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gilthanas

Sergeant
10 Badges
Nov 11, 2017
50
17
  • Crusader Kings II
  • Crusader Kings II: The Old Gods
  • Europa Universalis IV
  • Europa Universalis IV: Art of War
  • Crusader Kings II: Way of Life
  • Europa Universalis IV: Common Sense
  • Crusader Kings II: Conclave
  • Crusader Kings II: Reapers Due
  • Europa Universalis IV: Rights of Man
  • Crusader Kings III
Hola

soy nuevo en este foro, por lo que pido paciencia por si cometo errores al realizar los posts.

Primero de todo me presento. Llevo tiempo jugando al Crusader Kings 2. Unas 420 horas. Hasta hace poco solo tenía el juego base. Después de hacer unas cuántas campañas, algunas más bonitas y otras con resultados más desiguales y ver que tenía controlado el juego, me di cuenta que necesitaba algo más.

Así que hace un mes me compré varios DLC aprovechando descuentos. The Old Gods, Way of Life, Conclave y Reaper's Due. Decidiéndome sobretodo por aquellos que veía que aportaban al juego un toque más rolístico y también uno que daba más años de juego y más oportunidades con los paganos. (Por cierto no he visto si hay AAR hecho con estos DLCs activos, por lo menos en el foro en castellano).

Así que comencé alguna que otra campaña y me di cuenta que debía volver al principio porque la dinámica del juego cambiaba totalmente. Así que hice de nuevo la típica campaña-tutorial siendo Rey de Mumu en Irlanda desde 1066. Al principio pensaba realizar unos 150 años de juego y ya dedicarme a campañas más interesantes y desde 867. Sin embargo, estos nuevos DLC's veo que le dan tal toque diferente (e imagino que también gracias a la experiencia ya adquirida con el juego) que me está saliendo una campaña muy bonita y que me apetece contar, realizando así mi primer AAR.

Espero que os guste.
 
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Ahora paso a explicar que cosas estoy respetando para realizar esta campaña.

En realidad la principal y que es lo que creo que está dando mucho juego, además de los DLCs con un toque más de rol, es respetar al máximo los atributos de los personajes con los que juego. Es decir si un señor es ambicioso y valiente pues ir a por todas, si alguien es más diligente y paciente, dedicarse al comercio, etc.

En la escritura del AAR me permito un toque literario, que den un toque más épico a la historia.

Para cada personaje, es decir miembro de la dinastía, habrá 2-3 posts.

Y comenzamos

INDICE

Capítulo 1: La Gloria de un pequeño Reino
Capítulo 2: El Reino de Eire
 
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Rey Murchad I El Breve: La creación de un cruzado
Rey Murchad I El Breve: La creación de un cruzado

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Murchad siempre sintió vergüenza de su padre, Rey Brian I de Tundhamhain, quien a sus ojos era un inepto que desprestigiaba la dinastía Ua Briain. Otrora una dinastía poderosa y respetada, que controlaba todo el sur de Eire, tierra rica en pastos y clima temperado, permitiendo que fuera la zona más habitada de toda la isla.

Sin embargo, su padre, llenando de horror a toda su familia, perdió en pocos años lo que se había tardado siglos en construir. Con su actitud juerguista, pendenciera y orgullosa, estaba llevando al pequeño reino a la ruina. Sus vasallos de Unhamhain y Deasmhumhain se declararon independientes y no renovaron sus títulos de iure con su señor, ante afrentas inasumibles para ellos. Por ejemplo, la madre de Murchad, era hermana del conde de Unhamhain, al igual que madre de una niña y dos barones más, una mujer respetada en la corte y muy humilde, que veía como su marido la despreciaba y maltrataba.

Así que cuando ocurrió lo inevitable, la madre volvió al lado de su hermano desgarrada por la pena de dejar a sus hijos detrás. Pero también marcharon casi todos los miembros de la dinastía Ua Briain, descontentos por el gobierno de su pariente, como también lo hicieron la mayoría de cortesanos más respetuosos, miembros de familias antiguas del Reino de Mumu, que veían llegar la decadencia de los Ua Briain y porque no, tomar el poder o apoyar a alguno de los condes para que retomara las riendas de aquel territorio. Por lo que quedaron en la corte de Rey Brian I solamente aquellas personas que disfrutaban de sus favores y de las fiestas cortesanas más decadentes.

Pasaron dos años y parecía que la guerra era inminente, pero entonces ocurrió algo que nadie esperaba y es que Murchad, hermano mayor de los descendientes del Rey Brian, quien aprovechó la buena educación dispensada por su madre y algunos de los cortesanos más ilustres, se hartó de la bajeza inmoral de un ser tan perezoso como su padre e hizo lo que su madre no podía, coger a sus hermanos y hermana y marcharse de la corte de su padre hacia la de su tío, quien les abrió la puerta gustosamente, a sabiendas de que ahora la guerra tendría más sentido si apoyaban a su sobrino para obtener las riendas del reino. No obstante, todavía pasó algo que tampoco nadie se esperaría y es que Murchad siendo alguien justo y honrado, no quería una guerra civil en las tierras de su familia, no quería ver al pueblo sufrir. Así que defendió, y su diplomacia le ayudó, que no entraría otra vez en Tundhamhain hasta que él heredara las tierras del Reino de Mumu y que la desvergüenza de su padre sirviera a todos como ejemplo y que así no se repitieran los mismos errores. Indicó a su madre que siguiera altiva y se ocupara de la educación de sus hermanos y hermana, que junto a él volverían la grandeza a la dinastía Ua Briain y pidió a su tío, el Conde de Unhamhain que fuera paciente y los mantuviera, dándoles alguna pequeña finca. Su tío fue todavía más generoso, abrumado por la diplomacia y saber hacer de su sobrino, y le cedió la administración de una baronía, a cambio de que esta volviera a su vasallaje una vez Murchad fuera Rey de Mumu, y además lo nombró Canciller de Unhamhain.

El Rey Brian I desheredó a su hijo y quiso hacer la guerra contra sus vasallos rebeldes, pero rápidamente se dio cuenta que estaba solo. Nadie le apoyaría en esta guerra ni en ninguna otra y así vivió todavía 22 años, arruinando su reino y engendrando bastardos que de una forma u otra morían con una prontitud sospechosa. Poco a poco vivió en la amargura y el rencor de saberse un rey sin reino.

Mientras tanto, Murchad se consolidó como un administrador capaz y, sobretodo, alguien capaz de trabar amistad con facilidad y destacaba por su simpatía. Sus viajes por el condado de su tío y por el de las tierras de Deasmhumhain eran frecuentes. La baronía que administraba creció en población y recursos y el comercio aumentó. Como también hizo un papel ejemplar siendo canciller, trabando relaciones políticas y comerciales con otros condados tanto de Eire, Gales como de Inglaterra. Sin olvidar, que todo esto lo hizo en una edad muy joven, ya que a penas tenía 17 años cuando huyó con sus hermanos y hermana y cogió las riendas absolutas de su vida. Sin duda, todo esto lo hacia pensando en su futuro reinado, actuando desde la honradez y la justícia.

Nadie sabe todavía quien le empujó a viajar, o si fue él mismo quien tomó esta decisión, pero 8 años más tarde, indicó a su tío y a su madre que iba a visitar las cortes de duques y reyes de los monarcas católicos escandinavos, quienes reinaban en regiones de clima difícil y que hasta hacía a penas 70 años estaban dominadas por gobernantes paganos. De hecho todavía luchaban contra los últimos reductos del paganismo, para llevar así el catolicismo a todas las tierras conocidas. Con él se fueron sus dos hermanos, sedientos de aventuras y seguidores de su hermano mayor. Murchad dejó a su hermana como regente de su baronía, sabiendo que había aprendido administración y diplomacia y confiando en ella más que en nadie.

No se sabe mucho de los años que pasó en esas cortes reales cuando volvió 9 años más tarde, ya con 34 años. Pero su llegada impactó a todo el mundo ya que Murchad, al igual que sus dos hermanos, ya no eran los mismos de antes. Fueron tantas las cosas que impactó a sus familiares, amigos y seguidores, que todos temían que estuviera afectado de alguna enfermedad, pero los 3 años que siguieron hasta que recuperó su reinado legítimo, Murchad demostró que se había convertido en un gobernante listo para tomar el mando.

Sus hermanos llegaron de la mano con jóvenes princesas escandinavas, casados a ellas, y con algún que otro hijo también. Pero además, estos hijos vinieron con un pan debajo el brazo, como se dice, ya que estos matrimonios consumados daban a Murchad sólidas alianzas con Dinamarca y el Duque de Beldorgard de Noruega. Pero es más, también venía con una princesa Navarra que casó con un primo suyo y una princesa de Inglaterra que casó con otro primo. Al mismo tiempo enviaba a sus primas a varias cortes reales de la Europa católica. Sin duda, Murchad sacó provecho de su diplomacia los años que estuvo por Noruega, ya que allí hubo un concilio católico, junto a un torneo de caballeros, para celebrar que el Rey de Noruega había vencido definitivamente los últimos reductos paganos de sus tierras. Allí conoció al Papa de Roma, al Rey de Navarra y los condes de la Marca Hispánica, como también otros dirigentes que luchaban contra el paganismo o los musulmanes.

Sin embargo, no era todas estas nuevas amistades y alianzas las que impresionaron a quienes formarían parte de su futura corte, ya que Murchad siempre destacó por su sentido de la honradez y la justicia, además de tener un cierto carisma sociable. Mas bien fue su creciente fanatismo religioso, sobretodo contra los musulmanes. Fanatismo nacido y cuidado entre las historias de aquellos condes y reyes de frontera que luchaban y se abrían paso entre nuevas tierras que repoblar en la antigua Hispania visigoda. Fanatismo del que hizo apología y varios de sus primos y cortesanos le apoyaron y querían apoyar los sueños de cruzada de quien consideraban su Rey legítimo. Sin duda, durante esos 3 años se construyo la idea de realizar una cruzada contra los musulmanes para liberar Hispania de su yugo y ayudar así a los pequeños reinos católicos a repoblar y devolver su religión a las tierras visigodas. Proyecto que se veía ayudado gracias a su recién adquirida experiencia en el ámbito militar por las guerras vividas contra los paganos en tierras escandinavas.

Pero más todavía, lo que sorprendió fue la llegada junto a él de un hombrecillo de 13 años quien presentó como su hijo legítimo. Aquella noticia fue la más chocante para todos los presentes en la corte de su tío. Ya que por un lado nadie se lo esperaba, pues Murchad no estaba casado y, por el otro, quería decir que aquel chaval de nombre Brian (como su abuelo cosa que también choco bastante esta decisión) fue engendrado estando Murchad todavía en la baronía de Unhamhain.

Al principio todos lo tacharon de bastardo, pero esto no duró ni un mes, pues Murchad, haciendo gala de su diplomacia y don de gentes, consiguió que todos perdonaran su error de juventud y aceptaran a aquel chico, que por su parte era alguien muy amable y trabajador, como miembro legítimo de su familia, sobretodo cuando supieron que parte de la razón de su viaje era precisamente encontrar y casarse con la mujer de quien se enamoró. Esta resultó ser la hija de un barón noruego muy amigo del tío de Murchad, que pasó casi un mes en la corte en una visita de amistad por aquella época. Desgraciadamente aquella mujer murió dando a luz a Brian, pero este pasó a cargo de su padre en cuanto Murchad se presentó en el castillo de su abuelo materno. Sin embargo, Murchad tuvo que aceptar que Brian no fuera su heredero y lo instaron a casarse y tener algún hijo más, a lo que Murchad se negó en un principio. Aunque para apaciguar las inquietudes de sus futuros vasallos aceptó en casarse una vez recuperado el reino y engendrar un heredero legítimo. Mientras tanto, Brian sería su heredero.
 
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Rey Murchad I El Breve: Rozando la gloria
Rey Murchad I El Breve: Rozando la gloria

A penas cumplidos los 37 años, llegó el día en que su padre, Brian I, murió ahogado en sus própios efluvios, atacado por enfermedades varias y apestando a alcohol. No pasó ni un día desde que llegó la noticia a Unhamhain, que Murchad reunió a todos sus familiares, amigos y seguidores y les anunció su intención de recuperar el trono legítimo, quitándoselo a un bastardo de 3 años que su padre dejó con un reino arruinado y rodeado de enemigos. De hecho, cuando Murchad llegó a Tundhamhain, seguido de más de 5 mil soldados, algunos venidos de Navarra y Noruega, este bastardo colgaba muerto de la Torre del Homenaje del castillo y los pocos cortesanos que quedaban vivos huyeron o fueron asesinados, mientras Murchad llegaba aclamado por un pueblo esperanzado de nuevas oportunidades.

Murchad no los decepcionó. Desde el minuto uno se puso manos a la obra. Llenó su corte de sus familiares más queridos, junto a sus esposas, algunas princesas de cortes poderosas, la mayoría de ellas igual de ilustradas, o más, que sus maridos. La corte era inmensa y niños y niñas tomaron los pasillos y la sala de armas, mientras otros nacían. En 2 años el Reino de Mumu retomó su esplendor, aunque no su tamaño, y Murchad comenzó a llenar los cofres para una campaña de guerra en Hispania, seguido por sus hermanos y primos con ganas de aventuras y grandeza.

Sin embargo, Murchad no era feliz del todo, tenía una espina clavada en el zapato. Era su nueva mujer. Una princesa de Noruega a quien hizo llamar, pues su rey se la prometió en mano cuando él estaba en su corte. Se casó con ella, pues debía engendrar un nuevo heredero y porque un rey no puede estar sin una mujer a su lado. Sin embargo no la quería y esto ella lo notaba. Pero Murchad estaba obligado a casarse, porque sus vasallos se lo habían pedido. De hecho, el Conde de Deasmhumhain fue más lejos y no le juraría vasallaje hasta que tuviera un heredero legítimo. Así que en cuanto cogió las riendas del reino se casó, pero 2 años más tarde todavía no había nuevo heredero y es que Murchad no podía parar de pensar en su primer amor, además de estar muy ocupado en dejar el reino con una prosperidad suficiente, ya que no quería que sus deseos de conquistar Hispania se quedarán en nada. Así se insinuaba de la correspondencia mantenida con el Papa de Roma o con el Rey de Navarra. Murchad tenía en mente lanzar una Cruzada contra el mundo musulmán de Hispania. Tenía el apoyo de muchos reinos católicos y el Papa iba a promulgar en cualquier momento el comienzo de estos proyectos para honor y grandeza del catolicismo, en tanto que ayuda de los peregrinos cristianos que iban a Santiago o Jerusalén.

Sin embargo ese momento nunca llegó. Pues Murchad apareció muerto en su habitación, sobre un tablero de ajedrez en el 1067, con apenas 40 años y toda una vida de guerras y grandeza por delante. Nunca se supo que pasó. Parece como si la muerte le hubiera hecho una visita. Es verdad que Murchad era un hombre diplomático y justo, pero personas cercanas le advertían de su falta de erudición y, sobretodo, su ingenuidad ante personas malvadas que conseguían estar cerca de él.


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Muchos sosprecharon de su mujer, la Princesa Ingegerd de Noruega, quien era alguien brillante en técnicas militares, diligente, amable y caritativa. Es verdad que no se sentía amada por Murchad, pero sentía mucha devoción por él, como muchos de sus familiares, amigos y seguidores. Además, era alguien tímida y tan caritativa, que a pesar de estar algo más de 3 años en la corte, todos la conocerían por siempre como Ingegerd la Santa, pues no se volvería a casar nunca más y dedicó su vida a ayudar al prójimo. Por lo tanto, rápidamente voces de Mumu y Noruega acallaron estas difamaciones.

Sobretodo, que lo más importante era que, con la muerte de Murchad, también llegó la muerte de la que sería, sin duda, la primera Cruzada Cristiana de la historia.


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Y así continuaba el Reino de Mumu a la muerte del Rey Murchad I, siendo un pequeño reino formado por 2 condados.
 
Hola nachinus!!

gracias por tu comentario y aliento :)

por los foros de parados ya venía pasando desde que me compré el Crusader Kings, mirando así dudas que ya estaban resueltas o leyendo AARs. Sin embargo, es verdad que hasta ahora no había hecho comentario alguno, pues o los AARS eran viejos o inacabados o las dudas se resolvían gracias a que otras personas ya lo hicieron en su día.

pero bueno, aquí estoy con el AAR y la verdad que me está gustando, porque además la historia avanza bien y ahora estoy con un personaje que la verdad me cuesta interpretar y se carga la línea de lo acontecido hasta ahora, así que me motiva todavía más. Aunque no voy a hacer spoilers, habrá que esperar.

en todo caso, espero que os guste este AAR y, a no ser que pase nada raro (fichero corrupto), prometo acabarlo!!! :D

por cierto, aprovecho este comentario para preguntar una cosa. Tenía entendido que con el way of life venía una especie de Libro de Crónicas donde te hacían un resumen de la vida y hechos de cada personaje. No lo encuentro por ningún lado y la verdad que ayudaría jeje Alguien sabe algo?
 
Rey Brian II el Tenaz: Construyendo un Rey
Rey Brian II el Tenaz: Construyendo un Rey

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Brian nunca pensó que gobernaría. No obstante también tuvo quien le acusó del asesinato de su padre, precisamente para gobernar. Pero quienes le conocían realmente, sabían que aquel joven adulto de 19 años, amable y terco, no tenía maldad y sus pequeños engaños no iban más allá del propio beneficio del reino, cosas sin importancia.

Después de casarse con Gwenllian, la hija del Duque de Powys, todo un honor para él y matrimonio conseguido gracias al saber hacer de su padre, y justo cuando pensaba tomar las riendas de la baronía, que su padre y su tía habían administrado concienzudamente durante años, en el condado de Unhamhain. Le llegó la noticia de la muerte de su padre y sin perder tiempo se dirigió hacia la corte del reino, acompañado por su abuela y el Conde de Unhamhain, que pasados los años a su lado le habían cogido cariño y respeto. Alguien tan trabajador debería ser un buen gobernante y aunque un reino no era una baronía, se debía actuar rápido si no querían que se perdiera todo de nuevo.

Llegados a Tundhamhain, el Rey Brian II se encontró una corte que lo acogía con calor y ganas de trabajar con él. Nadie dudaba que era más por respeto a su padre y al reino, pues nadie quería una guerra civil. En todas las personas había calado la idea de que lo importante era reconstruir el reino y que estuviera en paz lo más largamente posible. Por lo que el reinado de Brian II el Tenaz comenzó en paz y el objetivo fue continuar recuperando la prosperidad. Solo había una china en el zapato, que el Conde de Deasmhumhain no quiso mostrar vasallaje a su nuevo señor, pues a pesar que era el hijo de quien hizo tal promesa en su día, este la cumplió a rajatabla.

Entonces, durante los primeros 7 años, Brian II se dedicó al reino en cuerpo y alma, terco como era, todo debía estar atado y bien atado y le dedicaba horas al trabajo y no le daba importancia al desplante del conde, tenía presiones pero él no quería una guerra. Pero también fueron unos años en los que nació un gran amor entre él y su mujer, quien se mostró como alguien de grandes cualidades, capaz y que ayudó muchísimo en sus inicios al Rey Brian II. Así que él dedicó también mucho tiempo a ella y su hija.

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De hecho, se dice y es verdad, que Gwenllian enseño a su marido la paciencia y diligencia que todo gobernante debe tener y controló también su avaricia y terquedad y pequeñas mentiras, lo que permitió que se entendiera cada vez mejor con sus vasallos. Lo único que no consiguió nunca con su marido, fue un amor carnal. Brian siempre había mostrado más interés por el rezo que por el sexo y en 9 años de matrimonio, Gwenllian solo dio a luz a dos niñas. Y esto y su muerte en diciembre de 1075, dando a luz a su segunda hija, fueron un duro golpe para Brian y su reino. Primero porque todavía no había ese ansiado heredero “legítimo” que todo el mundo esperaba (hay que recordar que el Conde de Deasmhumhain no aceptaba su reinado) y que Brian perdía a su compañera más fiel, pero además se veía obligado a casarse de nuevo, a penas 6 meses después de la muerte de Gwenllian. Lo haría con Sichelgaita di Capua, hija de un rico comerciante lombardo que tenía muchos contactos y comercio con la nobleza de Mumu. No todo el mundo vio con buenos ojos ese enlace, pero su segunda mujer era alguien iracunda y fanática que agradó a muchos cortesanos que ya de la época del padre de Brian, Rey Murchad I, congeniaban con esas ideas. Además era una mujer fuerte, ambiciosa y muy astuta que utilizó toda la diplomacia de su padre y la suya misma para hacerse un hueco en la corte, haciendo prevaler sus ideas, eso si, siempre dejando que su marido tomara la última decisión.

Tan audaz fue su entrada en la corte y rápida su aceptación (no obstante llevaba años viviendo en tierras de Mumu y conocía la lengua y la cultura), que se dio cuenta que el consejo de su marido y muchos cortesanos veían un insulto que el conde de Deasmhumhain no se inclinara ante su legítimo señor. Tal era su ambición también, que en solo un año consiguió que su marido aceptara obligarlo a firmar vasallaje y, sino, hacerle la guerra. Además lo consiguió con astucia, pues le presentó su embarazo y se lo pidió como regalo a su buen hacer. Y es que Sichelgaita si supo como meter a su marido en la cama y eso a pesar de que él continuaba pensando en Gwenllian. Tan buena era en casi todos los aspectos, que le dio un heredero, el tan esperado y con esto se acabó la guerra, aunque no de inmediato, sino varios meses después (y gracias también a las fuerzas que envió su antiguo suegro, el Duque de Powys, con quien todavía mantenía una buena relación), pues el Conde firmó vasallaje y se quedó contento con quien sería en un futuro su nuevo señor, que él esperaba no muy lejano. Pero andaba equivocado.

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Reino de Mmu después de que el conde de Deasmhumhain firmara vasallaje a Rey Brian II
 
Rey Brian II el Tenaz: La década mortífera
Rey Brian II el Tenaz : La década mortífera

Brian siempre se arrepentiría de aceptar las demandas de su mujer y su consejo, pues él siempre consideraría esa guerra como algo que hundió a él y su reino en 13 años de caos y muerte. Es más, esa decisión le marcaría de por vida.

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La década de los 80 del siglo XI sería recordada en Mumu como la década mortífera. A penas 6 meses acabada la guerra, para finales del 1078. Llegó al Reino de Mumu una epidemia de Tifus que los marineros (quienes la trajeron al reino) decían que había comenzado en Cornualles, pero que ya estaba toda Inglaterra, Escocia, Gales y las tierras del norte de Eire infestadas y los muertos se contaban por miles. Pero es más, en Deasmhumhain, debido a la falta de alimento y la mala salud que dejó la guerra, estalló una epidemia de fiebre tifoidal que arrasaría con otros tantos en toda la isla y, sobretodo, en el reino de Mumu. Tal fue la devastación, que casi se perdió todo lo conseguido. La corte se encerró y Brian solo reinaba de nombre, porque durante casi 3 años el caos fue absoluto. Sin embargo a todos los territorios afectó por igual, por lo que estando casi todas las cortes cerradas, nada cambió.

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Durante esos años Brian se dedicó a administrar más y mejor e hizo planes que quería poner en práctica una vez abiertas las puertas. Creció en orgullo y avaricia, pues nadie le controlaba ya sus defectos. Su mujer solo lo saciaba en ambición y sexo. Y también hizo mella en él perder su mano izquierda, debido a la infección de una herida mal curada de la guerra, que estuvo a punto de matarlo. Ni siquiera el nacimiento de un nuevo barón le alegró la vida y cuando la enfermedad parecía que había desaparecido completamente para otoño del 81, durante ese invierno salió a la luz como el nuevo Conde de Unhamhain, se atrevió allí donde su padre, valedor de Murchad I y Brian II, no se atrevió nunca, hacer relamaciones al trono de Mumu para él y su dinastía. Brian en un principio no quiso darle más importancia, pero su consejo y, sobretodo, su mujer, veían en ello una afrenta y le instaron a parar el golpe y apoderarse él del control del condado para más gloria de la dinastía Ua Briain. Brian se desentendió de la guerra pero dio permiso para que se detuviera al traidor, lo que la hizo estallar. Sichelgaita se hizo valer de la alianza con el Duque de Merci, a quien había comprometido con la hija mayor de Brian, y atacando sus comandantes por el oeste y el Duque de Merci por el Este, se acabó la guerra en un abrir y cerrar de ojos. El conde se hizo fuerte en su castillo, pero un año más tarde fue tomado una vez que dentro no quedaban ni las ratas vivas y en pocos meses se acabó con toda revuelta. También se purgaron traidores, entre ellos 2 obispos, poniendo en su lugar a gente fiel al Rey.

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En consecuencia, Brian II obtuvo bajo su gobierno un segundo condado. Cosa que aceptó de buen grado, pues mientras sus comandantes y consejo (con su mujer como principal valedora y estratega) se encargaban de buscar la gloria del reino, el se dedicó al comercio, ya que después de tal epidemia, todas las rutas estaban por reabrir y aprovechó esos casi 3 años de guerra y paz, para realizar un trabajo insaciable y convertirse en un gran comerciante y administrador de sus nuevas riquezas. Así que los puertos del nuevo condado le habrían un sinfín de oportunidades para reorganizar y aumentar sus nuevas rutas comerciales. Otro varón nació y parecía que todo estaba listo para realizar sus ambiciosos proyectos, pero la alegría duró a penas 2 años, pues para finales del 1085 estalló otra gran epidemia de tifus que volvió a arrasar gran parte de las 2 islas.

Aunque esta vez fue menos virulenta que la anterior doble plaga, fue más larga, durando 3 años largos y dejando las existencias de la corte al mínimo ya que se volvieron a encerrar. Se tuvieron que comer las ratas y varias personas fueron desterradas por comerse provisiones en secreto, con sus familiares también. El Rey Brian II perdió todo rasgo de amabilidad y se volvió más terco que nunca. Famosa fue su frase cuando nació su cuarto varón (el sexo con Sichelgaita seguía siendo lo mejor que disfrutaba) : “Otra inútil boca más que alimentar”. Solamente su obsesión por realizar sus proyectos de construcción y continuar con el comercio era lo que le salvaba de la locura. Bueno y también el vino.

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Eso sí, Brian se demostró ser un hábil administrador y en cuanto para primavera de 1089 la epidemia era historia, recuperó rápidamente todas las rutas comerciales e indicó que se empezara con la construcción de la torre más alta que el mundo hubiera conocido. Se le tachó de blasfemo y enfadó a los obispos y parte del clero. También varios cortesanos y nobles no entendían tanto orgullo y ambición. Pero él se encargó de acallar las bocas con las nuevas riquezas que venían con el comercio y su mujer le ayudó con sus dotes diplomáticas. Ni siquiera participar en una pequeña guerra en el 1090, cuando se vio obligado a ir unos meses, para hacer acto de presencia (luego dejaría a sus mejores comandantes) con más de 2 mil hombres, a ayudar a su aliado y antiguo suegro, el Duque de Powys, a contrarrestar una revuelta auspiciada por un duque lejano con ambiciosos proyectos (de los que tomó nota), paró la gran obra y su ansia de ampliar límites comerciales. Es más, ni siquiera la muerte de Sichelgaita en verano de 1091 por una larga enfermedad, paró su maquinaria mental y terca.

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De hecho, desde el nacimiento de su último hijo que no se fijaba en ella por dos razones, porque nunca la amó y porque cada vez estaba menos bella y dispuesta al sexo. Eso sí, muerta ella, y a pesar de que él contaba con 43 años y todavía estaba en edad de casarse, no hizo caso de las presiones y nunca más se casó, porque si por él hubiera sido nunca se habría casado y, menos, después de conocer a Gwenllian. Mantuvo su absoluta castidad y ya solo el trabajo y el vino le acompañaba. Es más, a los 20 días de la muerte de su mujer, se inauguró la construcción de la Gran Torre de Brian (que él en su intimidad llamaba de Gwenllian) y para acallar las voces de quienes criticaban tal afrenta a su recién adquirida viudedad, dedicó a su segunda mujer las celebraciones. Mientras él se vanagloriaba de si mismo y se transformaba en un gran arquitecto.

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Reino de Mumu a finales de los 80, después de obtener bajo du dominio el condado de Umhumhain y en plena segunda plaga.
 
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Rey Brian II el Tenaz: El apogeo
Rey Brian II el Tenaz : El apogeo

Así comenzaron 15 años de comercio y construcción. Mientras, el Rey Brian II se volvía en un gran administrador y llevaba el gobierno de su reino y condados con mucho trabajo y dedicación. Llenando sus arcas de dinero, gracias en parte a las políticas que favorecieron el recaudo de dinero a las levas. Casó a sus hijos poco a poco con buenas alianzas (menos el tercero que lo dedicó a la fe, dándole las riendas de un obispado). Al mayor lo casó con la hija de quien era el heredero del Reino de Escocia. Se fueron construyendo torres de vigilancia por sus territorios, aumentando así la seguridad y mejorando el comercio interior y también con nuevas rutas comerciales hacia condados y reinos más lejanos, como Bretaña, Normandía y el norte de Galicia, León y Castilla. También se construyeron hospitales y leproserías, para contrarrestar posibles nuevas epidemias, o, por lo menos, que estas no causaran tantos estragos. Como también haciendo mejoras en el castillo. Poco a poco y con constancia se fueron olvidando los míseros años de muerte, enfermedades y guerra.

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Por otro lado, se creó un gremio de carpinteros, que trajo nuevas técnicas de construcción más baratas y rápidas. Además de favorecer la presencia de aprendices, mientras el reino se nutría del trabajo de este gremio. También vinieron artesanos que aunque no aportaron mucho en términos de riqueza, si que trajeron nuevas visiones. Incluso en 1994, Brian se embarcó en una expedición comercial junto a su mayordomo a tierras lejanas y paganas. Estuvo en total más de un año y aprendió mucho durante ese tiempo, a la par que cerró un ruta comercial con productos exóticos que aportarían al reino durante décadas nuevos comercios y con ello riqueza y prosperidad. De hecho, 6 años más tarde, el condado de Tuadhmhumhain estaría considerado como el más próspero de toda la isla de Eire. Y Brian se convertía en un político y administrador avezado y que chapurreaba varios idiomas, incluso conocía y respetaba diferentes culturas. Lo que se tradujo en amistades y alianzas tan dispares como el joven Rey de Aragón o el Emir de Córduba.

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Cuando volvió de la expedición ya para otoño del 1095, se enteró que su hijo, con solo 17 años, había llevado adelante una guerra en el norte de Eire, en Tir Conhaill, para instalar como condesa a una cortesana del reino, quien estaba casada con un primo de Brian II, por lo que el heredero sería de la dinastía Ua Briain. Esto le encolerizó bastante y muchos temieron que llegara a matar a su hijo por tal afrenta. Nadie nunca lo vio tan enajenado y su cólera fue tan grande que su hijo tuvo que marcharse a la corte de su prometida, donde aprovechó para casarse. Tuvieron que pasar 5 años para que Brian perdonara a su hijo y le dejara volver, junto a su mujer y una hija. Todos opinan que Brian no quería volver a vivir las calamidades posteriores a una guerra. Pero poco a poco sus consejeros y cortesanos le apaciguaron y le hicieron ver que esa guerra se desarrolló lejos y que sería para el bienestar del reino y la dinastía en épocas futuras.

En realidad, el hijo de Brian, quien sería Murchad II de Mumu, era alguien ambicioso y quien tenía grandes proyectos de ampliación del reino. De hecho, cuando volvió, con el perdón de su padre, lo hizo esgrimiendo sus derechos al título de Conde de Cill Dara y no pasaron ni 4 meses desde su llegada que pidió permiso a su padre para conquistar ese territorio. Brian no aceptó entonces ni durante los siguiente 4 años. No pensaba ver como personas inocentes morían por hambre y enfermedades. Solamente quería ver como su reino, que para entonces, en 1100, era muy próspero y rico para la época, se mantenía en paz y el comercio crecía.

Ni siquiera participó, en 1099, de la que se recordaría como la Primera Cruzada Cristiana en tierras de Jerusalén. El Papa Alexandrus IV llamó a todo el mundo católico a reunirse para defender a los numerosos cristianos que se dirigían en peregrinación a esas tierras. Al Rey Brian II esta cruzada le trajo recuerdos de cuando su padre era un adalid fanático y promulgaba junto al Papa de la época una cruzada en tierras Hispànicas. Nunca pudo ser, pero seguramente su granito ayudó a que algo más de 30 años después, se realizará un parecido y ambicioso proyecto al que Murchad I tenía en mente. Pero a Brian no le interesaba, él quería dedicarse al comercio y contando en esa época con un consejo leal y con pocas ganas de grandes aventuras, esa primera cruzada pasó sin pena ni gloria, aunque si fue celebrada cuando 4 años más tarde la victoria se alcanzó.

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Finalmente, debido a incipientes achaques de salud de Brian, a que su hijo iba cogiendo poder y fama en la corte, pero también gracias a Effie de Atholl, mujer de Murchad II, quien era alguien amable y muy sociable y que se supo ganar los favores de su suegro. El Rey Brian II aceptó la conquista de los territorios de Cill Dara. Tales eran las dotes de estrategia y mando de su hijo Murchad, que en menos de un año el condado pasó a formar parte del Reino de Mumu. Sin embargo, esto no fue una alegría para el Rey Brian II, que presente en la batalla, volvieron a él los miedos de años pasados. Volvió a su corte enfermo y temblando y aquel joven que nadie, incluso él mismo, pensaba que llegaría a gobernar el reino de su padre, murió un año más tarde, para marzo de 1106, entre horribles dolores y varias dolencias. Dejando detrás de si un reino floreciente, construido a base de dolor y terquedad, durante 39 años. Para alguien que no iba a gobernar, se convirtió en el gobernante más longevo hasta entonces de la dinastía Ua Briain.

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Reino de Mumu en 1106, antes de la muerte de Brian II, una vez finalizada la guerra por Cill Dara, cuando ya su hijo Murchad II era considerado como el nuevo Rey.
 
Rey Murchad II el Conquistador: Temperamento por estallar
Rey Murchad II el Conquistador : Temperamento por estallar


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Murchad llegó como gobernante del Reino de Mumu sacando cabeza ya en su etapa más joven, provocando a su padre y exigiéndole derechos inventados por sus ansias de poder. Por lo tanto, cuando tenía 28 años, ya era un guerrero diestro y temido. Si algo puede resumir el reinado de Murchad II es la ampliación de territorios para el Reino de Mumu, de contar con 4 condados (y Cill Dara conseguido el último año del reinado de Brian II y a expensas de Murchad II), se pasó a incluir 4 más, es decir 8 condados bajo la tutela del Reino de Mumu y Murchad como gobernante. Incluyendo un condado en el centro de la lejana Escocia. Pero si algo puede concluir el reinado de Murchad II, es que quedándose muy cerca de su meta, su ambición era tal, que esta era inalcanzable.

Y aunque esta ambición no trajo calamidades para el reino directamente, si que fue nefasta para la población, tanto de Eire, como Escocia, Gales e Inglaterra y también en otros territorios. Pues las guerras se desataron como consecuencia de esta ambición y esto trajo una década de enfermedades que arrasaron parte de la población y la hambruna hizo de nuevo acto de presencia. En el Reino de Mumu, si no hizo más mella fue gracias a la red de hospitales y torres de vigía que Brian II hizo construir durante su reinado. También porque Murchad algo aprendió de su padre y evitó que las guerras entraran en su territorio. Además, sus audacia y valentía hicieron que no abandonara al pueblo durante tan duras épocas, a expensas de ponerse en peligro el mismo y a sus hijas e hijos menores.

El Rey Murchad II no solamente llevó la guerra hacia delante, como forma de grandeza para el Reino, al contrario de su padre que eligió el comercio. Sino que además cambió la política de construcciones, donde dio prioridad a la ampliación de terrenos de armas y cuarteles, por delante de la defensa (no la creía necesaria ya que los enemigos se defendían y no atacaban) y los hospitales, que llegó casi a abandonar, construyendo durante su reinado solo uno en el condado de Osraige y porque la petición se la hizo su hermano pequeño (con quien se llevaba muy bien) que era obispo en ese condado. Por otro lado, cambió la política de impuestos y levas, dandole más importancia a lo segundo y equilibrando éstas. Murchad quería contar con más soldados y le importaba poco recaudar un poco menos. Además, quiso que la ampliación del reinado no solamente fuera para la grandeza de Mumu, sino también para la de su familia, la dinastía Ua Briain. Por lo tanto, todos los condados adquiridos fueron a para bajo su gobierno y solo otros 2 fueron a manos de otras personas y porque las guerras se podían realizar en amparo a sus derechos. Pero incluso una de esas personas era su hija mayor. Esto le costó negociaciones, favores y enfados entre sus consejos de cada momento. Pero su temperamento cruel, a la par que su gran dominio de la diplomacia que fue adquiriendo a lo largo de sus años de Rey, le permitieron lidiar siempre utilizando el temor, pero desde el dar y recibir.

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Murchad iba de la mano con la Reina Effie de Atholl. Quien era sin duda alguien más amable y social. Todos dicen que era la diplomacia de su marido en aquellos primeros años de mandato, cuando Murchad era todo ambición, crueldad y guerra. Y todos dicen también que si Eire no ardió por lo cuatro costados desde el minuto 0 en que Murchad tomó las riendas de Mumu, fue porque Effie estaba a su lado y le aconsejaba bien, tanto en la guerra, como en la política, escogiendo bueno consejeros menos ambiciosos que su marido. Sin embargo, Effie no consiguió nunca que su marido se fijara en ella, pues prefería más la guerra y, sin ser alguien lujurioso, las doncellas jóvenes. Así que ella también calló en la tentación de probar afuera, solo una vez, pero con tan mala suerte que su marido la descubrió y visto los celos tremendos de Murchad, esto trajo su perdición. Suerte que para entonces las dos hijas que tenían en común ya eran grandes y se veía bien que eran hijas suyas, sino las malas lenguas comentaban que también podrían haber acabado como su madre.

Seguramente eran malas lenguas, porque Murchad en realidad adoraba y quería mucho a sus dos hijas. Entre ellas se llevaban casi 10 años. Pero él las unió mucho y aunque no era a menudo, si que se les podía ver jugar los 3 juntos en varios lados del castillo. De hecho, Murchad a pesar de no ser tan buen administrador como su padre, si que sabía de economía de guerra y aunque contaba con mucho dinero, pues Brian II se fue dejando el reino como uno de los más prósperos y ricos, no era suficiente para lo que él quería. Además de que su mujer supo apaciguar su ambición. Así que los primeros años de su reinado se dedicó a sacarle provecho al comercio dejado por su padre y empezar con las políticas económicas y de construcción. Su objetivo era que el día indicado contara con una fuerza importante de levas, soldados bien entrenados y un cofre de guerra bien nutrido. Así que mientras esto se llevaba a cabo, él tuvo tiempo que dedicarle a su familia, sobretodo a sus hijas y sus 2 hermanos menores que se habían quedado en su corte, uno dedicado a la fe y el otro casado con una hija del Rey de Inglaterra, que le aportaba un gran apoyo para sus propósitos de guerra. Si todo iba bien, en 5 o 6 años podría apoderarse del condado de Osraige (controlando así definitivamente el centro de Eire) y apoyar a su mujer en la obtención del condado de Atholl en Escocia, ya que al gobernar su hermana mayor, ella tenía derecho a pedir el gobierno para ella y como no, comenzar a pagar impuestos y jurar vasallaje al Reino de Mumu.

Sin embargo, la felicidad de Murchad no duró más que 3 años y algún mes más. En el 1109, su hermano más pequeño, Lorcán, se marchó abandonando a su mujer (la princesa de Inglaterra y no podéis ni imaginar el enfado del Rey de Inglaterra) y a su hijo, un niño que no llegaba al año. Murchad montó en cólera ante aquella afrenta. Sus consejeros le dijeron que mantuviera retenidos como huéspedes a la princesa y a su hijo, por si Lorcán decidía hacer valer sus derechos al Reino. Murchad no lo quería creer, pero por si acaso tomó esa decisión y rápidamente se arrepintió, pues cuando unos meses más tarde Lorcán anunció su decisión de tomar el Reino de Mumu por la fuerza, su sobrino murió extrañamente el día de su cumpleaños y el Rey Murchad solo pudo apaciguar el gran enfado del Rey de Inglaterra, devolviéndole a su hija y aceptando pagar una suma de dinero. Murchad entonces perdió los estribos e hizo una purga entre sus consejeros y cortesanos, yendo 5 directos a las mazmorras y 2 murieron asesinados. De esos 5 ninguno salió indemne, pues el Rey decidió dar rienda suelta a su crueldad contra ellos. También clamó venganza contra su hermano y ya ni siquiera su mujer, la Reina Effie pudo parar a su marido. Además, justo un año más tarde es cuando Effie también fue a dar con sus huesos a la mazmorra. Su pecado? Dejarse engañar por otro hombre, ante el abandono de su marido. Contrajo sífilis y Murchad, carcomido por los celos la mandó arrestar y allí la abandonó. Su hija mayor, que ya entonces contaba con 12 años protestó y mucho al principio, pero las protestas duraron poco pues ella adoraba a su padre y es verdad que su madre era alguien altiva y orgullosa que se ocupaba más de agradar y agasajar otras personas que a sus hijas. Años más tarde también se vería que su padre le había prometido algo grande.

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Al poco tiempo se descubrió donde se escondía Lorcán y Murchad fue él mismo a buscarlo. Era justamente en el condado de Osraige y se supo que el conde y la corte de ese condado lo apoyaban, seguramente buscando debilitar al creciente Reino de Mumu. Murchad nunca dudó de su victoria. Lorcán era tan ambicioso como él, pero solo contaba con eso y que era muy guapo y sabía atraer a las personas. Es por esa razón que lo envío a él a la corte del Rey de Inglaterra, porque estaba seguro que volvería con la mano de la princesa. Seguramente también así consiguió engañar al conde de Osraige. Pero para Murchad aquello solo fue un primer paso para hacerse con aquel condado. Contando con el doble de soldados, masacró a las fuerzas de su hermano en una única batalla y luego lo perdonó. Lo encerró en la corte y vivió varios años siendo un criado hasta que murió de una extraña enfermedad.

Una vez solucionado el problema de su hermano, se ocupó de su mujer. Además sabía que no podía apoderarse del condado de Osraige tan fácilmente, una cosa era ganar una batalla en terreno abierto y otra asediar un castillo. Necesitaba 2 años más para contar con más soldados y perdida la alianza con el Rey de Inglaterra, necesitaba buscar alguna otra. También necesitaba más dinero y dar a entender a sus nuevos consejeros que se debía actuar con presteza. Así que se tomó con calma las torturas a su mujer, él mismo iba a las mazmorras a torturarla y violarla. Algunos dicen que hasta nació un hijo de aquellas sesiones salvajes, pero si fue así, nunca salió de allí abajo vivo. Como tampoco lo haría su mujer que carcomida por bichos y enfermedades, murió un año más tarde, para finales de 1112. Y así se acabó el reinado de Effie de Atholl, quien seguramente no mereció un final tan trágico.

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Rey Murchad II el Conquistador: La guerra tiene un precio
Rey Murchad II el Conquistador : La guerra tiene un precio

También solucionado el problema de su mujer, Murchad pasó a tener más cuidado con quienes le rodeaban, cayendo en la paranoia frecuentemente. Su crueldad y ambición crecieron y dio rienda suelta a su pasión, la guerra. Un mes más tarde lo tenía todo preparado. El consejo estaba convencido que debía apoyar a su Rey en lo que fuera, bajo peligro de ser víctimas de su crueldad. Se casó de nuevo, hizo llamar a la hija de un barón normando, incluso antes de que su mujer muriera, a través de un comerciante amigo del padre, quien aseguraba que era una mujer que rayaba la genialidad y una buena administradora. Así que Elise de Beaumont llegó puntual para los planes de Murchad y resultó ser verdad lo que aquel comerciante decía. Vino con toda su familia y ella le prometió hacerse cargo de su Reino y darle un heredero varón, mientras él agrandaba la grandeza de su Reino y su familia. A la boda también llegaron los Duques de Merci y Lancaster, a quienes les unía lazos de matrimonio, pues sus dos hermanastras (las hijas que Brian II tuvo con Gwenllian) estaban casadas con ellos y éstos le prometieron que ayudarían en sus guerras futuras a cambio de quedarse el pillaje. Por lo que teniendo todo cerrado y bien cerrado (y consumado su matrimonio), a los 2 meses se lanzó con más de 6 mil soldados a obtener Osraige, con la excusa de que el conde ayudó a su hermano traidor y que quería ofrecerle un regalo a su nueva mujer. Una vez llegado allí comenzó el asedio del castillo y al poco tiempo se le unieron otros 5 mil hombres venidos de Lancaster y Merci. El castillo fue tomado por asalto meses más tarde cuando sus habitantes morían de hambre. Solo hico falta otro tantos meses para acabar con los soldados desperdigados por el condado y someter las diferentes villas y pueblos. Y para primavera del 1114 ya estaba su mujer administrando su condado y su hermano menor como obispo.

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En cuanto le encontró a su hija unos esponsales dignos de su categoría, pero que además aceptara que los hijos nacidos de ese matrimonio pertenecieran a la dinastía Ua Briain (Murchad todavía no tenía un heredero varón y no quería arriesgar a que todo lo que él iba a conseguir pasaran a manos de otra familia), le concedió a su hija mayor Barrdub, lo que le prometió en su día, el condado de Atholl que por derecho pertenecía a su madre. Así que en otoño de 1116 fue hacia Escocia con casi 6 mil hombre a los que se le volvieron a unir otros 4 mil de Lancaster y Merci. Pusieron asedio al castillo y lo asaltaron al poco tiempo pues les llegó noticia que la Condesa (hermana de Effie, antigua mujer de Murchad) murió de enfermedad y, por lo tanto, el Conde era el hijo de ésta, de unos 3 años, por lo que el castillo se encontraba en el caos. Una vez tomado se dedicaron a tomar el control del condado y entonces es cuando la Reina de Escocia (más bien sus consejeros pues era también una niña de 6 años), envió sus tropas hacia Atholl. Estas se encontraban movilizadas porque estaba defendiendo sus fronteras del sud de ataques ingleses que querían recuperar tierras que consideraban como parte del Reino de Inglaterra. La batalla se produjo en verano de 1117 y el gran saber hacer de Murchad hizo que aquello fuera una masacre. Por lo que en otoño de aquel año su hija ya estaba instalada en la corte, se enviaron a cortesanos y nobleza de Mumu para hacerse con el control del condado y en menos de 2 años Murchad ya recibía el vasallaje de su hija Barrdub, a la par que los primeros impuestos. El Reino de Mumu se había transformado en una potencia a tomar en cuenta.

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Y así lo vieron varios Duques del resto de mundo. Inglaterra y Francia se enfrentaban a sendas guerras internas, donde Duques y Condes se enfrentaban a sus Reyes para tener independencia o más poder. Quien acabo dinamitado era el Sacro Imperio, cuando un grupo de Reyes y Duques consiguió deshacerse del yugo del Emperador y se independizaron. Bohemia, Toscana, Verona, Sajonia y Holanda eran algunas de las nuevas naciones que crecieron después de la revuelta. Y al Rey Murchad II se lo rifaban para que les ayudaran. De hecho algunos soldados envió a Inglaterra, para apoyar a su amigo el Duque de Lancaster. Mientras, él estaba en el pequeño Ducado de Holanda, hablando con su aliada la Duquesa Dubravka, cuyo sobrino era el comprometido a la hija mayor de Murchad, que se casaría con ella en cuanto cumpliera los 16, en menos de 3 años. Su viaje a Holanda tenía 2 motivos, reforzar esta alianza, entablar rutas comerciales y comenzar a proyectar otra revuelta en el Sacro Imperio Germánico-Romano, que permitiera dinamitarlo todavía más y que así las naciones que lo componían vieran su independencia y libertad obtenidas. Murchad estaba dispuesto a ayudar y la Duquesa de Holanda (recientemente obtenida su independencia) era la puerta entre él y quienes iban a traicionar a su señor. Murchad ganaría fama y gloria y es que sus recientes victorias le habían valido un reconocimiento más allá de las islas y la experiencia obtenida había hecho de él un excelente comandante para la guerra.

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Sin embargo, él no participaría de este proyecto, pues justo estando él en Holanda, llegó a la Duquesa una carta de la hija mayor de Murchad, donde indicaba que rompía los esponsales. Murchad se disculpó avergonzado ante tal afrenta. Viajó directo al condado de Barrdub para tomar represalias contra ella. Pero allí se encontró el castillo cerrado y no se le abrió. El Rey Murchad II no cabía en él de lo encolerizado que estaba, pero su hija saliendo por una ventana de la torre del homenaje, le explicó que el condado y gran parte de Escocia estaba infestado de Viruela. También le indicó que quien las toma las da, pues ella se tomó su pequeña venganza contra su padre por lo que hizo a su madre y se casó con un primo lejano de ella de quien estaba enamorado. Murchad no pudo más que perdonar a su hija pensando que de tal palo tal astilla y le deseo lo mejor. Se fue cargado de impuestos y con el vasallaje de su hija jurado hacia su Reino, para ver si la epidemia de Viruela también había llegado allí.

No fue así, pero más tarde su reino si se vería infectado por otras epidemias, al igual que la mitad de Europa debido a las incesantes guerras y hambruna. Era primavera de 1118 y el inicio de una década de más guerra y enfermedades. La ambición de Murchad fue el peso que decantó la balanza para que comercio y prosperidad decayeran y territorios enteros casi se despoblaron, mientras la muerte hacía acto de presencia. Consecuencias que fueron más bastas, pues el mundo musulmán aprovechó para recuperar todos los territorios de Jerusalén sin oposición ninguna.

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gracias a ti por tu comentario, anima a seguir

además ahora tengo otra vez tiempo de escribir y esta semana espero publicaros 1 o 2 entradas, en todo caso la de Murchad II seguro que la acabo esta semana. Y si te está gustando, espérate al siguiente, que creo va a ser mucho más interesante y ya lo tengo casi todo escrito.

un saludo
 
Rey Murchad II el Conquistador: Guerra y Paz
Rey Murchad II el Conquistador : Guerra y Paz

Los años pasaron y Murchad se ocupó de su familia y de recomponer la economía y construir mejoras en sus condados, siempre con la política de más guerra. De hecho estaba inmerso en ver como se hacía con el condado de Connachta y así afinanzar su reino al oeste de Eire. Para finales de primavera de 1119 nació su esperado heredero, cuando Murchad ya contaba con 42 años. Esta noticia fue muy bien recibida por él y se decretaron festividades por todos los territorios de Mumu. Quien sería Brian III había nacido. Sus consejeros utilizaron esta nueva para pedirle que cerrara las puertas del castillo pues la tuberculosis estaba arrasando medio reinado. Sin embargo Murchad no le tenía miedo a nada, ni a la guerra, ni a la muerte y puso en peligro a toda su corte y a su hijo, pero no abandonó el pueblo. Fueron años donde le dio recursos a los hospitales y estos consiguieron dominar la enfermedad, pero la muerte se llevó a varios cortesanos por delante. Incluso su hija y Murchad padecieron la enfermedad y a Brian no se le dejó salir de su habitación, eso sí, rodeado de los mejores tutores y del amor de su madre. La enfermedad unió muchísimo a él y su hija y los 2 salieron adelante, aunque Murchad muy mal parado, pues le amputaron su mano izquierda para contener una infección gangrenada. Pero él siguió adelante con su Reino y cuando los mercaderes de productos exóticos le indicaron que la antigua ruta abierta por su padre ya no aportaba más rendimiento, pagó una expedición y al poco tiempo se abrió otra obteniendo así réditos para unas cuántas décadas más. También concedió la mano de su hija a quien era ya el Rey Ondrej de Bohemia, de 11 años, pues su padre murió por una de tantas epidemias que asolaba el Sacro Imperio. Faltaría todavía 5 años para que se casaran. Pero Murchad veía en este casamiento una oportunidad, pues seguía todavía con la idea de destabilizar el Imperio. Bohemia, siendo ya un reino independizado, era una gran baza para atizar la rebelión.


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Los años pasaban en paz, pero la muerte seguía rondando. Ya se llevaban 6 largos años de guerras en Inglaterra y Francia y de epidemias por todas partes. Cuando en Osraige la población se levantaba para pedir que los nobles fueran menos ricos y, sobretodo, la Iglesia. Una herejía católica llamada Valdense se hizo popular en el condado. Murchad pidió a su hermano, obispo de Osraige, que le informara sobre tal herejía, pues el Papa le urgió a que acabara con ella en sus tierras. Por lo que parecía, un grupo laico llegado del Sacro Imperio, por tierras de Dauphiné, había traído unas proclamas anticlericales y de voto de pobreza. Se pedía más humildad en la Iglesia y que los sacramentos podían ser aplicados por laicos también. Parecía ser que era un francés quien había comenzado ese movimiento en los valles de aquellas tierras lejanas y había enviado grupos de sus seguidores por toda Europa a predicar sus reformas. Sin duda, la fama de Murchad hizo que uno de esos lugares fuera sus territorios y como no, en Osraige, que a penas llevaba 10 años bajo su dominio y la despoblación y el descontento todavía eran grandes, estas proclamas fueron bien acogidas. Aunque Murchad sintió cierta simpatía, pidió a su hermano que acabara con tal herejía y también envió a su Mariscal para imponer el orden.

Esto también le hizo pensar que llevaba mucho tiempo parado y lo suyo era la guerra. En ese momento enseño a la luz su verdadera ambición y meta como Rey, convertirse en Rey de todos los irlandeses, Rey de Eire. Así que ideo un doble ataque para hacerse con el Condado de Connachta bajo su dominio, al mismo tiempo que se hacia con el Condado de Tir Eoghain para quien era su obispo en Cill Dara, pues éste tenía derechos sobre el condado. Fue una jugada maestra, pues adujo que Connachta apoyaba al Conde de Tir Eoghain quien era un usurpador. Pero esto le permitió que en 2 años contaba bajo su gobierno 2 condados más, demostrando que en esos momentos era el Rey-Caballero mejor dotado entre sus contemporáneos. Al principio su consejo no veía con buenos ojos esta campaña. Veían como su Rey se comportaba de forma demasiado airada y ambiciosa, casi como un tirano. Pero para entonces él ya contaba con más de 15 años de experiencia de gobierno y entre favores devueltos y comprados, la campaña se lanzó. La única espina durante este proyecto militar fue que no pudo acabarla, pues nada más conquistada Connachta y dejando allí para controlar el territorio a su amigo el Duque de Lancaster, él tuvo que volverse corriendo a su castillo, pues estaba aquejado de dolores insoportables tanto en la cabeza, como en el pecho y tosía sangre sin parar. El Rey Murchad II quiso continuar, pero sus comandantes lo obligaron a volver y él confió en ellos, pues habían aprendido mucho de su Rey y así lo demostraron.


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Después de una década, las guerras en Inglaterra y Francia terminaron, pero las epidemias seguían haciendo estragos. Por su parte, El Rey Murchad II se veía como Rey de Eire. Pero sin embargo, su enfermedad, que según médicos y gente de fe era algo que lo comía por dentro y le hacía toser sangre y restos de órganos, le estaba matando. Además, el resto de Condes de Eire todavía sin señores de iure, no aceptaron su reinado, así que su meta no llegó a realizarse realmente, solo se quedó en el intento. Poco a poco aceptó su sino y valiente como era se puso de nuevo ante las riendas de su Reino y en contra de la opinión de todos decidió que le tocaba ahora disfrutar de la vida. Así que decidió tomarse las cosas más alegres y vivir sus últimos años de banquete en banquete y de fiestas por las mejores posadas del reino, que son 50 años vividos. Veía que le faltaba poco y aunque moriría sin conseguir su meta, quería celebrar su gloria por todo lo alto. Su mujer se ocuparía bien de su hijo y heredero, confiaba en ella y sabía que lo criaría en la cultura irlandesa.

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Así empezaron 4 años donde Murchad se mostró como alguien afable y divertido. Caía bien a las personas y el Reino estaba también contento con él. Pues el dinero seguía llegando y había trabajo, pues Murchad no olvidaba de mandar construir mejoras en sus territorios, siempre con vistas militares, dando trabajo a artesanos de todo tipo y la población se reponía de los estragos de las enfermedades y las guerras.

Todo el mundo dice que fueron en realidad los 4 años más felices de Murchad, pero otro dicen que a él lo que le hacía feliz era la guerra y saber que no podría ir nunca más es lo que le hizo caer en la fiesta y la bebida. De hecho, estos últimos se apoyaron en el hecho de que Murchad muriera yendo a la guerra, yendo a la 2da Cruzada Cristiana por Jerusalén. Esta se inició en 1129 y al principio el Rey Murchad II no le hizo caso. Además su consejo tampoco estaba por la labor. Sin embargo, en pocos meses parece que los aires cambiaron y un halo de fanatismo religioso se engendró en toda Europa, también en el Reino de Mumu. Murchad no quiso ni escuchar a hablar de ir a la guerra, no podía pensar en enviar a sus hombres y no estar él. Pero a los pocos meses cedió pero con una condición, que le dejaran un año para preparar todo y que él también iría.


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Así fue. En febrero de 1131 todo estaba preparado. El Rey Murchad II de Mumu se mostraba de nuevo como un gran hombre guerrero. Consiguió reclutar a casi 9 mil hombres y se construyeron más de 60 barcos que se unieron a los otros 40 que ya tenía el reino para transportar a todas esas personas hacía Tierra Sagrada y glorificar a su Rey y su dinastía matando musulmanes. Murchad tenía entonces 53 años y todos veían que no se podía tener casi en el caballo pero parecía, al mismo tiempo, que un halo de grandeza lo cubría y esto envalentonaba a sus hombres. Antes de marchar habló con su hijo que entonces tenía ya 11 años. Nadie sabe que le dijo, ni siquiera la madre de este y tampoco Brian III contaría nunca jamás nada a nadie. Hubo un pacto secreto entre padre e hijo, esto estaba claro. Los bien pensantes dijeron que simplemente se despidió de él y que lo bendijo como nuevo Rey, pues todos sabían que Murchad nunca volvería de Jerusalén. Pero tal como salió Brian, cambiado para siempre, muchos supieron que algo más había y las miradas fueron hacia el hermano menor de Murchad, el obispo de Osraige, quien se llevó a su sobrino para seguir con sus lecciones y prepararlo para ser algo más que un Rey.

Por su parte, Murchad nunca llegó a Tierra Santa, a los 2 meses de viaje murió cayendo por la borda del Barco Real, nunca se recuperó el cuerpo, el cual estaba ya a esas alturas muerto por dentro. Un mes más tarde se coronaba a Brian III como Rey de Mumu.


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Reino de Mumu una vez Murchad II marcha hacia Jerusalén para participar en la 2da Cruzada, 1131. Se puede ver que el Reino Dobla su tamaño si se compara con el mapa del Reino en 1106 a la muerte de Brian II.
 
Rey Brian III el Constructor: Hecho de otra pasta
Rey Brian III el Constructor : Hecho de otra pasta

Rey Brian III de Mumu fue el gran Rey que todo el mundo esperaba, aquel que pudo dar el paso que a su padre se le negó o no supo dar. Pero no fue el reinado de gloria que todo el mundo esperaba, de conquistas y de grandeza. Brian se dedicó a construir y a hacer grande el reino a su manera, preparando el futuro. Pero el futuro para que?

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Al principio parecía que el reinado de Brian III iba a ser como el de su padre. De hecho vasallos y consejeros querían que nada cambiara y así se lo hicieron saber. En el Sacro Imperio Duques y Reyes se iban a levantar otra vez contra el Emperador y separarse así de su yugo, solo esperaban un paso en falso de este para iniciar la revuelta. A pesar de que la participación del Reino de Mumu, con Murchad II, se había quedado debilitada por la desobediencia de su hija Barrdub, todavía su popularidad era épica entre la nobleza germánica y sin duda aceptarían la ayuda del Reino de Mumu, buscando éstos influir más en aquel territorio e incluso, hacerse con tierras costeras. También querían continuar con la cruzada e incluso al mismo tiempo poner en vereda al Conde de Bréifne. Tan altivos estaban todavía todos ellos, que no se daban cuenta que su Rey-General Murchad II había muerto y con él la grandeza combativa, pues Brian III estaba hecho de otra pasta.

Por suerte para el Reino, la viuda Reina-Madre de Brian III, Elise de Beaumont, tenía el suficiente poder e inteligencia como asegurarse la Regencia de su hijo. Ya con el gobierno controlado, después calmo las ansias de conquistas de nobles y consejeros. Pidió tiempo para acabar la educación de su hijo para hacer de él un gran Rey. Por otra parte, utilizando sus influencias normandas, casó a su hijo con la Condesa Charlotte de Boloña, en un matrimonio normal, por lo que el futuro heredero del reino, también heredaría aquel condado, contentando así a cortesanos y consejeros con intereses en aquella zona, desde la creación del comercio exterior por parte Brian II.

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Por lo que los años de la Regencia de Elise pasaron sin más, entre la educación de un Rey y la recaudación de impuestos, para que el día llegado su hijo tuviera un reino en paz y rico. Y así lo aprendió Brian y no dudó en dar continuidad a la política de su madre a quien guardó como mano derecha durante muchísimos años, pues ella murió con los 70 pasados. Aún enferma, en los últimos años de vida, se mantuvo en primera línea y fiel a su primogénito. De hecho, algunos comentaban y muchos afirmaban que el verdadero monarca era Elise.

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Y por lo que parece, el Rey Brian III comenzó su reinado, ya como adulto legal, confirmando estas posteriores habladurías. Pues una regencia que iba a durar casi 4 años, se alargó unos cuántos más. Pues a pesar que Brian rápidamente se mostró como alguien inteligente y astuto, capaz tanto en la guerra como en los quehaceres de la corte, sociable y moderado, además de un autentico genio en la administración, parecía que lo que era gobernar no le interesaba mucho y delegó en su madre estos quehaceres mientras él se dedicó a disfrutar de su soltería participando de fiestas y banquetes, disfrutando de nuevas amistades y primeros amores. Incluso retrasó la boda con quien era su prometida hasta que ya no tuvo más remedio, pues el enfado de su madre y nobles del reino iba en aumento. Es más, cuando se casó, un año más tarde de lo acordado, hizo una gran fiesta, para agrado de la Condesa Charlotte que también gustaba de estos ambientes, consumó el matrimonio y envió a su mujer de nuevo a Boloña con la promesa de visitarla pronto, para después seguir disfrutando de su nuevas compañías que se introdujeron poco a poco en su corte. Brian hizo cantidad de amigos y comenzó a ser conocido como alguien amistoso y justo. Gran diplomático y, a pesar de todo, un gran administrador. Esto lo demostró cuando en un pueblo llamado Imleach, dio poderes para comenzar a crear una villa, poniendo al mando a quien era el médico de la corte de su padre, Conmac el Diablo Marino, un fiel seguidor de la familia. Pero era el quien decidió como administrar y que construir en los siguientes años en aquel pueblo, transformándolo rápidamente en un lugar de paso y con proyección de futuro. Sin duda la localización del pueblo, en un cruce de caminos entre 3 condados de su reino, fue una decisión extraordinaria.

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Y este deseo de construcción y administración no acabó en ese primer intento, pues fue el inicio de varios proyectos de construcción en todo el territorio durante su largo reinado. Dando prioridad a mejorar las casas de curación, construyéndolos allí donde no había y creando leproserías y comedores benéficos y mejorándolos donde ya los hizo su abuelo Brian II. Mejorando también castillos en los aspectos que más rendimiento económico les podían reportar y creando mejoras en zonas de pasto y agrícolas, con torres para defender el territorio de asaltantes. En definitiva, una cantidad tal de construcciones que mejoró paulatinamente pero sin pausa la riqueza del reinado y, por tanto, la riqueza del Rey. Por otro lado, algunas de estas construcciones produjeron rumores, pues parecían como unos santuarios donde las gentes del pueblo podían realizar sus rezos y demandas, sin necesidad de nadie que intercediera entre ellos y Dios. Pero aunque fueron realizándose y apareciendo en la mayoría de pueblos y aldeas, no tuvieron más importancia pues la riqueza, los artesanos y el comercio se movían y crecían sin parar.

Y sí, así fue el reinado de Brian, construcción tras construcción, mejora tras mejora y cada vez más dinero, que se invertían en más construcciones. No lo fueron menos durante los primeros años, bajo el beneplácito de su madre. De hecho, el Condado de Thuadmhumhain, donde nació la dinastía de Ua Briain y desde donde se hizo grande, siguió prosperando y se convirtió de nuevo en el territorio más próspero de las islas, atrayendo más gente y creándose asentamientos nuevos y tierras que antes eran yermas se comenzaban a labrar. Además, otros territorios del reino se irían aprovechando de la prosperidad que lo invadió y también, más tarde, crecerían y se realizarían las cosechas más grandes jamas vistas, trayendo alegría y celebraciones.

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A este cometido ayudó el hecho que Brian y su madre se hubieran rodeado de un consejo de personas pragmáticas que pensaban más en la riqueza del reino y propias, que en aumentar las tierras y los nobles y condes también aceptaron de buen grado este cambio de política. Así que Brian no entró en las guerras intestinas del Sacro Imperio, que acabaron con la victoria de aquellos Duques y Reyes que se querían independizar y tampoco contra la Yihad que lanzaron musulmanes por las tierras que el Rey de Sicilia controlaba del otro lado del mediterráneo, a pesar de la llamada del Papa Hadrianus IV a defender esas tierras cristianas.

Mientras tanto, Brian fue poco a poco dejando de lado fiestas y banquetes y se centró en estudiar y mejorar sus habilidades y conocimientos. De hecho su reinado también se caracterizó por grandes avances tecnológicos, tanto en el ámbito económico, de técnicas de construcción, como también en la guerra y esto a pesar de que durante su reinado la guerra sería una política olvidada. Es más, Poco a poco Brian volvió a las políticas económicas de su abuelo y dejó las bélicas de su padre, favoreciendo la recaudación de fondos para construir más y más.

Sus estudios lo convirtieron en alguien más inteligente y avanzado para su época. Realizó políticas que permitieron a la mujer obtener poder, sin duda auspiciado por la influencia del bien hacer de su madre en el gobierno, permitiéndoles un puesto en el consejo. También se le notó cierto cinismo ante postulados de la Iglesia católica y dejó manga ancha a que la plebe adoptara tradiciones paganas que se pensaban olvidadas. Esto y su política de mejora en comedores benéficos y leproserías lo convirtieron en alguien caritativo.

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También durante esos años posteriores se fue preocupando por obtener un heredero, así que sus viajes a Boloña y los de su mujer Charlotte a Mumu se multiplicaron, dando el nacimiento de su primera hija en 1144, a quien llamarían Elise, como su abuela, llegando así los nombres franceses en la progenie Ua Briain y la nobleza de Mumu.

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Y así fue, como después de 10 años del reinado de Brian III, la Regencia de Elise de Beaumont daba paso poco a poco al gobierno de Brian III que se mostró como alguien capaz en todos los aspectos. Un auténtico Rey y como tal comenzó a notar el estrés y la responsabilidad de dar grandeza a Mumu y su dinastía, pero cogió el mando sin dudarlo.
 
Rey Brian III el Constructor:Un gran político
Rey Brian III el Constructor : Un gran político

En un gran discurso que dirigió a consejeros, nobles y cortesanos, durante el mes de febrero de 1146. El Rey Brian III aseguró que ya era hora de dar paso a retos más elevados que los mundanos, que Mumu era un gran Reino que se había echo a base de comercio y guerra, pero que ahora ya estaba asentado y era fuerte. Los castillos estaban bien defendidos, se contaba con levas importantes y el comercio, tanto interior, como exterior, era fructífero y desde el inicio de su reinado no había hecho más que aumentar, gracias en parte a las bases realizadas durante el reinado de su abuelo, Brian II, y mantenidas en parte por su padre Murchad II. Por lo que ahora tocaba seguir reforzando este comercio para que Mumu fuera un Reino rico y próspero, tal como los primeros años de su reinado mostraban, que debía seguir haciendo grande el territorio a base de mejoras para las personas, que los pueblos y villas crecieran, que los mercados y rutas aumentaran y que todo se hiciera desde la moderación y la tranquilidad, por gracia y obra de Dios y de las personas.

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En definitiva, que se seguiría construyendo para aumentar el comercio y la fiscalidad, conseguir más dinero para seguir construyendo, pero también aumentar la calidad de vida de las personas, creando más y mejores comedores benéficos, auspiciando el crecimiento del artesanado libre y dejando, precisamente, más libertad de movimiento y humildad en el credo.

Fue un discurso que gustó mucho al pueblo y al clero. Un discurso que anunciaba que serían años tranquilos, buscando no ampliar la gloria, sino moderación y reforzar lo ya obtenido. Un discurso que gustó a su madre y cortesanos, pero no a la nobleza y consejeros ávidos de gloria y más territorios y que no vieron en los años anteriores, en el presente discurso y en el futuro venidero lo que pensaron que un día obtendrían con Murchad II, más tierras y grandeza.

No se callaron. No le dejaron ni unos días de respiro que nobles y consejo mostraron su enfado, mientras obispos y líderes del pueblo le mostraban lealtad y agradecimiento por las obras previstas en sus haciendas. Aunque no se preveía un levantamiento noble, pues Brian se mostraba como lo que era, un político inteligente y astuto, que sabía agasajar y agradar a todos, además de ser mil veces mejor administrador que su abuelo, si que sabía que debía tener cuidado y saber dar y recibir, actuar con moderación. El mejor ejemplo de presión de los nobles y el arte con que supo manejarlos Brian llegó meses más tarde, a finales del mismo año del discurso. La Condesa de Deasmhumhain pidió la gestión del Condado de Cill Dara para uno de sus hijos. Todos pensaban que el Rey no aceptaría, pero cayeron redondos cuando si lo hizo, pues para él no era peligroso, daba más poder a una familia, pero no a la misma persona, pues el heredero de la Condesa sería el hermano mayor, al mismo tiempo contentaba a todos y el mejoraba las infraestructuras de menos territorios cobrando al mismo tiempo impuestos cuantiosos del nuevo Conde de Cill Dara. Es más, consiguió que la Condesa le pagara una gran dote por la cesión del condado. Sin lugar a duda, Brian les ganó la partida.

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El segundo ejemplo fue la destreza con que consiguió el apoyo para reivindicar para sí el Condado de Bréifne. Aprovechando las presiones de su hermanastra Barrdub, Condesa de Atholl, para comenzar una guerra por las tierras de Muireb, alegando que tenía derecho por su madre Effie de Atholl, la primera mujer de Murchad II. Barrdub era alguien ambiciosa, guerrera y valiente. También gozaba del favor de otros nobles porque elle recordaba más a su padre que Brian, y su padre era alguien todavía venerado en todo Mumu. Aceptó apoyar a su hermanastra a cambio de que ellos le apoyaran cuando reivindicara Bréifne. Esto sorprendió a todos pues esa reivindicación era más bien de su padre y Brian no mostró nunca interés en los 10 años posteriores. De hecho, su madre Elise, siempre se opuso a ello, aunque ahora lo apoyaba. Por otro lado, ya no había hostilidades con el Conde de Bréifne, hijo de quien se opuso a firmar vasallaje a Murchad II e instó a otros condes a oponerse, evitando que alcanzara la gloria y su meta. Además el comercio interior en toda la isla había trabado una época de paz y nadie quería romper esto. Una guerra en un lugar extranjero vale, pero en el corazón de la isla ya era otra cosa. Nadie entendía esta nueva ambición, pues nadie sabía los auténticos propósitos de Brian.

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Sin embargo les convenció, les prometió grandeza y cambiaba favor por favor, como también que la guerra no sería inminente, que no quería llevar al reino a dos guerras interminables, sino ayudar hoy a su hermana, por una ayuda futura. El acuerdo estaba pactado y las levas fueron llamadas en marzo de 1147. Esa guerra demostró que ni Brian ni Barrdub eran tan buenos estrategas como su padre. Sufrieron una primera derrota durísima que casi decidió el término de la guerra. Sin embargo supieron replegarse y consiguieron controlar el Condado de Muireb, que fue abandonado por el Conde y los soldados, hecho que permitió que muchos aldeanos desearan el gobierno de la Condesa Barrdub, pues veían Atholl como un territorio más próspero y rico. Una vez realizada esta tarea, los 4 mil hombres de Brian, con 800 de su hermanastra, se juntaron a 1500 hombres, entre normandos y franceses, que envió la mujer de Brian, Charlotte de Boloña. En noviembre de 1148 decidieron atacar las fuerzas escocesas que estaban esperándoles entre las colinas de Atholl. Su ventaja geográfica no fue suficiente, además que contaban con unos 3000 hombres menos. Fueron arrasados y ahuyentados de las tierras de Atholl y la guerra daba un vuelco. Sin embargo todavía hicieron falta año y medio más para acabar con diferentes reductos y poner asedio al Rey de Escocia en su propio castillo para que aceptara rendirse y dar por perdido un condado tan importante como Muireb, que pasaba a rendir vasallaje al Reino de Mumu. Al final, la larga duración de la guerra fue algo desastroso para los objetivos de Brian III. Fueron 3 años de parón comercial, incluso la ruta de mercancías exóticas, abierta por su abuelo y mantenida por su padre, no se le pudo dar continuación por falta de fondos, pues se necesitaba renovar permisos y relaciones.

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No obstante, después de esta guerra, Charlotte de Boloña se vino a la corte de Mumu, para estar con su marido y ver como crecía su hija bajo la tutela de Brian. Estuvo bastantes años y durante estos años nació el heredero, quien sería Murchad III, en 1152. Pero también dos hijas, una a finales de 1153 y otra a finales del 1155. Más un segundo hijo en 1157. La pareja parecía entenderse y las fiestas en la corte se multiplicaron mientras el comercio se reactivaba. Por su parte, Brian III pasaba horas estudiando la biblia, hablando con sus consejeros obispos y convocando mesas teológicas para hablar de Dios y su mensaje. Parecía que la normalidad y la moderación se volvían a instalar en el Reino. Años de paz y bonanza que más tarde se recordarían con añoranza. Los hospitales funcionaban bien y controlaban fácilmente una pequeña epidemia que aparecieron en el Reino, salvo allí donde todavía faltaban más infraestructuras, como Connachta. Controlando otra de tifus que venía desde Escocia, destrozada por las guerras. Se siguió construyendo y, sin duda, fueron años felices para Brian y su reino.

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El colofón fue la noticia que su hija mayor Elise, que a los 15 años se presentaba como una persona extraordinariamente preparada para hacerse cargo de un reino, se casaría a principios de 1160 con el Emperador Patryk del Sacro Imperio Germánico-Romano, que contaba 15 años también y acababa de subir al trono a la muerte prematura y extraña de su padre. Una auténtica victoria diplomática de Brian y su mujer Charlotte, que conseguían casar a su hija con alguien que se transformaría en el Emperador más ambicioso y bélico de los últimos 100 años.

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Para celebrarlo, el Rey Brian III anunció públicamente su deseo de convertirse en Rey de Eire. Entendió que Mumu y él eran lo suficientemente poderosos, ricos y avanzados para comenzar el auténtico camino a la gloria. Con un gran discurso, que encandiló a su pueblo y gobernantes. Tan bueno fue, tanta inteligencia y astucia emanaba que los Condes de Tir Chonaill y Argylla le rindieron vasallaje a los pocos meses. El de Bréifne dudo y esto fue suficiente para que Brian III le declarara la guerra llamando a sus vasallos. Más de 6000 hombres fueron y conquistaron el condado en menos de un año.

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Pero algo pasó que nadie esperaba y es que el Conde de Lagin le declaró la guerra al Rey Brian III por el mismo condado que venía de conquerir. Siendo alguien valiente y un buen entendido en la guerra (algunos lo comparaban a Murchad II), consiguió poner entre las cuerdas a las tropas de Brian quienes estaban cansados a pesar de su victoria reciente. Al final se ganó la guerra y el Conde de Lagin pagó una suma muy cuantiosa por su libertad y atrevimiento, pero la guerra volvió a durar más tiempo de lo que Brian quería y el Conde Lagin nunca aceptaría su reinado, algo que Brian respetó para sorpresa de todos. Quien presentó vasallaje fue el Conde de Ulaidh a principios de 1161.

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Una vez enviada su hija a casa de la corte de su madre en Boloña, donde se casaría y se convertiría en Emperatriz del Sacro Imperio, el 8 de junio de 1161, el Rey Brian III de Mumu se coronaría como Rey Brian I de Eire, además de crear el título de Duque de Connachta. Así que Brian pasaría a ser Rey de Eire y Mumu y Duque de Connachta, además de tener bajo su administración 5 condados. También contaba Brian para esta nueva etapa con un consejo completamente leal y unos nobles, tanto los antiguos como los nuevos, totalmente fieles a su Rey.

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Se consiguió la ambición de su padre el Rey Murchad II. Se dio el paso tan esperado por muchos en los últimos años. Mumu era ahora el gran Reino de Eire. Se realizaron festejos y torneos para gran alegría de comerciantes, nobles y pueblo en general. Pero unos meses más tarde su hermanastra, la Condesa Barrdub, se encargó de aguarle las fiestas. Siendo ambiciosa y valiente, sumándolo a la moral obtenida por la nueva gloria del Reino, decidió atacar por ella misma al débil Rey de Escocia, hijo menor de a quien habían hecho la guerra 10 años antes. Eso si, pidiendo ayuda a su Rey y él, que no quería que le vieran como un cobarde, aceptó y envió a unos 3000 mil hombres, pues a penas se acababa de salir de una guerra y no quería lastrar más al reino. Sin embargo él no fue, sino que envió sus mejores comandantes, pues quería dedicarse a construir el nuevo camino. Un camino que comenzó cuando su padre se lo llevó para hablarle secretamente antes de partir a la muerte. Un camino al que muy pocas personas habían llegado, pero que él estaba dispuesto a ensanchar e invitar a que más personas caminaran por él.

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Volvieron los años de paz en el nuevo Reino de Eire cuando llegó la muerte inesperada de Barrdub por enfermedad, con la consecuente firma de paz entre Brian y el Rey de Escocia. Su sobrino fue quien cogió el mando de los 2 condados presentes en tierras escosas. La familia Ua Briain controlaba 9 de los 13 condados del Reino de Eire. Su hijo Murchad I de Eire y III de Mumu fue presentado como un jóven heredero muy prometedor a la edad de 12 años y se celebraron torneos y fiestas durante meses en la Corte de Éire a su gracia, donde recibió el vasallaje y los respetos de nobles, cortesanos y demás personas importantes del Reino. Por su parte, Elise su hija mayor y preferida era la auténtica Emperadora del Sacro Imperio, administrando y haciendo política, mientras su marido comenzaba a recuperar los territorios perdidos por sus antepasados. Charlotte de boloña, su mujer, presente para tal ocasión, decidió instalarse otra temporada en la corte y de esta relación retomada, nació otro hijo varón en 1166 que se llamaría Brian como su padre. Pero al mismo tiempo algo empañó su felicidad, pues nació un hijo bastardo de su relación con una cortesana francesa casada con un primo lejano suyo. Charlotte se fue muy enfadada hacia su territorio y ya no la vio nunca más, pérdida que lamentó mucho, pues sus visitas le eran de mucho agrado. Ante esto, Brian decidió dedicar más tiempo a su objetivos y le dio más importancia que nunca a la administración de su nuevo reino, haciendo de este un mina de oro y él en un administrador y político nunca visto. Mientras se seguía construyendo y construyendo, preparando el terreno para cosas que pocas personas sabían.

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Sin embargo, el dulce de su boca se transformó en amargor. Cuando todo parecía ir bien, cuando el Reino le tenía a él como un gran Rey, adorado por todos, y por detrás vendría un heredero que a sus 14 años mostraba cualidades excelentes. Este murió el invierno de 1167 entre grandes fiebres y dolores. Nada se pudo hacer y el nuevo heredero pasó a ser Onfroy I de Eire y Mumu. Alguien en realidad desconocido para Brian, quien no había prestado nunca mucha atención a su segundo hijo. Nada más importó a Brian desde ese momento, ni siquiera heredar el Condado de Argylla, cuyo Conde no tenía descendencia y decidió dárselo en heredad a su Rey, que en poco tiempo amó y adoró. A partir de entonces todo fue negativo para Brian, los 8 años siguientes se fundió en una depresión que no sabía controlar y quienes estaban a su lado, sobretodo aquellos que compartían el camino, veían que ni siquiera todas las buenas noticas y el poder que acumulaba su Reino, podían hacer ver más que tristeza al Rey Brian III, que a partir de entonces vería como su vida se llenaba de desgracias.

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La segunda desgracia llegó a finales de 1168, cuando su madre Elise murió después de varios años renqueante y enferma. Murió con 75 años. Hasta el último momento estuvo al lado de su hijo. Incluso desde la cama le aconsejaba y guiaba. Incluso en los momentos importantes, que a pesar de casi no poder levantarse, iba hasta la sala del trono apoyando a su primogénito con su presencia. Fue una mujer muy querida, respetada y venerada en Mumu, una auténtica Reina, leal a su marido, Rey Murchad II, y a su hijo, Rey Brian I de Eire y III de Mumu.

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Después veía como su nuevo heredero se comprometía en matrimonio con la condesa Margot de Artois, condado cercano al de Boloña. Un matrimonio más deseado por su esposa, que quería ver como su descendencia se acercaba de tierras franco-normandas y dejaba Mumu de lado, apoyada por nobles y cortesanos con intereses económicos en la zona. Esta decisión a sus espaldas le dolió y le sumió más en su tristeza, pues veía como su heredero marchaba a Boloña para acabar su educación, lejos de lo que él consideraba la grandeza de los Ua Briain.

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En 1171, le aconsejaron que creara el Ducado de Ulaidh, pues Brian III tenía autoridad en sus territorios y de esta forma, agradaría a los condes de la zona y reforzaría su prestigio y grandeza en la zona norte de Eire. Así se convirtió en Duque de Ulaidh y cedió el título de Duque de Connachta al Conde de Ulaidh, casado con su segunda hija Laura, asegurándose así que su familia creciera en poder.

Pero ni siquiera este momento de fiestas y política que tanto le agradaba duró demasiado, pues para finales de año, le llegó una terrible noticia que, según testigos presentes, casi lo lleva a la tumba. Le anunciaron que su hija Elise, La Emperatriz del Sacro Imperio, la verdadera gobernante, política locuaz e inteligente como su padre, moría asesinada a manos de alguno de sus vasallos, descontentos por su gobierno. Para más afrenta, su marido ni se inmutaba y continuaba con sus guerras. Ni siquiera el consuelo de saber un nieto suyo como próximo Emperador le animó. Esta noticia fue desgarradora para Brian. Sus dos primeros hijos muertos, sus dos favoritos, los mejores y por quienes apostó todo. El Reino, el camino, la verdad.

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Desde entonces, la vida de Brian III era la de un alma en pena. Muchos se preocuparon y si siguió reinando en paz era porque gozaba de tal prestigio y lealtad por parte de súbditos, nobles y consejeros, que todos estaban muy preocupados, sin atreverse a hacer nada.

Para rematar a su padre, su tercera hija, Barrdub, que estaba comprometida a quien sería un día heredero y Rey de Inglaterra, se presentó en la corte embarazada. El compromiso estuvo a punto de romperse y solo el prestigio y las dotes de político astuto que quedaban en Brian, pudieron calmar al Rey de Inglaterra y que el matrimonio siguiera adelante. Se acogió al bebé en la corte, pero a Barrdub se la desterró a tierras de Inglaterra, para que permaneciera recatada y solícita a su prometido. Pero es que un año más tarde, también llegarían a sus oídos, como su segunda hija, Laura, casada al Duque de Connachta, también se le acusaba de adúltera y avergonzaba también a su padre. Por suerte había dado antes ya un heredero al Duque. Pero para Brian, ya en un estado mental muy flojo, esta noticia se acumulaba a un vaso ya demasiado lleno de desgracias.

Desgracias que continuaron llegando, Brian se preguntaba que había hecho mal. Pensaba estar haciendo todo por la grandeza del verdadero camino. Hasta sus propios compañeros le dejaban atrás y ya no veían en el al guía iluminador. No tenía amigos, pues todos le habían abandonado o estaban muertos y los nuevos no llenaban su vacío. Le llegaron noticias que su mujer, a quien no veía desde hacia 8 años, se acostaba con un barón vasallo suyo, lleno de ambición, como unos 20 años más joven. Una guerra destrozaba Inglaterra y su yerno sería solo Rey de Inglaterra junto a su hija Barrdub durante unos meses. Guardaría sus derechos como Duque de Northumbria y su hija era Duquesa, pero para Brian todo iba de mal en peor, su vida se desmoronaba poco a poco a su alrededor. Alguien que había sido tan querido, amado y seguido, se encontraba solo y hundido. Viendo miseria y tristeza por todos lados. Incluso el camino que había estado construyendo durante toda su vida, veía como se corrompía y lo comenzaban a caminar personas deseosas de su parcela de poder y no del bien, la humildad, la generosidad y la libertad, que eran los principios elementales y básicos de su construcción.

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El 5 de octubre de 1175 y después de 44 años de reinado, a Brian III le parecía todo perdido. Subió a la Torre de Brian, construida antaño para y por la grandeza de su abuelo. Desde allí vio hermosura, un Reino próspero y grande. Mas entonces supo que aquello no lo hizo para los demás, sino que lo hizo para si mismo, igual que su abuelo, igual que su padre, igual que su bisabuelo. Todo se hacía para la grandeza personal y de una dinastía, no para la de todos aquellos que le seguían, menos aún para el pueblo. Se dio cuenta que su verdad no era otra cosa que una imagen inventada por él mismo y sus antepasados. Que la auténtica verdad solo vendría desde abajo. Saltó y murió. Dejando un Reino inmensamente rico, próspero y poderoso. Pero dejándolo huérfano de un camino por donde seguir.

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Reino de Eire a la muerte de Brian I de Eire y III de Mumu en 1175.
 
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Rey Onfroy I el Vengativo: Un reinado efímero
Rey Onfroy I el Vengativo : Un reinado efímero

Del Reino de Onfroy I no se puede decir nada bueno, ni nada malo, solamente que fueron años donde ocurrieron cosas diferentes a lo habitual. Sin duda el reciente Reino de Eire, no se merecía un segundo Rey tan perezoso y cobarde. No quiso participar de ninguna guerra, como por ejemplo la 3a Cruzada por Jerusalén que el Papa Clemens IV auspició durante el año 1177, y eso a pesar de contar con consejeros y nobles deseosos de participar de este proyecto después de su abortado primer intento durante la 2a Cruzada. También hizo oídos sordos a conquistar los condados de Lagin y Dubhlin, que todavía no rendían vasallaje al Rey de Eire y se negaban a hacerlo, aprovechando la debilidad de la Condesa accidental de entonces, quien era más bien una Regente que gestionaba esos condados a la espera de ver quien era el auténtico heredero pues varias familias se lo disputaban después de años de enfermedades que había matado a varios pretendientes. Algunos dicen que no se metió en estas guerras, o también por ejemplo en la de su cuñado el efímero Rey de Inglaterra, de apenas 16 años y casado con su hermana Barrdub, que veía como su reino ardía entre revueltas y la Conquista de un familiar del Emperador del Sacro Imperio, y que le llamó mil veces para que honorara su alianza, porque quería seguir la política de su padre, el Rey Brian I de Eire y III de Mumu, de no entrar en guerras. Pero en realidad, tenían razón quienes le denunciaban de cobarde e inepto, tanto en la guerra como en la administración, que eran una gran mayoría.

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Se puede entender que Onfroy no era el rey esperado, pues el verdadero heredero, aquél que murió por fiebres un invierno de hacía ya unos 12 años, aquél que era diestro en la guerra, inteligente, astuto y ambicioso, quien iba a glorificar el Reino de Irlanda, llevando el nombre de Murchad I de Eire y III de Mumu, era el que todos hubieran querido. Onfroy sin embargo, era todo lo contrario, para comenzar tenía un nombre francés, para horror de muchos. Dejo de utilizar el título de Mumu, ejemplo que muestra su ineptitud y poca inteligencia política, pues sus súbditos se sentían todavía como Mumunienses más que Irlandeses. Era frágil y cobarde, además de ser acusado de pasar todavía muchas y extrañas horas con amigos de la infancia. Pero por encima de todo, era un ser muy vengativo y que rezumaba un odio enfermizo y paranoico.


Hubo muchas habladurías sobre su relación de amor odio con sus hermanos mayores, tanto Elise Emperatriz del Sacro Imperio, como Murchad el excelente heredero de Brian III. Cuando murió este, Onfroy contaba a penas 10 años y siempre estuvo olvidado por su padre. A pesar de ser el segundo hijo varón, era el quinto en nacimiento y su padre siempre mostró realmente interés por su hija Elise y su hijo Murchad. Así que cuando Onfroy fue heredero, casi no hubo tiempo para emendar sus caprichosos y errores y convertirlo en heredero capaz de gestionar un reino. Además, su padre ya estaba sumido en una depresión que no le dejaba ver más allá de su propia desgracia. Ante todo esto, Onfroy se convirtió en un rey vengativo, que llevó al extremo su locura y, en realidad, de forma muy aplicada y gastando cantidades enormes de dinero, dilapidando la fortuna que le dejó su padre.

El primer asesinato conocido que se le atribuye es el de la Condesa de Tir-Conhaill y Reina de Gwynned, Der-Forgaill, quien era una pariente suya lejana y de quien se dice él estaba enamorado, pero ella le despreció en más de una ocasión.

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Los siguientes fueron los Condes de Vienne. Tanto el padre como los dos hijos que heredaron sucesivamente la gestión del condado. De hecho, Conde Dàvi de Vienne fue el asesino de su hermana mayor Elise. Muchos cortesanos han especulado sobre esta venganza, por la relación de amor odio que Onfrey tenía con su hermana, la cual casi no conoció pues cuando se fue de la corte él apenas contaba con 3 años. Sin embargo, por seguro que escuchó hablar mucho de ella, como una gran Emperatriz, la gobernadora del Imperio mientras su marido recuperaba las tierras perdidas por sus antepasados. En todo caso Dàvi d'Albon cayó a los 47 años fulminado por una banda de forajidos (que en realidad eran mercenarios). Guilhem d'Albon, murió a los 19 años por enfermedad (aunque fue envenenado), dos años después de heredar el condado. Para acabar, Dàvi d'Albon, hijo menor del padre con mismo nombre, murió a los 13 años, un año después de ser nombrado Conde. Esta vez si se supo que fue por orden de Onfroy I, que entonces anunció su venganza y su objetivo, que no era otro que acabar con la familia d'Albon, que casi lo consiguió y, ante todo, verlos despojados del condado, el cual pasó a manos de la poderosa familia di Parma.

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Durante esos años y los que siguieron, se sabe también de otros asesinatos o accidentes extraños de cortesanos, sirvientes y otras personas públicas que osaban oponerse al Rey Onfroy I. Es por ello que nadie se atrevía a ir más allá en sus reinvindicaciones. Solo los nobles le obligaron una vez a cambiar la política de levas, dejándolas bajo mínimos ha cambio de una subida mínima de rentas y prometiendo favores que nunca pensaban devolver, dando otro ejemplo de poca inteligencia de Onfroy.

Los últimos años del reinado de Onfroy I pasaron con el mismo sinhacer que los anteriores. El nacimiento de dos hijas Elise y Charlotte, mientras la Condesa Margot de Artois estuvo unos años en la corte de Eire, fue el hecho más destacable. Sobretodo que levantó bastantes rumores sobre si serían realmente de Onfroy. De quien más sospechas había era de la mayor, Elise, pues Margot parecía estar ya en estado avanzado cuando anunció a su marido que estaba embarazada a penas 2 meses después de llegar.

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El último año del reinado de Onfroy I, fue claramente el peor de todos. El que demostró que Onfroy no era un rey preparado para reinar, es más, no era una persona capaz de cualquier empresa de envergadura. Perezoso, cobarde y frágil, con demasiado odio dentro suyo. En 1184, el Rey Onfroy I de Eire, se dejó engañar por los señores y nobles que habían abrazado la religión Valdense y él mismo la abrazó públicamente. Muchas personas entonces se abrieron a esta forma de ver el cristianismo y la mayoría de los condados de Eire vieron como su población profesaba ya en secreto esta vía cristiana. Sin duda gracias al trabajo realizado por Brian III, padre de Onfroy, cuyo objetivo de vida fue construir un Reino próspero y fuerte, capaz de dar un camino diferente, bajo la equidad y libertad a todo sus súbditos. Este camino pasaba por denunciar el catolicismo como una forma injusta de entender el cristianismo. Por lo que en su día entendió a la perfección aquel secreto que su padre, Murchad II, le transmitió antes de irse a la 2da Cruzada. No obstante, este camino construido por Brian II, durante tantos años de reinado, en su fase final se desvirtuó sin llegar nunca a ser lo que él imaginó. Sin duda no era esto y Onfroy no estaba preparado para tal proyecto.

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Este fue el mayor error de Onfroy, pues aunque es verdad que la religión Valdense estaba extensa en el territorio y él mismo profesaba simpatía por ella. No tuvo que confiar en aquellos señores que le prometieron una conversión pacífica y que él sería aclamado como profeta del mensaje. Pues no fue así, sino que él fue ignorado y creó muchos problemas a Eire. Comenzando por el asesinato del mismo Rey.

Nunca se sabrá quien fue, a pesar de que los señores Valdenses si que sospechaban de los católicos. Margot huyó rápida entre lágrimas dejando a su hija Elise sola, pues su hermana pequeña de año y medio también fue asesinada en el mismo acto. De hecho, se cree que Onfroy, en su cobardía, utilizó a su hija bebé como escudo humano, pues las cuchilladas la destrozaron hasta alcanzar a su padre. Es más, muchos se preguntaron que hacía su hija en los aposentos del Rey, cosa rara, y muchas son las habladurías sobre las desviaciones y perversiones de las que Onfroy gozaba.

En definitiva, el Rey Onfroy I de Eire, murió en abril de 1185, dejando el Reino bajo una Regencia y como Reina a su hija Elise de casi 3 años de edad. Nadie imaginaría que con esto, comenzarían años de lucha teológica por el poder, que marcarían las próximas décadas del Reino de Eire.
 
Reina Elise I de Eire y I de Mumu la Joven: Una regencia convulsa
Reina Elise I de Eire y I de Mumu la Joven : Una regencia convulsa

Reina Elise fue la primera Reina de Eire y también de Mumu, además de ser el primer rey niño/reina niña de la historia de Mumu y por supuesto de Eire (aunque Eire contaba con una antigüedad de apenas 24 años). Además, Elise era una niña que a menudo caía enferma y pasaba muchos momentos en la cama. Todo parecía indicar que sería una regencia muy corta y transitoria.

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Así que todos miraron al hermano pequeño de Onfroy I, y también hijo de Brian III, como posible candidato a reinar en Eire, siendo él Brian II de Eire y IV de Mumu. Sin embargo, Brian dio un vuelco inesperado a la situación que nadie esperaba. Proclamó ante todos y junto a muchos cortesanos y nobles, todos valdenses, que Elise era hija suya y de Margot de Artois, poniendo sobre la mesa la auténtica paternidad de Elise, ya que en su día muchos dudaron. Por lo tanto apoyaba a su hija como Reina legítima. Más sorprendió todavía cuando anunció que él se iba con su madre Charlotte a Boloña, pues heredaría él el condado y lo administraría hasta que su hija fuera capaz de ocuparse por ella misma. Y para acabar, al poco tiempo, se casó con Margot de Artois, pues estaban enamorados desde que se conocieron en la corte de su hermano Onfroy, y tuvieron 2 hijas más.

Pero antes de irse, dejó las cosas bien atadas, mostrando su inteligencia y astucia política. Puso como regente al Conde Feradach de Deasmhumhain, quien era católico pero bastante abierto y diplomático con los valdenses, dejando así contentos a unos y otros. Además a sus 63 años, era el conde más viejo del Reino y alguien querido y respetado. También recuperó el título de Reina de Mumu para su hija, convirtiéndose ella en Elise I de Eire y I de Mumu, y agrandando a cortesanos y súbdito Murmienses que se veían como un auténtico pueblo conquistador del resto de tierras de Eire. Así que se fue tranquilo y dejando a su hija en buenas manos, sin dudar por un instante, que se vivirían años de lucha teológica.

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Sin embargo, la Regencia comenzó con buenas noticias pues Feradach comprometió a un primo lejano de Elise, con la Condesa Gwenfrewi de Lagin y Dublihn, de solo 3 años, pero que parecía que al final era ella quien en esos condados todos aceptaron como auténtica heredera legítima, después de decenios de 2 regencias entre disputas familiares. Con esto y los intereses que tenía Feradach en esos condados, consiguió que los nobles y cortesanos de Lagin y Dublihn rindieran vasallaje a Elise, uniendo así, definitivamente 24 años después, todos los territorios de iure de Eire, bajo un mismo Reino.

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A pesar de que era algo que agrandaba el Reino, esto estuvo visto con recelo por parte de algunos señores, sobretodo los obispos y católicos, que veían con desagrado el gran poder que estaba tomando Feradach en el seno del Reino. Más todavía cuando heredó el Condado de Cill Dara, que había sido otorgado a su familia por los principios del reinado de Brian III, pues su hermano murió sin descendencia. También cuando firmó alianzas con la madre y abuela de Elise, Margot y Charlotte, el primo de Elise y Duque de York y la Condesa de Auvernia, casada con el hermano tío bastardo de Elise. Pues aunque eran alianzas con el Reino, todos veían que a quien se las daban era a Feradach. Para rematar todo, ese mismo primer año de Regencia de Feradach, estalló una revuelta valdense en Osraige, que aglutinó a muchos súbditos descontentos por no ver un poder en la corte enteramente Valdense. Aunque Feradach la aplastó sin problemas pues era un gran caballero (siendo parte de una generación que aprendió y vivió bajo el influjo posterior de Murchad II el Conquistador) y que Eire era un territorio próspero y con una gran población por lo que Elise contaba con muchas levas y seguidores. Se le acusó de no aprovechar y acabar con la herejía Valdense y castigar más a sus líderes, pues solo se encarceló a Garalt, cabeza militar visible del alzamiento y que fue puesto en libertad poco tiempo después.

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Por lo que, a penas transcurrido año y medio de Regencia de Fedarach, los obispos católicos, junto a otros señores y nobles católicos, dieron un manotazo sobre la mesa y acusando a Fedarach de ser demasiado ambicioso, pues quería convertirse en Duque de Meath, lo derrocaron de la Regencia y pusieron en ella al Obispo Sáerbrethach de Cill Dálua. Es cuando entonces empezaron las luchas teológicas, pues aunque también intentaron hacerse con el control del Consejo de Elise y la Corte, no lo consiguieron y las fuerzas católicas y valdenses estaban más o menos equitativas en el poder, eso sí, en un territorio que poco a poco se fue convirtiendo al catolicismo, sobretodo después del alzamiento y que Sáerbrethach facilitó el proselatismo católico por todo el territorio.

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El primer ejemplo fue la deposición del título de Obispo a Thierry Ua Cleirigh, del Obispado de Tuaim Da Ghualann. Este era católico y pensaba que gozaría del apoyo del nuevo Regente, por lo que se creyó con derecho a hacer lo que le placiera. Se llevó una buena reprimenda del nuevo Regente, pero esto no fue suficiente para los valdenses que apoyados por el Conde de Deasmhumhain y antiguo Regente, obligaron a revocarle el título y lo detuvieron después de un asalto al obispado. La idea detrás era poner a un Obispo Valdense, pero el Regente fue más rápido y dio el puesto a alguien católico y de confianza. Algunos decían que era un hijo bastardo suyo. Después pasó a gastar gran parte de los recursos reales a construir y mejorar los edificios de sus propiedades, como también de su nuevo vasallo nombrado u otras propiedades de personas fieles a Sáerbrethach.

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Así fueron las cosas durante los años siguientes. Ya en 1191, con casi 9 años. Elise se mostraba como alguien digna de su abuelo Brian III y su bisabuelo Murdach II. Sin embargo era demasiado pequeña para entender muchas de las cosas que pasaban. Por ejemplo, ese mismo año, los señores valdenses invitaron a varias familias comerciantes judías, arguyendo sus buenas relaciones y el importante aumento de ingresos que esto comportaría. Sin embargo, en este caso el Regente se impuso y no dio permiso y ahora era fuerte y contaba con fuertes levas, pues se seguían mejorando defensas y prosperando los diferentes obispados católicos. Algo que tampoco entendió Elise, fueron las agrias discusiones que se llevaron a cabo entre los años 1188, 1189 y 1190, cuando varios señores llamaron a luchar contra la Jihad por Galicia que había lanzado el Califa Suní Faruk. Hubo agrios debates y encontronazos. Para al final ver como no se hacía nada para ayudar a sus hermanos cristianos castellanos y portugueses.

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En 1191, Charlotte de Boloña murió y heredó el condado su hijo menor Brian, el auténtico padre de Elise. Sin embargo esto no gustó nada al Duque Hupold de Flandes, que veía como en un futuro este condado podría pasar a ser vasallo de Eire. No le bastaron las promesas que Charlotte le hizo durante toda su vida, así que ni siquiera dejó tomar posesión a Brian y se apoderó del título de Conde de Boloña el mismo, con el apoyo de los otros Condes y nobles, arguyendo que Brian era extranjero en aquellas tierras. Muchas personas coinciden, que a pesar de su joven edad, Elise mostraba un carácter ambicioso y este hecho le desagradó mucho, incluso haciéndole llegar su decepción a su padre y madre. Además, a partir de entonces comenzó a desconfiar de ellos, pues aunque le prometieron lealtad y que ella sería un día la Condesa de Artois, esta derrotada de su padre le hizo de que pensar a Elise y si no darían el condado finalmente a alguna de sus hermanastras, nacidas y criadas como francesas.

Durante los siguientes años y hasta 1196, ya siendo Elise una mujer de 13 años, que mostraba grandes características para ser una gran Reina. Los católicos habían conseguido imponerse en el Consejo y la Corte. Casi todo Eire se había convertido de nuevo al catolicismo y se iniciaron conversiones forzosas para terminar con la herejía. Mientras los obispados católicos, que eran la mayoría menos los que controlaba el Arzobispo de Tir Ergohain, se habían convertido en potencias militares y económicas dispuestas que en cualquier momento se iniciara una Guerra de Religiones.

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Todo parecía ir encaminado hacia este sino, cuando de repente sucedió algo inesperado, en pocos meses y sin pausa, cayeron muertos 3 obispos católicos por enfermedades raras, entre ellos el hijo bastardo de Sáerbrethach. Esto fue demasiado para él que ya siendo un anciano de 84, no pudo soportar la presión y murió en junio de 1196. Los valdenses intentaron reaccionar rápidamente, imponiendo como Regente al Arzobispo de Tir Ergohain, pero Conde Feradach apareción de nuevo, a sus 74 años e impuso la paz del Reino. Siendo alguien respetado, querido y diplomático, que además había creado fuertes alianzas tanto internamente, como externamente durante los 10 años de Regiencia católica, fue nombrado de nuevo Regente.

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Isla de Eire en 1196. En verde territorios católicos, en violeta territorios valdenses. En este momento Elise tiene 13 años y conde Feradach vuelve a la regencia.