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unmerged(60366)

Linebacker
Aug 29, 2006
529
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Ya no puedo aguantar más. Llevo pensando en hacer un AAR desde hace meses, y a pesar de mis problemas de tiempo al fin me he decidido. Tendré que dormir menos, qué se le va a hacer :D

Datos de la partida:

Versión: EUII 1.06 (en el portátil aún no tengo el 1.09)
País: Japón
Dificultad: Fácil
IA: Cobarde
Objetivos:
1-Divertirme y hacer que vosotros os divirtáis.
2-Conseguir mantener íntegro el territorio japonés.
3-Desembarcar en el continente y conquistar Corea, Manchuria o ambas.
4-Establecer al menos una colonia.
5-Mantener una economía estable que me permita desarrollar mi tecnología y ser el país puntero de oriente.

Esta es mi tercera partida con Japón en el EUII. Las otras dos acabaron en hostiamiento por parte de China, y pérdida de save. A ver si a la tercera va la vencida. Sed comprensivos con la dificultad y la IA, supongo que sabréis que Japón no da mucho juego. Precisamente por eso tendré que exprimir mi exigua capacidad literaria para rellenar los “huecos” de la partida. Ya se me ocurrirá algo.

¡Abrochaos el kimono, que esto empieza ya!

Edit: Pongo a continuación un índice
GLOSARIO DE TÉRMINOS JAPONESES

1ª GENERACIÓN: HIJOS DE LA DESGRACIA, PADRES DE LA VICTORIA(caps 1 a 45)

2ª GENERACIÓN: EL CAMINO DEL GUERRERO (caps 46 a 59)

3ª GENERACIÓN: EL PAÍS EN GUERRA (Caps. 60 a 70)

4ªGENERACIÓN: LOS DEMONIOS BLANCOS (Caps. 71 a 87)

5ª GENERACIÓN: LA UNIFICACIÓN (Caps. 88 a 95)
 
Last edited:
Pues aquí tienes a uno dispuesto a divertirse, así es que con poco que te empeñes me tendrás fielmente pegado a tus post's. :rolleyes:
 
PRÓLOGO
Tsuneo tiraba de su carro en direccón a Sora. Desde hacía años, el sonido de sus campanillas era la excusa para los habitantes de la aldea para dejar sus aburridos quehaceres y comprar algunas mercancías que no estarían a su alcance de otro modo. Además, Tsuneo traía noticias de Edo, y las gentes de Sora se apiñaban alrededor de su carro para estar informados.
Esa mañana todo estaba sorprendentemente tranquilo. Tan sólo Gengaru, el viejo monje, esperaba sentado en el pozo.
-Buenos días, maestro ¿Dónde está la gente?
-Buenos días, Tsuneo. Hoy las mujeres y niños han subido al monte. Se acerca el invierno y hay que recoger leña. Pero dime ¿Qué se cuece por Edo?
-Nuestro joven Shogun Yashizaku está impaciente por invadir Corea. Su antecesor, Yoshimochi, a pesar de sus excesos, le dejó en herencia una economía saneada, una política exterior equilibrada y unas eficaces inveriones en tecnología para acomenter esa empresa.
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>>Por otro lado, corren vientos de guerra, y parece que China atacará pronto a Corea. Tras la infructuosa alianza que mantuvimos en el pasado, nuestro impetuoso shogun desea aprovechar la contingencia para atacar la península por separado, y hacerse con los ricos campos de arroz del sur de Corea.
-Sin embargo Yoshimochi redujo el tamaño del ejército ¿No es así?
-Es cierto, para recortar gastos, Yosimochi redujo la guardia imperial a 21.000 hombres, y dio orden a los Daimyos de licenciar a sus ejércitos regulares. Se están reclutando tropas a ritmo forzado.
-Esperemos que ningún Daimyo quiera aprovechar la oportunidad para echar a Ashikaga del poder. Es joven y aún tiene que ganarse el respeto de sus vasallos.
-No creo, el clima reinante es de entusiasmo. Creo que la gran mayoría de los Daimyo desean expandir el poderío del Imperio más allá de los mares. De hecho se va a enviar una expedición para colonizar Taiwan.
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-Recemos a los dioses por que tengan éxito.
-¡¡¡Tsuneooooo!!!- Un grupo de niños bajaban en tropel por el sendero de la colina.
-Ese entusiasmo vendría muy bien a las tropas del shogun
Los dos hombres rieron, mientras los niños rodeaban el carro de Tsuneo.
 
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1ª GENERACIÓN: HIJOS DE LA DESGRACIA, PADRES DE LA VICTORIA

Capítulo 1

Provincia de Kasuza
Primavera 1425

Eran las primeras horas de la mañana y el sol trepaba perezosamente por el lado opuesto de la colina. En la aldea de Sora todo era calma. Los hombres se habían aventurado a la mar hacía un rato, y sus familias se iban despertando poco a poco Era un minúsculo pueblo de pescadores que se desparramaba por la pendiente de una colina, y terminaba en un pequeño terraplén que desembocaba en la playa donde se varaban las barcas de pesca por la noche. Los dos únicos caminos de entrada a la aldea eran el camino de Edo y el sendero de la colina, que llevaba al templo, atravesando el frondoso bosque, y continuaba hacia el noreste. Estaba a unos 50 kilómetros de Edo, y su orografía escarpada la convertía en un refugio de difícil acceso, y por tanto en un paraíso de tranquilidad, en una época de caos.
Eran años duros para el pueblo llano. El shogunato, con la bendición del divino emperador, pretendía hacer realidad el viejo sueño de expansión por el continente, y llevaba un lustro preparando la invasión de Corea. Por desgracia,la guerra contra Manchuria, y las frecuentes revueltas de los campesinos y los monjes desviaban gran parte de los recursos económicos y militares del shogún y no había plazo para la campaña. Los muchachos de la aldea se marchaban a Edo a buscar fortuna, o se alistaban en el ejército de algún señor, o entraban en un monasterio. Las grandes compañías de pesca de la ciudad estaban acabando con los pequeños pescadores de la bahía. Sora era un pueblo condenado al olvido.

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El niño, que no debía contar más de seis años, caminaba con paso vacilante hacia la aldea. Venía por el camino de Edo, arrastrando los pies, con los ojos entornados, la boca entreabierta y la cabeza gacha por el hambre y el cansancio. Sintió una punzada en el estómago cuando vio los pequeños huertos a la izquierda del camino, pero su necesidad más acuciante era otra: la sed. Hacía casi dos días que no bebía nada. En aquel pueblo debía haber alguien que le diese agua, TENÍA que haber alguien que le diese AGUA.
Continuó avanzando hasta que el camino se convirtió en calle, y al final de ella vislumbró el pozo en la plaza central del pueblo. Lanzó un gruñido desesperado y, apoyando el hombro en el lateral de una casa, se desplazó penosamente hasta allí. Al entrar en la plaza tropezó y cayó de bruces. Haciendo un esfuerzo supremo, logró levantarse y acercarse al pozo. Miró el fondo y el cubo. No tendría fuerzas para lanzar el balde y volver a subirlo. Desesperado, lanzó una mirada en derredor. Nadie. Sus ojos se iluminaron al descubrir un poco de agua en el fondo del cubo. Metiendo la cabeza, sorbió con fruición el agua fangosa. Al terminar tosió violentamente, lejos de aliviar la sequedad de su garganta, los posos terrosos del agua le provocaron más sed si cabe. Volvió la vista y vio a una mujer que, sin reparar en su presencia, había salido a barrer la entrada de su casa. Con paso tembloroso se dirigió a ella, quiso hablar pero las fuerzas le fallaban y sólo emitió un agudo graznido. Su vista empezó a nublarse justo cuando la mujer alzó la cabeza y, sorprendida, soltó la hoja de palmera con la que estaba barriendo y empezó a correr hacia él. Después se desplomó.
 
NO PIERDAS EL SAVE!

Lo siento, tenia que decirlo.

Saludos
 
Viden said:
NO PIERDAS EL SAVE!

Lo siento, tenia que decirlo.

Saludos

Por eso estoy jugando la partida en el portátil, que nadie me lo puede formatear por sorpresa. Ess miiioooo, mi tesssorooooo...
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NOBUNAGA_ODA said:
Por eso estoy jugando la partida en el portátil, que nadie me lo puede formatear por sorpresa. Ess miiioooo, mi tesssorooooo...
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Cuidado no te lo roben... :p
 
Suerte con la AAr. Cuidado con las revolucones!
 
Gardarian said:
Un AAR interesante... me suena mucho al STW, eso del sengoku jidai :p

JEJEJEJEJEJEJEJEJEJEJE
¿Cuánta gente no conocerá el STW, que todo el mundo me lo nombra?
Po zi, reconozco que me he inspirado en eso ¿adivinas que clan cogía? ;)

Dentro de nada, otro capítulo. Perdonad si de momento la historia va un poco paralela al relato del juego puro y duro, pero es que casi no ha pasado nada, salvo la enésima puñalada trapera de China (no me vuelvo a aliar con ella a menos que yo sea el líder, o esté la cosa muy malita).
Esperemos que la invasión de Corea vaya mejor.
 
Ah, que valor, Japón en el Vanilla. Yo lo jugué en el MyMAP y me salió casi el Japón de la IIGM en su máximo expansión, hasta llegué a tecno terrestre 60 (japos del XVIII con fusiles :rofl: ). Pero claro, el MyMAP son más provincias, y más ingresos...vamos, más fácil que esto que tu te propones, que por cierto tiene mucho mérito. Animo y dales caña a los chinos. ¡Al turróooooon!
 
Bueno, bueno, bueno, piltrafillas. Un monje Shaolín me dijo una vez "no hay dos sin tres", y como me marcho de puente, os pongo dos episodios seguidos.

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¡¡¡AL TURROOOOON!!!
 
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1ª GENERACIÓN: HIJOS DE LA DESGRACIA, PADRES DE LA VICTORIA

Capítulo 2

Akira viajaba en su barco, llegando a una tierra extraña en la que los árboles daban cerezas confitadas y las casas estaban construidas con pan dulce. Con su ejército de ángeles derrotaba a los malvados demonios que ocupaban aquella fantástica isla, y regresaba a casa con el barco cargado de oro y caramelos. Y al llegar a Sora, aclamado como un héroe se lo entregaba todo a su madre, ante la atónita mirada de los envidiosos aldeanos. Entonces su madre le abrazaba y lo estrechaba contra su pecho, y él se sentía la persona más afortunada del mundo, no por las riquezas que había conseguido, sino por tenerla a ella. Adoraba a su madre, le era tan preciosa... pero, ¿Dónde estaba ahora?¿No le estaba abrazando?¿Mamá? No puedo ver tu cara ¿Dónde estás mamá? No puedo verte ¿Quién ha apagado la luz? ¡No!¡Mamá no te mueras!¡No te mueras por favor!¡NOOOOOOO!
Un bastonazo en la cabeza despertó al niño.
-Cállate ya y acaba de despertarte, cretino-rezongó el viejo Gengaru.
Akira se despertó con dificultad, y la triste realidad ensombreció su rostro aún nublado por el sueño.
-¿Hago el desayuno, sen-pai?
-De eso nada, primero baja al pueblo a por agua y súbela, y luego vuelve a bajar y espera a Tsuneo, que me dijo que iba a venir hoy, para comprarle unas cosas.
-Sí, sen-pai.
-Y esta tarde después de la clase te raparé la cabeza, ya llevas el pelo muy largo.- le dijo palmeándole el cráneo.
-Sí, sen-pai.
Akira frunció aún más el ceño. No le gustaba que la mano temblorosa del viejo monje le afeitara la cabeza. Después iba varios días con escozor y costras en la cabeza. Lo peor de todo es que no le podía devolver la jugarreta, primero porque si lo hiciese le lloverían bastonazos por todas partes, y segundo porque Gengaru tenia la cabeza calva como un huevo.
Salió al patio y se lavó la cara en la pila. Era verdad que hacía falta agua. Al lado de la pila había un par de cubos que estaban unidos a una vara de pino. Se puso la vara sobre los hombros y empezó a bajar por el sendero. Ahora era fácil, pero luego tendría que subir por la empinada ladera con los cubos llenos. Bueno, al menos vería a su amigo Taro. Siempre que iba al pueblo por la mañana, entraba sigilosamente por la ventana de la cabaña de Taro, y le zarandeaba para despertarle. Ambos salían corriendo, persiguiéndose por todo el pueblo hasta que caían exhaustos. Jugaban y conversaban un rato, hasta que la madre de Taro le llamaba a desayunar, y se separaban hasta la próxima aventura con una reverencia. Era cómico ver a los dos niños despedirse con tanta ceremonia, como dos importantes señores.

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Hacía dos años que Akira había ido a vivir al templo. Bueno, los aldeanos lo llamaban “templo”, pero era una sencilla estructura de madera de una sola estancia en la que el monje (más bien un ermitaño) y el muchacho convivían. Al fondo de la habitación había un relicario donde los piadosos habitantes de Sora rezaban y pedían una buena pesca. La madre de Akira había muerto al tenerle, y el padre era incapaz de quedárselo, cuidarle y alimentarlo, y además salir a pescar todos los días. Además, en cierto modo le consideraba responsable de la muerte de su querida esposa (y en verdad Akira también se sentía culpable). Así que lo llevó al templo para que fuese el aprendiz de Gengaru. Cuando fuese mayor podría suceder al monje, o partir a Edo para entrar en un monasterio. Ambas posibilidades no eran del agrado de Akira, que soñaba con seguir el sendero más allá de la colina y convertirse en un gran guerrero. Pero eso debería esperar, aún no levantaba un palmo del suelo y, pese a su juventud, era consciente de que no llegaría muy lejos en este mundo de locos si no se hacía más fuerte... y más sabio. Eso era lo único que le retenía en el templo. Gengaru le estaba enseñando a leer y escribir, y eso le daría una ventaja importante sobre el resto de campesinos incultos. Si, podría abrirse paso entre la multitud y convertirse en un poderoso caballero.
Flotando entre sus sueños, atravesó los huertos a la entrada del pueblo y llegó hasta la plaza. Asombrado, observó el gentío que se arremolinaba a un lado del pozo. Casi todo el pueblo estaba allí, formando un corro alrededor de algo que había en el suelo. Excitado por la perspectiva de algo nuevo que rompiese la monotonía de aquella aburrida aldea, aceleró el paso.
 
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1ª GENERACIÓN: HIJOS DE LA DESGRACIA, PADRES DE LA VICTORIA

Capítulo 3

- ¡Tarooooo! ¡Despierta maldito mocoso!¡Trae un paño, rápido!
La voz de su madre despertó a Taro de su plácido sueño. Como siempre estaba soñando con Kaori. Todos los niños del pueblo se burlaban de él diciéndole que eran novios. Le daba una vergüenza terrible, pero secretamente esperaba que así fuera en el futuro. Aunque probablemente dentro de unos años Kaori se marcharía a Edo a servir en la casa de algún rico prohombre. Era el destino de muchas muchachas pobres, iban a las grandes ciudades huyendo de la pobreza, y acababan de sirvientas o de prostitutas. De hecho muchas veces los padres, desesperados por el hambre, vendían directamente a sus hijas para tal fin. Pero eso Taro no lo sabía. Aún.
-¡Condenado crío!¿Quieres despertarte de una vez?
El tono de la voz de la madre de Taro era preocupante. ¿Por qué nunca le gritaba a Midori? Era una mujer ¡Era ella la que le tenía que ayudar! El hecho de que su hermanita tuviera apenas dos años no despertaba la compasión de Taro. Él ya ayudaba a su madre con dos años... o eso creía recordar.
-¡Maldita sea, no me obligues a entrar!
No, eso no. Taro se levantó de un salto y cogió un paño limpio de un arcón. Un pescozón de su madre dolía más que clavarse un anzuelo. Estúpida chismosa, pronto se iría a pescar con su padre y no tendría que soportar sus gritos nunca más. Enseguida se arrepintió de sus pensamientos. Taro en el fondo quería a su madre, pero no soportaba sus maneras. La mujer no tenía paciencia con los niños.
Al salir de la cabaña vio a su madre arrodillada junto a unos pequeños pies. Sus gritos ya habían llamado la atención de otras matronas que se aproximaban con expresión preocupada.
-¿Quién es?
-Creo que es el hijo de Shinobu
-No, el hijo de Shinobu es mayor que este niño.
-No le había visto nunca
-Tiene mucha sed, observa sus labios.
-Voy a limpiarle la cara ¡Taro, donde demonios estás!
-Aquí, madre. Toma.

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El niño permanecía inmóvil, con los ojos en blanco y respirando ruidosamente. Taro se apartó unos pasos, espantado por el aspecto cadavérico del pobre chico. Estaba macilento, tremendamente pálido y tenía las mejillas hundidas. Unas enormes ojeras rodeaban sus ojillos. Vestía una especie de túnica o camisón que en otro tiempo fue blanco, pero que ahora tenía un todo gris amarillento y estaba estampado con manchas de todos los tipos. Iba descalzo y tenía los pies en carne viva. Despedía un hedor espantoso, pero no parecía enfermo. Estaba claro que había caminado mucho, huyendo de algo, pero ¿De qué? Un violento zarandeo rescató a Taro de sus divagaciones.
-¿Qué pasa?
-Mi madre ha encontrado a un niño desmayado cerca del pozo.
-Pero si es el hijo de Shinobu ¿No?
-No, el hijo de Shinobu ya sale a pescar con su padre.
-Vaya, qué mal aspecto tiene
De repente, Akira y Taro fueron proyectados por el aire como por un vendaval. Era Masamune Tetsuya, el doshin del pueblo, que se habría paso a empujones entre el coro de mujeres, niños y ancianos que cacareaban alrededor del pequeño forastero. Tetsuya era el típico fanfarrón. De joven había sido un pendenciero de cuidado, como denotaban las cicatrices de su cara, pero ya rebasaba ampliamente la cuarentena. Estaba lento y tripón, pero aún conservaba una fuerza descomunal. Era muy raro que una aldea tan pequeña tuviera un doshin, pero según parece Tetsuya tenía problemas con la autoridad. Se dice que había matado a un hombre por un asunto de faldas, así que el comisario de Yokosuka le había destinado al otro lado de la bahía para tenerle lo más lejos posible. Ahora ÉL era la autoridad.
-¿Qué demonios pasa aquí?-dijo con su vozarrón de alcohólico.
-Hemos encontrado a este niño medio muerto
-¿Ha dicho algo?
-No, ya te hemos dicho que está medio muerto .-dijo una niñita justo antes de que su madre le tapara la boca.
Tetsuya miró con dureza a la criatura, echando mano de su bastón, e instintivamente todos dieron un paso atrás, excepto la madre de la niña, que la cubrió con su cuerpo. El doshin resopló y volvió su vista al pequeño. Luego miró a su alrededor.
-Tú-señaló con su bastón a Akira, que aún se estaba sacudiendo el polvo de su túnica naranja-ve a avisar a Gengaru, él sabrá como cuidarlo.
Dicho esto, Akira salió como una flecha hacia el templo. No convenía desobedecer a Tetsuya, sobre todo si había bebido, cosa que ocurría con frecuencia.
Mientras, la madre de Taro cogió al pequeño y lo metió en la cabaña.
-¿Qué haces?
-Por lo menos habrá que lavarlo y quitarle esa ropa sucia.
Al cabo de media hora apareció Akira, seguido del viejo monje. Gengaru, cuando vio que la mujer le acercaba un cuenco de agua, gritó:
-¡No, quieta! Eso no le hará bien.
El monje dio instrucciones de que se hidratara poco a poco al niño, dándole sopas e infusiones, y le preparó unas cataplasmas, que fue cambiando cada hora.
-Bueno, escribiré al cuartel general de Edo para ver si alguien ha denunciado la desaparición de un niño- Akira sonrió, la letra de Tetsuya era horrible-, ahora marchaos a vuestras casas, vuestros maridos están a punto de llegar.
Dicho esto, el doshin se volvió a seguir holgazaneando en su cabaña. Las mujeres poco a poco se dispersaron a retomar sus quehaceres diarios.
-Bueno, con esto habrá bastante de momento-se quedó mirando a Akira- Azusa, ¿Me prestas una cuchilla?
Akira torció el gesto, ese viejo cabezota....
 
Last edited:
INTERMEDIO 1430

- ¡PEINES DE HUESOOOO!¡CORDELEES DE COLOREEEES!
Tsuneo tiraba de su carro acompañado de un joven pálido y ojeroso. Al son de las campanillas del carro, un grupo de aldeanos se apiñó alrededor del pozo en la plaza central del pueblo.
- Buenas tardes, amigos ¿Qué tengo que os pueda interesar?
- Caramba, Tsuneo ¿Quién es tu amigo?
- Awaji, este chico no está en venta ¿Eh?
Los aldeanos rieron la ocurrencia del viejo buhonero mientras la interpelada se ruborizaba sonriendo pícaramente. El chico sonreía y estiraba el cuello. Parecía buscar a alguien.
-¡Katsuya!¡Hijo mío! ¿Eres tú?
-Te dije que te reconocería, bobo- Tsuneo le dio un codazo al muchacho, que después de hacerle una pequeña reverencia, se dirigió a abrazar a su madre.
Uno de los ancianos le preguntó qué había sido de él esos casi cuatro años que había estado fuera. Katsuya empezó a narrar su historia:

1 AGO 1425 EMPIEZA ASEDIO KYONGJU
<<Como sabéis me marché a alistarme en la leva que se ordenó en Edo en verano. Reclutas de todo el imperio se concentraron en el puerto para embarcar rumbo al continente Hacía casi seis meses que la guardia imperial había desembarcado sin oposición y puesto asedio a Kyongju. El ejército coreano estaba demasiado ocupado conteniendo a los chinos en el norte, y nuestras tropas se acumularon en el sur de la península sin más contrariedad que los insultos de los campesinos. Sin embargo, el asedio se prolongó más de lo debido, y el invierno llegó a una región ya saqueada por la guerra. Los soldados de infantería fueron los que se llevaron la peor parte. En su mayoría novatos como yo, sufrieron los rigores del invierno.
8 NOV 1426 TERMINA ASEDIO KYONGJU
Un año y medio después el general Imagawa recibió la rendición de la ciudad. Las tropas no se pudieron ni entregar al saqueo, primero porque no quedaba nada que saquear, y segundo porque debían marchar apresuradamente al norte para asediar la capital.
21 MAR 1427 BATALLA CAMPAL YAGU 17k vs 3k
Las noticias que llegaban del norte eran preocupantes, los chinos avanzaban imparables y el ejército coreano de 29.000 hombres había sido despedazado en Liaotung. Para colmo de males, los coreanos tocaron la heroica, y armaron a 3.000 soldados para oponernos una resistencia desesperada.
Estaba claro que la batalla no tenía color. 5.000 infantes y 12.000 jinetes contra apenas 2.500 hombres a pie y 450 a caballo.
Nos ordenaron cargar frontalmente contra el ejército enemigo, los infantes al frente y los caballeros detrás, para evitar deserciones, supongo. Nuestra caballería sorprendentemente no intervino, se limitó a rodear a los combatientes formando un círculo perfecto. Tras menos de una hora de batalla, tan sólo 120 caballeros, entre ellos el general coreano, oponían resistencia. Al ver que estaban rodeado de un doble anillo enemigo de infantería y caballería, decidió rendirse.

26 MAR 1428 CHINA NOS CHAFA EL ASEDIO
Acto seguido pusimos asedio a la capital coreana, y tras unos meses tranquilos, el tedio se rompió cuando avistamos un ejército aproximándose por el norte ¿Habría conseguido reunir otro ejército los coreanos? Al cabo de unas horas, un emisario llegó al campamento. Los chinos habían llegado antes de tiempo, y pedían gentilmente que nos retirásemos. Sabían que no nos negaríamos porque ello supondría la guerra, y por desgracia, tal vez ganásemos a los 11.000 hombres que componían aquel ejército chino, pero no podíamos sostener una guerra contra china con sólo 15.000 soldados. Por desgracia tuvimos que mantenernos al margen mientras nos relevaban en el asedio de Yalu.

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6 JUL 1428 COREA PAZ CHINA 5 D
Ese mismo verano los chinos firmaron la paz con Corea. La guerra sólo había servido para constatar la superioridad del ejército chino.

21 JUL 1428 GO-HANAZOMO EMPERADOR
3 OCT 1428 COREA ACEPTA PAZ 125 D
Por desgracia, nuestras tropas estaban ya exhaustas para iniciar un nuevo asedio, y el general Imagawa, con el beneplácito del nuevo emperador, firmó la paz con Corea mientras ésta fuera ventajosa.

17 FEB 1429 VUELVEN LAS TROPAS A KANSAI
Y así fue como casi cuatro años después, la guardia imperial y el resto de las tropas volvieron al punto de partida, el puerto de Edo. El hedor del pescado y de las aguas fangosas me recordó las penurias pasadas en aquella tierra lejana e inhóspita. Mi corazón se ensombreció al recordar a todos esos jóvenes muchachos como yo, que murieron ya no combatiendo, sino de hambre o congelados, en una guerra inútil que hizo gastar al Imperio más dinero del que consiguió con la indemnización, y que no alcanzó su objetivo de conseguir poner un pie en el continente. Y cuando me disponía a volver, me encontré con Tsuneo en el mismo puerto, y le acompañé hasta aquí. >>

-Bueno, muchacho, ahora ya vuelves a estar en casa. Ahora descansa.
-Oye, Tsuneo, ¿Qué otras noticias tienes?

13 JUL 1427 ÉXITO DE LOS MERCADERES EN MALACCA
-Bueno, no mucho, A pesar de los esfuerzos de nuestro shogún, no se ha conseguido colonizar Taiwan, ni siquiera tras erradicar el peligro de los nativos. Por el contrario, se han enviado mercaderes al lejano sur, donde han conseguido ampliar nuestro mercado, sobreponiéndose a la dura competencia.

15 OCT 1428 REVUELTA SOCHO IKKI: EL SHOGÚN BAJA LOS IMPUESTOS
-Tengo entendido que también hubo una revuelta en el interior.
-Sí, es cierto. Aprovechando el fin de la guerra y la ausencia de tropas en las islas, unos campesinos se rebelaron amenazando la precaria estabilidad del país. El shogun se apresuró a ceder a sus exigencias para evitar que algún daimyo aprovechase la ocasión para levantarse contra el poder.


-Bueno, Tsuneo ¿Cuándo volverás?
-No puedo saberlo seguro. Tengo que seguir mi ruta hasta Tateyama y volver.
-¿Tienes incienso?
-El mejor que hayas olido ¿Vas a darle una sorpresa a tu marido, Kaori?
-¡Oh! Tsuneo, cómo eres...
-Jejejejejejeje.
 
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1ªGENERACIÓN: HIJOS DE LA DESGRACIA, PADRES DE LA VICTORIA[/CENTER]

Capítulo 4

Sora, Kasuza
Invierno 1430


El guerrero mongol penetró en la plaza del pueblo. Sus pesadas botas hacían crujir el fino manto de nieve que cubría el suelo arenoso. Aunque solía nevar en esa zona, la nieve no solía acumularse, pero ese invierno estaba siendo particularmente frío. Hizo una señal a sus compinches, que entraron también en el desprevenido pueblo. De repente, tres pequeños guerreros salieron a su encuentro.
-Esta vez tampoco lo conseguiréis, sucios bárbaros- espetó Akira, desafiante.
-Esta vez no tenéis el kamikaze de vuestro lado- dijo el mongol con su acento de ultramar.
-Esta vez NOSOTROS somos el kamikaze.-respondió Taro.
Y los tres muchachos se lanzaron al unísono contra los invasores. En la primera embestida, cayeron los tres más próximos. Entonces, Taro se enzarzó en violento combate contra otro mongol que blandía dos grandes sables. No tardó en dar buena cuenta de él y fue en ayuda de Shaoran, que combatía con otros tres fieros enemigos.
Mientras, Akira luchaba ferozmente con otros dos. Traspasó al más bajo con su sable, mientras esquivaba las acometidas del más alto, que parecía el líder del grupo. Por desgracia, al esquivar el último mandoble tropezó y cayó de espaldas, pero aun así pudo parar los dos primeros tajos del salvaje. Sin embargo, éste se alzó para descargar un último golpe con toda la fuerza de su descomunal cuerpo, pero entonces la punta de una lanza brotó de su pecho. Tras desplomarse hacia un lado, apareció tras él Shaoran, que con la ayuda de Taro, había acabado con los otros tres. Los tres niños se abrazaron y empezaron a bailar. Entonces un tintineo y una voz familiar, aguda y lejana, hizo desaparecer los cadáveres de los mongoles, las armaduras de los niños, y transformó sus armas en ramas de árbol.
-¡Es Tsuneo!
-¡BONIAAAAAATOOOOOOOS! ¡BONIATOS CALIEEEEENTEEEEEES!¡PAÑUELOS DE SEDAAAAAA!¡CUERDA DE CÁÑAMOOOOOOO!
Tsuneo, el viejo buhonero, acudía puntual a la cita con la aldea de Sora. Realizaba el trayecto desde Edo hasta Tateyama, pasando por toda la costa oeste de la bahía, comprando y vendiendo todo lo que cupiese en su carro, del que él mismo tiraba, y quedándose con un jugoso beneficio, claro. A pesar de su cara arrugada tenía el cuerpo musculoso de un jovenzuelo. De hecho, ni él mismo sabía qué edad tenía. “Más de cuarenta y menos de cien”, solía bromear. Tenía una perenne sonrisa en su boca desdentada, y sus ojillos nerviosos te escudriñaban de arriba abajo, en busca de algo de su interés que pudieses venderle, o de algo que te faltase y pudieses comprarle. Tsuneo era el único vínculo de Sora con el resto del mundo. Mientras hacía sus trapicheos con los habitantes del pueblo, les mantenía puntualmente informados sobre cotilleos, revueltas, decretos del shogún, etc. También llevaba cartas a los familiares que habían marchado a Edo, y los manuscritos que Gengaru enviaba a otros monjes. A cambio de un precio razonable, por supuesto.
Los aldeanos tenían en gran estima a aquel hombrecillo menudo y simpático del que tanto dependían.

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-¡Brrrr! Qué frío hace esta mañana ¿Eh, chicos?- dijo con su vocecilla chillona.
-Voy a buscarte un poco de té caliente-dijo Taro.
-Que los dioses te bendigan, hijo. ¿Y tú, Shaoran, cómo te encuentras?-El chico sonrió- Aún no dices nada ¿Eh? Bueno, te voy a dar algo con lo que a lo mejor no podrás hablar, pero por lo menos harás ruido.
Metió la mano bajo su capote y sacó un pequeño trozo de bambú con un orificio en su parte superior. Se la llevó a los agrietados labios y sopló. Del instrumento brotó un agudo silbido que rebotó en la colina. Después se lo entregó a Shaoran, que con una sonrisa de oreja a oreja lo tomó, haciendo enérgicas reverencias de agradecimiento, pero sin soltar palabra.

Después de encontrarle en la plaza del pueblo, como una fierecilla hambrienta, las mujeres del pueblo decidieron apodarle Shaoran. Pasó cinco días inconsciente, y después dos semanas más hasta que pudo levantarse. Tras unos dos meses de lenta recuperación ya corría por el pueblo como otro niño más. En principio estuvo en casa de Taro, pero después se fue a la cabaña se Suzuna. Era una viuda joven, cuyo marido fue engullido por las aguas de la Bahía durante una tormenta que pilló por sorpresa a los pescadores. Cualquier mujer de su edad habría marchado hace tiempo a Edo para escapar de la miseria, pero ella insistía en que su marido pronto volvería, y todas las tardes se acicalaba y se iba a la playa a esperarle, hasta bien entrada la noche. Shaoran y Suzuna eran dos víctimas del mundo que habían sido adoptados por el resto del pueblo, y vivían de la caridad de sus vecinos.
Desde los cinco años que habían transcurrido desde su aparición en la aldea, Shaoran no había dicho una sola palabra.

Las matronas se agolpaban frente al carro de Tsuneo. El producto estrella eran los elegantes (y caros) pañuelos de seda que había traído de los mercados de Edo. A las pueblerinas les encantaban esos avalorios. Les hacía tener la impresión de que su vida no era tan triste, de que no vivían en una aldea perdida, de que sus maridos no eran pescadores... Ilusiones.
-¡Qué bonito!
-¿Te gusta, Hitomi? A una señora de la capital le costaría una fortuna, pero yo te lo dejo por 2 ryo.
-Estás de broma ¿Verdad? Te doy un par de pescados en salazón.
-Pero bueno, Hitomi, a ti no te hacen falta adornos- Tsuneo le guiñó un ojo, era una forma elegante de decir que no podía regatear. O pagaba los 2 ryo o no le saldría rentable.
-Tsuneo, necesito un saco de sal.
-Yo necesito aceite.
-Paciencia, paciencia, de una en una, señoras.
Akira, Taro y Shaoran sonrieron viendo a Tsueno batallar con aquel grupo de gallinas. Después se fueron al bosque a probar el silbato de Shaoran. Cuando empezaron a subir adelantaron a Suzuna, que iba a buscar leña. La mujer trataba de pagar la amabilidad de los aldeanos ayudándoles con algunas tareas domésticas.
Cuando llegaron al templo, Akira entró en la sala. Gengaru y Tetsuya charlaban en voz queda mientras tomaban té. Akira saludó a ambos con una reverencia.
-Sen-pai ¿Comenzamos la clase?
-¿No ves que estoy ocupado? Hoy no habrá clase, lárgate.
Taro se puso el silbato en la boca y aspiró. Pero cuando fue a soltar todo el aire unas hábiles manos le quitaron el silbato y sólo pudo exhalar una especie de sonora pedorreta.
-¡Eh!¿Qué haces?¿Es que no tienes clase?
-No, eres tú el que tienes clase. Te voy a enseñar a silbar Taro-chan.
Taro empezó a perseguir a Akira por todo el bosque, hasta que le agarró del manto y lo derribó sobre la nieve, quitándole de nuevo el silbato.
-Trae acá ¿Cómo es que no tienes clase?
-Esa vieja gárgola de Gengaru está hablando con Tetsuya.
-De nada bueno, supongo- Taro lanzó un sonoro silbido que se propagó por el silencioso bosque invernal.
Shaoran sintió un escalofrío. Lo sentía siempre que era pronunciado el nombre del doshin. Recordaba las cada vez más frecuentes visitas nocturnas, completamente ebrio, en las que hacía proposiciones cada vez más deshonestas a Suzuna. Su mente infantil no podía imaginar para qué había ido Tetsuya a ver a Gengaru.


Tetsuya comenzó a caminar ruidosamente sendero abajo. Estaba satisfecho. Gengaru le había dado su bendición. Ahora tenía acceso legítimo a lo que tanto ansiaba. Elle tendría que aceptarle, era el único del pueblo que tenía un caballo y el que tenía más dinero, de hecho utilizaba el caballo para ir a buscar su paga a Kimitsu. Y le que satisfacía más era el haber demostrado que su madre se equivocaba. Sonrió amargamente. Caminando sobre la crujiente nieve, su mente empezó a volar. Voló lejos en la distancia y el tiempo...
 
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1º GENERACIÓN: HIJOS DE LA DESGRACIA, PADRES DE LA VICTORIA

Capítulo 5

Matsude, Hokkaido.
Invierno de 1392



El frío era glacial, y por más que tiraba del arado, éste no se movía. Su padre, en su delirio etílico, le había puesto a arar la tierra para sembrar. Algo imposible en aquel lugar y en aquella época del año. Lo malo es que habían tenido que matar a su asno de tiro, para poder comer, y ahora Tetsuya ocupaba su lugar. Sólo servía para eso, como animal de tiro y carga. Su madre antes de morir de unas fiebres el año pasado ya le había dicho que no era bueno para nada: nunca sería nada en la vida, y nunca, nunca se casaría ¿Quién querría casarse con un asno? Ahora su padre, traspasado por el dolor de su pérdida, había vomitado toda su frustración sobre él. Pero eso se acabaría. En ese punto de su vida, Tetsuya abrió los ojos. Dejó el arado y entró en la cabaña, su padre yacía boca arriba, roncando, y su botella de sake había derramado su contenido peligrosamente cerca del hogar. Tetsuya se dirigió sigilosamente hacia el arcón y abrió el doble fondo. Una bolsa de monedas y un saco de arroz. Los ahorros de toda una vida. SU vida. Se quedó mirando a su padre hasta que el sake prendió en las brasas, y entonces se marchó.
-Adiós, padre. Sólo aquí soy un inútil.
Mientras caminaba hacia el trasbordador que le llevase al otro lado del estrecho, Un resplandor iluminó el cielo congelado a su espalda.
Tras un viaje de dos semanas, llegó a Kyoto. Por el camino había segado un par de vidas más. Un porteador en Mutsu le ordenó que se quitase de en medio, que era un sucio Ainu. No más órdenes. Un grupo de jóvenes de unos quince años pretendían hacerle pagar por pasar por un puente en la provincia de Shinano. Uno de ellos no cobraría más peajes. Dos vidas que se escaparon por el filo de su guadaña. A pesar de tener apenas doce años, tenía ya la complexión de un muchacho de dieciséis.
En Kyoto, un hombrecillo de aspecto frágil le robó la bolsa en un descuido, antes de que pudiese reaccionar, un corpulento soldado lo derribó con su bastón, y le propinó una tremenda patada en la cara. Se llamaba Hara Miyao, y era agente de seguridad del emperador. Tetsuya acababa de descubrir su vocación.

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Miyao le enseñó los entresijos del oficio y le dió formación como miembro del cuerpo de seguridad. Tetsuya demostró unas habilidades innatas para el combate, y su corpulencia le otorgaba una ventaja adicional. Sin embargo no toleraba las órdenes de buen grado. Gruñía y maldecía por lo bajo cuando sus instructores le obligaban a hacer algo, y eso era fuente de numerosos roces con sus soberbios superiores, que lo tomaban como una falta de respeto hacia su autoridad. A los dieciocho años ya entró en el cuerpo de ayudantes del doshin Hara.
Una calurosa tarde, Miyao y sus subordinados estaban en una de las populosas calles de la capital, investigando un incendio. Ordenó a Tetsuya y a otro muchacho despejar la calle de escombros para que pudieran pasar los carros. Tetsuya se negó en redondo, alegando que no se rebajaría a hacer el trabajo de un obrero.
-Tetsuya, obedece ahora mismo la orden-Dijo Miyao con dureza.
-No es mi trabajo.
-Tu trabajo es mantener la seguridad. Harás lo que yo diga.
-No pienso hacerlo, ordénaselo a éste.-Empujó a un criado que pasaba por allí, derribándolo y rompiendo la vasija que llevaba en las manos.
-¡Tetsuya, obedece inmediatamente!
-¡No pienso hacerlo, viejo borracho!
El coro de risas que desató ese comentario no mitigó su propio asombro ni la vergüenza que pasó Miyao. ¿Viejo borracho? Miyao a lo sumo tenía cuarenta y cinco años, y jamás bebía. Entonces ¿Por qué le había llamado así?...Era su padre. Estaba diciéndoselo a su padre.
Ninguna explicación del mundo convenció a Miyao, que le castigó con un mes sin sueldo.
Hara Miyao empezó a sospechar que aquel joven, a pesar de sus cualidades, no debía ocupar un cargo de seguridad pública. Y aún menos tener un arma.
Pronto sus temores se vieron confirmados.
Los años que siguieron al ascenso de la casa Ashikaga al shogunato fueron tumultuosos. Y un día hubo una concentración masiva de comerciantes protestando por un nuevo arancel. La guardia Imperial y otros miembros de seguridad fueron enviados a controlar a la masa, que pretendía llegar al distrito de Muromachi. La tensión fue creciendo entre los campesinos y los guardas, hasta que alguien soltó un bastonazo...
El caos de golpes, gritos y lamentos sólo duró unos minutos, justo hasta que los samurais de la guardia empezaron a desenvainar sus katanas. La gente empezó a huir despavorida, y los doshin corrieron tras ellos. Miyao pasó junto a un callejón en el que oyó una voz familiar. Lo que vio le dejó helado. En un charco de sangre, un niño de unos cuatro años le miraba con los ojos inertes, mientras un poco más allá, Tetsuya golpeaba incesantemente el cráneo ya machacado de una mujer, mientras repetía.
-¡Con que nunca llegaría a nada!¿Eh? ¡Con que nunca llegaría a nada!¿Eh? ¡Con que nunca llegaría a nada!¿Eh? ¡Con que nunca llegaría a nada!¿Eh?....
Miyao despojó inmediatamente a Tetsuya de su rango y le envió a Edo, donde sería encarcelado de por vida.
Cuando un asunto le llevó a Edo seis años después, aún resonaban en su mente las atronadoras amenazas de Tetsuya mientras el carromato que le llevaba a Edo partió aquella mañana:“¡Me has traicionado!¡Yo confié en ti!¡Acabaré contigo, viejo borracho!¡Acabaré contigoooooooo!”
Ensimismado en sus pensamiento, Miyao tropezó con una mujer derribándola. Se disculpó y se agachó para ayudarla a levantarse cuando una voz hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.
-Pero ¿Qué veo? Un plebeyo maltratando a una dama.
Al alzar la vista apenas reconoció en aquel samurai gigantón al desequilibrado que había mandado encarcelar. Vestía un kimono caro, amarillo oro con las solapas rojas, en sus puños, el emblema de los Ashikaga, y dos espadas de artesanía al cinto. ¿Cómo era posible?¿Quién había permitido que semejante individuo siguiese en libertad, y aún peor, que fuese armado? Con un brillo demencial en la mirada, Tetsuya desenvainó su katana y descargó un terrible golpe que partió limpiamente la cabeza de Miyao, desde la frente a la mandíbula.
-¡Te lo dije, viejo borracho, te lo dije!¡Nadie me traiciona!¡Te lo dije, te....
 
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