9. El asedio de Tenochtitlán
Tras la huida de los españoles de Tenochtitlán en la Noche Triste, la ciudad se vio sacudida por una pequeña guerra civil entre los que habían apoyado a los españoles y los que nunca vieron con buenos ojos la opción de apoyarlos, terminando victoriosos los segundos.
Pronto se organizó una purga interna y fueron sacrificados los caudillos que apoyaron la entrada de los españoles. Toda esta situación interna se vio complicada de manera feroz debido al choque microbiano que produjo la viruela. Esta enfermedad, importada por los españoles que llegaron a sumarse al ejército de Cortés provocó un choque microbiano ante el cual los cuerpos de los indios no estaban inmunizados. Por lo tanto comenzaron a aparecer auténticas plagas de viruela que comenzaron a sesgar las vidas de miles de indígenas con mayor o menor intensidad dependiendo de las zonas.
Esta epidemia de viruela facilitaría en gran modo la futura expedición militar contra el corazón del imperio azteca, aunque acabaría con la vida de muchos aliados indígenas como la de Majizcatzin. Dicen los escritos que Cortés al volver de Segura de la Fontera a Tlaxcala recibió la noticia de la muerte de este a causa de la viruela y que el propio Cortés lloró la pérdida de su amigo y aliado, el cual le había acogido en su propia casa en los momentos más penosos de la conquista. A modo de honrarle, -siguen narrando las crónicas-, que mandó hacer llamar a su hijo de doce años, el cual fue armado como un señor hispánico y bautizado como Don Lorenzo Majizcatzin, conservando el nombre de su padre debido a la nobleza y virtud de su padre .
Este hecho pone de manifiesto como la mentalidad española de manera tímida y progresiva se va imponiendo y ahondando su dominio espiritual y material sobre sus aliados tlaxcaltecas, respetando en todo momento a los indígenas aliados.
La viruela también sesgó la vida del emperador Cuitlahuac, hecho que provocó la proclamación de emperador azteca a Cuauhtemoc a principios de diciembre de 1520, el cual seguiría la política de expulsión de los invasores españoles con la misma virulencia que Cuitlahuac, ya que los informes que recibía del exterior afirmaban el peligro de que Cortés estaba expandiendo sus territorios a costa del imperio y que se disponía a atacar Tenochtitlán.
Las enfermedades traídas del viejo continente por los españoles como la viruela y la gripe entre otras fueron quizás su mayor aliado a la hora de conquistar este inmenso imperio. Los indígenas comenzaron a sufrir terribles epidemias. Estas plagas lograron paralizar la vida en poblaciones enteras y reducir en gran número los contingentes militares del imperio azteca, sembrando el caos en muchas partes del imperio. Por lo tanto sería un grave error no mencionar la vital importancia de estas epidemias para el desarrollo histórico en este momento clave de la historia, ya que probablemente si no se hubiera producido un choque microbiano tan virulento, el ejército conquistador probablemente hubiera sucumbido ante la organización y el poderío numérico de un imperio imponente el cual no olvidemos que estaba en pleno esplendor.
Cortés comienza a preparar el sitio a Tenochtitlán gracias a nuevos materiales y pertrechos que compraba desde el puerto de la ciudad de Veracruz y a día de 26 de Diciembre de 1520 ya contaba con cuarenta jinetes, ochenta ballesteros y escopeteros, unos cuatrocientos cincuenta rodeleros y alrededor de nueve cañones ligeros bien provistos. Esta mejora exponencial del ejército de Cortés debió tener gran importancia debido al aumento de moral que provocaba estos refuerzos materiales en la tropa, aunque no obstante este ejército seguía siendo casi la mitad del que entró victorioso a Tenochtitlán el 24 de Junio de ese mismo año.
Ojeda y Márquez se habían encargado por otro lado de ejercitar y organizar al modo europeo a todo un ejército auxiliar tlaxcalteca.
El plan de asedio de Tenochtitlán era tomar primero la ciudad de Tetzcuco para tener acceso a la laguna donde estaba construida la capital azteca y realizar en los astilleros de Tetzcuco dos bergantines para que estos dominaran las aguas del lago. Para dirigirse a la ciudad donde se emplazarían los astilleros, Cortés optó por ir por el camino más difícil pensando que estaría menos vigilado que los otros.
El 28 de diciembre salió todo el ejército español junto a unos 10.000 auxiliares indígenas de Tlaxcala hacia Tetzcuco, pasando por un camino que aparte de agreste había sido cortado con barricadas a modo de obstaculizar el avance del ejército, pero el plan de Cortés funcionó ya que Cuauhtemoc no esperaba el avance por esa zona y pudieron evitar un enfrentamiento militar importante con tropas aztecas.
Tras varias escaramuzas llegaron a la ciudad de Coatepec, la cual encontraron vacía y al día siguiente, mientras marchaban hacia Tetzcuco, salió a su paso una embajada azteca proponiendo la paz, parece ser que con el objetivo de retener al ejército el tiempo necesario para que la ciudad fuera evacuada hacia Tenochtitlán, ya que cuando entraron en Tetzcuco la encontraron vacía.
El plan de cortés de empezar a construir dos bergantines para controlar la laguna comenzó a fraguarse gracias a la creación de unos astilleros improvisados con zanjas en la tierra que permitían la construcción en dique seco de estos barcos en el interior de la ciudad. Cortés mandó una embajada proponiendo la rendición de Tenochtitlán mientras enviaba una expedición militar hacia Iztapalapa a modo de aviso de lo que podía pasar en Tenochtitlán si el emperador no aceptaba la propuesta de paz. Iztapalapa fue asaltada por tropas españolas y tlaxcaltecas, causando más de 6.000 muertes.
Posteriormente a la toma de Iztapalapa, Cortés mandó a Gonzalo de Sandoval hacia Chalco, ciudad muy importante desde el punto de vista estratégico, ya que abría el camino por tierra entre Tetzcuco y Tenochtitlán. Sandoval logró someter dicha ciudad tras algunos combates contra fuerzas de combate aztecas que le impedían el paso a dicha ciudad.
Se inicia tras esta conquista una serie de campañas o de cabalgadas militares contra las ciudades del entorno de Tenochtitlán, cuyo objetivo último era dejar desabastecida totalmente la ciudad para su asedio.
Los métodos usados eran proponer la paz y la sumisión de los indios a los españoles cuando las circunstancias lo permitían y antes de entablar batalla. Si esta proposición no era aceptada se producía la toma militar de la ciudad, su saqueo o su destrucción, hacían esclavos a mujeres y hombres jóvenes y en algunas ocasiones dejaban a merced de los vengativos tlaxcaltecas a los hombres para que estos los mataran o los capturaran para sus sacrificios rituales.
El episodio más importante de estas campañas ocurrió el día 13 de Abril en Cuauhnauac, ciudad ubicada en una terraza natural situada en una sierra. Dicha ciudad estaba fuertemente defendida por una gran guarnición azteca, esta situación hacía la ciudad prácticamente inexpugnable. Pero gracias a un indígena descubrieron un paso hecho con troncos de árboles por el cual pudieron entrar y tomar la ciudad sin grandes pérdidas.
Cerca del lago, en la ciudad de Xochimilco tuvieron serias dificultades para rechazar un gran contingente procedente de Tenochtitlán, los cuales muchos de ellos iban armados con espadas españolas las cuales pertenecían en su mayoría a los que fueron sacrificados o resultado muertos al no poder huir de Tenochtitlán en la llamada Noche Triste. Tras vencer al ejército azteca después de tres días de lucha incesante asolaron la ciudad dejándola reducida a escombros.
Tras continuas expediciones victoriosas sobre varias ciudades como Coyohuacán, Tacaba, Azcapotzalco, Tenayocán, Cuauhtlitl y Citlatltepecan finalmente se asentaron en Alcorán. Dentro de esta ciudad y muy pocos días antes de que comenzara el asalto definitivo a Tenochtitlán, Cortés tubo que erradicar una conspiración velazquista dentro de su propio ejército; apareció un soldado que puso al tanto de la conspiración a Cortés, dicha conspiración estaba encabezada por un tal Antonio de Villafaña y su plan conspiratorio consistía en redactar una carta falsa y mientras que Cortés la estuviera leyendo, lo asesinarían y pondrían al mando a un cuñado de Diego de Velázquez, llamado Francisco Verdugo, el cual parece ser según el testimonio del soldado, no sabía nada de dicha conspiración. Cortés no tardó en reaccionar ante esta amenaza y se dirigió junto con sus capitanes de confianza al alojamiento de Villafaña, donde descubrió una lista de sus cómplices. El resultado fue que sólo ahorcó a este conspirador, dejando a los demás bajo vigilancia.
Justo antes de que comenzara el despliegue del ejército hacia la capital azteca, llegaron soldados de Tlaxcala, Cholula y Guajocingo en un número tan elevado que dicen las crónicas cristianas que tardaron 3 horas en desfilar a la entrada en la ciudad .
El 28 de Abril de 1521, tras celebrar misa, el ejército español se dispuso en marcha para el asedio a Tenochtitlán. Cortés poseía un ejército muy extenso gracias a los continuos refuerzos que le habían llegado de algunas ciudades del Caribe. Contaba con 86 tropas a caballo, 118 ballesteros y escopeteros, poco más de 700 espaderos, 3 cañones grandes de hierro y 15 pequeños de bronce. Los trece bergantines fueron echados al gran lago desde Tezcuco, no sin problemas, ya que Cortés tuvo que obligar a muchos soldados, incluso a los que tenían el estatus de Hidalgo, a ir dentro de estos bergantines. Cada bergantín estaba dispuesto de 6 escopeteros o ballesteros, 6 espaderos y 12 remeros y un capitán.
Cortés dividió a su ejército en tras partes: La primera estaba situada en la Ciudad de Tacaba, al mando de Pedro de Alvarado y constaba de 30 jinetes, 18 ballesteros o escopeteros, ciento cincuenta hombres y el apoyo de un número muy importante de soldados indígenas, los cuales iban acaudillados por Xicontencatl el joven. La segunda estaba situada en Cuyoacán al mando de Olid con 33 jinetes 18 ballesteros y escopeteros, 150 espaderos y un contingente indígenas muy alto en número. La tercera división estaba encabezada al mando de Sandoval con; 24 caballos, 4escopeteros, 13 ballesteros, 150 peones y el mayor contingente indígena. El objetivo de esta división era destruir definitivamente Iztapalapa y penetrar por la calzada principal hacia Tenochtitlán hasta reunirse con la división de Pedro de Olid.
La intención de Cortés con esta táctica era cercar Tenochtitlán en todas sus calzadas, salvo la que salía a Tepeyac, con la esperanza de que los mexicas, al verse rodeados huyeran de la ciudad por esa vía libre.
La ciudad de Tenochtitlán era, probablemente la ciudad con mejores defensas de todo el continente americano. Su insularidad provocaba que no necesitara muralla exterior para su defensa, ya que sólo se podía tener acceso a ella mediante vía marítima o por sus tres calzadas fortificadas que se construían sobre el lago. La gran cantidad de canales interiores dificultaba mucho el movimiento de tropas en la ciudad, las decenas de puentes que comunicaban los canales estaban sellados o destruidos, las miles de casas fortificadas etc... A toda esta situación geoestratégica hay que añadirle el gran número de soldados aztecas que debían estar atrincherados en la ciudad. Es imposible hablar a ciencia cierta del número exacto de soldados que podrían haber en Tenochtitlán en el momento del asedio, lo primero hay que tener en cuenta que la ciudad albergaba en épocas de paz a unas 200.000 personas, por lo tanto estamos hablando de una ciudad lo bastante extensa para dar cabida a un ejército casi inimaginable, ya que la planta de la ciudad consta de 13,5 kilómetros cuadrados según estudios recientes. Otra cuestión a tener en cuenta es que Tenochtitlán era el último bastión del imperio azteca; si la ciudad caía también lo haría el imperio, por lo tanto la concentración de tropas por parte de Cuauhtemoc debió ser inmensa. El último factor a tener en cuenta es que muchas ciudades de la zona habían sido evacuadas hacia Tenochtitlán casi en su totalidad ante el avance del ejército invasor, como ejemplo de estas evacuaciones tenemos la ciudad de Tetzcuco, la cual era la segunda ciudad más poblada del imperio, aunque existen otros casos.
Con toda esta cantidad de factores analizados pueden darnos que Tenochtitlán, en el momento de su asedio estaba defendida por no menos de 100.000 soldados si hacemos la media de los estudios de los especialistas en demografía azteca. Aunque evidentemente, a parte de ese número de soldados también se encontraran dentro de la ciudad en el momento del asedio población civil, como mujeres, niños y ancianos.
Camino hacia Tenochtitlán se produjo un incidente protagonizado por Xicontencatl el joven. Dicho caudillo indígena siempre se había opuesto de manera frontal a la colaboración con los invasores y por ello desertó del ejército, no obstante fue perseguido y ahorcado por traición, curiosamente sin que el numeroso ejército indígena, que él había dirigido hasta entonces y que no le siguió en la deserción, hiciese intento de sublevación por este acto de ajusticiamiento militar.
Este hecho pone sobre la mesa una coincidencia cultural entre el mundo europeo y el azteca: la mentalidad militar azteca frente a la traición era la misma que la de los católicos, la pena de muerte.
Mientras tanto, el emperador Cuauhtemoc había vencido en el Consejo la oposición de un pequeño grupo de moderados que buscaba negociar con los españoles.
Se preparó el curioso abastecimiento a través de las chinamitl. Las chinamitl eran una especie de balsa típica mesoamericana entretejida de troncos y ramas de árboles, atracadas a la orilla del lago, dentro de la cual se echaban capas de tierra fina y se plantaban alimentos. Temporada tras temporada, la siembra extendía sus raíces hasta que éstas terminaban agarrándose al suelo del lago. Las formaciones de varias chinamit se construían uniendo estas barcas de forma ovalar. Así, Tenochtitlan, ostentaba un ancho anillo de esas balsas flotantes dedicadas a la agricultura y horticultura que, evidentemente fueron usadas por los mexicas para abastecerse en el asedio. "Cortesía de Austrichen"
Los preparativos militares se hicieron presentes, las calles se fortificaron, los cientos de miles de indios que se habían cobijado en dicha ciudad fueron armados en tierra y en miles de canoas que cubrían las calzadas de acceso a la ciudad desde el lago.
Tras estos preparativos se sacrificó a cuatro prisioneros españoles y a centenares de tlaxcatecas que estaban presos para conseguir el beneplácito de los dioses.
Para el mando del ejército, Cuauhtemoc se situó en el punto más alto de la ciudad, la torre del Gran Teocalli desde donde a través de un sistema de señales se disponía a dirigir su ejército.
El asedio comenzó con la ofensiva de Olid y Alvarado contra el acueducto de Chapultepec, que fue destruido dejando desabastecida de agua la ciudad. Justo después de este acto, el ejército español comenzó a penetrar hacia Tenochtitlán a través de la calzada de Tacuba mientras los mexicas lanzaban restos descuartizados de hombres sacrificados en señal de representar el destino que les aguardaba a los invasores si salían derrotados del asedio.
Este episodio hace representativo hasta el punto que los aztecas dominaban la guerra psicológica y eran conscientes del pavor que le tenían los soldados españoles a caer presos y a ser sacrificados.
Cortés pronto puso en marcha el ataque de los bergantines hacia las posiciones defensivas en el lago, contra lo que poco podían hacer las pequeñas canoas. Estas rápidas victorias navales en el entorno de Tenochtitlán hicieron que Cortés decidiera, junto con treinta de sus hombres, desembarcar en la estratégica fortaleza de Xoloc, la cual se situaba en el punto donde se unían las calzadas de Cuyoacán y de Iztapalapa. La fortaleza fue tomada tras una dura batalla y Cortés mandó colocar piezas de artillería en esta fortaleza, desde donde los disparos de los cañones barrían literalmente las estrechas filas de enemigos que intentaban recuperar la fortaleza desde la calzada.
Cortés decidió instalarse en Xoloc, lugar que estando ya tomado hacía inservible la estancia de Alvarado y su ejército en Iztapalapa, por lo cual este avanzó con su ejército y cerró la calzada de Tepeyac, que hasta entonces era la única el ejército español había dejado abierta para una posible huida de los asediados. Los aztecas quedaban definitivamente asediados.
En el primer día de asedio Tenochtitlán estaba ya cercada en todas sus comunicaciones por tierra y los bergantines eran los dueños de la laguna sobre la que se asentaba Tenochtitlán.
No obstante Xoloc no era un lugar seguro ni tranquilo ya que intentó ser recuperado por los mexicas de manera incesante hasta el día 9 de Junio de 1520, en el cual un ataque combinado de Alvarado, Cortés y sus aliados indígenas consiguió llegar desde Xoloc hasta el Gran Teocalli, dentro de Tenochtitlán. Dicho avance se realizó gracias al apoyo de los bergantines, que paralelos a ambos lados de las calzadas evitaban un ataque por los flancos desde las canoas mientras el ejército avanzaba por las calzadas que se erigían sobre el lago. Al llegar al Gran Teocalli hubo un momento en el que el ejército estuvo a punto de huir debido al gran número de mexicas armados que les esperaban en la gran plaza. No obstante la llegada tiempo de un pequeño contingente de caballería, de no mas de cinco soldados, dio un vuelco en la situación de la batalla gracias al miedo que los caballos en carga provocaban a los indígenas. Esta expedición hacia el corazón de Tenochtitlán fue muy fugaz, ya que era imposible mantener conquistada esta posición debido a la inferioridad numérica de los sitiadores.
Tras esta batalla las posiciones de ambos bandos se asientan durante un periodo muy breve de tiempo, donde Cortés recibe gracias a sus victorias iniciales contra Tenochtitlán la ayuda militar y logística desde ciudades del entorno como Tezcuco, Xochimilco e Iztapalapa entre otras. Los bergantines hacen patrullas por la laguna apresando a canoas que abastecían de agua y alimentos la cuidad cercada mientras repelían continuos ataques de canoas que intentaban inmovilizarlos.
Tras este breve periodo de tiempo los asaltos se reanudan. Los españoles eran inferiores en número y tenían serias dificultades para mantener las posiciones conquistadas, ya que los mexicas volvían a retomarlas una y otra vez. Por lo tanto Cortés, tras la experiencia de varios combates, emprende la táctica básica que ya siempre realizará hasta la conquista definitiva de la ciudad. La forma de avanzar posiciones consistía en ir cegando las calles, es decir, destruyendo los accesos a la calzada con el objetivo de dejar la calle sin accesos laterales. Los cortes de las calzadas también se realizaban en la retaguardia, para evitar posibles ataques por esta zona. Todas estas obras de destrucción de comunicaciones se realizaban conforme se combatía en la vanguardia. Esto provocaba que mientras una formación combatía otra atrás se dedicaba a las labores de ciegue de las calzadas.
El asedio se realizaba de una manera muy monótona, ya que los aztecas volvían a retomar las posiciones perdidas rápidamente. Todas estas tácticas de guerra provocaban que el estado del combate fuera continuo y que el avance de las tropas españolas y sus aliados indígenas fuera muy lento debido a su inferioridad numérica.
Este estado de combate constante y de la necesidad de cegar todas las calzadas por las que se avanzaba, provocó la impaciencia de muchos soldados y de algunos mandos. Tanto es así que Alvarado decidió llevar a cabo una operación muy arriesgada; los mexicas fingieron una retirada y el contingente que capitaneaba Alvarado se lanzó a perseguirlos sin asegurarse antes de tener cegados los accesos a su calzada. Tras una breve persecución los indígenas lograron rodear rápidamente a Alvarado y sus tropas en la calzada por los accesos que no habían sido cegados. La única escapatoria de éstos fue arrojarse al lago infectado de canoas para huir a nado. El resultado que estas imprudencias militares conllevaban era la pérdida de muchos hombres en una situación en la que la superioridad numérica mexica era muy palpable, más si se tiene en cuenta que muchas veces la única retirada posible era lanzarse al agua del lago, donde los soldados tenían que huir nadando mientras los mexicas de las canoas les atacaban.
Las condiciones psicológicas que tuvieron que soportar los miembros del ejército conquistador son difícilmente comprensibles para cualquier persona de nuestros días, ya que conforme iban avanzando hacia el centro de la ciudad, ya estuvieran enfrascados en una lucha o atrincherados desde sus barricadas y trincheras, veían desde sus posiciones el sacrificio en el Gran Templo de soldados españoles y de sus aliados indígenas que habían sido capturados vivos. El gran impacto que estos sacrificios tenían en los españoles y de como este factor desmoralizante era usado por los mexicas se pone de manifiesto en un ataque combinado de los tres ejércitos al mando de Sandoval, Alvarado y Cortés el día 30 de Junio mientras los sacrificios rituales se sucedían sin parar. Este triple ataque consiguió llegar sin muchos problemas a los bordes del mercado central, pero debido otra vez al fallo de no haber cerrado los accesos a las calles se produjo una retirada, con el agravante de que los mexicas habían penetrado en la retaguardia y habían destruido el único puente por el cual las tropas españolas y sus aliados se podían retirar. Esta lucha es quizás la más importante en la toma de Tenochtitlán ya que perecieron muchos soldados y otros tantos fueron capturados. Además, cuentan las crónicas de que Cortés fue hecho preso por varios indígenas, pero el soldado Cristóbal de Olea consiguió liberarlo aunque debido a ello perdió la vida al ser herido en este menester. En esta lucha a muerte es cuando se pone de manifiesto el ya citado gran grado del domino del factor psicológico que los mexicas tenían en la guerra, ya que mientras la lucha acaecía, tiraban las cabezas decapitadas de los españoles sacrificados y vociferaban que habían matado a los líderes del ejército español con el objetivo de causar pánico y confundir al enemigo. No obstante el ejército español se recompuso y tras una larga lucha y gracias a la ayuda de los bergantines pudieron retirarse, no sin obtener pérdidas considerables.
El descanso esa noche no tubo que ser nada cómodo para la mayoría de los soldados, ya que curiosamente esa misma noche era el aniversario de la llamada Noche Triste y los mexicas celebraron dicho acontecimiento sacrificando a muchos soldados recién capturados a la diosa de la sal, Vixtocioatl, mientras el ejército encabezado por Cortés intentaba sobreponerse de la milagrosa huida.
No obstante, esta derrota que por poco no terminó en desastre supuso un respiro para el ejército español y sus aliados indígenas, ya que los mexicas no atacaron en unos días y se encargaron de enviar cabezas de españoles y caballos a modo de propaganda a las ciudades circundantes, pero esta demostración de poder mexica no provocó ningún cambio diplomático de las ciudades vecinas contra los españoles.
Cortés tuvo tiempo para cambiar de táctica de guerra; hizo cambiar las espadas de los infantes como arma principal por lanzas, para mejorar la lucha en pasos estrechos y en el agua. Tomó la decisión de destruir todos los edificios de la ciudad para poder conquistarla en lugar de la táctica de sólo ir cegando las calles que tan mal resultado le había dado.
Chichimecatecuhtli, general tlaxcalteca dio con su ejército indígena un victorioso asalto a la ciudad y fue el primero que comenzó a poner en práctica la efectiva táctica de destrucción de los edificios.
El sitio se realizaba día tras día siguiendo la nueva táctica de avance; ataque, cierre de los cortes de la calzada, destrucción de los edificios colindantes y fortificación del camino hasta el límite de lo conquistado.
Tras más de un mes de asedio la falta de alimentos y abastecimientos se hacían notar en las fuerzas de los soldados asediados, como en mujeres y niños que vagaban indefensos en la cercada ciudad en busca de comida. En esta tesitura el avance español se hacía cada vez más fácil y cómodo debido a la efectividad de la nueva táctica y a la fatiga de los sitiados. Tanto es así que pronto los tres ejércitos españoles incomunicados desde el inicio del asedio y situados en las distintas vías llegaron a confluir en la Gran Plaza central de Tenochtitlán, llegando a subir incluso hasta el mismísimo Teocalli.
La victoria parecía asegurada, la plaza central de la ciudad estaba tomada y los mexicas estaban desfallecidos por el hambre. Cortés ante esta tesitura decidió llevar a cabo una política que alternaba el cese de ataques hacia las posiciones en las que los mexicas habían quedado reducidos en Tenochtitlán con ataques a estas posiciones mientras hacía ofertas de rendición al emperador Cuauhtemoc, con la intención de conseguir una capitulación de este y evitar la posible destrucción del tesoro que estaba en manos del emperador.
La situación en Tenochtitlán se hacía cada vez más insostenible debido a los miles de cadáveres insepultos que atestaban las calles y al comportamiento cruel y despiadado de algunos de los soldados, tanto españoles como tlaxcaltecas, que atacaban a todos los mexicas, incluyendo mujeres y niños, que vagaban por las calles hambrientos. No obstante los mexicas continuaban atacando las posiciones españolas en su agonizante defensa de Tenochtitlán aunque Cuauhtemoc convocó un consejo de guerra para debatir la claudicación. El consejo decidió continuar la guerra hasta que murieran exterminados.
Cortés enviaba constantemente embajadas de paz hacia las zonas ocupadas por los mexicas y estos siempre le replicaban que Cuauhtemoc iría a verlo en persona, hecho que ninguna de las veces sucedió. Finalmente Cortés perdió la paciencia y lanzó el 13 de Agosto de 1521 el ataque definitivo contra las posiciones mexicas; Alvarado caería desde Tacaba, Cortés desde Iztapalapa y Sandoval desde los bergantines.
Cuentan las crónicas que Cortés antes de abalanzarse contra el reducto mexica subió a una azotea y dio un ultimátum de rendición a Cuauhtemoc, el cual lo rechazó. No obstante ante esta amenaza definitiva muchos de los hambrientos soldados mexicas desertaron del ejército del emperador y huyeron desarmados hacia el real español pidiendo clemencia, mientras los tlaxcaltecas los seguían y les daban muerte, vengándose despiadadamente en esos momentos de las muchas calamidades sufridas a manos de los aztecas.
El asalto por tierra español provocó una huida masiva en canoa de los mexicas, incluido Cuauhtemoc, por lo cual Sandoval y sus bergantines persiguieron por la laguna a todos los furtivos con el objetivo de capturar a Cuauhtemoc. Finalmente este fue capturado por García Holguín, uno de los maestres de los bergantines, fue llevado a presencia de Cortés el cual lo hizo preso, respetando su vida en ese momento.
Tras noventa y tres días de asedio Tenochtitlán había caído, Cuauhtemoc había sido hecho preso y el impero azteca había sido definitivamente conquistado.
Tras la huida de los españoles de Tenochtitlán en la Noche Triste, la ciudad se vio sacudida por una pequeña guerra civil entre los que habían apoyado a los españoles y los que nunca vieron con buenos ojos la opción de apoyarlos, terminando victoriosos los segundos.
Pronto se organizó una purga interna y fueron sacrificados los caudillos que apoyaron la entrada de los españoles. Toda esta situación interna se vio complicada de manera feroz debido al choque microbiano que produjo la viruela. Esta enfermedad, importada por los españoles que llegaron a sumarse al ejército de Cortés provocó un choque microbiano ante el cual los cuerpos de los indios no estaban inmunizados. Por lo tanto comenzaron a aparecer auténticas plagas de viruela que comenzaron a sesgar las vidas de miles de indígenas con mayor o menor intensidad dependiendo de las zonas.
Esta epidemia de viruela facilitaría en gran modo la futura expedición militar contra el corazón del imperio azteca, aunque acabaría con la vida de muchos aliados indígenas como la de Majizcatzin. Dicen los escritos que Cortés al volver de Segura de la Fontera a Tlaxcala recibió la noticia de la muerte de este a causa de la viruela y que el propio Cortés lloró la pérdida de su amigo y aliado, el cual le había acogido en su propia casa en los momentos más penosos de la conquista. A modo de honrarle, -siguen narrando las crónicas-, que mandó hacer llamar a su hijo de doce años, el cual fue armado como un señor hispánico y bautizado como Don Lorenzo Majizcatzin, conservando el nombre de su padre debido a la nobleza y virtud de su padre .
Este hecho pone de manifiesto como la mentalidad española de manera tímida y progresiva se va imponiendo y ahondando su dominio espiritual y material sobre sus aliados tlaxcaltecas, respetando en todo momento a los indígenas aliados.
La viruela también sesgó la vida del emperador Cuitlahuac, hecho que provocó la proclamación de emperador azteca a Cuauhtemoc a principios de diciembre de 1520, el cual seguiría la política de expulsión de los invasores españoles con la misma virulencia que Cuitlahuac, ya que los informes que recibía del exterior afirmaban el peligro de que Cortés estaba expandiendo sus territorios a costa del imperio y que se disponía a atacar Tenochtitlán.
Las enfermedades traídas del viejo continente por los españoles como la viruela y la gripe entre otras fueron quizás su mayor aliado a la hora de conquistar este inmenso imperio. Los indígenas comenzaron a sufrir terribles epidemias. Estas plagas lograron paralizar la vida en poblaciones enteras y reducir en gran número los contingentes militares del imperio azteca, sembrando el caos en muchas partes del imperio. Por lo tanto sería un grave error no mencionar la vital importancia de estas epidemias para el desarrollo histórico en este momento clave de la historia, ya que probablemente si no se hubiera producido un choque microbiano tan virulento, el ejército conquistador probablemente hubiera sucumbido ante la organización y el poderío numérico de un imperio imponente el cual no olvidemos que estaba en pleno esplendor.
Cortés comienza a preparar el sitio a Tenochtitlán gracias a nuevos materiales y pertrechos que compraba desde el puerto de la ciudad de Veracruz y a día de 26 de Diciembre de 1520 ya contaba con cuarenta jinetes, ochenta ballesteros y escopeteros, unos cuatrocientos cincuenta rodeleros y alrededor de nueve cañones ligeros bien provistos. Esta mejora exponencial del ejército de Cortés debió tener gran importancia debido al aumento de moral que provocaba estos refuerzos materiales en la tropa, aunque no obstante este ejército seguía siendo casi la mitad del que entró victorioso a Tenochtitlán el 24 de Junio de ese mismo año.
Ojeda y Márquez se habían encargado por otro lado de ejercitar y organizar al modo europeo a todo un ejército auxiliar tlaxcalteca.
El plan de asedio de Tenochtitlán era tomar primero la ciudad de Tetzcuco para tener acceso a la laguna donde estaba construida la capital azteca y realizar en los astilleros de Tetzcuco dos bergantines para que estos dominaran las aguas del lago. Para dirigirse a la ciudad donde se emplazarían los astilleros, Cortés optó por ir por el camino más difícil pensando que estaría menos vigilado que los otros.
El 28 de diciembre salió todo el ejército español junto a unos 10.000 auxiliares indígenas de Tlaxcala hacia Tetzcuco, pasando por un camino que aparte de agreste había sido cortado con barricadas a modo de obstaculizar el avance del ejército, pero el plan de Cortés funcionó ya que Cuauhtemoc no esperaba el avance por esa zona y pudieron evitar un enfrentamiento militar importante con tropas aztecas.
Tras varias escaramuzas llegaron a la ciudad de Coatepec, la cual encontraron vacía y al día siguiente, mientras marchaban hacia Tetzcuco, salió a su paso una embajada azteca proponiendo la paz, parece ser que con el objetivo de retener al ejército el tiempo necesario para que la ciudad fuera evacuada hacia Tenochtitlán, ya que cuando entraron en Tetzcuco la encontraron vacía.
El plan de cortés de empezar a construir dos bergantines para controlar la laguna comenzó a fraguarse gracias a la creación de unos astilleros improvisados con zanjas en la tierra que permitían la construcción en dique seco de estos barcos en el interior de la ciudad. Cortés mandó una embajada proponiendo la rendición de Tenochtitlán mientras enviaba una expedición militar hacia Iztapalapa a modo de aviso de lo que podía pasar en Tenochtitlán si el emperador no aceptaba la propuesta de paz. Iztapalapa fue asaltada por tropas españolas y tlaxcaltecas, causando más de 6.000 muertes.
Posteriormente a la toma de Iztapalapa, Cortés mandó a Gonzalo de Sandoval hacia Chalco, ciudad muy importante desde el punto de vista estratégico, ya que abría el camino por tierra entre Tetzcuco y Tenochtitlán. Sandoval logró someter dicha ciudad tras algunos combates contra fuerzas de combate aztecas que le impedían el paso a dicha ciudad.
Se inicia tras esta conquista una serie de campañas o de cabalgadas militares contra las ciudades del entorno de Tenochtitlán, cuyo objetivo último era dejar desabastecida totalmente la ciudad para su asedio.
Los métodos usados eran proponer la paz y la sumisión de los indios a los españoles cuando las circunstancias lo permitían y antes de entablar batalla. Si esta proposición no era aceptada se producía la toma militar de la ciudad, su saqueo o su destrucción, hacían esclavos a mujeres y hombres jóvenes y en algunas ocasiones dejaban a merced de los vengativos tlaxcaltecas a los hombres para que estos los mataran o los capturaran para sus sacrificios rituales.
El episodio más importante de estas campañas ocurrió el día 13 de Abril en Cuauhnauac, ciudad ubicada en una terraza natural situada en una sierra. Dicha ciudad estaba fuertemente defendida por una gran guarnición azteca, esta situación hacía la ciudad prácticamente inexpugnable. Pero gracias a un indígena descubrieron un paso hecho con troncos de árboles por el cual pudieron entrar y tomar la ciudad sin grandes pérdidas.
Cerca del lago, en la ciudad de Xochimilco tuvieron serias dificultades para rechazar un gran contingente procedente de Tenochtitlán, los cuales muchos de ellos iban armados con espadas españolas las cuales pertenecían en su mayoría a los que fueron sacrificados o resultado muertos al no poder huir de Tenochtitlán en la llamada Noche Triste. Tras vencer al ejército azteca después de tres días de lucha incesante asolaron la ciudad dejándola reducida a escombros.
Tras continuas expediciones victoriosas sobre varias ciudades como Coyohuacán, Tacaba, Azcapotzalco, Tenayocán, Cuauhtlitl y Citlatltepecan finalmente se asentaron en Alcorán. Dentro de esta ciudad y muy pocos días antes de que comenzara el asalto definitivo a Tenochtitlán, Cortés tubo que erradicar una conspiración velazquista dentro de su propio ejército; apareció un soldado que puso al tanto de la conspiración a Cortés, dicha conspiración estaba encabezada por un tal Antonio de Villafaña y su plan conspiratorio consistía en redactar una carta falsa y mientras que Cortés la estuviera leyendo, lo asesinarían y pondrían al mando a un cuñado de Diego de Velázquez, llamado Francisco Verdugo, el cual parece ser según el testimonio del soldado, no sabía nada de dicha conspiración. Cortés no tardó en reaccionar ante esta amenaza y se dirigió junto con sus capitanes de confianza al alojamiento de Villafaña, donde descubrió una lista de sus cómplices. El resultado fue que sólo ahorcó a este conspirador, dejando a los demás bajo vigilancia.
Justo antes de que comenzara el despliegue del ejército hacia la capital azteca, llegaron soldados de Tlaxcala, Cholula y Guajocingo en un número tan elevado que dicen las crónicas cristianas que tardaron 3 horas en desfilar a la entrada en la ciudad .
El 28 de Abril de 1521, tras celebrar misa, el ejército español se dispuso en marcha para el asedio a Tenochtitlán. Cortés poseía un ejército muy extenso gracias a los continuos refuerzos que le habían llegado de algunas ciudades del Caribe. Contaba con 86 tropas a caballo, 118 ballesteros y escopeteros, poco más de 700 espaderos, 3 cañones grandes de hierro y 15 pequeños de bronce. Los trece bergantines fueron echados al gran lago desde Tezcuco, no sin problemas, ya que Cortés tuvo que obligar a muchos soldados, incluso a los que tenían el estatus de Hidalgo, a ir dentro de estos bergantines. Cada bergantín estaba dispuesto de 6 escopeteros o ballesteros, 6 espaderos y 12 remeros y un capitán.
Cortés dividió a su ejército en tras partes: La primera estaba situada en la Ciudad de Tacaba, al mando de Pedro de Alvarado y constaba de 30 jinetes, 18 ballesteros o escopeteros, ciento cincuenta hombres y el apoyo de un número muy importante de soldados indígenas, los cuales iban acaudillados por Xicontencatl el joven. La segunda estaba situada en Cuyoacán al mando de Olid con 33 jinetes 18 ballesteros y escopeteros, 150 espaderos y un contingente indígenas muy alto en número. La tercera división estaba encabezada al mando de Sandoval con; 24 caballos, 4escopeteros, 13 ballesteros, 150 peones y el mayor contingente indígena. El objetivo de esta división era destruir definitivamente Iztapalapa y penetrar por la calzada principal hacia Tenochtitlán hasta reunirse con la división de Pedro de Olid.
La intención de Cortés con esta táctica era cercar Tenochtitlán en todas sus calzadas, salvo la que salía a Tepeyac, con la esperanza de que los mexicas, al verse rodeados huyeran de la ciudad por esa vía libre.
La ciudad de Tenochtitlán era, probablemente la ciudad con mejores defensas de todo el continente americano. Su insularidad provocaba que no necesitara muralla exterior para su defensa, ya que sólo se podía tener acceso a ella mediante vía marítima o por sus tres calzadas fortificadas que se construían sobre el lago. La gran cantidad de canales interiores dificultaba mucho el movimiento de tropas en la ciudad, las decenas de puentes que comunicaban los canales estaban sellados o destruidos, las miles de casas fortificadas etc... A toda esta situación geoestratégica hay que añadirle el gran número de soldados aztecas que debían estar atrincherados en la ciudad. Es imposible hablar a ciencia cierta del número exacto de soldados que podrían haber en Tenochtitlán en el momento del asedio, lo primero hay que tener en cuenta que la ciudad albergaba en épocas de paz a unas 200.000 personas, por lo tanto estamos hablando de una ciudad lo bastante extensa para dar cabida a un ejército casi inimaginable, ya que la planta de la ciudad consta de 13,5 kilómetros cuadrados según estudios recientes. Otra cuestión a tener en cuenta es que Tenochtitlán era el último bastión del imperio azteca; si la ciudad caía también lo haría el imperio, por lo tanto la concentración de tropas por parte de Cuauhtemoc debió ser inmensa. El último factor a tener en cuenta es que muchas ciudades de la zona habían sido evacuadas hacia Tenochtitlán casi en su totalidad ante el avance del ejército invasor, como ejemplo de estas evacuaciones tenemos la ciudad de Tetzcuco, la cual era la segunda ciudad más poblada del imperio, aunque existen otros casos.
Con toda esta cantidad de factores analizados pueden darnos que Tenochtitlán, en el momento de su asedio estaba defendida por no menos de 100.000 soldados si hacemos la media de los estudios de los especialistas en demografía azteca. Aunque evidentemente, a parte de ese número de soldados también se encontraran dentro de la ciudad en el momento del asedio población civil, como mujeres, niños y ancianos.
Camino hacia Tenochtitlán se produjo un incidente protagonizado por Xicontencatl el joven. Dicho caudillo indígena siempre se había opuesto de manera frontal a la colaboración con los invasores y por ello desertó del ejército, no obstante fue perseguido y ahorcado por traición, curiosamente sin que el numeroso ejército indígena, que él había dirigido hasta entonces y que no le siguió en la deserción, hiciese intento de sublevación por este acto de ajusticiamiento militar.
Este hecho pone sobre la mesa una coincidencia cultural entre el mundo europeo y el azteca: la mentalidad militar azteca frente a la traición era la misma que la de los católicos, la pena de muerte.
Mientras tanto, el emperador Cuauhtemoc había vencido en el Consejo la oposición de un pequeño grupo de moderados que buscaba negociar con los españoles.
Se preparó el curioso abastecimiento a través de las chinamitl. Las chinamitl eran una especie de balsa típica mesoamericana entretejida de troncos y ramas de árboles, atracadas a la orilla del lago, dentro de la cual se echaban capas de tierra fina y se plantaban alimentos. Temporada tras temporada, la siembra extendía sus raíces hasta que éstas terminaban agarrándose al suelo del lago. Las formaciones de varias chinamit se construían uniendo estas barcas de forma ovalar. Así, Tenochtitlan, ostentaba un ancho anillo de esas balsas flotantes dedicadas a la agricultura y horticultura que, evidentemente fueron usadas por los mexicas para abastecerse en el asedio. "Cortesía de Austrichen"
Los preparativos militares se hicieron presentes, las calles se fortificaron, los cientos de miles de indios que se habían cobijado en dicha ciudad fueron armados en tierra y en miles de canoas que cubrían las calzadas de acceso a la ciudad desde el lago.
Tras estos preparativos se sacrificó a cuatro prisioneros españoles y a centenares de tlaxcatecas que estaban presos para conseguir el beneplácito de los dioses.
Para el mando del ejército, Cuauhtemoc se situó en el punto más alto de la ciudad, la torre del Gran Teocalli desde donde a través de un sistema de señales se disponía a dirigir su ejército.
El asedio comenzó con la ofensiva de Olid y Alvarado contra el acueducto de Chapultepec, que fue destruido dejando desabastecida de agua la ciudad. Justo después de este acto, el ejército español comenzó a penetrar hacia Tenochtitlán a través de la calzada de Tacuba mientras los mexicas lanzaban restos descuartizados de hombres sacrificados en señal de representar el destino que les aguardaba a los invasores si salían derrotados del asedio.
Este episodio hace representativo hasta el punto que los aztecas dominaban la guerra psicológica y eran conscientes del pavor que le tenían los soldados españoles a caer presos y a ser sacrificados.
Cortés pronto puso en marcha el ataque de los bergantines hacia las posiciones defensivas en el lago, contra lo que poco podían hacer las pequeñas canoas. Estas rápidas victorias navales en el entorno de Tenochtitlán hicieron que Cortés decidiera, junto con treinta de sus hombres, desembarcar en la estratégica fortaleza de Xoloc, la cual se situaba en el punto donde se unían las calzadas de Cuyoacán y de Iztapalapa. La fortaleza fue tomada tras una dura batalla y Cortés mandó colocar piezas de artillería en esta fortaleza, desde donde los disparos de los cañones barrían literalmente las estrechas filas de enemigos que intentaban recuperar la fortaleza desde la calzada.
Cortés decidió instalarse en Xoloc, lugar que estando ya tomado hacía inservible la estancia de Alvarado y su ejército en Iztapalapa, por lo cual este avanzó con su ejército y cerró la calzada de Tepeyac, que hasta entonces era la única el ejército español había dejado abierta para una posible huida de los asediados. Los aztecas quedaban definitivamente asediados.
En el primer día de asedio Tenochtitlán estaba ya cercada en todas sus comunicaciones por tierra y los bergantines eran los dueños de la laguna sobre la que se asentaba Tenochtitlán.
No obstante Xoloc no era un lugar seguro ni tranquilo ya que intentó ser recuperado por los mexicas de manera incesante hasta el día 9 de Junio de 1520, en el cual un ataque combinado de Alvarado, Cortés y sus aliados indígenas consiguió llegar desde Xoloc hasta el Gran Teocalli, dentro de Tenochtitlán. Dicho avance se realizó gracias al apoyo de los bergantines, que paralelos a ambos lados de las calzadas evitaban un ataque por los flancos desde las canoas mientras el ejército avanzaba por las calzadas que se erigían sobre el lago. Al llegar al Gran Teocalli hubo un momento en el que el ejército estuvo a punto de huir debido al gran número de mexicas armados que les esperaban en la gran plaza. No obstante la llegada tiempo de un pequeño contingente de caballería, de no mas de cinco soldados, dio un vuelco en la situación de la batalla gracias al miedo que los caballos en carga provocaban a los indígenas. Esta expedición hacia el corazón de Tenochtitlán fue muy fugaz, ya que era imposible mantener conquistada esta posición debido a la inferioridad numérica de los sitiadores.
Tras esta batalla las posiciones de ambos bandos se asientan durante un periodo muy breve de tiempo, donde Cortés recibe gracias a sus victorias iniciales contra Tenochtitlán la ayuda militar y logística desde ciudades del entorno como Tezcuco, Xochimilco e Iztapalapa entre otras. Los bergantines hacen patrullas por la laguna apresando a canoas que abastecían de agua y alimentos la cuidad cercada mientras repelían continuos ataques de canoas que intentaban inmovilizarlos.
Tras este breve periodo de tiempo los asaltos se reanudan. Los españoles eran inferiores en número y tenían serias dificultades para mantener las posiciones conquistadas, ya que los mexicas volvían a retomarlas una y otra vez. Por lo tanto Cortés, tras la experiencia de varios combates, emprende la táctica básica que ya siempre realizará hasta la conquista definitiva de la ciudad. La forma de avanzar posiciones consistía en ir cegando las calles, es decir, destruyendo los accesos a la calzada con el objetivo de dejar la calle sin accesos laterales. Los cortes de las calzadas también se realizaban en la retaguardia, para evitar posibles ataques por esta zona. Todas estas obras de destrucción de comunicaciones se realizaban conforme se combatía en la vanguardia. Esto provocaba que mientras una formación combatía otra atrás se dedicaba a las labores de ciegue de las calzadas.
El asedio se realizaba de una manera muy monótona, ya que los aztecas volvían a retomar las posiciones perdidas rápidamente. Todas estas tácticas de guerra provocaban que el estado del combate fuera continuo y que el avance de las tropas españolas y sus aliados indígenas fuera muy lento debido a su inferioridad numérica.
Este estado de combate constante y de la necesidad de cegar todas las calzadas por las que se avanzaba, provocó la impaciencia de muchos soldados y de algunos mandos. Tanto es así que Alvarado decidió llevar a cabo una operación muy arriesgada; los mexicas fingieron una retirada y el contingente que capitaneaba Alvarado se lanzó a perseguirlos sin asegurarse antes de tener cegados los accesos a su calzada. Tras una breve persecución los indígenas lograron rodear rápidamente a Alvarado y sus tropas en la calzada por los accesos que no habían sido cegados. La única escapatoria de éstos fue arrojarse al lago infectado de canoas para huir a nado. El resultado que estas imprudencias militares conllevaban era la pérdida de muchos hombres en una situación en la que la superioridad numérica mexica era muy palpable, más si se tiene en cuenta que muchas veces la única retirada posible era lanzarse al agua del lago, donde los soldados tenían que huir nadando mientras los mexicas de las canoas les atacaban.
Las condiciones psicológicas que tuvieron que soportar los miembros del ejército conquistador son difícilmente comprensibles para cualquier persona de nuestros días, ya que conforme iban avanzando hacia el centro de la ciudad, ya estuvieran enfrascados en una lucha o atrincherados desde sus barricadas y trincheras, veían desde sus posiciones el sacrificio en el Gran Templo de soldados españoles y de sus aliados indígenas que habían sido capturados vivos. El gran impacto que estos sacrificios tenían en los españoles y de como este factor desmoralizante era usado por los mexicas se pone de manifiesto en un ataque combinado de los tres ejércitos al mando de Sandoval, Alvarado y Cortés el día 30 de Junio mientras los sacrificios rituales se sucedían sin parar. Este triple ataque consiguió llegar sin muchos problemas a los bordes del mercado central, pero debido otra vez al fallo de no haber cerrado los accesos a las calles se produjo una retirada, con el agravante de que los mexicas habían penetrado en la retaguardia y habían destruido el único puente por el cual las tropas españolas y sus aliados se podían retirar. Esta lucha es quizás la más importante en la toma de Tenochtitlán ya que perecieron muchos soldados y otros tantos fueron capturados. Además, cuentan las crónicas de que Cortés fue hecho preso por varios indígenas, pero el soldado Cristóbal de Olea consiguió liberarlo aunque debido a ello perdió la vida al ser herido en este menester. En esta lucha a muerte es cuando se pone de manifiesto el ya citado gran grado del domino del factor psicológico que los mexicas tenían en la guerra, ya que mientras la lucha acaecía, tiraban las cabezas decapitadas de los españoles sacrificados y vociferaban que habían matado a los líderes del ejército español con el objetivo de causar pánico y confundir al enemigo. No obstante el ejército español se recompuso y tras una larga lucha y gracias a la ayuda de los bergantines pudieron retirarse, no sin obtener pérdidas considerables.
El descanso esa noche no tubo que ser nada cómodo para la mayoría de los soldados, ya que curiosamente esa misma noche era el aniversario de la llamada Noche Triste y los mexicas celebraron dicho acontecimiento sacrificando a muchos soldados recién capturados a la diosa de la sal, Vixtocioatl, mientras el ejército encabezado por Cortés intentaba sobreponerse de la milagrosa huida.
No obstante, esta derrota que por poco no terminó en desastre supuso un respiro para el ejército español y sus aliados indígenas, ya que los mexicas no atacaron en unos días y se encargaron de enviar cabezas de españoles y caballos a modo de propaganda a las ciudades circundantes, pero esta demostración de poder mexica no provocó ningún cambio diplomático de las ciudades vecinas contra los españoles.
Cortés tuvo tiempo para cambiar de táctica de guerra; hizo cambiar las espadas de los infantes como arma principal por lanzas, para mejorar la lucha en pasos estrechos y en el agua. Tomó la decisión de destruir todos los edificios de la ciudad para poder conquistarla en lugar de la táctica de sólo ir cegando las calles que tan mal resultado le había dado.
Chichimecatecuhtli, general tlaxcalteca dio con su ejército indígena un victorioso asalto a la ciudad y fue el primero que comenzó a poner en práctica la efectiva táctica de destrucción de los edificios.
El sitio se realizaba día tras día siguiendo la nueva táctica de avance; ataque, cierre de los cortes de la calzada, destrucción de los edificios colindantes y fortificación del camino hasta el límite de lo conquistado.
Tras más de un mes de asedio la falta de alimentos y abastecimientos se hacían notar en las fuerzas de los soldados asediados, como en mujeres y niños que vagaban indefensos en la cercada ciudad en busca de comida. En esta tesitura el avance español se hacía cada vez más fácil y cómodo debido a la efectividad de la nueva táctica y a la fatiga de los sitiados. Tanto es así que pronto los tres ejércitos españoles incomunicados desde el inicio del asedio y situados en las distintas vías llegaron a confluir en la Gran Plaza central de Tenochtitlán, llegando a subir incluso hasta el mismísimo Teocalli.
La victoria parecía asegurada, la plaza central de la ciudad estaba tomada y los mexicas estaban desfallecidos por el hambre. Cortés ante esta tesitura decidió llevar a cabo una política que alternaba el cese de ataques hacia las posiciones en las que los mexicas habían quedado reducidos en Tenochtitlán con ataques a estas posiciones mientras hacía ofertas de rendición al emperador Cuauhtemoc, con la intención de conseguir una capitulación de este y evitar la posible destrucción del tesoro que estaba en manos del emperador.
La situación en Tenochtitlán se hacía cada vez más insostenible debido a los miles de cadáveres insepultos que atestaban las calles y al comportamiento cruel y despiadado de algunos de los soldados, tanto españoles como tlaxcaltecas, que atacaban a todos los mexicas, incluyendo mujeres y niños, que vagaban por las calles hambrientos. No obstante los mexicas continuaban atacando las posiciones españolas en su agonizante defensa de Tenochtitlán aunque Cuauhtemoc convocó un consejo de guerra para debatir la claudicación. El consejo decidió continuar la guerra hasta que murieran exterminados.
Cortés enviaba constantemente embajadas de paz hacia las zonas ocupadas por los mexicas y estos siempre le replicaban que Cuauhtemoc iría a verlo en persona, hecho que ninguna de las veces sucedió. Finalmente Cortés perdió la paciencia y lanzó el 13 de Agosto de 1521 el ataque definitivo contra las posiciones mexicas; Alvarado caería desde Tacaba, Cortés desde Iztapalapa y Sandoval desde los bergantines.
Cuentan las crónicas que Cortés antes de abalanzarse contra el reducto mexica subió a una azotea y dio un ultimátum de rendición a Cuauhtemoc, el cual lo rechazó. No obstante ante esta amenaza definitiva muchos de los hambrientos soldados mexicas desertaron del ejército del emperador y huyeron desarmados hacia el real español pidiendo clemencia, mientras los tlaxcaltecas los seguían y les daban muerte, vengándose despiadadamente en esos momentos de las muchas calamidades sufridas a manos de los aztecas.
El asalto por tierra español provocó una huida masiva en canoa de los mexicas, incluido Cuauhtemoc, por lo cual Sandoval y sus bergantines persiguieron por la laguna a todos los furtivos con el objetivo de capturar a Cuauhtemoc. Finalmente este fue capturado por García Holguín, uno de los maestres de los bergantines, fue llevado a presencia de Cortés el cual lo hizo preso, respetando su vida en ese momento.
Tras noventa y tres días de asedio Tenochtitlán había caído, Cuauhtemoc había sido hecho preso y el impero azteca había sido definitivamente conquistado.