Capitulo I; El nuevo Kore. ELTECIT
ELTECIT era fanático, desde la cuna su madre y tías le contaba las historias de sus antepasados, de su estirpe, descendiente directo por línea de madre, la mayor pureza para un nubio, de Taharqa y Tanutamón, los últimos faraones negros. Le susurraban antes de dormir que nació en un speo, mas allá de las columnas excavadas en la roca, en la cámara sagrada, consagrada por lo cristianos huidos de egipto, pero en la que todavía se reconocía junto a los los arcángeles Miguel y Gabriel, al dios Amon y al dios león Apedemek. Por ello, le referían, estaba ungido por el dios cristiano, por los antiguos dioses faraónicos y Kushitas.
ELTECIT estaba dispuesto a cualquier cosa para cumplir con su destino, y aunque era el patriarca de los cristianos nubios, seguía venerando a los antiguos dioses egipcios. En su fuero interno deseaba ser otro faraón negro.
Su pueblo era ortodoxo y sunita, muy inestable por las continuas luchas ancestrales entre diversas tribus. Su ejercito no pasaba de ser unos pocos arqueros a caballo, junto a los poderosos arqueros Kushite. Lo primero que hizo fue buscar la unión de su pueblo en un país, acabando con cualquier reyezuelo que se pusiera en su contra, utilizando la fe como arma y a Cristo como excusa. Después instauro un verdadero sistema de impuestos, desconocido hasta ahora para su pueblo, pero necesario para recaudar dinero para sus ansias de conquista.
Para ellos el mundo conocido no pasaba de sus tierras y de las tierras egipcias, sabían de la existencia de bizancio por ser el patriarcado y con el que caso a una de sus nietas con el emperador.
ELTECIT sabia de la fuerza de los faris mamelucos, con su soberbio dominio del caballo y su excelente pericia en el uso de las armas y de la táctica de la guerra en campo abierto. Ante eso solo cabía responder como granos de arena que desmenuzaran sus cuerpos y sus caballos, y sobre todo aguantar, ser pacientes y esperar el momento oportuno en que el orgullo mameluco les llevara a dejar indefensa sus fronteras y ciudades.
El tiempo pasaba lento, decidió reducir su ejercito a una guardia personal de 2000 hombres y a intentar aliarse con Bizancio. Lo intento varias veces, tenían a los Nubios en muy alta estima, pero no querían involucrase en una guerra con el mameluco, mas preocupados en la amenaza otomana, nunca aceptaron.
Un día que descansaba, después de una fuerte discusión con su tesorero, le llego la noticia, los mamelucos, y sus vasallos de Hedjaz, habían declararado la guerra a Túnez, país desconocido para cualquier Nubio. Decidió prepararse, reunió a todos los jefes, y después de pasarse una noche rezando, en vela, se unió a las reuniones de los clanes y con voz severa, empezó su discurso:
Como Kore vuestro, y patriarca, máximo representante de la voluntad de Cristo en nuestra tierra, estoy obligado a tomar una decisión muy difícil, que bañara de sangre el nilo.
La pantera al-Mu´aryad Skaich, siguiendo las costumbres de los mamelucos envía expediciones regulares, no para ocupar nuestra tierra, sino para devastar el país, destruyendo nuestras pobres cosechas, tomando esclavos y robando. Largas hileras de nubios encadenados caminan hacia el Norte en este preciso momento. ¡Que se puede esperar de una dinastía engendrada por una esclava y de soldados, esclavos convertidos al Islam!.
Nos cazan como animales. pretenden arrasar con todas y cada una de nuestros poblados, profanando iglesias y mancillando a nuestras mujeres.
Sé que es peligroso, pero debemos emular a los antiguos reyes de Kush, que conquistaron el milenario trono. ¡Dios nos llama a la danza de las iglesias, a la evangelización de los dos reinos! ¿Es la providencia?
¿Qué vamos a decirles a nuestras madres?. Nuestro destino es la obediencia y servicio a Dios. Él nos ha demandado que permanezcamos leales a nuestra fé.. Esta lacra de crueldad masiva contra los nubios debe acabar, y concluir con el sufrimiento de nuestra gente. ¡ Y exterminar a los engendros que ocupan un trono que no les pertenece, y cuya existencia mancilla a todas nuestras tribus!.
Esperamos tener el honor de ser testigos del día en que los mamelucos desaparezcan y el sufrimiento de los nubios termine. Y que los extraviados regresen junto a sus hermanos a la recta vía del servicio al Único. El día en que le reconozcan, será el tiempo en que todos le serviremos en armonía.
Se escucho en la sala una única palabra en boca de todos, Amén. Nubia estaba en guerra, el león iba a por su presa.
