5. El dueño y señor de todos los reinos italianos:
Al llegar la calma el siguiente paso lógico en la política exterior del imperio es aumentar nuestra influencia en Italia. Para ello decidimos tomar parte en una de las dos facciones que cada pocos años van declarándose la guerra en esta península. Por un lado tenemos a los estados pontíficos, Nápoles y Milán, y por el otro a Florencia, Siena y Génova. Decidimos que es más conveniente aliarnos con los estados más pequeños y débiles, para poder luchar de su lado y tomar los territorios de los más fuertes y grandes. La diplomacia con Florencia comienza, y tras acabar con las disputas por un gran feudo y tras un poco de inversión se logra una estabilidad completa en el imperio, y decidimos pues ingresar en su alianza en octubre de 1443, mejorando poco después la calidad de nuestro ejercito en previsión de una guerra no muy lejana en el tiempo. Estos hábiles movimientos diplomáticos nos dan una gran reputación, mejorando nuestras relaciones con diversos países poco después.
Un episodio a destacar en estas fechas fue el de la revuelta de Chipre:
A principios de 1443 la isla entro en rebelión, incluyendo el regimiento en las fortalezas como protesta por la supuesta sumisión de la iglesia ortodoxa en el imperio en el concilio celebrado en la misma isla. Los rebeldes tuvieron tiempo de ser instruidos por los soldados profesionales de la guarnición y construyeron medidas defensivas por toda la isla a la espera de la llegad de las 5 legiones de Constantino que se encontraban cerca y , quien confiadamente desembarco a toda prisa y a la carga siguiendo el procedimiento estándar para la eliminación de rebeldes… pues bien, cada vez que éste desembarcaba en Chipre se encontraba que pese a tener una superioridad aplastante en el combate sus soldados eran desmoralizados por la guerra de guerrillas de los rebeldes isleños y tenían que huir. Fue un autentico bochorno para Constantino, aunque al final, despues de 3 embestidas, logro tomar la isla y devolverla a la tranquilidad.
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Los conflictos en Italia no se hicieron esperar, y en junio de 1445 Milán declara la guerra a Génova, viendo la facilidad con la que en la anterior guerra le había arrebatado Córcega…el problema es que esta vez no contaban con el formidable ejército imperial. Inmediatamente iniciamos la construcción de nuevas galeras y por supuesto honramos nuestra alianza entrando en guerra con los estados pontíficos y Milán, aunque desgraciadamente Nápoles había abandonado su alianza para entrar en una con Aragón, y ahora ocupaba su lugar Mantua. Una lástima, pues teníamos nuestros ojos puestos en el importante centro comercial napolitano.
Constantino y Guistiniani se embarcan hacia Italia y en enero de 1446 Constantino pone sitio a Roma, mientras Guistiniani se dirige a Córcega. En febrero Mantua ofrece una paz blanca y se la concedemos, pues no tenemos intereses puestos de momento en ese reino y nuestras legiones no son lo suficientemente numerosas para enfrentarse a todos a la vez, de hecho hemos dejado el imperio casi indefenso para poder ganar esta guerra, y Konya aprovecha para rebelarse…dichosos moros, ya se pueden rebelar lo que quieran, ya saben que no habrá piedad, como siempre. En junio tenemos que pedir acceso militar a Génova, para que nuestros barcos puedan reaprovisionarse, y tras unas brillantes ejecuciones militares y gracias a que los pontificos estaban distraídos en el norte Roma cae el 4 de octubre de de 1446. Constantino tiene poco tiempo para admirar la ciudad y sentir nostalgia al contemplar las 7 colinas, pues inmediatamente parte a tomar el control del asedio de marche por parte de los florentinos, rindiéndose la ciudad para el imperio el 17 de octubre. En noviembre hay una gran batalla en Florencia donde los pontificos pierden casi todo su ejército, y en diciembre Constantino pone sitio a Romagna, y el día de navidad Guistiniani toma Córcega, embarcándose después para acabar de una vez por todas con el poder del papa sitiando Emilia.
En diciembre de 1446 Venecia se declara en guerra contra nosotros al entrar en la alianza de Milán, a pesar de estar completamente metida en una guerra contra Austria y sus aliados.
Hacia fin de año la flota del papa intercepta a la nuestra, como ya ha ocurrido otras veces, pero en esta ocasión les infringimos bajas irreparables a costa de perder un solo barco.
En febrero las batallas navales se suceden en el mar de Córcega, al parecer todo esto era un engaño para distraernos mientras los venecianos transportaban a un numeroso contingente a asediar la capital del imperio. Confiamos plenamente en que las impenetrables murallas de Constantinopla resistan, como siempre, así que no enviamos ayuda de momento.
El 19 de mayo Emilia cae por fin y Guistiniani se dirige a Lombardia, hacia el norte, donde vence sin dificultades a los milaneses, poniendo sitio a la ciudad.
Al caer Romagna, tomada brillantemente por Constantino en agosto de ese mismo año los pontificos no tienen mas remedio que aceptar nuestras condiciones, entregándonos todos sus territorios, a excepción de Roma y sus alrededores, que respetaremos como dominios nucleares del papa, por el momento… Para celebrar esta paz ordenamos la construcción de dos nuevas legiones en la capital, que ya ha sido abandonada por los venecianos, que se dieron cuenta de lo inútil de su empresa.
En octubre el descontento a causa de la guerra y los efectos del concilio de Chipre se empiezan a notar, pues Rumelia entra en revuelta, y en diciembre Morea sigue su ejemplo.
En junio de 1448 por fin Milan se rinde tras el prolongado asedio de Guistiniani, y acceden a entregarnos Córcega, y los territorios venecianos de Ionia y Corfu, que ya no soporta más esta guerra.
Tras la guerra todos los estados juran obediencia a su señor el emperador como soberano de todos los italianos, mas aun ahora que hemos decidido tomar control directo de buena parte de Italia, que nos permitirá tener un punto de apoyo para su incorporación al imperio como provincia, en un futuro no muy lejano.
En octubre 1448 como premio por sus numerosas victorias, elijo a Constantino, que numéricamente corresponde al XI como emperador, que ocupa el trono tras la oportuna desaparición del anterior líder, y este demuestra inmediatamente grandes dotes de gobierno, que le harán falta pues su reinado será muy duro, aunque bastante fructífero