Vuesa magnifica y magnánima majestad, representante del creador en esta su tierra.
He leído con detenimiento vuestros informes y análisis, he pensado mucho en las nuevas venidas a estas cancillerías de nuestros espías en tierra extranjera, he escuchado en en el viento el sufrimiento de las almas cristianas perdidas por las herejías, obras del oscuro, y por los infieles otomanos. He reflexionado y pedido consejo a nuestro señor, y me ha hablado, en boca de una infanta de corta edad, que con voz poderosa gritaba a las armas en una nueva cruzada a todos los creyentes.
Si consideráis oportuno invadir tierras flamencas y belgas no soy yo el que me opondré, pero no debemos olvidar nuestro objetivo, nuestra razón de ser en esta tierra, y debemos ir preparándonos para la santa liberación. La muy católica majestad española esta corrompida por las riquezas, y si no podemos tenerla de aliadas, debemos hacernos con mas puertos en el mar mediterráneo y sobre todo con sus islas, o pensar en atacar al infiel donde no lo espera, Túnez.