Julio II (1503-1512)
A la muerte de Pio III y gracias a los manejos simoniacos de Giuliano de la Róvere, que con dádivas y promesas se gana a casi todos los cardenales italianos y a muchos de los españoles, al entrar aquél en el cónclave el 1 d noviembre de 1503, ya todos le saludan como Papa cierto y seguro. Efectivamente, a las pocas horas ciñe la anhelada tiara, adoptando el nombre de Julio II por admiración a Julio Cesar. Cuenta este natural de Savona, del linaje del Papa Sixto IV, con 59 años de edad y todos los cardenales se muestran de acuerdo en que, más que de sacerdote, tiene alma de guerrero y de emperador.
Grandes esperanzas tiene depositada la ciudad de Roma en el nuevo Pontífice e incluso toda la Cristiandad, pero ésta recibe un fuerte revés cuando, el 6 d abril d 1504, se produce un desastre en los Balcanes: El Turco se ha anexionado Hellas, Macedonia y Kosovo, relegando a una sola provincia a la otrora poderosa Albania.
Toda el Rebaño de Cristo (especialmente los detestados aragoneses) es un puro llanto por los hermanos bajo el yugo infiel. Quizá Inglaterra, desentendida hace tiempo de los asuntos continentales y que se acaba de anexionar Gales, esté un poco menos triste que el resto. S.S. gesta la idea de promover una nueva cruzada contra la Sublime Puerta. Para ello intenta negociar una P.C. (Pax Cristiana) con El Palatinado, pero, vista la negativa alemana a principios de 1505, el Santo Padre decide dejar la Cruzada para mejor ocasión y reagrupar todo el Ej. del Norte en Roma, bajo su mando directo.
El 24 d marzo, como síntoma de la impiedad de los príncipes cristianos, el Rey de Albania, quizá olvidando su precaria situación actual, ofende gravemente a unos comerciantes boloñeses. S.S. dispone de 60 meses para pedir cuentas al Albanés.
La economía del R.D. y la actual magnitud de sus fuerzas obliga al Tesoro Vaticano a enfangarse con un nuevo préstamo, pero al menos el descontento de los súbditos del R.D. comienza a descender tras negociar una P.C. con El Palatinado el 1 d septiembre. A finales de año, S.S. decide que los impíos deben pagar por sus pecados y decide pedir cuentas a Albania por el asunto aquel de los mercaderes, de nuevo Aragón y sus aliados se enfrentan a la Santa Alianza y con rapidez se produce el temido asalto de los del Ebro contra el Sur de Italia. César Borja se enfrenta a fuerzas aragonesas que le triplican en número y resiste bravamente; ha de retirarse al final, con no demasiadas pérdidas, mientras que más de 20 reg. aragoneses yacen sobre las quebradas calabresas. Y no es tal la retirada, sino que hábilmente el Borja se dirige contra la Messina, defendida sólo por 6 reg. aragoneses. Simultáneamente Julio II, con el grueso del Ej.C. marcha sobre Nápoles, cuyo ejército no ha osado abandonar su capital para auxiliar a los aragoneses.
Contrariamente a lo que parecía un camino de rosas, el 8 d diciembre Julio II es derrotado y debe retirarse, mientras se pertrechan nuevos ejércitos en Roma. Cesar Borja entretanto, al llegar a Messina constata que Palermo se encuentra totalmente desguarnecida y, no queriéndose arriesgar a entablar batalla aún en superioridad numérica debido a la baja moral de sus tropas, sigue la senda de Palermo.
El 13 d diciembre Aragón, a quien España ya ha tomado las ciudades de Zaragoza y Valencia, ofrece la paz al R.D. exigiendo a cambio 50 ducados, pero S.S., decidido a doblegar el poder extranjero en Italia, declina su ofrecimiento. Si España aguanta, puede ser el momento de repartirse la Corona de Aragón. Así, ya en el año 1506, Cesar Borja asedia Palermo y, cuando la suerte de las armas parece sonreír al R.D., Francia y Saboya declaran la guerra a Provenza, arrastrando a la S.A. a un nuevo y peligroso frente. Los planes del anterior Pontífice de aplicar un correctivo a Francia utilizando la Provenza se han convertido en un desastre debido a la habilidad de Luis XII, que ha elegido muy bien el momento para anexionarse la Provenza.
El 2 d marzo, Bosnia rinde vasallaje a Venecia, enemiga natural del R.D., que podría decidir la balanza definitivamente para nuestra desgracia ... Sin embargo es Hungría quien viene al apoyo de las tropas de Cristo (en realidad en la S.A. todos cumplen excepto Austria), con 25 reg. maggiares avanzando sobre Nápoles simultáneamente a la segunda carga de Julio II
Solo dos días después la Provenza rinde vasallaje a Saboya, quien deja así en solitario a Francia frente a la S.A. El 9 d marzo, en plena confrontación bélica, el polifacético Julio II inicia la construcción de la Basílica de San Pedro (más que nada por romanticismo, por que la opción contraria del evento es recibir 200 ducados, 300 de inversión en infraestructura y otros tantos en comercio y +3 en innovación), por lo que a partir de hoy Roma cuenta con una Academia de Bellas Artes, donde trabajarán artistas de la talla de Miguel Ángel. El Renacimiento alcanza así su apogeo en una Italia dominada por el R.D.
El 18 d marzo Julio II, tras derrotar a los napolitanos, emprende el asedio de su capital, auxiliado por fuerzas húngaras (aunque casi todas son de caballería), mientras que Cesar Borja toma Palermo el 23 d mayo y, tras exterminar 6 reg. aragoneses en Messina emprende el cerco de la ciudad.
Los éxitos militares de los ejércitos del R.D. hallan su contrapunto en la debacle austriaca, a quien los franceses asedian Innsbruck y, para empeorar la situación, España firma la paz con Aragón (sin anexionarse nada) y no parece que los ejércitos de los Reyes Católicos tengan intención de avanzar sobre el mediodía francés, por lo que S.S. decide posponer el castigo al que el ambicioso Francés se ha hecho acreedor e intenta negociar con éste una P.C., pero los diplomáticos pontificios vuelven a Roma con las manos vacías. El riesgo de rebelión es ya descomunal y no tardarán en producirse los primeros conatos de revuelta.
Las murallas de Taranto flaquean ya ante los asaltos aragoneses y Julio II se ve obligado a levantar el sitio de Nápoles y dirigirse a la Apulia, donde el 30 d noviembre, el aguerrido monarca, al frente del grueso del Ejército extermina 14 reg. aragoneses, pero a costa de grandes pérdidas de nuestra infantería, lo que obliga a realizar nuevas levas en Roma para proseguir el asedio de Nápoles.
Grave Revés para la Causa de Dios se produce el 8 d diciembre, cuando Cesar Borja, el aguerrido condotiero que, siendo hijo de Alejandro VI ha terminado por prestar sus mejores servicios a las órdenes de su rival Julio II . Muere heroicamente bajo las murallas de Messina, marchando Julio II a ponerse al frente del asedio, mientras manda la caballería que se encontraba bajo su mando a Bolonia, en prevención de posibles rebeliones.
El 1 d mayo de 1507, mientras los nuevos reclutas romanos asedian Nápoles y Julio II está a punto de tomar Messina, Francia abate las murallas de Innsbruck y toma la capital del Tirol
Es la ciudad de Siena la que, el 10 d junio, comienza la lista de sublevaciones. Las fuerzas que asedian Nápoles han de levantar el asedio y, auxiliadas por la caballería acantonada en Bolonia, reprimir la rebelión.
El 7 d octubre, S.S., quien tiene tiempo para todo, sanciona el Tratado de Tordesillas y la flota cespañola que trasladaba al embajador de esta nación desde España le informa que la Isla de Cerdeña se haya protegida por tan sólo 5 reg. de tropas ibéricas. Pero, en su camino de regreso a España es atacada por 12
buques de guerra franceses. La Armada Divina corre en socorro de los bravos marinos hispanos y el 24 d noviembre la flota francesa ha de retirarse, dejando 5 buques en el fondo del Mediterráneo.
El 1 d diciembre, Julio II, tras tomar Messina, Julio II acepta pagar 33 ducados a Francia (que se ha anexionado el Languedoc y arrebatado el Tirol y Flandes a Austria en humillante tratado de paz) y seguidamente marcha sobre Nápoles.
El 1 d enero de 1508, Aragón nos ofrece la Paz mediante el pago de una cantidad simbólica. S.S. monta en cólera ante el atrevimiento aragonés, que, estando siendo derrotado por la fuerza de las armas del R.D., quiere aprovecharse de la situación mediante sus taimados diplomáticos. Decide pues, no firmar la paz y, ya que Aragón no acepta cedernos ni tan siquiera Messina, y la Armada es incapaz de trasladar a la península Ibérica un contingente capaz de obligar al Aragonés, S.S. espera al menos que se produzca una rebelión en Sicilia y, con la ayuda de Dios, su secesión del Reino de Aragón.
El 24 d septiembre de 1509, Julio II entra en Nápoles y, tras desdeñar 191 ducados ofrecidos por su Rey Ferrante III (3/2/3) y tras dar gracias al Altísimo por permitirle vivir este ansiado momento, declara que desde el día de hoy Nápoles no es sino una provincia más del R.D. Los pendones pontificios ondean ya en toda la Italia continental al Sur del Po. Además al unir los barcos napolitanos a la Armada Divina, esta cuenta ya con 6/0/3 buques. Pero también Francia, que ha prosperado sobremanera en esta campaña a expensas de Austria, se torna cada vez más amenazadora en el montañoso Norte.
Claro está que la reputación de S.S. vuelve a ser “un tanto mala” ante los demás gobernantes, quienes no comparten la justicia de las aspiraciones del R.D. sobre las tierras de Italia, Julio II, haciendo oídos sordos, deja Nápoles al cuidado de una guarnición maggiar y parte hacia la Apulia, alzada en armas (S.S. aguarda con inquietud, y con ansiedad en el caso de Sicilia, nuevas rebeliones). Es sin embargo derrotado por los rebeldes, pero, aunando de nuevo todo el ejército del R.D. bajo su mando acaba por pacificar la provincia el 3 d diciembre.
El 3 d enero de 1510 se producen revueltas en la Marca, Apulia y Mantua, con control de ésta última ciudad por los rebeldes, que derrotan al Ej. d Cristo en todos los frentes. Mientras tanto, Estrasburgo se independiza de Saboya, quien vuelve a su extensión original.
Pero ya la progresión de revueltas en el R.D. es imparable y Florencia y Siena se levantan en armas. Por otro lado las tropas del R.D., mucho más experimentadas con el transcurso de esta dura campaña, son capaces ya de tomar fortalezas al asalto, lo que sin duda contribuirá a acortar la guerra, por lo que el 2 d julio, Julio II, al frente de un cuerpo expedicionario formado exclusivamente por infantería, tras derrotar a la flota albanesa en el Adriático, se dispone a desembarcar en tierras de Albania, donde ya esperan unos pocos soldados austriacos quienes, por una vez, han sido capaces de derrotar al enemigo.
Mientras tanto el resto del Ej. d cristo (9/9 reg.) se multiplica y batalla contra los rebeldes, derrotándolos sucesivamente en la Marca (1 d septiembre), Siena (19 d octubre) y Florencia (23 d noviembre). Pero los valerosos Soldados de Cristo se han visto reducidos a 5 reg. de caballería, incapaces de tomar la ciudad de Mantua en posesión de los rebeldes hace ya demasiado tiempo.
El 10 d enero de 1511, mientras Julio II asedia Tirana, la situación del R.D. se hace crítica cuando los perros infieles de Argelia (secundada por Fez y Túnez) nos declaran la guerra.
El 4 d abril los 5 reg. de caballería del R.D. cargan a la desesperada sobre los rebeldes de la Emilia, derrotándolos, pero solo 2 reg. de nuestros bravos sobreviven, asimismo la caballería húngara que acude en ayuda del R.D. derrota y extermina a un cuerpo expedicionario argelino desembarcado en las tierras de Italia.
El 21 d octubre Julio II toma Tirana (y sorprendentemente las cartas náuticas albanesas nos permiten conocer un poco más de Océano Atlántico, más o menos entre sus 50 y 6º grados de latitud) y los españoles han desembarcado en África y derrotan a los moros batalla tras batalla. S.S. alaba la bravura de los soldados españoles que, a pesar de haber renunciado al reparto de Aragón con el R.D. por oscuros intereses políticos, están demostrando ser unos valiosos aliados (no como los incapaces Habsburgo). S.S. manifiesta a los cardenales que la alianza con España le es muy querida y que, en el futuro, es posible que intente mejorar las relaciones con Aragón, al objeto de unirlo a la Santa Alianza y permitir su diploanexión por España, creando así un contrapeso a Francia (un contrapeso aliado al R.D. además) pero los cardenales no se muestran muy convencidos de entregar las islas del Tirreno a la Monarquía española. Como colofón a la brillante campaña española en África, Argelia acaba ofreciendo al R.D. 275 ducados para que aquellos dejen de machacarles. S.S. acepta el ofrecimiento y, tras repartir el botín, utiliza nuestra parte para levar nuevos reg. de infantería que emplear en el asedio de Mantua. Mientras tanto continúa el carrusel de revueltas, esta vez es Nápoles.
El año 1512 comienza con la secesión de Kleves respecto a Francia y con el pago de 200 ducados de Albania al R.D. y sus aliados, con lo que por fin nos encontramos en paz con todo el mundo, si bien S.S. se lamenta de que no se haya producido rebelión alguna en Sicilia. Una vez logrado su objetivo, Julius II embarca de nuevo de regreso a Italia, con sus aguerridos veteranos, que ya han tomado Palermo, Messina, Nápoles y Tirana. Pero, fatalidad, al desembarcar en Ancona, se produce una nueva rebelión en la Marca, y S.S., derrotado, ha de retirarse hacia Roma, para hacerse cargo de nuevos reclutas. Casi a la vez que el Santo Padre llega a Roma la noticia de que el Sultan Selim I Yusuz (4/3/5) se ha sentado por primera vez en el trono de la Sublime Puerta.
El 3 d junio Julio II carga a la desesperada y sin caballería contra los rebeldes napolitanos, quienes están a punto de tomar la ciudad, derrotándolos el 23 d julio y quedándose a la espera del desgaste de los rebeldes de la Marca frente a las murallas de Ancona, pero se producen nuevas rebeliones en Florencia y Siena.
El 14 d agosto el Imp. Otomano declara la guerra a Albania y su agotado aliado, Aragón. Los cardenales murmuran, temerosos del aumento de las potencias turca y francesa, sobre si el R.D. será capaz de resistir ante el empuje de tamaños enemigos, sin olvidar, claro está, a la Serenísima y Traicionera República de Venecia y a la no demasiado desgastada Génova, que en estos días elige a Giano María Fregoso (3/4/4) como Dogo, quien toma como primera medida la firma de una alianza con Bohemia, Guyena, Baviera, Estrasburgo y Sajonia.
A finales de octubre, cuando ya las murallas de Mantua flaquean y un último asalto bastaría para tomar la ciudad, se produce su declaración de independencia.
Menos de un mes más tarde cae Mantua y S.S., a pesar del consejo de la curia cardenalicia, que le aconsejan someterla a vasallaje e incorporarla a la Santa Alianza, no queriendo ser recordado como el Pontífice que perdió una de las provincias del R.D., decide anexionarla. La reputación del R.D., al menos aparentemente, no varía y sigue siendo “un tanto mala”. En respuesta a la anexión de Mantua se desencadena una nueva oleada de rebeliones que el exiguo Ej. d Cristo apenas es capaz de reprimir. Así, mientras la ciudad de Florencia es tomada por los rebeldes que marchan seguidamente sobre Bolonia, el intrépido sacerdote guerrero que es Julio II perece, junto con todos sus veteranos, al intentar sofocar una revuelta de los napolitanos, que así toman cumplida venganza contra aquél que acabo con su caminar como país independiente.