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Sin embargo, aquí no hablamos de errores en la ejecución de una tarea. De lo que hablamos es de la negativa implicita a disparar el arma, incluso cuando nuestra vida está en peligro. Una de las razones es social y educaciones: en occidente se nos educa en una serie de valores que nos identifica como individuos y donde matar a alguien está mal. Puede parecer trivial, pero forma tanto parte de nuestros valores que la mayoría mostramos una gra resistencia a matar a otro ser humano.
En realidad lo que ocurría en la 2ª Guerra Mundial es que independientemente del entrenamiento técnico (que era en todo caso suficiente para apuntar y disparar) no había una instrucción más completa orientada a convertir a esa persona en soldado con todas sus consecuencias. Según Churchill se necesitan 2 años para convertir a alguien en soldado.
El entrenamiento dado para los soldados americanos desde la guerra de Vietnam en adelante implica una despersonalización y deshumanización del enemigo. Se trata de cambiar nuestra visión sobre el soldado enemigo de forma que no se vea como una persona y como una especie de entidad ajena a nosotros y nuestro mundo, de modo que sea más fácil matarlo.
Encontré on-line el libro que me recomendaste, y lo estuve hojeando: es todo un "must read".
El autor creo que mayormente se dedica a evaluar el comportamiento del soldado de infantería nortemanericano. Pero no sé si lo mismo no se podría hacer extensivo a alemanes, franceses, británicos e incluso a los rusos, en lo que respecta a la inhibición en el uso de su arma incluso bajo situaciones de máximo riesgo. Excluyo a los japoneses, porque esos son otra historia.
Se me ocurre alguna hipótesis al respecto:
a) Para disparar durante un combate desde una posición protegida, hay que buscar un objetivo. Y para buscarlo, el tirador tiene que exponerse asomando la cabeza para observar su entorno. Y una vez visto un posible blanco, tiene que "significarse" para hacer fuego exponiéndose a la respuesta del enemigo... bien con armas parecidas a la suya, o bien con algo más letal: ametralladoras o tal vez morteros (solo los lanzallamas provocan mayor temor que las granadas y explosivos, más que nada por las mutilaciones espantosas que pueden provocar).
b) Si su posición era asaltada por infantería enemiga, como solía ocurrir en el Pacífico, tal vez el pánico paralizara a los soldados bisoños y solo atinaran a encogerse en su hoyo intentando pasar desapercibidos para los asaltantes, o intentando hacerles ver que no era un individuo peligroso al que hiciera falta matarlo. Aunque también podría tratarse de una respuesta similar a la que experimenta cualquier persona que de improviso fuera atacada por un animal salvaje o peligroso (Livingstone contaba una anécdota en la que fue atacado sorpresvamente por un león que le desgarró una pierna de un zarpazo antes de ser abatido, y que según él no le provocó ningún miedo sino parálisis -a pesar de tener un fusil de caza en la mano- y ausencia de dolor físico, junto con la conciencia de que iba a morir. "Ahora comprendo lo que siente una cebra un instante antes de rendirse a las leonas que la matarán", afirmó.)
En lo que respecta a valores, siempre al ser humano le ha resultado chocante tener que matar congéneres, y para lograr que la gente se asesine entre sí en una guerra se han inventado mil patrañas (honor, patria, dios, valor, bandera, etc.) con las que se pretende justificar el homicidio (bajo condiciones controladas) como un mandato categórico, y cuyo incumpliemiento o rechazo provoca la aparición de calificativos como cobardía, traición, deshonra, etc.
Los mecanismos reforzadores, históricamente han sido de lo más variados:
- La pertenencia a un grupo (compañía, pelotón, batallón), que contribuye diluir la culpa.
- La disciplina: se cumple lo que se ordena sin dicutirlo ni dudar. Al fin y al cabo, quien da las órdenes se supone que se hace responsable de las acciones que ejcutará el subordinado en cuanto "instrumento".
- La cohesión coactiva: si alguien del grupo actúa por su cuenta o con negrligencia, pone en riesgo la vida o la integridad física de sus camaradas.
... Y seguramente omito uno cuantos más.
Otra cosa distinta opera en el ánimo de militares que deben deben armamento más sofisticado, como misiles, artillería naval o aviones: los pilotos de bombarderos, p.e., no se detenían a considerar la matanza y la destrucción que estaban provocando en una ciudad; para ellos se trataba de hacer blanco en unas coordenadas, y no tenían que ver la cara de a quienes estaban matando.
Y en cuanto a los entrenamientos racistas y la deshumanización del enemigo, en USA ya habían comenzado durante la 2GM en lo que respecta a los japoneses. También es cierto que éstos también lo eran.
Y otro tanto puede decirse de los alemanes con respecto a los eslavos.
Pero aún así, tarde o temprano los que participan en una guerra como tropa de infantería tienen que mirarse al espejo... y entonces comienza el drama individual.
En la película "Zulú", al final de la batalla de Rorke's Drift el teneiente Bromhead dice algo muy significativo, mientras observa a los zulúes muertos en torno a la misión: "Es mi primera batalla, y no siento placer por la victoria. Siento... vergüenza".