Capítulo cuarenta y cinco: ¡Jerusalén, Jerusalén!
Mientras tanto,, Allenby preparó el avance de la EEF haca Jerusalén. Empezó trasladando el cuartel general de la EEF del hotel Savoy, en El Cairo a una tienda situada en Rafa, cerca del frente, mostrando su deseo de combatir. También se dedicó a visitar el frente para familiarizarse con las tropas bajo su mando, algo que Murray nunca hizo. El refuerzo de la EEF no estaba limitado a su nuevo comadnante, dos nuevas divisiones llegaron a Palestina a finales de junio: la 74ª (Yeomanry) y la 52ª (Lowland). Además, Allenby se desprendió de algunos oficiales para los que no tenía destino (entre ellos, el jefe del estado mayor de la EEF, el general de brigada sir Arthur Lynden-Bell –apodado ‘Belinda’ (1) por otros oficiales-, que fue reemplazado por el general de brigada Louis Jean Bols, que había servido junto a Allenby en Francia). El nuevo comandante se encontró pronto con un problema, cuando el teniente Alexander Hardinge le fue asignado como ayudante de campo. Hardinge era hijo del virrey de la India, y su hermano mayor, Edward había caído luchando en Francia con su unidad, el 15º de Húsarse del Rey, en diciembre de 1914. Allenby odiaba esta situación, porque le recordaba el desgraciado asunto Buller-Roberts (2). Al menos podía dar gracias a que el heredero de la corona, Eduardo, que por esos días estaba en Jartúm, estuviera bien alejado del frente.
El príncipe de Gales durante su visita en el Sudán.
Allenby tenía otros problemas. Mientras Asquith y el Comité de Guerra le animaban a avanzar tanto como fuera posible, el general Robertson le recordaba que la EEF tenía que conformarse con los recursos que tenía a mano. Pese a todo, tenía como objetivo ocupar la Jerusalén-Jaffa y se dedicó a pensar en como conseguirla. Para ello contaba con la ayuda del general Chetwode, que impresionó a su superior por sus detallados planes. Así, cuando Londres pidió a Allenby que atacara con la mayor rapidez, él ya estaba listo.
El mando británico sobreestimó las fuerzas otomanas, calculando sus efectivos en once divisiones con todos sus efectivos, mientras que, en realidad, apenas eran seis divisiones escasas de efectivos, y cuyos refuerzos estaban siendo desviados a hacer frente a la revuelta árabe. Entonces, el 20 de julio, Allenby pasó al ataque. Con una finta de la caballería que amenazó Ascalón, los británicos se pusieron en marcha: el golpe verdadero cayó sobre Sheria, en el centro de la línea defensiva Gaza–Beersheba mientras el Royal Flying Corps bombardeaba los aeródromos enemigos. Pronto los defensores turcos perdieron toda cohesión y el frente se derrumbó a las pocas horas del comienzo del ataque. Sus columnas fueron hostigadas por los aviones británicas durante su retirada, pero, pese a todas las dificultades, lograron establecer nuevas posiciones defensivas que iban desde la desembocaduras del Nahr Sukereir, en el mar Mediterráneo, hasta Beit Jibrin, no muy lejos de Tel el Khuweilfe, en las montañas de Judea. Por desgracia, la mayoría de sus trincheras estaban incompletas cuando Allenby reanudó su ofensiva el 23 de julio.
Asaltando trincheras en Palestina.
Pese a los esfuerzos de von Falkenhayn, comandante de los ejércitos turcos 7º y 8º, así como varios contraataques otomanos, las fuerzas aliadas aplastaron las defensas enemigas y la caballería se lanzó al galope hacia Jerusalén. El 23 de julio, el comandante del Cuerpo Montado del Desierto, teniente general sir Henry George Chauvel, ordenó a sus dos divisiones que avanzaran contra Ramla y Latrún. Los Yeomanries llegaron a la carretera de Jerusalén en Abu Shusheh, sin encontrar resistencia enemiga. Al día siguiente, la Brigada de Fusileros Montados neocelandeses tomaron Jaffa, asegurando el flanco izquierdo de la EEF. Pese a que en estos momentos la EEF había estirado al máximo sus líneas, su avance no se detuvo gracias al esfuerzo de los camiones de las compañías motorizadas del British Army Service Corps (ASC – Cuerpo de Logística) y los camellos del Cuerpo de Transporte Egipcio. El 25 de julio el 4º Regimiento de Caballería Ligera alcanzaba las montañas de Judea, desde donde se envió un sencillo mensaje a Allenby:
"
Johnny Turk desaparecido. Jerusalén lista para ser tomada".
Esto le iba perfecto, por lo que el general ordenó a todas sus fuerzas marchar sobre la Ciudad Santa. Belén cayó en la noche del 27 de julio y, a la mañana siguiente, el alcalde de Jerusalén, Hussein Salim al-Husseini, entregó la carta del gobernador turco, ofreciendo la rendición de la ciudad, al sorprendido soldado S. Baldrick, del 2/19º Batallón del regimiento de infantería ligera de Tydfilshir, que estaba explorando por delante del cuerpo principal, buscando un lugar en el que aliviarse. Por pura casualidad la carta llegó a manos del general de brigada C.F. Watson, comandante de la 180ª Brigada de Infantería, si bien algo cambiada de color (3). El 30 de julio, diez días después del comienzo de la ofensiva, el general Edmund Allenby entró a pie en Jerusalén a través de la puerta de Jaffa.
Durante el avance hacia Jerusalén, las bajas británicas sumaron 9.000, mientas que las otomanos fueron 17.000, más 3.000 prisioneros, 50 cañones y cientos de ametralladoras y fusiles capturados.
La guerra se adentró entonces en un nuevo campo de batalla, que tendría un resultado inesperado para la familia real británica. Con los grandes combates de la Gran Guerra consumiendo todos los recursos de la sociedad moderna, el avión, que hasta entonces había sido ignorado por su aparente escaso militar, demostró que sus críticos estaban equivocados. Por ello, el Royal Flying Corps, el brazo aéreo del ejército británico desde 1912 a 1918, desplegó 185 aviones para la ofensiva del Somme, apoyados por otros 200 franceses. Como resultado de las experiencias iniciales, ambos bandos comenzaron a desarrollar unidades aéreas especializadas. Surgieron diversos nuevos modelos de aviones, de los que no todos sobrevivirían. Uno de estos era el “aviones de combate”.: un avión de gran tamaño, pesadamente armado y con varios motores, destinado a ser usado como caza. Pronto demostró ser demasiado vulnerable a los cazas monoplazas, más maniobrables. Pero resultó ser muy útil como avión de ataque al ser dotado de bombas bajo las alas. En Alemania, estos “aviones de combate” (Kampfflugzeug) fueron convertidos en bombarderos. Este tipo de avión llevaba fabricándose desde 1915 (por ejemplo, el primer prototipo del Gotha G.I realizó su primer vuelo el 30 de enero de 1915 y fue usado como avión de reconocimiento en el frente oriental, aunque en p3euqeñas cantidades –cinco o seis ejemplares-).
Boelcke logró convertir el cielo en un infierno incluso sin usar un caza...
A partir de 1916 los aviones comenzaron a ser usados para apoyar a la infantería en sus operaciones, atacando trincheras, y manteniendo el contacto entre las unidades avanzadas y sus mandos. Los primeros combates aéreos tuvieron lugar en marzo de 1916 cuando el “azote Fokker” tomó los cielos al asalto. Desarrollado por el holandés Anthony Fokker, los aparatos zas del tipo E se convirtieron en los primeros cazas verdaderos de la historia. Usados desde mediados de 1915 (E-1), pronto se hicieron con el domínio del cielo, no porque fuera un avión excepcional, sino por las novedosas técnicas de combate aéreo desarrolladas por los pilotos alemanes. Para la primavera de 1916 los nuevos cazas aliados (el Airco DH-2 británicos y el Nieuport 11 francés) comenzaron a hacerse con la superioridad aérea sobre las trincheras del frente occidental.
Esta superioridad duró hasta la ofensvia del Somme, lo que resultó muy desagradable para el alto mando alemán. Por ello, la Luftstreitkräfte –las fuerzas aéras del ejército- fueron reorganizadas en escuadrones de bombardeo estratégico, de apoyo cercano y escuadrones de cazas o (Jagdstaffeln). Equipados con los nuevos cazas Albatros , los Jagdstaffeln (o Jastas) dieron una buena paliza a la RFC y a la
Aéronautique Militaire francesa a finales de 1916.
Max Immelmann (1890 – 1916), uno de los primeros ases alemanes y leyenda del “azote Fokker”
Fue entonces cuando el alto mando teutón decidió poner a prueba el ánimo de la población británico con una campaña de bombardeo estratégico. Los primeros ataques de bombardeo habían tenido lugar ya a comienzos de la guerra (un Zeppelin bombardeó Lieja el 6 de agosto de 1914 y París sufrió varias incursiones durante la batalla del Marne). Los ataques contra Inglaterra con los Zepelines fueron aprobados el 7 de enero de 1915 por el kaiser Guillermo II, que prohibió bombardear Londres, temiendo que sus parientes de la familia real pudieran ser heridos –esta restricción fue levantada en mayo, tras los bombardeos británicos de varias ciudades alemanas. Los primeros ataques tuvieron lugar el 9 de enero contra Yarmouth y King's Lynn. Los Zepelines resultaron ser demasiado caros y vulnerables, por lo que fueron retirados gradualmente de combate tras perder seis durante 1916. Mientras la batalla del Somme alcanzaba su máximo furor combativo, los germanos lanzaron contra Inglaterra los primeros de sus bombarderos, el Gotha G.II, que iniciaron sus incursiones en agosto de 1916, y el Zeppelin-Staaken R.IV, que se sumaría a los ataques en enero 1917 (4). Así comenzó la operación
Türkenkreuz, una campaña de bombardeos diurnos.
Como estos aviones tenían sus limitaciones, los primeros ataques no fueron una gran molestia y el Reino Unido casi los ignoró. Sin embargo, tanto el Káiser como el alto mando estaban entusiasmados por esta posibilidad de atacar a la isla británica, junto con la campaña submarina, por lo que presionaron para que siguiera, lo que llevaría a nuevos ataques y nuevos tipos de bombarderos, como el Friedrichshafen G.III y el Gotha G.III. Pronto Inglaterra conocería una nueva forma de guerra.
Un Gotha G.II, pesadilla del RFC y espina en el costado de Jorge V
(1)Lo juro: el mote “Belinda” es histórico. Parece una de mis coñas, pero no, estos brutónicos son asín...
(2) Durante la guerra de los Boers, el teniente Frederick Roberts, V.C., hijo del mariscal de campo Roberts, VC, sirvió a las órdenes del general Redvers Buller y murió en la batalla de Colenso, dejando al pobre Buller con el deber de informar a Lord Roberts de la triste notícia.
(3) Debido a sus marronosos servicios, Allenby, descojonadamente agradecido, envió a Inglaterra una coz en el culo al soldado Baldrick.
(4) He acelerado un poco los acontecimientos. En realidad no fue usado en el frente oriental hasta junio de 1917...