Las espinas de la rosa
El campamento estaba en completo silencio. Sobre su montura, Robb Stark manoseaba el puño de su espada.
Eddie lo veía todo desde una de las filas de atrás. Sabía que iba a decir algo importante. Algo se les avecinaba. Eso lo sabían todos.
Robb Stark instantes antes de la batalla
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- ¡Soldados! ¡Hombres del Norte y de los Ríos! Los sureños creen que tienen el derecho a gobernar sobre nuestras tierras. Pero, ¿Qué saben ellos del invierno, eh? ¿Qué saben de las crecidas del Tridente? ¡Nada! ¡No saben nada! El rey Renly quiere colocarnos la argolla, para que nos arrodillemos y le lamamos las botas. ¡Pero eso se acabó! Desde el día que marchamos al sur, ya no nos regimos por el Trono de Hierro. ¡Somos hombres libres! Y vamos a luchar por ello. ¡Por mi padre Eddard, por los camaradas caídos, por la libertad, por el Norte!
- ¡El rey en el Norte, el rey en el Norte, el rey en el Norte! –gritaron a coro los soldados.
- Y ahora vamos a cazar algunos ciervos…
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La línea de soldados se extendía varios kilómetros por el claro. El estandarte del lobo huargo aparecía por encima de todos los demás. El viento empezó a arrastrar sonidos al claro. Pronto el horizonte se llenó también de lanzas y estandartes, con el venado de los Baratheon predominando.
Ser Brynden se acercó al caballo del rey.
- Parece que Renly no tiene ganas de luchar hoy. Si no me equivoco, es su hermano Stannis el que comanda el ejército.
- Stannis es un gran comandante –contestó Robb-, ¿cuantos crees que son?
- Menos que nosotros, Robb.
- No veo el blasón de los Tyrell por ningún lado tío.
- Vaya…Tenéis razón.
- Algo está pasando. Que los hombres se preparen. ¡Al ataque!
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El cielo se llenó pronto de flechas, y el claro de gritos y sangre. La caballería comenzó a hostigarse por los flancos, mientras que en el centro, ambas infanterías se enfrentaban, línea con línea.
Momentos iniciales de la batalla
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Eddie se tocó el costado. Le habían herido. “Sólo un corte superficial” pensó. Relevó a un compañero, e hizo cantar su acero contra otro soldado Baratheon. A su alrededor, pisaba sangre, miembros amputados, cadáveres y heridos. Empujó su espada hacia delante, casi cortando en dos a su adversario. El sonido de los cascos de caballos pronto inundo su sección. La caballería de las Tierras de la Tormenta se les echaba encima. Debían retroceder. Eddie abandonó la primera línea. Algo le empujo por detrás. Algo grande y pesado. El caballero arrolló a Eddie, y lo remató con un lanzazo. En el suelo, pisoteado y sangrando, Eddie empezó a escupir sus dientes. Tenía todo el rostro lleno de sangre. Solo pudo ver al caballero que le había pasado por encima. Un caballero con el blasón de un barco y una cebolla.
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Robb luchaba a pie junto a su guardia. Su espada se elevaba y caía, regando todo con sangre. El Pez Negro se acercó al galope desde uno de los flancos.
- ¡Robb! –le llamó- ¡Los Baratheon empiezan a retroceder! ¡Se retiran hacía los montículos!
- ¡No podemos dejar que se reagrupen! ¡A por ellos! ¡A los caballos!
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La escuadra a caballo giró hacia el este. Los hombres Stark seguían a su rey a paso ligero, mientras que perseguían al maltrecho ejército enemigo. En los bosques de los alrededores los pájaros empezaron a quejarse y volar. Miles de caballeros salieron al galope. La caballería pesada del Dominio. Con ser Loras Tyrell al frente, acompañado de su hermano ser Garlan y del mariscal de Altojardín, Lord Randyll Tarly.
El choque fue brutal y ensordecedor. La caballería norteña y de los ríos no era rival para la caballería pesada del Dominio, por lo que fueron arrollados.
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Robb cayó de su caballo. El golpe con el suelo le dejó malherido. Se levantó a trompicones. Levantó la cabeza. La muerte danzaba a su alrededor. Viento Gris no estaba a su lado. Nunca se separaba de él, ¿dónde estaba su lobo huargo?
El golpe plano de una espada le sacó de su ensoñación. Intentó levantar el brazo de la espada, pero lo tenía entumecido. Su adversario le golpeó en la cara con el puño, arrancándole el casco. Le dio un par de puñetazos más, le quitó la espada de una patada, y le puso un enorme mandoble en el cuello.
- Robb Stark, quedáis apresado en nombre del rey Renly, acusado de traición y rebeldía.
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Randyll Tarly sonrió debajo de su casco. Sostenía a
Veneno de Corazón justo sobre el cuello de ese mocoso Stark. Podía acabar con él. Pero las órdenes eran claras: el chico debía vivir. Lord Tarly le miró a los ojos. Unos ojos vacíos, sin nada que se reflejara en ellos.
El Norte ha perdido
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Estaba todo a oscuras. Robb solo podía sentir el peso de las cadenas, y el dolor de los golpes y heridas que le recorría el cuerpo. Así eran las celdas negras.
Empezaron a oírse pasos. La puerta se abrió con un quejido. Dos guardias cogieron a un aturdido Robb Stark y lo sacaron a rastras de la celda. Lo llevaron ante el salón del trono, que Robb recorriera días atrás.
Renly tenía un aspecto muy regio, con una corona dorada sobre los cabellos, y sentado en el Trono de Hierro. Empujaron a Robb para que se arrodillara ante él. En la habitación no había tanta gente. Guardias arcoíris y soldados, algún caballero, señores de alta importancia (como Stannis Baratheon, Mace Tyrell, Randyll Tarly, Axel Florent, etc), el Caballero de las Flores, y Renly Baratheon.
- Robb Stark –empezó Renly desde el trono- se os ha encontrado culpable de muchos y horribles crímenes contra los Siete Reinos, entre los que destacan el haber alzado las armas en rebelión contra la corona, haber atacado a ejércitos del rey, y el de alta traición contra el rey y el reino. ¿Tenéis algo que decir antes de que emita el juicio?
Robb pensó en decir algo. No se le ocurría nada, así que opto por algo infantil y descarado. Fue una estupidez. Robb escupió una flema a los pies del trono como única respuesta.
- Muy bien –siguió Renly-, por la presente yo os declaro culpable de los cargos descritos. Tales crímenes deben ser pagados con la vida, pero ya ha habido suficiente sangre. Por la presente, se incautará el título del Norte, que pasará a estar vinculado a la corona de los Siete Reinos. Tenéis mi permiso para volver a Invernalia, donde permaneceréis bajo arresto, conservando el título de Lord de Invernalia. Vuestra vida y la de vuestros familiares no sufrirá daño alguno, mientras sigáis siendo leales a vuestro rey.
- El Norte… -empezó Robb-… El Norte nunca será vuestro. Nunca vaís a estar allí, nunca gobernareis esas tierras. Podéis titularos como gustéis, pero nunca lo tendréis. El Norte recuerda rey Renly, y habrá un día en el que los hijos del invierno vuelvan para reclamar la libertad por la que sus padres marcharon al sur y murieron. Rezadle a los Siete para que ese día no esté cerca.
Su majestad, Renly Baratheon el primero de su nombre, rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Protector del Reino, Señor de Bastión de Tormentas, Lord de Occidente y del Norte