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Cronista Honorario
Jan 9, 2001
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La guerra de Chipre, 1570-1571

Mi amiga Emmanuelle, historiadora y colaboradora en varias revistas históricas me ha pasado parte de una crónica sobre la conquista de Chipre.
Me ha preguntado si en este foro del que siempre le estoy hablando la ibais a valorar. Bueno, una chica con ese tipazo, con una larga melena negra y ojos grandes del mismo color quizas no necesite más piropos, pero sí un feed-back crítico sobre su trabajo.
(Si no sois muy malos con ella quizas se anime a intervenir por aqui :p )

Precedentes y preparativos
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Después de la conquista de la Ciudad en 1453, Venecia y el pujante Imperio Otomano tomaron el relevo de la lucha por el dominio del Mediterráneo oriental. A pesar de que la Serenísima intentó mantener buenas relaciones con el sultán, no siempre lo consiguió, y los sucesivos encontronazos con las fuerzas militares otomanas le hicieron perder progresivamente enclaves estratégicos para el mantenimiento de su poder económico, basado sobre todo en el comercio. En 1479 las dos potencias firmaron una paz que le hizo perder a Venecia numerosos lugares de la Morea y Albania; en 1499 ocupa la isla de Cefalonia, pequeña compensación por todas las colonias perdidas en las costas de Grecia; un poco más tarde, en 1538, se pierden Monembasía y Nauplio, algunos puertos de Albania y casi todas las islas del Egeo.
No obstante, desde 1489 la isla de Chipre se encontraba en su poder, convirtiéndose, junto con Creta, en la más importante de sus colonias. Arrebatada a la reina Catalina Cornaro -a quien muy generosamente la República otorgó asilo en Venecia y le concedió una pensión vitalicia- la codiciada isla no fue pasada por alto por los otomanos. Después de las conquistas de Siria y Egipto en 1515 y de la de Rodas en 1521, Chipre era el único territorio que se mantenía fuera de su alcance en el Mediterráneo oriental.
Al parecer fue Joseph Nassy, un judío portugués que era favorito de Selim II, quien aficionó al sultán al vino de Chipre, y le sugirió la posibilidad de conquistar la fuente misma de la que manaba tan preciado licor. En una ocasión, mientras disfrutaban en abundancia del exquisito néctar, Selim abrazó efusivamente a Joseph y le dijo: "En verdad, si mis deseos se cumplen, serás el rey de Chipre", y dicen también que en un alarde de optimismo Joseph colocó sobre la puerta de su casa el escudo de la isla. Mientras tanto, le elevó al rango de duque de Naxos, Paros, Andros y otras islas cíclades.
Ya fuera de una forma u otra, lo cierto es que Selim acariciaba este proyecto incluso cuando sólo era el heredero al trono. Siempre consideró que su padre Solimán era demasiado benévolo con los venecianos que, aunque eran tributarios del Imperio, veían con condescendencia (cuando no se aprovechaban de ellos directamente) a los grupos de piratas cristianos que plagaban el Mediterráneo oriental. Cuando después de la muerte de su padre en 1566 Selim asumió el poder, pactó una tregua de ocho años con el objetivo de realizar los preparativos necesarios para emprender la conquista de la isla, que a su vez le serviría para mitigar la amargura del fracaso en el reciente asedio de Malta.
No obstante, el 13 de septiembre de 1569 tuvo lugar en Venecia una espantosa explosión que se escuchó a 30 millas de distancia. El arsenal estaba ardiendo y un almacén de pólvora había estallado. Cuatro iglesias e innumerables mansiones quedaron destruidas. Las murallas saltaron por los aires y las pérdidas en vidas humanas fueron enormes. Aunque en una maniobra de despiste la Serenísima declaró que todas las fuerzas y municiones navales de la República habían quedado destruidas, la marina sólo había perdido cuatro galeras. Selim interpretó esto como una señal divina mediante la que Alá le indicaba que era el momento de poner en marcha sus planes contra Chipre, aunque se sospecha que Joseph Nassy, impaciente por hacerse cargo del reino de dulce vino que Selim le había prometido, fue el responsable de haber enviado a Venecia a unos sicarios para que provocaran la explosión.
Ante los evidentes preparativos militares que comenzó a llevar a cabo el sultán Selim, la República se preparo para defenderse y reunio en el puerto de Zara una flota de 90 galeras y 3.000 hombres para ayudar a la protección de Chipre. Por otra parte, intentó formar una coalición con el resto de reinos de la Europa occidental y el Papa, que aportó dos galeras, emprendió la labor de concienciar a las potencias occidentales. No obstante, la ayuda recibida fue demasiado exigua para las necesidades que se iban a producir en un futuro inmediato: 3 galeras de Malta, algunas tropas de Saboya y Florencia y la promesa reticente de Felipe II de enviar a Messina 60 galeras al mando de Juan Andrea Doria para que se reunieran con la flota veneciana cuando ésta emprendiera su rumbo a la isla.
Debido a la gran publicidad que obtuvieron estos preparativos, Selim considera llegado el momento de enviar un embajador al Senado de Venecia para dar a conocer abiertamente sus intenciones. Entre otras muchas quejas, la carta del Sultán se refería en concreto al asilo de que gozaban en la isla numerosos corsarios cristianos que impedían la normal explotación de las rutas comerciales y los viajes de los peregrinos hacia La Meca. Selim exigía la entrega inmediata de Chipre y amenazaba con una guerra sin piedad no sólo en la isla, sino también en el resto de las colonias venecianas.
La respuesta que el Senado veneciano dio a estas exigencias fue el equivalente a una declaración de guerra: la República pondría todo su esmero en conservar la amistad de los príncipes otomanos, pero emplearía todos sus recursos si se trataba de mantener sus derechos.
El despliegue de recursos de que hizo alarde el sultán fue sobrecogedor. En marzo de 1570 emprendieron camino 25 galeras, en abril se enviaron 65 galeras y 5 galeotas y en mayo partió el grueso de los efectivos: 36 galeras más, 12 fustas, 8 mahonas, 40 barcos de transporte para caballos y otros 40 de tropas, además de las vituallas y toda la artillería.
Selim puso al mando de la expedición de Chipre a Lalá Mustafá, que fue nombrado serasker de las tropas de tierra, mientras que el renegado húngaro Pialí Pachá era el comandante en jefe de la flota.


Comienzo de la guerra. La conquista de Nicosia.
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A fines de junio de 1570, la flota otomana aparece en el horizonte de la costa sur de Chipre. No lejos de Pafos desembarca una tropa bajo el mando directo de Mustafá. El incapaz Nicolo Dandolo, proveditore de la isla, no sólo había prohibido al comandante de las tropas venecianas Astor Baglioni que opusiera resistencia a este desembarco, sino que también había dado licencia a los soldados asignados a la vigilancia de las costas para que regresaran a sus hogares. Aprovechando por otra parte que la población local chipriota no era demasiado afecta a los venecianos, los turcos hicieron un despliegue pacífico y trataron con gran respeto a los habitantes. La localidad de Leftari, cercana a Limassol, se había entregado sin resistencia en manos de Mustafá, pero los venecianos, temerosos de que cundiera el ejemplo, decidieron llevar a cabo un castigo ejemplar entrando de noche en la villa, masacrando a todos los hombres y dispersando a las mujeres y los niños por las montañas.
Venecia tuvo lentos reflejos para responder. Mientras esto ocurría en la colonia, las 80 galeras venecianas se encontraban todavía en el puerto de Zara y los acuerdos con los reinos italianos y con España tardaban en conseguirse. El 12 de julio la flota veneciana zarpa hacia Corfú para encontrarse en Messina con el resto de los aliados.
A mediados del mes de julio la artillería pesada ya ha sido desembarcada. Mustafá tenía la intención de dirigir el primer ataque contra Famagusta para, una vez tomada ésta, completar el dominio de la isla con la conquista de la capital, Nicosia. No obstante, un desertor que le habló de las fuertes discusiones que había entre los jefes cristianos en Nicosia sobre cómo defender la isla le hizo cambiar de idea, ya que consideró que debía aprovechar las disensiones internas. Así pues, procede a preparar el sitio de Nicosia mientras Pialí envía parte de la flota hacia Famagusta y ordena al resto que patrulle las aguas para interceptar los posibles refuerzos cristianos que llegaran en auxilio de Chipre.
El 22 de julio Mustafá se encuentra ante a los muros de Nicosia. Frente a los 10.000 hombres entre venecianos, italianos de diverso origen, nobles chipriotas y milicianos reclutados entre la población local, Mustafá pasa revista a 2.500 caballeros y a 50.000 soldados de infantería (entre los que se encontraban 6.000 jenízaros), además de los akindjis, que hacían que su ejército rondara las 100.000 almas.
El 15 de julio de 1570 las patrullas marítimas de Pialí consiguieron apresar unas galeras de Malta cuyos pendones fueron enviados a Mustafá y colgados de los muros de la ciudad, lo que supuso un duro golpe para la moral de los sitiados. El 15 de agosto sufrieron su peor ataque, en el que cayeron los más importantes oficiales de los defensores. Ante la inminencia de la derrota, los responsables de Nicosia decidieron enviar un grupo de emisarios a Famagusta para que les comunicaran la situación. Sólo sobrevivió uno, el capitán Colombani, para suplicar a Baglioni y a Bragadino que acudieran en socorro de Nicosia. Baglioni se muestra dispuesto a marchar inmediatamente sobre la capital, pero Bragadino se niega: hombre valiente de pensamiento estratégico y práctico, sabe que desguarnecer Famagusta supondrá la pérdida de las dos ciudades, mientras que si se hacen fuertes allí podrán dar tiempo a que lleguen los prometidos refuerzos de Venecia.
Entretanto, Mustafá empezaba ya a desesperar por el gran desgaste que le estaba suponiendo. Solicitó a Pialí que desembarcara 100 hombres de cada una sus galeras para preparar el ataque final, que fue fijado para el día 9 de septiembre. Los diezmados y desmoralizados defensores no pudieron resistir la marabunta de tropas turcas que se abalanzó sobre los bastiones de las murallas, y las guarniciones se retiraron en un aterrorizado desorden al interior de la ciudad. El proveditore Dandolo, el arzobispo y otros magistrados de la ciudad se refugiaron en el palacio del gobernador. Mustafá les envió un monje para que les comunicara que si se entregaban sus vidas serían respetadas y se acordó deponer las armas. Sin embargo, en cuanto las puertas se abrieron, una riada de soldados turcos enfurecidos arrasó todo a su paso. Allí dio comienzo la masacre. Se calcula que fueron 20.000 las personas que murieron en la conquista de Nicosia y 2.000 los jóvenes de ambos sexos capturados para ser vendidos como esclavos. La ciudad fue entregada al pillaje durante ocho días.
A pesar de esto, pocos beneficios sacó Mustafá de ella. Una valiente mujer de la que nada más se sabe (aunque, curiosamente, cuanto más tardías son las crónicas más hermosa la describen) consiguió prender fuego a algunas galeotas del visir Mustafá y a otros dos navíos donde se había cargado lo más precioso del botín. La pólvora hizo saltar por los aires el propio barco de Mustafá mientras el resto era consumido por las llamas. Murió la mayor parte de los jóvenes esclavos, algunos soldados consiguieron salvarse a nado y una importante cantidad de las riquezas saqueadas se hundieron en la mar.
Después de los sucesos de Nicosia, Mustafá no encontró el más mínimo obstáculo en el resto de las ciudades; Pafos, Limassol, Cerinia, y Tuzla (la actual Lárnaca) se entregaron sin dilación. Sólo Famagusta resistía. El 16 de septiembre Mustafá envió allí a un mensajero que en lugar de una carta llevó la cabeza del proveditore Dandolo y la dejó clavada en una pica a la vista de todos los defensores de la ciudad. El 18 de septiembre Mustafá se presentó ante sus muros y dió su primera orden: construir un reducto fortificado desde el que la artillería empezaría a bombardear la villa y el puerto.La suerte de la ciudad estaba echada....
 
Dile a tu amiga que no, QUE NI SE LE OCURRA seguir mandandonos relatos tan DELICIOSOS como este. :rofl:

Es un relato excelente, soberbio, tan escueto como preciso y con el punto "novelesco" necesario para hacerlo apasionante. Espero impaciente el acto final y el sangriento epilogo sobre las olas (si es el caso).

Me ha encantado, con independencia absoluta de la majestuosa belleza que dices que posee la redactora. Si es asi, el relato es tan hermoso como la mano que lo escribe. ;)
 
:rolleyes: Buen tipazo... larga melena oscura... ojos grandes y negros... un nombre evocador... :rolleyes: ... :rolleyes:

... ¡Perdón! ¿En qué estábamos...? :D

Un relato interesante acerca de la conquista de Chipre... y del que por lo visto esta es solo la primera entrega. ;)

En cuanto a la conquista de Nicosia y la mascre producida, no obstante el horror que suscita solo imaginar a una ciudad que se rinde solo para ser dejada al pillaje de la soldadesca durante 8 días con la terrible violencia que se ejerce sobre la gente indefensa, pienso que fue perfectamente lógica.

Y para que se me entienda: no la justifico, sino que solo digo que fue lógica según los usos y costumbres militares medievales. Sometiendo a una ciudad que opone resitencia a esa clase de violencia, escarmienta a las ciudades que quedan por conquistar... y el efecto era que abrían las puertas y se sometían a los conquistadores ni bien su ejército se desplegaba ante sus puertas.

A veces, para salvaguardar la honra ee los defensores, se ponía sitio a la ciudad y se pactaba cuánto duraría el mismo antes de que la ciudad se rindiera. :p

Las ventajas para la ciudad eran importantes: se evitaba la destrucción, las matanzas y el saqueo, a cambio de la sumisión y el pago de importantes exacciones por parte de los conquistados.

Además, por debajo del Sultán, hasta el más sabio y cercano de sus visires podía perder la cabeza solo por capricho o cabreo del monarca. Por lo que sus generales sabían lo que se jugaban si no lograban resultados en su empresa en un tiempo razonablemente breve... :rolleyes:
 
Suscribo todo lo dicho por Sertorius :p

Y cuando tenga más tiempo, ya comentaremos este hecho histórico que, particularmente a mi, me resulta muy interesante (la Historia de Italia en general y la de la República de Venecia en particular me gusta mucho, y sin duda la toma de Chipre tiene algo que ver :D )
 
Si a toda esa descripción de esa belleaza le añadimos que se llama Emmanuelle, que más se puede pedir :D

Me ha encantado la historia de la conquista de Chipre ;)
 
El asedio de Famagusta

Aunque Mustafá estaba decidido a continuar el sitio a pesar de lo avanzado de la estación, Pialí se retiró con sus tropas a Constantinopla, pero cedió al visir 40 galeras para que atendieran las necesidades de los soldados. Mustafá se vio obligado a cesar los ataques pero decidió cerrar el cerco para agotar a los defensores. A pesar de sus esfuerzos, a mediados de enero de 1571 doce galeras venecianas comandadas por Marco Antonio Quirini no sólo consiguieron desembarcar en Famagusta 600 hombres y una carga de alimentos, sino que incluso saquearon y hundieron varios barcos turcos. Los beys de Quíos y Rodas, responsables de patrullar la costa, pagaron muy caro este error.
En el mes de abril llegaron de Constantinopla los refuerzos tan esperados por Mustafá, quien los puso a trabajar a un ritmo frenético. 40.000 soldados fueron dedicados en exclusiva a cavar trincheras y levantar torres fortificadas desde las que 74 cañones dispararían sin cesar contra la ciudad. A pesar de tener que excavar en ocasiones en roca viva, Mustafá consiguió practicar un largo pasaje tan profundo que un hombre a caballo no era visto cuando se acercaba por él.
Los sitiados eran testigos de todo sin poder hacer nada para impedirlo. Los responsables de la defensa de la ciudad fueron Martinengo como general de artillería, Marco Antonio Bragadino como comandante en jefe de la villa y la fortaleza y Ástor Baglioni era el capitán general. Descorazonado e inquieto por los impresionantes preparativos del asedio, Bragadino se vio obligado a expulsar de la ciudad a 8.000 civiles cuya moral estaba muy baja y se habían convertido únicamente en bocas que alimentar. Se les dio ración de comida para un día y, a pesar de que salieron aterrorizados, fueron respetados por los turcos y se repartieron por las distintas ciudades y pueblos de la isla. Sólo quedaron en la ciudad las personas capaces de llevar armas y luchar, unos 7.000 en total, mitad venecianos y mitad griegos.
Frente a sus murallas formaban 80.000 soldados de infantería, 14.000 jenízaros y 60.000 efectivos de tropas irregulares a los que se fueron sumando continuamente tropas de refresco que eran traídas de las cercanas costas de Asia Menor.
Bragadino toma las riendas de la situación y hace reforzar las murallas, organiza una fundición y repara los cañones sacando el máximo partido de todo lo que tenía a mano. El espíritu de lucha vuelve a surgir y las esperanzas en los refuerzos que necesariamente habían de llegar de Venecia mantienen vivo el ardor de la resistencia.
En mayo tiene lugar el primer ataque. Los sitiadores son tercamente rechazados en las sucesivas cargas a pesar del fuego de desgaste que llevaba a cabo la artillería otomana, muchas de cuyas balas llegaban incluso hasta el centro de la ciudad. Los continuos disparos de los cañones mantenían demasiado ocupados a los defensores como para prestar atención al trabajo de los zapadores turcos, pero, afortunadamente, un tal Suzzomini descubre a tiempo seis galerías que se estaban excavando bajo los bastiones y consigue hacer estallar de momento las más avanzadas.
A pesar de esto, cinco días después el bastión norte salta por los aires. No se había previsto que el peligro subterráneo pudiera provenir de esa parte, ya que allí se encontraba el malecón y el agua debería haber inundado todos los trabajos de zapa. Entre los zapadores otomanos se encontraba sin embargo Hafiz bey, el inventor de la galería estanca, quien logró superar todas las dificultades técnicas que presentaba el terreno. Dos compañías de soldados chipriotas consiguieron defender la brecha abierta disparando balas y metralla con sólo unas culebrinas.
Reforzado el sector norte, queda un tanto desguarnecido el sur. Unas noches más tarde, la artillería otomana consigue volar la puerta de Limassol, que las mujeres, empuñando todas las armas que encontraron, defendieron valientemente hasta que llegaron los refuerzos enviados por Bragadino desde la muralla del norte.
Esto ocurría los últimos días de junio. Contra todo pronóstico y para desesperación de Mustafá, Famagusta resistió todo el mes de julio. Las bombas incendiarias lanzadas desde fuera eran rápidamente controladas por los sitiados sin permitirles realizar su labor de destrucción. En las brechas abiertas de las murallas por las minas y los bombardeos turcos, los defensores alentados por Bragadino y sus compañeros luchaban ferozmente desmoralizando a los asaltantes. Como en Constantinopla más de un siglo atrás, los lienzos de murallas derribados eran reconstruidos con sus propios escombros y con todos los materiales que se podían encontrar dentro de la ciudad. Los soldados turcos estaban cada vez más enfurecidos no sólo por la impaciencia, sino también por los castigos y humillaciones que el propio Mustafá infligía a sus impotentes soldados a los que, entre otras cosas, en varias ocasiones obligó a saludar a los cristianos como sus maestros.
El 30 de julio Selim exige a Mustafá un informe de pérdidas, y éste se ve obligado a reportar unas 60.000 bajas producidas a lo largo de los 26 asaltos lanzados contra la plaza. Mustafá ya había forzado la muralla en seis de sus once puntos fuertes, pero aún quedaba la ciudadela, reducto defendido con uñas y dientes en el cual todavía no podía ni soñar con entrar.
Sin embargo, después de un año de asedio las provisiones ya se habían agotado. Sólo les quedaban siete toneles de pólvora y los aproximadamente 800 supervivientes se veían obligados a alimentarse de caballos, de asnos, perros o ratas, aunque hasta esto hacía ya tiempo que escaseaba.
Marco Antonio Bragadino plantea la capitulación. Ástor Baglioni se opone a ella, decidido a luchar hasta la muerte, pero el consejo de guerra de los últimos defensores decide apoyar a Bragadino siempre y cuando se mantuvieran unas exigencias que ellos consideraban innegociables.
El 1 de agosto de 1571 se alza una bandera blanca en lo alto de las murallas. Los kiayas del seraskeri y del agá de los jenízaros se presentaron en las puertas de la ciudad en calidad de rehenes, y los sitiados enviaron en intercambio a dos nobles venecianos que fueron recibidos por Mustafá con todos los honores. Ese mismo día se firmó el acuerdo con las siguientes condiciones: la guarnición saldría con sus armas y equipajes y sería transportada inmediatamente a Creta; los habitantes serían libres de quedarse o marcharse de la ciudad y sus vidas y pertenencias serían respetadas. Catorce barcos de carga turcos entraron en el puerto para llevar a cabo la evacuación, que se completó en tres días, quedando en la ciudad unos quinientos cristianos. Los jefes principales permanecieron en la ciudad hasta que todo se llevó a cabo.
El 5 de agosto, Bragadino envía al joven Enrique Martinengo, sobrino de su general de artillería, para que avisara a Mustafá de que las llaves de la ciudad le serían entregadas esa misma tarde. Tres horas antes de la puesta del sol, Marco Antonio Bragadino sale dignamente a caballo, vestido con su uniforme de magistrado veneciano y cubierto por un parasol púrpura, símbolo de su dignidad, junto con sus jefes, algunos otros oficiales y una guardia de 40 hombres.

El fin de Marco Antonio Bragadino y sus compañeros
Llegando al final de estos acontecimientos, he preferido traducir, aunque sea a vuelapluma, los fragmentos que narran la captura y muerte de Marco Antonio Bragadino y de sus compañeros en la defensa de Famagusta pertenecientes a la crónica que Angelo Gatto de Orvietto, uno de los pocos prisioneros supervivientes del asedio, escribió durante su encierro en la cárcel del Mar Negro a donde fue trasladado después de la toma de Chipre. Según parece, de entre todas las crónicas que se han conservado, ésta es la que puede ser más de fiar debido a la cercanía de los hechos que narra y a la presencia del narrador en el sitio, y aunque su estilo literario deja un tanto que desear, parece un diario fiel del asedio.
Si bien debemos desconfiar de la excesiva retórica de que hace gala el pobre capitán de Famagusta en el discurso en el que emplea sus postreros alientos, el resto de los sucesos es comúnmente aceptado. En las distintas narraciones que he consultado se pasa un tanto por encima sobre los detalles de la escalofriante muerte de Bragadino, pero en este texto son descritos con absoluta minuciosidad, digna del mejor cine gore de serie B.

Bragadino y los suyos, ante la falta de ayuda y de víveres, acceden a entregar la ciudad con la condición de que se respete la vida y la hacienda de los defensores. Mustafá acepta y los recibe en su tienda:
«Cuando llegaron, Mustafá les hizo grandes agasajos y charló con ellos sobre diversos asuntos, pero por fin, cambiando el tono del discurso, se dirigió al ilustre Bragadino de la siguiente manera: "¿Qué ha sucedido con los prisioneros que reteníais dentro de la muralla?" Aquél le contestó que unos se encontraban en Famagusta y que otros habían sido enviados a Venecia. Con gran ira Mustafá volvió a preguntar: "¿Crees que no sé que los has matado a todos?", y Bragadino respondió: "Si gustáis, podéis dilucidar el asunto preguntando en la ciudad". Y de nuevo le preguntó Mustafá: "¿Dónde están las provisiones que entregasteis a mi oficial?" Su Excelencia respondió que en lo que concernía a los víveres, carecían por completo de ellos, y que en cuanto a las municiones, ya había entregado a aquél los últimos siete barriles de pólvora que quedaban. Entonces Mustafá, abalanzándose sobre él, sacó su daga y gritó: "Dime, perro ¿por qué has retenido la ciudad aun careciendo de alimento? ¿Por qué no la entregaste hace un mes, sino que me hiciste perder 80.000 hombres de los mejores que tenía en el campamento?"
Después de decir esto, ordenó a grandes voces que los ataran después de que los hubieran desarmado.
Con la daga que seguía sosteniendo en su mano derecha, el infiel Mustafá cortó la oreja derecha del ilustre Marco Antonio Bragadino y ordenó a uno de los turcos allí presentes que le cortara la izquierda, y así sucedió.
Habiéndo cortado las dos orejas de su Excelencia, ordenó matar a todos los cristianos que se encontraban en el campamento, y al punto fueron todos muertos por 100.000 cimitarras. Después, conduciendo fuera de su tienda al ilustre Héctor Baglioni, le decapitó. Tomando la cabeza entre sus propias manos, el salvaje y sanguinario traidor Mustafá la enseñó a todo su ejército mostrándola en alto y gritando: "¡Contemplad la cabeza del defensor de Famagusta! ¡Ésta es la cabeza que destrozó la mitad de mi ejército, contemplad cuántas desgracias nos acarreó!" Después, entregándola a uno de sus jefes, dio orden de que todos la vieran y se acercaran.»

Mustafá azotó, y después ahorcó o decapitó, al resto de los jefes profiriendo dolorosas injurias al mismo tiempo que ordenaba matar a todos los cristianos que se encontraran aún dentro de las murallas de Famagusta. Más de 350 cabezas cortadas de italianos, griegos y albaneses quedaron expuestas en la plaza central. No obstante, a Marco Antonio Bragadino lo dejó para el final:
«El día 17 del mismo mes, Mustafá y los jefes del ejército trajeron al ilustre Bragadino, enfermo y con la cabeza gangrenada, delante de todas sus tropas, ordenándole trasladar sacos llenos de tierra y piedras enormes, y mientras Mustafá le empujaba haciéndole caer al suelo, los otros jefes aparentaban que querían sostenerlo y le decían: "¡Mantente firme, señor!", y de nuevo lo lanzaban contra el suelo. El traidor le azotaba todo el cuerpo diciéndole: "¡Contempla las defensas erigidas por mí, contempla el lugar donde perdí tantos hombres!" Estando ya mediomuerto, lo llevaron al puerto de los Jardines y allí lo subieron a la nave del cruel Rapamat. Atándolo a un pedazo de madera, lo izaron hasta el extremo del mástil diciendo: "Mira si puedes ver ahora la flota cristiana, mira, gran cristiano, si hace su aparición la ayuda para Famagusta, responde y no temas". Su Excelencia, apurado por la muerte, respondió con débil voz reprochándoles la violación del pacto: "¡Ay, salvaje, infiel y traidor Mustafá, éstas son las promesas que me hiciste cuando acordamos el pacto, habiendo jurado sobre la cabeza de tu sultán como caballero de honor y habiendo validado el acuerdo con el sello imperial! Que me diga el traidor con qué gloria quiere regresar ante su señor y a quién quiere rendir la bravura y el honor de la captura de una ciudad indefensa mientras él traía consigo 200.000 hombres armados. ¿Qué le asiste a él, para quien hicisteis tantos ataques fuertemente armados contra nuestros muros? Por supuesto, él no atribuirá la derrota de esta ciudad al coraje de sus soldados, los cuales por la fuerza no pudieron arrebatarnos ni siquiera un palmo de tierra. En justicia, él podrá decir que como traidor y perjuro tomó nuestra ciudad bajo un acuerdo militar, tal y como se refleja en sus artículos. ¿Qué me responde ese indigno traidor? Deseo que resuene en los dos polos de la tierra la traición del miserable Mustafá. Deseo que mi muerte y la de tantos seres inocentes sean utilizadas como ejemplo para que las gentes venideras no den crédito a una raza bárbara e infiel."
Media hora después de que lo hubieran alzado, Rapamat lo bajó. Debido a que Bragadino, que lo soportaba todo en silencio, no podía caminar a causa de su debilidad, lo entregaron para que fuera azotado en la plaza principal de Famagusta donde se efectuaban los ajusticiamientos, y desnudándole allí, le ataron al mástil de la bandera y empezaron a desollarlo vivo, comenzando por la espalda. Mientras se afanaban en su inhumana labor, el infiel traidor Mustafá, burlándose desde el palacio, le decía: "Reniega y te presentaré como grande ante mi gran emperador y señor". El sufrido mártir no respondió en absoluto, pero elevando constantemente los ojos hacia el cielo susurraba: "Señor nuestro Jesucristo, apiádate de mí".
Cuando hubieron despellejado la cabeza y el pecho y llegaron hasta el ombligo, éste expiró. Dividieron su cuerpo en cuatro partes; colocaron su cabeza en la picota de la plaza y el resto en los bastiones. Después de haber rellenado su piel con paja y algodón, cosieron cuidadosamente las partes rasgadas de manera que pareciese vivo. Entonces revistieron la piel con su manto y lo subieron a un buey. Tres turcos, de los cuales dos permanecían tras él como guardianes y el tercero le protegía y daba sombra, lo llevaron por toda la ciudad seguido por una enorme multitud mientras sonaban las trompetas. "Adelante, mirad a vuestro señor, contempladlo, saludadlo y honradlo para que os otorgue la recompensa por tanta fe y esfuerzos que hicisteis en vano". Después de exhibir la piel por la ciudad durante largo tiempo, la llevaron a la nave de Rapamat junto con las cabezas de Héctor Baglioni, Alóvigo Martinengo y Andrea Bragadino, el guardián de la muralla de Famagusta. Por orden de Mustafá, el capitán de la nave recaló en todos los puertos de Asia Menor mostrando ostentosamente la piel y las cabezas y asumiendo como gloria la iniquidad.»

Marco Antonio Bragadino terminó en Constantinopla presentado como trofeo ante el sultán. Años más tarde, Venecia rescató a precio de oro los restos de su capitán para que descansaran en la iglesia de los santos Juan y Pablo, el panteón de la República donde reposan los más ilustres de sus duques y los más destacados de sus servidores.
 
Un par de cuestiones sobre la Guerra de Chipre.

Cabe preguntarse: mientras todo esto sucedía en la colonia veneciana ¿dónde estaban los refuerzos que Venecia había preparado para socorrer a Chipre y la flota aliada de la cristiandad occidental que el papa Pío V había conseguido reunir con tanto esfuerzo?
Después de la caída de Nicosia, el gran visir Mohamed Sokoli, quizá celoso por el éxito de su rival Mustafá, deja caer unas palabras de paz en sus entrevistas con el embajador de Venecia en Constantinopla, a quien expresa su deseo de negociar con un legado veneciano. Por otra parte, Sokoli envía a Venecia al plenipotenciario francés Grascinan para que intentara restablecer la paz entre la Serenísima y el Imperio Otomano con el aval del rey de Francia.
Así pues, paradójicamente, mientras Colonna, el legado papal, continúa luchando con ardor para la puesta en marcha de la Liga Santa, el Senado veneciano envía a Constantinopla a Giacomo Rafazzoni y pone freno a la actuación de la Liga hasta agotar toda la vía diplomática.
Mientras Nicosia resistía, los barcos que integraban la liga combinada esperaban órdenes de sus respectivas naciones en Messina. Marco Antonio Colonna, el almirante de los barcos del papado, y Giustiniani y Romegas, responsables del contingente de Malta, se desesperaban ante la indecisión y las maniobras contradictorias que llevaban a cabo Zenón, el almirante de la flota veneciana, y Doria, el responsable de la española. La situación se había hecho insostenible y las enfermedades ya habían empezado a cebarse entre los soldados, teniendo como resultado que la flota se disgregara sin trabar batalla contra el enemigo.
Sin embargo, con la nueva temporada los turcos comenzaron no sólo a atacar todas las zonas costeras del mar Adriático que se encontraban en poder de Venecia además de la isla de Creta, sino que con la mayor naturalidad enviaron a Mustafá todos los refuerzos que éste había pedido para reemprender el sitio de Famagusta.
Esto acabó por fin con las indecisiones del Senado de Venecia. El 25 de mayo de 1571, Pío V, Felipe II y la Serenísima firman por fin el acuerdo para la creación de una liga ofensiva y defensiva cuyas fuerzas consistirían en 200 galeras, 100 buques, 50.000 hombres de infantería y 4.500 a caballo. El rey de España financiaría la mitad, el papado un sexto y los venecianos un tercio. El tratado fue publicado el 22 de julio y el 25 de septiembre Juan de Austria parte de Messina al mando de 70 galeras españolas, 6 de Malta y 3 de Saboya. A éstas se unirán 12 galeras del Papa y 108 galeras venecianas además de 6 barcos de carga de enormes proporciones.La infanteria de marina embarcada era exclusivamente española, formada por tropas de elite.
A esas alturas, el macabro pellejo de Marco Antonio Bragadino ya se encontraba de camino a Constantinopla. De poco les sirvió a los que habían defendido Chipre hasta la extenuación que en el mes de octubre se librara la victoriosa batalla de Lepanto entre el Cristianismo y el Islam, "la más alta ocasión que vieron los siglos", pero sí es cierto que, si bien Occidente no supo aprovechar las oportunidades que le brindó esta sonora victoria, sin este descalabro el Imperio Otomano no habría encontrado la menor dificultad en seguir avanzando y atacar abiertamente las propias Roma o Venecia.

¿Qué fue de Joseph Nassy, el judío al que algunas crónicas señalan como el instigador principal de todos estos desastres? Mustafá zarpa de Chipre el 15 de septiembre de 1571, intentando disimular el bochorno de las enormes pérdidas sufridas en la guerra mediante una entrada triunfal en Constantinopla. Presentándose ante el sultán, le ofreció la piel de Bragadino y el botín conseguido en la isla, además de detallar las sustanciosas rentas que su explotación produciría a partir de ese momento. Para sorpresa de Nassy, quien ya se veía a sí mismo con el título de rey de Chipre, la mayor parte de las rentas de la isla fueron asignadas a la madre del soberano reinante, pasando, por tanto, a engrosar el tesoro del harén.


Un saludo,Emmanuelle
 
Bueno, aunque olvida un poco las razones de Felipe II para la "inactividad" española (revuelta morisca en granada por ejemplo) y resulta un tanto epico, es muy entretenido de leer, sin renunciar para nada al rigor historico, muy bueno, transmite mis felicitaciones a la autora :)
 
Me ha encantado el relato, me ha hecho pensar automaticamente en la invasión turca de Malta, poco años antes.
Unas preguntas:
¿Cuántos soldados pueden transportarse en cada una de las naves aproximadamente?
¿Realmente es de fiar que hubieran 200.000 almas turcas (llevadas en menos de un año) luchando en esa isla?
¿Habrá un nuevo relato de la invasión turca a Malta? :D
 
Drunt said:
Me ha encantado el relato, me ha hecho pensar automaticamente en la invasión turca de Malta, poco años antes.
Unas preguntas:
¿Cuántos soldados pueden transportarse en cada una de las naves aproximadamente?
¿Realmente es de fiar que hubieran 200.000 almas turcas (llevadas en menos de un año) luchando en esa isla?
¿Habrá un nuevo relato de la invasión turca a Malta? :D

Te contesto yo porque Emmanuelle todavia no se decide a entrar en un nuevo forum (es una chica muy ocupada).

Si es un dato corroborado el que se desembarcaron esa cantidad de tropas en Chipre a lo largo de la campaña, lo que no creo es que llegasen a estar esa cantidad exacta en un determinado momento.
Durante los asaltos creo que llegaron a concentrar 90.000 hombres, que fueron cayendo por el fuego defensor,enfermedades, heridas mal curadas y accidentes.
El tren logistico para mantener 200.000 hombres durante un sitio seria costosisimo, aunque de hecho la toma de chipre les costo a los otomanos una montaña de oro. Piensa lo que le costaba mantener a Felipe II los tercios en Flandes y nunca llegaron a haber más de 20.000 hombres a la vez alli.

En cuanto a lo de malta, no estoy seguro, pero creo que su especialidad abarca solo el mediterraneo oriental en la epoca que va de 1400 a 1600. De hecho ahora ella esta en Nicosia.
 
Gracias por responderme Blas de Lezo :)
Yo siempre he desconfiado de los numeros que se dan sobre estas batallas, porqué normalmente las cifras las dan testigos presenciales o son simples hipotesis.

Saludos
 
Excelente relato :)
 
Yo no conocía la toma de Chipre por los infieles turcos, y este ameno e instructivo relato me lo ha dejado claro. ¿Para cuando el próximo de la bella Emmanuelle? (¡Que mola un huevo, leches!)
 
Ayyy... que pena que en el EU2 yo sea también de los que pasan de todo lo que no sea Europa. Pero en mi partida en curso creo que voy a precipitar la... disolución... del Imperio Turco. :D :D ;)

Excelente relato.
 
¡Qué bueno! Ojalá Emmanuele tenga éxito publicando libros históricos, pues este relato es de los mejores que he leído: ameno, con algunos detalles para rebajar la tensión e histórico. Un sobresaliente.
 
Darauyarus said:
¡Qué bueno! Ojalá Emmanuele tenga éxito publicando libros históricos, pues este relato es de los mejores que he leído: ameno, con algunos detalles para rebajar la tensión e histórico. Un sobresaliente.

Me uno a las felicitaciones por este excelente relato
 
El artículo me ha encantado. La resistencia de Occidente frente a la expansión turca tiene un aire épico que siempre me ha atraído.

PD: yo siempre intento hacer un hueco en mis partidas a los juegos de Paradox para descalabrar al Imperio otomano/Turquía, excepto cuando me quedan muy fuera de mano. :D Desde luego jugando con cualquier potencia europea no hay excusa para, al menos, no echarlos de Atenas. ;)
 
Si cuando yo digo que para saber historia no hay nada como leer a Salgari... :D
 
Este relato, prácticamente calcado palabra por palabra, aparece en el último número de Historia y Vida. Ya que viene firmado por una mujer, interpreto que es la propia Emmanuelle quien lo publica; si no, le han plagiado muy descaradamente:p

Por cierto, es una historia muy interesante y bien contada, que con todo merecimiento se ha llevado el espacio principal de la revista. En Paradox, gracias a Blas de Lezo, tuvimos lo exclusiva con seis años de adelanto.