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Useño por vocación
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Mar 14, 2009
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  • Hearts of Iron II: Armageddon
  • Europa Universalis III: Chronicles
  • Iron Cross
REGNUM HISPANIORUM


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Bueno, pues aquí comienza mi nuevo AAR. Muchos os preguntaréis porqué he escogido un juego –y una versión- desfasada, de hace ya bastantes años. También, alguno se preguntará porqué España.
Tras mucha divagación he decidido darle un homenaje al primer juego que compré de Paradox, el EU2 –un juegazo, en mi opinión-, lo único nuevo es que esta vez lo voy a jugar en la versión moderna, 1.09, pero nada de AGCEEP ni mods. El de siempre, el clásico. Y he escogido España porque, en primer lugar, creo que fue el primer país que jugué hace ya algunos años. Sin duda, también servirá para recordar que, aunque actualmente nuestro país no esté pasando por sus mejores momentos, sí superó baches peores en la Historia y, por si fuera poco, conquistó un Imperio.
No será fácil. Habrá revueltas, guerras, conquistas, colonizaciones, temas religiosos… como en la realidad, y mucho más, ¿quién sabe dónde nos llevará la partida?.
En este AAR, voy a plantearme algunos objetivos. Algunos de ellos los he inventado, otros fueron logrados de verdad en la Historia, y otros tantos quedaron sólo en proyectos a cada cual más ambicioso.
Por otro lado, decir que vuestras opiniones sobre el transcurso del AAR, como siempre, serán muy valoradas. Intentaré incluir contenido multimedia (fotos, videos a veces, etc) en consonancia con la cantidad de texto, para que la lectura no se haga pesada. A veces vale más una imagen que mil palabras, pero claro hay cosas que no cogemos en las capturas .
Los OBJETIVOS serán, pues:
1.- Formar el Imperio Español como fue. Esto implica conquistar casi todo el continente americano, Filipinas, algunas plazas africanas, y territorios europeos como Nápoles, Milanesado, Holanda, Flandes, Franco Condado, y quizá algo que no recuerde ahora mismo.
2.- Mantener el Imperio, cosa difícil por las guerras que a buen seguro vendrán.
3.- Procurar evitar bancarrotas y gran inflación, aunque hay que tener en cuenta que como productor de oro, España lo tiene mal al intentar que no crezca su inflación.
4.- Los objetivos más fantasiosos, tenidos ya por los antiguos españoles o por mí mismo:
-Una Inglaterra católica y vasalla de España.
-Una Francia doblegada ante el poder español.
-Ser el primer europeo en llegar a Cipango (Japón) y Catay (China).
-La conquista de China (se lo planteó Felipe II), ya sea por entero o como vasalla.
-Colonizar, en contra de la pretensión portuguesa, las islas de las Especias (en Asia).
-Lo más difícil de todo, sobre todo porque es casi imposible controlarlo: evitar a toda costa, que nadie que no sea español o portugués ponga un pie en América. Se debe considerar, como en aquellos tiempos, este continente EXCLUSIVO de españoles y portugueses.
-Otro ambicioso, ni un solo país protestante en toda Europa. Esto es radical y peligroso.
-Evitar que los países sudamericanos se independicen a partir de cuando puedan surgir. Esto no incluye liberarlos, si me hace falta, como vasallos, aunque esto será en un caso extremo.

Bueno, pues esos son los objetivos que intentaré seguir.
Sin más preámbulos, os dejo con el primer capítulo. La España Imperial os está esperando.
 
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CAPÍTULO 1: “DOS MUNDOS”.

Una suave brisa hace bailar los copos de nieve que llenan las blancas montañas. Los hombres, vestidos de guerra, con sus armaduras, parecen charlar animadamente, aunque se advierte el cansancio en sus rostros, e incluso el frío. Un muchacho de no más de quince años acaba de llegar y ha entrado en una suntuosa tienda de campaña, y acto seguido sale y monta en su corcel. Uno de los barbudos soldados le da un silbido y le hace un gesto.
-Han accedido. – dice secamente el mancebo antes de marcharse al galope.
Los hombres de las armaduras alaban a Dios y al Cielo, y algunos cantan canciones religiosas, otros entonan cantos más profanos. En ese momento se abren las puertas de la tienda y todos callan y se inclinan ante dos personas que emergen. Uno es un hombre, ataviado con el uniforme militar de la realeza. Lleva el cabello largo, a la usanza de la época, y aparenta más edad de la que tiene. La otra es una mujer, envuelta en lujosas pieles, cuyo rostro ya posee las marcas ineludibles de una cierta edad, esa en la que las mujeres, sin dejar de ser bellas ni jóvenes, comienzan a acusar el paso del tiempo. Ambos van cogidos de la mano y sus miradas echan fuego.
-¡Soldados!. Alabado sea Dios, que nos ha hecho conquistar Granada. El último bastión de los moros en España.- dijo él- Nuestra Patria, tras tantos siglos, se vuelve a la Cruz.
De inmediato, estallaron vítores de todo el ejército allí apostado.
-¡Vivan Castilla y Aragón!. ¡Vivan sus Majestades Isabel y Fernando!.
El chico de antes volvió a aparecer con un caballo blanco sencillamente precioso, digno de una reina, con las crines sedosas y onduladas.
-Mi señora, su corcel. El rey de la ciudad… la está esperando.
Ella montó en el caballo, y recibió de los moros la llave de la ciudad en símbolo de rendición. La Reconquista había terminado. Tras ocho siglos, España volvía a ser completamente cristiana, o al menos no tenía ningún reino que no fuera cristiano. De hecho, España ya no sería una alianza de reinos, sino una sola nación. El país acababa de nacer. Le esperaba mucho, muchísimo por delante.
Lo primero que les esperó a los reyes Católicos fue la demanda inglesa de sofocar una revuelta irlandesa, a lo que cortésmente se negaron los monarcas. No podían permitirse, recién acabada una guerra, enviar tropas a sofocar una revuelta que en nada les importaba.
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Al verse libres de la alianza medieval mantenida con Inglaterra, los españoles aprovecharon para afianzar su alianza con su vasallo, Nápoles, amenazado por Francia desde hacía tiempo.
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Los napolitanos, cuya corona reclamaba, en contra del rey Fernando el Católico, el monarca de Francia, no tardan en pedir ayuda a España. El Papa, en alianza con los franceses, ha declarado la guerra al país italiano. Sin duda será una guerra dura, pues ambos bandos son fuertes.
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Pero no todos los acontecimientos se desarrollan en este lugar del mundo. Lejos, bien lejos de las guerras contra los moros, y de las intenciones del rey de Francia en el Mediterráneo, tres barcos surcan el basto océano, otrora temido por los hombres, en busca de una nueva ruta hacia Asia. Su almirante es Cristóbal Colón, un misterioso navegante de origen incierto que se ha ganado años atrás la confianza de la reina Isabel, la cual ha sufragado el viaje con grandísimos gastos. El almirante espera encontrar tierras que enriquezcan a él y a la reina que le ha dado su apoyo. Cuando, cansado de la mar y de los motines, está a punto de virar en redondo, encuentra una tierra extraña, bella, peligrosa, de selvas verdes y playas de arena blanca bañadas por mares cristalinos. Sus habitantes, lejos de ser monstruosos, como creía su mente medieval, son personas bellas y extremadamente dóciles, que se acercan a los españoles, hollada la arena virgen por sus botas, y les ofrecen regalos.
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Mientras los castellanos se dejan agasajar por los nativos que se atreven a acercarse a esos extraños recién llegados, Colón toma el estandarte de Castilla, y lo clava de un golpe en la arena. Se hace el silencio entre cristianos e indígenas. La bandera ondea al viento, con relucientes colores bajo el sol del trópico. Arrodillado, clama:
-Yo, Cristóbal Colón, tomo posesión de estas tierras en nombre de Sus Majestades Isabel y Fernando, reyes de España.
Estallan vítores entre los españoles. Los desnudos nativos, sonríen inocentes. Ninguno de ellos imagina ni por un momento, que dos mundos prácticamente aislados desde hace miles de años, acaban de tomar contacto.
 
Me ha encantado el comienzo de este AAR. Tengo ganas de ver como Colon, en nombre de Ysabel de Castilla, amplia los limites occidentales de España por el caribe mientras Fernando de Aragón pone al francés y al Papa en su sitio e impone su poder sobre Napoles.
 
Eu2 + agceep = win
 
CAPÍTULO 2: "LA GUERRA DE NÁPOLES".

En cuanto el Sumo Pontífice vio la ciudad Eterna rodeada de ejércitos, quiso salir él mismo a combatirles con su guarnición franco-italiana; pero cuando se enteró de que el comandante enemigo no era otro que el Gran Capitán, compatriota suyo, tuvo miedo.
Envió enseguida emisarios y, por suerte, el ejército sitiador no quería sangre. A decir verdad, la mayoría de aquellos hombres difícilmente hubiera accedido a matar a un clérigo de los que abundaban entonces en Roma, aunque pocos se comportaran como tales. De modo que se hizo la paz: a cambio, Su Santidad Alejandro se comprometía a no atacar Nápoles y a, de momento, respetar su virtual independencia.

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Desde entonces, los hombres del Gran Capitán, cuyo nombre verdadero era Gonzalo Fernández de Córdoba, embarcaron rumbo a España, donde los franceses campaban a sus anchas por los Pirineos y la cornisa cantábrica, habiendo llegado hasta Gerona.
Las fuerzas del duque de Alba, entretenidas como estaban en la sofocación de las revueltas moriscas del sur (causa de una decisión de Torquemada), no habían llegado aún a Cataluña. Entretanto, las naves de guerra francesas y aliadas no habían dejado que los españoles llegaran a su Patria, quedando atrapados en la isla de Cerdeña.

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Hubo varias batallas navales, en los intentos de llegar a España. Como bien decía González, él era “hombre de tierra, no de la mar”. La más famosa batalla fue la de la costa de Argel.

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Y la orden de Torquemada fue esta:

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Al fin, y meses después de salir de Italia, los hombres llegaron a Cataluña.

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González se entrevistó con el duque de Alba en Barcelona.

El duque era joven, de buena presencia, y tenía la barba muy poblada. Saludó marcialmente al Gran Capitán, mucho más viejo que él y con más pinta de soldado que de oficial o noble, pese a que él también era duque. Además, llevaba el cabello largo, al contrario que su joven compatriota, que llevaba el pelo corto a la nueva usanza de Europa.
-Señor comandante, le hemos estado esperando con ansia.- declamó el duque, pues así nos referiremos de ahora en adelante al duque de Alba.
-Mientras vuesa merced espera acá en la capital, me dicen que los ejércitos enemigos campan buen a su grado por Gerona e incluso Cantabria.- reprendió el Capitán.
-Somos muy pocos para repeler a los franceses, por eso nos apostamos en este lugar. Pero, en cuanto vuesa Excelencia descanse, podemos partir a Gerona.
-¡Que me place! – dijo el Capitán- Dentro de cuatro días contados partiremos todos hacia el norte, y pobres de los franceses que allí nos encontremos.

Efectivamente, partieron en el tiempo determinado, pero sufrieron una gran derrota. Al parecer, los franceses estaban bien atrincherados y los castellanos se equivocaron de estrategia. Los tres generales, pues Próspero Colonna se unió a la batalla, se echaron las culpas entre sí y se retiraron al sur, sin poder liberar Rosellón. La reina había dicho que quien controlara la villa pirenaica, pondría las condiciones en la guerra, que se alargaba más de lo debido.

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Finalmente, consiguieron romper el cerco francés y sitiaron Rosellón. A los pocos meses, un embajador francés traía una propuesta de paz: ellos pagarían 200 ducados. España había ganado, y sus fronteras estaban intactas y a salvo.

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Pero entonces, los reyes Isabel y Fernando se encontraron con un grave problema. Desmovilizaron a parte de sus tropas, pero tras décadas de luchas entre moros y cristianos en Granada, y varios más de combates con Francia, aquella paz vino de repente ante unos hombres que ya no sabían adónde ir, pues pocos sabían o querían labrar la tierra o regresar a sus casas.
La solución fue sencilla: años atrás, el ambicioso genovés Colón había descubierto unas islas en una tierra muy lejana. Durante la guerra y en secreto, había ido explorando la zona en varios viajes. Doña Isabel propuso que aquellos hombres, si querían, fueran a esas tierras vírgenes a ganarse la vida como ya estaban acostumbrados. Así, pues, un puñado de mercenarios y colonos fundaron la colonia de Santo Domingo, la primera ciudad española en el Nuevo Mundo.

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En seguida, aparecieron hombres de fortuna, en extremo ambiciosos y sin miedo a lo desconocido, que se dispusieron a explorar aquel Nuevo Mundo, que muchos aún creían Asia (aunque otros tenían la descabellada teoría de que se trataba de un nuevo continente desconocido).

El siglo XVI estrenaba la gran época de las exploraciones, y España estaría a la cabeza.

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Grabado representando el Descubrimiento de América
 
Francia pide ser despedazada. Recuerda eso.
 
gran inicio paco, me ha gustado mucho, espero que esta vez las cosas te salgan bien y puedas terminar el AAR, y recuerda asi como Francia debe ser destruida, Inglaterra tambien:cool:
 
Me alegro de que os esté gustando. Para ver bien las imágenes, parece que hay que desplazar la barra de abajo del post. Si no, no se ven bien.
No se si escribiré un nuevo capítulo esta noche, soy bastante anárquico con respecto a esto. Estad atentos :) .
 

Los OBJETIVOS serán, pues:
1.- Formar el Imperio Español como fue. Esto implica conquistar casi todo el continente americano, Filipinas, algunas plazas africanas, y territorios europeos como Nápoles, Milanesado, Holanda, Flandes, Franco Condado, y quizá algo que no recuerde ahora mismo.

Es la lista
 
Ah. Tienes razón, y además ahí podré ver lo que quisieron conquistar. En cuanto lo constate, debería editar el índice de objetivos. :laugh:
Gracias por recordarmelo, Calestos, así la partida tiene más consistencia histórica. Sin embargo, recordemos que en el vanilla las cosas no ocurren tan historicamente exactas. Ya veremos como va.
 
Excelente arranque y excelente idea recuperar el EU 2. Ya tenía ganas de seguir un AAR de categoría y "en directo".
 
Excelente arranque y excelente idea recuperar el EU 2. Ya tenía ganas de seguir un AAR de categoría y "en directo".

Muchísimas gracias a ti por pasarte y postear, que no es poco (hay mucho lurker :ninja:).

He de informar que el próximo capítulo ya está jugado, sólo me queda escribirlo, pero ya no se si dejarlo para mañana. A ver que hago.
 
Muchísimas gracias a ti por pasarte y postear, que no es poco (hay mucho lurker :ninja:).

He de informar que el próximo capítulo ya está jugado, sólo me queda escribirlo, pero ya no se si dejarlo para mañana. A ver que hago.
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.;)
Espero que no tardes mucho en ponernos nuevos capitulos. Yo me estoy enganchando mas que a una telenovela.
 
CAPÍTULO 3: “GUERRA EN LOS DOS HEMISFERIOS”.​

La hermosa paz con los nativos de Santo Domingo no duró mucho. Todo empezó cuando unos indios vieron a dos hombres blancos que iban con ellos de caza resbalar, caer a un precipicio y morir. Si eran dioses, debían ser inmortales. Les siguieron luego las humillaciones de esos extranjeros barbudos. Esclavizaban a sus jóvenes, violaban a sus doncellas e incluso se atrevían a azotar a los caciques. Algunos españoles sin barbas que vestían de negro y llevaban la coronilla afeitada, osaron pretender que los colonos dejaran en paz a los nativos, pero se les decía que callaran.
Todo ello llevó a que una noche, todas las tribus vecinas se unieran y prendieran fuego a la pequeña colonia. Muchos castellanos murieron en la refriega, víctimas del fuego o de la crueldad vengativa de los indígenas, mientras que otros consiguieron, no sin la mediación de un milagro desde luego, escabullirse y esconderse en el bosque. Su destino sería comer raíces y alimañas durante demasiado tiempo, tanto que cuando Nicolás de Ovando, el nuevo gobernador, llegó con nuevos colonos y alimentos, no halló sino un fuerte quemado y un puñado de hombres raquíticos y ennegrecidos. Al fin, los indios aceptaron la paz ante los disparos de cañones y arcabuces, y Santo Domingo volvió a prosperar.

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Mientras tanto, las cosas en Europa no iban mejor, pues el Papa había roto la paz, convencido por el rey de Francia, y había atacado Nápoles. Los españoles se apostaron en Gerona y, tras detener el avance francés una y otra vez, recibieron 100 ducados como tributo a sus pobres arcas debido a la empresa americana, a la que por cierto aún no se le veían los beneficios.
Fue una guerra rápida y sin muchas consecuencias, con la salvedad de que los napolitanos volvían a respirar tranquilos. Incluso llegaron a dominar gran parte de Italia durante la guerra, mostrando su fuerza a las tropas vaticanas.

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Durante la posguerra de la llamada Segunda Guerra de Nápoles, los colonos de la ya estable ciudad de Santo Domingo llamaron la atención de que había ingleses merodeando las islas. El primer indicio fue el de un comerciante arawak que señalaba hacia la isla llamada de San Martín y decía “¡anglis, anglis!”, mientras se tocaba la cara como dando a entender barbas.
Luego, dos bandos de exploradores se encontraron en Cuba. No hubo enfrentamientos porque sus jefes así lo acordaron. Los ingleses se marcharon en cuanto llegaron sus navíos, y mientras convivieron pacíficamente con los españoles. Porque hay que recordar, que en aquellos años los ingleses aún eran amigos de los castellanos. Las cosas cambiarían pronto.

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Tampoco podemos olvidar que la guerra trae pobreza, y los españoles se rebelaron duramente contra los impuestos, venciendo varias veces al ejército real.

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Las cosas comenzaban a oscurecerse para España, y de las Indias apenas se sacaba beneficio. Los exploradores ya habían constatado que era un nuevo continente, pero ¿cómo llegarían entonces a las riquezas de Cipango?. O… ¿acaso había oro en abundancia en alguna parte recóndita de aquellas tierras?. Si lo hubiera al otro lado del mar, allí irían algunos hidalgos dispuestos a hacer fortuna. Hidalgos como un mancebo de nombre Hernando Cortés, que había venido en el último grupo de colonos a Santo Domingo.





 
Más que España parece que lleves Andorra. Jodó, cuanto problema junto.