PROLOGO (I)
Extracto de “La Guerra Civil Rusa” de Mikhail Perepkov (1932).
Con la caída del Gobierno Kerensky, una vez que los Soviets decidieron armar a las milicias obreras y a los Guardias Rojos, los contrarrevolucionarios empezaron a moverse.
El general Lavr Kornilov había sido encarcelado tras su intentona golpista. Junto a él estaba su jefe de estado mayor, el entonces coronel Anton Denikin. En medio de la confusión de esos días revolucionarios, pudieron escapar de su cautiverio. Bajo la tutela del general Alekseev, empezaron a agrupar unidades militares contrarias a los Soviets en el sur de Rusia, formando el embrión del futuro “Ejército Voluntario del Sur de Rusia”. Pronto se vieron reforzados por unidades cosacas al mando de un joven general llamado Petr Wrangel.
General Lavr Kornilov, el padre del Ejército Blanco.
Por otra parte, en el norte de Rusia, el general Miller formaba el Ejército del norte de Rusia, con apoyo de la Entente. En Oriente, el almirante Kolchak reunió tropas leales en Omsk, preparado para pelear contra las tropas de Petrogrado. No dejaban de ser ejércitos inconexos, aunque mantenían un objetivo común: liberar a Rusia del yugo leninista. Junto a él, el ataman Semyonov
Pero no eran sus únicos enemigos. En el Turkestan, los sultanes locales encontraron el apoyo del turco Enver Pasha para formar un gran estado turánico. Los kazajos se agruparon bajo el estado de Alash Orda para mantener su independencia. En Europa sucedía algo parecido: los finlandeses y los nacionalistas bálticos y ucranianos se armaban con ayuda alemana. Mientras parecía que la Weltkrieg, una vez los alemanes tomaron Paris, acabaría en Europa, una nueva guerra empezaba en Oriente.
Stosstruppen alemanas en las afueras de París.