• We have updated our Community Code of Conduct. Please read through the new rules for the forum that are an integral part of Paradox Interactive’s User Agreement.
Potionek en ambos bandos... Interesante...
 
Me gusta Kurt.

Además es de la GG que me tiene muy enganchado desde hace años.

Creo que es una gran olvidada.

Estaré al tanto de las actualizaciones ;)
 
Potionek en ambos bandos... Interesante...

Muy bien visto, si señor. Es Putnik. Eres mi guarra favorita, y te ailoviu en secreto. :D Gachias, Viden.

No duden vuecencias en avisarme de fallos así de tontos, porfi.

Me gusta Kurt.

Además es de la GG que me tiene muy enganchado desde hace años.

Creo que es una gran olvidada.

Estaré al tanto de las actualizaciones ;)

Ahora es cuando digo aquello de que mi tesina está centrada en la literatura inglesa de la Gran Guerra, que soy un fanático de la PGM y me doy cuenta que me repito. Al final somos más de lo que pensaba. Que raro que Guarradarian no diga nada, que es otro que tal. Claro, como está con su miss Universo, el muy calavera...:p
 
Ahora es cuando digo aquello de que mi tesina está centrada en la literatura inglesa de la Gran Guerra, que soy un fanático de la PGM y me doy cuenta que me repito. Al final somos más de lo que pensaba. Que raro que Guarradarian no diga nada, que es otro que tal. Claro, como está con su miss Universo, el muy calavera...:p

Si es que habemos mucho "emboscao" :rofl:
 
Capítulo dieciséis: el futuro está oculto entre grandes nubes de polvo.


La decisión crucial que dio pie al mayor ejército voluntario de toda la historia británica surgió de manera imprevista. Lord Kitchener había sido llamara para que compareciera ante el gabinete de guerra. En su característica brusca manera de hablar espetó a los políticos allí reunidos que calculaba que harían falta un ejército de al menos un millón de hombres para luchar en una guerra que él esperaba que durara al menos tres años. El primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, escribió después sobre la "la silenciosa perplejidad" del gabinete. Quizás la palabra más apropiada será estupefacción. El ministro de asuntos exteriores, Grey, pensó que la predicción de Kitchener era "imposible e increíble". Su opinión era que la guerra acabaría antes de que ese millón de hombres fuera entrenado. Si no, "por supuesto" que esos hombres serían enviados al frente. Así quedaron las cosas, con Kitchener poniendo el peso de su prestigio para reclutar a los hombres. La reacción el país parecía que fue tan perpleja como la de sus gobernantes. El 14 de agosto el Jornal de Catford publicó que "entre la guerra y la lluvia, el pasado sábado fue uno de los días más deprimentes para el club de cricket de Catford".

No existían grandes sentimientos contra el enemigo. La Esfera anunciaba el 8 de agosto que el viaje a Hamburgo costaba 45 peniques, y una semana después estaba aún anunciado cámaras fotográficas alemanas. Incluso se permitió que los alemanes regresaran a Alemania para que se alistaran. La comunidad luterana de Dacres Park, en Londres, fue fotografiada tres semanas después del comienzo de la guerra regresando a Alemania "de acuerdo con las leyes de su país". Sólo en el Este de Londres los alemanes que regresaban a casa fueron interceptados en un curioso que muestra el perplejo ánimo de esos momentos. El gobierno alemán había alquilado un barco, el Erna Bolt, , para traer de vuelta a casa a sus reservistas residentes en Canning Town. Un solitario policía interceptó a la columna y les impidió el paso. Cuando los alemanes protestaron que "nos vamos a casa", el policía les ordenó que les siguieran y les detuvo.

Es cierto que los camareros alemanas fueron boicoteados y los extranjeros pasaron por periodos de impopularidad, a medida que llegaban las noticias de los ataques de los submarinos y los dirigibles alemanes, pero, si nos hemos de fiar de los periódicos del primer año de la guerra, ésta fue tan lejana para la vida diaria en Gran Bretaña como lo fueron las guerras napoleónicas a la generación de Jane Austen. Incluso la Liga de Neutralidad podía publicar sus anuncios en la prensa ("Ingleses, cumplir con vuestro deber y mantener al país lejos de esta guerra malvada e inútil.") mientras la sugestión de Bernard Shaw, hecha diez días después del comienzo de la guerra en el New Stateman, que las tropas de ambos bandos debían matar a sus oficiales y regresar a casa, no fue desafiada públicamente, pero en privado Asquith pensó que Shaw debería ser fusilado. Una carta publica por el Catford Journal el 21 de agosto parece que expresó la opinión mayoritaria: "Al estar en guerra debería estar ardiendo en odio. Pero sólo he conocido dos alemanes en mi vida, y fueron los dos caballeros más amables que he conocido en toda mi vida. Podemos estar, técnicamente, en guerra con el emperador alemán pero nunca con el pueblo alemán. Debemos luchar, así lo exige el honor. Pero no debemos perder los modales.".

monthmouts.jpg

Hombres del 1º d Monmouth marchando por Stow Hill Newport al ser movilizados al comienzo de la guerra, en 1914

De Rusia llegaron malas noticias. El esfuerzo bélico ruso estaba bajo amenazas en dos zonas clave a comienzos d 1915. Como resultado de su lucha contra austro-húngaros y alemanes, el Imperio estaba agotando sus recursos. Su ejército había sufrido algunas derrotas contra los alemanes, pero las bajas no habían sido considerables. Sin embargo, el gran duque Nicolás, comandante en jefe de las fuerzas armadas imperiales, estaba preocupado por la presión que los turcos estaba realizando en el Cáucaso y los alemanes en Polonia. Rusia tenía suficientes problemas luchando en Polonia y Galicia, y ahora se sumaban los turcos. Su entrada en la guerra podía ahogar la economía rusa cerrando el paso de los Dardanelos, lo que cortaría la salida de la mitad de las exportaciones rusas y la llegada de las armas y municiones que tanto necesitaba el ejército zarista, que empezaba a estar falto de municiones y de armas para sus hombres. Al saberse esto en Londres, el gobierno quedó aturdido. Se tenía que tomar los Dardanelos de inmediato.

Entonces comenzaron los problemas. Cuando Churchill anunció que se tenían que ocupar los Dardanelos, el gabinete de guerra estuvo de acuerdo y en desacuerdo a la vez. El punto muerto de las trincheras occidentales era imposible de romper, pese a las promesas del mariscal French. Hacía falta una alternativa. Así, mientras Churchill proponía atacar el estrecho de los Dardanelos para obligar la rendición turca, Lord Fisher sugirió una alternativa: atacar Borkum, cerca de la desembocadura del río Ems, lo que permitiría invadir Schleswig-Holstein y atraer a Dinamarca para que entrara en la guerra del lado de la Entente. Incluso Kitchener tenía sus ideas: desembarcar en Alexandreta, en la costa de Siria, desde donde se podría marchar para paralizar las líneas férreas de Mesopotamia y Palestina, lo que paralizaría al Imperio Otomano. David Lloyd propuso desembarcar en Salónica, si Grecia estaba de acuerdo, o un desembarco en el Adriático, para enlazar con el ejército serbio.

churchill1914.jpg

El hombre y su visión.

Mientras Churchill quería enviar a la Royal Navy a los Dardanelos, la marina alemana atacó la costa de Yorkshire, bombardeando las ciudades costeras de Scarborough, Hartlepool, West Hartlepool, y Whitby. Causando 137 muertos y 593 heridos, en su mayoría civiles. De alguna manera una pequeña fuerza de cruceros de batalla y cruceros ligeros, con una ligera escolta de destructores, se las ingenió para esquivar a la flota inglesa, que falló a interceptar a los buques alemanes por un fallo en las comunicaciones. Tras esta incursión, junto con la que tuvo lugar en noviembre contra Yarmouth, ya no era posible enviar a la Grand Fleet al Mediterráneo. Todo estaba ahora en manos del ejército. ¿Dónde desplegar la fuerza de ataque? ¿Y de dónde saldrían los hombres y los cañones?

ScreenSave197-1.jpg
 
Salonica + Galipolli = win-win :p
 
Capítulo diecisiete: Navegando hacia Bizancio.


Posteriormente, hasta Asquith estuvo de acuerdo en que la lucha más feroz de toda la campaña tuvo lugar en Londres, a puerta cerrada. Lord Fisher permanecía fijo en su convicción de que su plan de desembarcar en Bokkum era lo que se necesitaba para ganar la guerra, lo que tensó sus relaciones con Churchill, ya que éste insistía en la necesidad de forzar los Dardanelos, lo que causó graves disputas entre ambos.

Sin embargo, si Fisher bloqueaba los planes de Churchill, él también tenía problemas, pues Kitchener insistía que no tenía tropas disponibles para apoyar una operación de tal envergadura. Fisher sugirió entonces usar las divisiones del ejército territorial que estarían listas en la primavera, pero se topó con la oposición del mariscal French, que replicó que esas tropas eran necesitadas con urgencia en el frente occidental, que era, después de todo, donde se iba a ganar la guerra. Churchill intentó romper el punto muerto diciendo que su plan no necesitaba nuevas tropas, sino que podía llevarse a cabo con las unidades ya desplegadas en Egipto. Pero para entonces Kitchener estaba fascinado temporalmente por la idea de atacar a Alemania en su flanco desprotegido y dijo que la idea de Fisher no podía ser descartada.

Así continuó el debate, al que se unió el almirante Jellicoe, que se oponía al envío de la Gran Flota a Heligoland para proteger a la fuerza de invasión, pues esto implicaría el riesgo de ser aproximarse a la costa alemana y ser atacada por submarinos, minas y torpedos, algo que no sería tan factible en el Mar del Norte. Desesperado, el primer ministro Asquith intentó encontrar una solución de compromiso que dejara satisfechos a todos: Churchill aceptaría que se estudiara el plan Báltico y a cambio Fisher dejaría que Churchill lanzara una pequeña campaña naval en los Dardanelos. El trato fue aceptado y Fisher se puso a estudiar las posibilidades de un desembarco en la costa alemana.

353px-John_Jellicoe_-_Project_Gutenberg_eText_16363.jpg

"¿Arriesgar estúpidamente mis acorazados, señor? ¡Ni of coñing, señor, ni of coñing!" "


Las peticiones de ayuda que llegaban de San Petersburgo sólo hicieron que apresurar la necesidad de atacar en los Dardanelos. Era el camino del desastre.

El primer paso tuvo lugar el viernes, 13 de febrero de 1915. La Flota del Mediterráneo, reforzada por el acorazado HMS Queen Elizabeth -para gran enfado de Jellicoe-, bajo el mando del almirante Sir Frederick Tower Hamilton, GCVO, KCB, bombardeó los fuertes turcos a lo largo del estrecho de los Dardanelos. Salvo por ligeros daños en los buques por el fuego de contrabatería turco, la operación resultó un éxito inicial, que dejó mudas a las baterías turcas. Entonces, los dragaminas comenzaron a limpiar el estrecho. De repente, el crucero de batalla HMS Indomitable fue gravemente dañado por una mina, y amenazó con hundirse. Entonces los turcos abrieron fuego de nuevo, y los dragaminas tuvieron que retirarse, dejando los campos de minas virtualmente intactos. Tanto el crucero de batalla HMS Inflexible como el crucero protegido HMS Defence toparon con sendas minas, lo que causó gran confusión. Se pensó que estaban siendo atacados por torpedos, lo que complicó más la operación. Un crucero enviado a ayudar a los buques dañado, el HMS Black Prince, se estremeció por una brutal explosión y tuvo que ser, a su vez, remolcado. Continuar en tales circunstancias era una locura y el almirante Hamilton ordenó la retirada.

edeniz3.jpg

El HMS Inflexible bombardea posiciones turcas

galli.png

Si bien ningún barco aliado fue hundido en el ataque, las perdidas sufridas anularon la posibilidad de renovar las acciones navales. Se habían esperado perdidas durante la planificación de la campaña, por lo que se habían enviado barcos obsoletos e incapaces de enfrentarse a la flota alemana. Pero numerosos oficiales, incluyendo al almirante de Robeck y a Lord Fisher, no las consideraban para nada aceptables. Era obvio que el ejército tenía que desembarcar y eliminar la artillería turca.


gun1a.jpg

Un cañón pesado turco de 280 mm en una fortaleza emplazada en Kilitbahir

[NOTAS DE LA PARTIDA: Si, me he decidido por ir a los Dardanelos. Dije, y lo mantengo, que no repetiré los mismos errores que los aliados cometieron, pero algo de esta campaña me atrae demasiado como para saltármela totalmente. Eso sí, no seré tan zopenco como los aliados en su día, pero eso está todavía por ver. El daño sufrido por mis barcos pertenece a un expediente P (de Peti): de repente la flota británica del Mediterráneo se fue de paseo por el Adriático sin que yo lo ordenara (gñé de gñé total) y se topó con la flota austríaca (nadie espera a la inquisición naval austríaca, tal vez...). Yo descubrí esta monería repasando las batallas en curso y me quedé a cuadros, como es natural. Por suerte evité un desastre mayor y la flota sólo salió un poco magullada.

Sobre el plan Báltico, quicir... esto es uno, y no me lo voy a olvidar.]



@pirro: jugón, que eres un jugón...:D
 
Last edited:
Capítulo dieciocho: Gallipoli, la costa mortal.


El fracaso del ataque naval y la poca disponibilidad del almirante de Robeck para atacar de nuevo llevó a lanzar el ejército contra la península de Gallipoli, poniendo así en marcha uno de los errores más absurdos de toda la guerra.

La confusión reinó desde el comienzo. No existía un mando supremo unificado, las fuerzas navales y terrestres permanecieron bajo mandos independientes, pues nadie hizo preparativo alguno para una operación "de armas combinadas" como esta; la información sobre el enemigo era muy pobres, y los detallados informes de antes de la guerra no fueron nunca consultados. Más aún, a medida que los preparativos avanzaban, menos convencidos estaban Asquith y Fisher sobre sus posibilidades de éxito (*1). Finalmente, algo parecido a un orden jerárquico fue conseguido al nombrar un comandante supremo de la Fuerza Expedicionaria Mediterránea. Para ello fue seleccionado el general sir Ian Hamilton, DSO, KCB, uno de los hombres con mas experiencia de todo el ejercito británico, veterano de más guerras (La 1ª y 2ª Guerras Boer, Afganistán, India, Birmania y el Sudan) que cualquier otro soldado británico. Y según se decía, un hombre que no conocía el miedo.

Hamilton no era un desconocido para Kitchener, que lo tuvo como jefe de estado mayor de 1899 a 1902. Hamilton estaba al mando de las defensas terrestres inglesas, porque era demasiado poco convencional, demasiado intelectual y demasiado amistosos con los políticos para darle un mando en el frente occidental. Casi en los mimos días, Liman von Sanders recibió el mando de los Dardanelos, con lo que el escenario y los contrincantes estaban listos para la batalla.

Liman tuvo poco tiempo para organizar sus defensas, pero sus tropas, el 5º Ejército otomano, era la mejor fuerza del ejército turco. Entonces, el 23 de abril de 1915, los aliados desembarcaron en el cabo Helles.

gallipoli2.jpg

Si Liman von Sanders tuvo poco tiempo para preparan sus defensas, Hamilton tampoco lo tuvo mejor. No pudo escoger su estado mayor, que fue elegido por Kitchener. Para reunir suficientes buques para la operación anfibia tuvo que recorrerse todo Oriente Medio, pues se carecían de transportes, remolcadores, cargueros y de otros buques esenciales para la operación. Peor aún, probando que Oriente Medio era un frente secundario y la existencia de una falta de hombres, Hamilton sólo podía contar con tres divisiones: la 1ª Australiana, la Neocelandesa y la 13ª "Occidental" (británica). Lo cierto es que las instalaciones de las islas griegas donde se reunió la fuerzan o hubieran podido tolerar un gran ejército. Además, por si fuera poco, el lugar de desembarco era claramente obvio para todos: Bulair, en Kum Kale, en la península de Gallipoli.

Se escogió realizar el desembarco en cinco playas, para confundir al enemigo y evitar así que Liman von Sanders pudiera concentrar sus fuerzas contra ninguna de las playas. Irónicamente, el desembarco iba a ser el secreto peor guardado de todo el Mediterráneo Oriental.

Así llegó el 25 de abril de 1915.

En el norte de la península desembarcaron las tropas de los ANZAC, en Ari Burnu. Era la playa que menos se había estudiado, repleta de acantilados y precipicios y un terreno terrible e inhabitable. Los ANZAC (1) desembarcaron sin problemas con en la madrugada del 25, y tomaron la playa a la bayoneta calada. Entonces llegaron los problemas. El terreno era muy difícil, y retrasaba su avance, con barrancos y precipicios sucendiéndose de manera continua. Las primeras luces del día demostraron que habían desembarco en Ari Burnu y no en la playa "Z" (17), mas al norte de su zona prevista y, por suerte, lejos de las principales defensas enemigas. Se podía avanzar tan lejos como el terreno permitiera. Así, algunas tropas consiguieron avanzar tanto que llegaron a ver el estrecho de los Dardanelos al otro lado de la península. Sin embargo, cualquier avance coordinado era imposible, y los contraataques turcos, creciendo en intensidad a medida que llegaban los refuerzos, pronto lo hicieron imposible.

gallipoli.jpg

Tropas aliadas en sus botes en la mañana del 25 de abril de 1915.​

Entonces llegó Mustafá Kemal con la 19ª División, que había estado avanzando hacia la cabeza de playa desde aquella mañana. Sin ordenes que lo autorizaran, Kemal ordenó a todas las tropas presentes en la zona que atacaran y pidió más refuerzos. Pronto Liman von Sanders tuvo al grueso del ejército otomano que luchaba en Gallipoli haciendo frente a los ANZACs. Los repetidos contraataques turcos detuvieron el avance aliado, en medio de violentísimoscombates, de manera que los australianos no pudieron tomar la cordillera de Sari Bair. Esto decidió el destino de la batalla.

Al sur, la 13ª División "Occidental", al mando del teniente general Sir Stanley Maude, KCB, CMG, DSO, no tuvo mejor suerte. Se seleccionaron cuatro playa: 'S', 'W', 'X' y 'Z' para confundir a los defensores turcos. El 6º batallón de los King's Own (Royal Lancaster Regiment) desembarcó en la playa 'Y', que no estaba defendida, de manera que el KORLR treparon por los acantilados y, una vez en lo alto, se sentaron a esperar unas ordenes de avance que no les llegaron nunca, mientras la masacre proseguía en las otras playas. Hamilton si vio que la importancia táctica de la playa, pero no se atrevió ordenes sin la aprobación de su subordinado, el comandante del 13ª División, que, para entonces, tenía estaba plenamente ocupado con el resto de playas. Para cuando se enviaron refuerzos a 'Y', ya era tarde.

Los soldados que desembcaron en 'W' y 'X' tuvieron lugar siguiendo la tradición establecida por sus ancestros en la Albufera, en Minden, en Delhi y en Lucknow: la playa 'X' sólo estaba defendida por doce soldados cuando el 8º batallón de los Royal Welch Fusiliers desembarcaron de sus botes y tomaron fácilmente una cabeza de playa desde la que avanzar tierra adentro. Pero cuando intentaron reunirse con sus camaradas en la playa 'W', los turcos atrincherados en las colinas lanzaron una tormenta de fuego de artillería contra sus posiciones. Reforzados por la siguiente oleada (8º batallón del regimiento Cheshire y el 4º de los South Wales Borderers), avanzaron y consiguieron enlazar al anochecer con la playa 'W'.

1914-7.jpg

Soldados turcos en Gallipoli

Allí la oposición había sido mayor, ya que dos compañías del 26º regimiento turco defendían la playa. Una tormenta de balas y metrallas acogió al 7º de Gloucestershire cuando desembarcaban de sus botes. Con el agua por la cintura, los hombres avanzaban y caían "como si fueran segados por una guadaña", pero consiguieron alcanzar las alambradas y asaltar las posiciones enemigas en una operación que Hamilton definió como insuperable en los anales militares británicos. Hay que mencionar que los turcos no abrieron fuego contra los botes hasta que las tropas comenzaron a desembarcar, evitando por un lado el fuego naval una vez sus posiciones hubieran sido así descubiertas y atrapando a la infantería en la playa.

En la playa 'V' desembarcó el 6º batallón de los Loyal North Lancashire bajo el correspondiente huracán de fuego enemigo, de tal manera que el mar se volvió rojo de sangre hasta una distancia de 25 metros desde la costa. El desembarco fue cancelado. Los hombres del 6º batallón de los Prince of Wales's Volunteers (South Lancashire Regiment) en 'S' logró un magnifico éxito, prueba de lo que hubiera podido ocurrir en el resto de las playas si se hubieran planeado mejor la operación: tomaron las defensas enemigas y luego se atrincheraron. Apoyados por el fuego naval, rechazaron diversos contraataques enemigos. Fue un completo éxito.

lacasnhire.jpg

"Lancashire Landing", o como ganar seis Cruces Victoria en una sola mañana.

Pese a los errores, se consiguió organizar una cabeza de playa. Los turcos siguieron atacando durante los días siguientes, con tanto vigor que llegaron a recuperar los puestos avanzados que habían ocupado los ANZAC. El comandante de estos, el general Birdwood avisó a Hamilton que su posición, era critica y recomendó la evacuación. La respuesta de Hamilton fue que el ANZAC tenía que "cavar, cavar y cavar y aguantar". Esta orden sentó la tónica para el resto de la campaña. Para el 28 de abril el grueso de la fuerzas aliadas ya habían desembarcado, pero era claro que, frente a los ataques turcos, era imposible pensar en cualquier tipo d avance. Por ello, cuando Hamilton pidió refuerzos a Londres, Kitchener le replicó que no tenía más divisiones para enviarle. Tres semanas después del desembarco, una vez que la primera y la segunda batalla de Achi Baba, el fallido intento de tomar unas alturas que hubieran permitido a la artillería aliada dominar toda la zona, era obvio que la operación se había estancado.

Así, cuando Hamilton pidió de nuevo refuerzos "masivos" para poder seguir avanzando, estalló una tormenta en Londres sobre la viabilidad de la expedición. Gallipoli no había resultado ser diferentes de Flandes, y el fiasco de los dos ataques contra Krithia sólo empeoraron esta opinión. Peor aún, tras la visita de Lord Kitchener a la península, éste recomendó la retirada, aunque odiaba tener que sugerirlo.

Kitchener_and_Birdwood_at_North_Beach_Anzac.jpg

Kitchener y Birdwood durante la visita del primero a ANZAC.

Irónicamente, la evacuación fue el mayor éxito de toda la campaña. Suvla y Helles fueron evacuadas a finales de mayo. Los soldados comenzaron a ser retirados a comienzos de mayo, y, mediante ingeniosas trampas, se evitó que los turcos se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo. Toda la fuerza aliada fue retirada con éxito el 13 de mayo, pero se tuvieron que abandonar gran cantidad de municiones y equipos en las playas. Sorprendentemente, sólo se tuvieron que lamentar tres bajas durante esta evacuación, aunque sir Ian Hamilton había previsto unas bajas del 50%. Irónicamente, en un triste guiño del destino, Hamilton fue la última baja de la operación, cuando fue herido mortalmente por un francotirador australiano que lo confundió, en la oscuridad de la noche, con un turco, cuando el general estaba supervisando la evacuación de ANZAC (*3).

hamilton.jpg

General Sir Ian Standish Monteith Hamilton, GCB, GCMG, DSO, TD (1853 — 1915)


(*1) Aquí comienzan los cambios respecto a la realidad que conocemos.
(*2) Baldrick no tuvo parte en esto, lo juro.
(*3) Incluso si no culpo a Hamilton del lamentable espectáculo que fue Gallipoli, he considerado oportuno darle un pequeño gusto a los australianos ajustándole las cuentas por todo lo sufrido, que aquí no fue tanto. Así le he evitado un triste final y que hiciera el ridículo en sus postreros años de vida. De nada, chato.
 
Last edited:
Así acaba una batalla que quise evitar tener que luchar sin perdermela, claro está. En resumen y en lo referente al juego. Intenté desembarca con tres divisiones contra seis turcas y, una vez pude comprobar que aquello no iba an inguna parte, me encantó poner fin al intento, enviar a la MEF de vuelta a El Cairo, y decir "circulen, aquí no ha pasado nada".

Sabía que no iba a funcionar, porque era demasiado pronto, pero tenía que probar, incluso sabiendo que no tenía fuerzas con las que apoyar semejante intento. Además, me concomía el temo de derrotar a los turcos en 1915 y encontrarme con una auténtico "Ahora vas y las cascas, guapo. Que coño hacemos".
 
Yo me quedo con esto:

Y según se decía, un hombre que no conocía el miedo.

Kitchener lo conocía,

Mensaje subliminal insaid. :D
 
Capítulo Decimonoveno: De cabeza contra el muro


Mientras la campaña de los Dárdanelos seguía su curso, la guerra regresó al Frente Occidental. Como el ejército alemán seguía ocupando parte de Francia y de Bélgica, el myao francés seguía exigiendo su completa expulsión de los territorios ocupados. Sin embargo, seguían faltando los medios para lograrlo. Pese a ello, los aliados estaban obligados a atacar, no sólo para expulsar a los alemanes de Francia, sino para aliviar la presión ejercida sobre Rusia.

El general Joffre creía saber cómo lograrlo: sendas ofensivas en Picardía y Artois que causaran la ruptura del frente enemigo en uno de estos dos sectores, lo que podría llevar a la destrucción del saliente germano en Francia, romper las líneas enemigas en el centro y poder iniciar la ofensiva que llevara hasta el mismo corazón de Alemania. Para la ofensiva en Artois, Joffre necesitaba la ayuda inglesa. El general británico sir John French empeñó a parte de la BEF en tal fin. Joffre había acusado a los británicos de adoptar una postura pasiva en la guerra durante los últimos meses y presionó para que French actuara de manera más decisiva. Además, Londres presionaba a French y estaba dispuesto a demostrar a offre que su ejército estaba listo para combatir.

La ofensiva británica recayó en el Primer Ejército (general Haig), apoyado por el cuerpo de ejército canadiense, y atacaría hacia Lile en un frente relativamente estrecho entre Béthune y Armentières. EL VII Cuerpo del tte. gral. Monro y el IV del tte. gral. Rawlinson encabezarían el ataque. Mientras, los ejércitos franceses Séptimo y Octavo atacarían el saliente alemán en la Picardía, siguiendo un plan demasiado ambicioso. French era algo escéptico respecto a las posibilidades de sus tropas y optó por unos objetivos más limitados. A ello ayudó la escasez de munición de la artillería de la BEF, que sólo disponía de proyectiles para sus cañones y obuses para cuatro días de operaciones.

gw_neuvechapelleart_01.jpg

Falta de artillería pesada y de munición, la ofensiva inglesa
iba a tener un duro enemigo en el ejército alemán

El 11 de enero comenzó la ofensiva británica (Primera Batalla de Artois, 11-16 de enero de 1915) con un bombardeo previo de 35 minutos de duración con los cañones de las divisiones y de los cuerpos de ejército implicados. Se reunieron para ello más de cuatrocientos cañones, que lanzaron una brutal tormenta de fuego sobre las posiciones alemanas, mientras la infantería inglesa esperaba en sus trincheras. Finalmente, cinco divisiones asaltaron las líneas enemigas, encontrando que las alambradas germanas habían sido destruidas y que los alemanes retrocedían en varios sectores. Sin embargo, no se pudo avanzar más por la resistencia enemiga, cuyas ametralladoras segaron el ataque de la infantería. En el centro de la batalla, dos compañías del Batallón de Cazadores nº 11 (unos doscientos soldados y una ametralladora) detuvieron el avance enemigo durante seis horas antes de ser forzados a retirarse. Peor aún, la intervención de la superior artillería alemana cortó el flujo de refuerzos y las comunicaciones británicas, todavía improvisadas, se vinieron abajo, de manera que los refuerzos llegaron demasiado tarde. Los mismos comandantes británicos no se pudieron poner en contacto de manera eficiente durante la batalla por la inexistente red de comunicaciones y esto afectó a todo el curso de las operaciones.

Al final del primer día los alemanes habían tenido que retirarse, pero, una vez atrincherados en la segunda línea de defensa, detuvieron a los hombre de Haig. Éste reanudó el ataque al día siguiente, pero la niebla complicó aún más el trabajo de los cañones ingleses, que no podían estar seguros de si su bombardeo caía donde era requerido. Por eso los resultados de los combates de ese día fueron variados. Mientras que algunas unidades británicas sufrieron graves bajas y no lograron avanzar, otras consiguieron éxitos modestos y tomar sus objetivos. Una vez más, sin embargo, las malas comunicaciones impidieron aprovechar estos logros y las fuerzas listas para aprovechar la ocasión –las brigadas de caballería del general Kavanagh-, no tuvieron ocasión de entrar en combate. Hizo falta otro día de luchas y escasas ganancias para que Haig anulara la ofensiva . Durante tres días el frente estuvo vivo con diversas escaramuzas entre ambos bandos, cuando el 15 de enero las tropas del príncipe Rupprecht contraatacaron, aunque tampoco sin éxitos tangibles. Sin embargo, convencieron a Haig de que cualquier oportunidad para romper el frente había pasado, y la ofensiva fue cancelada el 6 de enero. De los 60.000 soldados ingleses que tomaron parte, 12.000 resultaron muertos, heridos o cayeron prisioneros. Las perdidas alemanas fueron similares En total, los aliados avanzaron dos kilómetros.

screensave103.png

La primera batalla de Artois, 11–16 de enero de 1915

Tras estos combates, French informó a Kitchener de que la falta de municiones había sido la verdadera causa del fracaso de la ofensiva. Kitchener sabía que el verdadero problema había sido las malas comunicaciones y la falta de refuerzos. De hecho, en los tres primeros días e la batalla de Artois, se había gastado más munición que durante toda la Segunda Guerra Boer. Más al sur, los ejércitos franceses 6º y 7º atacaron las posiciones alemanas en lo que se conoció como la Primera Batalla de Picardía. Desde el comienzo las bajas fueron considerables y la operación acabó siendo anulado poco después

ScreenSave95-6.jpg

La Primera Batalla de Picardía (11-19 de enero de 1915)

Dos semanas más tarde los franceses atacaron de nuevo, esta vez precedidos por un bombardeo de cuatro días, en el que se usaron 1.200.000 proyectiles de artillería. Los ejércitos franceses lucharon bien, logrando algunos éxitos iniciales, pero de nuevo, como había pasado con los ingleses, la falta de refuerzos impidió el progreso de los atacantes y la ofensiva se estancó frente a los duros contraataques alemanes. En mayo se atacó de nuevo, esta vez contra las líneas alemanas en Vincennes (Segunda Batalla de Picardía, 2-9 de mayo de 1915), durante una larga y dura semana de combates. Se lograron ciertos avances en los primeros días, pero, a medida que llegaron refuerzos a las líneas teutonas, la ofensiva gala perdió empuje y se acabó deteniendo. Las dos batallas lograron pocas ganancias territoriales a costa de 90.000 bajas franceses y un número similar alemanas.

screensave6w.png

La Segunda Batalla de Picardía, (2-9 de mayo de 1915)
 
Mu bien Kurt ;)
 
Buuu, deberias haber seguido la ofensiva :mad: :p
 
Capítulo veinte: El escándalo de los obuses.


Gran Bretaña fue víctima de su propio éxito. Tras haber sido minusvalorado por muchos años a favor de la marina, el ejército británico comenzó a recibir más atención cuando Lord Kitchener fue nombrado Secretario de Estado. Se tuvo que admitir que el Reino Unido no estaba en situación de crear y mantener un gran ejército para una larga campaña en Europa. La petición de voluntarios realizada por Kitchener fue contestada por un millón de voluntarios. Pero el ejército siguió teniendo problemas: ya no carecía de hombres, sino de municiones y de todo tipo de equipo.

La política de pre-guerra de los laboristas se había centrad en la reforma social, no en el mantenimiento del ejército. Ahora Kitchener encargó grandes cantidades de armas, municiones y equipo. Esta movilización originó un gran incremento de la producción de guerra, pero no estaba libre de problemas. El ritmo de entregas era todavía muy lento y el ejército seguía carencia de las armas esenciales para luchar. El hecho innegable era que la creación de un ejército masivo había llevado a la pérdida de numerosos trabajadores especializados, lo que se manifestó en diversos sectores y que, al final, resultaron en la falta de municiones de 1915.

Intentando mantener el equilibrio entre las demandas de personal por parte del ejército y la industria, un gran número de trabajadores especializados fueron desmovilizados y regresaron a las fábricas en enero de 1915. Para mayo de ese mismo año se publicó una lista de puestos de trabajos que quedaban exentos de ser movilizados. Entonces, intentando solucionar el problema, el gobierno lo empeoró. Para aumentar la producción descentralizó la producción, moviéndola de una sola fábrica a varias firmas menores, que se ocuparían de los procesos más simples. Esta medida, sin embargo, sacrificaba la calidad por la cantidad. Y, sin embargo, la producción británica de municiones no estaba operando a plena eficiencia. Ni siquiera se hallaba remotamente cerca de este nivel.

Entonces estalló el escándalo de los obuses.

La falta de municiones que causó el fracaso de la ofensiva británica en Artois figuró en los titulares del Times de la mano de su corresponsal de guerra, el coronel Charles Repington. La aparente carencia de proyectiles de artillería dañó la imagen del Gabinete de Guerra, y mostró como incompetentes a algunos de los ministros del gobierno. Entonces, Lloyd George, el canciller liberal, decidió deshacerse de su rival más odiado, Kitchener. Creía que la única manera de ganar la guerra pasaba por una reforma radical de la industria de municiones, y para ello Lord Kitchener tenía que dejar de ocuparse de esta tarea, que pasaría a sus manos.

Lloyd George animó al dueño de la poderosa cadena de periódicos que dominaba al Times y al Daily Mail, Lord Northcliffe, a que publicara todo lo referente al escándalo de las municiones. Northcliffe publicó el artículo de Repington el 14 de mayo de 1915 , afirmando que la culpa era de Lord Kitchener. Northcliffe y Lloyd George, sin embargo, habían calculado erróneamente el efecto que estas acusaciones tendrían, ya que Kitchener era todavía visto con reverencia en todo el país, que no estaba todavía dispuesto a pensar mal de él. Por ello la reacción inicial se dirigió menos contra Kitchener, que contra Asquith y su gobierno, cuya credibilidad quedó dama, ya que el primer ministro había garantizado a la prensa que el ejército británico estaba perfectamente equipado para la lucha que se avecinaba. La campaña de ataques de Northcliffe se intensificó, pero al final se excedió, de manera que se volvió en su contra. Si, logró causar una crisis en Westminster, pero la opinión pública se hartó de sus repetidas criticas contra Kitchener y pronto las ventas de sus periódicos cayeron en picado. De la noche a la mañana Northcliffe se convirtió en el personaje más odiado de toda Gran Bretaña.


ScreenSave14-11.jpg

Entonces llegaron las noticias de la gran victoria de la Royal Navy. Otra incursión de la flota alemana contra la costa este se había convertido en un desastre cuando la flota de cruceros de batalla de von Spee fue diezmada por la Gran Flota. El almirante Jellicoe se había quejado repetidas veces a Londres por la inactividad de su flota, lo que no contribuía, a su modo de ver, para nada en al victoria. Al ser replicado con el peligro que presentaban las minas y los submarinos alemanes, Jellicoe replicó que no le preocupaban y continuó presionando al gabinete, hasta que se le permitió patrullar las costas británicas. Y eso era justo lo que estaba haciendo cuando, en la mañana del 17 de marzo, cerca de Anglia, su flota se topó con la fuerza incursora de von Spee.

SMS_Kaiser_Barbarossa.jpg

El SMS Kaiser Friederich III antes de la batalla

El almirante alemán descubrió que algo iba mal cuando una cortina de agua se elevó frente ala vanguardia de su fuerza naval. Los vigía informaron entonces de que un frente a ellos se divisaba “una enorme cantidad de acorazados”. Pero para entonces era demasiado tarde. En unos pocos minutos una lluvia de muerte cayó sobre la flota alemana, y varios de sus buques quedaron gravemente dañados. Uno de los acorazados que escoltaban a los cruceros de batalla, el SMS Kaiser Friederich III fue alcanzado por una salva completa de los cañones de 343 mm del HMS Audacious y desapareció velozmente bajos las inquietas aguas.

Maldiciendo su suerte, von Spee intentó romper el contacto con los británicos. En esto tuvo la suerte que del Korvettenkapitän Georg Ludwig Ritter von Trapp estuviera en la zona. El submarinista austro-húngaro había sido enviado junto con su submarino U-5 a realizar un curso de formación con los submarinos alemanes. Era lo que estaba haciendo esa mañana cuando se encontró de frente con la flota inglesa en mitad del feroz encuentro. Sin ser descubierto, disparó dos torpedos contra el crucero ligero HMS Fearless, que quedó partido en dos como consecuencia de la terrible explosión. Jellicoe, que ya había perdido otros dos cruceros en el intercambio de disparos, decidió no abusar de su suerte y se retiró con su flota, mientras von Trapp, sin ser molestado, regresaba a su base.

ScreenSave100-5.jpg

Otra vez la Royal Navy había derrotado a la Hochseeflotte. Scarborough había sido vengado. Este desastre llevó a un refuerzo de la guerra submarina sin restricciones que los alemanes ya llevaban a cabo desde enero de 19141, y a lanzar una oleada de buques corsarios que, por un tiempo, crearon un tremendo problema al esfuerzo de guerra aliado.

ScreenSave99-6.jpg

Mientras, Rusia estaba en serios problemas.

En 1915 el mando alemán había concentrado su esfuerzo principal contra el frente oriental, por lo que se trasladaron considerables fuerzas a ese sector. A finales de 1914 el grueso de los combates tenía lugar en la parte centra de la Polonia rusa, al oeste del río Vistula. En diciembre, la batallas de Vístula y la de Łódź dio a los alemanes la oportunidad de penetrar profundamente en Polonia y amenazar Varsovia. Carente de municiones y equipo, de artillería pesada y de fusiles, lentamente estrangulado por el bloqueo de los Dardanelos, San Petersburgo informó de su delicada situación a París y Londres, pidiendo que se tomaran medidas para aliviar su situación.

ScreenSave97-5.jpg

Así, mientras el gobierno británico entraba en crisis, llegaron noticias de Mesopotamia.


@Roger: Gracias!
@Pirro: Si tú combates en primera línea, sigo :D
 
Si dices que noticias son, la leche :D. Maldito suspense.. ya me espero un Meggido 3 años antes :mad:
 
Capítulo veintiuno: Algunos hablan de Alejandro, otros de Hercules...


Por una temporada, el frente de Mesopotamia parecía tan paralizado como el occidental. Tras el fracaso, a finales de 1914, del ejército turco al no lograr expulsar a la Fuerza Expedicionaria Hindú (Indian Expeditionary Force - IEF) de su cabeza de puente en Kuwait, el frente había permanecido tranquilo. Ni los aliados ni los turcos parecían listos para hacer nada que no fuera observarse mútuamente y lanzar alguna incursión de vez en cuando. Y nada más.

Tras el fracaso turco y el fiasco de Gallipoli, la posibilidad de que la IEF fuera retirada de la zona era más bien remota. Ocurrió lo contrario: el grueso del ejército británico en la India fue desplegado en Kuwait. La IEF estaba formada ahora por el V Cuerpo (Lomax) -divisiones de infantería ligera 3ª 'Lahore' y 7ª 'Meerut'-; el 1r Cuerpo de Caballería hindú (Remington) -divisiones de caballería hindúa 1ª y 2ª-, que acababa de llegar de Francia; y los ejércitos del Sur (Nixon) y Norte (Smith-Dorrien) hindúes. Nixon mandaba a las divisiones de infantería ligera 4ª 'Quetta', 5ª 'Mhow', 6ª 'Poona' y 9ª 'Secunderabad', mientras Smith-Dorrient disponía de tres: la 1ª 'Pashawar', 2ª 'Rwawlpindi' y 8ª 'Lucknow, junto con una unidad mixta formada por las brigadas ligeras de Kohat, Bannu y Derejat.

Frente a ellos estaban quince divisiones otomanas, que incluían una mezcla de unidades de caballería, infantería y de reservistas, de formaciones de élite y de mera escoria. Los dos ejércitos compartían el mismo problema: la falta de artillería.

Hasta entonces el general Lomax, que reemplazó a Barlet en el mando supremo de las fuerzas, se había contentado con proteger la isla de Abadán y las refinerías de la Compañía Petrolífera Anglo-Persa, así como el oleoducto de Maidan-i-Naftun, y ambas orillas del Shatt Al-Arab. Su reemplazo, el general Smith-Dorrien, esto no era suficiente. Con la llegada de nuevas divisiones, era obvio que se tenía que hacer algo.

Y, de esta manera se dio una de esas circunstancias que a veces se repiten en la historia militar, una coincidencia inesperada causó a una gran victoria.

screensave104.png

Basora tenía que ser tomada. En eso estaban de acuerdo Delhi, Londres y Smith-Dorrien. El oleoducto y la refinería estaban protegidos, pero un decidido ataque otomano los podría poner en peligro. Además, si las tribus árabes se tenían que levantar contra el imperio turco, el espectáculo de un ejército aliado inmóvil en el sur de Mesopotamia no era el mejor de los estímulos. Sin embargo, lo que realmente puso a los aliados en movimiento fue un asunto mucho más urgente. A comienzos de abril de 1915 el enorme despliegue militar del ejército hindú estaba empezando a tener problemas logísticos. El puerto de Umm Qasr era demasiado pequeño para tener provista a las tropas, y los grandes barcos no podían descargar directamente en Shatt Al-Arab y se tenía que hacer mediante buques de menor tamaño. La zona, además era pobre e insalubre, con numerosos pantanos por lo que urgía actuar cuanto antes.

Al mismo tiempo, un sentimiento igual de urgente era compartido por el comandante de la antigua Fuerza Expedicionaria Mediterránea, ahora rebautizada como Fuerza Expedicionaria Egipcia. El teniente general Sir Archibald Murray, anterior jefe del estado mayor imperial hasta ser reemplazado por lord Robertson, se había dedicado a mejorar la logística y la organización de las tropas británicas en Egipto, una tarea para lo que era ideal. Una vez logrado esto, la inactividad había tomado posesión de sus fuerzas. Hasta la llegada de una telegrama de Kitchener, que, simplemente, decía: “¿Estás defendiendo el canal o el canal te está defendiendo a tí?”.

Murray1.jpg

General Sir Archibald James Murray GCMG, KCB, CVO, DSO (1860 - 1945)​

Murray captó la sutileza del aviso y comenzó a preparar una ofensiva al momento. Disponía del cuerpo de ejército egipcio (una curiosa amalgama de tropas de caballería y camelleras nativas) más cuatro divisiones británicas y el ANZAC, que incluía ahora tres divisiones australianas y una neocelandesa. Murray tenía un problema: antes de su llegada los turcos habían lanzado continuas incursiones contra el canal, pero se habían detenido desde su llegada, lo que le permitió avanzar por toda la península del Sinaí durante los meses de octubre y noviembre sin ser molestado.

Desde entonces, Murray había estado ocupando ampliando la línea férrea y el oleoducto. Pero Kitchener quería más. Y lo quería ya. Por ello, por mera coincidencia, las dos principales ofensivas aliadas en Oriente Medio coincidieron a la vez, pillando a los turcos por sorpresa. De esta manera no podían proteger un frente sin dejar al otro al descubierto, y así dejaron indefensos a ambos sectores.

Un gran éxito organizativo, se ha de admitir. Y encima por mera casualidad. Se podría pensar que la suerte tiene nacionalidad británica.

El 18 de abril de 1915 los cañones de dos ejércitos británicos señalaron el comienzo de sendas ofensivas. Que fue un completo éxito sería decir poco. Cogido por sorpresa, el ejército otomano se vino abajo. Primero en Eliat, donde las trincheras turcas fueron arrasadas por el bombardeo preeliminar, de manera que cuando los ANZAC asaltaron las posiciones enemigas las encontraron vacías, pues sus defensores habían salido corriendo tan pronto cesó el diluvio de fuego. Lo mismo ocurrió en Gaza. El ataque anglo egipcio encontró una firme defensa por parte de las tropas regulares turcas que, en cuanto vieron la potencia del ataque aliado, decidieron huir y salvar la vida. En apenas un día todo el frente turco del Sinaí se había venido abajo.


screensave105.png

Murray no salía de su asombro. Apenas podía creer que sus tropas hubieran logrado tal éxito en tan poco tiempo. Apenas había reaccionado cuando su caballería entró en Gaza. Así que partió para reunirse con ella y lanzarse a la carrera hacia Tel Aviv y Jerusalén

En Kuwait la IEF estaba cosechando un éxito similar. El bombardeo preeliminar también había destrozado las defensas enemigas, de manera que los lanceros hindúes habían tomado Basora antes de que todos sus defensores pudieran abandonara, y varias docenas cayeron prisioneros de los lanceros de Peshawar. Essad Pasha, comandante de las tropas trucas en Nasiriya, estaba al borde de un ataque de pánico y envió telegramas urgentes a Constantinopla urgiendo el envío de refuerzos, pues de lo contrario no creía poder detener el avance enemigo hacia Bagdad. Hasta se hablaba de que un líder loca, el jeque Ajaimi, de la tribu de los muntafik, estaba ofreciendo sus servicios a los ingleses. Smith-Dorrien decidió que era el momento de lanzarse al ataque contra Bagdad para asegurar la deserción de este jefe hostil.

ScreenSave107-2.jpg

Parecía que el Imperio Otomano se enfrentaba a la mayor crisis de su historia. Y aún sería peor cuando, el 29 de abril, la caballería egipcia de Murray divisó las torres de Jerusalén desde la ciudad de Ramla, tras la toma de Tel-Aviv.

ScreenSave5-16.jpg
 
Capítulo veintidós: gobierno de coalición



Tras las victorias iniciales, el alto mando británico fue presa de una vieja conocida: exceso de confianza. El comandante en jefe de la India, el general Sir Beauchamp Duff, dijo: “los turcos han recibido una buena paliza; prácticamente son un ejército derrotado”; Sir Edward Grey comentó que esta victoria aumentaría el prestigio británico ante los árabes cuando se tomaran Bagdad y Jerusalén; Curzon, por su parte, escribió que “el efecto de conquistarla [Bagdad] hará prodigios por toda Asia y será una valiosa pieza cuando el verdadero juego comience.” Entonces llegó la realidad.

En Kubaish, unidades turcas y árabes detuvieron el avance de la infantería hindú de Nixon -divisiones 6ª (Poona) y 2ª (Rawalpindi)- de manera que el general británico tuvo que cesar las operaciones y ordenar el regreso a Qurna. En su informe a Smith-Dorrien, Nixon culpó del fracaso a las carencias de la cadena logística, que era lo que había frenado, en su opinión, su ataque. En cierto modo, tenía razón. La Fuerza Expedicionaria Hindú todavía tenía problemas con sus suministros, aunque se estuvieran solucionando con gran velocidad. Entonces, sin pedirlos, Smith Dorrien recibió unos refuerzos inesperados: en Kuwait desembarcaba el cuerpo de ejército del teniente general Mitsuomi Kamio, que había dirigido a las fuerzas imperiales japoneses en el asedio de Tsingtao.

screensave9.png

Smith-Dorrien ordenó entonces a las divisiones hindúes 10ª y 11ª que avanzaran sobre Nasiriya. Sin embargo, la ciudad estaba mejor defendido de lo que esperaba el mando inglés, de manera que el asalto de las dos divisiones fue rechazado por los defensores turcos sin excesivos problemas. Operando al final de sus líneas de suministros, Smith-Dorrien suspendió el avance y ordenó que se cavaran trincheras: Nasiriya permanecería en manos turcas. Se necesitaba reorganizar al ejército, que había quedado sumido en un caos espantoso por su prodigioso avance. Cuando estas noticias llegaron a Londres, seguidas por un anuncio similar procedente de Egipto, la tormenta política que había desatado el escándalo de los obuses se reanudó con mayor virulencia.

kut.jpg

Soldados británicos de regreso a su base en el Sinaí.​

Las buenas noticias procedentes de Oriente Medio habían dado un respiro al gobierno de Asquith. El ataque incesante de la prensa raíz de los fracasos de los últimos meses habían disminuido. Pero el daño estaba hecho, y Asquith seguía siendo presionado por la prensa y por la oposición para que formara un gobierno de unidad nacional. El primer ministro no estaba dispuesto a aceptar estas exigencias. Cuando Lord Fisher dimitió como primer Lord del Mar el 15 de mayo, tras grandes peleas con el primer Lord del Almirantazago, Winston Churchill, por culpa de Gallipoli, se reanudaron los ataques contra el gobierno. A la larga la dimisión de Fisher arrastró a Churchill. Asquith continuó sin querer prestar atención, confiando en que una victoria más en Mesopotamia acallaría a sus críticos. Y ahora Smith-Dorrien le decía que no tenía otra alternativa salvo detener su avance hacia Bagdad.

A su pesar, Asquith admitió su derrota y aceptó formar un gobierno de coalición. Pero no iba a resultar tan fácil. Bonar Law tenía su precio para entrar en el gobierno. Primero exigió la dimisión de Lord Haldane, Lord Chancellor y padre del Ejército Territorial. Conocido admirado de la cultura alemana, fue acusado de manera falaz de ser pro-germano, y se convirtió en otra víctima de la prensa de Northcliffe, de manera similar a lo sucedido con el príncipe Battenberg al comienzo del conflicto. Sin alternativas, Asquith tuvo que aceptar. Luego Bonar Law pidió la cabeza de Churchill por su papel en el fiasco de Gallipoli. Churchill intentó evitar su caída en desgracia buscando el apoyo del almirante Sir Arthur Wilson, que había sustituido a Lord Fisher, pero todo fue en vano. Sin querer dar una victoria a Bonar Law, Asquith retuvo a Churchill en el gabinete como el nuevo canciller del ducado de Lancaster, una oscura posición de origen medieval que apenas significaba más que administrar el estado y las rentas del citado ducado (un antiguo condado palatino fusionado con la corona en 1399). Parecía como si la brillante estrella de Churchill se hubiera apagado.

_39859610_gallerychurchill5.jpg

Hora de irse a casa, Winston...

Entre otras demandas, Asquith tuvo que aceptar el servicio militar obligatorio y el 1 de junio de 1915, se creó el Gobierno de Unidad Nacional, con Lloyd George abandonando Hacienda para hacerse cargo del recién creado Ministerio de Municiones (ministerio que minaba las competencias de Kitchener), siendo reemplazado por Andrew Bonar Law en el primer ministerio; Austen Chamberlain se hizo cargo del Almirantazgo, Arthur Balfour fue nombrado como nuevo secretario de estado para las colonias, mientras que el antiguo virrey de la joya de la corona británica, Lord Curzon, se convertía en secretario de estado de la India. Grey seguía como ministro de exteriores y Reginald McKenna, un firme partidario de Asquith, seguía como ministro del interior. Este gobierno era, en esencia, una infeliz pero necesario unión de dos mortales enemigos obligados por las circunstancias a trabajar por el bien del Imperio

Primer Ministro Herbert Asquith
Ministro de Hacienda : Andrew Bonar Law
Exteriores: Sir Edward Grey
Ministro de la guerra: conde Kitchener de Kartúm y de Broome
Secretario de estado para la India: conde Curzon de Kedleston
Secretario de estado para las colonias: Arthur Balfour
Primer Lord del Almirantazgo: Austen Chamberlain
Interior: Reginald McKenna
Ministerio de Municiones: David Lloyd George
Canciller del ducado de Lancaster: Winston Churchill

government.jpg

de izquierda a derecha (arriba) Asquith, Grey, Balfour, Kitchener
(abajo) Lloyd George, McKenna, Chamberlain, Balfour
 
Last edited:
Capítulo veintitrés: Y Giuseppe cogió su fusil.



De nuevo la Kaiserliche Marine fracasó en su intento de estrangular las rutas comerciales británicas con sus buques corsarios, que fueron hundidos en alta mar o intentando romper el bloqueo aliado. La perdida de tres cruceros ligeros y su escolta de destructores hizo que el Alto Mando alemán cambiara de táctica. A comienzos de la guerra, los ataques contra los mercantes tanto por parte alemana como aliada habían seguidos las “reglas”: es decir, los submarinos emergían y avisaban a todo buque no militar- pero estas reglas fueron abandonadas de manera gradual dentro de la ofensiva general alemana contra el comercio enemigo ("Handelskrieg") a partir de comienzos de 1915.

ScreenSave92-8.jpg

ScreenSave91-5.jpg

screensave10c.png

Atacar a buques desarmados era visto, de manera general, como un crimen de guerra. Una ofensiva tan amplia sólo podía ser considerada si su éxito estaba garantizado, ya que era obvio que deterioraría las relaciones diplomáticas de Alemania con Italia y Estados Unidos. Sus partidarios, que incluían al jefe del estado mayor naval, Pohl, y el ministro de la marina, Tirpitz, exageraron sus perspectivas de éxito, lo que causó una demanda popular para que les dejaran actuar. Así, el 4 de febrero de 1915 se declaró una “zona de guerra” en las aguas que rodeaban a las islas británicas, dentro de la cual todo los buques mercantes aliados serían hundidos sin aviso. Que los mercantes neutrales correrían un serio peligro fue considerado inevitable.

La campaña se centró en el sur del Mar de Irlanda, el canal de la Mancha y la costa noreste inglesa, con un total de dieciséis submarinos operando en la zona (de los que nunca más de seis lo hicieron a la vez), ocasionando el hundimiento de 85.000 toneladas de mercantes aliados en marzo. El desarrollo de medidas ASW, como la barrera de Dover, obligó a los submarinos alemanes a evitar el canal a mediados de abril, tras la perdida de cuatro submarinos. Esto hizo que los hundimientos cayeran a 50.000 toneladas ese mes. La reapertura de las bases en la costa belga permitió que los Uboaten alemanes operaran con mayor libertad, por lo que se alcanzaron las 100.000 toneladas en mayo, junio y julio de 1915, perdiendo tres submarinos. Sin embargo, los daños causados a la economía británica fueron escasos, y, sin embargo, los problemas diplomáticos con Estados Unidos se dispararon hasta la luna tras el hundimiento, a comienzos de mayo, del Lusitania y del Arabic , ocasionando la muerte de varios ciudadanos norteamericanos que viajaban a bordo, lo que reabrió la controversia en el mando alemán

screensave7.png

Por ello el Káiser introdujo nuevas ordenes restringiendo los ataques contra los buques de pasajeros enemigos, lo que hizo que el jefe del estado mayor naval, Bachmann, siendo reemplazado por Holtzendorf –el almirante Gustav Bachmann había reemplazado al almirante Pohl cuando este asumió el mando de la Flota de Alta Mar en febrero. Entre los meses de febrero y septiembre de 1915, los submarinos alemanes hundieron casi 750,000 toneladas de mercantes aliados –en su mayoría británicos-, escasamente el 4% de la flota mercante británica. Pese al despliegue de 2.100 buques auxiliares armados aliados en misiones ASW, los alemanes sólo perdieron 12 submarinos de largo alcance.

ScreenSave16-11.jpg

Con la declaración de Austria-Hungría a Servia en 1914, la agresiva naturaleza de las acciones de Viena fue la excusa para que Italia se negara a cumplir con las obligaciones suscritas como miembro de la Tercera Alianza. Su declaración de neutralidad no sorprendió a nadie, pues sus malas relacione con Austria eran muy conocidas. Se enfrentaban sobre todo por el Trentino, una zona habitada por italianos y regida por el Imperio Austríaco. Además, Viena bloqueaba las ambiciones coloniales italianas en los Balcanes, sobre todo en Albania. Alemania intentó atraer a Italia a los Imperios Centrales ofreciéndole el Trentino, ya que Berlín estaba dispuesto a sacrificar el domínio austríaco de esa región, aunque Viena no lo estaba, ya que temía que podía llevar a al desintegración del imperio. Finalmente, a cambio de concesiones en Polonia, Austria aceptó en principio a ceder el Trentino.

Pero para abril de 1915 ya era tarde. La Entente ofrecía más de lo que las potencias centrales podían o querían dar a Roma: la costa dálmata. A esto se sumaron partes de la Anatolia turca. Así, cuando los ingleses atacaron directamente los Dardanelos, Roma juzgó que era el momento de entrar en la guerra. El 23 de mayo de 1915, Italia, siguiendo lo firmado el mes anterior en el Tratado de Londres, declaró la guerra a Austria. Así la política del ‘sacro egoismo’ fue transformada en una política agresiva contra las Potencias Central. Sin embargo, la declaración de guerra italiana fue mal vista internacionalmente, pues se consideró como una expresión de avaricia en tiempos de retórica cruzada.

Ese mismo día comenzaron las operaciones del ejercito italiano contra el Trentino, cuya débil guarnición fue derrotada con facilidad.

ScreenSave28-10.jpg

 
¿SMS Pillau? Si es que los hay que con el nombre pagan. :D