Suneario I: Intromisión en Navarra [945-961]
La dinastía de la Casa de Barcelona parecía asentada en el trono ducal barcelonés año 945, aunque la familia disponía de pocos miembros vivos, lo que ponía en riesgo su continuidad. Suneario confiaba en su hijo Borrell para que pudiese cambiar ese aspecto en el futuro.
La entrada de los Duques de Barcelona en la política navarra hay que fecharla en el 945 cuando Suneario decide premiar a su sobrino Oliba de Cerdanya, hijo de su difunto hermano Mirón, por su labor como Maestro de Espías, con un matrimonio. Así concierta el matrimonio de su sobrino, de 31 años, con Urraka, princesa de Navarra, de la dinastía Jimena, hermana mayor del rey Antso II.
Dado que Urraka aun tiene 9 años, pasará un tiempo antes que la boda llegue a producirse y que la dinastía de los Cerdanya entre en la órbita de la política navarra.
Mientras nacerán los hijos de Borrell y nietos de Suneario: Rekkaredo, en el 947, y los gemelos Aedolfo y Theodoricho, al año siguiente.
Con ello se cumple el deseo del Duque, tres hijos varones parecen asegurar el futuro de la dinastía claramente.
Pero el pelo del Duque ya ha encanecido y se ha habituado a la vida cortesana, siendo sus intereses los torneos, las cacerías y los juglares, más que las batallas. Esto lo ha convertido en una persona cínica y alegre. Y la edad no solo ha pasado por Suneario, sino también por Richènda y eso lo ha notado el duque, que ya no le parece tan apetecible como hasta ahora. Eso provoca que las miradas del duque se posen en otras mujeres, como Menenda, una cortesana.
Menenda es una joven de 33 años que estuvo casada en territorio musulmán con un valí y que, muerto él, abandonó esas tierras y a sus hijos, para instalarse en la corte de Barcelona. El Duque la premió por sus servicios especiales en la alcoba, casándola con un miembro de su Consejo Privado, concretamente con Suneario, su Mayordomo, de 40 años. Y no solo eso. Pero el duque no solo se acuesta con Menenda sino que deposita su confianza en ella, hasta el punto que al año siguiente, el 951, le encomienda la educación de su nieto Rekkaredo.
En enero del 952 la princesa Urraka de Navarra alcanza los 16 años y se lleva a cabo su matrimonio con Oliba de Cerdanya. Por desgracia Urraka ya no es hermana de un rey, puesto que a Antso Jimena ha perdido el trono y solo es Duque de Navarra. Ahora la Reina es Urraka de Navarra, "La Usurpadora", hermana de Antso I y casada con un miembro de la dinastia leonesa, la que tiene sobre sus sienes la corona.
La princesa Urraka es muy parecida al Duque de Barcelona, tiene buen olfato para los negocios, es generosa, envidiosa, paciente, tímida y cruel.
Quizá porque se parecen, Suneario comienza a mirarla con otros ojos y en el año 956 la convierte en su amante, dejando de lado a Menanda.
Por desgracia los amores del Duque con la mujer de su sobrino tienen consecuencias...
Para colmo Oliba de Cerdanya descubre que no es el padre del hijo que espera su mujer, sino que es su tío el Duque de Barcelona.
En octubre del 956, cuando nace el hijo fruto de los amores prohibidos entre el Duque y la mujer de su sobrino, Suneario decide reconocerlo, aunque no legitimarlo para no enfurecer a su hijo Borrell, al que no le haría mucha gracia tener que compartir su herencia con este nuevo medio hermano.
No es el único nacimiento de la familia puesto que, en esos años, también han nacido dos nuevos nietos, un niño y una niña: Suneario y Ermegandis.
Para entonces el hermano de la princesa Urraka ha recobrado la corona navarra, pero no tiene hijos, por lo que Urraka es la heredera en caso de fallecimiento del Rey Antso II. En ese momento surge una idea en la que todos están de acuerdo. Al duque Suneario le gustaría que Antso muriese para que su amante se convirtiese en Reina de Navarra y para resarcir un poco a su sobrino Oliba por la vergüenza de que se haya descubierto que su primer hijo resulta que no es suyo, sino de su tio. A la Princesa Urraka le gustaría que Antso muriese porque así se convertiría en Reina. A Oliba de Cerdanya le gustaría que Antso muriese porque al menos de algo le serviría el matrimonio con Urraka, para ser Rey, ya que para engendrar hijos parece que no, que de eso se encarga su tío.
A partir de agosto del 958 comienzan a ponerse en marcha los planes. El Duque soborna a varios vasallos de la corte navarra: al obispo Joanes de Calahorra con 29,2 monedas de oro y a Vela Bermúdez con 15. Eso inclina la balanza del lado del Duque de Barcelona, que tiene muchas de éxito en esta intriga.
En enero del 960 Winidilda, la hija del Duque, se convierte en mayor de edad y ya puede desposarse con el Príncipe Amédeé de Francia, lo que sucede en marzo.
Ella al igual que Suneario tiene buen olfato para los negocios, aunque es fea, avariciosa, iracunda, justa, honrada, valiente y glotona.
Por su parte los planes navarros avanzan y en agosto del 960 los cómplices están preparados para actuar. Durante un banquete, envenenan el vino y en septiembre del 960, con 25 años , el Rey Antso II de Navarra muere en un accidente sospechoso del que nadie conoce al agresor.
Por desgracia en los últimos días la reina ha dado a luz a la hija de Antso, por lo que la corona no pasa a la Princesa Urraka, sino al primogénita del difunto Rey, la reina Munia. Matar a una niña es muy fácil y la maquinaria asesina vuelve a ponerse en marcha.
En agosto del 961 el Duque recibe la confirmación de la inminencia del asesinato y en octubre la Reina Munia fallece sospechosamente con solo un año de edad.
Ahora si, la Princesa Urraka pasa a convertirse en Reina de Navarra y su marido, Oliba de Cerdanya, en Rey.
Para sutituir a Oliba como Maestro de Espías en su Consejo Privado, el Duque piensa en colocar a su mujer, Richènda de Tolouse, para compensarle por la vergüenza de haber tenido un hijo fuera del matrimonio.
La llegada de Urraka y Oliba al trono navarro también tiene otras ventajas, ya que permite al Duque de Barcelona firmar una alianza con los nuevos reyes de Navarra.