélgica bajo ocupación germana. Al momento las tropas del General Maxse comenzaron a machacarlas, seguidas por el resto de las fuerzas de Haig, que estaba decidido a mantener a los alemanes en fuga, atacando aquí y allí a la espera de encontrar una brecha por la que lanzar a la caballería.
Sin embargo, el curso de los sucesos demostraría ser demasiado rápido tanto para los políticos y generales alemanes como para los aliados.
Los generales Maxse, Horne y Rawlinson pidieron permiso a Haig para atacar antes de que los alemanes pudieran reforzar sus defensas. Por supuesto, Haig se mostró de acuerdo y así comenzó el avance hacia el Rin. Mientras tanto Clemenceau seguía presionando a sus generales para que penetraran en Alemania, mientras Petain y sus comandantes observaban con pocas ganas las formidables defensas que los germanos habían erigidos desde Saaarbrucken a la frontera suiza. Conocedor del agotamiento de las tropas franco-americanas, Petain decidió ser cauto y esperar a la llegada de sus refuerzos, todavía muy lejos en la retaguardia.
Entonces el final de la guerra llegó de manera tan inesperada como su conflicto. El Kaiser, el Supremo Señor de la Guerra, quedó horrorizado al descubrir la verdad cuando se reunió con Hindenburg y Ludendorf, que le confesaron a bocajarro la seriedad de la situación. El frente occidental podía hundirse en cualquier momento. Ludendorff había mantenido al Kaiser sin información de lo que sucedía mientras controlaba la política y los asuntos militares de Alemania como si fuera un jugador compulsivo que persigue una victoria que se le escapaba de las manos. Había prometido vencer y ahora solicitaba un armisticio en 24 horas o nadie podría evitar una catástrofe total en el frente occidental. No había otra salida.
En las ultimas semanas de la guerra, los prisioneros germanos se contaron por cientos de miles
El Kaiser se enfureció y forzó a que Ludendorff dimitiera al momento. Su reemplazo, el general Groerner, se enfrentó a la cruda realidad. Ese mismo día, el 10 de abril de 1918, los aliados habían entrado en Aquisgrán: el enemigo había penetrado en la Vaterland; peor aún, el ejército ya no podía defender la patria y sus contraataques en Luxemburgo habían fracasado por completo. Corrían rumores sobre disturbios sociales en varias ciudades alemanas que recordaban a la revolución rusa. Alemania no podía seguir luchando. Creyendo que un armisticio era lo único que podía salvar a Alemania, Groerner sugirió al gobierno alemán que aceptara las condiciones de paz aliadas.
El Kaiser siguió dudando y los aliados comenzaron un avance general en todo el frente el 11 de abril de 1918. Pese a la encarnizada defensa, la infantería anglo-canadiense avanzó sin cesar mientras los norteamericanos presionaban hacia Saarbrücken. Tras una semana de sangrientos combates Colonia cayó el 25 de abril en manos aliadas y los soldados británicos llegaron al Rin. Los refuerzos enviados por Groerner desde diversos sectores más tranquilos del frente no sirvieron para detener la marea aliada. Pero ni fue hasta que los Aliados cruzaron el Rín cuando Berlín se rindió a la evidencia.
El 22º Regimiento canadiense, los Van Doos, cruza el Rin. Eran parte de la segunda oleada, y no hallaron resistencia enemiga.
En esas salvajes semanas de contínuos combates las tropas británicas y de la Commonwealth habían sufrido 350.000 bajas, más 400.000 francesas y 100.000 americanas. Las bajas alemanas fueron enormes: 550,000 muertos y heridos más 400.000 prisioneros. Ningún ejército podía soportar este ritmo de bajas. El orgullo ejército alemana fue derrotado en el campo de batalla. The Times escribió: "
Todo el Mundo espera con igua ldeseo la confirmación de que Alemania ha tomado el siguiente paso hacia la paz. Cada hora en que se retrase a tomar esta decisión aumenta sus pérdidas y sus peligros".
Guillermo II se había convertido en objeto de odio y desprecio, con gran parte de la izquierda pidiendo su abdicación y la instauración de una república. El príncipe Bülow, que había reemplazado hacía pocos días a Georg von Hertling como canciller, lideró un gobierno compuesto por mienbros del SPD, el partido Católico de Centro y los Nacional Liberales. Bülow vio claramente que no quedaba más remedio que adoptar una reforma democrática, pero el curso de la historia iba demasiado rápido para él, que tuvo que entablar negociaciones de paz con los aliados.
Con la pena y la muerte en el alma, Alemania pidió negociar la paz con Gran Bretaña.
1) Por si acaso. BEF = Fuerza Expedicionaria Británica, PEF = Fuerza Expedicionaria Portuguesa, CEF = Fuerza Expedicionaria Canadiense, SAEF = Fuerza Expedicionaria Sudafricana, ANZAC = Cuerpo de Ejército Australiano y Neozelandés.
AGRADECIMIENTOS: Quiero agradecer la inestimable ayuda prestada por la p*** IA alemana en este capítulo cuando, al disponer de 32 divisiones el p*** lugar donde planeaba atacarla, decidió enviarlas a reforzar otros sectores. Olé tus güitos, IA. ¿Quién necesita hacer trampas cuando la IA se sabotea sola? ¿Por qué? ¿Por qué?