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Africa—Arabia ha sido durante mucho tiempo el mayor aliado de estados unidos. Dudo que ahora simplemente se convirtiesen en su enemigo

Fueron aliados hasta 1929, pero la verdad, en las dos guerras en la que estuvieron juntos la alianza no sirvió de mucho, y en 1929 USA la rompió. Cuando empezó el HoI estaba sin aliados, y la metí en los aliados influenciando al país. Y en la paz recuperó el Levante, lo perdido en 1929, y se quedó el Hejaz. USA no es que hiciera mucho por ellos...

¿Alguien tiene la nuclear?

Se admiten apuestas :D



Con las imágenes de fin de capítulo he hecho este video de la SGM al estilo de los de EmperorTigerstar. Son periodos de 3 meses así que tampoco hay mucho detalle, pero se pueden apreciar todos los frentes a la vez.


La verdad es que el colapso bizantino en los últimos meses fue tremendo...
 
Que putiferio de posguerra. He dicho.
 
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Partit Republicà Lliberal: Un millar de soles (1951-1955)



La toma de Kentucky abriría una nueva fase de la guerra, con los rebeldes ya suficientemente fuertes como a enfrentarse a los españoles a campo abierto. Atacando desde sus bases en Sierra Madre, los revolucionarios lograrían hacerse con toda la Meseta de Zarca y conquistar Ciudad Juárez en julio, capturando grandes cantidades de material tras la rendición de la guarnición de la ciudad. Agosto vería la liberación de la colonia de Tennessee, y poco después la captura de Tallahassee resultaría en la rotura de la conexión terrestre entre Florida (localización de la capital Miami y de la mayor parte de puertos desde donde se suministraba el ejército español) y el resto del territorio colonial. Pese a que en septiembre nuevos refuerzos de la OTM llegaron a la zona (incluyendo un cuerpo de ejército aragonés) la situación se presentaba desastrosa para España.

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Situación en la Norteamérica Española a septiembre de 1951, con los territorios controlados por los rebeldes en azul.
La ayuda abierta de los EEUU había sido el factor determinante en el giro definitivo que había dado la situación. Especialmente decisivo había sido la adquisición por parte de los rebeldes de aviones F-86. Desarrollado en secreto por el ejército estadounidense, el revolucionario caza empleaba propulsión a turborreacción, haciéndolo inmensamente superior a los modelos a hélice que aún empleaba la aviación española. En cuestión de semanas, la presencia del aparato había permitido al ejército revolucionario hacerse con la superioridad aérea allá donde deseara.

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A partir de 1950, los Estados Unidos empezó a proporcionar a los rebeldes vehículos y aviones de última generación. Izquierda: Tanque M46 Patton. Derecha: F-86 Sabre
La aparente inminencia de la victoria motivaría a los líderes rebeldes a declarar formalmente la independencia a principios de octubre. Reunidos en Memphis, representantes de tanto las colonias liberadas como las aún por liberar firmarían una declaración de independencia inspirada por la estadounidense dos siglos atrás. Los Estados Confederados de América quedaron oficialmente establecidos, siendo reconocidos de forma inmediata por los Estados Unidos.


La declaración de independencia sería la gota que colmara el vaso para buena parte de los mandos del ejército español, que llevaban tiempo pidiendo poder tener las manos libres en cómo lidiar con la rebelión. El 12 de octubre, el ejército se hizo con el poder en un surrealista golpe de estado, en el que el gobierno español fue capturado al completo cuando las tropas de la capital se alzaron en rebeldía en medio del desfile militar del día nacional.
La confirmación del triunfo del golpe llegó con la bendición del monarca Juan III a la formación del nuevo gobierno, al que encomendaría dirigir el país hasta que la crisis de América del Norte hubiera pasado.

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Tras el golpe del 12 de octubre, España pasaría a estar gobernada por un triunvirato formado por el portugués Salazar (izquierda; presidente), el tejano Artúrez (centro; gobernador militar de América), y el gallego Franco (derecha, gobernador militar de África y Asia)
En el que sería llamado "Estado Nuevo" español, el imperio de ultramar sería reorganizado en dos gigantescas regiones militares, cada una dirigida por una junta. La situada en Miami gobernaría sobre los territorios americanos y estaría liderada por el general Diego Artúrez, que pasaría a dirigir personalmente la campaña contra los rebeldes. La otra junta militar, basada en Surat y liderada por el general Francisco Franco, gobernaría los territorios en África y Asia. El gobierno civil sería reubicado a Lisboa y apenas tendría autoridad sobre las dos juntas militares, quedando su control efectivo limitado a la Península Ibérica, Marruecos, y las islas del Atlántico Norte. El ultraconservador Antonio de Olivera Salazar, uno de los instigadores del golpe, lideraría el nuevo gobierno.


No hubieron de pasar más de dos semanas para que el mundo descubriera a qué se habían referido los golpistas cuando habían clamado como motivo para el golpe las limitaciones que el anterior gobierno había establecido sobre su estrategia militar en América. El 29 de octubre de 1951, la fuerza aérea española lanzó sobre Memphis su nueva arma secreta: la bomba atómica. La de facto capital confederada fue borrada de la faz de la tierra en cuestión de segundos, juntamente con la mayor parte de los líderes del nuevo estado. Al día siguiente, la junta de Artúrez emitió un comunicado en el que se informaba al mundo de la existencia de tal arma de destrucción masiva, y exhortaba a los confederados a rendirse si no querían ver sus ciudades reducidas a la nada.

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El desarrollo de la superarma había empezado durante la Segunda Guerra Mundial, pero al acabar el conflicto, y estando el dispositivo aún en fase embrionaria, se había abandonado el proyecto. Sin embargo, éste había sido reiniciado después de que se concretara la guerra fría contra los americanos, y el prototipo, la "Santísima Trinidad", había sido detonado en el desierto marroquí en febrero. Sin embargo, la magnitud de la devastación que el arma era capaz de causar había provocado que el gobierno vetara su uso en las colonias americanas, pues al fin y al cabo la zona estaba habitada por ciudadanos españoles, por más que estuvieran en rebeldía.

Pero Artúrez estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para salvar su tierra natal de convertirse en un "títere estadounidense". Ante a la falta de respuesta confederada y la continuación de los combates en el campo de batalla, un nuevo artefacto fue lanzado sobre Atlanta el 2 de noviembre, y un tercero sobre Ciudad Luís el 4. Ante tal perspectiva, los líderes confederados se vieron forzados a tener que abandonar los centros urbanos, y a retirarse de nuevo a montañas y bosques para proseguir la revolución a través la guerra de guerrillas.
Los ejércitos confederados en retirada abandonaron detrás suyo la práctica totalidad de su equipo pesado, incluyendo aviones a turboreacción y carros de combate de última generación. Adicionalmente, el efecto de las incursiones atómicas en la moral rebelde sería tremendo. El miedo a ver su hogar aniquilado por el fuego nuclear hundiría el soporte de la población a la insurrección de la noche a la mañana, y unidades enteras rebeldes desertarían o se rendirían a las tropas españolas.

Poco más de un mes después de asumir el poder en América, Artúrez se presentaba victorioso. Sus fuerzas entraron en las ciudades ocupadas, seguras ahora que los restos de las fuerzas revolucionarias no se atreverían a intentar tomarlas de nuevo. Indudablemente, la guerra iba a continuar, pero la bomba atómica aseguraría que los rebeldes supieran que una victoria total iba a ser imposible.

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Atlanta, pocos días después del ataque nuclear.
La victoria del general fue aplaudida por la inmensa mayoría de los dirigentes del Estado Nuevo español, pero la manera como se había llegado a ella horrorizó a muchos otros, silenciados ahora por la represión del nuevo régimen. Internacionalmente hablando, a España le llovieron las críticas, incluso desde miembros de la OTM, que lamentaron el curso de acción tomado y expresaron su preocupación ante la existencia de un arma con tal poder destructivo. Desde Aragón, se reprochó al gobierno español el uso de la bomba sobre la población civil y el carácter antidemocrático del nuevo gobierno español, pero se reafirmó pese a todo el soporte a España en su lucha contra la influencia estadounidense.

Por su parte, Estados Unidos se mantendría en silencio sobre el asunto durante varios días, hasta que finalmente, el 9 de noviembre el presidente Dewey se presentaría en una conferencia televisada para condenar durísimamente los ataques. A continuación, el presidente americano sorprendería al mundo con la revelación de que su país también contaba con armas atómicas. Desarrolladas durante la década pasada, su país las había empezado a producir en 1949, pero todo ello se había mantenido en secreto dado que no había habido necesidad de usarlas. El mensaje acabó con una advertencia a España contra el uso irresponsable de tales armas de destrucción masiva, que, de continuar, tendría consecuencias.

El descubrir que los Estados Unidos también eran una potencia nuclear causó casi tanta consternación como el haber sabido que España tenía tales artefactos; de llegarse a producir una guerra entre ambos, la cantidad de destrucción que podían causarse uno al otro sería inimaginable.

Pese a todo, el efecto de la noticia sobre las élites militares españolas sería menor del esperado. Incluso contando los Estados Unidos con armas atómicas, la situación estratégica seguía siendo favorable a España. Con multitud de bases en el continente americano, la aviación española sería capaz de atacar con rapidez la mayor parte de ciudades estadounidenses, mientras que, para poder alcanzar la Península Ibérica, los B-52 necesitarían de varias horas de vuelo, proporcionando mucho más tiempo para localizarlos e interceptarlos. Habiendo empezado a producirlas antes, los estadounidenses probablemente tenían más bombas, pero el medio centenar con las que el arsenal español contaba ya sería suficiente para mantener a los norteamericanos a raya. En cuanto al aviso de Dewey contra España lanzando más bombas atómicas en el futuro; no iba a ser necesario preocuparse. El tener el poder para borrar otra ciudad del mapa sería suficiente para que Artúrez mantuviera mediante el miedo el control sobre las urbes de la Norteamérica Española.



En Aragón, el descubrir que las dos otras superpotencias contaban con armas atómicas y nosotros no sería motivo de enorme preocupación. Aunque durante la guerra habían llegado al despacho del presidente Cortada un par de informes refiriéndose a la posibilidad de producir tales artefactos, habían sido desestimados debido al sobredimensionado coste del proyecto, y nunca se había recuperado la idea.

Afrontado ahora a un mundo dominado por potencias atómicas, el presidente Oriols ordenaría la inmediata constitución de un comité para que abordara el problema, y que permitiera a nuestro país construir nuestras propias armas nucleares en el menor tiempo posible.

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Estados firmantes del tratado de Roma
Mientras ello no se lograba, la diplomacia aragonesa siguió trabajando para mantenernos a la cabeza en cuanto a influencia diplomática. En 1953 y tras varios años de negociaciones, los países que constituían la CECA firmaron el llamado tratado de Roma. Éste resultaría en la creación de la Comunidad Económica Europea, organización con el objetivo de lograr una progresiva integración económica entre sus estados miembros.

Adicionalmente, la primera mitad de los años 50 sería especialmente notable para Aragón en el sentido que comportarían la mayor reforma de la estructura imperio en más de un siglo. Desde los 1840s, los Estados Unidos de Aragón estaban constituidos por 14 estados metropolitanos y 13 estados de ultramar. Todos tenían representación proporcional en el Parlamento (elegido por sufragio universal) y el Senado (con sus miembros designados por los gobiernos de los estados). La única diferencia patente entre unos y otros era que en general, los estados de ultramar contaban con mayor autogobierno. Adicionalmente, existían los territorios coloniales, la mayor parte de ellos consistentes en las regiones anexionadas a partir de los 1850s.
Sin embargo, para 1950, era evidente que tal estructura ya estaba obsoleta. Irónicamente, la mejora de las comunicaciones, aunque ciertamente había servido para que el gobierno central prestara más atención a los estados ultramarinos, también lo había hecho para que los habitantes de tales territorios se concienciaran de la dificultad de los gobernantes en Europa para atender con eficacia a los problemas de los habitantes de otras partes del imperio. La guerra había servido para que muchos se sintieran olvidados por Barcelona, pues numerosas tropas de ultramar habían combatido en Europa sólo para ver que como hasta que no se obtuvo la victoria allí no se enviaron tropas al frente asiático. Pese a que en aún había una identidad nacional aragonesa en los estados de ultramar, también era cierto que existía una propia, y que los eventos de América del Norte no habían hecho sino sembrar dudas entre muchos de que el gobierno central los considerara ciudadanos de primera.


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Organización territorial del imperio aragonés a principios de los años 50. Marrón: los 14 estados metropolitanos. Rojo: los 13 estados de ultramar. Amarillo: territorios coloniales. Entre otros efectos, los Estatutos de la Ribera comportarían pequeños cambios territoriales internos; la colonia de Extremo Oriente fue incorporada al estado de Bering, Oceanía pasó a englobar todas las pequeñas islas del Pacífico, y la colonia de Nueva Guinea quedó dividida entre los estados de Indonesia y Oceanía.
Ante estas perspectivas, y deseando evitar que ello fuera aprovechado por los Estados Unidos para provocar conflictos como el de América del Norte, el foco de la XXXª legislatura estuvo centrado en cómo tenía que ser el futuro de los estados de ultramar.
El resultado de todo ello fueron los llamados Estatutos de La Ribera. Su principal efecto fue que, una vez acordados y aprobados en Barcelona, los 13 estados de ultramar perdieron su estatus federal, y pasaron a estar confederados a Barcelona. Mantendrían sus escaños en el senado, y parlamento central, pero el poder que ambas cámaras y el gobierno pasarían a tener sobre ellos sería mucho menor. La inmensa mayoría de competencias quedaría transferida a los gobiernos y parlamentos locales, exceptuando política exterior, defensa y cierto grado de control económico. Adicionalmente, añadían un mecanismo por el que, si el parlamento local lo decidía, un estado confederado de ultramar podía apropiarse también de estas pocas competencias, convirtiéndose de facto en independiente. Si se diera tal caso, se preveía crear entre ambos países una “Mancomunidad Aragonesa” que serviría para preservar la cooperación política y económica. Entre otras cosas, ésta implicaría reuniones periódicas para mantener la cooperación política, así como el asegurar que un mercado económico común siguiera existiendo entre miembros.

Ante todo, la reforma buscaba servir como mecanismo de defensa ante los Estados Unidos; aumentando el autogobierno y dando la posibilidad de una independencia posible se evitaba que algo parecido a la situación en América del Norte pudiera desarrollarse, a la vez que la previsión de la formación de la Mancomunidad permitiría mantener la influencia política y económica sobre los territorios. El imperio estaba ya muy descentralizado, y con los mecanismos previstos por los estatutos, una posible independencia no tendría efectos severos económicamente hablando; en beneficio neto al estado, la mayor parte de los estados coloniales aportaban menos de lo que costaban, y tan sólo resultaban provechosos gracias a las actividades económicas de compañías aragonesas. Y éstas no tendrían que verse afectadas a corto plazo por una transición de ”Estado confederado” a “Miembro de la Mancomunidad Aragonesa”.

En cuanto a los territorios coloniales propiamente dichos, no se hizo ninguna reforma, pero no se descartó tratar el tema en el futuro.



De no haber estallado la crisis en América del Norte, es posible que España hubiera seguido un camino similar a Aragón en cuanto a reorganización de sus territorios, pero tras el golpe y el paso a una administración militar, ello era pasó a ser definitivamente imposible.

Pese a que comparativamente, los meses posteriores a los acontecimientos de finales de 1951 fueron de relativa calma en la Norteamérica Española, el conflicto continuó, con los rebeldes reducidos de nuevo a la guerra de guerrillas. Los primeros meses de 1952 fueron usados por los americanos para replantearse su estrategia en el conflicto. La amenaza atómica había hecho que invertir todos los recursos en forzar un gran enfrentamiento dejara de ser factible, pero la lucha mediante guerrillas seguía siendo una alternativa viable. De lograr organizar suficientes movimientos, bien se podía llevar a los ejércitos europeos a verse abrumados ante la de teatros que cubrir.
Las nuevas intenciones estadounidenses se empezaron a materializar durante la segunda mitad de 1952. Nueva Escocia, controlada por Gran Bretaña desde su anexión en 1929, había visto disturbios desde finales de los 40. De igual modo que en las colonias españolas, éstos habían sido instigados por los Estados Unidos, pero con casi todos los recursos estadounidenses siendo invertidos en la Norteamérica Española, no habían ido a mucho más. Esto ahora cambiaría, y en 1953 se producirían las primeras acciones guerrilleras.
Similarmente, desde 1950 se habían estado produciendo enfrentamientos en el Brasil español, instigados por el Brasil independiente, pero dado lo limitado de sus recursos, la escala de las acciones había sido relativamente limitada. La ayuda americana empezaría a fluir a finales de 1952, y los ataques no tardaron en multiplicarse.
Los planeados nuevos frentes se empezaron a abrir en julio de 1953, cuando el ataque a un cuartel militar británico en Cuba marcó el inicio de la guerra en la isla. En colaboración con Argentina, EEUU establecería guerrillas en el cono sur británico; mientras que, desde sus estados colombianos, iniciaría y financiaría movimientos rebeldes en la Guyana británica y el Perú Español. Conjuntamente con México, los disidentes de la América central británica serían armados y entrenados, iniciando sus acciones a principios de 1954.

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Zonas con actividad guerrillera en América, 1955
Para 1955, la guerra se había extendido por todo el continente americano. Las tropas españolas, curtidas en la guerra en América del Norte, lograron mantener el control de la situación, pero los británicos tuvieron muchas más dificultades. Para auxiliar a sus esfuerzos, sus unidades serían reforzadas con regimientos de varios países de la OTM, incluyendo tropas aragonesas, desplegadas en América Central.


Si bien los éxitos en la organización de milicias podían hacer parecer que los estadunidenses seguían con la iniciativa en el conflicto, en otros campos estaban teniendo serios problemas. Las sanciones económicas establecidas por varios países europeos a insistencia de Aragón, junto con los primeros esfuerzos de integración económica europea, habían causado un colapso de las exportaciones americanas a Europa, y sin nuevos mercados en los que colocar tales productos, ello había llevado a una notoria crisis económica en el país. Adicionalmente, y pese a la poderosa posición adquirida en el continente americano, la influencia estadounidense también había menguado considerablemente en el resto del mundo, con antiguas alianzas como la con África-Arabia ahora ya irrecuperables.

Pero incluso en el tema militar, el éxito de la nueva estrategia estadounidense era discutible. A finales de 1955 las guerrillas extendidas por los imperios español y británico seguían, más allá de causar una constante sangría a las fuerzas europeas desplegadas en las colonias, sin resultar en nada tangible. Y estratégicamente hablando, los americanos aún no tenían respuesta a las armas atómicas españolas estacionadas a pocos kilómetros de sus fronteras. La detonación, en septiembre de 1955, del primer dispositivo nuclear aragonés, pondría a los Estados Unidos en una situación aún más incómoda.


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El primer test nuclear aragonés, realizado en Australia el 17 de septiembre de 1955.


El súbito anuncio del presidente Vicenç Oriol de la decisión de no presentarse a la reelección a finales de 1955 acabaría lastrando a los liberales, que acabarían perdiendo las elecciones ante al candidato socialista Guitarra Puigdomènec.

 
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Bueno, parece ser que la guerra fría se calienta de mala manera y a toda velocidad...
 
Menuda pasada de AAR, me lo he estado leyendo estos días y estoy impresionado. Mis respetos caballero. Además que como escenario de historia alternativa está muy interesante (salvo por esas HORRIBLES fronteras :/, todo hay que decirlo)

Por curiosidad, no tendrás el save de principios del vicky, nada más convertirle? Es que me parece que tiene mucha jugabilidad, así que si lo pudieses subir sería la hostia.

(Por cierto unas dudas sobre el AAR:
1)No me queda claro porque te refieres a los Timúridas como Persia, es decir los Timúridas IRL eran uzbecos/turcos, se convirtieron a persas en el europa o algo?
2)Shun era un república? (por lo de que china ahora lo es) XD, supongo que eso fue el vicky haciendo de las suyas, pero me parece curioso que una república tenga el nombre de una dinastía
3) No tenía Inglaterra territorios en la India antes de la Guerra? Es que ahora en el mapa parece que los controlas tú)
 
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Menuda pasada de AAR, me lo he estado leyendo estos días y estoy impresionado. Mis respetos caballero. Además que como escenario de historia alternativa está muy interesante (salvo por esas HORRIBLES fronteras :/, todo hay que decirlo)

Por curiosidad, no tendrás el save de principios del vicky, nada más convertirle? Es que me parece que tiene mucha jugabilidad, así que si lo pudieses subir sería la hostia.

(Por cierto unas dudas sobre el AAR:
1)No me queda claro porque te refieres a los Timúridas como Persia, es decir los Timúridas IRL eran uzbecos/turcos, se convirtieron a persas en el europa o algo?
2)Shun era un república? (por lo de que china ahora lo es) XD, supongo que eso fue el vicky haciendo de las suyas, pero me parece curioso que una república tenga el nombre de una dinastía
3) No tenía Inglaterra territorios en la India antes de la Guerra? Es que ahora en el mapa parece que los controlas tú)

No sé porqué os quejáis de las fronteras :D150 años atrás estaban mucho peor :rolleyes:

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El escenario de 1836 no es un save sino un mod, pero aún lo tengo

https://www.dropbox.com/sh/09roq6e5ocwailk/AAA1IrrHr8RTzIYpGx2p6qrVa?dl=0

1) Porque llevan 500 años gobernando esa zona y he asumido que eventualmente se han asimilado, de igual modo que en la realidad Manchuria acabó asimilada a China tras conquistarla en el siglo XVII. El fallo fue no cambiarles el nombre a Persia en el propio juego (como sí hice con por ejemplo México), donde aún se siguieron llamando Timúridas.

2)Sí, y viene del Europa. En la imagen que he puesto puedes ver que en 1836 ya eran una república. Qin (aka Manchuria) y Wu aún estaban imperios.

3) Sí. Básicamente me olvidé porque era un trozo muy pequeño. Ya lo he corregido en las varias imágenes de los últimos capítulos.
 
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Esquerra Socialista: La carrera espacial (1956-1960)




La extensión del conflicto guerrillero por los territorios americanos británicos llevaría a los ingleses a intentar una reforma de la estructura de sus territorios coloniales inspirada por la aragonesa. Sin embargo, ésta llegaría tarde y sería demasiado precaria, y al final no tendría prácticamente efecto alguno en el desarrollo del conflicto en América, pues se evitaría desplegarla en su totalidad hasta que la situación se calmara. En contrapartida, la reforma sí que sería aplicada al completo a las colonias británicas de Siberia y el Mar Blanco, que en 1957 serían reconvertidas en "Dominios" de la corona británica.

En Aragón en cambio, los años siguientes a la reorganización del imperio sirvieron para certificar el éxito de la reforma. El imperio aragonés se mostró libre de conflictos durante la parte central de los años 50, a la vez que la capacidad de proyección de poder aragonesa se mantuvo intacta. La prueba de fuego llegaría con las elecciones estatales de enero de 1957. En Australia, éstas resultaron en la victoria de los partidos independentistas, que al poco solicitarían la independencia del estado. Tal y como se había previsto, el proceso, que se formalizó en 1958, resultó en la constitución de una mancomunidad entre Aragón y Australia, permitiendo mantener la influencia política y económica sobre la zona.

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Australia obtuvo su independencia en 1958.

La segunda mitad de los años 50 estuvo marcada por una carrera tecnológica en lo que respecta a armas de destrucción masiva. Año tras año, nuevos artefactos, de potencia cada vez mayor, eran detonados por las potencias atómicas en espectaculares tests nucleares. El incremento de la potencia de las bombas, junto con su proliferación, resultaría en la acuñación del término "Destrucción Mutua Asegurada", refiriéndose a que una hipotética guerra nuclear global no resultaría ya tan sólo en la aniquilación de las potencias implicadas, sino de toda la humanidad.

Los españoles llevarían las armas atómicas a un nuevo nivel en mayo de 1957 cuando en un nuevo test en el Sahara marroquí, detonaron la primera bomba de fusión, con una capacidad explosiva diez veces mayor que cualquier artefacto de fisión existente. Los logros tecnológicos aliados continuaron durante el año siguiente; los británicos detonaron su primera bomba de fisión en febrero, y los aragoneses logramos detonar nuestro primer dispositivo termonuclear en abril.

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Test termonuclear aragonés en las Islas Marshall, 1958
El fracaso, al menos por el momento, de los científicos estadounidenses en construir también una bomba-H, sembraría de dudas y ansiedades a la sociedad norteamericana. A los problemas económicos y a la falta de progresos en el terreno militar, ahora se añadía la aparente brecha tecnológica entre ambos lados del Atlántico. A mediados de 1958, bien parecía que los Estados Unidos estaban destinados a perder la lucha por la hegemonía.

Las nefastas perspectivas hicieron finalmente reaccionar al gobierno federal, dirigido ahora por el ex-militar Dwight D. Eisenhower, que había sustituido en 1957 a un Dewey que había acabado el mandato con la popularidad bajo mínimos. Eisenhower, que se había centrado durante sus primeros meses en realizar políticas de estímulo económico, ordenaría en julio de 1958 la creación de dos agencias federales aeroespaciales, la ARPA (dedicada a proyectos militares) y la NASA (dedicada a proyectos civiles). Ambas se constituirían a partir de la integración de varias agencias preexistentes, de las cuales heredarían la mayor parte de proyectos y personal. Sin embargo, se decidiría dar un papel central al desarrollo de cohetes, pues tenían el potencial para devolver a EEUU la ventaja estratégica. Y aunque desde que Robert Goddard realizara sus primeros experimentos éstos habían crecido enormemente en escala y alcance (contando el ejército americano ya con algunos modelos capaces de transportar una bomba atómica a cientos de kilómetros de distancia), su máximo potencial aún estaba por explorar.

La decisión se mostraría acertada, pues, apenas un año después de su creación, la NASA lograría poner en órbita al primer satélite artificial de la historia, el "Explorer 1". Más allá de su valor científico (el satélite serviría para descubrir los que serían llamados cinturones de radiación de Van Allen), el lanzamiento sería toda una demostración de fuerza: si Estados Unidos era capaz de poner un satélite en el espacio, también lo era de lanzar una bomba atómica en Europa mediante un misil intercontinental, contra el cual no habría defensa alguna. Y aunque la respuesta europea llegó en otoño con el lanzamiento por parte aragonesa del "Satèl·lit 1" (que llevó al espacio al primer ser vivo, el perro "Bruc"), el logro sirvió para que los norteamericanos se volvieran a volcar en el conflicto transatlántico con renovadas energías.

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El Explorer 1 estadounidense, el primer satélite artificial puesto en órbita por el hombre.
La percibida brecha tecnológica y estratégica en el conflicto se cerró definitivamente en noviembre con la detonación de la "Ivy Mike", la primera bomba de hidrógeno norteamericana. Y mes y medio después, el financiamiento estadounidense de guerrillas se apuntó su primera gran victoria con la victoria de los revolucionarios cubanos, que tras hacerse con La Habana y forzar la rendición de la guarnición británica de la isla, proclamaron la independencia de Cuba. Estados Unidos rápidamente reconoció a la naciente república, y se mostró garante de su independencia.


La administración Eisenhower también maniobró para recuperar su influencia económica fuera de Europa, girando la atención a Asia.
La península coreana, que tradicionalmente había estado bajo influencia china, había sido conquistada por Japón a lo largo del siglo XIX, aprovechando el periodo de conflictos que se había vivido en China tras la caída de la dinastía Zhou. Pero ahora, quince años después de la reunificación de China, el gobierno de Pekín ya se sentía suficientemente consolidado internamente como para intentar recuperar su influencia. Sin embargo, los líderes chinos eran conscientes de que, pese a que su país era definitivamente el mayor poder de Asia, seguía estando a la merced de las superpotencias, y actuar sin su consentimiento podría ser fatal. Con Estados Unidos buscando nuevos mercados donde colocar sus productos, y con China buscando las garantías diplomáticas suficientes con las que poder forzar al Japón a devolver la independencia a Corea, se hicieron evidentes los beneficios de la cooperación entre ambos, resultando en una serie de tratados que acabaron con buena parte de los aranceles en China para productos estadounidenses a cambio de soporte político.

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Asia a mediados de los años 50, previo a la independencia coreana.
Sin demasiados intereses europeos en la zona, Japón se vio sin apoyos, y a finales de 1959, se vio obligado a conceder la independencia a Corea.
No sería hasta pasada la crisis y establecido el nuevo estado coreano que nos empezamos a preguntar desde Aragón que quizás hubiera sido preferible intervenir. Pekín saldría reforzada del asunto y con buenas relaciones con los estadounidenses, los cuales también obtendrían importantes beneficios económicos del comercio con China.


En conjunto, al empezar los 1960s, parecía que la marea en el conflicto geopolítico había cambiado de nuevo. Los Estados Unidos entrarían en la nueva década con una economía recuperada, capacidad para responder a un ataque nuclear europeo, e influencia creciente en Asia. Adicionalmente, el impacto de la revolución cubana sería enorme. La victoria de los revolucionarios inspiraría a la población de todo el continente, resultando en una notable escalada de la intensidad de la guerra de guerrillas. También fuera de América los movimientos independentistas se multiplicaron. Que el más importante de ellos, situado en la colonia aragonesa de Champa, buscara abiertamente establecer un estado comunista, haría ver que en gran medida éstos habían surgido sin influencia estadounidense.

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Revolucionarios Cubanos en la Habana, 1960. Su victoria ante los británicos inspiraría a los guerrilleros de medio mundo.
Más preocupante era China abandonando su aislamiento. Estaría por ver en qué grado el gigante asiático decidiría mantener sus buenas relaciones con los americanos, y si se conformaría con haber expandido su influencia a Corea o buscaría seguir extendiéndola.


El deterioro del panorama internacional acabaría saliendo caro al gobierno socialista, que perdería las elecciones frente a una coalición liberal-conservadora en las elecciones aragonesas de mediados de 1960.
 
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Se acerca el final de los imperios coloniales...
 
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Partit Republicà Lliberal/Unió Democràtica: La crisis de los misiles (1960-1964)




Nuestros peores temores se confirmaron cuando, a principios de los 1960s, China empezó a intentar extender su influencia sobre territorios tradicionalmente en la esfera aragonesa. Sin llegar a quedar claro el grado de presencia de la mano estadounidense sobre sus acciones, Pekín empezaría a apoyar facciones claramente anti-aragonesas en Birmania y Camboya. Ambos países, pese a contar con independencia política, tenían multitudinarios lazos económicos con Aragón, que ahora empezaron a ser disputados por China.

De forma más activa, China empezaría a apoyar activamente a las guerrillas en Champa, favoreciendo la entrega de material a las facciones no comunistas. Gracias a su creciente influencia en el gobierno de Camboya, a Pekín se le permitiría establecer una vía de subministro directa hacia Champa a través del territorio camboyano, a través de la cual miles de combatientes se trasladarían a la colonia aragonesa para apoyar a la insurrección. La influencia china no tardaría en hacerse notar, reduciendo a las guerrillas comunistas a segundo plano, pero escalando notablemente el conflicto en la zona. Ante el deterioro de la situación, se decidiría reforzar notablemente la colonia, llegando a tener 100.000 efectivos desplegados en el área para 1963.

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Tropas aragonesas en Champa, mediados de 1963.
En contraposición, para frenar la influencia China en Birmania se adoptaría la medida opuesta, y se decidiría organizar un referéndum de independencia en Birmania Occidental para 1962. El plebiscito resultaría en la victoria de la opción de la reunificación, y la colonia aragonesa sería incorporada a la independiente Birmania (Oriental). A la gran mejora de las relaciones con Birmania, se sumaría el aumento de nuestro control económico sobre su territorio derivado de la incorporación de la colonia.

Pero pese a la victoria local, nuestra posición en el Sur de Asia se siguió deteriorando a lo largo de los años siguientes. La entrada de China a la escena geopolítica de la zona resultaría en un verdadero efecto dominó de países empezando a resistir el orden establecido en la región. En 1962, Orissa, que tras su fiasco en la Segunda Guerra Mundial se había mantenido al margen, formaría una alianza con China en cuanto a acabar con el colonialismo europeo de forma definitiva, en una reedición de la facción asiática de la guerra global. Al poco, protestas se extendieron por la India Aragonesa, pidiendo la independencia, aunque contrariamente a la mayor parte del resto de colonias del mundo, de forma pacífica.


Sería en este creciente clima de conflicto que se producirían nuevas elecciones estatales. Tras haber visto lo pacífica que había sido la independencia australiana, los comicios de de 1961 resultarían en victorias de partidos independentistas en 5 de los restantes 12 estados de ultramar; Nova Mallorca, Ceilán, Madagascar, Sud-África, y Filipinas accederían a la independencia (y a la mancomunidad aragonesa) durante el año siguiente. De forma notable, Taiwan-Hainan, con diferencia el estado de ultramar restante con mayor industria y poder económico, decidiría mantenerse dentro de la confederación, por miedo a convertirse en un satélite chino en una hipotética independencia.

Aunque las elecciones estatales de 1961 serían vistas por algunos como la trágica fecha del fin del imperio aragonés, lo cierto es que sirvieron para certificar la efectividad del modelo ideado años antes para lograr mantener la influencia sobre nuestros territorios coloniales más antiguos. Como tal, y en vista de cómo se estaba desarrollando la situación en el Sur de Asia, sirvieron para empezar el debate de si era necesaria realizar una transición similar en nuestras colonias sin rango de estado.

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Estados miembros de la Mancomunidad Aragonesa en 1963 (incluyendo tan sólo los territorios europeos de Aragón).
Algo similar se estaba discutiendo en estas fechas en Gran Bretaña, donde tras haber establecido sus territorios siberianos como dominios, había deliberación en cómo lograr algo similar en América, haciéndolo sin que los Estados Unidos convirtieran a los nuevos países en sus satélites. Simultáneamente, los británicos trabajaban en cómo recuperar el control de Cuba, efectivamente convertida en títere estadounidense, sin provocar una guerra con Washington, garante de su independencia. Finalmente, se encargaría al MI6 organizar una invasión de la isla efectuada en su totalidad por exiliados cubanos. Dado que oficialmente no formarían parte del gobierno británico, la protección estadounidense podría ser esquivada. La invasión se lanzaría finalmente en abril de 1961, y resultaría en un completo desastre. Resultado de ello, el primer ministro británico Anthony Eden dimitiría de su cargo, siendo sustituido por Harold MacMillan.

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Miembros de la fracasada invasión británica, capturados por el ejército Cubano.
Tras el relativo estancamiento de las décadas de postguerra, la primera mitad de los 1960s fue una época de enorme crecimiento económico. Ningún caso, pero sería tan exagerado como el de Bizancio, que, tras años en una recesión inacabable, volvió a situarse al frente de Europa en cuanto a potencial económico neto. Tras años estancada en unos valores similares a los de la China, en 1959 la economía bizantina había atrapado a la española, al año siguiente a la aragonesa, y en 1963 se había empezado a acercar a los valores de la estadounidense. La cultura bizantina de postguerra se había vuelto extremadamente anti militar, y pese a favorecer la integración europea, su gobierno había rehusado posicionarse a favor de un bando u otro en la guerra fría. Esto quedaría ejemplificado cuando en 1961 los griegos decidieron unirse a la carrera espacial. En vez de hacerlo como demostración de fuerza, lanzando artefactos cada vez más rápido y más lejos, los bizantinos se centrarían exclusivamente en alcanzar nuevos logros científicos. Tras lograr lanzar su primer satélite en 1961, los griegos conseguirían al año siguiente enviar la primera sonda interplanetaria al alcanzar Venus. Su mayor logro llegaría en 1963, cuando conseguirían enviar un hombre al espacio y hacerlo regresar. Buena parte de tal serie de éxitos se pudo atribuir al ingeniero de cohetes bizantino Berner Vrafnas, que habiendo trabajado durante la guerra experimentando en bombas volantes para el imperio (sin éxito suficiente como para afectar el resultado final del conflicto) se había convertido ahora en una figura clave del proyecto espacial griego.

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Región del Mar del Norte en 1962, con los territorios Británicos en rojo y los de Gales-Irlanda en verde oscuro.
El restablecimiento de la alianza asiática antieuropea tuvo un profundo efecto en Gales-Irlanda, que durante la guerra había sido muy próxima a las aspiraciones anti-imperialistas del bloque asiático (llegando a posicionarse como no-beligerante en los últimos meses del conflicto). Los irlandeses siempre habían tenido una relación complicada con los ingleses, cambiando de bando varias veces durante el conflicto anglo-francés, y aún mantenían un contencioso territorial con sus vecinos respecto al Ulster (pese a que los ingleses lo habían controlado (y poblado) durante siglos). Durante los 1940s y 1950s, las relaciones entre Londres y Cardiff habían estado bajo mínimos, por lo que los irlandeses se habían mantenido relativamente próximos a los estadounidenses, pero dada la enorme distancia de América (y proximidad a la metrópoli de los imperios europeos), no se habían llegado a posicionar a favor de los americanos abiertamente. La revolución cubana, junto con la adhesión parcial de China al bloque antiimperialista, convencería a la mayoría de galeses e irlandeses de que la derrota final de los imperios europeos estaba próxima, y en las elecciones de 1961 votaron masivamente a una escisión radical del Sinn Féin, el llamado Ejército Republicano Gaélico, que buscaba la unificación de la isla de Irlanda a cualquier coste.

Tras su victoria, Gales-Irlanda se incorporó oficialmente a la alianza militar de la Unión Americana. Gran Bretaña rompió relaciones diplomáticas con su vecino y aumentó sus fuerzas armadas en Europa, pero más allá de esto, los dos siguientes años transcurrieron sin mayores acontecimientos.

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La guerra fría, 1963. Rojo: Miembros de la OTM o bajo su influencia. Azul: Unión Americana y aliados Asiáticos. Púrpura: Estados bajo la influencia de ambos bandos. Rosa: Zonas con conflictos. Blanco: No alineados
Sin embargo, a mediados de octubre de 1963, las predicciones más alarmistas se confirmaron. Tras recibir decenas de reportes de inteligencia, reconocimiento aéreo británico detectó la presencia de varias lanzaderas de misiles nucleares repartidas por Irlanda y Gales. La noticia fue anunciada al mundo en una conferencia televisada del primer ministro británico Harold Macmillan, que también informó de las planeadas contramedidas: el inicio de un bloqueo naval para evitar la llegada de nuevos suministros estadounidenses. Durante los siguientes días, la tensión siguió escalando.

Sorprendentemente, los Estados Unidos se desentendieron del asunto. El presidente Kennedy, aunque confirmó que USA había enviado los componentes para fabricar armas nucleares a Irlanda, también declaró que éstas, junto con los misiles para lanzarlas, ya no estaban bajo su control, pues habían sido vendidas al gobierno irlandés (luego se sabría que, pese a que la idea inicial estadounidense había sido usar el territorio irlandés como base donde colocar sus misiles nucleares, el gobierno de Irlanda había exigido su control sobre las bombas como condición para tenerlas en su territorio). Como tal, el presidente americano declaró que no tenía autoridad para hacer que su aliado las retirase, y pidió el fin del bloqueo a Gales-Irlanda, declarándolo innecesario e inútil.

Los días siguientes a la declaración americana vieron varios intentos de la diplomacia británica y aragonesa de negociar con el gobierno radical irlandés el desmantelamiento de las armas de destrucción masiva, pero sin resultado. Finalmente, dos semanas después de iniciarse la crisis, y tras recibir varios informes de inteligencia que consideraban que los misiles irlandeses aún estaban a semanas de estar listos para poder ser lanzados, Westminster tomará la decisión de lanzar una invasión contra su vecino, confiando en que el miedo a una guerra nuclear sería suficiente para evitar la intervención estadounidense.
El 2 de noviembre, el ejército británico cruzó la frontera, avanzando hacia Cardiff desde Inglaterra, y hacia Dublín desde Irlanda del Norte. Estados Unidos condenó la invasión, pero pese a la insistencia irlandesa, Kennedy se resistió a participar activamente por miedo a iniciar una guerra mundial. Sin ayuda de su supuesto aliado, las fuerzas armadas irlandesas se vieron rápidamente sobrepasadas, y por unas horas pareció que la crisis iba a terminar con una gran victoria europea. Por desgracia, pronto se descubriría que los irlandeses habían sido capaces de poner a punto sus armas de destrucción masiva mucho más rápido de lo previsto por la inteligencia británica, contando ya con una docena al inicio de la invasión. Y con las tropas ingleses acercándose a la capital y sin más opciones, el radical gobierno irlandés tomaría la decisión de usarlas. En la madrugada del 4 de noviembre, una bomba de hidrógeno irlandesa detonó sobre Birmingham, y el mundo contuvo el aliento.

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El 4 de noviembre de 1963 vio las islas británicas engullidas por el infierno nuclear.
El caos y falta de información resultante hizo que la respuesta del gobierno británico se retrasara unas horas, y sorprendentemente, la primera confirmación del ataque llegó desde Washington. En un singular gesto para evitar una guerra termonuclear global, Kennedy se desmarcó totalmente del ataque nuclear, condenó la acción contundentemente, ofreció toda la ayuda posible al gobierno inglés para afrontar la crisis, y anunció su intención de declarar la guerra a Gales-Irlanda ante la temeraria acción.
La declaración estadounidense (junto a la constatación días atrás la independencia de las acciones del gobierno irlandés por parte de Kennedy) evitó el inmediato estallido de una guerra transatlántica, pero no pudo frenar la respuesta británica contra los irlandeses. Cuando finalmente se hubieron esclarecido los acontecimientos, Londres lanzó una ofensiva nuclear total contra su vecino, que a lo largo del día recibió el impacto de tres docenas de armas nucleares británicas. A su vez, Irlanda respondió lanzando el resto de su arsenal atómico contra objetivos en Gran Bretaña.

Mientras las islas británicas descendían en el caos, no todo el mundo había quedado convencido por las declaraciones de Kennedy desmarcándose del asunto. En Miami, el General Artúrez, que tras la explosión de la bomba sobre Birmingham había acatado la decisión de los otros dos gobiernos españoles (el de Salazar en Lisboa y la junta de Franco en Surat) de mantenerse a la espera de los acontecimientos, decidiría, al saber del subsiguiente intercambio nuclear en las islas británicas, que la guerra con los Estados Unidos era inevitable, y, sin consultar con los otros dos líderes del país, ordenaría un asalto nuclear total sobre los Estados Unidos.
Afortunadamente para el mundo, los misiles nucleares no podían lanzarse sin la autorización de al menos dos de los tres miembros del triunvirato español, y pese a las insistencias de Artúrez, se quedaron en tierra (o en sus submarinos). Sin embargo, los bombarderos nucleares en la zona debían lealtad tan sólo al líder de la junta de Miami, y tras recibir la orden, el centenar de aviones que se encontraban ya armados y en el aire debido al estado de alerta por la crisis en Europa, pusieron rumbo a sus objetivos previstos.

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Los acontecimientos se sucedieron durante los siguientes 60 minutos; tras ser consultados por generales a la cabeza de silos nucleares en América sobre la decisión de iniciar el lanzamiento de los misiles, Salazar y Franco se apresuraron a desautorizar a Artúrez, y a declararlo un traidor. Mientras que por un lado el gobierno de Lisboa se apresuraba a contactar a los estadounidenses y a comunicarles de los hechos acontecidos y de las rutas y objetivos previstos de los bombarderos enviados por Artúrez para ayudarlos a destruirlos, el gobernador de la Norteamérica Española Lindo Juaréz se organizaba con varios oficiales leales para organizar un asalto al palacio presidencial de Miami y arrebatar el control a Artúrez antes de que fuera tarde. Finalmente, el ataque apenas se alargó unos pocos minutos, tras los que la mayor parte de los defensores fueron convencidos de rendirse. Artúrez fue capturado poco después, y sus órdenes pudieron ser rebatidas apenas minutos antes de que los primeros bombarderos alcanzaran sus objetivos.


Por el momento, el mundo se salvó de la aniquilación nuclear. Pero por desgracia, las islas británicas no tuvieron la misma suerte. La guerra entre Gales-Irlanda y Gran Bretaña acabó apenas pocas horas después de haber empezado, dejando tras suyo dos países arrasados. La mayor parte de las grandes ciudades británicas acabaron con sus centros devastados, pero la situación en el país celta sería mucho más terrible; frente a las 13 bombas de hidrógeno lanzadas sobre Gran Bretaña, Gales-Irlanda había sufrido 34 impactos, dejando todas sus zonas urbanas arrasadas y sus tres territorios constituyentes (Gales, Irlanda y Pomerania) prácticamente inhabitables. La consiguiente nube radioactiva generada procedería a bañar buena parte de Europa Central, causando el pánico en la zona.

El fin de la amenaza presentada por Irlanda y la gigantesca catástrofe humanitaria que se había desarrollado en las islas británicas dieron punto y final a la crisis. Ante el dantesco panorama irlandés, las Naciones Unidas asumieron el control de lo que quedaba del país para intentar hacer frente a la situación como se pudiera. Por su parte, el gobierno británico sí que había sobrevivido, pero también se encontraba enormemente necesitado de ayuda para afrontar la terrible crisis.


A lo largo de los siguientes meses, Aragón, España, Bizancio, Francia, Italia y los EEUU contribuirían con enormes sumas a las naciones británicas para intentar paliar el desastre. En cierto modo pues, el casi llegar al enfrentamiento total acabaría sirviendo irónicamente para que ambos bandos colaboraran en un proyecto común, ayudando a suavizar las relaciones entre ambos lados del Atlántico. El intercambio nuclear en las islas británicas también serviría para que el mundo se concienciara de los peligros de éstas, haciendo poner en cuestión las políticas de continuo incremento de los arsenales nucleares.

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Desintegración del Imperio Británico, 1964.
Adicionalmente, la crisis británica acabaría propiciando el final definitivo de los imperios coloniales británico y aragonés.
Por parte británica, la desastrosa situación en Europa implicaba que el estado ya no contaba con recursos para seguir aferrándose a sus enormes territorios coloniales restantes, ni tiempo ni recursos para lograr un acuerdo que mantuviera su influencia sobre ellos. A lo largo de 1964, América Central, Guyana, Chile, Río de la Plata, las Bahamas, Jamaica, las Antillas Menores, Terranova, Nueva Escocia, Mauritania, Benguela y Trivandrum obtuvieron su independencia.
Por parte aragonesa, durante 1964 y a medida que se acercaba la campaña electoral, volvió a crecer la discusión de si se debía y cómo se debía hacer la retirada de nuestros territorios coloniales. El temor a que prolongar la confrontación con los Estados Unidos pudiera llevar a un holocausto nuclear, la cada vez peor opinión que se tenía entre la población aragonesa de nuestro mayor aliado en el conflicto España (una dictadura en todo menos en nombre), el éxito de la Mancomunidad Aragonesa para mantener los lazos con los ex-estados coloniales, y la continua sangría de hombres y recursos que la guerra en Champa estaba suponiendo, haría que finalmente todos los partidos mayoritarios aragoneses llevaran el realizar una descolonización acordada durante la siguiente legislatura en el programa electoral.

En contraposición, en España los cambios en la política exterior serían mínimos. Los mayores cambios se darían en la estructura del imperio, pues la crisis había mostrado las carencias de su sistema de gobierno en triarquía. Dada la caída en desgracia de Artúrez, se decidiría reorganizar el imperio en dos gobiernos, fusionando las juntas militares de Miami y Surat y poniéndolas bajo control de Franco. Salazar tendría control absoluto sobre las decisiones de política exterior en Europa, mientras que Franco lo haría en el resto del mundo. En contrapartida a los movimientos conciliadores que crecían en Gran Bretaña y Aragón, el gobierno de Lisboa se reafirmaría en su decisión de mantener intacto su imperio y continuar la lucha contra los estadounidenses, solos si era necesario.


Tras una disputada campaña, las elecciones aragonesas de diciembre de 1964 fueron finalmente ganadas por los socialistas, que, volviendo al poder 4 años después, se prepararon para poner en práctica el mandato de desmantelar el Imperio Aragonés.
 
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En este capítulo me he basado en lo que se ha ido sabiendo posteriormente de la crisis de los misiles en Cuba; de haberse alargado una semana más USA habría invadido por tierra la isla, donde habían logrado montarse ya varios misiles completamente sin que los americanos lo supieran. Tales misiles no estaban bajo control directo soviético, y de haberse producido la invasión muy probablamente se hubieran acabado lanzando, más probablamente aún sabiendo que aparentemente en la época Castro no estaba completamente al tanto de todos los efectos secundarios de la guerra nuclear y como tal no habría tenido muchos reparos en recomendar su lanzamiento. Pero tampoco quería destruir el mundo así que lo he dejado en las islas británicas (dada su posición e historial durante la partida del HoI, Gales-Irlanda era el candidato idóneo para hacer de Cuba).

La guerra de Champa evidentemente está basada en el Vietnam, Kennedy ha vivido hasta el 64 porque no ha tenido que pasarse por los estados del sur dado que no son americanos, y ha dejado algo abandonado el programa espacial porque es lo que probablemente habría hecho de no haberse producido el lanzamiento de gagarin por los soviéticos.
 
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Esquerra Socialista: El fin del Imperio (1965-1969)




Una vez el nuevo gobierno socialista del tunecino Amador Borges se hubo establecido en el poder, se empezó el proceso para poner en práctica el mandato de acelerar la descolonización. Durante buena parte de 1965, se procedió a adaptar para los territorios coloniales los mecanismos de independencia que se venían usando desde hacía una década a los estados de ultramar. Una vez aprobada las nuevas leyes, a las colonias se les daría la capacidad de, previo pacto con el gobierno de Barcelona, iniciar el proceso para independizarse e incorporarse en la Mancomunidad Aragonesa. Dado que los habitantes de las colonias no tenían representación en el parlamento de Barcelona, se daría la opción a los líderes independentistas locales de legitimar la secesión mediante referéndums de independencia.

La nueva legislación fue puesta en práctica en primer lugar en la India Aragonesa, que junto con Champa era probablemente la colonia donde había mayor malestar, si bien sin violencia. Tras negociaciones con los mayores grupos independentistas que se alargaron durante meses, el 1 de junio de 1966, Madurai se constituyó como estado independiente en la Mancomunidad Aragonesa. A lo largo de los años siguientes, la situación se repitió por todo el imperio. En 1967, las Islas Andamán, Costa de Marfil, Congo, y Uganda accedieron a la independencia. En 1968, fue el turno de Namibia, Zimbabwe, y Botswana.
Champa tendría que esperar más que ninguna otra colonia, pues el conflicto en marcha, que siguió pese a los intentos por nuestra parte de establecer una tregua, dificultó enormemente las negociaciones. Con las charlas en un punto muerto, y no estando dispuestos a seguir asumiendo la sangría económica y militar de la guerra, se decidió finalmente realizar una retirada unilateral del territorio en enero de 1969. Como tal, Champa acabaría quedando completamente fuera de nuestra esfera, y no entraría en la Mancomunidad.

En adición a la independencia de las colonias, durante la XXXIIIª legislatura continuó también el proceso de transferencia de soberanía a los estados de ultramar. De las elecciones estatales de 1965 resultaron gobiernos independentistas en los estados de Guinea, Camerún, Indonesia, y Oceanía, que, a lo largo de 1966, se constituyeron también en territorios independientes de la Mancomunidad Aragonesa.

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Mancomunidad Aragonesa al acabar la legislatura (incluyendo tan sólo los territorios europeos de Aragón). Champa se convertiría en la única ex-colonia que no entraría en ella.

Económicamente hablando, durante la segunda mitad de los 1960s, una vez superada una corta recesión consecuencia del descalabro nuclear en las Islas Británicas, continuó el crecimiento del lustro anterior. En Europa, Bizancio se reestableció definitivamente como mayor economía del continente, pero el esperado sorpasso a los Estados Unidos no se llegó a producir, pues el crecimiento de la economía bizantina se ralentizó notablemente en los años finales de la década.

Durante estos años buena parte de las energías griegas siguieron empleadas en su programa espacial. Con el objetivo final de alcanzar la Luna a principios de la década siguiente, los bizantinos se habían enfrascado en diseñar y construir cohetes cada vez más grandes y potentes, realizando misiones tripuladas cada vez más y más ambiciosas. A la zaga, tanto EEUU como Aragón logramos en 1965 poner nuestros primeros astronautas en el espacio, pero sin estar dispuestos a invertir los mismos recursos y sin necesidad real de competir, preferimos centrarnos en el envío de sondas no tripuladas. En 1965, la sonda "Mart 3" aragonesa se convirtió la primera en visitar Marte, y dos años después, la "Mariner 5" estadounidense se convirtió la primera en alcanzar Mercurio.

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El ingeniero de cohetes bizantino Berner Vrafnas, con su "Cronos V", diseñado para llevar al hombre a la Luna en los próximos años.
La segunda mitad de los 60 vería una considerable mejora de las relaciones entre ambos lados del Atlántico. Las desastrosas consecuencias de la guerra nuclear en las islas británicas, juntamente con la desintegración del imperio británico y la independencia del grueso del aragonés, eliminaría todo incentivo alguno de querer prolongar la Guerra Fría. La colaboración en la reconstrucción de las Islas Británicas marcaría el inicio de una fase de cooperación entre Aragón y Estados Unidos, que iría en aumento a lo largo de los siguientes años. Tras la aprobación de las leyes para la independencia de las colonias aragonesas, Kennedy felicitaría al gobierno de Barcelona, y propondría reestablecer las relaciones comerciales entre ambos lados del Atlántico. La normalización de las relaciones se oficializaría en 1967, cuando, en adición a la derogación de las últimas sanciones existentes por ambas partes, se ofrecería a los estadounidenses enviar observadores para supervisar los procedimientos en marcha de independencia de las colonias aragonesas.

A la vez, los americanos harían una oferta similar en cuanto al proceso de reincorporación de Nueva Escocia. Arrebatada a los Estados Unidos por Inglaterra en 1929, una vez expulsados a los británicos Nueva Escocia había iniciado rápidamente contactos con Washington para volver a entrar a la unión.


En contraposición a la posición adoptada por Aragón, desde España no se hizo ningún intento de ceder o hacer cambios en el imperio hispano con el fin de llevar la Guerra Fría a su fin. Con Franco al mando del imperio colonial y Salazar de los territorios europeos, ninguno de los dos quería ser el primero a iniciar una política de détente por miedo a parecer débiles frente al otro. Adicionalmente, abandonar el control directo de las colonias era algo innegociable para ambos, y ambos sabían que tal posición implicaba inequívocamente proseguir el enfrentamiento con los Estados Unidos.

Como tal, la mejora de relaciones entre aragoneses y estadounidenses llevó inevitablemente a un progresivo empeoramiento de las nuestras con España. A mediados de 1966, los aragoneses retiramos las pocas tropas que aún teníamos desplegadas en América del Norte para ayudar en la lucha contra las guerrillas independentistas, y no mucho después fuimos seguidos por la mayor parte de países de la OTM. Asimismo, las críticas al dictatorial sistema político de nuestro vecino continuaron creciendo entre la prensa del país, y si bien el gobierno de Barcelona no llegó a posicionarse sobre el asunto, ya no hizo nada por defender al que fuera nuestro aliado.

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Salazar y Franco, los dos supervivientes del triunvirato que originalmente había gobernado el Estado Nuevo español, aquí vistos en 1967, reunidos en las Azores para acordar cómo afrontar el nuevo escenario geopolítico desarrollado durante la segunda mitad de los 1960s.
Viéndose abandonado por sus aliados, el gobierno español se vio forzado a aumentar su presupuesto militar para poder continuar la lucha, lo cual no tardó a traer problemas de liquidez para las arcas hispanas. Pese a todo, España siguió combatiendo a los Estados Unidos en todos los frentes, haciendo frente a sus guerrillas a lo largo de todo el continente americano con masivos despliegues de tropas y a las protestas en la India con fuertes políticas de represión. Adicionalmente, por primera vez el Estado Mayor de la junta de Miami decidiría contraatacar, financiando y organizando milicias antiestadounidenses en Colombia, el único Estado de los EEEUU en América del Sur, y el más aislado. El éxito de tal política sería cuestionable, encontrando poco apoyo entre la población local y finalmente resultando para España en unos gastos desproporcionados frente a una nimia ventaja estratégica obtenida.

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Solados españoles en el Congo, 1968.
La situación estratégica española siguió empeorando, cuando, a partir de 1967, los conflictos guerrilleros se extendieron también por África. Previamente, se habían producido algunos roces en el Congo Español, pero tras el éxito de la independencia de las colonias inglesas y aragonesas en África, numerosos grupos de liberación empezaron a aparecer por las colonias españolas en el continente. Esta nueva oleada acabó afectando también a África-Arabia, que hasta el momento había mantenido sus conquistas africanas de finales del siglo XIX indemnes.

La prueba de fuego para España llegó a mediados del año siguiente. El empeoramiento de la situación económica por la escalada de los gastos militares acabó explotando a principios de mayo. Tras un choque entre la policía y estudiantes de la Universidad Complutense en Madrid, se convocó una huelga de estudiantes para los días siguientes, que fue acompañada de varias manifestaciones en la mayor parte de ciudades del país. Ante la situación, el gobierno de Lisboa decidió hacer intervenir a la policía para disolverlas, pero tales acciones sólo sirvieron para encender más la llama revolucionaria. Pronto la mayor parte de los sindicatos de trabajadores se habían unido a la huelga, y para mediados de mes el país estaba completamente paralizado. Finalmente, ante el creciente caos, y negándose a ofrecer concesión alguna en lo referente a la reforma política, Salazar se vería forzado a enviar al ejército a lidiar con la revolución. Tras un baño de sangre que dejó varias decenas de muertos, las protestas se dispersaron, y poco a poco la situación volvió a la normalidad. El "Estado Nuevo" había sobrevivido por el momento, pero la dureza de la represión necesaria no serviría sino para empeorar aún la posición diplomática española.

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Protestas de mayo de 1968 en Lisboa. Aunque en mucha menor escala, protestas similares ocurrirían en los Estados Unidos, Francia, Italia, y Gran Bretaña.
Al acercarse el final de la década de los 1960s, era evidente que el panorama internacional se había transformado completamente. Tras haber alcanzado su máxima intensidad durante la crisis de las Islas Británicas, la Guerra Fría empezaba ahora a parecer ya cosa del pasado para la mayor parte de europeos. La desintegración del Imperio Británico, así como la disolución de la mayor parte del aragonés, había transformado el mundo para siempre, con varias decenas de nuevas naciones incorporándose a la comunidad internacional. Sólo el Imperio Español (y en menor medida y de forma más discutible, África-Arabia) permanecía, pero pese a mantener aún sus fronteras intactas, su futura viabilidad estaba severamente en entredicho. Con unos crecientes problemas internos en forma de conflictos guerrilleros en la práctica totalidad de sus territorios coloniales, tensiones sociales en su base europea y crecientes dificultades económicas, se hacía difícil de ver cuanto más tiempo podría aguantar el régimen ibérico antes de su inevitable colapso.


El orden mundial con tres superpotencias de postguerra había pues llegado a su fin. Lastrada por los conflictos internos, España no contaba ya prácticamente con capacidad para proyectar poder. En cuanto a Aragón, si bien sin duda seguíamos siendo uno de los mayores poderes mundiales y manteníamos una considerable influencia diplomática a través de la Mancomunidad Aragonesa, tampoco no podíamos compararnos ya de ninguna forma a los Estados Unidos; al acabar la legislatura, habíamos perdido el 80% de la población y el 40% del producto interior bruto respecto al equivalente una década antes. Debido a ello, Aragón había caído a 4a posición entre las grandes economías, por detrás de EEUU, Bizancio y España. La consiguiente reducción de los ingresos había supuesto también enormes recortes en el presupuesto militar, especialmente después de la mejora de las relaciones con los EEUU y el fin de la guerra en Champa.

El mundo encaraba los 1970s con los Estados Unidos como única superpotencia global. Económicamente hablando, Bizancio era casi comparable a los estadounidenses, pero sus limitadas fuerzas armadas y poco interés en geopolítica global hacían que el liderazgo único de los EEEU quedara fuera de cuestión.


A mediados de 1969 pues, Aragón había quedado reducido a los 14 estados europeos, los 3 estados de ultramar de Taiwan-Hainan, Bering, y Malvinas-Tierra del Fuego, y a varias pequeñas islas desperdigadas por el Atlántico e Indico (de las cuales tenían poblaciones notables Madeira, Cabo Verde, San Tomàs, Mauricio, Reunión, y Seychelles).

No era descartable que los 3 estados restantes buscaran la independencia en el futuro, especialmente Taiwan-Hainan, que correspondía casi a 1/3 de la población restante de la federación (y a un valor similar del producto interior bruto), pero que había preferido mantenerse dentro de Aragón para protegerse de China en el contexto de la Guerra Fría. Habría que ver también el cómo reorganizar las islas de ultramar restantes, considerando que todas ellas estaban pobladas casi íntegramente por habitantes de origen aragonés (pues habían estado inhabitadas antes de ser descubiertas por nuestros exploradores), y había poco sentimiento en ellas de convertirse en estados independientes.

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Aragón a mediados de 1969. Al núcleo europeo y los 3 estados de ultramar restantes (Taiwan-Hainan, Bering, y Malvinas-Tierra del Fuego) tan sólo se sumaban unas pocas islas desperdigadas por el Atlántico e Índico.
Las grandes reducciones de presupuesto militar, así como el notable incremento de PIB/cápita que había supuesto la independencia de algunos de los estados más pobres, permitirían al gobierno de Amador Borges realizar una expansión del estado del bienestar en el último año de la legislatura, incluyendo volver a poner en funcionamiento algunas reformas sociales que habían sido derogadas en 1938 y nunca recuperadas. No es de extrañar pues, que, en las elecciones de junio de 1969, Esquerra Socialista saliera victoriosa de nuevo.
 
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