En este volumen, narraremos el reinado de León IV, nacido como Cristóbal Isauros. Su padre, según Marcos de Césarea, murió el 31 de Diciembre, aunque en palabras del panegírico dedicado por el cronista Miguel Ambros a Constantino V durante su funeral indica que este murió en Navidad, aunque es posible que esto se haya hecho para reforzar el intento de canonización tras su muerte, casi conseguido aunque el patriarca ecuménico lo descartaría debido a tener amantes estando casado. Fue sepultado y siendo paseado a lo largo de Constantinopla. El ya mencionado Marcos de Césarea dice “
Los soldados que escoltaron al basileus Constantino el Cazador tuvieron que arrestar a un monje icónodulo que lanzó una piedra al ataúd, aunque no hubieron más incovenientes. La escolta cruzó por la Columna de Arcadio, haciendo el basileus e hijo del fallecido autócrata una corta oración al pasar por esta. Siguieron el camino hasta la Columna de Constantino, donde León IV también oró, esta vez en voz alta. El camino siguió sin interrupción alguna hasta la Iglesia de Santa Sofía, donde el popular filósofo Miguel Ambros, bajo el mecenazgo de el aún no coronado basileus León, dio un fabuloso panegírico que recordaba al que Plinio el Joven le dedicó a Trajano”. La similitud de los discursos de Plinio el Joven y Miguel Ambros se debe debido a que en los años antes de la muerte de Constantino V entre los escritores, escolásticos y filósofos una moda de recuperar elementos romanos del Imperio, tendencia favorecida varios años después por Constantino VI, a medida que el Imperio recuperaba territorios en Occidente, haciendo necesario un regreso (parcial) al latín.
En Febrero del 792, León IV (aún con el nombre de Cristóbal) empezó a organizar su coronación, la cual sería desarrollada por el patriarca de Antioquía, probablemente como castigo al patriarca ecuménico por no canonizar a Constantino V. El mes siguiente, Cristóbal fue coronado como
basileus Rhomaion (emperador de los Romanos), posiblemente en respuesta a su gran rival Carlomagno, quien adoptó el título de
Imperator Romanorum (con la misma traducción que
basileus Rhomaion). El evento fue festejado a lo largo de la ciudad, pues León era famoso por sus victorias militares en Oriente y Occidente y por ser más moderado que su padre con los icónodulos. Los festejos entre la nobleza y el clero se dice que fueron bastante normales, sin ningún evento destacable en el.
Festejos de la cornación de León IV.
A mediados del 792, se menciona brevemente en el libro I de
De Bello Italicum una pequeña expedición del tagmata junto a algunas levas balcánicas e italianas sometió al recién creado ducado independiente de Ferrara, que incluía la propia Ferrara y Rávena. Este efímero ducado surgió gracias a uno de los enormes misterios de la historia: el colapso de los Estados Pontificios. Algo como esto no ha pasado en toda la historia, ningún evento de tanta importancia ha sido nunca documentado. Es posible que haya sido documentado, pero que por guerras estos hayan desaparecido. De cualquier forma, al este importante estado italiano desaparecer, la cristiandad occidental se vio totalmente sometida a los emperadores carolingios, pues estos empezaron a nombrarlo. Sumado a esto, tres nuevos estados se formaron: el ya mencionado ducado de Ferrara, el mucho más poderoso ducado de Génova y el arzobispado de Florencia. El arzobispado de Florencia intentó ser el sucesor del Papado, pero fue sometido por Génova y posteriormente para el Imperio Carolingio, junto a varios territorios conquistados. La toma de Rávena fue celebrada enormemente en Constantinopla y las principales ciudades del Imperio, tal como Antioquía, se mantuvo como un dominio sin un
komes.
Al año siguiente, los historiadores tienden a ubicar el inicio de la Era Vikinga, producto de un incremento en la población y la tecnología de Escandinavia. Los sucesos del siguiente año vieron como la totalmente debilitada tribu de los eslavonios aceptaba convertirse en un tributario del Imperio, virtualmente convirtiéndose en parte de este como un principado autónomo. Junto a esto, la princesa Epiphania nació del matrimonio entre León y Guenguiu (la tercera esposa de León, habiendo un pequeño escándalo entre el partido conservador por ser este técnicamente ilegal). También, el emperador decidió reformar parcialmente la descentralizada administración italiana, entregándole a su hijo Belisario el mando de Rávena y nombrándole strategos de la misma. Los enclaves en el Sur de Italia y el Lacio (exceptuando la ciudad de Amalfi), se pusieron bajo su mando, a modo de centralizar el área. Probablemente ya en esos años planeaba su gran campaña en Italia, pero algunos historiadores plantean que esta es fruto de su guerra con Carlomagno.
El 795, un grupo de campesinos descontentos se sublevó en Antioquía. Aunque la rebelión no fue muy lejos (siendo aplastada sencillamente), fue extremadamente tortuosa para el
basileus, debido a que una gran epidemia de Tifus se extendía por todo el Imperio. El mismo año, trágicamente, la princesa Adriana murió de viruela. El 796 vio como el nuevo vasallo de Constantinopla, Serbia, lanzaba una exitosa campaña contra el kanato búlgaro, conquistando el ambicionado desde hacía décadas Vidin para su cacique. El
tagmata junto a algunas milicias balcánicas intervinieron en la guerra a favor de los serbios.
Este año no termino sin evento alguno, tranquilamente. Pues, a finales de Julio, misteriosamente, el almacén de fuego griego en Constantinopla explotó. El emperador, obviamente ordenó una investigación, donde se desveló que la preciosa fórmula había desaparecido junto a todos los alquimistas que la conocían. A finales del año, una flota pirata en el Mar Negro fue avistada usando “fuego de mar” sobre sus víctimas. Esta sustancia coincidía con el fuego griego, por lo que el Mega Duque, con la aprobación del
basileus, desplegó la flota imperial en Crimea con el objetivo de recuperar la fórmula. La expedición fue totalmente derrotada, regresando un solo barco como testigo, pero con un preciado prisionero: la hija del rey pirata, un tal Kyrillos. Una carta fue enviada al palacio imperial, escrita con la sangre de un guardia. La carta (escrita por el pirata), proponía un intercambio: la hija de Kyrillos junto a un sustancioso soborno por la fórmula y el único alquimista superviviente. El emperador aceptó. Este viajó a una pequeña isla del Egeo acompañado por un destacamento de guerreros de élite y la hija del pirata. El acuerdo fue llevado sin complicaciones y el emperador regresó a Constantinopla. Con este suceso podemos ver el pragmatismo de León IV, a diferencia de su padre, quién seguramente habría tendido una emboscada. Aunque un monarca guerrero y gran general (siendo bastante mediocre en otras áreas), finalmente toma vías más seguras. Otro ejemplo es su política balcánica (exceptuando a Bulgaria), prefiriendo convertir a las tribus eslavas en sus vasallas e integrarlas lentamente en el Imperio. El emperador no siguió esa política con el kanato búlgaro.
Regreso de León IV tras recuperar el fuego griego.
En el 798, se declaró formalmente la guerra al kanato búlgaro. Los búlgaros se encontraban debilitados gracias a multitud de guerras, por lo que León aprovechó su oportunidad. Se convocaron a los vasallos eslavos y se reunieron las milicias de toda la península Balcánica y de los territorios personales de la familia imperial: Tracia. Junto al tagmata (que se había reforzado recientemente), se reunió un ejército de unos 15.000 soldados. Los objetivos de la guerra eran Tarnovo, Mesembria y Nikopolis, pues el
basileus deseaba, aunque no expulsar a los búlgaros al Norte del Danubio, sí desplazar el centro de la tribu a este, convirtiendo su situación al Sur en precaria cuanto menos. Esto era porque, el kanato búlgaro, aunque pagano y bárbaro, resultaba ser un útil estado tapón del Imperio a kanatos como los Magiares o los Jázaros.
Las tropas de los vasallos imperiales (los Serbios participaron escasamente en la primer fase de la guerra, pues se encontraban en campaña contra los ávaros) se dirigieron a Nikopolis, mientras que una columna de 5.000 hombres se dirigió a Tarnovo, la cual fue ocupada con rapidez, quedando otros 5.000 como reserva en Serdica. Nicéforo Kalopragmon documenta que una fuerza de 10.000 búlgaros y jázaros se adentró en territorio imperial (una probable exageración, seguramente el número no superaba los 4.000). El ejército de Tracia, unos 4.500 hombres, acampados en Kallipolis se dirigieron a enfrentarlos, derrotando a este ejército en Filipopólis. Los enclaves deseados por el emperador fueron ocupados, pero el kan se negaba a cederlos, por lo que se decidió tomar otro rumbo en la campaña: se cruzó el Danubio. Unos 5.000 hombres lo cruzaron, mientras que los otros 5.000 se quedaron al Sur junto a las tropas eslavonias.
El ejército enviado por los magiares como refuerzo a sus aliados, unos meros 1.000 soldados, fue arrinconado en Constantia, al Sur del Danubio por los dos ejércitos imperiales. Estos fueron aplastados por el ejército del Sur, quedándose la coalición casi sin hombres para combatir. A partir de esta batalla la documentación es algo más vaga, aunque se sabe que el ejército del Sur se enfrentó a unos 1.000 bárbaros en Constantia y que los roles de los ejércitos se intercambiaron: el ejército del Norte cruzó el Danubio para aplastar a unos 500 valacos que habían conseguido recuperar Nikopolis para Bulgaria. El ejército del Sur cruzó el Danubio junto a los auxiliares croatas, combatiendo al ejército de la coalición a lo largo de la costa del Mar Negro, aplastando a todos los ejércitos enemigos y llegando hasta la Crimea romana, ocupando el territorio jázaro de la península.
Posteriormente, el ejército en Crimea se traslado por el Mar Negro hasta el Norte del Danubio. Luego las fuentes se esfuman hasta finales del año 800, haciendo un salto de casi un año, en este año el kan búlgaro finalmente se rindió. Pero, a diferencia de los objetivos de campaña iniciales, Severin y Targoviste fueron ocupados para posteriormente ser entregados con dos
komes cristianos como vasallos al mandatario de los Serbios, que había conseguido Temes en su campaña contra los ávaros.
Unos meses después, el mayor rival de León IV decidió declararle la guerra a Roma: Carlomagno. Debido a que las cantidades de soldados que ambos podían reunir eran bastante similares, podiendo subir o bajar dependiendo de varias circunstancias, hasta ese momento ambos habían mantenido el
status quo. Según el monje italiano Leonardo de Trento: “Carlos el Grande, según los franceses, o Carlos el Hereje según los romanos de Oriente; en el 801 se sintió lo suficientemente seguro para lanzar una campaña contra el Imperio Romano. El
casus belli fue la herejía de el emperador León IV, un iconoclasta. El territorio deseado era el Lacio, la columna del territorio romano en la península itálica en aquellos días, pues los otros territorios eran meros enclaves marítimos, exceptuando por Nápoles-Amalfi y Rávena-Ferrara”. Ambos emperadores reunieron unos 35.000 o hasta 40.000 soldados según algunos documentos. León convocó hasta las milicias de la Anatolia y Siria, reuniendo su ejército en Constantinopla y Nicomedia.
En Constantinopla, unas 350 galeras se convocaron, transportando a un ejército enorme, haciendo que casi no se pudiese cruzar el Estrecho de los Dardanelos. Esta guerra fue brevemente documentada, aunque se sabe que casi la totalidad del Lacio fue ocupada por el ejército carolingio, y unos 20.000 o 25.000 soldados cruzaron los Balcanes hasta llegar a la Mesia. El ejército imperial se había dividido en dos inicialmente: una parte desembarcó en Illiria, y otra se dirigió a Tracia, para defender la capital, aunque un ejército llegó antes y la puso bajo sitio. El ejército en Illiria se dividió en dos, aparentemente para proteger el Lacio y que el otro ejército atacase a la columna franca en Mesia.
El ejército carolingio que sitió brevemente Constantinopla estaba comandado por Carlomagno en persona, dirigiendo unos 8.000 soldados. Rápidamente, León IV (que estaba al mando del ejército que se dirigió a Tracia), desembarcó en Kallipolis y atacó a Carlomagno al mando de 15.000 soldados. La noticia fue escuchada desde los monasterios en Irlanda hasta la corte del califa de “Bagdad”: Carlomagno había sido derrotado y apresado por el ejército romano.
El legendario emperador fue humillado siendo bañado desnudo en alquitrán y luego llenado de plumas, para luego ser paseado por Constantinopla y abucheado por la plebe. Tras esta humillación, tuvo que besar los pies del
basileus y cuando lo hizo, fue pateado por el más joven León por las escaleras del trono imperia. Junto a esto, fue obligado a pagar una cantidad exorbitante de oro (quedando el tesoro franco en números negativos) y a devolver todo el Lacio al Imperio. Solo tras cumplir esto, fue enviado a Aquisgrán.
Humillación de Carlomagno
El enorme rescate pagado para salvar a Carlomagno había hecho que el Imperio Carolingio entrase en una crisis económica aguda, sin el dinero suficiente para financiar la corte o el ejército. León IV, decidido a aprovechar esta oportunidad, le declaró la guerra a Carlomagno en Octubre del 802. El emperador en persona se puso al mando del
tagmata y varias milicias reunidas de la parte europea del Imperio. Unos 16.000 soldados fueron desplegados en el Sur de Italia, ocupando uno de estos Catanzaro y el segundo (el más grande y comandado por el
basileus) desembarcando en Nápoles. Se estima que la flota reunida fue de unos 230 barcos. León derrotó en Sorrento a un ejército franco que había ocupado Amalfi, perdiendo tan solo 60 hombres frente a los 3800 francos muertos, según
De Bello Italicum. Amalfi fue recuperada.
El ejército del emperador embarcó en la flota, con rumbo al Véneto, pero, la llegada de un gran ejército franco (unos 13.000 soldados al mando del duque de los Alamanes) a Cannas, donde acampaba el ejército menor, le forzó a desviarse y desembarcó en asistencia del ejército.
De Bello Italicum dice que 24.000 romanos se desplegaron en la batalla, lo que deja a muchos historiadores confusos, pues solo 15.000 soldados estaban previamente documentados en el Sur de Italia. Algunos teorizan que una fuerza de 11.000 soldados había permanecido en la flota como reserva o que estos llegaron como refuerzo de último momento. Me encuentro en el primer grupo, debido a que las campañas de León siempre se marcaron por ser sumamente planificadas.
El duque de Borgoña Hugo el Cicatrizado, el obispo Munderico de Kölm y el duque Loup de Poitou fueron capturados en la refriega. Los francos perdieron 10.000 hombres en la batalla de Cannas, mientras que el ejército romano solo 600 soldados. León, tras la batalla, dio un discurso a sus tropas, diciendo que ese día “habían vengado a las 16 legiones que habían perecido en la llanura de Cannas”, siendo aclamado por sus tropas. El duque Johan de Austria fue capturado en Noviembre, no se sabe bien cómo. Lo que si sabe bien, es que el emperador decidió partir el ejército en tres: una sección se mantuvo en la Apulia, otra cruzó el Adriático y ocupó la importante ciudad de Padua (o Patavium en latín), pues el Véneto era uno de los objetivos de la guerra. La tercer parte, al mando del emperador, se movilizó a la Campania. Pero, el
basileus nunca vería una reforzada Italia romana, pues murió sorprendiendo a todo el Imperio, a los 49 años de muerte natural, en su campamento en Capua.
El reinado de León IV puede ser descrito como una estrella fugaz, que cegó a todos con su luz pero rápidamente desapareció. Sus contemporáneos lo describen como un militar brillante, comparándolo con Julio César o Trajano, aunque sus conquistas fueron mucho más modestas. Aún así, su reinado no fue pura política exterior, siendo un enérgico reformista.
Debido a la conquista de importantes territorios a Bulgaria, la necesidad de un vasto thema a lo largo de la frontera con este estado se hizo innecesaria, diviendo el tema en Makedonia (con partes de Tesalia) y Dyrrachion, el cual englobaba la propia Dirrachio, Valona, y Serdica. A su vez, el tema de Tesalia fue repartido entre el de Atenas y el de Makedonia, quedándose el primero con el Sur y el segundo con el Norte. También, las posesiones en Italia peninsular fueron concentradas en torno a Rávena, aunque sin retornar al Exarcado, manteniéndose como un tema con diversos komes supeditados a este, descentralizando la administración, por lo que es muy criticado, debido a que esto hacía que no se pudiese responder rápidamente a ataques en el territorio italiano. Sumado a esto, el thema fue destinado al hijo y heredero de León: Belisario y el futuro Constantino VI.
A pesar de este leve nepotismo, la general meritocracia instaurada en el reinado de Constantino V (con en su mayoría, militares al cargo de los temas, aunque hay casos como el de Chipre en el que era un importante escolar) se mantuvo, brindando un importante número de hábiles consejeros y generales al Imperio. Es destacable el que no dirigió ninguna campaña en Oriente como
basileus reinante, aunque probablemente, de haber reinado más tiempo, lo habría hecho. Fue parodiado por el comediante Marco de Sorrento en el siglo XV en su obra “De Césares y Campesinos”, en la que se envenena según el guión “para parecerse a los césares de antaño, gobernando poco tiempo”.
Sólido de León IV y su hijo Constantino VI.