Galería de la Guerra Civil Española: La guerra de todos.

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Kurt_Steiner

Katalaanse Burger en Terroriste
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Feb 12, 2005
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Empiezo este hilo a petición de Wittman y con la esperanza de que no se líe la de San Quintín.

Este hilo tratará, con mayor o menor brevedad, sobre el destino de los protagonistas de la guerra civil española, sin distinción de bandos, creencias, nacionalidades ni sexos. Será una exposición de hechos, no de opiniones o debatir. Si alguien quiere opinar o debatir puede hacerlo en otro hilo, pero en este no.

Doy por descontado que cometeré errores o me dejaré algo en el tintero. Para esos casos, un mensaje privado avisando bastará.

Como escribió Enrique Arias Vega hace la friolera de 26 años:"todos somos, pues, un poco víctimas y un poco verdugos en esta trágica historia". Y como recordaba Sarte, nadie puede presumir de no tener las manos sucias.
 
Niceto Alcalá-Zamora y Torres (1877 – 1949)

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Desde muy joven Alcalá-Zamora había hecho gala de sus ideas liberales y monárquicas, lo que le llevó en su juventud a entrar en el Partido Liberal, liderado entonces por figuras tan ilustres como Sagasta y Moret. Ocupó distinguidos cargos político-administrativos y se distinguió como orador en las Cortes. En el gobierno de García Prieto se hizo cargo del Ministerio de Fomento, en un momento muy delicado de la historia, pues era 1917, y España estaba atravesando la Primera Guerra Mundial, conflicto en la que era neutral pero no por ello estaba libre de problemas.

Con Miguel Maura y su partido, Derecha Liberal Republicana, representó al republicanismo conservador en el Pacto de San Sebastián, del que surgió un Comité Ejecutivo encargado de dirigir la acción republicana en España; Alcalá-Zamora fue elegido su presidente. Era, de hecho, el antecedente del Gobierno Provisional de la República. Tras los sucesos de Jaca y la sublevación de Cuatro Vientos se detuvo a los líderes republicanos, entre ellos Alcalá-Zamora y condenados a seis meses y un día, conmutada luego por libertad condicional.

Tras la dimisión de Berenguer en febrero de 1931, el rey encargó al almirante Juan Bautista Aznar-Cabañas la formación del nuevo gobierno, que resultó incapaz de estabilizar la situación. Tras la 'victoria' republicana en las elecciones municipales, Alfonso XIII se exilió y el Comité Revolucionario, con el apoyo popular y de la Guardia Civil, mandada por Sanjurjo, se convirtió en el gobierno provisional. La Segunda República fue proclamada el 14 de abril de 1931.

El nuevo gobierno anunció una reforma agraria, libertad de cultos y creencias, respeto a la propiedad privada, responsabilidades a los colaboradores de la dictadura, aumento gradual de las libertades individuales y sindicales, etc y tuvo que enfrentarse a la proclamación de la República Catalana proclamada por Francesc Macià el mismo 14 de abril y a los sucesos anticlericales de mayo. Por la influencia de Azaña y sus exageradas pasiones, la República comenzó a inclinarse hacia la izquierda, lo que se reflejó en la redacción de la Constitución de 1931. La cuestión clerical enfrentó de nuevo a republicanos conservadores e izquierdistas, socialistas y radicales, y finalmente Alcalá-Zamora y Maura abandonaron el gobierno el 14 de octubre en desacuerdo con las cláusulas laicas de la Constitución.

Se le ofreció la presidencia de la República y juró el cargo el 11 de diciembre de 1931. Y aquí llegaron los problemas, pues Alcalá-Zamora era autoritario y estaba convencido de su misión, de manera que desde el primer momento trató de intervenir en los asuntos del gobierno. Por ello fue incapaz de realizar una tarea moderadora y compensar el jacobinismo del presidente del gobierno, Azaña, con el que se enfrentó varias veces (a costa de la ley de Congregaciones para la secularización de la enseñanza y la ley del Tribunal de Garantías Constitucionales, que completaban la Constitución de 1931).

En esta tesitura Alcalá-Zamora pecó de lento y de tozudo. Así, cuando Azaña dimitió, Alcalá-Zamora disolvió las Cortes Constituyentes y dio pie al fugaz mandato del radical Alejandro Lerroux, pues Alcalá-Zamora se negó a darle el poder a Gil Robles, que había ganado las elecciones generales de noviembre de 1933,

Alcalá-Zamora se llevó mal con los radicales y sobre todo con la CEDA de Gil Robles, ya que desconfiaba del espíritu democrático de este partido, que no había jurado lealtad a la República. Por esta razón y para cerrarle a Gil Robles el acceso al poder, buscó siempre soluciones de compromiso, como el confuso gobierno del radical Ricardo Samper, que no gustaron a nadie, y en octubre tuvo que volver a recurrir a Lerroux, que formó gobierno con tres ministros de la CEDA por exigecnia de Gil Robles. Tanto la insurrección de Asturias como la revuelta de octubre de 1934 en Barcelona y el escándalo del estraperlo fulminaron a este gobierno inoperante.

Alcalá-Zamora empeoró la situación, empecinado en no ceder el poder a la CEDA. Por ello, con la crisis de gobierno del 9 de noviembre de 1935, nombró primer ministro a su amigo Manuel Portela Valladares, que presidió un interregno entre noviembre de 1935 y febrero de 1936. Su intención era crear una fuerza de centro entre la CEDA y Azaña, pero fracasó miserablemente. El Frente Popular ganó las elecciones de febrero de 1936, que destruyó las aspiraciones de Alcalá-Zamora.

Los republicanos de izquierdas no habían olvidado la actitud de Alcalá-Zamora, y, aprovechando una irregularidad en la disolución de las cortes de febrero de 1936, se promovió su destitución como presidente. Abandonado por todos, se vio forzado a cesar en su cargo. Si bien Alcalá-Zamora no había sido un éxito como presidente, su dimisión fue un error, pues quitó el último freno a las pasiones.

El inicio de la Guerra Civil le sorprendió en un viaje por Noruega. Decidió no regresar a España y fijó su residencia en Francia, donde le sorprendió la Segunda Guerra Mundial. Después de múltiples penalidades, debido a la ocupación alemana y a la actitud colaboracionista del Gobierno de Vichy, llegó a Argentina en enero de 1942, donde vivió de sus libros, artículos y conferencias hasta su muerte. No quiso volver a España durante la dictadura franquista, aunque, al parecer, se le hizo algún ofrecimiento, ya que un hijo suyo estaba casado con una hija del general Queipo de Llano, uno de los protagonistas de la sublevación y a que Niceto Alcalá-Zamora era un republicano católico reconocido. Su cadáver fue repatriado a España en 1979 y enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid.
 
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era belis el que conocia a un Alcala-Zamora queipo de llano no?
 
Un hijo de A-Z estaba casada con una hija de QdLl, si mal no recuerdo.
 
José María Gil-Robles y Quiñones de León (1898 - 1980)

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Licenciado en Derecho en Salamanca y doctorado en la Universidad Central de Madrid, Gil Robles obtuvo en 1922 la cátedra de Derecho Político de la Universidad de La Laguna, que no ejerció. Militó desde su juventud en organizaciones políticas y sociales católicas, y formó parte, a partir de 1922, del Partido Social Popular liderado por Ángel Ossorio y Gallardo.

Un año más tarde, colaboró con la dictadura de Primo de Rivera al ayudar en la redacción del Estatuto Municipal junto con José Calvo Sotelo. Presentado en las candidaturas del Bloque Agrario, fue elegido diputado en las primeras elecciones de la II República de junio de 1931. En las Cortes Constituyentes destacó por su oposición a la política religiosa del nuevo régimen al ser miembro de la comisión redactora del proyecto constitucional.

Intervino en el debate de la cuestión religiosa en defensa de la línea católica “posibilista”, recordando el rechazo de los católicos al principio de la libertad de conciencia pero dispuesto a aceptar, con matices, la declaración del laicismo del Estado, siempre que se reconocieran los “derechos de la Iglesia”, incluidos los de las órdenes religiosas. Su intervención concluyó con una advertencia: si la constitución se aprobaba así, el partido de Gil Robles podía no acatarla.

En 1931 pasó a militar en Acción Nacional, rebautizada en 1932 como Acción Popular, cuando Gil-Robles era ya uno de sus principales dirigentes. Defendió la postura del accidentalismo, según la cual lo importante no era la forma del Estado -monarquía o república-, sino que éste defendiera los intereses de la Iglesia; esto chocó con otras posiciones derechistas, que se declararon opuestas a la república desde el principio.

A principios de 1933 participó en la creación de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Su nuevo partido obtuvo la victoria en las elecciones de noviembre de 1933, pero con una escasa mayoría, lo cual le imposibilitaba para formar gobierno en solitario. Apoyó al nuevo gabinete de Lerroux así como a los siguientes, encabezados también por otras figuras del Partido Radical.

El 6 de mayo de 1935 fue nombrado ministro de la Guerra por Lerroux, promocionando a una serie de militares que tendrían un gran protagonismo durante la posterior Guerra Civil. Ordena, entre otras cosas, que el general Francisco Franco se haga cargo del mando del Estado Mayor Central, que el general Mola vuelva al servicio activo y tome el mando de las fuerzas del Protectorado español de Marruecos, nombra al general Fanjul subsecretario y asciende a general de brigada al bilaureado coronel Varela. Como contrapartida desaparecen del ministerio los hombres de Azaña, se restablecen los Tribunales de Honor y se autorizan los actos religiosos en los cuarteles.

Prosiguió en el cargo en el gabinete siguiente, presidido por el independiente Joaquín Chapaprieta. Su actitud política, contraria a la dirección dada por éste a la economía, provocó la dimisión del presidente del Gobierno en diciembre de 1935 y el consiguiente final de su desempeño ministerial. En los ocho escasos meses que duró su ministerio logra un mínimo rearme, proyectando una fábrica de aviones en Guadalajara y potenciando la Fábrica de Armas de Toledo.

Después de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se convirtió en el jefe de la oposición parlamentaria. Su figura se vio cada vez más eclipsada por los postulados más radicales de José Calvo Sotelo. Poco antes del comienzo de la guerra civil Gil Robles se exilió a Francia. Expulsado por el gobierno de Léon Blum, pasó a Portugal. Desde Lisboa encomendó a sus seguidores apoyar al bando franquista a la vez que entregó los fondos de su partido al general Mola. Gil Robles afirmó en sus memorias que no estuvo al corriente de la conspiración militar.

Finalizado el conflicto, apoyó la causa monárquica; fue miembro del Consejo Privado del conde de Barcelona e intentó llegar a un acuerdo en 1948 con el líder socialista Indalecio Prieto para lograr la restauración de la monarquía (Pacto de San Juan de Luz). En 1953 regresó a España, donde apoyó a diversos opositores al régimen de Franco. Fue desterrado en 1962 por participar en junio de ese año en una reunión antifranquista en Múnich -el llamado Contubernio de Múnich-, lo que le valió asimismo ser apartado del entorno del conde de Barcelona. Comenzó entonces a escribir una serie de libros de memorias, un tanto autojustificativas, con muchas lagunas a partir de febrero de 1936 y que en ocasiones rozan la apología del autor.

Catedrático de la Universidad de Oviedo desde 1968, tras el fallecimiento de Franco en 1975 y el inicio del reinado de Juan Carlos I y de la Transición española, intentó recuperar su papel político defendiendo las posiciones de la democracia cristiana. Sin embargo, el fracaso de su partido, la Federación Popular Democrática (integrado junto al de Joaquín Ruiz-Giménez, Izquierda Democrática, en la Federación de la Democracia Cristiana) en las elecciones de 1977 le apartó definitivamente de la vida política.
 
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José Calvo Sotelo (1893 – 1936)

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Calvo Sotelo estudió Derecho en Zaragoza, colaboró asiduamente en el diario católico El Noticiero, fundó una revista universitaria y se doctoró en la Universidad Central. Escribió en Vida Ciudadana, órgano del maurismo en el Ateneo de Madrid. Su entrada en el Ateneo le permitió tomar parte activa en los debates que allí se celebraron, manteniendo fuertes polémicas con personajes como Ángel Galarza y Manuel Azaña, con quienes volvería a debatir, esta vez en el Parlamento.

En 1915, obtuvo por oposición una plaza de oficial letrado del Ministerio de Justicia. En junio de 1916 sacó la oposición de abogado del Estado. Desde 1917 ahsta 1920 fue profesor auxiliar en la Universidad Central. Miembro de la secretaría personal de Antonio Maura durante el gobierno de concentración que éste presidió (mayo-noviembre de 1918), Calvo Sotelo trabajó entonces en un ambicioso proyecto de reforma del régimen local, que no llegó a ser debatido, pero que retomaría más tarde durante la Dictadura. Tras un primer fracaso electoral en los comicios de 1918, obtuvo acta de diputado en 1919, distinguiéndose en las Cortes por sus duras críticas contra el caciquismo y su preocupación por los problemas sociales.

La crisis de Gobierno de diciembre de 1920 y la convocatoria de nuevas elecciones hicieron que Calvo Sotelo perdiera su acta en unas reñidísimas elecciones. Sin embargo, el asesinato de Eduardo Dato y el desastre de Annual volvieron a cambiar el panorama político, y Maura volvió a la presidencia del Consejo en agosto de 1921, nombrando a Calvo Sotelo gobernador civil de Valencia, puesto en el que permaneció hasta el 11 de abril de 1922. Un nuevo intento electoral por el distrito de Noya en 1923 no obtuvo mejores resultados que el anterior.

Con la toma del poder por parte de Primo de Rivera y tras previa autorización de Maura, Calvo Sotelo aceptó ser nombrado Director General de la Administración en diciembre de 1923. La obra más significativa de Calvo Sotelo fue el Estatuto Municipal, publicado el 8 de marzo de 1924. Este Estatuto buscaba democratizar España, aumentar las competencias y obligaciones de los municipios y la reforma de la Hacienda municipal. El Estatuto se vio adulterado porque las disposiciones relativas a la elección de los miembros de la corporación municipal nunca llegaron a ponerse en práctica.

Fue nombrado ministro de Hacienda en diciembre de 1925. Apoyó a los cuerpos técnicos y administrativos de Hacienda para aumentar su eficacia, persiguió el fraude fiscal mediante duras medidass que le valieron que se le llamará el "ministro bolchevique" y que Primo de Rivera optara por dar marcha atrás.

En 1927 Calvo Sotelo introdujo su proyecto de reforma fiscal, el "Impuesto sobre rentas y ganancias", precedente directo del actual IRPF, que gravaba a todos los contribuyentes según sus ingresos conforme a una escala progresiva. Al igual que en otras ocasiones, el debate suscitado impidió su aplicación.

La política expansiva de Primo de Rivera, junto a sus posibles efectos positivos a la hora de impulsar la economía nacional y crear empleo, supuso un fuerte aumento de los gastos. Era pues necesario conseguir mayores ingresos. El instrumento primordial fue la emisión de deuda pública a través del denominado presupuesto extraordinario.

La creación de un sistema bancario de tipo público especializado fue otro de los objetivos perseguidos por Calvo Sotelo. Dentro de las iniciativas desarrolladas en este aspecto, sin duda la más importante fue el Banco Exterior de España. También a él se debe la implantación del seguro contra las pérdidas que pudiera ocasionar la exportación de mercancías españolas, para lo que se armonizó la acción de las compañías de seguros, el Banco Exterior y el Estado.

Más polémica que estas medidas fue el intento de Calvo Sotelo de mantener la cotización de la peseta, que tras haber incrementado notablemente su valor durante los primeros años de la Dictadura, inició un rápido descenso tan pronto como ésta pareció empezar a tener problemas políticos. La fórmula en que debía hallarse una salida política que permitiera la consolidación y continuación de la obra de la Dictadura dio lugar en diciembre de 1929 a duros enfrentamientos entre Miguel Primo de Rivera y José Calvo Sotelo, que creía que todo lo que se hiciera debía hacerse conforme a los mecanismos políticos de la Constitución de 1876. El resultado de estas disensiones, y del desgaste sufrido por Calvo Sotelo ante la opinión pública como consecuencia de la depreciación de la peseta, un 60% durante su ministerio, fue que el 20 de enero de 1930 el dictador admitió su renuncia. El régimen tan sólo le sobrevivió una semana, pues el 28 de enero Primo de Rivera presentaba su renuncia a Alfonso XIII.

Fue presidente del Banco Central desde el 18 de febrero de 1930 al 15 de septiembre de 1930.


Tras las eleciones del 14 de abril Calvo Sotelo abandonó la capital con dirección a Portugal en compañía de Yangüas Messía y Guadalhorce. Comenzaba así su exilio (abril de 1931 – mayo de 1934), desde el que mostró su preocupación por el ataque, que atribuyó a una hostilidad del régimen republicano, contra la Iglesia Católica, y que el nuevo parlamento se convirtiera en una cámara radical y sectaria.

Pese a no querer regresar, Calvo Sotelo se presentó a las elecciones de junio de 1931 por la provincia de Orense, siendo el único diputado monárquico o de derechas elegido en esa circunscripción. Calvo tenía grandes esperanzas de poder regresar a España en virtud de su acta de parlamentario, que indultaba de cualquier posible delito político, como había ocurrido tras las elecciones de 1918 con Besteiro y Largo Caballero. El asunto se discutió en el Consejo de Ministros, donde se acordó crear la Comisión de Responsabilidades, un tribunal especial compuesto por diputados para juzgar a quienes habían colaborado con la Dictadura, hecho que no fue bien recibido por Calvo Sotelo, que creía que la competencia debía recaer en un tribunal de magistrados.

Calvo Sotelo marchó de Lisboa a París, donde entró en contacto con Charles Maurràs, ideólogo del partido monárquico legitimista, católico y ultraconservador Action Française, que ejerció una gran influencia sobre él. Calvo Sotelo estuvo abierto a todo el pensamiento político francés y también al fascismo. Entre sus modelos políticos se encontraba también Roosevelt.

En Francia, Calvo Sotelo juega un relevante papel entre los políticos monárquicos exiliados, participando de manera activa en los intentos de llegar a una fusión dinástica entre carlistas y alfonsinos. Consideraba necesario que Alfonso XIII abdicase en don Juan, pues ello haría más fácil la vuelta de la monarquía. Siguió con interés el pronunciamiento de Sanjurjo y en febrero de 1933 se trasladó a Roma para tratar de conseguir que apoyasen las iniciativas monárquicas, aunque no parece que estas entrevistas diesen excesivos frutos. Durante su estancia en el extranjero se ganó la vida como periodista, remitiendo gran cantidad de artículos a numerosos periódicos.

Elegido de nuevo diputado en las elecciones de 1933, y pese a haber obtenido acta por Orense y La Coruña como candidato de Renovación Española, Calvo Sotelo no pudo regresar de inmediato hasta que le fue concedida la amnistía el 30 de abril.

Aunque Calvo Sotelo se integró en las Cortes en la minoría de Renovación Española (el partido dirigido por Antonio Goicoechea), fue sondeado por Ruiz de Alda y Ansaldo que se integrase en Falange. Sin embargo, la poca simpatía personal que sentía Primo de Rivera por Calvo Sotelo, y que Calvo Sotelo representaba a los ricos monárquicos que José Antonio detestaba y que consideraba un mal para España, lo impidieron.

Calvo Sotelo planteó la necesidad de articular un "bloque o alianza" con las fuerzas de la derecha antirrepublicana que no aceptaban la Constitución de 1931 pero, pese a que mantuvo varias conversaciones al respecto la iniciativa no se puso públicamente en marcha hasta después de la sucesos revolucionarios de 1934.

Tras la dimisión de Chapaprieta en diciembre de 1935, cuando el presidente Alcalá Zamora volvió a no pedir la formación de nuevo gobierno a Gil-Robles, Calvo Sotelo, que se hallaba en cama con ciática, envió a Ansaldo para que hablase con los generales Franco, Fanjul y Goded a fin de que se opusiesen a lo que el consideraba "un golpe de Estado presidencial". Estos militares estaban reunidos estudiando el tema, pero se mantuvieron dentro de la legalidad debido a la opinión de Franco, que consideraba que tras la revolución asturiana el ejército no estaba aún preparado para el golpe.

El intento de Alcalá Zamora de retrasar las reuniones de Cortes para que el nuevo ejecutivo tuviera tiempo de consolidarse antes de convocar elecciones fue hecho imposible por Calvo Sotelo, que denunció ante la comisión permanente de la Cámara la actuación del Gobierno y del Presidente de la República, con lo que obligó a éste a disolver las Cortes y convocar de inmediato los comicios. Ya antes de que se convocasen las elecciones de 1936 Calvo Sotelo pensó que era muy posible que se perdieran, y que en tal caso se produjera una sublevación militar, por lo que mantuvo una entrevista con Franco en la que le pidió que los militares se alzasen antes de la consulta electoral.

El resultado de la primera vuelta de las elecciones de 1936 fue adverso a las derechas, y las masas del Frente Popular se lanzaron de inmediato a la calle para celebrar el triunfo y poner en libertad a los encarcelados como consecuencia de la revolución de octubre de 1934. La situación del Gobierno de Portela no era fácil y tanto Franco, como Gil-Robles, Calvo Sotelo y el propio Alcalá Zamora le pidieron que se mantuviese en su puesto hasta pasada la segunda vuelta electoral, promulgando para ello, si era necesario, el Estado de Guerra, que es lo que se hizo en 1933; pero Portela dimitió y fue reemplazado por Azaña.

Al ser anulada el acta de diputado de Antonio Goicoechea, jefe de Renovación Española, aumentó el protagonismo de Calvo Sotelo, que pasó a convertirse en el jefe parlamentario de la minoría monárquica. Cuando el 15 de abril Azaña compareció ante las Cortes para defender su programa de Gobierno, el primero de los discursos de réplica corrió a cargo de Calvo Sotelo, quien hizo una relación de incidentes acaecidos desde las elecciones de febrero, afirmando que habían causado más de cien muertos y quinientos heridos. Acto seguido pidió a Azaña que se esforzase en conseguir el mantenimiento del orden.

En la sesión parlamentaria del 16 de junio, José Calvo Sotelo protagonizó unos enfrentamientos verbales muy acalorados y polémicos con Casares Quiroga, Presidente del Gobierno y Ministro de Guerra. Puesto que Casares Quiroga había anunciado medidas para tratar de controlar el Ejército, Calvo Sotelo expresó veladamente la posibilidad de un golpe de Estado militar, afirmando que sería "loco el militar que no estuviese dispuesto a sublevarse a favor de España y en contra de la anarquía, si esta se produjera", palabras que generaron grandes protestas. El presidente de las Cortes, Martínez Barrio, le advirtió de que no hiciese "invitaciones" que pudiesen ser "mal traducidas", pero Calvo Sotelo insistió en demostrar que las autoridades daban un trato preferente a las milicias del Frente Popular frente al ejército y las fuerzas de seguridad.

Casares Quiroga consideró tan graves las afirmaciones de Calvo Sotelo sobre el Ejército que pidió la palabra y le acusó de simpatizar con los grupos que llamaban al golpe de estado. Quiroga dijo que el ejército estaba "al servicio de España y de la república", pero le advirtió de que si parte del ejército se sublevase, le haría a él el máximo responsable. En la contestación a Casares, Calvo Sotelo afirmó que la afirmación del presidente del gobierno de hacerle "máximo responsable" de una posible sublevación, eran "palabras de amenaza" en las que se le había convertido en sujeto no solo activo, sino pasivo, de hechos que decía desconocer. Sin embargo, acto seguido afirmó que aceptaba "con gusto" las responsabilidades que se pudiesen derivar de sus actos, si eran para el bien de su "patria" y para "gloria de España", tras lo cual lanzaría una advertencia a Casares para que también midiese sus responsabilidades, puesto que en sus manos estaría el "destino de España".

El ambiente en las Cortes era tal que al terminar la intervención de Calvo Sotelo, Julián Besteiro comentó: "Si el gobierno no cierra el Parlamento hasta que se aquieten las pasiones, seremos nosotros mismos los que desencadenaremos, aquí dentro, la guerra civil".

José Calvo Sotelo también tomó la palabra el 1 de julio para opinar acerca de la situación, a su juicio caótica, que se vivía en las zonas rurales. Afirmó, entre grandes protestas, que el remedio a los problemas del campo que atravesaban los agricultores, la pequeña y media burguesía rural, los arrendatarios y los campesinos, no estaría en el Parlamento ni en el gobierno ni en ningún otro partido, sino en un Estado corporativo.

El 12 de julio de 1936, José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto, fue asesinado a tiros en la puerta de su casa. Auxiliado por el periodista Juan de Dios Fernández Cruz, que casualmente pasaba por el lugar, es trasladado a una casa de socorro cercana donde ingresa cadáver. Clara Campoamor no consideró especial dicho asesinato, al que calificó como un episodio más en la lucha entre radicales que actuaban al margen de la ley.Sin embargo, sí consideró importante que, para vengar su muerte, los compañeros de Castillo asesinasen al jefe de una minoría parlamentaria, algo que hasta entonces no había ocurrido durante la Segunda República.

Algunos compañeros de José Castillo, como Fernando Condés, juraron vengarse y matar al líder de la CEDA José María Gil-Robles, pero no lograron encontrarle, por lo que se encaminaron en una furgoneta al domicilio de José Calvo Sotelo con una orden de detención falsa del diputado monárquico, a quien pidieron les acompañase a la Dirección General de Seguridad. Una vez en la camioneta fue asesinado.

La falta por parte del Gobierno de una reacción enérgica contra los autores del crimen, y la persecución que acto seguido desató contra múltiples activistas de derechas para evitar sus posibles represalias, sirvió para decidir a muchos de quienes aún no se habían acabado de decidir a tomar parte en la sublevación.
 
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Juan March Ordinas (1880 - 1962)

Como veremos, March fue el prototipo del banquero amoral y sin escrúpulos, dispuesto a hacer negocio a costa de todo y de todos, patria y amigos por igual.

Procedente de una familia campesina e hijo de un tratante de ganado, March estudió comercio en el colegio franciscano de Pont d'Inca, del que fue expulsado.

El origen de sus actividades económicas se sitúa en el negocio familiar y que simultaneaba con una casa de banca autorizada en el domicilio. Con los benéficos obtenidos compró terrenos de la arruinada aristocracia mallorquina y se dedicó al contrabando. En 1906 se dedica a la producción de tabaco, comprando parte de una fábrica de tabaco en Argelia, en 1911, obtuvo de la Compañía Internacional de Tabacos de Marruecos, de capital francés, el monopolio del tabaco en todo Marruecos, incluido el español.

Durante la I Guerra Mundial (1915) sus negocios turbios crearon un incidente internacional, al dar suministros a los submarinos austriacos que operaban en el Mediterráneo occidental, resguardados en la isla de Cabrera. En 1916 creó la Compañía Transmediterránea, que integraba varias navieras. En 1926 fundó la Banca March con el objetivo de financiar una parte de sus actividades empresariales. Previamente en abril de 1923 fue elegido diputado a Cortes por Mallorca por Izquierda Liberal, de Santiago Alba Bonifaz.

Además del avituallamiento de submarinos cabe destacar la venta de miles de fusiles y millones de cartuchos al cabecilla Abd el-Krim, que luego se usarían contra el ejército español que combatía en el norte de Marruecos. Los fusiles fueron entregados sin agujas percutoras, almacenadas estas en una gabarra que no se liberó hasta que el pago acordado fue satisfecho y los intervinientes se encontraron a salvo. Como consecuencia de todas estas actuaciones Francesc Cambó dijo de él que era el último pirata del Mediterráneo.

Establecida la Segunda República en 1931, fue detenido acusado de colaboración con la dictadura y contrabando. Finalmente, fue encarcelado en junio de 1932 en la cárcel Modelo de Madrid. En 1933 fue trasladado a la de Alcalá de Henares, de la que se fugó sobornando al oficial de guardia Eugenio Vargas. Años más tarde, en el régimen de Franco, a este funcionario se le nombraría para altos cargos de Instituciones Penitenciarias.

Participa en diversas entrevistas en Biarritz negociando la financiación inicial del golpe y tratar de asegurar el futuro de los implicados en caso de que la sublevación no prosperase. March fue uno de los principales financieros de la sublevación de 1936. De hecho fue quien pagó el alquiler del Dragon Rapide, el avión que trasladó a Franco desde Canarias a Marruecos. Mediante su influencia, los sublevados obtuvieron el apoyo de muchos indecisos y puso a su disposición 600 millones de pesetas.

Cabe aquí también citar su transferencia de recursos a bancos de Roma, junto a los de otros acaudalados mallorquines, para conseguir aviones italianos para frenar el desembarco republicano (agosto-septiembre de 1936).

Los expertos coinciden en que estos hechos iniciales constituyen la verdadera, ágil y efectiva contribución de March en la primera fase de la Guerra y sin la que los sublevados no habrían conseguido tanto éxito. Este período coincide en el tiempo con la vigencia de la Junta de Defensa Nacional de España (24 de Julio al 30 Septiembre de 1936) por lo que atribuir a March la financiación de la totalidad del esfuerzo bélico es objetivamente una afirmación historiográficamente poco seria. Franco y él se respetaron pero nunca se hablaron, después de una fría despedida: tú a lo tuyo, y yo a lo mío.

Se dice que el gobierno británico decidió sobornar a los principales generales de Franco para evitar la entrada de España en la II Guerra Mundial a favor de Alemania. El agente elegido fue March, que se encargó de convencerlos en mayor o menor medida y distribuir entre ellos una suma inicial de diez millones de dólares americanos de la época. El Banco de Inglaterra tenía claro que March respondería con su fortuna, en caso de que la operación fracasara.

Posteriormente, al amparo de la dictadura franquista, realizó diversas operaciones financieras de gran calibre, como la compra de la Barcelona Traction, tras la que fundó FECSA. En 1955, para lavar su funesta imagen, creó la Fundación Juan March para promover la ciencia y la cultura, que dotó con 1,5 millones de dólares (300 millones de pesetas) y 12 millones de dólares (2.000 millones) a su muerte.

Juan March, murió el 10 de marzo de 1962 de las heridas sufridas en accidente de automóvil dos semanas antes, el 25 de febrero de 1962 en Las Rozas.
 
Santiago Casares Quiroga (1884 -1950)

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Líder y fundador de la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA), participó en el Pacto de San Sebastián (1930) en representación de la Federación Republicana Gallega. En diciembre de ese año, fue enviado a Jaca como delegado del Comité Revolucionario Nacional (CRN) en la clandestinidad para evitar que el capitán Fermín Galán Rodríguez -encargado de sublevar la guarnición de la localidad pirenaica- se anticipase a la fecha acordada por el CRN dando con ello al traste con el plan del Comité. Casares Quiroga llegó de madrugada a Jaca, pero adujo estar cansado para no informar a Galán hasta el día siguiente, con lo que la sublevación tuvo lugar en Jaca al alba, con éxito efímero. A consecuencia de ello, Casares Quiroga fue encarcelado.

Con la proclamación de la República fue nombrado Ministro de Marina en el gobierno provisional y más tarde de Gobernación. Elegido diputado en las Cortes Constituyentes por la ORGA, siguió siendo Ministro de Gobernación durante el bienio socialista-republicano (1931-33) presidido por Azaña, del que Casares era amigo personal.

Elegido diputado de nuevo en 1933, en 1934 une su partido (renombrado Partido Republicano Gallego en 1932) con el de Azaña y otras fuerzas para crear Izquierda Republicana, partido que se integraría en el Frente Popular. Casares Quiroga renovó su acta de diputado en las elecciones de febrero de 1936 y fue nombrado Ministro de Obras Públicas. Tras el acceso de Azaña a la presidencia de la República, Casares Quiroga fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra (mayo de 1936). Como presidente, organizó el referéndum sobre el Estatuto de Autonomía de Galicia (el tercero propuesto durante la República tras los de Cataluña y el País Vasco), el cual fue aprobado el 28 de junio de 1936.

Seguía siendo Presidente del Consejo de Ministros cuando se produjo la sublevación militar del 17 de julio de 1936. Incapaz de darle la importancia que merecía ni de hacer frente a la sublevación, su gobierno de izquierda burgesa se vio desbordado por el clima de violencia y dimitió, siendo fue sustituido por Martínez Barrio al frente de un efímero gobierno. La historiografía afirma que se negó a entregar las armas a las organizaciones obreras. Las memorias de su hija María replican que no fue así.

No ocupó ningún cargo más durante la Guerra Civil, marchando a Francia junto con Azaña y Martínez Barrio tras la caída de Cataluña. Murió en el exilio en 1950.
 
José Aranguren Roldán (1875 - 1939)

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Con 16 años ingresó en la Academia Militar y después de incorporó a la Guardia Civil, donde llegaría a coronel en 1929. Cuando, el 14 de abril de 1931, se proclamó la República, era director del Colegio de Guardias Jóvenes "Duque de Ahumada". Meses después fue destinado a La Coruña como jefe del Tercio de la Guardia Civil, puesto en el que permanecía cuando, en septiembre de 1932, visitaron la ciudad el entonces Presidente del consejo de ministros Manuel Azaña y Santiago Casares Quiroga. Éste último, paisano de Aranguren, le tomó aprecio a partir de entonces.

Aranguren fue ascendido a general de brigada por el Gobierno del Frente Popular el 31 de marzo de 1936, habiendo sido el primero de la escala de coroneles de la Guardia Civil. Acto seguido fue nombrado para mandar la 5ª zona de la Guardia Civil en Cataluña —compuesta por dos tercios y cuatro escuadrones de Caballería— con cabecera en Barcelona.

En julio de 1936, al estallar la Guerra Civil no quiso sumarse a los sublevados —no obstante su condición de católico y estar conceptuado como persona de filiación derechista—, sino que, por el contrario, se puso, con las fuerzas a su mando, a disposición del Gobierno republicano, lo que contribuyó decisivamente a que Barcelona no cayese en poder de los rebeldes. A mitad de agosto de 1936 fue uno de los testigos de cargo en el proceso a que fueron sometidos los generales sublevados Manuel Goded y Álvaro Fernández Burriel como consecuencia del alzamiento militar.

Durante la contienda mandó algún tiempo la 4ª División Orgánica (con jurisdicción sobre Cataluña), cuyo cargo desempeñó más nominalmente que de hecho, dada la prepotencia del Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña y la amplitud de funciones que asumió la Consejería de Defensa del Gobierno de la Generalidad catalana. Después de los Sucesos de Mayo de 1937 pasó a desempeñar la comandancia militar de Valencia, en cuyo cargo continuó hasta el final de la guerra, negándose a abandonar España en los últimos momentos por considerar que se había limitado a cumplir con su deber.

A la entrada de los franquistas en dicha ciudad a finales de marzo de 1939, fue detenido y posteriomente sometido a un consejo de guerra, condenado a muerte y ejecutado el 22 de abril del mismo año.
 
Gracias Kurt, de lo más interesante el hilo.
 
Domingo Batet Mestres (1872 - 1937)

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Ingresó en la academia militar en 1887 y tomó parte, en 1895, en la guerra de Cuba (1895-98) partió como teniente voluntario, donde al año siguiente fue ascendido a capitán por méritos de guerra. En 1897 volvió a España continuando sus estudios militares. En 1919 fue ascendido a coronel y en 1925 a general de brigada y destinado a Alicante, y posteriormente a Tarragona, su ciudad natal.

Fue nombrado juez de los procedimientos motivados por el expediente Picasso. Como parte de dichos procedimientos escribió un informe sobre los altos mandos del ejercito en Marruecos en el que Franco no quedó muy bien parado. Aceptó el nuevo régimen de Primo de Rivera. Sin embargo, en 1926 fue detenido y procesado acusado de complicidad en la Sanjuanada, pero el Consejo Superior de Guerra lo absolvió.

Al ser proclamada en 1931 la República se encontraba destinado en Mallorca y sustituyó al general López Ochoa como capitán general de Cataluña y general en jefe de la IV División Orgánica. Durante su permanencia en este destino se distinguió por su acatamiento de la autoridad civil, el respeto al régimen autonómico catalán y la prudencia con que actuó en las tensiones entre algunos sectores militares y la nueva administración autonómica.

Al producirse la insurrección de la Generalidad el 6 de octubre de 1934, Companys le conminó a que se pusiera a las órdenes de la Generalitat. Sin embargo, Batet se puso en contacto con el presidente del Gobierno, Lerroux, el cual le ordenó que declarase el estado de guerra. Tras diferentes disturbios con el resultado de 3 muertes, el ejército tomó la plaza de Sant Jaume tras un breve cañoneo contra el Palacio de la Generalidad de Cataluña. Tras cinco horas, los insurrectos comandados por el coronel Frederic Escofet se rindieron y fueron hechos prisioneros.

Pese a los combates consiguió dominar la situación con el mínimo de destrucción y violencia, actitud que le valió ataques de ambos bandos: de la derecha y de algunos sectores militares por un lado y de los insurrectos por otro (durante la guerra, la familia de Batet, profundamente católica, sufrió persecución, hasta que por intermediación de Josep Tarradellas, amigo de Batet, pudo huir a Francia). Por su participación en su represión de la insurrección obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando.

En marzo de 1935 Batet fue nombrado Jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora. El 13 de junio de 1936 cesó, a petición propia, y es designado general en jefe de la VI División Orgánica de Burgos. Durante los preparativos de la sublevación toma una postura contraria y el 16 de julio de 1936 se entrevistó por propia iniciativa, en el monasterio de Irache, con su subordinado, amigo y uno de los principales conspiradores, el general Mola, comandante militar de Pamplona. Allí trata de averiguar si Mola está implicado en la conspiración e incluso llega a pedirle su palabra de honor de que no participaría en la sublevación, que Mola efectivamente le dio. Creyendo en la palabra de Mola, el 18 de julio, Batet no accedió a la petición del coronel Moreno Calderón, su jefe de Estado Mayor (y posterior integrante de la Junta de Defensa Nacional), de ponerse al frente de la guarnición sublevada. Por ello fue detenido por sus subordinados, el teniente coronel José Aizpuru Martín-Pinillos y el comandante Antonio Algar Quintana.

Condenado a muerte en consejo de guerra, fue fusilado el 18 de febrero de 1937, a pesar de las gestiones que en su favor llevaron a cabo los generales Queipo de Llano y Cabanellas. Franco hizo caso omiso de las peticiones de Queipo de Llano en favor de su amigo Batet en venganza por la negativa de aquel a perdonar la vida en 1936 del general Campins.
 
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¿Por qué condenaron a muerte a Batet? No me ha quedado muy claro.
 
Por no sumarse a la rebelión, basicamente. Según el consejo de guerra, por lo mismo que Companys y todos los republicanos fusilados: por delito de rebelión.

No haré comentarios.
 
Por no sumarse a la rebelión, basicamente. Según el consejo de guerra, por lo mismo que Companys y todos los republicanos fusilados: por delito de rebelión.

No haré comentarios.
¿En serio? ¿Por rebelión? Joder, si no fuese algo tan serio y triste diría que son unos trolls.
 
En serio. Todos los ajusticiados por Franco fue por el delito de "rebelión militar" o adhesión a la misma. El cinismo hecho 'justicia'.
 
¿En serio? ¿Por rebelión? Joder, si no fuese algo tan serio y triste diría que son unos trolls.
Los juicios sumarísimos que he podido leer en los archivos usaban el pseudónimo de "rebelión militar" para ajusticiar a todo combatiente o no combatiente republicano. De hecho, a otros no-republicanos (nacionalistas vascos sobre todo) también caían en el saco.

El delito cambió al concluir la guerra y aprobarse la ley para la represión de la masonería y el comunismo. De ahí que se pidiera la anulación de dichos juicios, porque entre otras cosas, se realizaron sobre un crimen creado ad-hoc para tapar afiliaciones políticas. En muchos casos, tal como comento en las sentencias, es habitual que no se detalle la afiliación del ejecutado (de ahí que a veces sea muy difícil reastrear si el finado era de UGT, CNT, PSOE...)
 
Creía que se habrían inventado otros cargos (aunque en este tipo de juicio ese apartado es lo de menos porque se sabe cuál va a ser el resultado de antemano), pero lo de rebelión es que suena casi a chiste.
 
Si nos ponemos a mirar las irregularidades ya no procesuales, sino de cargos, mejor lo dejamos. Entre leyes retroactivas (la del comunismo y masonería es retroactiva para poder pillar la rebelión de Asturias en el 34) y crímenes ad hoc así como tribunales militares juzgando delitos técnicamente civiles, es un empezar y no acabar.
 
Francisco Llano de la Encomienda (1877 - 1963)

Ingresa en la Academia Militar de Toledo a los 14 años, de la que saldrá con el grado de alférez tres años después. Combina destinos peninsulares y en África y cuando se proclama la República se posiciona como uno de sus defensores. Durante la etapa republicana asciende de rango poco a poco, y a partir de 1935 está al mando de la IV División Orgánica (Barcelona). El gobierno del Frente Popular, dada su confianza en él, le mantendrá en el cargo.

Dada la lealtad probada del general hacia el gobierno, la conspiración militar se hace a sus espaldas; ya había advertido a sus oficiales de que, aunque personalmente se identificaba con el partido Unión Republicana, si las circunstancias le obligaban a escoger entre dos movimientos extremistas, se inclinaría decididamente antes por el comunismo que por el fascismo. No obstante, cuando estalla la sublevación se ve incapaz de controlarla, siendo detenido a punta de pistola por uno de sus oficiales sublevados. Pero los golpistas le dejaron encerrado en su despacho con acceso al teléfono, con el que se puso en contacto con varios cuarteles y sembró el desconcierto entre los sublevados. También habló con el teniente coronel Díaz Sandino, de aviación, quien desde el El Prat envió aviones a hostigar a los rebeldes.

Durante los siguientes meses permanece apartado de los acontecimientos bélicos puesto en cuarentena por el gobierno, ya que las autoridades republicanas no estaban muy seguras de su lealtad dada la la ineficacia que había mostrado al intentar reprimir la intentona golpista. En enero de 1937 fue nombrado jefe del nuevo Ejército del Norte.

Oficialmente, el ejército republicano en el norte se encontraba al mando de Llano de la Encomienda, per omás de manera nominal que efectiva, ya que existían 3 agrupaciones distintas (y con poca cooperación entre ellas) que respondían por los territorios republicanos del norte: Asturias, Santander y Vizcaya. El Presidente de Gobierno, Largo Caballero, había dicho en privado a los nacionalistas vascos que el Ejército del Norte no existía en realidad, y que él reconocía al ejército vasco como la principal organización militar de la zona Norte. Llano de la Encomienda tuvo que pasar por la humillación de preguntar si aquello era cierto. Cuando Mola lanzó su ofensiva sobre Vizcaya, la descoordinación de las tropas bajo su mando fueron la causa de las continuas derrotas y retiradas a pesar de la resistencia y el valor que ofrecían. A finales de mayo de 1937 Llano de la Encomienda fue sustituido por el general Gamir Ulibarri.

Ocupará cargos administrativos hasta las últimas semanas de la guerra; Tras la ocupación de Cataluña fue destinado a la zona Centro, donde permaneció hasta finales de marzo de 1939. Con el final de la guerra, partió al exilio a Francia y más tarde a México junto a otros militares republicanos en el exilio. Falleció en 1963 en Ciudad de México.