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Me pregunto cómo se repartirá el mundo al acabar la guerra. Yo creo que el reino de Italia se volverá a crear pero sólo con la península itálica. Francia perderá sus territorios en gran Bretaña, el.Imperio bizantino se convertirá en una república y sólo tendrá Grecia y Tracia. Y del resto no se me ocurre que podría pasar
 
Bueno, ahora puedes crear la UE por la via rápida :p

Supongo que sí. Voy a intentar continuar hasta 2017, aunque evidentemente sin juego, ya sólo como narración. A 1 de enero de 1942 me ha saltado el letrelito de victoria, y creo que voy a dejar el juego ahí. En esos 15 días he acabado de liberar mi imperio colonial y prácticamente vencido ya a los tártaros y persas, así que realmente no me queda mucho que hacer. Dadas las varias naciones implicadas en las distintas ocupaciones, remontar el mapa de Europa que yo quiero en el juego implicaría una cantidad de edits impresionante, mayor incluso a lo que hice para adaptar del Victoria, y la verdad es que no tengo ganas considerando que después de eso me puliría los 7 años restantes en paz sin hacer nada.

La Horda de oro en pleno siglo XX da miedito. A quién nos enfrentamos? a la Horda... con tanques...

Si sirve de algo, de todos los países del eje, la Horda era con diferencia el que tenía mas divisiones de caballería :D. En el mundo de posguerra la he renombrado Crimea, creo que es más adecuado.

Pues suerte que no has visto que los aztecas aún están vivos....

Los renombré a México en 1936. Pero eso no es ni de lejos lo más esperpéntico. No tengo muy claro porqué pero no se convirtió al HoI3, pero en el victoria, tenía a JAN MAYEN (una nación troll que en la realidad está basada en una isla perdida del ártico) en la india, de vasallo de Orissa. No tengo la más remota idea de cómo acabó alí ni de dónde salió, o si fue durante en el eu o el vicky (en ambos juegos existe el país).

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Me pregunto cómo se repartirá el mundo al acabar la guerra. Yo creo que el reino de Italia se volverá a crear pero sólo con la península itálica. Francia perderá sus territorios en gran Bretaña, el.Imperio bizantino se convertirá en una república y sólo tendrá Grecia y Tracia. Y del resto no se me ocurre que podría pasar

Para pensarme los siguientes capítulos me he hecho el mapa primero, pero esta es mi idea (spoilers evidentemente)

Bizancio: Fin del Imperio Romano, que se revierte a la república. Pierde Brandemburgo que se une a Alemania, Polonia se independiza, cede su par de enclaves en Rusia a Nóvgorod, regresa a su frontera previa a 1920 con Italia, retorna el Levante con las fronteras previas a 1926 a África, a la cual cede también el Hejaz. Sus territorios en la India pasan a España.
Ha sido mi enemigo mortal en la última guerra, pero mi mejor aliado en los previos 700 años, así que no quiero pasarme con él.

Francia: pierde sus colonias en la India, repartidas entre España y Aragón; cede Escocia a Inglaterra que se convierte en Gran Bretaña. Mantiene Valonia y Cornualles.

Horda de Oro: Básicamente pierde los últimos territorios que servían para recordar a la gente que hubo un tiempo en que este país llegaba hasta Francia, así que se renombra Crimea, zona en la que ha quedado definitivamente centrada. Islandia/Faroe se independizan, Güeldres (Holanda) se independiza, la isla de Bornholm en el báltico se independiza, la República Checa se independiza (es muy irónico que haya sido el último territorio importante fuera de su núcleo en Rusia, pues, en el CK2, Bohemia fue el país que se pasó siglos rodeado de los mongoles pero aguantando invasión tras invasión, sólo para caer un par de décadas antes de que comenzara el colapso de la horda (debido a la combinación de la cruzada en que me quedé Borgoña y del timúrida atacando por el otro lado). Cede sus territorios al norte que partían a Nóvgorod en 2 a Nóvgorod, cede su enclave en Polonia a Polonia.

Hungría: se queda igual.

Persia: Cede sus territorios norteños a Nóvgorod, su enclave de Akaba a África, sus territorios en la India a España.

En Asia no lo tengo tan claro aún, pero Shun definitivamente se va a anexionar Manchuria y Wu y formar China, y de Orissa tanto España como yo trincaremos.

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La Segunda Guerra Mundial: La conferencia de Londres (1941-1942)

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Estado de los frentes a 15/12/1941


Pese a haber mostrado cierto grado de resistencia en los días inmediatamente posteriores a la rendición de Bizancio, una vez suficientes efectivos pudieron ser reposicionados a sus respectivos frentes, las fuerzas armadas tártaras y persas sufrieron un colapso total. La caída en la segunda mitad de diciembre de metrópolis tártaras como Moscú y Kursk, así como la invasión sin oposición de la región industrial persa del Caspio Norte, sumado a la derrota total de sus ejércitos regulares en Crimea y Arabia, hizo ver a los restantes líderes del eje de la inevitabilidad de la derrota, y ambos países firmaron su capitulación el 31 de diciembre, haciéndose efectiva al día siguiente. El día 1 de enero de 1942 fue pues de celebración en buena parte de Europa; en Aragón, multitudes salieron a la calle a celebrar la victoria en la inmensa mayoría de grandes ciudades, con miembros del gobierno aragonés uniéndose a la fiesta en Barcelona.

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Situación en Europa a 1 de enero de 1942.

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Ciertamente, la guerra seguía en Asia, pero al empezar 1942, los territorios aragoneses ocupados ya habían sido casi completamente liberados, y las rendiciones de Orissa y Wu se esperaban también inminentes. Sin necesidad de trasladar a la zona más efectivos más allá de los tres cuerpos de ejército ya presentes, el ejecutivo de Martí Cortada dio por terminada la guerra total y se puso las manos a la obra para organizar la desmovilización del ejército e iniciar la transición a una economía de paz.

Dadas las turbulentas características de la legislatura, el presidente tomaría la decisión de convocar elecciones anticipadas ahora que todo podía volver a la normalidad, fijándose la fecha para el 1 de junio de 1942.

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Situación en Asia al empezar 1942.
Dada la inmensa gigantesca cantidad de territorio a controlar antes de la firma de los tratados de paz (pues a los territorios húngaros y bizantinos se habían añadido ahora los tártaros y persas), la desmovilización se realizó inicialmente de forma solo parcial, manteniéndose movilizados a medio millón de hombres durante buena parte del año.



El 1 de febrero empezó finalmente la conferencia de paz en Londres que tendría que decidir el futuro de Europa. Dado que la Segunda Guerra Mundial había sido el tercer gran conflicto en asolar Europa en apenas dos décadas, se decidió enfocar la conferencia con una actitud conciliadora, no buscando tanto concesiones territoriales como unas fronteras definitivas que evitaran el estallido de otra guerra.
Como tal, a la conferencia no sólo serían invitadas las naciones participantes, sino también observadores de otros países, tales como los Estados Unidos. Su presencia sería bienvenida para obtener terceras opiniones sobre los problemas que habían llevado a la guerra, si bien al final la inmensa mayoría de las decisiones acabaría tomada por los tres grandes (Aragón, España e Inglaterra), de entre los cuales, la opinión de los diplomáticos aragoneses acabaría en muchas opiniones valiéndose sobre la de sus aliados. Tal capacidad de decisión no iría tan sólo ligada al carácter de superpotencia que nuestro país había alcanzado al tener media Eurasia bajo control, sino también al hecho de haber sido de largo los máximos contribuyentes a la victoria en Europa.

Una de las primeras decisiones que se tomarían sería formación de una Organización de las Naciones Unidas, la sede de la cual sería establecida en Marsella y que buscaría servir para mantener la paz internacional. Con capacidad de hacer valer sus decisiones, estaría controlada por una asamblea general formada por todos sus estados miembros y un consejo de seguridad en el que los vencedores de la guerra -Aragón, España, Inglaterra, Bulgaria, y Shun- tendrían posiciones permanentes y derecho a veto. Dado su enorme poderío económico, se decidiría conceder también a los Estados Unidos un puesto permanente en el consejo de seguridad, si bien sin derecho a vetar las decisiones tomadas.

Debido a su rápido colapso en 1939, el destino de Francia se había ya discutido con anterioridad en cierto grado, y se pudo llegar a una decisión sobre su futuro tras pocas semanas de deliberaciones. Se decidiría respetar la totalidad del territorio francés en el continente previo a la guerra, incluyendo Valonia. Pese a que había sido anexionada de Italia en 1936, tradicionalmente había sido francesa, y los italianos haciéndose con ella a finales del siglo XIX había sido una de las causas directas del fascismo en Francia. En contraposición, Francia tendría que ceder sus colonias en la India (que, dada la traición de Orissa, serían repartidas entre España y Aragón, con los españoles quedándose los territorios al norte de las colonias africanas y los aragoneses los al sur), y sus territorios restantes en las islas británicas a excepción de Cornualles (dada su proximidad al continente y que Inglaterra no la deseaba y estaba poblada casi en totalidad por franceses). Islandia se constituiría como nación independiente a mediados de 1942. Los territorios escoceses serían anexionados por Inglaterra, el parlamento de la cual ya había tomado la decisión de constituirse en un nuevo estado, el Reino de Gran Bretaña. La cuestión que llevaría más discusión sería el problema de los casi 13 millones de franceses viviendo en Inglaterra, pero finalmente la decisión se dejaría en manos de los ingleses, los cuales optarían por la que bajo su punto de vista era la única solución con garantías de ser definitiva; su deportación a la Francia continental.

Más allá de las cuestiones territoriales, el cómo realizar la transición de la ocupación a una Francia libre y soberana resultaría una de las cuestiones más difíciles de abordar, especialmente considerando que Petáin no había modificado lo fundamental del sistema político francés hasta 1936, habiéndose visto reelegido, elección tras elección, durante más de 20 años. Finalmente se decidiría mantener la ocupación hispano-aragonesa hasta 1944, haciendo hincapié en hacer ver a los franceses las brutalidades del fascismo y cómo la ideología sólo había servido para traer la ruina a su país. Al finalizar la ocupación, se organizarían las primeras elecciones libres, supervisadas por las naciones unidas.

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Tratado de paz con Francia.
Como y de qué forma se resucitaba a los estados italiano y ruso sería también motivo de interminables deliberaciones, pero finalmente se llegaría también a un compromiso. Se decidiría restaurar Italia con sus fronteras previas las grandes guerras, descontando Bélgica, la cual como se ha dicho sería retornada a Francia. Dado el papel central de la monarquía en la espiral nacional de autodestrucción que había culminado con la anexión de Italia por parte de Bizancio en 1936, el país se reconstituiría como república. La retirada militar aragonesa se decidiría hacer de manera gradual, empezando en mayo, pero manteniendo cierta presencia hasta 1943, dando tiempo a las fuerzas armadas italianas a reconstituirse.

En cuanto a Nóvgorod, se tomaría una aproximación similar, devolviendo el control político del país a un gobierno provisional que se encargaría de organizar elecciones a finales de año. Similarmente a Italia, se decidiría mantener efectivos en la zona durante unos años para asegurarse que la transición a la independencia se transcurría sin incidentes, pues, aunque buena parte de la población había acabado harta del comunismo tras 10 años bajo la dictadura del proletariado, el poderío adquirido por los partisanos comunistas durante la guerra significaba que muy probablemente serían capaces de recuperar el control del país de abandonarlo inmediatamente. Territorialmente hablando, Nóvgorod recibiría regiones que llevaba años reivindicando, incluyendo todos los territorios de la Horda de Oro al norte del Volga y el enclave norteño de Persia. Con ello, no sólo lograría conectar las dos mitades de su país, sino que pasaría a tener frontera directa con Perm.

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Re-establecimiento de Italia y Nóvgorod.
Evidentemente, el tema principal a tratar sería el del Imperio Bizantino. Prácticamente desde su establecimiento, el Imperio Romano de Oriente había sido la mayor potencia económica y militar de Europa, y pretender acabar con tal superioridad parecía tarea imposible. Más allá de los territorios incorporados en las dos últimas décadas, el territorio bizantino era extremadamente homogéneo, y salvo unas pocas excepciones, sus fronteras se habían mantenido estables durante siglos. Habiendo sido también un tradicional aliado aragonés, trocear su territorio quedaba descartado. Resignándonos a que tarde o temprano Constantinopla recuperaría su hegemonía sobre el continente, se decidiría en vez de ello culpar del conflicto a la institución imperial romana, pues había sido el emperador el responsable de poner a los fascistas en el poder, incluso cuando la mayor parte de la población no los apoyaba.

La que sería llamada paz de Roma pues pondría punto y final al Imperio Romano de Oriente, forzando al nuevo emperador, Constantino Augusto, al exilio. La nueva República Bizantina sufriría pérdidas territoriales respecto al imperio, pero mantendría los territorios principales de su predecesor intactos. Evidentemente, el nuevo estado tendría que renunciar a Italia, reestableciéndose las fronteras entre ambos estados a tal y como habían sido previas a la Gran Guerra (por tanto, con Baviera nuevamente italiana). A su vez, renunciaría al Levante, tanto lo anexionado en 1929 como en 1938, así como a Nóvgorod y otras conquistas acontecidas durante la guerra. El estado griego perdería también cualquier clase de derecho especial sobre el Canal de Suez, que sería nacionalizado por África-Arabia. En cuanto a pérdidas territoriales netas, las colonias bizantinas serían repartidas, con el Hejaz siendo transferido a Arabia y el Beluchistán a España. Sus enclaves en el Mar Blanco serían anexionados por Nóvgorod. El territorio más importante que Bizancio se vería forzado a abandonar sería Polonia, que el 1 de junio de 1942, casi 300 años después, resucitaría como estado independiente. Finalmente, a finales de mayo, se haría a escoger a los habitantes de Brandemburgo entre la independencia, la reincorporación a Alemania, o la permanencia en el Imperio, triunfando la opción alemana.

Más allá de hacer cumplir los tratados, no se vio la necesidad de extender excesivamente la ocupación, decidiendo alargarla tan sólo hasta mediados de 1943.

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Paz de Roma, referente a Bizancio.
Territorialmente hablando, la Horda de Oro perdería más que cualquier otro país, de facto desintegrándose y dejando de existir. Previamente a la guerra, y pese a contar con el grueso de su territorio y población en las estepas al norte de Crimea, el estado tártaro contaba con una serie de enclaves repartidos por Europa, legado de un tiempo en el que el imperio del Kan había ocupado la mayor parte del continente. Dada su aislamiento de la zona principal, estos territorios eran ya prácticamente independientes previamente a la guerra, con sólo la defensa y política exterior controlado por el gobierno central. Se decidiría pues dar la independencia completa a estos países. El 1 de junio de 1942, Güeldres, la República Checa y Bornholm fueron establecidos como naciones soberanas, mientras que el enclave polaco de la Horda fue incorporado al nuevo estado de Polonia, y las Islas Feroe a Islandia.

La pérdida de los últimos territorios del imperio tártaro resultaría un verdadero fin de época para el país, ahora centrado ya tan sólo en la zona de Crimea y el Mar de Azov. Como tal, el estado se refundaría como Crimea una vez recuperó su independencia, en 1943.

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Estados sucesores de la Horda de Oro.
El último de los miembros del eje europeos, Hungría, no tenía disputas territoriales con ninguno de sus vecinos, así que tan sólo sería forzado a pagar reparaciones monetarias. El país se mantendría bajo ocupación hasta mediados de 1942.

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Tratado de paz con Persia.
Finalmente, Persia se vería forzado a ceder su enclave de Áqaba a África-Arabia, así como sus mencionados territorios norteños a Nóvgorod. Sus territorios en la India serían cedidos, al igual que los Bizantinos, a España. España por su parte cumpliría lo pactado y transferiría su colonia de Mozambique a Etiopía.

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La conferencia de Londres se daría por finalizada a finales de abril, entrando en vigor las resoluciones acordadas a lo largo de los siguientes meses en las fechas previstas. Se decidió dejar cuestión asiática para encuentros bilaterales entre los países implicados, dada la menor escala y número de participantes en el conflicto. Para cuando se produjo la clausura de la conferencia de paz, Wu ya había anunciado su capitulación y Orissa lo hizo no mucho después.

A lo largo de las semanas siguientes, se acordaría en una serie de reuniones el forzar a Orissa a regresar a sus fronteras de 1920, cediendo a Aragón la región de Circars y concediendo la independencia a Jan Mayen; a ceder Kutch a España; y a arrebatar a Multan sus territorios del Indo (que irían para España).

En cuanto a Wu y Manchuira, se permitió a Shun anexionar sus territorios de forma casi completa, a excepción de sus tierras en Malaca y Birmania. Las primeras serían otorgadas a Malaca (País tradicionalmente bajo influencia aragonesa) mientras que Aragón nos anexionaríamos las segundas.

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Mapa de Asia de posguerra según lo acordado durante primavera de 1942
Para cuando se produjeron las elecciones de 1942 en Aragón, los detalles de la paz en Asia aún estaban por pulir, razón por la cual aún no se había hecho pública. Las elecciones serían ganadas por el Partit Republicà Lliberal, desplazando a los socialistas del poder por primera vez en 30 años.
 
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Cómo haces estos mapas? Son espectaculares

Paint con algo de ayuda del GIMP.

Ejemplo del siguiente que estoy haciendo ( que voy a usar como imágen de inicio de capítulo para lo que queda)

He usado como plantilla el Mapa del Victoria de 1936 (proyección de Miller modificada) para calcarlo (con los cambios territoriales correspondientes) sobre un mapa mudo poyección de Miller.

Mapa del vicky:
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Mapa mudo:
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El resultado ha sido este mapa con los bordes dibujados:

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que estoy ahora en proceso de rellenar

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Se puede mejorar aún más aplicándole texturas, pero no lo veo necesario.



Para el de Europa+Norte de África+Oriente Medio hice lo mismo, aunque los bordes los tuve que hacer a mano porque el único juego con esa proyección es el ck2 y ha llovido demasiado desde entonces. Con el mapa con los bordes es ya cuestión de pintar los países como conveniera, todas las imágenes estan basadas en este mapa:

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Vaya fronteras más esquizofrenicas :eek: ¿Por cierto culturalmente Txequia aun és txeca (que no se haya hecho mongola)?

Los 4 países liberados de la Horda tienen cultura mongola. En general todo el territorio que arasó la Horda de Oro en los 1200 y 1300 es aún un caos cultural 600 años después. Los únicos países uniformes a 1936 eran Francia, Aragón, España, Escandinavia y Bizancio. Hungría era sólo medio hungara, Polonia está a 50/50 polaco-griego, gran parte del norte de Italia son alemanes, Bulgaria es esuizofrénica, con húngaros, búlgaros, rumanos y mongoles; UK tenía un montón de franceses; Iranda sólo una prov de mayoría Irlandesa, el resto escocesa o inglesa.
Mapa cultural al final del vicky:
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Partit Republicà Lliberal: El mundo de postguerra (1942-1946)

Música de la época (La Mer, Jazz (1946))

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El mundo a principios de 1943



Tras la rendición definitiva de Orissa en mayo de 1942, su territorio (y el del resto de estados indios) sería dividido en zonas de ocupación españolas, aragonesa, y africana. Dado el papel mayoritario de las fuerzas hispanas en la campaña india y el reducido número de efectivos aragoneses disponibles para la zona, la mayor parte del territorio indio fue asignado a España, incluyendo las cuencas enteras del Indo y el Ganges. Arabia se encargaría de administrar la meseta del Decán, mientras que los territorios bajo responsabilidad aragonesa corresponderían a Circars y el Assam.
Este reparto, que se alargaría durante los siguientes dos años, estaría basado en las ya parcialmente definidas concesiones territoriales en la paz que se forzaría a Orissa, aún en discusión para mediados de 1942.

En contrapartida, el destino de las regiones chinas estaba ya completamente decidido, y en junio de 1942 se oficializó la anexión de Birmania Oriental por Aragón y la adquisición de los territorios de Wu en Malaca por Malaca. a su vez, los líderes de Shun oficializaron la incorporación de Wu y Manchuria y la deposición de sus emperadores, proclamándose en Pekín pocos días después la República de China.

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Mapa de Asia de postguerra.
Aunque la cuestión China se resolvió sin dificultades, cuando finalmente las demandas españolas y aragonesas respecto a Orissa salieron a la luz, éstas fueron duramente criticadas por buena parte de la comunidad internacional. Especialmente polémica sería la anexión de varios territorios de Multán por parte española, pues Multán se había limitado a defenderse de Orissa y sólo se había unido al eje para lograr el soporte persa. Estados Unidos en concreto alzaría la voz ante las renovadas ambiciones de los imperios europeos, forzando poco después una votación en contra del asunto en el consejo de seguridad de las recientemente creadas Naciones Unidas. Dada la capacidad de veto que las potencias aliadas nos habíamos asegurado, la resolución no siguió adelante, pero sirvió para dos cosas; primera, para mostrar abiertamente que los Estados Unidos estaban dispuestos a volver a intervenir en los asuntos internacionales; y segunda, denunciar los injustos mecanismos de la recién establecida organización internacional.

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La India a finales de 1944, tras la conclusión de la ocupación.

Habiendo sido la única gran potencia que se había mantenido neutral durante la guerra, los Estados Unidos se habían beneficiado enormemente de comerciar con ambos bandos, y tras el colapso de Bizancio se presentaban como la mayor economía del mundo. Pese a años de aislamiento, pronto quedó claro que el gigante americano estaba dispuesto a empezar a inmiscuirse de nuevo en la política internacional, ahora desde una posición más poderosa que nunca. Aún estaba fresca en la memoria de muchos estadounidenses las guerras contra España e Inglaterra de los años 20 y 30, y el ver como el imperialismo europeo se adueñaba de otra parte del mundo había servido para convencer al ejecutivo de Roosevelt de este giro en política exterior.


En conjunto, durante la segunda mitad de 1942 se empezó a dibujar el nuevo orden internacional resultado de la guerra. Durante los primeros meses del año se había acuñado el término superpotencia; durante el tiempo en que los ejércitos aragoneses controlaron media Eurasia, el país sería la indiscutible primera potencia diplomática, económica y militar del mundo, algo ni siquiera alcanzado durante la anterior “edad dorada” del país de mediados del siglo XIX. Pero tal hegemonía global sería efímera. A medida que se fue poniendo en práctica los tratados de Londres y se devolvió progresivamente la independencia a los territorios controlados, el producto interior bruto manejado por Aragón fue volviendo a valores similares de preguerra.

Para 1943, el término se superpotencia se redefinió, pasando a aplicarse ya también a España y a los EEUU. Cada una de los tres estaba a años luz de cualquier otra nación del mundo, pero cada una de ellas se veía superada por alguna de las otras dos en ciertos aspectos.
Estados Unidos contaba con la mayor economía del mundo; España con el mayor imperio en tamaño, la mayor población y flota; Aragón había demostrado tener el ejército más poderoso del mundo y había adquirido una enorme influencia sobre la práctica totalidad del continente europeo.

Debido a esto último, el nuevo gobierno liberal aragonés decidiría abandonar los planes de desmovilización masiva del gobierno socialista anterior, decidiendo mantener unas fuerzas armadas de considerable tamaño para asegurar la continuidad de la hegemonía militar y diplomática de nuestro país. Para desamparo de algunos, ello implicaría no poder financiar algunas de las políticas sociales de pre-guerra que se habían tenido que recortar durante el conflicto, aunque con hábil retórica, el gobierno lograría convencer a muchos de la necesidad de mantener un poderoso ejército. Adicionalmente, en 1945 se decidiría iniciar un plan de renovación de la flota, dando de baja a parte de los acorazados construidos durante los años 20 y 30 y sustituyéndolos por media decena de modernos portaviones.

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Las 3 superpotencias: Aragón, España, y EEUU.

En adición a las 3 mencionadas superpotencias, hubo quién intentó aplicar también el término a China y Bizancio; sin embargo, China, aunque fuertemente económica (con un 80% del PIB aragonés en 1945) y militarmente (con un ejército de tierra aproximadamente doble en tamaño al aragonés, aunque de dudosa calidad) no parecía por el momento capaz de hacer valer su influencia más allá de sus fronteras. En cuanto a Bizancio, una vez el país volvió a existir en 1943, lo hizo como aliado de Aragón, y con unas mínimas fuerzas armadas y una economía, aunque aún fuerte, devastada por el conflicto. Ciertamente, ambos países eran los mejores candidatos para convertirse en superpotencias en el futuro, pero tendría que pasar aún mucho tiempo para que ello ocurriera.


Desde Europa, inicialmente no se dio mayor importancia a la retórica anti-imperialista americana, y 1943 y 1944 transcurrieron pacíficamente. Durante este periodo, las restantes naciones ocupadas recuperaron su independencia, incluyendo Francia, ya con una política libre de fascismo. Sin embargo, el progresivo aumento de quejas y amenazas americanas las empezó a hacer difíciles de ignorar, especialmente debido a que estaban siendo acompañadas por importantes aumentos en el presupuesto militar estadounidense. Finalmente, la oposición de los Estados Unidos al imperialismo europeo se concretó a finales de 1944, en forma de la llamada doctrina Roosevelt. Anunciada por el veterano presidente americano tras su nueva victoria en las elecciones, en ella los Estados Unidos prometían dar apoyo diplomático económico y material a toda a aquella nación amenazada por el los imperios europeos.

La respuesta inmediata ante tal declaración de intenciones fue un estrechamiento de lazos entre Aragón y España, así como un cierre de filas con la mayor parte de estados europeos, que reafirmaron su apoyo a ambas superpotencias europeas. En contrapartida, naciones americanas como Quebec, México y Colombia no tardaron en posicionarse a favor de los Estados Unidos.

El conflicto escalaría aún más con la muerte de Roosevelt a principios de 1945 y su sustitución por el hasta entonces vicepresidente Henry A. Wallace. Más radical, Wallace decidiría llevar la doctrina Roosevelt a un nuevo nivel, y a lo largo de sus primeros meses de mandato empezaría secretamente a apoyar a movimientos opositores dentro de las propias fronteras de los imperios europeos.

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Henry A. Wallace se convirtió en presidente de los Estados Unidos tras la muerte de FDR.

Dada su proximidad, los primeros territorios en notar los efectos de tal nueva política serían los de la Norteamérica española. El movimiento independentista en las Colonias Confederadas de América había existido desde el siglo XVIII, pero no había ganado importancia hasta después de la derrota española en la guerra de 1935, en la que los ejércitos españoles habían sido incapaces de defender su colonia ante los estadounidenses. El movimiento no había hecho sino crecer durante la Segunda Guerra Mundial, pues la participación de numerosas unidades provenientes del territorio en un conflicto sin beneficios tangibles para los hispanoamericanos había servido para aumentar aún más el resentimiento hacia la metrópoli.
Pese a la creciente importancia del movimiento, éste no había causado problemas a los españoles, y para 1945 Oviedo aún no lo consideraba importante. Pero esto estaba a punto de cambiar. En marzo de 1946, se produjo una serie de ataques con explosivos contra instalaciones de la policía y el ejército en varias ciudades de la Norteamérica Española, causando una decena de muertos. Los ataques serían reivindicados poco después por el llamado Frente de Liberación Americano, el cual exigiría la inmediata retirada del ejército español de América del Norte y la concesión de la independencia a la colonia.

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La Norteamérica Española (a.k.a. Colonias Confederadas de América).

A lo largo de los meses siguientes, nuevos ataques se sucedieron. Con creciente frecuencia e importancia, a los atentados con explosivos no tardaron a sumársele raptos, asesinatos a mano armada, y acciones de guerrilla.


Mientras esto ocurría, en Aragón se estaba dando a cabo la campaña electoral para las elecciones de finales de 1946, las cuales serían ganadas de nuevo por los liberales.
 
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¿Esto es también juego o solo narración?

Narración, dejé de jugar cuando me salió el letrero de victoria debido a la imposibilidad de montar en el juego el mundo de posguerra. Buena parte del capítulo anterior ya lo era. Lo que no quita que use mapas pillados de los juegos anteriores para facilitar las cosas. Mi idea es llevarlo hasta 2017, lo cual serían una docena de capítulos más.

En cuanto a la partida en sí, lo interesante es que ha sido una megacampaña perfecta. Hasta el absoluto final (1 de enero de 1942) no he sido la #1 potencia en todos los aspectos...

Edit: creo que tuve dislexia o algo haciendo este capítulo, he acabado reescribiendo la mitad porque tenía muchos más fallos de lo normal. Hasta me desconté de años y supuse que la legislatura acababa al final del 45 cuando en realidad me había comido un año de los 4.5 que duran.:confused: Aunque ahora la mayoría tendría que estar arreglado.
 
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¿Estás planteando una nueva guerra con EEUU, o solo rebeliones en colonias diversas? ¿habrá algún resurgimiento revolucionario por algún lado, quizá en colonias o en las potencias derrotadas?
 
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Partit Republicà Lliberal: El mundo dividido (1947-1951)



A medida que la escala de la violencia en la Norteamérica Española fue en aumento, se fue haciendo más y más difícil a los Estados Unidos ocultar su implicación. Pese a que por un lado el gobierno de Washington negaba que su país proporcionara armamento y financiación a los rebeldes, por el otro los apoyaba moralmente de forma pública, aplaudiendo su lucha por la libertad ante las potencias europeas. La presencia de armamento estadounidense entre material capturado a los revolucionarios no hizo más que confirmar lo obvio, pero aun así la diplomacia americana siguió negando estar involucrado.

A lo largo de 1947 la situación en la región se fue deteriorando a pasos agigantados. Una vez empezaron a perder el control de la situación, las autoridades españolas concedieron plenos poderes a policía y ejército para derrotar al Frente de Liberación, resultando en masivas detenciones y restricciones de libertades. Pero al final, la represión sólo serviría para aumentar el apoyo popular a los independentistas, que siguieron creciendo más y más en virulencia.
El conflicto en las colonias españolas pasaría finalmente al centro de la atención mundial en abril de 1948, cuando en una de sus acciones más ambiciosas, los rebeldes lograrían capturar al gobernador de la confederación colonial, Enrique Truman. Los revolucionarios amenazaron con asesinar al gobernante si en siete días el gobierno de Oviedo no había concedido la independencia a las colonias, y pese a una exhaustiva operación de búsqueda por parte del ejército, fue imposible localizar al dignatario.
Ante el fracaso de la búsqueda, el presidente español Casares Quiroga realizaría un último intento para salvar al gobernador, llamando directamente al presidente americano para intentar llegar a un compromiso. Pero todo ello resultaría en vano, y la llamada sólo serviría para ofender al nuevo inquilino del Despacho Oval, Thomas Dewey, por las nuevas acusaciones españolas de estar detrás del conflicto en sus colonias.

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Protagonistas de la crisis de 1948. De izquierda a derecha: Enrique Truman, Gobernador de la Norteamérica Española; Santiago Casares Quiroga, Primer ministro de España; Thomas Dewey, Presidente de los Estados Unidos.

Al día siguiente, Truman sería ejecutado, y pese a que la llamada entre jefes de gobierno no transcendió al dominio público, el fracaso de la intentona resultaría en una tremenda humillación personal para Casares Quiroga. La lluvia de críticas referente a la gestión del asunto que tuvo que soportar el gobierno durante las semanas siguientes sólo haría que aumentar la presión sobre el presidente, que a quedó convencido de que la guerra contra EEUU era la única solución posible al conflicto en Norteamérica.
Sin embargo, cuando se planteó la idea al estado mayor español, la recepción fue fría. Ciertamente, España tenía la mayor flota del mundo y una base establecida en el continente para lanzar una invasión, pero incluso si se lograra trasladar a la zona y suministrar con eficacia al grueso de las fuerzas armadas del país, había serias dudas que se pudiera vencer al ejército de tierra estadounidense. La guerra de 1935 aún estaba reciente en la mente de muchos, y pese a que era cierto que desde entonces el ejército español se había modernizado y convertido en uno de los mejores del mundo, también lo era que desde 1935 los americanos habían expandido notablemente su ejército, haciéndolo ahora superior en número al español. Adicionalmente, estaba el hecho que apenas 6 años después de una guerra total la población española no quería otra, y que, de empezar la guerra, era probable que la resistencia en las colonias norteamericanas escalara aún más.

Falto de apoyos en su país, Casares Quiroga jugaría una última carta, y llevaría el asunto a las Naciones Unidas. Pero la resolución española de lanzar una invasión internacional contra el gigante americano de no cesar éste su apoyo a los rebeldes en la Norteamérica española acabó siendo rechazada en el consejo de seguridad. Pese al voto positivo de los británicos (que desde principios de año estaban experimentando un problema similar en Nueva Escocia), la resolución acabaría vetada por Bulgaria y Aragón. Habiendo sufrido la anterior más que ninguna otra de las naciones victoriosas, ninguno de los dos países deseábamos una nueva guerra mundial, y dado el carácter de superpotencia de los Estados Unidos, ello parecía inevitable de seguirse la propuesta española.


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Sesión del consejo de seguridad en 1948 en la que se discutió el problema de las colonias españolas en América.

El fracaso de la iniciativa internacional resultaría en un tremendo ridículo para Casares Quiroga, que dimitiría al poco de saberse el resultado, siendo sustituido al frente de España por Diego Martínez Barrio.

Pese a la negativa aragonesa a apoyar una invasión, ello no significaba que desde nuestro país no se compartiera la preocupación sobre las políticas antiimperialistas estadounidenses. Pero la guerra total no se contemplaba. En vez de ello, la solución tenía que pasar por una guerra económica y de influencia: reforzando los lazos políticos y económicos con nuestros aliados a la vez que estableciendo sanciones a los Estados Unidos, e intentando establecer nuestra influencia en zonas bajo la esfera estadounidense a la vez que se defendía la nuestra, por las armas si era necesario.
Los puntos clave de esta visión política serían establecidos por el presidente aragonés Vicenç Oriol en un discurso acontecido no mucho después de la renuncia de Quiroga en España, empezando a ser puestos en práctica durante el año siguiente.

En marzo de 1949, Aragón, España, Gran Bretaña, Bulgaria, Italia, África-Arabia, Polonia, Gascuña, Güeldres, Islandia, Bornholm y Nóvgorod firmaron el Tratado del Mediterráneo, que estableció una alianza militar defensiva entre los firmantes, obligando al resto a acudir en ayuda si uno de ellos era atacado directamente, y a proporcionar apoyo militar si lo era indirectamente.

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Estados miembros de la Organización del Tratado del Mediterráneo (OTM) en 1949.

La propuesta unión económica se empezó a concretar no mucho después, con el establecimiento en septiembre del mismo año de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), que crearía un mercado común de tales productos entre los estados firmantes (Aragón, España, Francia, Italia, Bizancio y Gascuña).

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Países constituyentes de la CECA.

En adición de fomentar la recuperación y crecimiento económico, el tratado buscaría servir para evitar futuras guerras en Europa y consolidar un bloque europeo ante la amenaza estadounidense.
La respuesta norteamericana a tales tratados no se hizo esperar, y en julio de 1950, Estados Unidos, Quebec, México, Colombia, Venezuela, Brasil, y Argentina formaron a su vez una alianza defensiva, la llamada Unión Americana. Cuando Roosevelt había anunciado su doctrina en 1944, había quién había empezado a hablar de una posible "guerra fría" entre ambos lados del Atlántico. Para 1950, el término era ya una realidad.

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Países miembros de la Unión Americana en 1950.

Si bien todos estos movimientos y tratados sirvieron para reforzar la posición española en su enfrentamiento con los Estados Unidos, también cimentaron a la Norteamérica Española como principal campo de batalla de este nuevo conflicto global. La llegada de algunos contingentes de tropas de otros países de la OTM a la zona a principios de 1950 sólo serviría para redoblar la resistencia de los colonos, escalando aún más el conflicto. Los estadounidenses responderían incrementando aún más su ayuda a los rebeldes, haciéndolo ya de forma abierta. Equipados con armamento de calidad y asesorados por oficiales americanos, los revolucionarios lograrían en marzo de 1951 por primera vez derrotar contundentemente a los españoles en campo abierto. La victoria les permitiría tomar Ciudad Luís, haciéndose por primera vez con una metrópolis de importancia y capturando la totalidad de la colonia de Kentucky durante las siguientes semanas.

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Situación en la Norteamérica Española en mayo de 1951, con los territorios controlados por los rebeldes en azul.

Simultáneamente, durante 1950 un nuevo conflicto empezó a gestarse en América del Sur. Cuando Brasil se había declarado independiente en el siglo XVIII, lo había hecho con un territorio bastante mayor que el actual, pero España había sido capaz de recuperar la mayor parte en una serie de guerras en las décadas que siguieron. Ahora, aliados de los Estados Unidos, los brasileños se sentían con suficiente seguridad como para intentar recuperarlo. De forma secreta, empezaron a enviar hombres y equipo a través de la frontera para que iniciaran una guerra de guerrillas en el Brasil Español. En marzo de 1951 se dieron los primeros ataques, pero ocupados con la situación en América del Norte, fueron de momento ignorados por las autoridades españolas en Oviedo.

Paralelamente, mientras que la guerra se extendía por el imperio español, conflictos similares no habían hecho acto de presencia en el aragonés. Pese a todo, se había producido un incremento innegable del sentimiento independentista en varias de las colonias más antiguas de la nación, especialmente en Australia, pero sin llegar a la violencia. Con la atención estadounidense centrada en las colonias españolas, se podía esperar que la paz en el Imperio Aragonés se alargaría aún por algún tiempo, pero era innegable que algo se tendría que hacer en el futuro si se quería evitar que nuestros territorios fueran contagiados por el fervor revolucionario.
Los enormes progresos en integración internacional, así como el haber logrado mantener la paz en el imperio, permitiría a los liberales renovar la confianza de los electores, saliendo de nuevo victoriosos en las elecciones de mediados de 1951.

 
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