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NOBUNAGA_ODA said:
:) Muy chula, gracias.

La verdad es que es difícil encontrar buenas imágenes para ilustrar el AAR. Conozco una página con muchas pinturas, pero no puedo poner las imágenes directamente.

Yo conozco otra, o a lo mejor la misma ¿Has probado a guardar las imágenes? yo tengo baúles llenos... (973 MB vaya...).

Saludos
 
Que cabroncete el Shingo este, total, para morir aplastado por las tropas imperiales :D

Por cierto, me acabo de enterar que en el MyMap (mod de EU2, el del "mapa bonito") hay una especie de Sengoku Jidai, pero no me gusta porque salen poquísimos daimyos (3 o 4 en total, y al principio son todos vasallos de "Tokyo", el controlador actual del Shogunato al principio).

Ah y ves, mira la atricion de los rebeldes, es así es alta porque han cruzado el estrecho, pues en los desembarcos pasa lo mismo, aunque claro, si atacas con ese número descomunal de tropas, pierdes hombre si, pero la batalla la ganas.
 
Viden said:
Yo conozco otra, o a lo mejor la misma ¿Has probado a guardar las imágenes? yo tengo baúles llenos... (973 MB vaya...).

Saludos
Claro, lo que hago es guardar la imágenes y luego subirlas a la página donde las cuelgo normalmente. Pero es trabajo doble, prefiero linkearlas directamente.
Gracias otra vez.
 
DarkReborn said:
Ah y ves, mira la atricion de los rebeldes, es así es alta porque han cruzado el estrecho, pues en los desembarcos pasa lo mismo, aunque claro, si atacas con ese número descomunal de tropas, pierdes hombre si, pero la batalla la ganas.
¿En serio? Yo pensaba que no había pérdidas por atrición en los desembarcos, a menos que mediase cambio de mes. Al cruzar el estrecho si.

En cuanto a la cantidad "descomunal" de tropas. La verdad es que tengo que asegurarme de ganar, porque las rebeliones se extienden como una metástasis. Normalmente se me rebelan hasta 15k, y por eso mantengo al menos 30k, y aun así pierdo algunas batallas (tal vez por la penalización del terreno montañoso :confused: )

Bueno, la última semana he jugado bastante, hasta 1548, y os adelanto que hay bastante movimiento. :D
 
Last edited:
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3º GENERACIÓN: EL PAÍS EN GUERRA


Capítulo 70

Afueras de Inazawa
15 de julio de 1523

Lameng, a lomos de su vieja yegua, seguía con atención las evoluciones de Sasuke. El muchacho estaba llamado a ser un gran guerrero, a pesar de que en los corrillos cortesanos (de los cuales él era informalmente excluido) se ponía en duda su valía por sus antepasados humildes. Qué forma tan hipócrita de pensar ¿Y qué si su bisabuelo fue pescador? Los antepasados de Lameng eran pastores y conquistaron medio mundo.
El mongol sólo desvió la mirada de su pupilo un momento, al percibir que se aproximaba una figura a caballo. Era el franco. Lameng sintió cierta simpatía por aquel extranjero que, a juicio de un japonés, tenía costumbres toscas y descorteses... como las suyas. Aún recordaba la frialdad con la que le acogieron aquella fría mañana de invierno.
Frey Witten bajó de la barca, notando cómo el agua congelada penetraba en sus botas de fieltro. Los toscos marineros chinos le lanzaron su equipaje y se marcharon sin decirle adiós. Los orientales eran especialmente recelosos de aquellos hombres altos de ojos grises y cabellos amarillos que venían de tan lejos. Witten se dio cuenta por fin de que había llegado, e hincándose de hinojos sobre la arena dio gracias al Todopoderoso. Hasta que oyó el relincho de un caballo. Un joven a caballo le observaba pasmado. Su mirada iba nerviosa de su cara al imponente arma que llevaba al cinto: un estoque toledano. Witten se alzó para saludarle, pero el chico se asustó y espoleó a su caballo en dirección a sus acompañantes, repitiendo una retahíla incomprensible de las que sólo acertó a distinguir una palabra: ¡Gaiyin, gaiyin!

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El franco había sufrido muchas dificultades. A principios de 1522 se había visto forzado a abandonar Rodas tras la capitulación de su Orden de caballería ante el invasor turco. Su gran Maestre había ordenado a sus camaradas más jóvenes dispersarse por el mundo para llevar la Palabra a todos los rincones. A él le tocó la remota Cipango, y tras un largo viaje lleno de sinsabores, después de haber estado a punto de ser ejecutado junto a uno de sus compañeros de la Orden en Persia, después de estar a punto de ahogarse en el estrecho de Malacca, al fin había llegado.
Los hombres que le encontraron en aquella playa de Inazawa pertenecían a la familia Yamashita, a la que, superada la desconfianza inicial, serviría lealmente. Y el niño, Sasuke, pronto se convertiría en un gran amigo con el que Witten compartió información y practicó el idioma, que nunca llegó a dominar del todo... De todas formas a él siempre le llamarían “Viden”.
La experiencia le decía a Lameng que un hombre que viene sólo a caballo no suele traer buenas noticias. Y esta vez no sería distinto. Witten lucía un aparatoso vendaje en el hombro izquierdo y traía el rostro sombrío. Sasuke, sin pedir permiso a su maestro de equitación comenzóa a cabalgar hacia él.
-¡Viden-san!¡Habéis regresado!¿Cómo fue la batalla? –Witten suspiró.
-Sasuke, tu padre ha muerto.

La mente de Sasuke volvió atrás en el tiempo aquella noche. Recordó que se había declarado la enésima rebelión en Nishikuni en enero de 1522. Las rebeliones eran cada vez menos frecuentes, sobre todo en Corea, y a los rebeldes cada vez les costaba más reclutar voluntarios. Aún así, los Qing y los Joseon dieron muchos problemas durante 1522.
La guerra en Nipon era otro cantar. En marzo, Los Hojo lanzaron un nuevo ataque por el norte. Las tropas del shogún se desplazaron allí y pusieron en fuga al daimyo rebelde, para comprobar que no había sido otra cosa que una maniobra para alejar a la guardia imperial de Kyoto, que quedó a merced de la coalición Yamana-Mori, que entraba en la provincia de Yamashiro en junio.
La guardia Imperial tardó un mes en volver a Kansai a hacer retroceder a Yamana, y aunque Kyoto quedó a salvo, el shogún nunca podía saber cuándo asestarían los daimyos el próximo golpe.

Fue en este escenario, un tenso alto el fuego, cuando llegó Witten. Sasuke le descubrió arrodillado en la orilla en el transcurso de sus ejercicios de equitación y fue apresado. El caballero franco fue prisionero al principio, huésped después, y finalmente invitado y aliado leal. Witten tardó seis meses en ganarse la confianza de aquellos pequeños hombres aguerridos y feroces, educados hasta el extremo y orgullosos hasta la muerte. Fue su discurso de paz y hermandad, de sacrificio, el que cautivó a sus anfitriones. El propio Tamba ofreció la armadura de su abuelo, Yamashita Taro, para que participase junto a ellos en la gran batalla contra las tropas de Yamana, que habían sido perseguidas hasta su propio territorio.
Shingo decidió entonces dividir su ejército en dos, y mientras que el personalmente se dirigía al sur para intentar rodear a las tropas imperiales y atacar la desprotegida capital, Kyoto. Sin embargo el shogún advertido de esta maniobra, dividió asimismo el ejército en dos, dejando a Hosokawa Sumiyuki al mando de las tropas del clan Shibata, que continuaron su avance hacia Inaba, mientras la guardia imperial se dirigía a detener a Shingo.
Sumiyuki llegó a un valle que estaba dominado por una colina boscosa. Destacó allí un grupo de vigías que le alertaron de que el enemigo estaba maniobrando al otro lado del valle. El ejército rebelde estaba dirigido por Mori Komatsumaru. Éste heredó el mando del clan al morir su hermano Okimoto, y rápidamente rompió sus lazos con el clan Ouchi. Finalmente llegó a un acuerdo con el clan Yamana y juntos atacaron Kyoto, pero fueron rechazados y ahora Komatsumaru se encontraba en una situación difícil. Tras realizar una ofrenda en un templo cercano, bajó la colina y se puso al frente de su caballería. Dispuso su en su flanco derecho la mayoría de su infantería, protegidos por el bosque, mientras que él personalmente se colocó reforzando el flanco izquierdo.
Por su parte, Sumiyuki se colocó al frente de la caballería del shogún, más abundante, en su lado izquierdo, pensando que Komatsumaru se colocaría allí, al amparo del bosque, y puso la infantería de Oda Nobusada en el centro, flanqueada por los Yamashita a la derecha.

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Al avistar al ejército enemigo, los rebeldes comenzaron a disparar sus flechas, causando grandes bajas en la línea imperial. Apenas se pusieron los arqueros de Yamashita a distancia de tiro, Komatsumaru dio orden a su infantería de avanzar, y lanzó a la caballería al galope. Era un movimiento suicida, pero así cubriría el avance de sus hombres, y tal vez pondría en fuga a los arqueros del shogún. Gakuyoshi, que estaba al mando del extremo izquierdo, hizo avanzar a sus piqueros, Mientras Tamba, al mando de sus Ryo-Mon en una posición más central, se encontraba sin oposición. Tamba decidió entonces intentar rodear a la caballería de Mori antes de que llegase su infantería. Era un movimiento arriesgado, porque quedaría expuesto a los dardos enemigos, pero daría la opción de terminar la batalla por la vía rápida.

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Mientras, en la izquierda, Nobusada pasaba por serios apuros. En desventaja numérica, con la pendiente en contra y los arqueros enemigos protegidos por las ramas de los árboles, sus hombres caían como moscas. Mientras, Sumiyuki había acabado de rodear el bosque, y cuando llegó a la vista del templo, que estaba en la cima de la colina, comenzó a virar para atacar el flanco derecho enemigo por la espalda.
Witten en medio de la vorágine, rezaba por que los dardos que estaban diezmando el Ryo-Mon no le alcanzasen. Ya casi habían completado el movimiento de flanqueo, y Tamba dio la orden de cargar contra la retaguardia de la caballería enemiga, y Witten se lanzó como un poseso con sus compañeros. Dudaba de si sus armas occidentales serían efectivas en estos campos de batalla. Afortunadamente no tardó en descubrir que sí. Un caballero, alertado por los gritos a su espalda, giró la grupa de su caballo y cargó contra él. Witten usó su daga toledana para esquivar el yari enemigo, y la cazoleta le salvó de perder el brazo. Inmediatamente se tiró a fondo, y su largo estoque penetró fácilmente la cota de láminas del jinete, que quedó ensartado en el filo y arrastró al propio Witten al suelo. En la caída se dislocó el hombro izquierdo, pero aún le quedaron fuerzas para levantarse y ver que la infantería enemiga estaba a punto de llegar.
-¡Cuidado!¡A retaguardia!-Al ver la expresión de extrañeza en los rostros de sus compañeros, comprendió que había hablado en alemán.
Sin embargo logró llamar la atención de sus camaradas que comenzaron a formar en cuadro para repeler los ataques que ya venían por todas partes. Witten, sorprendido por la maniobra, comenzó a correr hacia el cuadro mordiéndose el labio para soportar el dolor del hombro. Al llegar, vio la figura imponente de Tamba que repartía órdenes enérgicamente... Hasta que una flecha se le clavó en el costado, derribándolo. Usando su propio caballo como parapeto, Tamba se intentó incorporar, pero las piernas le fallaron y volvió a caer. La situación era insostenible, el cuadro del Ryu-Mon estaba sufriendo mucho. Witten intentó examinar la herida de Tamba. Le salía sangre por la boca y respiraba con dificultad, así que probablemente tuviese perforado un pulmón. Tres Ashigaru enemigos penetraron en el cuadro, y entre Witten y otros compañeros lograron reducirlos, pero era la señal de que se estaban desmoronando. Entonces se oyeron gritos de júbilo a sus espaldas. Los hombres de Gakuyoshi habían capturado y dado muerte a Komatsumaru, y los soldados enemigos comenzaban a recular.
En el otro flanco, Sumiyuki perseguía a los restos de la infantería de Mori, que huían en desbandada.
Los agotados hombres del Ryu-Mon unieron sus voces al coro de victoria, excepto Witten, que asistió a Tamba en sus últimos momentos.
-Ha...sido un honor...<coff>... combatir contigo- Dijo en un susurro.
-El honor ha sido mío, mi señor.
Y la cabeza del samurai Yamashita Tamba, hijo de Akira, nacido en Edo en 1476, caía sobre el regazo de Witten mientras expiraba su último aliento.
 
Te has ganado otra imagen:

Samuri3.jpg

Saludos

PD: Un consejo, entre párrafo y párrafo, deja una línea de sepaación, nuestros ojos lo agradecerán.
 
Gardarian said:
Haces click en el número del post que sale en la esquina superior derecha, coges el link y voilá
Sastamente. Es como colgar una imagen, pero usando el botón "Insert Hyperlink". De esa manera descongestionas un poco el primer post.
 
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4ª GENERACIÓN: LOS DEMONIOS BLANCOS

Capítulo 71
Alrededores del santuario de Tsushima, Owari
3 de octubre de 1529

El muchacho se bajó del caballo y se desplomó sobre la hierba, sonriendo y jadeando por el esfuerzo. Arrancó una brizna de hierba y empezó a juguetear con ella entre los dedos. Al cabo de unos segundos, llegó el otro muchacho, también jadeante y sudoroso, y se bajó también a trompicones, tendiéndose al lado de su compañero.
-Sigues siendo un lentorro Gakutori.
-Si eres más rápido es por esa maldita bestia que tienes, Sasuke.
-No le eches la culpa al caballo, y recuerda que ahora me llamo Hideo.
-No me des órdenes, soy el primogénito del jefe del clan. Cuando herede el mando te pondré a limpiar letrinas.
-Cuando heredes el mando te meteré una mano por el culo y te convertiré en mi marioneta.
Gakutori soltó un bufido y se lanzó sobre su amigo, cogiéndole por el cuello. Ambos rodaron colina abajo, y al llegar al final de la pendiente, Hideo apoyó un pie sobre la cadera de su camarada y le lanzó hacia atrás. Ambos se quedaron riendo en el suelo.

-Vamos, tenemos que volver a casa.- Ambos se levantaron y comenzaron a caminar. Hideo distaba de ser aquel niño de once años llamado Sasuke que perdió a su padre a edad temprana. Había crecido a la sombra de las gestas de sus antepasados, algo que le había fortalecido, y a pesar de ser dos años menor que Gakutori, le sacaba una cabeza de alto.

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Santuario de Tsushima

Por su parte, Gakutori también estuvo a punto de quedar huérfano cuando su padre Gakuyoshi se ofreció de rehén al clan Uesugi. Sin embargo Tamba convenció a su hija Suzuna para desposarse con Nagao Harukage, el primogénito del viejo Tamekage, y los Uesugi lo dejaron marchar, convertido en poderoso aliado. Gakuyoshi entonces dirigió a sus hombres en la batalla de Inaba, que daría un nuevo respiro al maltrecho país.

Hideo acababa de celebrar su genpuku, y ahora ya era un guerrero con todas las de la ley. Y un guerrero muy valioso para su clan, a juzgar de sus inigualables habilidades como jinete, arquero y, por supuesto, espadachín.

Después de la victoria en Inaba, Mori Motonari tomó el mando del clan y juró fidelidad al emperador. Por otra parte, el bakufu ideó una estratagema para intentar desradicalizar a los daimyos rebeldes. Hosokawa Takakuni, el hermano de Sumiyuki, propuso hacer abdicar al shogún. Yoshitane era un gran estratega, pero no un gran estadista. Había volcado su política en aplastar la rebelión y había descuidado los asuntos diplomáticos, sobre todo en el exterior. La medida pareció enfriar la guerra, aunque sólo aplacó totalmente al clan Chosokabe, que juró fidelidad al nuevo shogún: Ashikaga Yoshiharu.
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Siguió un breve período de paz, en el que Yoshiharu dio un empujón al comercio exterior, apmliando la zona de influencia en el sur al mercado de Delhi, e imponiendo tarifas especiales a los comerciantes extranjeros. Sin embargo la tranquilidad no podía durar mucho, y en octubre de 1525 Shimazu Katsuhisa asaltó el puesto gubernamental de la provincia de Bungo, ejecutando a los funcionarios que allí trabajaban. Las tropas del shogún se encaminaron hacia Kyushu, donde una vez más, fueron víctimas de la famosa guerra de guerrillas del clan Shimazu.

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Mientras, en el norte, Hojo Ujiyasu preparaba su asalto y en enero de 1526 se adentraba el la provincia de Shimotsuke desalojando a las guarniciones imperiales.

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No fue hasta marzo que la guardia imperial y las tropas de Ouchi vencieron a Shimazu, expulsándoles de Bungo. Mientras el clan Ouchi dejaba a su heredero, el joven Yoshitaka, controlando la región, la guardia imperial y la milicia Shibata se embarcaron rumbo al norte para atacar a los Hojo por la espalda.

Este fue el verano en que se debía haber coronado al nuevo Mikado, cuyo nombre sería Go-Nara. Sin embargo las dificultades económicas que seguía atravesando la casa real retrasaron indefinidamente la ceremonia de coronación hasta reunir fondos suficientes.

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Por otro lado, la política exterior de Yoshiharu empezó a dar frutos y se siguieron estrechando lazos con China, que cada vez recelaba menos de Nipon.

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En octubre, las tropas del shogún controlaban la provincia de Hitachi, y avanzaban hacia Edo, que estaba siendo sitiada por los ejércitos de Hojo y Takeda, cuando Yamana Shingo volvió a atacar. Aniquiló a la guarnición que defendía Inaba y comenzó a avanzar hacia Kyoto. La milicia recién reclutada por los Hosokawa no pudo impedir que entrasen en Yamashiro y pusieran sitio a la capital. El ejército imperial seguía en Kanto, luchando contra la coalición Hojo-Takeda, que fue vencida en una gran batalla el veinte de mayo de 1527. En julio, las exhaustas tropas del shogún expulsaron al ejército de Yamana de Kyoto, pero no le persiguieron. El ejército necesitaba descanso, y la guerra se aletargó un año.

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Desde julio de 1528 hasta septiembre de 1529, los rebeldes ganaron terreno poco a poco. La situación de Ouchi era desesperada, y las tropas imperiales y sus aliados no daban a basto para recorrer el país una y otra vez. En esos momentos las regiones de Kyushu y Tohoku pertenecían por entero a los rebeldes, y el shogún pedía fondos a sus leales para reunir un ejército suficientemente fuerte para aplastarlos a ambos y formar un nuevo ejército expedicionario al sur de China.

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Hideo miró a su alrededor y suspiró antes de alzarse a la silla de su caballo. Probablemente sería la última vez que podría corretear por aquellos prados junto a su amigo Gakutori. Ahora era un samurai, y probablemente le enviarían a Indochina, junto con el nuevo ejército expedicionario.

Este mismo mes de diciembre, se renovó la alianza con China. Delhi se adhirió al pacto, pero Arakan no. El plan de expansión de Yoshiharu daba comienzo.
 
Vaya, Indochina, eso queda un poco lejos no?, no recuerdo muy bien el mapa de Indochina en el EUII, pero estaba dividida en muchísimos estados no? Los más poderosos solían ser Dai Viet y Camboya, creo.

Por cierto, el termino para denominar al Emperador en japones no era tenno?
Mikado me suena (no solo a los palitos de chocolate esos) de algo, pero nunca lo había oído para denominara un Emperador japones.
 
DarkReborn said:
Vaya, Indochina, eso queda un poco lejos no?, no recuerdo muy bien el mapa de Indochina en el EUII, pero estaba dividida en muchísimos estados no? Los más poderosos solían ser Dai Viet y Camboya, creo.
En esta partida Dai VIet se ha hecho con el pastel, y el que hasta hace poco era su vasallo, Ayutthaya, se ha aprovechado y se ha merendado toda la parte oeste.
Con China por enmedio, lo único asequible es indochina.

DarkReborn said:
Por cierto, el termino para denominar al Emperador en japones no era tenno?
Mikado me suena (no solo a los palitos de chocolate esos) de algo, pero nunca lo había oído para denominara un Emperador japones.
Creo que son términos "homófobos" :D
 
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4ª GENERACIÓN: LOS DEMONIOS BLANCOS

Capítulo 72

Inazawa, provincia de Owari
22 de junio de 1534

Gakutori se dejó caer pesadamente en su futón. Sobre las tablas de su estancia, desparramadas aquí y allá, las piezas de su armadura eran mudo e inmóvil testigo de muchas batallas. El heredero del clan Yamashita pasó varias horas insomne, y decidió levantarse y continuar escribiendo su diario de guerra a la débil luz de una palmatoria.

Gakutori recordó como, pocos meses después de despedirse de su amigo Hideo, el clan Hojo se hizo con el control absoluto de la región de Tohoku, invadiendo Shimotsuke. El clan Uesugi detenía momentáneamente su avance, pero enviaba continuos mensajes a Kyoto avisando de que no aguantaría mucho tiempo contra los Hojo y los Takeda. El shogún Yoshiharu no podía enviar tropas, pues andaba empeñado en someter a Shimazu Katsuhisa en Kyushu.

A ello se añadió que tras la victoria en Kyushu, en mayo de 1530, el clan Yamana se reunió de nuevo para atacar, esta vez las posiciones de Ouchi. El joven Yoshitaka se vio desbordado, y Shingo lo empujó hasta dejarlo aislado en Nagato. Shingo dejó un destacamento y volvió atrás para atacar la capital. El clan Shibata contuvo a las tropas de Yamana antes de que entrasen en Kyoto, así que el shogún decidió atacar Tohoku. Las tropas de Hojo y Takeda estaban empleándose a fondo contra los Uesugi en Kanto, y por lo tanto el desembarco se produjo sin oposición. En febrero de 1531 la Guardia Imperial y las tropas de Uesugi conseguían vencer a la coalición Hojo-Takeda, haciéndoles retroceder hasta Hitachi.

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Sin apenas tiempo de reacción, Chosokabe Kunichika decidía cambiar de bando y apoyar al clan Yamana, rebelándose en Shikoku el mismo mes de febrero. Ante la multitud de enemigos, el shogún ordenó al gobernador de Nishikuni embarcar a las tropas hacia la metrópoli. Al tiempo que el ejército de Nishikuni desembarcaba al norte de Kyushu, Chosokabe cruzaba el Mar Interior de Setto para unir sus fuerzas con las de Yamana.

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Después de dejar a los Uesugi asediando el castillo de Edo, que había sido tomado por los Takeda, La Guardia Imperial se dirigió al sur, coordinando su avance con el ejército de Nishikuni, que recuperaba terreno en Kansai, para atenazar a los Yamana y los Chosokabe en la provincia de Yamashiro.

Pasaron dos años antes de que las fuerzas del shogún desbandaran al ejército de Yamana que, bien parapetado, ofrecía una férrea resistencia. Por si fuera poco, Takeda intentaba infructuosamente liberar a sus exhaustas tropas, que resistían en Edo.
Con la caída del castillo en junio de 1532 y la ocupación de Shikoku el siguiente mes de marzo parecía que a los rebeldes se les acababa el fuelle. Sin embargo aún quedaba una gran batalla por librar.

Los restos de el ejército de Yamana y Chosokabe se parapetaban en la provincia de Settsu, muy maltrechos ya tras casi dos años de campaña sin suministros ni refugio. La Guardia Imperial, comandada por Oda Nobusada y el ejército de Nishikuni, al mando de Sadamura Naoyori, encontraron al fin el rastro del ejército rebelde y le persiguieron hasta un frondoso valle en Settsu.

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Cuando alcanzaron a ver al ejército enemigo pudieron comprobar que su estado era lastimoso. Apenas un puñado de hombres hambrientos les esperaban al descubierto. El joven Naoyori, sin consultar a su comandante, dio la orden de atacar, y los rebeldes huyeron precipitadamente hacia un bosquecillo a su derecha. Antes de que Nobusada, indignado, mandara cargar también, el señor Gakuyoshi le pidió la palabra y dijo que era preferible rodear al enemigo. Así, mientras el ejército de Nishikuni perseguía a los rebeldes hacia el bosque, la Guardia Imperial comenzó a dar un rodeo por la derecha.
Fue una escuadra de piqueros de la milicia de Imagawa la que alertó de movimientos en un bosquecillo cercano. Ese era el plan de Yamana Shingo, atraer al enemigo con un cebo y luego atacar por la espalda. La estrategia no surgió efecto y las tropas del shogún masacraron a los rebeldes.

Muy pocos sobrevivieron a la matanza. Shingo había huido con su guardia personal en cuanto la caballería imperial había comenzado a flanquearles. No sabía qué había sido de Chosokabe ni le interesaba, lo único que quería era llegar a Inaba cuanto antes. Cuando llegó a la vista de su castillo, su caballo cayó al suelo reventado, y ordeno a uno de sus leales que le cediese el suyo. Apenas llegó a su castillo el día veitidós de junio, bajó a las mazmorras donde una anciana permanecía acurrucada en un rincón.
-Ya basta de juegos, vieja. Es la última vez que me envías a la muerte.-Dijo Shingo con voz acerada mientras comenzaba a desenvainar su katana.
-Mis predicciones eran ciertas, mi señor. Pero debiste coordinar tu ataque con el señor Ujiyasu y mientras el ejército del shogún permanecía en Kyushu..
-¡Cállate! Mi madre confiaba en ti. Creía que de verdad tenías poderes adivinatorios, pero está claro que éstos murieron con ella.
Shingo levantó su arma para acabar con la frágil anciana, pero ésta lanzó un extraño polvo a las brasas que languidecían en una pequeña chimenea junto a ella y hubo un fogonazo que cegó temporalmente a Shingo.
-¡No huirás de mí!-Dijo, al oírla reptar por el suelo de piedra, y comenzó a dar estocadas a ciegas, hasta que al fin la punta de su espada se hundió en el cuerpo de la anciana.
-¡Aaaaahhhgg!¡El unificador acaba de naceeerrr!-El inhumano aullido de la anciana, perfectamente audible desde fuera de la mazmorra heló la sangre a los guardias y produjo sordera a Shingo durante dos días. Después comenzó a salir un humo gris y denso de entre los harapos de la vieja bruja, lo que obligó a salir a todos los ocupantes del sótano, aguardando en la única salida a que se disipase el humo. Cuando los soldados volvieron sólo quedaba de la bruja sus andrajosos ropajes.

Durante varias noches el sueño de Shingo fue intranquilo ¿Qué había querido decir la bruja con aquella frase? ¿El unificador? ¿Un unificador que acabará con la rebelión? El líder de los Ymana, rendido de sueño, se dio la vuelta en su futón y se entregó a sus pesadillas.
 
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4ª GENERACIÓN: LOS DEMONIOS BLANCOS



Capítulo 73
Provincia de Shan, China
Diciembre de 1534

Arisa se acabó de cepillar el pelo, dejó el cepillo de hueso sobre el tocador y comenzó a recogerse el moño, pero un súbito sollozo convulsionó su cuerpo y sus cabellos cayeron sobre sus hombros como una negra catarata. Hacía ya cinco años que duraba su suplicio. Estaba casada con un hombre al que parecía no importarle un comino. Ella había renunciado a su tierra, a su hogar y a su familia para acompañarle, le había dado dos hijos... Y sin embargo aún la hacía sentir como un simple objeto, como un mueble más de la casa. Es cierto que nunca le había levantado la mano, pero Arisa casi hubiera preferido eso. Al menos Hideo le habría demostrado algún sentimiento, en vez de aquella gélida indiferencia.

Aún recordaba cómo, impaciente, se retocaba una y otra vez el moño la noche de sus esponsales. Como era tradición, Hideo saltó el muro y trepó a su ventana para pasar la noche con ella. Al verle la embargó la emoción. Aquel apuesto samurai, con su elegante kimono, maquillado convenientemente para la ocasión y con los dientes ennegrecidos, como era costumbre. Arisa había soñado cien veces con aquella noche. Conversarían quedamente tras un biombo, luego ella le serviría el té, y en la culminación de una feliz noche de amor ella le abriría las puertas de su castillo. Sin embargo la cosa se torció, y la inocente Arisa quedó perpleja a l ver cómo Hideo tumbaba el biombo de una patada y se abalanzaba sobre ella sin mediar palabra. Sus siguientes recuerdos sólo eran dolor. Dolor físico y espiritual. Ella lloró y él rió todo el rato, hasta que, jadeante, se ajustó el fajín y volvió a marcharse por la ventana sin decir siquiera adiós.

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Desde entonces, un inmenso océano de frialdad inundó su vida. Hideo fue destinado a Indochina poco después de su boda y se llevó a su esposa con él. Arisa soportó los rigores del viaje y la campaña militar sin la más mínima queja. Soportó sus dos embarazos en el campamento rodeado de guerreros y crió a sus hijos sin ninguna ayuda por parte de su marido. Todos los días rezaba por despertar de aquella pesadilla y pedía fuerzas a Buda para aguantar todo aquello como una perfecta dama japonesa. Pero cinco años ya eran demasiado.

Al poco de casarse, Dai Viet declaró la guerra a Arakan. Estaba cantado que la pequeña nación birmana no duraría mucho en paz después de abandonar la alianza con China, Bengala y Japón. Tres meses después, Bengala también le declaraba la guerra, y la oportunidad de expansión que había planeado el shogún llegó. Ayutthaya y Vientiane se unieron a Dai Viet, y China y Japón hicieron lo propio con Bengala, de modo que Arakan se encontró en apenas tres meses con que tropas de seis naciones distintas atravesaban todas sus fronteras.
Tras recibir los refuerzos de los diversos clanes leales al shogún, el ejército expedicionario alcanzó los quince mil efectivos. El Ryu-Mon fue encuadrado en el grupo uno, que atacaría por el norte la provincia de Chin, mientras que los otros dos grupos pondrían asedio a Mandalay y Tarakan. El ejército de Arakan que venía de ser derrotado por las tropas de Bengala, más al norte, llegaron a refugiarse a la provincia, y aunque cuadruplicaban en número a las tropas japonesas, se componían de campesinos sin armadura, armados en muchas ocasiones con horcas y lanzas de madera.

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Este ejército de almas en pena fue vagando por el sur del país, hostigados en su propia tierra por las tropas japonesas y chinas hasta que finalmente se desbandó. Los asedios siguieron y en ocasiones se creó cierta tensión cuando coincidieron tropas de la alianza chino-japonesa con la coalición Dai viet-Ayutthaya. Lobos disputándose la presa.
Tras cuatro años de campaña, Arakan frimó la paz, cediendo parte de sus territorios a China, y rindiendo vasallaje a Dai Viet, además de pagar unas abusivas indemnizaciones a todos los demás países participantes.

Aquella noche Hideo salió a beber con sus hombres, y pronto volvería a su tienda, yacería con ella y se quedaría dormido en un charco de su propio vómito. Arisa no lo soprtaba más, aquella noche acabaría todo. Hideo era un magnífico guerrero, había vencido a centenares de rivales con cualquier arma o con las manos desnudas. También era un comandante sobresaliente, manteniendo a sus soldados alimentados, entrenados y listos para el combate. Pero no era un buen samurai. Era vanidoso, engreído, prepotente y aficionado a los excesos. Probablemente fuese el único samurai del mundo con la armadura lacada con pintura dorada, para ser fácilmente reconocible en el campo de batalla. Hasta tal punto llegaba su presunción.

Hideo abrió torpemente la puerta de la cabaña en que residían. Sin ni siquiera un “hola” comenzó a caminar torpemente hacia ella. Alargó la mano para cogerla de la muñeca, pero sólo encontró el vacío.
-No, Hideo. Primero necesito que me contestes a una duda que me corroe el alma. ¿Sientes el más mínimo aprecio por mí?
-¿Qué?-Se rascó la cabeza con el ceño fruncido, y luego soló una risita.- Tonterias de mujeres.- Y comenzó a avanzar hacia ella.
-¡No hables como si yo no estuviera aquií!¡Estoy aquí, y te he servido fielmente durante cinco años!-Hideo se quedó quieto, sorprendido por el arranque de su esposa, con las manos a medio camino de sus pechos.
-¿Pero de qué estas hablando? De hecho ¿Por qué hablas?
La mente de Hideo, educada en un machismo formal y reglamentado, unida a su natural vanidad, era incapaz de asimilar que una mujer se le encarase de esa manera, y menos su propia esposa.
-¿Para qué te necesito? No has sido más que un estorbo en mi carrera. Mis tropas han perdido días enteros de marcha porque tú estabas de parto. No, no te necesito.
Arisa sentía una agridulce sensación de felicidad. Era la conversación más larga que había tenido nunca con su marido, aunque todo fueran burlas y reproches. Sin embargo esa sensación se difuminó como el humo en un vendaval, al ver a su marido echar mano al mango de su katana...
 
Joder con el Hideo este. Se impone una solución made-in-Rodas. :D

Saludos
 
Viden said:
Joder con el Hideo este. Se impone una solución made-in-Rodas. :D

Saludos
¡No me chafes el suspense, coñe! :rofl:
 
Hombre, este Hideo es un mal necesario, ahora bien, en cuanto sea un viejo senil se le pasa por la Katana y listo.

Que has ganado en Dai Viet? si esque, las guerras en Vietnam no valen nada, o esa es la lección que aprendieron los Useños allá :rofl:
 
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4ª GENERACIÓN: LOS DEMONIOS BLANCOS

Capítulo 74

Iwatayama, provincia de Yamashiro
20 de febrero de 1537

Qué siniestra música. Gakutori sentía el inconstante repiqueteo de las gotas de lluvia en su kabuto. Sentía el gélido abrazo del agua rodeando su cuerpo tras colarse por las láminas de sus hombreras hasta la misma silla de montar, deslizándose por sus muslos y cayendo ruidosamente al suelo desde las puntas de sus botas.

Llevaban justamente una semana maniobrando en aquel paraje. Tras la llegada apresurada de los refuerzos del clan Ouchi , la Guardia Imperial y las milicias de los distintos clanes se disponían a tomar posiciones en el monte. Habían llegado como atacantes y ahora se defendían a la desesperada. Era el colofón perfecto para los dos últimos años de guerra.

Tras la derrota de Yamana Shingo en Settsu las cosas parecieron tranquilizarse, pero Shimazu Katsuhisa, en la seguridad de su feudo de Kyushu, no tardó en volver a desembarcar en Nagato para atacar al clan Ouchi. La victoria fue total, y cuando Shimazu llegó a la provincia de Inaba, el clan Yamana se les sumó sin dudarlo.

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Para ese verano, Takeda ya estaba asediando otra vez el castillo de Edo, y en Noviambre los Hojo ya habían reocupado Shimotsuke. La actuación de los rebeldes era cada vez más coordinada. El caln Ouchi, con la ayuda de los Hosokawa, frenaban el avance de Shimazu mientras Los Shibata y los Uesugi se dirigían al noreste para aplastar a Takeda Nobutora y Hojo Ujitsuna.

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Todo el año 1536 transcurrió con una férrea resistencia en el oeste y un cómodo avance en el este. El clan Shibata se afianzaba como clan dominante en el bakufu, mientras que el clan Ouchi se hundía poco a poco.

Así, en febrero de 1537, las fuerzas del shogún en el oeste comenzaron a derrumbarse. Los Hosokawa se retiraron hasta la frontera de Yamashiro y prepararon la defensa. El clan shibata, dejó a los Uesugi como guarnición contra los Hojo-Takeda, y movió su ejército hacia Kyoto. Si los rebeldes se hacían con la capital, sería el fin.

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Gakutori sujetó las riends del caballo, que se sobresaltó al oír los gritos de ánimo que se daban en la caballería de Shimazu, que formaba frente a él. Habáin pasado una semana observándose, persiguiéndose, jugando al gato y al ratón intercambiando varias veces los papeles. Pero esta parecía la definitiva.

El ejército del shogún había tomado posiciones defensivas en la falda del Iwatayama aquella noche, y habían amanecido en posición defensiva, de cara al valle, y con un bosque a sus espaldas. Sin embargo, el ejército de Shimazu comenzó a subir por la pendiente embarrada para intentar flanquear a las tropas imperiales por la izquierda. Lo único que pudo hacer el comandante Hosokawa Sumiyuki fué girar su línea para encarar al enemigo, dejando a su milicia en la parte más elevada e impracticable para la caballería, y poniendo al grueso de su caballería en el llano. Gakutori estaba en este último grupo, y tenían la orden de flanquear al ejército de Shimazu por su izquierda y atacar su retaguardia.

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Sumiyuki se había puesto personalmente al mando del flanco izquierdo, que debía resistir la carga de la caballería de Shimazu. El terreno pedregoso de la cima les fué favorable y, aunque con un alto número de bajas, pararon en seco a los atacantes.

El mando del sector central fué otorgado al veterano Imagawa Ujiteru, que debía limitarse a aguantar la embestida del enemigo. Por desgracia una flecha le segó la vida durante el enfrentamiento, y la falta de mando hizo peligrar el centro imperial.

Afortunadamente, el flanco derecho cumplió su misión a tiempo. La cababllería comibanada de Shimazu y Yamana no era rival para Guardia Imperial y la caballería del clan Shibata. Mejor armados, más frescos y en superioridad numérica, aplastaron sin contemplaciones al enemigo. Tras perseguir a los pocos jinetes supervivientes, viraron a la izquierda, buscando en la retaguardia enemiga el estandarte personal de Shimazu Katsuhisa.
Yamana Shingo, en la retaguardia de su infantería, asistió impotente al derrumbe de su ala izquierda, y dándose cuenta de la maniobra, ordenó a su hatamoto* una carga suicida para tratar de frenar el avance enemigo mientras enviaba un mensajero a alertar a su general.

La maniobra surtió efecto, pero trajo las consecuencias que Shingo esperaba. En unos minutos, su reducido grupo de caballería estaba rodeado por el enemigo y sus leales samurai caían como moscas. Su hatamoto hizo un improvisado cerco a su alrededor, lo que alertó a Gakutori de la identidad de aquel comandante. Cargó hacia un punto débil y rompió el cinturón que los hombres de Yamana habían hecho alrededor de Shingo, al que derribó del caballo con su yari.

Mientras el resto de la caballería ponía en fuga a la retaguardia de Shimazu, Gakutori y su grupo obligaban a Shingo y sus hombres a rendirse. Los samurai del clan Yamana cometieron sepukku dando vivas a su comandante. Shingo, tras comprobar la lealtad de sus hombres, se dispuso a hacer lo mismo, y Gakutori se ofreció a ayudarle. Shingo se quitó la coraza y se desnudó el torso. Gakutori vio sobre sus hombros lo que esperaba ver: el tatuaje de un gran dragón se enroscaba en su cuello desde su espalda hasta su pecho. Kiwame aún existía, e indudablemente estaba detrás de aquella interminable guerra que estaba desangrando las Islas Sagradas.

Shingo agarró el filo de su wakizashi con un trozo de tela y lo apuntó a su vientre, pero antes de clavárselo alzó el rostro y preguntó a Gakutori.
-Disculpe, señor ¿Tiene el señor Shibata Yoshikane algún heredero?¿Un niño de unos tres años?-Gakutori, extrañado por la pregunta, tardó en contestar.
-Uh... no, pero el heredero del señor Oda tiene más o menos esa edad, el pequeño Kipposhi.
-... Entonces él debe de ser el unificador. He dedicado los últimos tres años a averiguarlo, ahora puedo morir tranquilo.- Tras decir esto, casi en un murmullo, se clavó enérgicamente su arma en el vientre, y después lo abrió con un terrible aullido de dolor, hasta que, sin fuerzas, cayó hacia delante.
Gakutori, que estaba pensando aún que significaba eso del unificador, tuvo que sobreponerse y tardó unos segundos en apuntar y cortar la cabeza de Shngo. Sus samurais chasquearon la lengua con desagrado por el sufrimiento inútil que la falta de reflejos de su señor había causado a Shingo. Pero Gakutori no prestó atención, pues aún seguía absorto en las últimas palabras del señor Yamana.

Para el mes de junio, llegaron a Japón refuerzos procedentes de Nishikuni para el asalto final a Kyushu. Aunque hasta septiembre no estuvo todo preparado para el ataque.

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Este tiempo fue aprovechado por los Shimazu y los Hojo para hacerse fuertes en sus provincias. Tras tres meses, en diciembre de 1537, las tropas del shogún acabaron el trabajo iniciado en Iwatayama, y consiguieron que el maltrecho ejército de Shimazu se retirase a su feudo de Satsuma, Lejano y difícilmente accesible.

Gakutori aún estaba turbado por las palabras de Shiongo, e hizo secreto propósito de controlar a aquél pequeño heredero del clan Oda.

(*)- Hatamoto: es la guardia personal del daimyo, formada por la élite de sus soldados veteranos y sus vasallos.
 
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DarkReborn said:
Hombre, este Hideo es un mal necesario, ahora bien, en cuanto sea un viejo senil se le pasa por la Katana y listo.

Que has ganado en Dai Viet? si esque, las guerras en Vietnam no valen nada, o esa es la lección que aprendieron los Useños allá :rofl:
Confiemos en que no sea necesario pelar a Hideo... tal vez con ayuda de cierto caballero alemán :rolleyes:

Durante los próximos años va a haber movimiento en Indochina. La guerra de Arakan sólo ha sido un ensayo, y aunque Dai Viet ha salido muy reforzado, nunca se sabe hacia dónde puede virar el viento :D