Prandt: Los albores de un pueblo. 769 - 783.
El comienzo de esta historia se inicia con Pràndt de Slesvig, cacique de Jylland y Slesvig, hijo de Haradld fiero colmillo y miembro de la legendaria familia Skjöldung. En la actualidad, año 769 de la era de los francos, la familia gobierna en la casi totalidad de Dinamarca. A las posesiones de Pràndt se suman las de su hermano sobre las tribus de escania y las de su padre en el centro de Sjaeland. A su vez, varios caciques del sur de Noruega guardan lealtad al padre de Prándt.
A pesar de su fuerte posición entre los que respetan a los dioses, la familia de Pràndt vivió tiempos mejores. Sagas sobre los logros de sus antepasados se cuentan en cada banquete y en cada fiesta. Entre sus ancestros está al que los sajones llaman Beowulf; e Ivar Vidfamme, el cuál unificó a casi todas las tribus. Por ese mismo motivo los caciques de uppland son primos de Pràndt.
Pràndt había pasado su vida a la sombra de su padre. Educado para ocupar su lugar como el guía de todas las tribus, los videntes le enseñaron las virtudes de los dioses, y los ancianos las leyendas de su pueblo y su familia. Ávido y aplicado, Pràndt aprendió todo cuanto había que saber de su gente y movido por los logros de sus ancestros, deseaba ser tan grande como ellos y como ahora lo era su padre. Sin embargo, al contrario que su linaje, el no sentía temor por los dioses. Quizás por conocer demasiado de ellos.
Tan absorto estaba Pràndt en prepararse para el futuro, que con casi 40 años aún no había contraido matrimonio, y eso que era un berriondo del copón y las ganas no eran el motivo. A pesar de que su padre le había concedido el gobierno de las tribus orientales, tampoco había hecho ningún movimiento político. Su vida avanzaba y su leyenda ni aún había empezado.
Así, Pràndt decidió dar un cambio brusco a su vida. Más tolerante que su familia a los extranjeros, mandó a sus consejeros que le buscaran mujer. No le importaba de donde fuera o que fe procesase, mientras estuviera en el mundo sostenido por Iggdrasyl a él le era suficiente. Eso sí, quería que fuera una mujer capaz, y fertil, pues bastante había el perdido el tiempo. Sus consejeros le sorprendieron con una sacerdotisa croata. Le dijeron que como el, había sido educada en profundidad en cuanto pudiera aprenderse y que parecía compartir con él esa ligera indiferencia a las diferencias religiosas. Además le dijeron que sería obediente, pues solía ser confiada, lo cuál a Prandt le convenció aún mas, ya bastante tendría con luchar con los hombres, como para hacerlo en casa.
En cuanto a política, Pràndt sabía que la gloría residia en la guerra. Los ancianos siempre decían que nadie estaba vivo hasta que tuviera un nombre. Asi mismo, ningún gobernante sería digno si no tenía un calificativo. Quedándose en casa nadie sería recordado, almneos no con un nombre diferente de "el borracho" o "el berraco". Su padre era conocido por todos como fiero colmillo, al igual que todos los hijos heredaban como apellido el nombre de su padre, el deseaba un sobrenombre igual de honorable.
Su problema era que las tierras a su alrededor estaban gobernadas por su familia y al sur por los sajones, los cuales tenían la noble misión de retener a los francos de su ambición de cambiar las tradiciones de su pueblo. La única opción de Prandt para la gloria era valerse de una tradición de su gente: Una vez en la vida se permitía a un hombre ir a la guerra por el simple motivo de buscar el Valhala. Además, si lo planeaba bien, una guerra podría darle motivo para nuevas contiendas justas a los ojos de los dioses, unificar a las tribus de una misma región siempre era digno.
Buscando ir a donde ninguno de sus antepasados había conseguido sus logros y labrarse un lugar entre las sagas, Pràndt se embarcó al norte, a la región que ellos llaman norge. Primero con el objetivo de subyugar una tribu y mas adelante.. En cualquier caso para su primera refiega mandó batidores a toda la región y escogió a la tribu menos numerosa y más fácil de someter.
La guerra fue sencilla tal como había previsto, y pronto pudo sentar las bases para continuar con sus planes...
A su primera guerra, le siguieron más. Pero no olvidaba tampoco sus deberes hacia su padre, y a la vez le prestaba su ayuda para centralizar el poder de las tribus. No lo hacía por el simple hecho de que algun día heredaría el legado de su padre, sino porque la lealtad era una de las nueve virtudes. Una que aún no había tenido oportunidad de demostrar.
Sus logros no pasaron desapercibidos y pronto despertaron la atención de aquellos que cuentan las acciones pasadas las generaciones venideras.
Todo parecía ir según los planes de Prandt. Le irritaba que su mujer no tuviera nada más que hijas, parecía un castigo de Odín por desposarse con una adoradora de falsos dioses, sin embargo viendo la cantidad de prole que el daba, el varón solo parecía cuestión de tiempo. La campaña del norte continuaba con éxito y sus logros estaban siendo contados, pronto adquiríria la fama que todo gobernarte digno merece.
Pero por mucho que planees el futuro, nunca sale todo como deseas, y la suerte golpeo a Prandt con toda la desdicha que puede traer el azar. Los earls del sur de Norge, tradicionalmente leales a su padre, se habían rebelado. Su padre iendo a sofocar la revuelta había muerto en combate.
Los nuevos acontecimientos dejaron a Prandt en la situación para la que siempre se había preparado, pero en el momento que mas lejos estaba de sentirse listo para abordarla. Nuevo cacique de Selandia, con una campaña en Norge a medio finalizar y una revuelta en curso. Prandt tuvo que decidir rápido. Detendría la campaña y vengaría a su padre. Así, partío con todos sus hombres y el mismo, buscó a los ejercitos sublevados y fue el primero en el frente de cada batalla.
Los ejercitos sublevados fueron diezmados y los earls rebeldes: capturados, decapitados y sus bienes confiscados. Sin embargo, su situación era completamente distinta. Ya no era el earl de Jylland, sino el cacique de Selanda. El había previsto su gloría unicando a las tribus de Norge, pero la ambición de su padre de unificar las tribus de Danmark estaba inconclusa. Prandt consultó a los videntes y decidió que el legado de un padre está primero que los sueños de un hijo y decidió renunciaríar a su ambición, por finalizar la de su padre.
Las tribus de Danmark que no estaban bajo su control, si habían sido fieles tradicionalmente a su familia. De hecho, estaban bajo el control de ella aún. Obedecían a su primo Ragnar Lodbrok.
Teniendo Ragnar tan solo 15 años, Prandt trató de llegar a un acuerdo por las mismas, intentando usar la memoria de su padre. El resultado fue infructuoso y Prandt dedició ir a la guerra aunque tuviera que ser contra un niño de su propia familia. La decisión podría parecer cuestionable, sin embargo, numerosos guerreros fieles a los dioses se presentaron en Selandia deseando combatir en su nombre. La causa debía ser justa.
La guerra no fue nada dificil y Prandt reunificó a todas las tribus de Danmark. El sueño de su padre estuvo casi completo. Por el camino se había dejado el suyo, el cual ya era tarde para cumplir. Sin embargo ahora solo debía erigirse rey de las tierras que ya dominaba y todos sabrían que el hijo de colmillo fiero era fiel al recuerdo de su padre.
El problema estuvo entonces en que alzarse como rey requería reconocimiento de los earls y videntes, y muchos de ellos no consideraron, al contrario que él, justa su guerra. Convencerlos iba a requerir sobornos y el no contaba con ese dinero. Así mismo, las nuevas habladurías acerca de el mismo: "el enemigo del primo", "el acechador de los debiles"; no daban pie a que ninguna guerra que declarase a sus vecinos pudiese ser considerada justa. No tenía medios para hacerse con el oro que necesitaba para coronarse.
Los siguientes años de Prandt solo pudieron catalogarse como desidia. Nada que hacer salgo administrar terrenos, ninguna forma de terminar de completar sus planes. El único hecho de interés fue cuando el arzobispo de Reims, fue en nombre de Roma a hablarle del dios de los francos.
Ese dios no tenía mucha grandilocuencia, es más, el arzobispo se gano unas cadenas por tal objetivo. Lo interesante era los conocimientos de ese arzobispo acerca del mundo, y el saber que se escondía tras eso que había traido con él y que llamaba libros. Con mucho menos espacio que en una de las piedras rúnicas, el arzobispo encerraba tantos conocimientos como todos los videntes. Prandt sintio volver a su niñez, a su preparación para lo que era ahora, y tras entablar amistad con el arzobispo, éste le enseñó a desenvolver los misterios que se escondían en los manuscritos del cristiano.
En su mayoría se hablaba de ese falso dios. Pero tambien se hablaba de ciudades donde el sol alumbraba con fuerza cada día, de templos bañados en oro y de un imperío de mil años que había aprendido a cruzar las aguas mas allá de los rios, de las islas, hasta poder transportar bienes entre los extremos de los mares. Ese punto era el que le interesaba a Prandt.
Prandt duraba de la veracidad de tales cuentos, y de la dificultad que tienen los cristianos de distinguir fabula de realidad. El arzobispo juraba y perjuraba que tales relatos no eran magian, sino plenamente tangibles y que solo tenía que enviar a sus hombres a comprobarlo. En caso de ser verdad quizás era la solución de Prandt. Nadie lucharía jamás por el contra otros fieles a los dioses, pero si pudiese imitar al imperio de cuento y traer la riqueza de sus templos hasta Selandia.. Ese era un tema muy distinto. Eso era honrar a los dioses y cualquiera le seguiría a tal campaña, aún a pesar de su fama.
Prandt mandó a sus hombres a recorrer cada esquina del mundo sostenido por Yggdrasil, y para su sorpresa ,Porolfr, su jefe de espías, no solo volvío afirmando haber encontrado el mítico imperio de los libros, sino haber aprendido como navegar como los que se hacían llamar romanos.
Todo se dispuso para imitar el arte de surcar las aguas. No era para nada barato al contrario de lo que pudiera pensarse, y tras largos años Prandt decidió que era tiempo para permitir al arzobispo, ahora ya su amigo, volver a su tierra. Su rescate además sufragaría los gastos de su nueva campaña.
Cuando al fin estuvieron completados los barcos, a los que bautizarían como drakkars. Prandt decidió embarcarse junto a sus hombres y salir a buscar las riquezas que necesitaba para alzarse al fin rey de Danmark. El 10 de enero del 783 según el calendario de los francos, arrivarían a costas desconocidas. Y ese mismo día moriría Prandt en la que sería su última escaramuza.
No llegó a cumplir su ambición, ni el sueño de su padre. Jamás tuvo un hijo, ni un sobrenombre con el que recordarle. No consiguió demostrar poseer muchas de las 9 virtudes. Pero al menos si demostró haber poseido una como quizas ningún otro escandinavo había poseido nunca, la perseverancía. Quizás no consiguiese llegar a ser digno de una saga, pero al menos esa virtud suya, le llevó a ser el primero de los suyos en conducir a su pueblo a tierras hasta entonces desconocidas.