Cuartel General del Mariscal Malinovski, Lvov, 18 de mayo de 1940
“Compañeros, ciudadanos, hermanos y hermanas, combatientes de nuestro ejército y de nuestra marina. Nuestro país corre grave peligro. Hace doce días las tropas del ejército alemán han penetrado en territorio soviético sin previa declaración de guerra incumpliendo el pacto de no agresión firmado en agosto del año pasado. A pesar de la denodada lucha de nuestros valientes camaradas en el frente nuestras tropas se han visto obligadas a retroceder incapaces de frenar el empuje alemán. Sin embargo no todo está perdido, nuestro ejército sigue unido y capaz de entablar combate pero os engañaría si os dijera que las cosas van a ser fáciles. Nuestra patria se enfrenta a su hora más oscura y sólo tendremos la esperanza de lograr la victoria si todos permanecemos unidos. Esta guerra nos ha sido impuesta y nuestra patria ha emprendido una lucha por la vida y por la muerte contra su enemigo más malvado y pérfido: el fascismo alemán y sus corruptos aliados, Italia, Hungría, Eslovaquia, Japón, Manchukuo y Siam. Pero no estamos solos. Nuestros aliados de Mongolia y Tannu Tuva, nuestros hermanos proletarios de todo el mundo, y las democracias occidentales ya en guerra contra el Eje nos han ofrecido su apoyo. Una ola de amistad y ardor guerrero nos llevará al triunfo sobre los enemigos del comunismo y de la Madre Patria. A eso se dedican todos los poderes y la autoridad del Estado. Me dirijo al pueblo entero para que se agrupe en torno al partido de Lenin y de Stalin, en torno al gobierno soviético, para apoyar con altruismo al Ejército y la Marina Roja en una gran guerra patriótica, para derrotar al enemigo, para nuestra victoria. Todas las fuerzas del pueblo deben ser empleadas para derribar al enemigo. ¡Adelante hacia la victoria!”
La radio crepitó un poco más para a continuación dar paso a las marchas militares tan frecuentes en los últimos días. Era el primer mensaje que el camarada Stalin dirigía a la nación desde que el 6 de mayo tropas alemanas invadieran territorio ruso.
“Molotov lo había previsto”, pensaba Aleksandrov. Pero los consejos de Molotov a las personas que ocupaban cargos de responsabilidad no habían sido escuchados. Preferían oír a Stalin y su admiración por Hitler, siempre creciente. Tras la declaración de guerra a Polonia el mundo había sido testigo de que Alemania poseía mejores cartas de las que se pensó en un primer momento. El 8 de septiembre Hungría y el 10 Italia se unieron al Eje, pero sobre todo tenía un ejército espléndido dirigido por magníficos militares. Los más pesimistas cálculos señalaban que Polonia resistiría un mínimo de medio año el ataque alemán. Sin embargo el 4 de octubre, treinta y cuatro días después, Polonia era anexionada a Alemania que cumplía el Pacto de no agresión entregando los territorios acordados.
Con las manos libres en el este, Hitler se volvió hacia Francia. Bélgica fue rápidamente ocupada y el ejército francés, que era considerado el más poderoso de Europa, fue arrollado en tres meses. Con franceses y británicos en desbandada el gobierno francés caía y el mariscal Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial, constituía un nuevo gobierno que el 12 de enero de 1940 se rendía a los alemanes en el bosque de Compiègne, en el mismo vagón de tren donde Alemania firmó su rendición en la Gran Guerra. Tras las negociaciones Francia era dividida en dos, un gobierno títere dirigido desde Vichy y encabezado por Pétain, que incluía el sudeste de Francia y las colonias, mientras Alemania se anexionaba el resto del país en tanto continuaba la guerra contra el resto de los aliados. Aprovechando la situación Japón lanzó a Vichy un ultimátum, o entregaba Indochina a los japoneses o sería la guerra. Vichy aceptó.
Con las divisiones alemanas al otro lado del Canal de la Mancha, el siguiente movimiento de Berlín parecía obvio: invadir Gran Bretaña. Sin embargo la débil flota alemana se mostraría incapaz de controlar el Canal el tiempo suficiente como para permitir un desembarco en las costas inglesas frente a la tenacidad de la Royal Navy británica consiguiendo así el primer triunfo aliado de la guerra abortando los planes de la Operación León Marino. Tal vez animados por el éxito británico Dinamarca y Noruega cometieron un gravísimo error de valoración uniéndose a los aliados el 19 y el 22 de enero respectivamente, entregando la primera Groenlandia e Islandia a los EEUU para que las guardasen. La respuesta de Alemania fue contundente, Dinamarca era anexionada el 20 de febrero y dos semanas después desembarcaban los primeros soldados alemanes cerca de Oslo. Mientras tanto tras anexionarse la China comunista Japón hacía lo mismo con la China nacionalista el 20 de marzo, convirtiéndose en una grave amenaza en las fronteras de la URSS.
La difusa amenaza se tornó muy concreta cuando el 23 de abril Japón y su títere, Manchukuo, se unieron al Eje, para a continuación presionar a Siam para que hiciese lo propio, consiguiendo el objetivo el 6 de mayo, el mismo día que la Wehrmacht invadía la Unión Soviética. Tal y como Molotov había dicho la URSS entraba en la guerra contra su voluntad y mucho antes de lo que nadie podía esperar cuando el 1 de septiembre brindaban en el Kremlin.
- Hemos recibido órdenes de Moscú. Los alemanes han roto el frente más al norte. Debemos retirarnos para evitar el cerco y fortificar nuestras posiciones –explicó Malinovski entrando en la habitación.
Era la segunda vez que recibían una orden semejante. Parecía que el ejército alemán estaba golpeando duramente a Timoshenko lo que obligaba a la totalidad del frente a recular con él. Doce días de guerra habían demostrado que era verdad que la Unión Soviética no estaba preparada para la guerra. Existía una inmensa superioridad alemana en el aire, donde la Luftwaffe reinaba sin oposición atacando impunemente una y otra vez las líneas de suministro rusas, y un abismo en tierra, donde las divisiones blindadas alemanas no paraban de demostrar su superior entrenamiento, armamento y táctica. Los escasos T-34 no eran enemigo para los numerosos y poderosos tanques alemanes. Algunos insistían que ésa había sido la clave de la guerra hasta aquel momento, la superioridad alemana en el frente, con 160 divisiones veinticinco de ellas acorazadas, contra 72 soviéticas. Este desequilibrio había llevado a dar prioridad a la creación de divisiones de infantería frente a las muy necesarias blindadas que se desempeñarían peor en el combate defensivo que el Ejército Rojo se veía obligado a sostener en estos momentos.
El silbido del picado de un Stuka interrumpió sus pensamientos. Un grito de “Cuerpo a tierra” se oyó en el balcón. Automáticamente todos los presentes se tiraron al suelo mientras el edificio se estremecía bajo el impacto de una bomba. Las paredes de la habitación parecieron reventar y los escombros cayeron sobre ellos. Aleksandrov salió con dificultad de entre los cascotes y buscó a Malinovski con la mirada. Lo vio inclinado sobre un oficial de su Estado Mayor ordenándole que impartiese inmediatamente las instrucciones de retirada. Sus miradas se cruzaron. En la habitación había un par de cadáveres y varios oficiales más heridos.