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BinomistaR-G

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Nov 14, 2006
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God's on Our Side

Un AAR de un mundo sombrío​

Bueeeeeno, ya estamos aquí otra vez, hoygan. Esta vez me dispongo a AARrearos con una historia alternativa basada en un mundo un poco diferente al que hemos conocido; un mundo... más sombrío.


ESPECIFICACIONES

Versión: Hoi2DD Armageddon, de serie

Dificultad: Fácil/Agresiva (no vayamos a hacernos daño :D)

País: de momento Alemania

Objetivos: oponerse a la tiranía de... Alemania :D
 
Uhhhmmm... mientras no sean alianzas con los Franceses y luchas contra Japon... todo bien.:D:p:p
 
U-39


Nuestra historia empieza el año 1918, el 28 de febrero. El Unterseeboot-39, el submarino de clase U 31 de la Marina Imperial Alemana navegaba por aguas cercanas a las costas del Levante Español. No era un barco cualquiera: el U-39, el lobo solitario era, hasta la fecha, el submarino alemán que había mandado a pique más toneladas de buques de la entente durante la famosa campaña de guerra submarina sin restricciones.

Once de la mañana. Hacía sol y el mar estaba raso como una balsa de aceite.

"Las condiciones perfectas para atacar" pensó el joven oficial de vigía de guardia en el puente. La guerra no iba bien, pero eso no era excusa para negligir el deber. El deber, siempre el deber. El oficial de vigía sentía que su entrega al arma submarina era total. En esos momentos soñaba con poder comandar su propio barco, con ser él quién diera la orden de inundar tubos a la vista de un buque mercante inglés.

Algo no iba bien.

-Oyes, Jochen?
-Ja, Herr Oberlutenant. Parece un motor de avión.

El oficial oteó los cielos con sus binóculos.

Nada.


El submarino U-39, orgullo de la Marina Imperial Alemana​


El ruido de motores aumentaba de intensidad más y más, pero los marinos de guardia no veían nada. El oficial se ponía cada vez más nervioso.

-¡Sale el sol! - gritó el vigía - ¡Jochen, da la alarma! ¡Sale el sol!

"Sale el sol", esto es, un aeronave enemiga se aproximaba con el sol entre él y el submarino, que se encontraba navegando en superfície. Una maniobra perfecta. La larga estela del U-39 en el quieto Mediterráneo lo había delatado. La única solución era cerrar escotillas y sumergirse, pero ya era demasiado tarde.

"Dos motores". Era un avión bimotor. El oficial de vigía se quedó petrificado en el puente.

Un silbido. El impacto dio de lleno en la cubierta del submarino. Los 34 marinos que se encontraban bajo la cubierta no tuvieron tiempo de evacuar y se hundieron con el barco, pero el oficial de vigía Karl Dönitz, de guardia en el puente, murió en el acto.
 
¡Nooooooooooooooooo! ¡Has matado al chino Kudeiro!

Digo, a Doenitz... esto... ¿y que carajo tiene que ver Doenitz con los confederados?

¿Y el chino Kudeiro que opina de todo esto? ¿Y Chu-lín? ¿Y Angela Channing?
 
¿Y el chino Kudeiro que opina de todo esto? ¿Y Chu-lín? ¿Y Angela Channing?

Pregunta mejor por Ángela-Langsbury Klamstein :rofl:

Ya se verá :rofl:

Además, yo no he dicho nada de los confederados, he dicho que el AAR es confederado. Si tú entiendes cosas que yo no digo...:rofl:
 
Está bien la Historia del U-39 pero de momento uno no sabe que trascendencia tendrá en el Aar.

¿Algún superviviente tal vez? No sé.


Tiene buena pinta y parece un planteamiento original. :rolleyes:
 
DOC​

Doc se repantigaba en la silla de su porche. Eso era la vida. La bayou era preciosa en primavera. Claro que la tierra estaba como viva; era muy blanda, se tragaba los escalones de la entrada poco a poco. Sábado iría a Charlie Ironmonger's a por unos cuantos clavos para arreglar el estropicio, pero esta tarde había que volver a Nueva Orleans. Reuniones. Sesiones. Discursos. "Tajo". Doc hubiera preferido mil veces quedarse a cenar. Le encantaba la bullabesa de Mama Esther.

Doc encendió un cigarro, de los grandes. "Buen tabaco de Virginia". Ya faltaba poco para ir al tajo. "Soy un funcionario más. El gobernador es un funcionario más". Doc ejercitaba su falsa modestia.

El ayudante del Sheriff encontró a Doc sumido en sus pensamientos.

-Gobernador!

...

-Gobernador!

El gobernador Long estaba soñando con Washington mientras se tragaba el humo de su puro. "Como los onvres."



El Porche del gobernador Doc Long. Un auténtico porche del Sur.


-¡Doc!

Doc Volvió a la realidad.

-Mierda, Joe. ¿Qué pasa ahora? No me molestes, vete a buscar al alcalde, yo aquí no tengo jurisdicción*.
-No, Doc, tienes que acompañarme.

Doc pensó en ese asunto de los bonos del estado, pero no dijo nada. Se hizo un silencio tenso.

-Mira Doc, se trata de Earl...
-¿¡Earl!? Jesús bendidto, ¿qué ha hecho ahora ese botarate de mi hijo?
-Lo tenemos en la cárcel del sheriff. Él y sus amigotes estaban durmiendo el pedo en las duchas del vestuario del colegio mayor femenino y la señora Wetts los ha encontrado allí a primera hora. Será mejor que te pases antes que vaya la prensa.
-Gracias Joe - el gobernador se levantó con dificultad del balancín. "Tengo que controlar mi dieta". Se puso el sombrero y se ajustó la corbata. - Te debo una, Joe.
-Sí Doc, me debes una.



*En realidad dijo 'juris-my-dick-tion' (sic), matiz que se pierde con la traducción.
 
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Léete bien la historia, Binomistar, que evidentemente no sabes de que va.

:D

El narradeitor, que es un paquete, por cierto, dice

"Los 34 marinos que se encontraban bajo la cubierta", y que Doenitz, que estaba en la torre, diñan.

Pero... estaban todos los marinos bajo cubierta?:D

Vale, el U-39 era un submarino de la clase U-31, con 35 tripulantes. Doenitz + 34 = 35.

Pero... y si esto no es lo que parece?
 
El narrador, que es un paquete dice exactamente lo que dice. Los 34 bajo cubierta van a pique, y el marinero nº 35, el Oberlutenant zur See Karl Dönitz muere en el acto.

:D
 
EARL


Earl llevaba un rato consciente, tumbado en el camastro de su celda, cara abajo. La luz que entraba por el ventanuco hacía que le lloraran los ojos. Tenía la sensación de que la lengua le llenaba toda la boca y una acidez espantosa. Una resaca de mil demonios. No se acordaba de nada, pero sabía perfectamente dónde estaba; al fin y al cabo no era la primera vez.

"El viejo vendrá y me sacará".

Casi prefería quedarse en la celda, pero estaba seguro de que el sheriff Delacroix había ido a avisar a su padre, el gobernador del estado, para que le sacara las castañas del fuego por enésima vez. El mes pasado su padre ya había tenido que venir dos veces, y ambas Earl le juró que no se repetiría.

Mientras se juraba que jamás volvería a tocar el whiskey de Kentucky empezó a oír voces en la sala contigua.

"Oh, no..."

Habría dado lo que fuera para que se lo tragara la tierra, para no tener que soportar la mirada furiosa del viejo Doc Long.

El sheriff abrió la puerta de los calabozos. Earl se encontró mirando a su padre a través de la reja de la celda. Se incorporó y puso un pie en el suelo, pero al ir a levantarse el mundo empezó a girar a su alrededor y cayó de bruces. Se apoyó en el camastro y se levantó. Earl se dio cuenta de que había perdido los pantalones durante la juerga.

Algo iba mal. Para estas alturas el viejo ya debería haber estado afónico. Pero nada. Solo silencio. Earl decidió romper el hielo.

-Papá, te promet... - una violenta arcada lo interrumpió. Las toses casi le hicieron caer al suelo de nuevo. Se agarró a los barrotes.

Algo había cambiado en el viejo Doc Long. Earl se esperaba el habitual estallido de furia, acompañado de blasfemias. Esperaba que las anchas mejillas del gobernador enrojecieran de rabia. Esperaba que el sheriff abriera la puerta de un momento a otro y su padre le sacara de la celda a golpes y le llevara a casa.

Pero no había nada de eso. Earl miró al viejo de arriba abajo. Parecía más pequeño. El corpulento y grueso sureño que era su padre parecía ahora mucho más anciano. Sus ojos estaban vidriosos y se estaba tapando la boca con su gran manaza. Una mano que ahora le parecía a Earl mucho más pequeña, mucho más frágil.

Transcurrió lo que a Earl le pareció una eternidad. Doc simplemente se dió la vuelta y se marchó, cerrando suavemente la puerta de los calabozos.

"Papá..."

-¡Papá!

Nada.

Earl se desplomó sobre el camastro. Intentó no llorar, pero al final la vergüenza y la desesperación pudieron más. Los ojos le ardían; sentía que le faltaba el aire.

"Papá, te juro que un día estarás orgulloso de mí."
 
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Z


Viajemos un poco más adelante en el tiempo. Vayamos ahora hasta el 11 de septiembre de 1925.

La sala se hallaba tenuemente iluinada por un ojo de buey cenital. Lo único que se distinguía en la penumbra eran las gorras blancas de plato de los cinco personajes que se sentaban alrededor de la mesa y la misma mesa. Eso y los puntos luminosos de los cigarrillos, que se movían nerviosamente.

Hablaban en voz baja. Hablaban en secreto. Hablaban como conspiradores.

-La culpa fue de los marinos - dijo uno.
-Qué más da de quién fuera la culpa. - dijo otro.
-Qué más da de quién sea la culpa - dijo un tercero - Sí, la puñalada por la espalda fue el golpe fatal, pero...

El hombre calló.

Un hombre vestido de marino entró en la habitación. Puso cinco copas encima de la mesa y sirvió vino. Se marchó sin decir nada.

El que estaba hablando tomó la copa.

-¡Cónsul! ¡Salud!
-Salud! - respondieron todos al unísono.

Apuró la copa y prosiguió.

-Decía que no importa qué hubiera pasado: la guerra ya estaba perdida con diez mil americanos llegando cada día a Burdeos.
-La guerra la perdimos en Jutlandia - dijo uno que todavía no había hablado.
-¡Qué dices! Jutlandia fue una victoria, hundimos el...
-¡Silencio! Dejadme proseguir. La guerra la perdimos en la sala de mando de ese fósil de Tirpitz. ¡Encuentro decisivo! -se mofó - ¡Corsarios navales en pleno siglo XX! ¡Submarinos hundiendo mercantes!
-Sí, esas cosas se convirtieron en tumbas subacuáticas. Un peligro para nuestros propios marinos. Al final de la guerra la moral del arma submarina estaba por los suelos. Ellos fueron los primeros que se rebelaron. De todas formas, Herr Grossadmiral, lo peor fue ver como los ingleses se llevaban toda la Marina Imperial para desguazarla. Fue el día más triste de mi vida, más triste que el armisticio...

Se hizo un largo silencio.

-Pero la república no nos dejará reconstruir la flota. No se atreverán a faltar al tratado de Versalles.
-Y no hay dinero.
-No lo hay - dijo aquel al que habían llamado Grossadmiral.
-Y los comunistas...
-Sí, los comunistas - interrumpió el grossadmiral - Pero para eso tenemos a la Cónsul. De todas formas no es eso lo que nos ocupa hoy.

Puso encima de la mesa una carpeta de cartón grueso. A máquina, en la portada sólo se veía una letra.

"Z".

La abríó y empezó a repartir documentos entre sus contertulios.

-Con todo el respeto, Herr Grossadmiral...
-Esto es una locura, Herr Grossadmiral...
-Es el futuro - respondió el interpelado - Los submarinos... ¡Un peligro! Los acorazados... ¡Una lotería! ¡Esto es el futuro! ¡El poderío aeronaval es el futuro indiscutible!
 
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La Uboatwaffen a tomar viento... como si lo viera...
 
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Buf, ya sé que no posteo desde hace unos días, pero estoy replnteando el AAR por completo. he descubierto el MOD Fatherland, y estoy haciendo una prueba de juego. Si todo va bien, empzaré el AAR a partir de una partida con Fatherland y haré un largo prólogo sobre la IIGM
 
Buf, ya sé que no posteo desde hace unos días, pero estoy replnteando el AAR por completo. he descubierto el MOD Fatherland, y estoy haciendo una prueba de juego. Si todo va bien, empzaré el AAR a partir de una partida con Fatherland y haré un largo prólogo sobre la IIGM

Y tan largo... Mierda, otro MOD para probar, chindiez
 
AELFRED​


Para continuar con nuestra historia debemos dar un gran salto; hasta 1940, concretamente. Atravesaremos el Océano Atlántico hasta llegar a las aguas del gélido Mar del Norte para posarnos sobre la cubierta de vuelo del KMS Adolf Hitler, el buque insignia de la Marina de Guerra alemana. Los bombarderos aeronavales, alineados con las alas plegadas, se recortan sobre la luz del alba en el reflejo de las gafas de aviador de Aelfred Neubauer. El comandante de escuadrilla exhaló el humo de su cigarro. Su viejo amigo Moshe Bergstein se lo había mandado de contrabando de Estados Unidos. "Buen tabaco de Virginia".

-¡Gilipollas, tira eso ya, aquí no se puede fumar!

Aelfred Neubauer miró con sonrisa bulona al mecánico que corría hacia él. "Hoy es el gran día".

El día 12 de marzo de 1940, día en que el arma aeronaval alemana escribiría su nombre a fuego en las páginas de la Historia. Hizo caso al atribulado mecánico y apuró su cigarro para después escupir con desdén la colilla sobre la cubierta del portaaviones. El mecánico se apresuró a apagarla con la bota mientras gritaba improperios.

Aelfred se paró en seco y miró hacia atrás. Otros once portaaviones seguían al Adolf Hitler formando en fila de dos. Y todavía vendrían más. A su alrededor surcaba el océano una miríada de destructores y otros barcos de escolta que empequeñecían al lado de los gigantescos portaaviones; los transportes de tropas, a rebosar de infantes de marina, eran legión. Aelfred siguió su camino y llegó hasta su avión. No estaba nervioso: ganarían.

Una semana antes, los golpes de botas claveteadas resonaban por todo París. Fue una victoria de la Wehrmacht. Hoy era el día de la Kriegsmarine.

Un asistente le alcanzó el casco mientras sonreía con malicia.

-¿Sabes? el que hizo ayer las fotos de reconocimiento de la zona es amigo mío. Me han dicho que ese agujero está erizado de antiaéreos.

Aelfred se encogió de hombros mientras sonreía.

-¿Qué te crees que es esto? ¿La Luftwaffe? Los aeronavales somos onvres.

Subió a la cabina de su cazabombardero Me-262, se ajustó los correajes y accionó la carlinga eléctrica. Un controlador daba instrucciones con banderas. Aelfred deletreó moviendo los labios.

Q-U-E-O-S-D-E-N-P-O-R-S-A-C-O

"Esto no es una misión, esto es una fiesta. Va a ser un paseo".

Este ánimo era generalizado entre la tropa, y no era para menos. El inmenso poderío aeronaval alemán había mandado a la Royal Navy a criar peces al fondo del Mar del Norte en la 'batalla decisiva' de la Costa de Flandes en 1939. Iba a ser coser y cantar. Alemania se había puesto a la cabeza de la guerra tecnológica con sus portaaviones y sus aeronaves a reacción. Ningún ejército podía enfrentarse a Alemania en tierra mar o aire.

"Londres arderá esta misma tarde".

Con el alba en la cola se alejaban los cazabombarderos a reacción. León Marino acababa de comenzar.