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Kurt_Steiner

Katalaanse Burger en Terroriste
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Feb 12, 2005
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  • Arsenal of Democracy
  • For The Glory
  • Victoria: Revolutions
  • Crusader Kings Complete
Antes de empezar, una advertencia: si buscas un AAR con cientos de imágenes y las palabras justas, este no es tu AAR; si buscas un AAR con miles de aviones cubriendo los cielos y hordas de tanques arrasándolo en avances espectaculares desde el estrecho de Gibraltar hasta los Urales, este no es tu AAR; si esperas encontrar generales que toman las decisiones adecuadas y que raramente se equivocan, actos heroicos que deciden el curso de la batalla y, quizás, de la guerra, este no es tu AAR.

Puedes dejar de leer. Es más, te lo recomiendo, porque este AAR no va a ser de tu gusto.

Este AAR va a ser mi particular reconstrucción de la Primera Guerra Mundial, una de mis obsesiones particulares, porque, más que la Segunda Guerra Mundial, fue en este cataclismo donde se empezó a formar el mundo moderno.

Por ello preveo que será un AAR lento, como la Gran Guerra, con avances poco espectaculares y muchas bajas, fango, trincheras, y con muchos leones liderados por burros, aunque, como es podréis imaginar, no voy a tener el estómago de masacrar a mis propios hombres con la misma frecuencia que Haig, Nivelle y Cadorna hicieron con los suyos. Planeo, por cierto, mantener la guerra viva hasta un poco antes de noviembre de 1918. Si para entonces no se ha acabado, es que algo me ha salido mal.

Juego: HOI2
Mod: 1914.
Escenario: 1914
Dificultad: Normal
Ganas de partir los morros de la IA: Burrobestia.
País: El Imperio Británico. La Pérfida de toda la vida, vamos.

Objetivos

-Hacer que la guerra dure desde 1914 a 1918 para
-reproducir las principales campañas de los diferentes teatros de campaña y
-ganar la guerra con los aliados, procurando evitar el Tratado de Versalles y que Alemania quede hecha unos zorros, y evitar hacerle el trabajo a Hitler.



Eso espero...


Antebellum: El camino de la guerra

1914

Capítulo segundo: Sarajevo
Capítulo tercero: Preparando la guerra
Capítulo cuarto: Kanalkampf.
Capitulo cinco: Niebla en el Norte
Capítulo seis: "Brevemente, el Canal de la Mancha es una
zona jodida para navegar... ".

Capítulo siete: La batalla de las fronteras.
Capítulo ocho: Charleroi y Mons.
Capítulo nueve: La batalla que no fue y que cambió
el curso de la guerra.

Capítulo diez: El Imperio en guerra.
Capítulo once: Corsarios en el mar.
Capítulo doce: Trincheras en el frente occidental.
Capítulo Trece: El Enfermo de Europa.
Capítulo Catorce: El problema del león inglés es la oportunidad del águila alemana.
Capítulo quince: Pese a todo, seguimos adelante


1915

Vista general
Anexo a 1915: los otros campos de batalla.
Capítulo dieciséis: el futuro está oculto entre grandes nubes de polvo.
Capítulo diecisiete: Navegando hacia Bizancio.
Capítulo dieciocho: Gallipoli, la costa mortal.
Capítulo Decimonoveno: De cabeza contra el muro
Capítulo veinte: El escándalo de los obuses.
Capítulo veintiuno: Algunos hablan de Alejandro, otros de Hercules...
Capítulo veintidós: gobierno de coalición
Capítulo veintitrés: Y Giuseppe cogió su fusil.
Capítulo veinticuatro: las primeras batallas del Isonzo.
Capitulo veinticinco: El ejército y el recluta.
Capítulo veintiséis: Sombras del pasado
Capítulo veintisiete: petroleo persa, intereses británicos, obligaciones aliadas
Capítulo veintiocho: Truenos en el canal de la Mancha
Capítulo veintinueve: Octubre negro
Capítulo treinta: Cambio en el mando

1916

Vista general
Capítulo treinta y uno: Preparando el empujón
Capítulo treinta y dos: Verdún o la máquina de picar carne
Capítulo treinta y tres: Éirí Amach na Cásca
Capítulo treinta y cuatro: Desde Rusia al Somme.
Capítulo treinta y cinco: Persiguiendo una sombra.
Capítulo treinta y seis: El ataque.
Capítulo treinta y siete: Grita: '¡Devastación!'...
Capítulo treinta y ocho: La caballería afila sus espadas
Capítulo treinta y nueve: "Estamos un poco atascados"
Capítulo cuarenta: las ofensivas aliadas.
Capítulo cuarenta y uno: Revuelta en Downing Street.
Capítulo cuarenta y dos: Un tiempo infernal.
Capítulo cuarenta y tres: El complicado nacimiento del tanque.
Capítulo cuarenta y cuatro: Revuelta en el Desierto.
Capítulo cuarenta y cinco: ¡Jerusalén, Jerusalén!
Capítulo cuarenta y seis: La guerra y la realeza
Capítulo cuarenta y siete: ¡La culpa es de los torpedos!
Capítulo cuarenta y ocho: ¡Que vienen los coloniales!
Capítulo cuarenta y nueve: Se acerca el invierno!
Capítulo cincuenta: El raid de Yarmouth
Capítulo cincuenta y uno: la batalla de Jutlandia - la acción de Cramorty Firth
Capítulo cincuenta y dos: la batalla de Jutlandia - la acción de Cramorty Firth -2-
Capítulo cincuenta y tres: la batalla de Jutlandia - Dogger Bank
Capítulo cincuenta y cuatro: En las alturas


1917
Vista general
Capítulo cincuenta y cinco: ¡¡¡A mí los marines, que los arrollo!!!
Capítulo cincuenta y seis: Nueva época, nuevas armas.
Capítulo cincuenta y siete: “¿Dónde están los turcos?”
Capítulo cincuenta y ocho: agitación en las trincheras
Capítulo cincuenta y nueve: En otro frente muy lejano...
Capítulo sesenta: Revolución en Petrogrado
Capítulo sesenta y uno: Asuntos imperiales y ajetreos americanos
Capítulo sesenta y dos: Kaiserschlacht
Capítulo sesenta y tres: Luces y sombras
Capítulo sesenta y cuatro: El momento decisivo
Capítulo sesenta y cinco: la aritmética del diablo
Capítulo sesenta y seis: Le llamaron Passchendaele
Capítulo sesenta y siete: El principio del final
Capítulo sesenta y ocho: Et in Bulgaria ego....
Capítulo sesenta y nueve: El camino es largo, largo, largo...
Capítulo setenta: Un genio "de la maldad".
Capítulo setenta y uno. Bandera Roja sobre el Palacio de Invierno..
Capítulo setenta dos: Achtung, Panzer!
Capítulo setenta y tres: Kermés flamenca,Vía Dolorosa búlgara
Capítulo setenta y cuatro: Cerca del Rin

1918

Vista general
Capítulo setenta y cinco: ofensivas de paz
Capítulo setenta y seis: Guerra en los cielos
Capítulo setenta y siete: tormenta búlgara
Capítulo setenta y ocho: Deseando el final
Capítulo setenta y nueve: Los tronos están temblando
Capítulo ochenta: Ultimum moriens
Capítulo ochenta y uno: Elecciones en Gran Bretaña
Capítulo ochenta y dos: Ajustando cuentas
Capítulo ochenta y tres: una revolución y su fantasma.
Capítulo ochenta y cuatro: Tratados de Paz.

FIN
 
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Capítulo primero: Antebellum


El camino que llevó a la guerra de 1914 fue largo y tortuoso, con muchos complejos factores que, a su vez , tenían relación los unos con los otros, y que se combinaron para causar una confrontación de proporciones cataclísimicas. Entre estos factores se incluía los nuevos avances tecnológicos, las rivalidades militares y coloniales y las ambiciones nacionales, opuestas e irreconciliables. Sin embargo, hemos de buscar el punto de inversión de la cadena de la historia en la guerra franco-prusiana de 1870-71, de la que nació Alemania, alterándose de esta manera el balance de poder europeo. A partir de este momento, el crecimiento alemán y su ascendiente en la política mundial intensificaría los temores de sus vecinos y rivales.

Entre 1871 y 1890, el orden europeo no sufrió cambio alguno. Bismarck mantuvo el continente en equilibrio con su habilidad diplomática, así como con acciones entre bastidores, asegurándose el aislamiento de Francia, que ansiaba vengarse por la derrota de 1870, permanecía aislada. La derrota de Sedán y la perdida de Alsacia y Lorena envenenaba el alma de Francia, como una peste que devoraba su corazón: "N'en parlez jamais; pensez-y toujours", había dicho Leon Gambetta. Como escribiría Victor Hugo,

Francia sólo tendrá que pensar en reconstruir sus fuerzas, concentrar sus energías, alimentar su sagrada ira, llamar a filas a su joven generación para formar un ejército del pueblo, trabajar sin descanso, estudiar los métodos y las debilidades del enemigo y ser de nuevo la gran Francia, la de 1792, la Francia que exponía sus ideas con la punta de su espada. Y llegará el día en el que sea irresistible. El día que recuperará Alsacia-Lorena.​

La guerra llegaría, y Francia estaría lista para aprovechar su oportunidad. Gran Bretaña no tenía problemas con el sistema político de Bismarck, que buscaba preservar, no expandir, a Alemania.

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Su majestad imperial y real, Guillermo II, emperador alemán y rey de Prusia
El ascenso de Guillermo II al trono en 1889 y la destitución de Bismarck en 1890 produjo una impredecible marea de hechos que erosionaron los cimientos del sistema continental que tan cuidadosemente había construído Bismarc. La nueva agenda del Kaiser buscaba expandir la influencia de Alemania mediante la ampliación de sus posesiones coloniales y creando una gran flota. Sin embargo, pronto comenzó a causar problemas.

Causó un rápido deterioro en las relaciones con Rusia, lo que motivó un acercamiento entre el imperio del Zar y la Francia republicana, que se plasmaría en un acuerdo militar en 1892, reforzado por pactos adicionales en 1893 y 1894. En ellos, ambos países se comprometían a ayudarse en caso de ser atacados por Alemania. Estos acuerdos obligaron a Berlín a reforzar sus lazos con el Imperio Austrohúngaro, uniéndose así a un estado con graves problemas, que apenas podía dominar a los diferentes nacionalismos que habitaban dentro de sus fronteras. Así Alemania se vería envuelta en los problemas de los Balcanes, donde la decadencia del Imperio Otomano había dejado el campo libre para que intervinieran Rusia y Austria, tentadas por las ganancias territoriales y políticas, lo que llevó a los dos imperios a un camino que sólo podía terminar en una confrontación. El auge de Serbia añadió otro elemento a la inestable mezcla. Serbia, enfurecida por la anexión austríaca de Bosnia y Herzegovina en 1908, se había labrado un papel prominente en la región tras las guerras balcánicas de 1912 y 1913, lo que dio, a su vez, motivos de ansiedad a Austria.

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Illustración de la publicación francesa Le Petit Journal sobre la crisis de Bosnia: Bulgaria declara su independencia, y el príncipe Fernando se convierte en Zar. Austria-Hungría, personificada por el emperador Francisco José, se anexiona Bosnia-Herzegovina, mientras el Sultán Abdul Hamid II lo observa impotente.
Todos estos cambios motivaron que el Reino Unido cambiara sus relaciones con los grandes poderes de la escena mundial. Alemania no era el único poder que causaba nerviosismo en Londres. Las tensiones coloniales con Francia y Rusia habían causado la aprobación de la Ley de Defensa Naval de 1889 para proteger su supremacía naval, que garantizaba a su vez su seguridad y prosperidad. Dicha ley estipulaba que la Royal Navy debía, en cualquier momento, igualar la fuerza de cualquiera de los dos países. Esto sería el "Estándar de las Dos Potencias", que, con la aparición de Estados Unidos y Japón como potencias por derecho propio puso en jaque por su capacidad de construir flotas oceánicas.

Para asegurar sus colonias en el Lejano Oriente de un posible ataque ruso o francés - o, peor aún, japonés -, Londres firmó una alianza con Tokio, que redujo los temores británicos y le permitió concentrar más buques en Europa


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Joseph Chamberlain, el ministro colonial británico​

Buscando aliados en Europa, el primer país preguntado fue Alemania. Gran Bretaña había tenido relaciones amistosas con Alemania durante gran parte del último cuarto del siglo XIX. Fueron las leyes navales de 1898 y 1900 de Guillermo II que alienaron las simpatías británicas. Ante la amenaza francesa y Rusia, Gran Bretaña buscó negociar con Berlín una alianza formal. El carismático Secretario de las Colonias, Joseph Chamberlain, habló entusiásticamente de una posible alianza anglo-alemana que se podría extenderse e incluir a los Estados Unidos. Sin embargo, el canciller alemán, Bernhard von Bülow, malinterpretó la oferta inglesa. Aunque acertó al pensar que Gra Bretaña buscaba la amistad alemana, erró al pensar que jamás buscaría la alianza con Francia o Rusia. Por ello llegó a la conclusión de que podía regatear y dar largas a Londres hasta que la posición negociadora de Berlín fuera más fuerte. Las conversaciones fracasaron. Gran Bretaña debía encontrar apoyos para neutralizar Alemania, ya que la alianza no parecía posible. Francia y Rusia parecían ser dichos apoyos.

Las negaciones entre Chamberlain y Paul Cambon empezaron apenas hubieron terminado los contactos con Alemania. Se dejaron a cabo las pequeñas diferencias que les enfrentaban por la necesidad de protegerse frente Alemania. Así, en abril de 1904 ambos países firmaron la Entente Cordiale, un acuerdo, que no una alianza, que puso fin a las diferencias coloniales de ambos países en Egipto, Siam, Marruecos y Newfoundland. En 1907 se alcanzó un acuerdo similar con Rusia, una vez el oso ruso fue abatido por los japoneses en la guerra de 1904-05 y dejó de amenazar a la India. Así, antes de que terminara la primera década del siglo XX, Gran Bretaña se inclinaba de manera evidente hacia la alianza Franco-Rusa.

Estos acuerdos no constituían una alianza formal, sin embargo, ni obligaba a Gran Bretaña a apoyar en caso de guerra a ninguno de los dos países. Sin embargo, Londres estaba ligado ahora, de manera moral, con Francia y Rusia, frente a Alemania y Austria. Cualquier incidente entre estos países podía hacer estallar una guerra generalizada, por el sistema de alianzas. En estas circunstancias Gran Bretaña no podía permanecer al margen y permanecer que Alemania conquistara Francia y se hicieran con el control de los puertos del canal. Por ello, pese a sus contradicciones, la posibilidad de que Gran Bretaña se viera envuelta en un conflicto europeo del lado francés y ruso -como Alemania debía haberse imaginado- era casi una certeza.

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El HMS Dreadnought, el primer acorazado moderno.

Maniobras diplomáticas, alianzas opuestas y rivalidad naval y colonial, no eran los únicos ingredientes que encenderían el polvorín europeo y que condicionaron a las naciones para enfrentarse con las armas. Las décadas que precedieron a 1914 vieron el auge de una prensa popular lista para elogiar las hazañas militares y fomentar el fervor nacionalista de la manera más vergonzosa. Esto, junto con un imperialismo agresivo eran apoyados por el capitalismo. El Darwnismo Social enfatizaba el concepto de la supervivencia del más fuerte y la creencia de que la guerra era una ordalía necesaria para purgar a la nación de cualquier muestra de decadencia nacional y degeneración moral. Como muchos políticos y militares pensaron sobre la guerra venidera, ésta sería corta. Por ello, muchos estadistas estaban decididos a resolver los problemas internacionales mediante la guerra, en lugar de mediante esfuerzos diplomáticos.
 
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Bueno tambien me apunto para este AAR, pero en si el prologo es algo tipico sacado de un libro ingles(excepto los detalles de Chamberlain, eso si fue estudiado), en si todo el mundo culpa a Wilhelm II y la expansion de la marina... pero es que esa expansion natural era de un poder que si se lo permitia, en si casi todo el mundo siempre da la razon a un balanze de poder ingles(lease anglo-sajon), que se basaba en el tipico( dividet et imperia) mas que buscar alianza o estabilidad... en si muchos analistas culpan a los barriles de polvora la aptitud imperial desde el congreso de vienna.... lo que falto fue una chispa que parecia insignificante y motivara las grandes potencias.

Bueno siga kurty, ver como avanza(anque mejr hubiera hecho el AAR de austro-hungria y ver como se la lleva)
 
Capítulo segundo: Sarajevo

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El incidente que inflamó Europa tuvo lugar el 28 de junio de 1914 cuando, durante una visita oficial a Sarajevo, capital de la recién creada provincia austríaca de Bosnia, el archiduque Francisco Fernando, heredero a la corona austríaca, fue asesinado junto con su esposa. El asesino, Gavrilo Princip, formaba parte de un grupo terrorista serbio, la Mano Negra, con la complicidad del jefe del servicio de inteligencia serbio. El gobierno de esa nación no inspiró el asesinato, pero tenía conocimiento de ello. Incluso intentó, débilmente, avisar a los austríacos de lo que iba a pasar. Austria decidió explotar la oportunidad para aplastar a Serbia y anular su desafío a la autoridad de la monarquía dual sobre los Balcanes.

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Francisco Fernando y su esposa abandonan el ayuntamiento
de Sarajevo y marchan hacia su mortal cita con Princip.​

Una ola de horror recorrió Europa, pero nada pasó de manera inmediata. Primero Austria buscó el apoyo alemán para poder actuar contra Serbia. Confiando que Rusia intervendría y eso provocaría una guerra, o que San Petersburgo se abstendría, lo que rompería la Entente y el cerco a Alemania y el peligro sobre Austria-Hungría, Alemania dio el "cheque en blanco" el 5 de julio a Viena, para que tomara todas las medidas necesarias para derrotar a Serbia.

Contando con el apoyo alemán, Austria envió un ultimátum a Serbia el 23 de julio. Constaba de diez puntos, de los cuales los serbios aceptaron nueve, rechazado el último, que exigía que oficiales austríacos investigaran el asesinato, interfiriendo claramente con la soberanía serbia. El ultimátum, que había sido pensado para ser rechazado, causó gran preocupación en las cancillerías europeas, excepto en Berlín. El 25 de julio el ejército serbio era movilizado, y Rusia comenzaba una movilización parcial, que una vez iniciada, sólo terminaría en una total. Austria se movilizó ese mismo día y el 28 le declaró la guerra a Serbia. La movilización rusa causó la alemana, debido a los planes de guerra alemanes. Rusia no podía permitir que Serbia fuera destruida y que Austria incrementara su influencia en los Balcanes. El 29 de julio Alemania exigió que se detuvieran los preparativos militares rusos, o de lo contrario Alemania movilizaría sus fuerzas. El 30 Rusia declaró una movilización general.

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Guillermo II se dirige a los alemanes desde el balcón del palacio
de Berlín, en agosto de 1914. "No veo partidos, sólo alemanes",
proclamó ese día.
Las acciones rusas fueron consideradas como un Kriegsgefahrzustand (amenaza de guerra), y se envió un ultimátum a Rusia. Al no contestar San Petersburgo, Alemania declaró la guerra a Rusia el 1 de agosto. Esto a su vez llevó a la movilización francesa y pondría en marcha el complicado mecanismo de las alianzas europeas. El plan Schlieffen preveía la violación de la neutralidad belga para atacar Francia. Así, el 2 de agosto Bruselas recibió un ultimátum exigiendo paso libre para las fuerzas alemanas. Ante la negativa belga, Alemania declaró la guerra y, en las primeras horas del 4 de agosto, las fuerzas alemanas cruzaron la frontera.

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En Gran Bretaña la opinión pública estaba dividida sobre este dilema. Londres no podía permitir que Francia fuera aniquilada y con ella el equilibrio de poder europeo. Con una guerra entre Alemania y Francia en el horizonte, el primer ministro británico, H. H. Asquith, sabía que el apoyo parlamentario a la guerra podía venirse abajo y traer de vuelta al partido conservador al poder. Entonces Alemania violó la neutralidad belga, lo que ayudó a Asquith a persuadir a los indecisos, Lloyd George incluido, a declarar la guerra a Alemania.

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Herbert Asquith (1852-1928).​

Cuando el rey Alberto de Bélgica pidió ayuda a Jorge V de Gran Bretaña para hacer frente a los alemanes, el centro de la atención se desplazó hasta Londres, donde el ministro de asuntos exteriores, Sir Edward Grey, cruzó un abarrotado Whitehall camino del palacio de Westminster, y la Cámara de los Comunes, donde le esperaban los miembros del parlamento y gran cantidad de curiosos. El potente discurso de Grey preparó a Gran Bretaña para la guerra. Le siguió Andrew Bonar Law, líder de los conservadores, que confirmó el apoyo de su partido al gobierno. Todo, incluso la espinosa cuestión de la Home Rule irlandesa, quedó en suspenso hasta el final de la guerra.

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Gran Bretaña no podía permanecer neutral. El riesgo de verse enfrentada a una Alemania victoriosa y dueña de Europa y de toda la costa desde el Altántico hasta el Mar del Norte no podía ser tolerado. En tal caso, una guerra con Alemania dejaría a Gran Bretaña sin aliados ni reputación, tras haber permitido la destrucción de Bélgica y Francia. Con Francia derrotada, Rusia se tendría que rendir a Alemania, y Gran Bretaña se encontraría bajo presión no sólo en Europa, sino en el Mediterráneo, Oriente Medio y Asia Central. La neutralidad sólo ofrecía un inmenso peligro a Londres.

En la mañana del 4 de agosto, mientras las fuerzas alemanas penetraban en Bélgica, Londres envió su ultimátum. Patrióticas masas de británicos se reunieron en Whitehall, cantando el himno nacional y otras tonadas patrióticas hasta las noche. Cuando a las 11pm expiró el ultimátum, Gran Bretaña le declaró la guerra a Alemania.

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“¡NO PASARAN!”. La visión de la revista Punch de la
Pequeña y Valiente Bélgica frente al bárbaro Huno.
 
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Muy buen comienzo. Ojalá el mod esté a la altura de la narración.
 
muy interesante... la narración de momento es en plan kurty historiador serio... su cara Jekyll :D

aun no me he enterado... el MOD es de HOI 2?

va, Viden, ponte las botas y ríete de mi empane :rofl:
 
muy interesante... la narración de momento es en plan kurty historiador serio... su cara Jekyll :D

aun no me he enterado... el MOD es de HOI 2?

va, Viden, ponte las botas y ríete de mi empane :rofl:

:rofl::rofl::rofl:

¡Claro que es del HoI2!

Esta juventud de hoy en día... :D
 
Capítulo 3: Preparando la guerra.

Antes del comienzo mismo de la guerra, Gran Bretaña se movilizó. La Gran Flota fue reunida por Churchill. El Primer Lord del Almirantazgo, viendo como se aproximaba la guerra, ordenó el 2 de agosto de 1914 la creación de la Gran Flota. Para ello combinó a la Primera Flota con elementos de la Segunda y de la Tercera en la base de Scapa Flow, en las islas Orkney. Su papel sería disuadir a la flota alemana de atacar las islas británicas y estar listos para la inevitable batalla con la Kaiserliche Marine cuando ésta se adentrara en el Mar del Norte. Por ello era necesario combinar varios componentes de la flota británica para concentrar una poderosa fuerza en el mar del Norte. Para el mando de esta flota Churchill y el principe Louis de Battenberg (el primer Lord del Mar) tenían a su hombre: el almirante Sir John Jellicoe. Discípulo de Fisher, Jellicoe era el Segundo Lord del Mar en el Almirantazgo. Cuando Churchill comenzó a mobilizar a la flota envió a Jellicoe a Scapa Flow, donde, al final, asumió el mando de la Gran Flota. Una de sus primeras acciones fue hacer el acorazado HMS Iron Duke su buque insignia. Jellicoe había tenido una larga carrera en la Royal Navy. Muy profesional, tranquilo, ambicioso y, sobre todo, cauto, había contribuído en el diseño del HMS Dreadnought con el almirante Fisher y parecía destinado a alcanzar la cumbre del mando de la Royal Navy. El público podía esperar una aplastante victoria que repitiera la gloria de Trafalgar. Sin embargo, Jellicoe no creía que esto fuera posible. Las bajas que una batalla como ésta podía causar podía debilitar tanto a la Gran Flota que quizás no podría dominar el mar y defender Gran Bretaña. Churchill le describiría más adelante como "el único hombre de los dos bandos que podía perder la guerra en una tarde".

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John Jellicoe, Almirante de la Flota
La estrategia tradicional de la guerra naval consistía en bloquear de cerca las bases navales alemanas, algo que no era posible en la época del torpedo y del submarino, que excluía un ataque directo contra dichas bases. Sin embargo, Gran Bretaña tenía un as en la manga: la situación de Gran Bretaña dominaba las salidas del mar del Norte: la salida norte, entre las Orkney y Noruega, y la segunda, a través del Canal de la Mancha. La Gran Flota sólo debía asegurar que la flota alemana no intentaría escapar y permanecería atrapada en sus bases. La flota alemana sería una prisionera y Jellicoe su carcelero.

El comienzo de la guerra marcaría el inicio de un bloqueo a distancia a manos marcaría el comienzo de un bloqueo a distancia a manos de la Gran Flota, que sería una enorme arma de disuasión y que se adentraría de manera ocasional en el mar del Norte, buscando a la flota alemana, pero a la que no perseguiría hasta sus bases por temor a los destructores y los submarinos alemanes que les pudieran estar esperando para tenderles una trampa. La Gran Flota ganaría la guerra no perdiendo un barco, sino manteniendo el control del mar para Gran Bretaña.

Con una fuerza integrada por 18 acorazados, 15 cruceros pesados y ligeros y cuatro flotillas de destructores - una vez los acorazados más anticuados y viejos fueron transferidos al Canal y la mar Mediterráneo, la Gran Flota podía ser reforzada rapidamente por los cuatro cruceros pesados del 2.º Escuadrón de Crucero del almirante Gough-Cathorpe, con base e Rosyth, y la Fuerza de Cruceros de Batalla, al mando del indomable vicealmirantel Beatty, que tenía seis cruceros de batalla rápidos bajo sus órdenes.

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Asquith sabía, sin embargo, que la Royal Navy no iba ganar por sí sola la guerra. Una vez se convirtió en secretario de guerra tras la dimisión de J.E.B. Seeley, vio la oportunidad de movilizar la opinión pública haciendo uso de uno de los héroes del Imperio: por ello nombró al mariscal Herbert Kitchener, conde Kitchener de Jartúm, como ministro de guerra. Símbolo vivo de la gloria victoriana desde su victoria en Ondurman, Kitchener tenía una capacidad formidable como organizador tras su experiencia en el Sudán, Egipto, Sudáfrica y la India, donde había colaborado en al reorganización del ejército británico en la India.

Kitchener logró causar un ataque de pánico para el gobierno tras afirmar que la guerra iba a durar, al menos, tres años y que haría falta un ejército de tres millones de soldados para derrotar a Alemania. Para los políticos, que creían que la guerra sería corta ya que ningún país podría permitirse los costes que una guerra larga causaría, éstas eran pésimas notícias. Kitchener continuó pidiendo que se incorporaran 100.000 soldados al ejército de manera inmediaa, además de suficientes oficiales para entrenar el nuevo ejército inglés, compuesto de nuevos reclutas que se incorporaban en la ola de entusiasmo patriótico que inundió Gran Bretaña al comienzo al comienzo de la guerra. Sin embargo, crear esas divisiones tomaría su tiempo. La campaña de reclutamiento popular de Kitchener crearía seis nuevas divisiones hacia finales de agosto. En septiembre 33.000 voluntarios se incorporaban diariamente al ejército, formando así los denominados "Batallones de Colegas" (Pals Batallions*).

Las fuerzas inmediatas que Gran Bretaña podía disponer de manera inmediata era la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF en inglés). Era una fuerz pequeña formada por soldados profesionales. Mientras los ejércitos europeos estaba formados por millones de soldados, la BEF sumaba 120.000 soldados -los efectivos totales del ejército británico en agosto de 1914 eran de247.342 soldados, de ellos 120.000 en ultramar, más 224.223 reservistas y 268.777 territoriales. Además, todo un cuerpo de ejército debía permanecer en Gran Bretaña para defender las islas en caso de una taque sorpresa alemán. Sin embargo, la BEF era considerada como el ejército más profesional del mundo -"el ejército británico mejor entrenado y equipado que jamás fue a la guerra", como han afirmado diversos los historiadores. La gran ventaja de la BEF era su calidad, no su cantidad. Muchos de sus soldados tenían experiencia de combate en la Frontera del Noroeste o en Sudáfrica, mientras que los ejércitos europeos iban a entrar en campaña por primera vez en su historia.

La BEF, de acuerdo con los compromisos con Francia, fue enviada al continente para formar el ala izquierda aliada, para "parar la inundación alemana", ya que se sospechaba que una gran parte de las fuerzas alemanas iba a penetrar en Bélgica, y que la BEF iba a cooperar con el ejército francés para parar su avance y luego contraatracar. Si los alemanes no atacaban Gran Bretaña, entonces el III Cuerpo sería enviado al continente junto con fuerzas del ejército regular canadiense. En Egipto se reunirían las tropas procedentes de Australia y Nueva Zelanda.

Las colonias alemanas serían ocupadas por las guarniciones del Imperio diseminadas por el Imperio, reforzadas por el ejército inglés en la India si fuera necesario. El grueso de esta fuerza sería enviado a Egipto. En el Mediterráneo la Royal Navy colaboraría con la armada francesa para lograr la supremacía naval y derrotar a la flota austro-húngara en la batalla decesiva. La marina inglesa colaboraría en asegurar el control de las colonias alemanas en el Pacífico.

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Francia, por su parte, tenía un ejército de agosto de 1914 formado por 47 divisiones (777.200 soldados franceses y 46.000 coloniales) agrupados en 21 cuerpos, a los que se había incorporado regimientos de artillería de campaña y de caballería. Las fuerzas deplegadas en ultramar estaban formadas, en su mayoría, por personal nativo, y estaban destinados en África del Norte, Indochina y Madagascar (110.000 soldados). Para agosto de 1914 2.9 millones de franceses se habían sido llamados a filas.

Desde 1870 la doctrina dominante entre el ejército francés era ofensiva (élan u offensive à l'outrance), con especial énfasis en los efectos psicológicos que una carga de caballería o de infantería causaría sobre el enemigo. Esto significaba que las ametralladoras, la artillería pesada y las herramientas de la guerra de trinchera no eran consideradas demasiado importantes en el contexto de las operaciones de campaña. La artillería de campaña, basada en el excelente cañón Soixante-Quince (75 mm), estaba desplegado en pequeñas baterías móbiles destinadas a proporcionar apoyo rápido a la infantería atacante en lugar de de aniquilar las posiciones enemigas. Visto en perspectiva, la fe en el espíritu sobre la potencia de fuego estaba destinado al fracaso, pero contaba con muchos partidarios en otros ejércitos europeos y predominó en el pensamiento militar francés hasta 1917.

Se consideraba que el ejército alemán era la fuerza de combate más eficiente del mundo. Incluía a todas las fuerzas de tierra y aéreas de todos los estados alemanes, aunque el reino de Baviera mantenía una administración militar autónoma. El ejército alemán a comienzos de la guerra estaba formado por 50 divisiones (700.000 soldados), con regimientos de caballería y otras fuerzas de apoyo adjuntas. En una semana, cerca de 3.8 millones de alemanes se habían incorporado a filas.

La cultura del militarismo prusiano contribuyó a formar una casta de oficiales superiores liderados por el káiser como jefe supremo de la guerra. La planificación y el control operacional estaba en manos del estado mayor general (OHL), bajo el mando del jefe del estado mayor del ejército, que era comandante en jefe de los ejércitos en campaña y sólo dependía de la aprobación de la corona para todas las decisiones importantes. Ningún ejército contaba con una mobilización más eficiente ni estaba preparado de manera más meticulosa para cualquier caso táctico y de suministro que pudiera surgir que el alemán.

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Un grupo de infantería alemana en orden de marcha en 1914.

En tamaño, los ejércitos de la Rusia Imperial eran una fuerza imbatible sobre el papel en 1914. Los efectivos humanos del Imperio contaban con 25 millones de voluntarie en 1912. Sin embargo, su lentitud a la hora de movilizarse era su principal debilidad. La modernización del ejército estaba perjudicada por un grupo organizado en torno al comandante supremo, el Gran Duque Nikolai, que aseguró la concentración de recursos en fortalezas aisladas y en un gran cuerpo de caballería. Pese a las reformas que llegaron tras la derrota de 1905, todavía faltaban oficiales competentes y había una escasez de suboficiales listos para comprometerse a largo plazo en las infames condiciones del ejército ruso. La mediocridad del alto mando reflejaba una escasez de generales jóvenes, vigorosos o que no estuvieran unidos a una facción u otra. Peor aún, las malas carreteras y la horrible red de ferrocarriles apenas eran capaces de abastecer al ejército ruso en tiempo de paz, que para agosto de 1914 contaba con 37 divisiones de caballería y 74 de infantería. La artillería dependía de artillería anticuada, salvo por algunos obuses ligeros modelo 1910 producidos por Francia. La artillería media y pesada contaba con viejos cañones Krupp de 90 mm, pero se contaba también con el modelo de 76.2 mm.

*"Batallones de Colegas": Un termino popular usado para describir a las unidades británicas formadas por voluntarios que tenían grandes lazos civiles. Los batallones de "colegas", unidos por lazos escolares, porque vivían en la misma ciudad o pueblo, clubs deportivos o trabajaban juntos, procedían de todas las clases sociales, incluso después de la Ley del Servicio Militar de 1916, que introdujo el reclutamiento obligatorio en Gran Bretaña. Se animaba a formar estos batallone garantizándo que, tras la guerra, se les mantendrían sus empleos y que recibían ayudas económicas por parte de los trabajadores y los sindicatos. Se formaron casi mil batallones durante los dos primeros años de guerra, de los que dos tercios eran "Batallones de Colegas". Este tipo de reclutamiento aseguró que cuando una de estos batallones sufría graves bajas, pueblos, ciudades, barrios y comunidades de toda Inglaterra, sufrían bajas desproporcionadas.
 
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Se han añadido unas imágenes que faltaban al Capítulo segundo

Mañana espero tener la siguiente entrega.
 
Capítulo cuarto: Kanalkampf.


La primera gran batalla de la guerra tuvo lugar en el mar. La Royal Navy había desplegado a sus flotas para cubrir el traslado al continente de la BEF, algo que el alto mando alemán decidió impedir. En un encuentro entre Guillermo II, el gran almirante Alfred von Tirpitz, secretario de estado para la marina; y el jefe del estado mayor naval, el almirante Hugo von Pohl, se decidió que la flota alemana se enfrentaría el bloqueo inglés con vigorosas acciones ofensivas.


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La Flota de Alta Mar alemana en su salida contra la marina inglesa,
con un acorazado de la clase Braunschweig en cabeza.​

Así, planearon un ataque decisivo. Como el ejército británico tenía que ser transportado a través del Canal de la Mancha, von Tirpitz y von Pohl decidieron enviar una fuerza naval que barriera toda presencia británica en el canal, aplastando a cualquier fuerza ligera (en este caso, la Fuerza de Harwich y la Patrulla de Dover) que intentara interceptarles, y asegurar la destrucción de la flota de transporte inglesa, aniquilando a la BEF antes de que ésta pudiera llegar a Francia. A la vez, si la Flota del Canal salía a protegerlas, debería ser atraída a la lucha y destruida por la mayor potencia de fuego alemana. Los alemanes no sabían, sin embargo, que la Flota del Canal había sido reforzada con numerosos acorazados Pre-Dreadnought que Jellicoe había considerado incapaces de enfrentarse a las duras condiciones del mar del Norte.

Para esta tarea se dividió a la Hochseeflotte en dos fuerzas: la Kanaltflotte, que penetraría en el Canal al mando del almirante Heinrich von Preußen, hermano del káiser, y la Nordflotte, que interceptaría cualquier intento de la Grand Fleet por detener a la Kanalflotte. Esta fuerza estaría comandada por al almirante von Ingenohl, que contaría con parte de la Flota del Báltico para esta misión. Los efectivos de la Kanalflottle sumaban 9 modernos acorazados, 3 cruceros de batalla, 4 escuadrones de cruceros y 6 flotillas de destructores, mientras que a la Nordflote se asignaron 4 modernos acorazados, 25 Pre-Dreadnoughts, 2 escuadrones de cruceros y 9 flotillas de destructores

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El Almirante Heinrich de Prusia​

Como la Kanaltflotte debía ser tan rápida como bien dotada de potencia de fuego, se le asignaron los cruceros de batalla del almirante Hipper, mientras que la Nordflotte recibiría el grueso de los acorazados pre-Dreadnought, más lentos, pero pesadamente armados, y tantos destructores como fuera posible para darles toda la protección posible. Eventos posteriores demostrarían que este error tendría consecuencias desastrosas.

La primera señal de que algo no iba bien la recibió el vicealmirante Sir Cecil Burney, comandante de la Flota del Canal (22 acorazados Pre-Dreadnought, 4 cruceros pesados y una flotilla de destructores) hacia las 16.15 pm, del 2 de agosto de 1914, cuando supo que el 12º Escuadrón de Cruceros del almirante Sir George Le Clerc Egerton, KCB, se había encontrado con una inesperada compañía. Era la fuerza de reconocimiento del almirante von Spee. Los cinco cruceros ligeros de Egerton lograron atacar por sorpresa a la fuerza alemana (1 Pre-Dreadnought, dos cruceros pesados, dos ligeros y una flotilla de destructores) y logró hundir a los dos cruceros ligeros antes de que la potencia de fuego del acorazado alemán, el SMS Wörth, les pudiera causar graves daños. Con ligeros desperfectos en los cruceros HMS Diana y HMS Carybdis, Egerton se retiró satisfecho, dejando para Burney el final de la tarea.

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Que von Spee hubiera llegado tan lejos impresionó desagradablemente a Burney (eso sin tener en cuenta que todos los informes indicaban que von Spee estaba al mando del escuadrón alemán en Asia). Burney dejó la protección del canal a la Fuerza de Harwich, al mando del vicealmirante Tyrwhitt (4 Pre-Dreadnoughts, cinco cruceros pesados y tres flotillas de destructores) y partió a todo vapor en pos de von Spee. Tan rápida fue su partida que ni se molestó en pedir ayuda a una fuerza ligera francesa que se encontraba en las cercanías o con un solitario submarino galo que vigilaba los movimientos de von Spee.

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Un inesperado encuentro con dos cruceros ligeros frenó brevemente a Burney, que dejó a Tyrwhitt para ocuparse de la molestia. Cuando Burney llegó a la zona del combate, sin embargo, no había rastro de von Spee, y pese a patrullar todo el canal y sus aproximaciones, no pudo contactar con el desaparecido almirante alemán. Para cuando regresó junto a la fuerza de Tyrwhitt, este ya había enviado al fondo del canal a los dos cruceros alemanes, que apenas pudieron causar molestia alguna a los británicos.

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Mientras tanto, la Grand Fleet se empezó a reunir en el Mar del Norte, camino de las fuerzas de apoyo del sur, la Fuerza de la Costa Este y la Patrulla del Forth, rumbo hacia la entrada del canal de la Mancha.

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@Moma: Gachias.:D
 
Ya está la IA cargándose los AAR con sus acciones absurdas.
 
Capitulo Cinco: Niebla en el Norte


Al tener notícias de la presencia de buques alemawnes en el Canal, la flota inglesa reaccionó con rapidez. La Gran Flota zarpó hacia el sur, formando sus acorazados en cinco filas, con flotillas de cruceros y destructores a su alrededor. Se iba a unir con la Fuerza de Cruceros de Batalla del vicealmirante Beatty, que había parido de Rosyth con los cruceros de batalla Lion, su buque insignia, New Zealand, Invincible, Princess Royal and Queen Mary, y el crucero ligero Southampton.

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La Gran Flota zarpa en pos de su enemigo

Irónicamente, el objetivo de la flota alemana no estaba a su alcance, pues los transportes que iban a llevar a la BEF a Francia estaban todavía en puerto y no partirían hasta que se considerar que el peligro había pasado. Más curioso era que el Almirantazgo no consideró la presencia de la Hochseeflote en el canal y en el mar del Norte como otra cosa que no fuera la temida invasión alemana profetizada por Le Queux y Lord Roberts en las décadas anteriores: una invasión alemana por sorpresa que buscaba conquistar Gran Bretaña. Por ello, el Almirantazgo ordenó a todos sus buques que zarparan, incluyendo la Fuerza de la Costa Este y la Patrulla del Forth, y organizó su encontró con la Gran Flota en algún punto de la costa del sur de Inglaterra.

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Un acorazado de la clase Deustchland navegando en el mar del Norte .

Entonces, para sorpresa de todos, y en especial del servicio de inteligencia, con el nombre clave de Room 40 -Habitación 40-, el almirante Ludwig von Schröder se presentó con la Nordflotte frente a las costas de Aberdeen. Von Schroeder había reemplazado a von Ingenohl en el mando de la Kanalflotte, para ser destinado al mando de la Nordflotte cuando el príncipe Heinrich asumió, de manera inesperada, el liderazgo de la Kanalflotte. Von Schroeder dirigía a sus barcos desde el buque insignia de la Hochseeflotte Friedrich der Große y en las primeras horas del 4 de agosto observó la aproximación de la Gran Flota británica, distinguiendo apenas sus formas oscuras en el horizonte lejano. Desplegó a sus buques en línea de batalla y ordenó la máxima velocidad. Las chimeneas escupieron espesas nubes negras mientras, en algún punto al frente de la flota, los destructores del Aufklärungsgruppe comenzaban a atacar a los cruceros de batalla y a algunos acorazados británicos. Era la oportunidad que la Kaiserlichemarine había estado esperando. Ahora llegó la oportunidad. A medida de que las dos flotas intercambiaban disparos, los británicos variaron hacia el norte a toda velocidad. .

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LA Gran Flota entra en contacto con el enemigo

A bordo del buque insignia de von Schroeder', el Friederich der Große, la atmósfera era de una inminente victoria. Era tal la animación de que nadie se extrañó por el rumbo de los buques británicos, noreste, en lugar de apartarse directamente de su camino. Instantes después llegó la respuesta, cuando, acorazado tras acorazado, todo el mando de Jellicoe se presentó en el horizonte, hasta que éste quedó oculto bajo la masa de fortalezas de acero. Poco después un muro de luz brillante le cegó y una montaña de mar se levanto frente a sus buques. La Gran Flota había llegado.

Al sur cinco formas grises aparecieron bajo el pálido sol, inconfundibles. Cuando von Schroeder las vio, murmuró: “Beatty”. La Fuerza de Cruceros de Batalla cortaba su retirada. La Nordflotte había caído en la mayor trampa de la historia naval.

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Se dice que, al tener noticia de la inminente batalla en el norte, Beatty exclamó: "¡No sin mí!"

Von Schroder comenzó a navegar hacia el este, con la esperanza a evitar ser rodeado y aniquilado. Una vez lo lograra, ya tendría tiempo para decidir cual sería el siguiente paso. A bordo de su buque insignia, el almirante alemán estaba decidido a abrirse paso combatiendo hacia la seguridad, pero también era consciente de que su intento para bloquear la salida de la Gran Flota había fracasado. Era la oportunidad de Beatty. Tenía cinco buques que eran más rápidos que todos los buques alemanes, y con más potencia de fuego que muchos de ellos. Con ellos mantendría contacto con von Schroder y daría tiempo a Jellicoe para llegar a la zona. Apoyado por los barcos ligeros de la Patrulla del Forth, Beatty desplegó sus cruceros de batalla para usar la potencia de fuego de los cruceros de batalla con el fin de dañar y hundir tantos buques alemanes como fuera posible. El comandante alemán se dio cuenta de esto y, decidido a salvar a sus acorazados, sacrificó a sus destructores para lograrlo. A medida que éstos adoptaban una formación de ataque, Beatty viró para evitar su inminente ataque con torpedos, asegurando la supervivencia de sus buques, que no sólo presentaban un blanco más difícil a los torpedos, sino que además podían ir más rápidos que ellos.

Una vez pasó la amenaza, Beatty retomó la persecución, esta vez junto a Jellicoe, que por fin llegó a la zona. Intentaron aproximarse a su presa, con el impetuoso Beatty en cabeza. Pero para entonces von Schroder ya estaba muy lejos. A cambio de algunos destructores, había salvado a sus preciados acorazados.

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En el canal, otra batalla estaba a punto de comenzar.

@Viden: Hombre, tiene su sentido. Si yo no fuera un puñetero malpensado que ya le vio hacer lo mismo en otra ocasión, imagínate si me llega a pillar con la BEF en los transportes en el Canal y sin escolta...
 
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@Viden: Hombre, tiene su sentido. Si yo no fuera un puñetero malpensado que ya le vio hacer lo mismo en otra ocasión, imagínate si me llega a pillar con la BEF en los transportes en el Canal y sin escolta...

¿Y a quién se le ocurriría mandar los transportes sin escolta? Lo lógico hubiera sido mandar a toda la Kaiserliche al Canal. :p