El español ha observado cómo en Europa se ha creado una telaraña de alianzas, alrededor del Emperador y de sus aliados herejes de Inglaterra. Primero le tocó ser víctima de la misma a Francia, por cuanto suponía en aquel momento la mayor potencial amenaza a su dominio en tierra y en los mares. Pero antes de que la creciente pujanza de España la convierta también en objetivo de estos diabólicos aliados, preferimos hacer frente común con Francia y con cualquier otra nación a la que pretendan imponer su tiranía.
El soberano austriaco, que ni ya es emperador ni desde luego tiene mucho de sacro por su infame alianza con luteranos y cismáticos para atacar a sus hermanos católicos, ha perdido por tanto toda autoridad sobre la universitas christiana. Los electores han decidido ya entregar la dignidad imperial al noble duque de Baviera, dándole la espalda a la infame casa de Austria.
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