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Lo de que sea larga -no va con segundas- es inherente a mis actualizaciones :D
 
Qué manía con avanzar, por Dios.

Por cierto, estaría bien ver como van las cosas en el resto del mundo. Empiezo a tener indigestión de trincheras.
 
Qué manía con avanzar, por Dios.

Por cierto, estaría bien ver como van las cosas en el resto del mundo. Empiezo a tener indigestión de trincheras.

Pues el resto del mundo es Oriente Medio, y vimos Egipto -tocaría repasar Mesopotamia, donde hay poco que contar-; Italia y el frente Oriental, ya que Grecia sigue tranquila.

Eso si, yo también estoy empezando a mirar fuera del Somme... tengo una idea en mente...
 
Capitulo cuarenta y tres: El complicado nacimiento del tanque.


¿Cuál fue el efecto de la batalla del Somme del 1 de julio al 1 de agosto? Habían acabado con el aparentemente inmortal optimismo de que emanaba del cuartel de Haig y del de Rawlinson. Las tropas aliadas estaban ahora enfrentadas con al segunda línea de trincheras alemanas en la parte central y sur del frente del Somme, pero este esfuerzo les había costado un mes y 75.000 bajas. En total, 25 divisiones del ejército británico habían combatido en el Somme durante este periodo, lo que significaba una media de bajas por cada división de 3.000 hombres, es decir, una cuarta parte de sus efectivos. Y ahora las tropas aliadas se encontraban enfrentadas con otra línea de defensa, no tan fuerte como la que habían asaltado el 1 de julio, pero dotada de una gran fortaleza.

Las dos primeras semanas de agosto no mejoró esta impresión. La zona elegida para el ataque era la sección de la segunda posición alemana que iba desde Bazentin le Petit a Longueval, defendida por al 3ª División de la Guardia alemana. Las tropas británicas tenían que cruzar 900 metros de tierra de nadie, por lo que era esencial que los batallones de asalto estuvieran protegidos por una barrera artillera, que el lamentable estado de los desgastados cañones británicos no garantizaba. De cualquier manera, Haig y Rawlinson aprobaron el ataque. Durante dos semanas, tropas británicas y de la Commonwealth lucharon contra la barrera de fuego alemana con resultados decepcionantes. De manera constante la infantería atacó en frentes muy reducidos y en operaciones a pequeña escala que no lograron nada. En estos fallidos intentos se lanzaron con gran generosidad batallones y divisiones para ser destrozadas sin que ningún mando se preocupara por comprobar los resultados de estos fracasos.

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1 de julio de 1916 : Soldados de los Lancashire Fusiliers vistos sesenta minutos antes de atacar. Para muchos, sería la última hora de sus vidas.

Entonces el coronel misterioso dejó anonadado a todo el mundo al afirmar que atacar en el Somme carecía de sentido, pues la batalla del Verdún estaba en punto muerto desde mayo, con los alemanes sin fuerzas para seguir atacando y los franceses preparándose para una ofensiva que no iba a tener lugar inmediatamente. Por su parte, la ofensiva italiana había fracasado y el frente oriental estaba congelado en las trincheras. Peor aún, Rumanía había dejado claro que no iba a unirse al bando aliado -ni al de las Potencias Centrales- y que, por el momento, la neutralidad era la mejor opción a largo plazo. Sin embargo, Haig dudaba que la ofensiva del Somme careciera de sentido.

Entonces llegó la mala noticia. Haig esperaba la llegada de una nueva arma, el "tanque", que debía entrar en servicio a comienzos de septiembre, para poder romper el callejón sin salida de las trincheras. Entonces fue cuando supo que el tanque no estaría listo para esa fecha y que no era probable que lo estuviera en lo que quedaba de 1916.

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Rumania, que había evadido la presión alemana, también era capaz de darle calabazas a los aliados

La idea de usar el "tanque" como antídoto contra el domínio de las ametralladoras en el campo de batalla había sido propuesta y estudiada, encontrándose de manera invariable con un muro de oposición. Aunque la idea contó con el apoyo del secretario del Comité de Defensa Imperial, el coronel Maurice Hankey, y el de Winston Churchill, se tuvo que enfrentar a un amplio escepticismo. La dimisión de Churchill fue un duro golpe para el proyecto aunque los partidarios del tanque encontraron manera de mantener vivo el proyecto. Sin embargo, incluso tras las primeras pruebas del primer prototipo -bautizado como "Madre" o "Willie"- que hizo que se pidieran 40 ejemplares de este modelo, el proyecto siguió teniendo problemas. En febrero de 1916 se acordó que la producción del tanque se mantendría en secreto hasta que pudiera ser usado en masa, una medida esencial para su empleo exitoso. Así, cuando Haig se enteró de esto en agosto, pidió que se le enviara cualquier tanque disponible, algo que aturdió al gobierno. Lloyd George, el ministro de la guerra, protestó enérgicamente. Pero Haig continuó firme en su demanda, hasta que le visitó nuestro anónimo coronel. Finalmente, Haig estuvo de acuerdo: los tanques sólo serían usados cuando se dispusiera de una cantidad apropiada de los mismos.

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Big Willie en su forma final, sin torre.

Haig decidió ajustar cuentas con su "niñera" y, de cierto modo, lo logró. Nuestro coronel estaba a punto de sufrir un ataque nervioso debido a tanta pelea con el general y fue despachado de regerso a Inglaterra para que descansara, siendo reemplazado por otra "niñera". Sin embargo, algo falló en los planes de Haig, que se encontró "siendo cuidado" por un joven capitán llamado John "Jack" Flashman, cuyo ilustre padre, Sir Harry Paget Flashman, VC, KCB, KCIE, había fallecido el año anterior.

Se dice que, en la ceremonia de despedida, mientras el coronel-niñera fue incapaz de pronunciar una sola palabra en su discurso de despedida, Haig, por su parte, sólo repetía "jod.., jod..., jod...........". (1)

Entonces, Allenby decidió dar más razones a Haig para que éste le odiara.



(1) Hoy en día los historiadores siguen sin tener claro quien se vengó de quien con este absurdo nombramiento.
 
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Kurt, que nos lo pones en ukeño!!!!:confused:
 
Kurt, que nos lo pones en ukeño!!!!:confused:

Sí sólo hubieras esperado cuatro minutos de mielda... impasienteh, pondios, como en el caralsol, pero sin ser alemán, digou.
 
Sí sólo hubieras esperado cuatro minutos de mielda... impasienteh, pondios, como en el caralsol, pero sin ser alemán, digou.

Es que me puede el ansia!! Y la pereza que me dá leer en inglés! :D

Por cierto, hay visos de que entren los yankis o por ahora, no saben/ no contestan??
 
Es que me puede el ansia!! Y la pereza que me dá leer en inglés! :D

Por cierto, hay visos de que entren los yankis o por ahora, no saben/ no contestan??

Ahora mismo, ni saben ni contestan ni ganas ni nada.
 
Capítulo cuarenta y cuatro: Revuelta en el Desierto.


Los sucesos que tuvieron lugar en Oriente Próximo forman parte de una cadena de eventos que tuvieron lugar de manera inconexa y simultánea. Mientras Allenby preparaba su ofensiva en Palestina y Munro la suya en Mesopotamia, en Arabia, las negociaciones entre Londres y Hussein y las noticias de la victoria de Gaza persuadieron al jefe por fin de que su única opción era rebelarse contra los otomanos. El 12 de julio de 1916 la revuelta estalló en la Meca: 50.000 árabes tomaron las armas y la violencia estalló en todas las zonas urbanas del Hejaz. Reunir tropas no era un problema para Hussein, sino armarlas. Sólo una quinta parte de los rebeldes estaban armados con fusiles, y no disponían ni de cañones y de ametralladoras, por lo que la potencia de fuego turca rechazó sus primeros asaltos contra Medina y en gran parte del Hedjaz. Sin embargo, en La Meca la débil guarnición turca fue derrotada tras tres días. El apoyo de los cañones navales británico cambió el curso de los eventos y para finales de julio Jeddah, Rabegh y Yenbo estaban en manos árabes. Sólo en Medina seguía la resistencia turca, que podía ser mortal para la rebelión árabe, ya que ningún otro líder árabe se había unido a Hussein.

El alto comisionado británico en Egipto, Sir Henry McMahon, decidió apoyar la revuelta árabe confiando en que beneficiaría las ambiciones coloniales inglesas en la zona. Se enviaron suministros al Hejaz, seguidos por una misión de consejeros, encabezada por el coronel E.C. Wilson. Aunque Hussein era reacio a aceptar la ayuda inglesa, que podía acabar con el domínio británico sobre la zona, su hijo Feisal reconocía que la rebelión no podía triunfar sin el armamento británico. Pronto una batería de artillería egipcia con oficiales musulmanes apoyó a los árabes en la toma de Taif, el 2 de agosto de 1916. Mientras, los refuerzos turcos estaban siendo redesplegados. En lugar de enviarlos al Hejaz, fueron trasladados a Palestina, quedando sólo unas pocas tropas para ser enviadas contra los árabes. Mientras tanto, la misión del coronel Wilson, entre las que figuraba el teniente T.E. Lawrence, seguía sus contactos con los árabes. Lawrence pronto fijó su atención en Feisal, y supo que había encontrado al hombre que podría liderar la revuelta.

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Thomas Edward Lawrence, futuro heroe malgré lui.

Mientras, la guerra seguía su curso en Mesopotamia. El comandante de la Fuerza Expedicionaria de Mesopotamia (MEF), general Sir Charles Monro, se había dedicado a reorganizarla. A comienzos de 1916 sus doce divisiones (además de una fuerza expedicionaria japonesa formada por tres divisiones) fueron divididas en dos cuerpos: el del Eufrates, mandado por el general Nixon, y el del Tigris, del general Smith-Dorrien. Monro desarrolló una campaña simultánea en dos frentes, basada en los dos ríos principales que bañaban el territorio. El Cuerpo de Ejército del Tigris avanzaría sobre Bagdad con el del Eufrates avanzado a lo largo del río que recibía el mismo nombre apoyando el avance de Nixon. Parecía un plan sencillo destinado a funcionar.

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Caballería india lista para marchar al combate. (1)​

La primera fase de las operaciones tuvo más problemas debido a la naturaleza del terreno que la causada por el enemigo. Nixon avanzó por la orilla oeste del Tigris de manera metódica, tomando Amara (18 de julio de 1916) tras una encarnizada lucha que causó numerosas bajas a las tropas de vanguardia británicas. Entre estas bajas se contaba uno de los comandantes de compañía, el capitán Clement Attlee, herido mortalmente en la lucha y que moriría en uno de los barcos hospitales en Kuwait (2). En el Eufrates, Smith-Dorrien se encontró con una resistencia más encarnizada de la que se encontró Nixon, y necesitó tres semanas para llegar a Nasiriya, que no caería en manos británicas hasta el 27 de julio. Entonces comenzó la segunda fase de operaciones, en la que los problemas de Smith Dorrien frenaron el avance de Nixon. No sería hasta el 3 de agosto cuando se reanudó el avance. Los turcos habían aprovechado este tiempo para reforzar sus defensas en Bagdad. El avance de Nixon forzó a los turcos a retirarse, eliminando a las guarniciones otomanas en su camino. El 29 de agosto el cuerpo de Nixon tomó Kut Al Amara, mientras que Smith-Dorrien lograba marchar desde Nasiriya y abrirse paso hacia Rumaitha, que cayó el 17 de agosto de 1916.

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La campaña llegó entonces a un final inesperado. Nixon y Smith-Dorrien avanzaron de manera metódica y, tan pronto cayeron Kut Al-Amara como Diwaniya, sobre el Eufrates, el ejército turco se vino abajo. Tras la caída de Kut, el general turco Khalil Pachá, decidió defender Bagdad en la confluencia de Diyala y el Tigris mediante una linea de reductos a lo largo del Tigris en Aziziya. Los británicos simplemente los flanquearon y rodearon, para luego forzar su rendición mediante bombardeos de artillería. Esta derrota acabó con los nervios de Khalil, que se retiró de Bagdad, capturado el 29 de agosto por las tropas de Nixon. Mientras, las tropas británicas eran transportadas con barcazas de a lo largo del Eufrates, tomando Falluja a comienzos de septiembre.

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El ejército otomano estaba acabado. Más de 42.000 soldados turcos fueron capturados desde el comienzo de la ofensiva. Monro cometió entonces un error, según todas las apariencias. Ordenó que se detuviera el avance y sus tropas pasaron dos semanas reparando la dañada infraestructura de la zona. Monro publicó una declaración para la gente de Bagdad, en la que se afirmaba que los británicos no habían llegado como “conquistadores sino como liberadores” mientras Curzon presumía en Londres que la campaña de Mesopotamia había logrado el mayor éxito británico de toda la guerra. De esta manera el mérito de este logro beneficiaba a uno de los mayores opositores del Primer Ministro, y no a éste.


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Los británicos toman Bagdad.
 
Capítulo cuarenta y cinco: ¡Jerusalén, Jerusalén!


Mientras tanto,, Allenby preparó el avance de la EEF haca Jerusalén. Empezó trasladando el cuartel general de la EEF del hotel Savoy, en El Cairo a una tienda situada en Rafa, cerca del frente, mostrando su deseo de combatir. También se dedicó a visitar el frente para familiarizarse con las tropas bajo su mando, algo que Murray nunca hizo. El refuerzo de la EEF no estaba limitado a su nuevo comadnante, dos nuevas divisiones llegaron a Palestina a finales de junio: la 74ª (Yeomanry) y la 52ª (Lowland). Además, Allenby se desprendió de algunos oficiales para los que no tenía destino (entre ellos, el jefe del estado mayor de la EEF, el general de brigada sir Arthur Lynden-Bell –apodado ‘Belinda’ (1) por otros oficiales-, que fue reemplazado por el general de brigada Louis Jean Bols, que había servido junto a Allenby en Francia). El nuevo comandante se encontró pronto con un problema, cuando el teniente Alexander Hardinge le fue asignado como ayudante de campo. Hardinge era hijo del virrey de la India, y su hermano mayor, Edward había caído luchando en Francia con su unidad, el 15º de Húsarse del Rey, en diciembre de 1914. Allenby odiaba esta situación, porque le recordaba el desgraciado asunto Buller-Roberts (2). Al menos podía dar gracias a que el heredero de la corona, Eduardo, que por esos días estaba en Jartúm, estuviera bien alejado del frente.

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El príncipe de Gales durante su visita en el Sudán.

Allenby tenía otros problemas. Mientras Asquith y el Comité de Guerra le animaban a avanzar tanto como fuera posible, el general Robertson le recordaba que la EEF tenía que conformarse con los recursos que tenía a mano. Pese a todo, tenía como objetivo ocupar la Jerusalén-Jaffa y se dedicó a pensar en como conseguirla. Para ello contaba con la ayuda del general Chetwode, que impresionó a su superior por sus detallados planes. Así, cuando Londres pidió a Allenby que atacara con la mayor rapidez, él ya estaba listo.

El mando británico sobreestimó las fuerzas otomanas, calculando sus efectivos en once divisiones con todos sus efectivos, mientras que, en realidad, apenas eran seis divisiones escasas de efectivos, y cuyos refuerzos estaban siendo desviados a hacer frente a la revuelta árabe. Entonces, el 20 de julio, Allenby pasó al ataque. Con una finta de la caballería que amenazó Ascalón, los británicos se pusieron en marcha: el golpe verdadero cayó sobre Sheria, en el centro de la línea defensiva Gaza–Beersheba mientras el Royal Flying Corps bombardeaba los aeródromos enemigos. Pronto los defensores turcos perdieron toda cohesión y el frente se derrumbó a las pocas horas del comienzo del ataque. Sus columnas fueron hostigadas por los aviones británicas durante su retirada, pero, pese a todas las dificultades, lograron establecer nuevas posiciones defensivas que iban desde la desembocaduras del Nahr Sukereir, en el mar Mediterráneo, hasta Beit Jibrin, no muy lejos de Tel el Khuweilfe, en las montañas de Judea. Por desgracia, la mayoría de sus trincheras estaban incompletas cuando Allenby reanudó su ofensiva el 23 de julio.

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Asaltando trincheras en Palestina.​

Pese a los esfuerzos de von Falkenhayn, comandante de los ejércitos turcos 7º y 8º, así como varios contraataques otomanos, las fuerzas aliadas aplastaron las defensas enemigas y la caballería se lanzó al galope hacia Jerusalén. El 23 de julio, el comandante del Cuerpo Montado del Desierto, teniente general sir Henry George Chauvel, ordenó a sus dos divisiones que avanzaran contra Ramla y Latrún. Los Yeomanries llegaron a la carretera de Jerusalén en Abu Shusheh, sin encontrar resistencia enemiga. Al día siguiente, la Brigada de Fusileros Montados neocelandeses tomaron Jaffa, asegurando el flanco izquierdo de la EEF. Pese a que en estos momentos la EEF había estirado al máximo sus líneas, su avance no se detuvo gracias al esfuerzo de los camiones de las compañías motorizadas del British Army Service Corps (ASC – Cuerpo de Logística) y los camellos del Cuerpo de Transporte Egipcio. El 25 de julio el 4º Regimiento de Caballería Ligera alcanzaba las montañas de Judea, desde donde se envió un sencillo mensaje a Allenby:

"Johnny Turk desaparecido. Jerusalén lista para ser tomada".

Esto le iba perfecto, por lo que el general ordenó a todas sus fuerzas marchar sobre la Ciudad Santa. Belén cayó en la noche del 27 de julio y, a la mañana siguiente, el alcalde de Jerusalén, Hussein Salim al-Husseini, entregó la carta del gobernador turco, ofreciendo la rendición de la ciudad, al sorprendido soldado S. Baldrick, del 2/19º Batallón del regimiento de infantería ligera de Tydfilshir, que estaba explorando por delante del cuerpo principal, buscando un lugar en el que aliviarse. Por pura casualidad la carta llegó a manos del general de brigada C.F. Watson, comandante de la 180ª Brigada de Infantería, si bien algo cambiada de color (3). El 30 de julio, diez días después del comienzo de la ofensiva, el general Edmund Allenby entró a pie en Jerusalén a través de la puerta de Jaffa.

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Durante el avance hacia Jerusalén, las bajas británicas sumaron 9.000, mientas que las otomanos fueron 17.000, más 3.000 prisioneros, 50 cañones y cientos de ametralladoras y fusiles capturados.

La guerra se adentró entonces en un nuevo campo de batalla, que tendría un resultado inesperado para la familia real británica. Con los grandes combates de la Gran Guerra consumiendo todos los recursos de la sociedad moderna, el avión, que hasta entonces había sido ignorado por su aparente escaso militar, demostró que sus críticos estaban equivocados. Por ello, el Royal Flying Corps, el brazo aéreo del ejército británico desde 1912 a 1918, desplegó 185 aviones para la ofensiva del Somme, apoyados por otros 200 franceses. Como resultado de las experiencias iniciales, ambos bandos comenzaron a desarrollar unidades aéreas especializadas. Surgieron diversos nuevos modelos de aviones, de los que no todos sobrevivirían. Uno de estos era el “aviones de combate”.: un avión de gran tamaño, pesadamente armado y con varios motores, destinado a ser usado como caza. Pronto demostró ser demasiado vulnerable a los cazas monoplazas, más maniobrables. Pero resultó ser muy útil como avión de ataque al ser dotado de bombas bajo las alas. En Alemania, estos “aviones de combate” (Kampfflugzeug) fueron convertidos en bombarderos. Este tipo de avión llevaba fabricándose desde 1915 (por ejemplo, el primer prototipo del Gotha G.I realizó su primer vuelo el 30 de enero de 1915 y fue usado como avión de reconocimiento en el frente oriental, aunque en p3euqeñas cantidades –cinco o seis ejemplares-).

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Boelcke logró convertir el cielo en un infierno incluso sin usar un caza...

A partir de 1916 los aviones comenzaron a ser usados para apoyar a la infantería en sus operaciones, atacando trincheras, y manteniendo el contacto entre las unidades avanzadas y sus mandos. Los primeros combates aéreos tuvieron lugar en marzo de 1916 cuando el “azote Fokker” tomó los cielos al asalto. Desarrollado por el holandés Anthony Fokker, los aparatos zas del tipo E se convirtieron en los primeros cazas verdaderos de la historia. Usados desde mediados de 1915 (E-1), pronto se hicieron con el domínio del cielo, no porque fuera un avión excepcional, sino por las novedosas técnicas de combate aéreo desarrolladas por los pilotos alemanes. Para la primavera de 1916 los nuevos cazas aliados (el Airco DH-2 británicos y el Nieuport 11 francés) comenzaron a hacerse con la superioridad aérea sobre las trincheras del frente occidental.

Esta superioridad duró hasta la ofensvia del Somme, lo que resultó muy desagradable para el alto mando alemán. Por ello, la Luftstreitkräfte –las fuerzas aéras del ejército- fueron reorganizadas en escuadrones de bombardeo estratégico, de apoyo cercano y escuadrones de cazas o (Jagdstaffeln). Equipados con los nuevos cazas Albatros , los Jagdstaffeln (o Jastas) dieron una buena paliza a la RFC y a la Aéronautique Militaire francesa a finales de 1916.

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Max Immelmann (1890 – 1916), uno de los primeros ases alemanes y leyenda del “azote Fokker”

Fue entonces cuando el alto mando teutón decidió poner a prueba el ánimo de la población británico con una campaña de bombardeo estratégico. Los primeros ataques de bombardeo habían tenido lugar ya a comienzos de la guerra (un Zeppelin bombardeó Lieja el 6 de agosto de 1914 y París sufrió varias incursiones durante la batalla del Marne). Los ataques contra Inglaterra con los Zepelines fueron aprobados el 7 de enero de 1915 por el kaiser Guillermo II, que prohibió bombardear Londres, temiendo que sus parientes de la familia real pudieran ser heridos –esta restricción fue levantada en mayo, tras los bombardeos británicos de varias ciudades alemanas. Los primeros ataques tuvieron lugar el 9 de enero contra Yarmouth y King's Lynn. Los Zepelines resultaron ser demasiado caros y vulnerables, por lo que fueron retirados gradualmente de combate tras perder seis durante 1916. Mientras la batalla del Somme alcanzaba su máximo furor combativo, los germanos lanzaron contra Inglaterra los primeros de sus bombarderos, el Gotha G.II, que iniciaron sus incursiones en agosto de 1916, y el Zeppelin-Staaken R.IV, que se sumaría a los ataques en enero 1917 (4). Así comenzó la operación Türkenkreuz, una campaña de bombardeos diurnos.

Como estos aviones tenían sus limitaciones, los primeros ataques no fueron una gran molestia y el Reino Unido casi los ignoró. Sin embargo, tanto el Káiser como el alto mando estaban entusiasmados por esta posibilidad de atacar a la isla británica, junto con la campaña submarina, por lo que presionaron para que siguiera, lo que llevaría a nuevos ataques y nuevos tipos de bombarderos, como el Friedrichshafen G.III y el Gotha G.III. Pronto Inglaterra conocería una nueva forma de guerra.

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Un Gotha G.II, pesadilla del RFC y espina en el costado de Jorge V


(1)Lo juro: el mote “Belinda” es histórico. Parece una de mis coñas, pero no, estos brutónicos son asín...
(2) Durante la guerra de los Boers, el teniente Frederick Roberts, V.C., hijo del mariscal de campo Roberts, VC, sirvió a las órdenes del general Redvers Buller y murió en la batalla de Colenso, dejando al pobre Buller con el deber de informar a Lord Roberts de la triste notícia.
(3) Debido a sus marronosos servicios, Allenby, descojonadamente agradecido, envió a Inglaterra una coz en el culo al soldado Baldrick.
(4) He acelerado un poco los acontecimientos. En realidad no fue usado en el frente oriental hasta junio de 1917...
 
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Capítulo cuarenta y seis: La guerra y la realeza


La caída de Jerusalén (28 de julio de 1916) y la de Bagdad (18 de septiembre) obligaron a Haig a lograr un éxito propio de inmediato, lo que implicaba volver a atacar en el Somme. Carente de tanques pero no de ideas para luchar en la batalla que el consideraba decisiva de toda la campaña del Somme, e incluso de toda la guerra, el comandante británico tuvo que dedicar bastante tiempo a planear su siguiente paso para conseguir algo que se pudiera considerar como un éxito. Entonces la Royal Navy le tuvo que complicar la vida todavía más.

Tras varios meses pidiendo al alto mando que permitieran lanzar la flota de submarinos al ataque, los ruegos de Keyes y Churchill fueron finalmente contestados y se enviaron a 36 submarinos de las clases D y E (de las Flotillas de Submarinos 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª y 7ª), que se agruparon frente a la costa de Heligoland, esperando a que la flota alemana abandonara sus bases. Tras varias semanas de aburrida espera, en la noche del 13 de agosto de 1916, parte de la Kaiserliche Marine zarpó sin que nadie se diera cuenta de ello. Los barcos del almirante Reinhard Scheer lograron deslizarse sin ser descubiertos y penetrar en el canal de la Mancha. De hecho, no fueron descubiertos hasta que se encontraron a la altura de la isla de Wight. Y, entonces, por algún motivo inexplicable, la flota del Canal británica no zarpó, pero sí lo hicieron los submarinos de Keyes: 17 de ellos tendieron una emboscada a la flota de Scheer, a la que causaron graves bajas en la madrugada del 14 de agosto.

El resultado fue una completa derrota alemana: sin perder ningún submarino, las flotillas de Keyes diezmaron a la flota alemana. Seis acorazados (uno de ellos el moderno buque insignia de la Kairserliche Marine, el resto anticuados predreadnoughts), un crucero de batalla y tres cruceros pesados fueron hundidos en cuestión de minutos, dañando el prestigio de la flota alemana y causando que el Kaiser se volviera loco de rabia.

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Pero para perplejidad de Keyes y Churchill, la prensa inglesa lo llamó una derrota, porque la flota de superficie británica no se enfrentó a los alemanes.

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Finalmente Haig se lanzó de nuevo al ataque en el Somme. El sector elegido fue Bazentin-Guillemont. La ofensiva estaría apoyada por varias acciones secundarias (que incluían un ataque galo contra Maurepas y otro en Alsacia y Lorena para fijar las reservas germanas). Haig dudaba que estas operaciones engañaran a los alemanes, pero el ataque continuó adelante y se ejecutó el 15 de septiembre.

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Para explicar la batalla, comenzaron comentado los sucesos del sector de la derecha, la parte del frente cubierta por la la División de Guardias y la 6ª, que debían atacar Guillemont. Los problemas comenzarn de inmediato. Cuando la infantería se lanzó al ataque, la barrera artillera brilló por su ausencia. El comandante de las tropas el teniente generel Frederick Lambart, 10º conde de Cavan, consideró que el bombardeo preeliminar habría hecho su trabajo -un bombardeo que nadie había podido observar, por cierto- y ordenó que el ataque continuara. A falta de un plan sensato, los soldados británicos tuvieron la suerte de su lado. En un sector del frente, una compañía de infantería británica atacó mucho antes que el resto de la división, y, como es lógico, las ametralladoras alemanas la aniquilaron en unos pocos minutos. El comandante de la división, la 6ª, informó de lo sucedido a Cavan y de la extraña carencia de apoyo artillero. Cavan se encontró entonces en una situación delicada, pues su cuartel general estaba siendo visitado por el rey Jorge V y el príncipe de Gales (1). Cavan, correctamente, sospechó que si el rey presenciaba una masacre inglesa esto podría ser un tanto negativo para su futura carrera militar, optó por cancelar el ataque. (2). "Para que luego digan que la realeza no es útil" (Capitán Edmund Blackadder, 1/6ª Queen's Own McKamikaze Highlanders, 6ª División -3-).

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Eduardo, príncipe de Gales (a la izquierda, con un impermeable) y el rey Jorge V (a la derecha, con un telescopio) observando la batalla de Bazetin desde terreno ocupado, 15 de septiembre de 1916.

Pese a todo, la División de Guardias atacó, por algún extraño fallo en el sistema de comunicación. Las ametralladoras alemanas causaron tremendas bajas entre los atacantes, pero, por algún milagro, los atacantes lograron atravesar la tormenta de fuego enemiga y asaltar las posiciones enemigas. Cómo esto fue posible es algo que se desconoce, pero se sospecha que el ataque coincidió con el relevo de las tropas bávaras que defendían esa parte del frente y por ello se encontraban algo desorganizadas. O simplemente fueron sorprendidas por la ferocidad del ataque británico. Tras varias horas de encarnizados combates, los alemanes se retiraron a su segunda línea de trincheras, dejando a los Guardias con sus ganancias (2 kilómetros en un frente de 1,5, un hazaña, dadas las circunstancias). Feu durante este ataque el teniente coronel John Vaughan Campbell, del 3er Batallón de Guardias Coldstream, División de Guardias, obtuvo la Cruz Victorias por sus acciones en los combates.

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Los Guardias tras tomar las trincheras enemigas.

Sorprendentemente, el resto del ataque fue mejor. En el extremo izquierdo, los canadienses asaltaron las ruinas del pueblo de Bazentin le Petit con apoyo de una precisa barrera artillera que permitió tomar con rapidez las trincheras alemanas. Al acabar el día, el pueblo estaba en manos alemanas a costa de perdidas aceptables (el soldado canadiense John Chipman Kerr, 49º (Edmonton) Batallón, fue condecorado con la Cruz Victoria por capturar en solitario a 62 soldados alemanes y 250 metros de trincheras enemigas pese a estar herido en una mano). A la derecha de los canadienses, la 15ª División tomó todos sus objetivos, entre ellos Bazentin le Grand. En el centro, el ataque contra Longeval fue un fracaso completo. El fuego procedente desde High Wood aplastó los ataques británicos antes de que alcanzaran la primera línea germana. Se logró ocupar un poco de terreno a la derecha del pueblo, pero a costa de graves bajas.

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John Chipman Kerr, VC

Al acabar el día, Haig pudo afirmar con certeza que había logrado derrotar al enemigo, aunque el ejército germano estaba firmemente atrincherado en su segunda línea de trincheras, listo para seguir luchando.

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Sin embargo, su victoria quedaría olvidada pronto ante las noticias procedentes de Australia y el Mar del Norte.

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El frente tras los combates de 15 de septiembre de 1916.



(1) Esta visita real al frente tuvo lugar el 10 de agosto de 1916.
(2) Bueno, Cavan no era tan malo como parece -de hecho, resultó ser bastante decente en los combates históricos reales- pero en esta fase del Somme su planificación y actuación fue lamentable.
(3) Este regimiento aparece en el episodio 12º, 3ª serie de Monty Python's Flying Circus.


.Por cierto, este es el avión usado en la batalla aérea del capítulo anterior.


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Acabo de comprobarlo y no sale, aunque hay un skchet que se llama McKamikaze Scottmen, un personaje recurrente que ya sale cuando una ¿vieja? nombra en la 1ª temporada que I wish to see a Scottmen on a Horse o algo aisn. Kurt deshonrrando a los monty python, que vergüenza :mad:
 
Acabo de comprobarlo y no sale, aunque hay un skchet que se llama McKamikaze Scottmen, un personaje recurrente que ya sale cuando una ¿vieja? nombra en la 1ª temporada que I wish to see a Scottmen on a Horse o algo aisn. Kurt deshonrrando a los monty python, que vergüenza :mad:

Este capítulo es en el que se cita:

http://www.youtube.com/watch?v=Es0t50H44IE

en el segundo 15-17.
 
Capítulo cuarenta y siete: ¡La culpa es de los torpedos!


Una vez el Mar del Norte fue declarado por la Royal Navy zona de guerra (3 de noviembre de 1914), los buques británicos interceptaron todo buque de carga sospecho de navegar hacia Alemania. Lo mismo sucedió en todos los océanos del planeta, que quedaron sellados para finales de 1914. Los británicos también obligaron a los neutrales a cumplir con los términos del bloqueo (0). Los buques neutrales tenían que entrar en puertos británicos para que se comprobara su carga antes de permitir que se continuara su viaje hacia Alemania si no llevaban contrabando a bordo. Pese a estas medidas, Alemania no demostró estar al borde del colapso y se tuvieron que cambiar las tácticas aliadas. En marzo de 1915 los aliados anunciaron nuevas reglas prohibiendo todo tráfico entrante o saliente (incluidos los neutrales) procedente de puertos alemanes, lo que era una clara violación de la Declaración de Londres de 1908. Como hemos visto en los capítulos anteriores, la falta de una potente fuerza naval capaz de enfrentarse a la Royal Navy llevó a los alemanes a adoptar la guerra submarina sin restricciones (ver el capítulo 23).

Esta campaña submarina fue interrumpida tras los hundimientos del RMS Lusitania y el RMS Arabic, que causaron una crisis diplomática con los Estados Unidos. Sin embargo, la Handelskrieg continuó en el Mediterraneo, a donde se transportaron varios submarinos de los tipos UB y UC por vía férrea, que comenzaron a operar junto con sus equivalentes austrohúngaros desde la base de Pola, cosechando bastantes éxitos. A finales de noviembre de 1915 habían hundido 58 buques enemigos, lo que hizo que los militares comenzaran a presionar para que se reanudara la campaña submarina sin restricciones, a lo que se oponía el canciller Bethmann Hollweg. A finales de marzo de 1916, sin embargo, se acordó lanzar una campaña limitada contra Gran Bretaña, lo que causó una pésima impresión en Estados Unidos, ya que todo buque navegando en las proximidades de las isla británicas se convirtió de nuevo en un objetivo militar. Si el Reino Unido no cesaba su bloque en dos semanas a partir del comienzo de esta campaña, los alemanes desatarían una ofensiva sin restricciones contra la navegación comercial aliada. Esta ofensiva limitada comenzó el 15 de marzo de 1916, seguida por la segunda fase, que hundiría 250.000 toneladas antes de llegar a un brusco final tras el “incidente del Britannic”.

El HMS Britannic era el tercer buque de los trasatlánticos de la clase Olympic. Gemelo del RMS Olympic y el RMS Titanic, iba a ser acabado para transportar pasaje a través del Atlántico cuando estalló la guerra. Botado poco antes del comienzo de las hostilidades, fue alistado como un buque hospital en 1915. Tras el hundimiento del SS Imperator (un buque de la compañía alemana Hamburg Amerikanische Packetfahrt Actien Gesellschaft (HAPAG)[/I que se hundió tras chocar con un iceberg el 24 de octubre de 1913 en uno de los mayores desastres navales de la historia) y las consiguientes investigaciones, las mejores sugeridas tras este desastre fueron incorporadas al buque mientras era finalizado -(el Olympic y el Titanic fueron modificados a su regreso a Belfast). Los cambios principales incluía un casco de doble fondo en torno a las salas de motores y de caldera y elevar los quince manparos estancos hasta la cubierta "B" (1) junto con un número más elevado de botes salvavidas.
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El Britannic durante su servicio como buque hospital
Durante la campaña de Gallipoli, los barcos de la Cunard RMS Mauretania y RMS Aquitania sirvieron en la zona como transportes de tropas. Al declinar la campaña, el Britannic y el Aquitania fueron usados como buque hospitales para apoyar las operaciones en la península y, posteriormente, el avance de la EEF por el Sinaí y Palestina. Sin embargo, cuando se comenzó a preparar la campaña del Somme, el HMHS Britannic fue reacondicionado para operar como transporte de tropas, junto al Titanic, y utilizados por el gobierno canadiense para transportar tropas desde Halifax, a Gran Bretaña.

Antes de tomar parte en este servicio, el RMS Britannic realizó un último viaje comercial para la White Star Line. El 10 de abril partió de Nueva York con destino a Liverpool. El sistema de los convoyes estaba en su infancia, y muchos buques todavía navegaban en solitario pro el Atlántico sin seguir las normas del Almirantazgo. El Britannic era uno de ellos. Transportando 2.452 pasajeros, navegaba a 22 nudos, confiando en que su velocidad haría imposible que ningún submarino alemán pudiera interceptarlo. Ese mismo día, el KMS Bremen, un submarino alemán de transporte destinado a romper el bloqueo, realizaba su primer viaje a Nueva York. Era uno de los siete submarinos construidos para transportar cargamentos entre Estados Unidos y Alemania en 1916, y romper el bloqueo naval aliado. Dos de estos submarinos fueron convertidos en submarinos de largo alcance (U-kreuzers) equipados con dos piezas de 150 mm y dos tubos lanzatorpedos a popa: el mencionado Bremen y el Deutschland (2).

En la mañana del 12 de abril de 1916 un vapor español que navegaba a unos 640 kms al sur de Newfoundland, avistó al Bremen y avisó por telégrafo a todos los barcos de la zona. Unas pocas horas después, el Britannic divisó a un submarinos emergido a unos 500 metros a proa. Los vigías alertaron al puente y el capitán del navío, Charles Bartlett, cambió el rumbo para embestir al submarino. Increíblemente, la tripulación alemana no vio al enorme barco que se abalanzaba sobre su buque hasta que abrió fuego con una de las seis piezas de artillería de 150 mm que le habían sido instaladas. El submarino intentó sumergirse a toda velocidad y disparó dos torpedos en dirección al buque inglés. Uno de los torpedos alcanzó al navío en la banda de estribor, pero causando daños mínimos, aunque dos tripulantes y una pasajera, la señora Mary Hoy, de Chicago, resultaron heridos. El daño no impidió que el Brittanic embistiera al Bremen, que sufrió graves daños. Incapacitado para sumergirse, su comandante, Kapitaenleutnant Karl Schwartzkopf, al ver como el navío británico le apuntaba con sus cañones, no tuvo otra alternativa salvo rendirse.

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El Bremen siendo exhibido en Londres tras su captura.
En Estados Unidos la opinión pública estalló con rabia al conocer las noticias del ataque contra el Britannic, todavía fresco el recuerdo de lo sucedido con el Lusitania el año pasado. El presidente Woodrow Wilson estaba furioso, pero continuó empeñado en mantener a su país lejos de la guerra europea. Pero pronto se vio en posición comprometido cuando, unos pocos días después, el cruceo auxiliar alemán Prinz Eitel Friedrich capturó al navío estadounidensne William P. Frye (3,374 toneladas) e hizo prisioneros de guerra a sus tripulantes, que fueron llevados a Alemania. Wilson, temiendo que esto pudiera resultar devastador en las elecciones que iban a tener lugar ese mismo año, amenazó con cortar las relaciones diplomáticos con Alemania a menos que se restringieran las operaciones submarinas. Berlín le hizo caso, pero, desafortunadamente, ya era tarde.

Uno de los resultados más importantes del incidente del Britannic fue que terminó el cisma republicano. En 1912 el partido Republicano se vivió cuando el ex-presidente Theodore Roosevelt, frustrado por las políticas del presidente Taft, abandonó sus filas y formó el partido Progresista, hecho que permitió que Wilson ganara las elecciones de ese año y dañara las relaciones entre Roosevelt y su ex-partido. Peor aún, para 1916 el partido Progresista se había hundido. Si querían derrotar a Wilson, Roosevelt y los republicanos tenían que hacer las paces.

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¿Y quien mejor que Teddy para hacer una heroicidad?
Los contactos entre ambos bandos, iniciados en enero de 1916, se aceleraron con los incidentes navales y permitieron presentar un candidato conjunto Republicano-Progresista, limando de paso algunas asperezas. Considerando las ventajas, el partido Republicano decidió aprovechar la furia patriótica y, de repente Roosevelt se convirtió en el perfecto candidato para derrotar a Wilson. Así, en junio de 1916, ambos partidos decidieron presentarse con un candidato único. Salvo por pequeñas discrepancias referentes al servicio militar universal, apoyado por Roosevelt pero inaceptable para los republicanos, se alcanzó el acuerdo de que el carismático expresidente era la mejor solución posible y se convirtió en el candidato republicano, con William G. Harding como vicepresidente. El eslogan de Wilson – ‘nos mantuvo fuera de la guerra’ – se iba a volver en su contra.

La campaña republicana quedó dotada de un fervor evangélico mientras Roosevelt recorría el país en tren, repitiendo a las masas que “Estados Unidos no puede permanecer indiferente ante la tormenta que devasta Europa, y menos aún ante los acontecimiento que tienen lugar en el Atlántico”. Roosevelt se enfrentó con vigor a las acusaciones democráticas de promover la guerra mediante una serie de comparaciones de su periodo como presidente, defendiendo los interess de la nación en Sudamérica, Marruecos y el Pacífico, con la titubeante política exterior de Wilson. Además, el haber recibido el Premio Nobel de la Paz por su mediación entre Rusia y Japón en 1905 convirtió dichas acusaciones en algo chistoso. Pese a ello, Roosevelt insistió que Estados Unidos debía estar preparado para hacer frente a todas las emergencias posibles y que, claramente, Wilson no era el hombre para ello, pues había hundido el prestigio de la nación.

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Roosevelt vs Wilson. Nunca antes una elección presidencial tuvo tal aspecto de ring de boxeo.
Así, cuando los votantes acudieron a las urnas el 7 de noviembre, todo el mundo daba por hecha la victoria de Roosevelt. Nadie esperaba que la diferencia entre ambos contendientes sería de más de dos millones de votos (10,226,606 votos (53.7%) para los republicanos vs 7,999,221 votos (42.0%) demócratas). Theodore Roosevelt regresaba al número 1600 de la avenida de Pennsylvania para un histórico tercer mandato.



(0) Seguro que Zepp Brannigan esto le parecería poco.
(1) De hecho, la medida histórica sólo afectó a 6 de los 15 mamparos
(2) Vale, estos submarinos sólo estaban armados con dos piezas de 150 mm y no disponían de tubos lanzatorpedos. Además, la clase Deutschland (también conocida como clase U-151) no estuvo lista hasta 1917, pero ya sabéis lo caprichoso que soy a veces.
 
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