DESAFIO EN EL MAR
La Real Armada española en el siglo XVIII
Captura del navio Stanhope por Blas de Lezo (Oleo de Cortellini, Museo Naval, Madrid)
La Real Armada española en el siglo XVIII
Captura del navio Stanhope por Blas de Lezo (Oleo de Cortellini, Museo Naval, Madrid)
Cuando Felipe V consigue la corona española, la situación es tan compleja y amenazante, el tesoro tan reducido, los reinos tan alejados, y el aparato administrativo tan multiforme, complicado y poco eficaz, que resulta impensable llevar a cabo una política de reconstrucción naval que, por otra parte, no puede rendir frutos sino a medio y a largo plazo.
Sin embargo, buena parte del imperio heredado esta allende los mares: America al otro lado del océano, Flandes en los mares del Norte, y completamente al otro lado del Globo, tras el doble salto del Atlántico y el Pacifico que se sigue llamando "Mar del Sur", las Filipinas, el remoto retazo asiático de una potencia que seguía siendo universal. Su conexión con la metrópoli solo podía basarse en frágiles rutas de navegación que únicamente los buques de guerra podían proteger.
Por de pronto se hace uso exhaustivo de los últimos efectivos navales del anterior reinado, que no son tan insignificantes como la mala prensa del infortunado Carlos II de Austria nos quiere hacer ver:
-La Armada del Mar océano, responsable de la protección del trafico con las indias, consta de quinces galeones, entre los que se encuentra el "Santísima Trinidad", primero de este nombre del que se tenga noticia, un soberbio buque de tres puentes y ochenta cañones, claro precursor de la larga serie de navíos del siglo que comienza
- La Armada de Flandes, veterana de múltiples combates con ingleses, holandeses y franceses, con el elemento de apoyo de sus dos grandes galeones, y el maniobra de sus cinco fragatas y su brulote.
- Los tres pataches y el pingue de la escuadra volante de la costa atlántica y cantábrica española.
- Y en el Mediterráneo las escuadras de galeras, la de España, frente a la amenaza turco-africana, y la genovesa de alquiler, que con mantener los vínculos italianos, que ya de las famosas de Nápoles y Sicilia solo queda el nombre. No más de quince naves unas con otras.
Los mandos, muchos de ellos hereditarios y formados sin método, se desbravaban a bordo, donde las mal alimentadas chusmas mas o menos forzadas, verdaderos siervos de la gleba del mar, llevaban a cabo las faenas del mareaje y del combate encomendando todos - Mandos, pasaje y tripulantes - su suerte a la buena estrella de un pilotos de formación prácticamente empírica. Los arsenales, los almacenes, las fabricas de lona y jarcia, los astilleros, vacíos de materiales e iniciativas, aguardaban mejores tiempos.
Los vestigios de las armadas austriacas desaparecerían en los primeros años de la Guerra de Sucesión. El desastre de Vigo de 1702 supuso el fin de los últimos galeones de la Carrera de Indias; los viejos buques de las otras armadas, incapaces de enfrentarse a las bien pertrechas flotas anglo-holandesas se echaron a pique en distintos puertos para impedir el acceso al enemigo; solo las galeras - Galeras en pleno siglo XVIII - fueron utilizadas profusamente en la campaña de Cataluña.
Sin Barcos, pero con grandes responsabilidades oceánicas, Felipe V se ve obligado a ceder a sus aliados franceses el comercio con America a cambio de la colaboración de los navíos de Luis XIV que permiten que la flota del tesoro llegue en cuatro oportunísimas ocasiones a lo largo de la guerra, pero no impiden la toma de posesión por Inglaterra de Gibraltar (1704) y Menorca (1708).
A partir de 1705 la flota española cuenta ya con doce unidades propiamente de guerra que constituirán la base de la etapa siguiente. Sin embargo, no hay aun una política de continuidad, ni solera, ni recursos, practicándose la improvisación generalizada.
Desde el punto de vista legislativo, el primero de julio de 1705 se publica el Reglamento Nuevo de la Marina, que supone una autentica reconversión, reduciéndose, pero también organizándose mas lógicamente las plantillas. En la exposición de Motivos se justificaba Por cuanto los cortos medios con que de muchos años a esta parte se halla mi Real Hacienda, tan reducido a tan estrecha miseria toda mi gente de Armada