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Más trincheras... :p

Por ser tú, te adelanto que, antes de lo que te esperas, va a venir un meneo brutal del frente, con grandes avances y retrocesos en Francia y Rusia (bueno, aquí sólo retrocesos :p) -y algo menores en Italia-... Confío en que tengas calcetines limpios, porque te voy a alistar en la infantería ligera :D
 
Por ser tú, te adelanto que, antes de lo que te esperas, va a venir un meneo brutal del frente, con grandes avances y retrocesos en Francia y Rusia (bueno, aquí sólo retrocesos :p) -y algo menores en Italia-... Confío en que tengas calcetines limpios, porque te voy a alistar en la infantería ligera :D

Para cuando unes la EEF y la MEF con los italianos y acabas de una vez con la guerra??
 
Para cuando unes la EEF y la MEF con los italianos y acabas de una vez con la guerra??

¿Tú estás loco? ¿Enviar gente a Italia? ¿Para que se me vuelven blandurros como ellos? Amos anda...
 
Capítulo cincuenta y nueve: En otro frente muy lejano...


Como parte del esfuerzo bélico conjunto de los Aliados, Cadorna lanzó al grueso del ejército italiano contra el frente enemigo en la zona de los Alpes Cárnicos. Comenzó con la Quinta Batalla de los Alpes (9-17 de abril de 1917). Pese al uso de barreras artilleras y humo, las cuarenta y un divisiones italianas fueron incapaces de avanzar contra los decididos defensores austro-alemanes, inferiores en número pero fuertemente atrincherados. También fracasó un ataque de diversión contra monte Matajur, en los Alpes Julianos, en la fronteras entre Eslovenia e Italia,y, donde un teniente llamado Erwin Rommel defendió la montaña con 100 hombres frente a 7.000 italianos. La ofensiva italiana terminó con escasos avances y grandes bajas en ambos bandos (65.000 bajas italianas -17.000 muertos, 48.000 heridos- vs 35.000 austrogermanos -3.000 muertos, 23,000 heridos-).

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Ni siquiera la aniquilación de la flota austro-húngara a manos de la Royal Navy animó a Roma. Tras la importante victoria sobre la flota alemana, Jellicoe fue enviado al Mediterráneo para reforzar las fuerzas navales aliadas en la zona, que estaban sufriendo las incursiones de la marina de la Monarquía Dual. Incluso cuando la flota italiana se sumó al esfuerzo aliado los aliados siguieron sin poder detener las salidas del enemigo. Así, donde la Flota del Mediterráneo fracasó, los acorazados de Jellicoe triunfarían. Usando el bloqueo del canal de Otranto para canalizar las rutas de la flota enemiga, la Gran Flota patrulló la zona esperando a a que el almirante Miklós Horthy zarpara para realizar un nuevo ataque contra el bloqueo. El 18 de abril, los austríacos partieron al encuentro de su destino. A cambio de perder al viejo acorazado HMS Monarch y dos flotillas de destructores, Jellicoe logró hundir cinco acorazados austríacos -uno de ellos, el buque insignia de Horthy, el Tegetthoff-, un crucero pesado y dos flotillas de destructores. Después de esta derrota, los restos de la flota austrohúngara no volvería a abandonar sus bases en Pola y Cattaro durante el resto de la guerra (1). Dos días más tarde, la pequeña flota turca -formada por dos acorazados anticuados, un buque de defensa costera y dos cruceros ligeros- fue aniquilada por la flota francesa del Mediterráneo cuando los otomanos intentaron interceptar los convoyes que transportaban la Fuerza Expedicionaria de Oriente Próximo, al mando del general Gallieni, en camino hacia Siria. La flota francesa aplastó a sus enemigos, hundiendo los dos cruceros y dañando al resto de navío, que funeron hundidos por la flota de Jellicoe dos días después.

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Incapaz de admitir que había sido derrotado, Cadorna reanudó la ofensiva, atacando de nuevo los Álpes Cárnicos (Sexta Batalla de los Alpes, 6–17 de agosto de 1917) y al oeste del río Isonzo (Cuarta Batalla del Isonzo, 6–14 de agosto). En Eslovenia, tras duros ye ncarnizados combates, el Segundo Ejército italiano (general Capello) forzó al ejército austríaco del Isonzo (general Boroevic) a retirarse hasta las colinas Posavsko, donde los austrohúngaros detuvieron el avance italiano. En el norte, todos los ataques italianos fracasaron contras las fuertes defensas de la cordillera del Hohe Tauern, forzando a los atacantes a regresar a sus posiciones de partida- Tras la batalla, ambos bandos estaban agotados. Los austríacos no hubieran podido resistir otro atauqe, ni Cadorna podía haber organizado otro ataque, que, irónicamente, hubiera podido decidir el curso de la batalla, que terminó en un sangriento empate (117.000 bajas italianas -30.000 muertos, 97.000 heridos- vs 83.000 austrogermanos -8.000 muertos, 65.000 heridos, 10.000 prisioneros-).El final de estos combates creó un peligroso saliente entre las líneas del 2º y el 3er Ejército italianos en la zona de Bela krajina. Con la moral italiana desplomándose, Cadorna planeó una nueva ofensiva y reunió todavía más divisiones y cañones a lo largo de la sierra del Hohe Tauern. Esto daría lugar a la Séptima Batalla de los Alpes, que dio comienzo el 20 de agosto, dos semanas más tarde (2).

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Cadorna lanzó 50 divisiones y tantos cañones como pudo reunir, privando al Tercer Ejército en Rijeka de casi toda su artillería, y se lanzó de nuevo contra las líneas enemigas (Séptima Batalla de los Alpes, 20 de agosto - 8 de septiembre de 1917). Esta vez Cadorna cambió sus tácticas. En lugar de lanzar a sus tropas en ataques masivos de corta duración una y otra vez, comenzó un asalto continuo con una tercera parte de sus divisiones, dejando otra tercera en reserva, cerca del frente, y el resto no demasiado lejos. Así, tan pronto como las fuerzas austríacas se desgastaran en el combate, la segunda reserva intervendría y el tercer grupo de fuerzas se aproximaría al frente para proseguir con la maniobra. Inicialmente el ataque fue un éxito, y en dos semanas el ejército italiano logró avanzar hasta 50 kms de Lienz, aunque el resto de ataques en los otros sectores fracasaron. Sin embargo, una gran contraofensiva austríaca lanzada el 3 de septiembre recuperó la mayoría de todo el territorio perdido y, para cuando Cadorna detuvo las operaciones, el día 8, los avances habían sido escasos.

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Las bajas fueron enormes, 96.000 italianas y 56.000 austríacas. Con el frente austrohúngaro a punto de hundirse, von Hindenburg y Ludendorff enviaron más refuerzos a la zona y se dispusieron a lanzar una ofensiva conjunta. Cadorna, al recibir informes sobre la presencia de tropas alemanas, canceló los ataques y ordenó que se adoptaran posiciones defensivas (3).





(1) En lugar lugar del Adriático están el Goeben y el Seydlitz. Lo puedo asegurar porque cuando acabó la guerra mis barcos los divisaron regresando a Alemania, no porque me los encontrara durante toda la guerra.
(2) En 1914-18, la 11ª batalla del Isonzo comenzó el 19 de agosto de 1917. Si hubiera sabido lo que se me avecinaba...
(3) El frente de los Alpes es una zona horrible para atacar: sudas sangre para llegar hasta las montañas y, una vez allí, el enemigo contraataca y te encuentras camino de vuelta a la casilla de salida mientras rezas para que el enemigo no te agujeree las líneas en un contraataque mientras tararea "An der schönen blauen Donau". Vale que son italianos, pero leñe, un poquito de esfuerzo, puñeta...
 
O sea, ¿que la partida ya la tienes terminada? :D

Si, la terminé en enero pasado. Es el primer AAR que escribo sabiendo a conciencia cómo termina.

La guerra ya esta mas que acabada en cuanto las tropas de Asia y África entren en Constantinopla

De Estambul a Berlín hay un largo camino, no se si te has fijado. Y mucho río y mucha montaña.
 
Capítulo sesenta: Revolución en Petrograd

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Soldados, estudiantes y trabajadores ocupan las calles de Petrogrado durante la Revolución de Febrero

La crisis temporal del ejército farncés no fue la peor de las calamidades que atribularon a los aliados en 1917. Finalmente, estalló la tormenta en Rusia. El 7 de marzo (según el viejo calendario, el 22 de febrero) de 1917, los obreros de Putilov, la mayor fábrica de Petrogrado, se lanzaron a la huelga. Auqnue se produjeron algunos enfrentamientos con las tropas, no hubo victimas que lamentar. Pronto la protesta se escapó de todo control y el 10 de marzo 50.000 obreros estaban en huelga. Los estudiantes, oficinistas y maestros se sumaron a los obreros en las calles y las reuniones políticas. En las calles aparecieron banderas rojas y la muchedumbre gritaba "¡Fuera la Alemana! ¡Fuera Protopopov! ¡Abajo la guerra!"[1]. A continuación se amotinó el grueso de la guarnición de Petrogrado, empezando por el regimiento de guardias Volynsky, qa los que pronto siguieron el resto de regimientos, el Semenovsky, el Ismailovsky, el Litovsky e incluso el legendario regimiento de guardias Preobrazhensky, fundado por Pedro el Grande. La autoridad del gobierno se vino abajo.

Nicolás II tardó en reaccionar ante estas noticias, pero, cuando lo hizo, intentó viajar hasta Petrogrado para restaurar el orden del Imperio, pero los ferroviarios en huelga impidieron su viaje. Detenido en Pskov, el zar se reunió con sus principales generales y ministros, que le sugirieron de manera unánime que abdicara. Consciente de que el ejército ya no era leal a la corona, el zar se resignó a aceptar lo inevitable y abdicó el 15 de marzo (viejo calendario, 2 de marzo) en su nombre y el de su hijo, el zarevich Alexei. Como su sucesor, Nicolás nombró a su hermano, el Gran Duque Miguel Alexandrovich, como su sucesor. Pero Miguel vaciló y, aunque contaba con el apoyo de Guchkov y Milyukov, la oposición de Lvov y Kerensky (2) le disuadieron y el Gran Duque retiró su candidatura al trono. El 16 de marzo (3 de marzo según el viejo calendario) se formó un gobierno provisional, liderado por un aristócrata liberal, el principe Georgy Yevgenyevich Lvov. Milyukov se convirtió en ministro de exteriores y Guchkov de la guerra. Kerensky representaba al Soviet como ministro del Interior. Los socialistas habían formado su propio gobierno, el Soviet de Petrogrado cuatro días antes. Así, pronto el Soviet de Petrogrado y el Gobierno Provisional lucharían por el control de Rusia.

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Los aliados occidentales reaccionaron positivamente ante lo que percibieron como una victoria del liberalismo. El primero en reconocer el nuevo estado fue Roosevelt, que por mucho tiempo se había opuesto al zarismo, afirmando que se sentía mejor al no tener que luchar junto a un régimen autocrático. En Londres Lloyd George recibió con agrado estas noticias, como una manifestación positiva para el bando aliado, añadiendo que ‘en el fondo, esta guerra es una lucha por el gobierno popular y por la libertad.’ Mientras, el ex-zar Nicolás pedía que el nuevo gobierno le diera permiso para dirigirse a Tsarskoe Selo y de ahí a Romanov-on-Murman, en la costa del mar de Barents, lo que dio pie a que circulara un rumor de una posible conspiración zarista para restaurar el gobierno autocrático en el poder. El Soviet demandó que la familia imperial fuera retenida en Tsarskoe Selo. El gobierno llevó a cabo esta medida, pero asignado a tropas leales la custodia de los Romanov. El ministro de asuntos exteriores, Milyukov, envió un telegrama a Londres el 17 de marzo pidiendo al gobierno británico que concediera asilo al depuesto zar y a su família.

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Los Romanov, de ser la família más poderosa y rica del mundo, a meros inmigrantes.

Al día siguiente, Lloyd George, Bonar Law, Lord Stamfordham -el secretario privado de Jorge V- y Lord Hardinge, subsecretario del Foreign Office, se reunieron para discutir sobre el telegrama de Milyukov. Considerando que la vida de la família imperial estaba en peligro, se decidió informar a sir George Buchanan, el embajador británico en Petrogrado, para que ofreciera asilo en Inglaterra a los Romanov. Buchanan transmitió esta invitación a Milyukov, pero Jorge V, preocupado por las consecuencias que este acto podría tener sobre el futuro de la corona británica y no queriendo asociarse con el odiado autócrata casado con uan alemana, sugirió que Suiza o Dinamarca serían mejores lugares para acoger a su depuesto primo. Sin embargo, Grey informó a Stamfordham que la oferta ya había sido realizada. Los críticos de izquierdas británicos estaban indignados por la perspectiva de la llegada de Nicolás a Gran Bretaña y los diputados laboristas expresaron su aversión a la idea de que los Romanov se instalaran en las islas Británicas, mientras la prensa socialista avisaba al rey de los peligros que tal acción podían conllevar.

Por ello, Lloyd George preguntó al embajador francés en Londres, Paul Cambon, si Francia podría aceptar al derrocado Zar. Cambon se quedó mudo de horror ante tal propuesta, pero no lo dijo abiertamente. Así, mientras los británicos intentaban descifrar el verdadero significado de la respuesta de Cambon, la solución al problema apareció desde el lugar más inesperado.

España.

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El crucero acorazado Emperador Carlos V
Desde el comienzo de la guerra, el rey Alfonso XIII de España había presidido un comité desde el Palacio de Oriente para interceder por miles de prisioneros de guerra de ambos (3). Al conocer los sucesos de Petrogrado, quedó profundamente afectado por las perspectivas de futuro del zar y su familia. Llegó a escribir una carta de su puño y letra a Jorge V pidiendo que ayudara a rescatar al desafortunado zar e incluso propuso a los reyes de Suecia y Noruega que permitieran la llegada de un navío de guerra español a uno de sus puertos, desde donde los Romanov embarcarían rumbo a España. Gustavo V de Suecia, que estaba emparentado con el zar, apoyó el plan y contactó con Christian X de Dinamarca y Haakon de Noruega para contar con su colaboración. Por su parte Foreign Office desdeñó este plan como una mera locura y, por un tiempo, fue olvidado.

Fue al saber que los extremistas rusos querían encarcelar y juzgar al ex-zar cuando el plan fue resucitado. Las dudas de Cambon persistían. Nicolás Romanov, en un principio contrario a marcharse de Russia por la enfermedad de sus hijos, se animó al conocer la propuesta española. El 27 de marzo, Milyukov realizó una petición oficial a Madrid para que se concediera asilo político al depuesto monarca y su familia, que fue respondida favorablemente por el gobierno de Álvaro de Figueroa dos días después. De inmediato, el viejo crucero acorazado Emperador Carlos V partió hacia Romanov-on-Murman (actual Murmansk), mientras la familia imperial viajaba hacia el puerto del mar de Barents bajo feurte escolta. Para el 6 de abril, los Romanov ya estaban instaladas en una casa del pequeño puerto. El 8, el crucero español llegaba y, bajo una estricta guarda de tropas leales, el último de los zares Romanov subió a borod del Carlos V sin ceremonia alguna.



[1] Alexander Dmitriyevich Protopopov, Mininistro del Interior,contaba con el apoyo de la zarina Alejandra, que lo mantuvo en el poder a pesar de las enormes protestas que se levantaron en su contra y las exigencias de su dimisión.
[2] Alexander Ivanovich Guchkov fue el presidente de la Duma. Tras la Revolución de febrero, se convirtió en ministro de la guerra del Gobierno Provisional; Pavel Nikolayevich Milyukov fue el fundador y líder del Partido Constitucional Demócratas (los Kadets); el príncipe Georgy Yevgenyevich Lvov, otro Kadet, fue el presidente del Gobierno Provisional; Alexander Kerensky fue uno de los destacados líderes de la Revolución de Febrero, miembros del Comité Provisional de la Duma, vicepresidente del Soviet de Petrogrado y el primer Ministro de Justicia del nuevo Gobierno Provisional.
[3] Ayudó a repatriar a 70.000 civiles y 21.000 soldados y se ocupó de visitar los campos de prisioneros y estudiar su situación.
 
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¿Verdad que si? Se sabe poco de la tarea humanitaria realizada desde el Pardo entre 1914-1918.

Lo malo es que me ha llevado a repasar como estaba España en 1917 y se me ha mojado la polvora...
 
Capítulo sesenta y uno: Asuntos imperiales y ajetreos americanos


Desde que EEUU se unió a los aliados el 31 de enero de 1916, Roosevelt estaba ansioso por demostrar el compromiso de la manera más feaciente posible. Su determinación quedó deomstrada por una serie de discursos destinados a reforzar la moral nacional y movilizar al país de cara a la guerra. El presidente atacó con dureza a los pacifistas y a los americanos de origen alemán e irlandés que apoyaban la causa germana, a los que tachó de traidores. No se toleraba ni siquiera una voz contraria, ni aunque fuera la de un representante de la nación legalmente elegido por las urnas: el congresista y exgobernandor de Wisconsin, Robert M. LaFollette, que había asegurado en su día que la política armamentística de Wilson estaba bajo la influencia de "grupo de millonarios que están consiguiendo benefícios astronómicos en la guerra europea ", se encontró siendo investigado por un comité del congreso. La firme posición de La Follette contra la participación americana motivó que el senador John S. Williams le acusara de ser "pro-alemán, muy pro-godo (1) y pro-vandalo." El partido socialista de EEUU también sufrió un duro acoso por su política pacifista. Su lider, Eugen Debs, fue condenado a 20 años de cárcel por pronunciar discursos poco patrióticos.

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Roosevelt en pleno furo nacionalista

Una de las primeras tareas de Roosevelt fue confirmar la postura de EEUU en el conflicto extendiendo la declaración de guerra contra Austria-Hungría, Bulgaria y el imperio otomano. Así demostraría a sus aliados que EEUU iba en serio y se aseguraba que su nación estaría incluida en cualquier negociación de paz que se entablar con estas tres naciones. El Congreso aprobó esta declaración de hostilidades, si bien muchos de sus miembros se preguntaban que habían hecho Austria-Hungría, Bulgaria y el imperio otomano para justificar la hostilidad americana. De hecho, sin embargo, esta declaración de guerra no tendría demasiado peso, pues Roosevelt estaba profundamente convencido de que Francia era el teatro de operaciones donde se decidiría el curso de la guerra y concedía poca importancia a otros escenarios bélicos.

Sin embargo, la nación no estaba lista para entrar inmediatamente en combate. El ejército profesional apenas contaba con 98.000 soldados en filas, de los que 45.000 estaban destinados en ultramar (Filipinas, Panamá, etc) y unos 29.000 eran necesarios para la defensa local. Peor aún, el equipo era escaso y anticuado. Sólo se disponía de 400 cañones pasados de moda y munición suficiente para unos pocos minutos de fuego real; para la tropa se disponía de 1.500 ametralladoras y 285.000 fusiles Springfield, con muy escasa munición. No se disponía de morteros, granadas para fusil o de mano, lanzallamas, obuses pesados o tanques. El Servicio Aéreo del Eje´rcito disponía de 1.185 miembros y 285 aviones en abril de 1917. Roosevelt decidió crear un “Ejército Nacional” formado por reclutas y voluntarios. En seis meses confiaba disponer de seis divisiones listas para ser enviadas a Francia. Pero para expandir las filas del ejército, faltaba equipo. Irónicamente, el U.S. Army tuvo que depender del armamento y equipo británicos y francés, que se estaba construyendo en grandes cantidades en las fábricas estadounidenses. Sin embargo, la gran demanda de armamento del U.S. Army requeriría una considerable transformación de la industria del país para cubrirla.

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El USS Recruit fue una “acorazado” de madera emplazado en la Union Square (Nueva Yor) en 1917 para ayudar en la recluta. Fue retirado del servicio en 1920.

No fue ninguna sorpresa que Roosevelt y el general Hugh L. Scott, el jefe del estado mayor del US Army, que se escogiera como comandante de la “Fuerza Expedicionaria Americana” al general de brigada John Pershing. Éste había tenido una variada carrera militar: Había luchado contra siouxs y apaches en 1886-90; en Cuba en 1898; en las Filipinas en 1903 contra la insurrección mora y fue observador con el ejército japonés durante la guerra ruso japonesa de 1904-5. Fue ascendido a general de brigada en 1906 y asumiría el mando de la fallida expedición para capturar a Pancho Villa (1915).

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El Gabinete Imperial de Guerra en 1917

Mientras, en Londres, estadistas de todo el Imperio se reunían para discutir la dirección de la guerra. Lloud George era un firme imperialista: su visión del imperio difería en gran medida de la de su predecesor. Para él era crucial que Gran Bretaña presidiera un imperio de justicia unido por lazos de igualdad entre los dominios, que participarían por igual en la causa del bien imperial. Así fue como nació el Gabinete Imperial de Guerra, destinado a coordinar el esfuerzo militar del imperio durante el conflicto.

En al primavera de 1917 nadie podía duda del esfuerzo de los dominios en la lucha: en el frente occidental, la fuerza expedicionaria canadiense contaba con nueve divisiones, los ANZAC con una división neocelandesa y tres australianas, y los sudafricanos tenían en las trincheras otras tres divisiones. Además, los ANZAC también estaban presentes en Palestina, donde dos divisiones neocelandesas y seis australianas luchaban codo con codo junto a las tropas británicas. Incluso la India participaba en la lucha, con ocho divisiones destinadas en el frente de Mesopotamia.

La idea del Gabinete Imperial de Guerra era la más ambiciosa de todas las ideas imperiales hasta la fecha, que empequeñecía a las conferencias imperiales de 1902, 1907 y 1911. Lloyd George estaba decidido a asegurar un cierto nivel de cooperación entre todos los componentes del Imperio. Australia estaba representada por su primer ministro, Billy Hughes, que había tenido grandes problemas con el pleibiscito para introducir el reclutamiento obligatorio en su país y que había sido rechazado por un pequeño margen. Las elecciones eran inminentes y Hughes esperaba que su papel en el Gabinete Imperial de Guerra podía favorecerle para ganas votos.

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(arriba) Borden, Hughes, (abajo) Smuts y Massey
El primer ministro de Canadá, Robert Borden, era tan entusiasta como Hughes en conseguir el mejor resultado del encuentro de Londres. Borden había liderado a su país en el conflicto con entusiasmo, a pesar de la oposición de los nacionalistas del Quebec, que amenazaba con dividir el país. Borden estaba decidido a que su país tuviera una influencia en la conducción de la guerra pareja al esfuerzo realizado. Sin embargo, Borden también tenía problemas. La batalla del Somme había causado grandes bajas a sus tropas y sólo había un método para reemplazarlas, dado el descenso entre los voluntarios: el reclutamiento obligatorio.

Casi todos los canadienses francófonos se oponían a esta medida: no se sentían especialmente leales ni a Gran Bretañana ni a Francia. Liderados por Henri Bourassa, sólo se sentían leales al Quebec. Por ello, Borden decidió solucionar este problema antes de partir para Londres, y anunció que se impondría la recluta obligatoria mediante la Acta del Servicio Militar, que se convirtió en ley el 29 de agosto de 1917. Y afectaría a todos los varones de edades comprendidas entre los 20 y los 35 años. Sólo aquellos que fueran esenciales para las fábricas o los objetores de conciencia no estarían afectados por la ley.

Sudáfrica estaba representada por Jan Smuts, que había mandado a las tropas de su país destinadas en Francia. Smuts estaba listo para apoyar los intereses del Imperio, siempre y cuando resultaran compatibles con los sudafricanos. La delegación de la India estaba liderada por el nuevo secretario de Estado para la India, Lord Selborne, e incluía a su alteza el general Sir Ganga Singh, Marajá de Bikaner. Desde Nueva Zelanda llegó su primer ministro William Massey, y Sir Joseph Ward, ministro de economía. Newfoundladn estaba representada por su premier, Edward Morris.

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General Sir Ganga Singh, , Marajá de Bikaner.

Las sesiones empezaron con un repaso de la situación militar, y con Lloyd George expresando su confianza en los planes ofensivos del general Nivelle (1) y en las habilidades marciales de Haig, además de garantizar que el imperio otomano estaba a punto de ser derrotado. Pese a ello, y debido a las grandes bajas experimentadas en el Somme en 1916, Borden y Hughes expresaron su preocupación respecto al gasto de vidas que los planes de Haig representaban para los dominios e insistieron en que debían mantener un cierto control sobre sus tropas y no dejarlas ciegamente en manos británicas. Lloyd George mostró su acuerdo y aseguró que se crearía un ejército “imperial” bajo el mando de un oficial de los dominios. Huelga decir que tanto Robertson como Haig no pudieron más que tragarse su desagrado ante semejante idea..

El siguiente tema se refería al Comité de Primeros Ministros, destinado a armonizar las relaciones entre Gran Bretaña y el imperio, mediante unas comunicaciones más directas entre el gobierno del imperio y sus colonias y garantizando el contacto directo de éstas con el primer ministro en lugar de tener que confiar en el Ministerio de Colonias. La idea recibió grandes muestras de apoyo pero, antes de que pudiera ser planteada, noticias procedentes de Francia pusieron fin al encuentro.

(1) Esta reunión tuvo lugar antes de la ofensiva Nivelle.
 
Malas personas... Sólo diré que pudieron lavarse los pies.
 
Capítulo sesenta y dos: Kaiserschlacht


Capítulo dedicado especialmente a
los que nunca han visto a la IA
atacando y a los que se han encontrado
con el agua al cuello cuando la IA
se desmelena.






Apenas se habían desvanecido el eco de las batallas de Arrás e Ypres cuando, hacia las 04.40 del 21 de abril de, 1917, un cohete blanco iluminó el cielo cerca de San Quintín. Era la señal para que 10.000 cañones y morteros alemanes abrieron fuego simultáneamente en un frente de 20 kilómetros de largo. En cinco horas, "el tren de asedio" de Ludendorff disparó 1.160.000 proyectiles de todos los calibres (la artillería de Haig usó 1.734,873 granadas en el bombardeo de preparación para el 1 de junio de 1916 y que duró una semana).

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Los resultados fueron devastadores. La artillería británica tenía que llevar puestas las máscaras de gas y sus observadores avanzados no podían ver las bengalas de SOS de los reductos de primera línea debido a la niebla y el tremendo bombardeo. La tempestad alcanzó al 3r (Byng) y al 5º (Gough) ejércitos, además de al Cuerpo de Ejército sudafricano, y sufrieron terribles bajas como consecuencia. Hacia las 9 de la mañañn, las tropas de asalto comenzaron a cortar las alambras y 40 minutos más tarde 41 divisiones de infantería (el 2. Armée de von Marwtiz'y el 18. Armée de von Hutier) avanzaron protegidos por una barrera artillera de sus baterías de 77 mm y de 105 mm, morteros ligeros y obuses de 150 mm. La Kaiserschlacht (la batalla del Kaiser) había comenzado.

Ludendorf se había convencido de que la única oportunidad de victoria que le quedaba a Alemania era derrotar a los aliados antes de que Estados Unidos pudiera desplegar su potencial en el campo de batalla. De haber podido, hubiera esperado al colapso definitivo de Rusia, pero Ludendorff no podía esperar más. Por ello decidió lanzar la operación "Michael " en el frente de San Quintín, donde se unían los ejércitos británico y francés, y desde ahí abrirse paso hacia el canal de la Mancha y desbordar el flanco del ejército británico desde el sur, empujándolo luego hacia los puertos del canal, o aniquilándolo si resistía (1).

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¡El ejército alemán ataca!

La primera línea británica fue arrollada en casi todas partes salvo por el sector noroeste, pero esto era inevitable y había sido previsto. Al final del primer día, el 5º Ejército británico estaba en plena retirada. La mayoría de sus reductos quedaron abandonados a su suerte y desbordados por la infantería alemana que seguía a las tropas de asalto. Ese día los alemanes avanzaron 6 kilómetros y, por la noche, los alemanes habían llegado a Peronne y nada se oponía a que llegaran hasta Arrás. El 23 de abril los británicos estaban de vueltas al viejo campo de batalla del Somme. La situación era peor que durante el primer día de la ofensiva, aunque algunas unidades habían recuperado el contacto con el resto del ejército británico. La retirada continuó, pese a la magnifica resistencia de los 500 hombres de una brigada sudafricana, que fue rodeada por los alemanes al norte del bosque de Marrières, resistió ocho horas contra dos divisiones germanas. Sólo su comandante, el general de brigada F.S. Dawson, y menos de 100 soldados fueron hechos prisioneros.

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Tropas alemanas entran en una ciudad francesa.

El mando aliado, se derrumbó. Como la ofensiva Nivelle había terminado, Haig recuperó toda su autonomía con respecto al mando francés. Por ello, Foch y Clemenceau se reunieron en Compiègne (25 de abril de 1917) con Edward Stanley, conde de Derby, secretario de estado para la guerra, y el general Sir Henry Wilson para discutir la crisis. Ambos bandos llegaron a la misma conclusión: había que lograr por todos los medios la unificación del mando para que permitiera a los ejércitos aliados combatir como uno sólo. Sólo un hombre podía hacer ese trabajo: el general Foch. Frente al asalto germano, ni Petain ni Haig se quejaron. Antes de la reunión, Haig le dijo a Derby: "ahora, lo que realmente importa es qué tipo de ayuda nos puede prestar el ejército francés y cuando" (2). Esta misma tarde, Foch, por una "provisión especial" de los gobiernos francés y británico, se convirtió en el Comandante Supremo de los Ejército Aliados con el rango de Généralissime ("generalísimo") para coordinar sus acciones de combate.

El 27 de abril, la segunda fase de la ofensiva alemana comenzó cuando 9 unidades de elite atacaron al exhausto 3er Ejército británico, que se vino abajo ante la presión enemiga. Ni siquiera una serie de contraofensivas contra Amiens, Gante y Lille, junto con renovados esfuerzos rusos (3), pudieron detener la ofensiva germana. El 2 de mayo, los primeros soldados alemanes llegaron a la costa del canal. Ese día el avance alemán comenzó a tambalearse: su infantería estaba agotada y los problemas para mover la artillería y los suministros eran cada vez mayores. Las divisiones de infantería alemanas estaban agotados y todos los refuerzos disponibles eran reclutas medio entrenados; las columnas de suministros estaban trabajando sin cesar y la falta de caballos sólo complicaba sus esfuerzos. La llegada de refuerzos británicos, canadienses y australianas en los flancos del saliente reforzaron la defensa aliada. Entonces, Ludendorff anuló este ataque y se preparó para marchar contra la BEF en el norte, para aniquilarla junto con el cuerpo expedicionario portugués y el ejército belga. Sin embargo, no tuvo tiempo de preparar este nuevo ataque. El 3 de mayo de 1917, los aliados comenzaron su contraofensiva y con ella pusieron fin a la última posibilidad de victoria germana.

Sin embargo, para los estándares de la época, había sido un avance notable, aunque de poco valor, una victoria pírrica en términos de bajas sufridas por las tropas de élite, y el nuevo terreno ganado era difícil de defender, pues creaba un saliente en las líneas alemanas que costaría proteger frente a los contraataques aliados.

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La historia oficial británica (1937) calculó las bajas aliadas en 238.000 hombres (124.500 británicos, 43.000 canadienses, 30.800 ANZACs y 39.700 franceses), de los que unos 60.000 cayeron prisioneros, un tercio eran heridos o gaseados en esas sangrientas semanas de lucha y retirada. Era una media de bajas diarias de 19.840, mucho más elevadas que el día más sangriento del Somme. Se habían perdido también 2.420 cañones, 3.960 ametralladoras, decenas de miles de caballos y decenas de. Pero la mayoría de estas perdidas materiales se podrían reemplazar de nuevo. El 26 de Winston Churchill, ministro de municiones, informó que se iban a entregar 1.915 cañones a Haig para el 6 de mayo. Las fábricas de municiones trabajan sin descanso y la producción de ametralladoras alcanzó las 10.000 mensuales. El alto mando pidió 230 millones de proyectiles para armas ligeras en o hacia el 26 de abril. El RFC recibió 276 aviones y 1.310 tripulantes para reemplaza las bajas sufridas en esos días de combates.

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La primera oleada de prisioneros cruza un pueblo al sur de San Quintín el 21 de abril. La mayoría de estos soldados del Quinto Ejército parecen estar muy aliviados de dejar la lucha.

Este espectacular avance costó a los alemanes 293.700 hombres, lo que dejaba la media de bajas diarias en 26.700, lo que superaba incluso las perdidas sufridas en los duros combates de 1914 o el Somme. Pero estas perdidas incluían una parte considerable de sus fuerzas de elite, que no podrían ser reemplazados por completo por los reclutas de la quinta de 1919.

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Los alemanes en el canal de la Mancha...


(1) De hecho, la histórica Kaiserschlacht sólo buscaba cercar a la BEF y aniquilarla, pero la IA se puso ambiciosa y me hizo una faena.
(2) De hecho, quien dijo esto fue Lord Milner, el entonces secretario de estado para la guerra, en marzo de 1918, a Wilson.
(3) Como veremos en futuros capítulos.
 
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O sea, que no hay Kessel. Pues que bien.
 
Haberlo haylo, si miras la última imagen. Ya veremos cuanto dura.
 
Haberlo haylo, si miras la última imagen. Ya veremos cuanto dura.

Con esta frase queda claro que no durará nada

"Sin embargo, no tuvo tiempo de preparar este nuevo ataque. El 3 de mayo de 1917, los aliados comenzaron su contraofensiva y con ella pusieron fin a la última posibilidad de victoria germana".