Capítulo 1: El Nuevo Orden
Los senadores Arduin y Dupuy[1] habían propuesto a Soulouque para ocupar el cargo de Presidente confiados en que podrían manejar a su antojo a aquel viejo militar del que se sospechaba (y no sin fundamento) que no sabía ni leer ni escribir. Al fin y al cabo, el voyerismo no necesitaba un líder brillante, que de eso ya se encargarían ellos, sino uno carismático. Y no había nadie en la isla con más carisma que el bueno de Faustin, veterano de todas las guerras del joven país, héroe militar y revolucionario… y negro.
No había nada mejor para sostener el status quo, la mal disimulada supremacía de la minoría mulata sobre la mayoría de negros, que un presidente negro y estúpido (y las dos cosas, en la mente de Arduin y Dupuy, iban estrechamente ligadas). En definitiva, un negro manejable.
Soulouque, sin embargo, no tardó en demostrar que de todas aquellas suposiciones sólo había una correcta: efectivamente, era negro.
Faustin, el bueno de Faustin, sólo necesitó unos días para firmar toda una serie de decretos cuyo objetivo era claro: favorecer a sus semejantes, a los negros. Que en Haití era tanto como decir pobres.
Reformas sociales a tutiplén, menos los horarios de trabajo, que necesito hasta el último céntimo que produzcan mis habitantes
Arduin, Dupuy y el resto del boyerismo arqueó la ceja, pero poco más. Al fin y al cabo, aquello no pasaba de una demostración de buenas intenciones. No había dinero con el que pagar semejantes medidas. No es que les gustara que su títere tomara la iniciativa, ningún tipo de iniciativa, pero quizá aquello les ayudara a sostener el espejismo: al fin y al cabo, sólo serviría para aumentar la adoración que la mayoría negra sentía por su nuevo presidente.
Luego llegaron sus reformas electorales y políticas, que de nuevo cogieron por sorpresa a los senadores. Sufragio universal, libertad sindical, prensa libre… Todo el aparejo de una democracia de corte estadounidense, nada menos. La incomodidad de Arduin y Dupuy fue creciendo pero, de nuevo, con matices. En Haití los votos estaban en manos de los caciques. Y los caciques seguían en manos del los boyeristas.
Democracia a tope, pero con mayoría todavía conservadora. Hay unos cuantos liberales, pero porque la foto está tomada cuando no debía. La explicación, ahora mismito.
El siguiente paso, sin embargo, fue toda una declaración de guerra. Soulouque decidió crearse caciques a su medida. A base de prebendas y regalos, Faustin convirtió a un buen puñado de sus allegados, muchos de ellos antiguos esclavos como él, en auténticos burgueses, a la europea. Y además, burgueses ricos, y a costa del dinero del estado. Estos nuevos burgueses, por supuesto, no tendrían problema en dirigir el voto de la mayoría negra hacia donde Soulouque quería: el nuevo Partido Nacional.
Una vez convertido el país en una democracia gracias a las reformas, creamos un POP de capitalistas y limitamos el voto por riqueza. Et voilá, ya tenemos una mayoría liberal. A efectos narrativos, queda mucho más bonita la historia de los caciques, claro.
El Senado ya no tenía margen de reacción. Soulouque tenía tras de sí al ejército, ferozmente fiel a su líder, también a la población y a toda una nueva clase privilegiada. La victoria del nuevo partido de Faustin estaba cantada, y fue inevitable. Y con la victoria, a la flor y la nata de la minoría criolla, es decir, mulata, la que había dominado la vida política de la isla en los primeros 40 años de independencia, sólo les quedó una opción: el exilio. Y con ellos, la jerarquía católica que había apoyado al régimen[2]. Poco después de las elecciones, el dominio del Faustinismo era incontestable:
Mayoría absoluta liberal. ¿Cómo lo he conseguido? Fácil. Primero, porque los impuestos al 100% se cargaron a los escasos aristócratas que aparecen en Haití al principio de la partida, y después porque convertí los POPs de clérigos en granjeros.
Y ya sin enemigos políticos en el horizonte, Soulouque hizo lo que todos, ahora sí, esperaban que hiciera: nombrarse Presidente Vitalicio de la República de Haití. Formalmente, pondría su cargo a disposición de los votantes cada cuatro años. Al fin y al cabo, los partidos políticos seguían permitidos y cualquiera podía expresar su opinión. No había en Haití ningún mínimo síntoma de persecución política… pero tampoco hacía falta. Faustin había resultado un Claudio moderno[3].
Sí, bueno, en el juego, e históricamente, Faustin se convierte en Emperador. Aquí no, aunque lo diga el evento. Aquí es Presidente Vitalicio [4].
Bien asentado en el poder, las leyes y reformas se sucedieron a toda velocidad.
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[1] Esto es históricamente cierto, Arduin y Dupuy fueron los dos senadores que propusieron a Soulouque como Presidente de la República.
[2]Traducido: que me he cargado los POPs de clérigos convirtiéndolos en granjeros. Sí, me perjudicará en la investigación científica, pero le da saborcillo a la narración, me servirá para justificar cierto evento posterior en el AAR y con esta pequeña desventaja compenso el cambio de tema religioso en el partido liberal. Una cosa por la otra. El impulso a la producción es casi imperceptible: en total no sumaban ni 5.000 personas.
[3]La referencia a “Yo, Claudio” es tan obvia que ni me voy a molestar en explicarla. Si no la pilláis, leed, malditos, leed.
[4]Faustin Soulouque también fue históricamente nombrado Presidente Vitalicio de Haití, al poco de iniciar su mandato en 1847 y tal y como estaba previsto en la Constitución del país. Fue en 1849, después de deshacerse de cualquier acompañante incómodo en el Gobierno, cuando se coronó Emperador.
Nota del autor: el orden de los eventos en la narración no es el mismo que en la partida, pero lo he cambiado para acomodarlo al argumento. En la partida, la sucesión comienza con el evento por el que Soulouque se convierte en Emperador, y a partir de ahí comienzo con las reformas. Cualquier reforma política anterior al evento de Soulouque es un suicidio: si ya eres democracia para entonces, el país se convierte en una monarquía constitucional, y de ahí no hay manera de salir si no es revolución mediante…. Y claro, la revolución más probable, en ese momento, es la de los nacionalistas dominicanos.