Cinco diputados en total de todos los territorios de ultramar, pues sí que son pocos. De todos modos quisiera saber hasta qué punto tuvo que ver la injerencia inglesa en todo esto.
Los ingleses tuvieron algo que ver en el asunto... aunque no exactamente el sentido que plantea tu interrogante.
En 1806 hubo una invasión inglesa en el Río de la Plata comandada por el comodoro Home Popham.
A pesar de que España estaba entonces en guerra con Inglaterra (por ser aliada de Francia), y de que por tratarse Buenos Aires un lugar propicio para un golpe de mano enemigo el virrey Sobremonte requirió tropas y armas al España, éste fue contestado por Godoy con un "arme a la población y arréglese como pueda".
Total que Buenos Aires fue conquistada tras una resistencia muy débil y desorganizada, Sobremonte huyó a Córdoba instituyendo allí la capital provisonal de virreinato, e intentó reunir tropas para recapturar Buenos Aires y expulsar a los ingleses.
Quien lo logró fue Jacques de Liniers (un capitán de navío francés al servicio de España), quien reunió tropas en Montevideo, cruzó el río en lanchones aprovechando una tormenta, y se reunió con tropas voluntarias de caballería ligera reclutadas por el hacendado Juan Martín de Pueyrredón y de infantería formadas por jóvenes porteños encabezadas por el alcalde Martín de Álzaga.
La ciudad fue reconquistada y los británicos expulsados tras perder a numerosos soldados, todo su armamamento y capturar como trofeo todas las banderas y estandartes ingleses (entre ellas la del célebre 71st Highlanders, que años después derrotaría a Napoleón en Waterloo).
Sobremonte no pudo reasumir el mando en Buenos Aires dado que el alcalde Álzaga reunió un cabildo abierto en el que se decidió su expulsión de Buenos Aires a Montevideo, y permitió que Liniers organizara un ejército para repeler a la próxima invasión que se consideraba inminente (la flota inglesa permanecía en el Río de la Plata ya que no había buques en condiciones de enfrentarla, y además se sabía que el brigadier William Carr Beresford había solicitado refuerzos a Inglaterra cuando supo que en Uruguay Liniers estaba reuniendo un ejército).
Los refuerzos llegaron a mediados de 1807 bajo el mando del general Whitelocke.
Desembarcaron primero en Uruguay donde inmediatamente derrotaron a las tropas que supuestamente debía estar dirigiendo Sobremonte (todavía virrey nominal). Pero Sobremonte estaba por el interior reuniendo refuerzos.
Álzaga volvió a convocar otro cabildo abierto en el que se decidió cesar al virrey y proclamar a Liniers como virrey provisional.
Esto era completamente inaudito por dos razones:
1) La deposición de un virrey designado personalmente por el rey de una monarquía absolutista, por una asamblea de notables "plebeyos", y la designación de otro sin contar antes con la venia del monarca.
2) La designación de un virrey extranjero (Liniers) por aclamación popular, dado que se lo consideraba el héroe de la reconquista de Buenos Aires y el único capaz para organizar su defensa.
Liniers fue derrotado a las afueras de Buenos Aires, y la ciudad quedó prácticamente indefensa. Liniers propuso que se negociara un armisticio con los ingleses; pero Álzaga, un alavés obstinado, se opuso y comenzó a preparar a la ciudad para combatir casa por casa en una lucha en que particiarían finalmente todos: hombres, mujeres, niños, ancianos, esclavos...
Whitleocke decidió dejar descansar durante 3 días a sus tropas antes de avanzar sobre la ciudad, lo que permitió organizar mejor la defensa y y volver a reunir a los batallones derrotados y dispersos.
Cuando finalmente los ingleses avanzaron, lo hicieron en 13 columnas mal coordinadas. Además, siguiendo las órdenes del Primer Ministro, Whitelocke ordenó a sus tropas no disparar hasta llegar a la Plaza Mayor y estar a la vista del Fuerte: su objetivo era capturar la ciudad intacta y no destruirla. Finalmente la derrota inglesa fue absoluta, debieron abandonar definitivamente el Río de la Plata, tanto las tropas de tierra como la escuadra.
Los sucesos posteriores, relacionados con el antagonismo político entre el alcalde Álzaga y el virrey Liniers (confirmado poco después por el rey), dieron lugar a que en 1809 aquel encabezando a los tercios de Vizcaínos, Miñones de Cataluña y Gallegos (formados solo por peninsulares de esas regiones) diera una asonada que intentó derrocar a Liniers. Saavedra, comandante del regimiento de Patricios (formado exclusivamente por criollos porteños), salió en defensa de Liniers. La rebelión fue aplastada, Álzaga fue deportado a la Patagonia, y los batallones españoles fueron disueltos.
Pero el prestigio de Liniers estaba dañado, su autoridad era cada vez más cuestionada, y la Junta Central en 1809 envió a Baltasar Hidalgo de Cisneros (antepasado del gral. Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe al Fuerza Aérea de la República durante la Guerra Civil) como nuevo virrey al Río de la Plata.
Cisneros llegó en un momento en el que en Buenos Aires había varias facciones políticas antagónicas:
a) Los
carlotistas partidarios de establecer la regencia de Carlota Joaquina de Borbón en el Río de la Plata.
b) Los
juntistas locales, encabezadas por Álzaga en Buenos Aires y el gobernador Elío en Montevideo, que había creado una junta de gobierno local que cuestionaba la aitoridad del virrey Liniers.
c) Los
chisperos, que eran los más radicales y exigían que el virreinato se gobernara por sí mismo y eligieran sus autoridades, aunque reconociendo al rey como soberano.
Durante mayo y julio de 1809 se produjeron conatos revolucionarios en Chuquisaca y La Paz (hoy Bolivia, pero entonces provincia del Alto Perú bajo jursidicción del Virreinato del Río de la Plata), en las que se habían creado juntas de gobierno al producirse la usurpación francesa del trono.
Cisneros envió un ejército que aplastó las revueltas, ordenó juicios sumarios contra los responsables y se los condenó a muerte.
Las ejecuciones promovieron la agitación popular entre los chisperos, dado que una revuelta contra un virrey designado por el rey (Liniers) acabó con el indulto de sus cabecillas (todos españoles), mientras que las otras acabaron en ahorcamientos toda vez que se trataba de criollos contra un virrey designado por las autoridades autoconvocadas de la Metrópoli y no por el rey.
El caso es que, entre invasiones inglesas repelidas sin la menor ayuda de España, y con el solo concurso de voluntarios mayormente criollos, más el doble rasero hacia españoles y criollos aplicado por parte de la máxima autoridad local, fueron creando en buena parte de la ciudadanía una conciencia sino independentista (al menos al principio) sí autonomista.
Y eso terminó haciendo eclosión en 1810, año a partir del cual ya no hubo más virreyes en el Río de la Plata.