CAPITULO VII: CHARTA EUROPAE
Mediterráneo Oriental (1230):
Tras la desastrosa derrota en Hattin, los ejércitos cruzados (los pocos que quedaban) fueron destrozados sin piedad por el Emir de Damasco. Sólo el renacido avance Bizantino desde el norte, con los ejércitos del reino de Manuel Paleólogo en su máximo avance y esplendor, detuvieron la toma de las últimas fortalezas cristianas en Outremer: Jaffa, Acre, Ascalon y Damietta, y la isla de Chipre. A falta de una nueva cruzada, sin embargo, estas ciudades tienen los días contados si el victorioso Emir consigue expulsar a los griegos de su capital.
Europa Central (1230):
El reino de Alemania pasa por momentos dulces. El cambio de Dinastía se ha producido sin (demasiado alboroto), e incluso el nuevo rey Tierrí Trencavel, desde sus feudos de Estiria y Carintia, ha podido mantener la paz, e incluso conseguir viejas reclamaciones en el bajo Rin y contra el pequeño reino de Bohemia. Sin embargo, hay una pequeña espina clavada en su corazón. El papado, controlado ahora por el rey de Aragón de forma clara e incluso, obscena para muchos cristianos, no ha coronado al rey Tierrí como legítimo emperador, a pesar de los trámites iniciados por el nuevo rey. Poco a poco, las tensiones van aumentando.
Mediterráneo Oriental (1230):
Tras la desastrosa derrota en Hattin, los ejércitos cruzados (los pocos que quedaban) fueron destrozados sin piedad por el Emir de Damasco. Sólo el renacido avance Bizantino desde el norte, con los ejércitos del reino de Manuel Paleólogo en su máximo avance y esplendor, detuvieron la toma de las últimas fortalezas cristianas en Outremer: Jaffa, Acre, Ascalon y Damietta, y la isla de Chipre. A falta de una nueva cruzada, sin embargo, estas ciudades tienen los días contados si el victorioso Emir consigue expulsar a los griegos de su capital.
Europa Central (1230):
El reino de Alemania pasa por momentos dulces. El cambio de Dinastía se ha producido sin (demasiado alboroto), e incluso el nuevo rey Tierrí Trencavel, desde sus feudos de Estiria y Carintia, ha podido mantener la paz, e incluso conseguir viejas reclamaciones en el bajo Rin y contra el pequeño reino de Bohemia. Sin embargo, hay una pequeña espina clavada en su corazón. El papado, controlado ahora por el rey de Aragón de forma clara e incluso, obscena para muchos cristianos, no ha coronado al rey Tierrí como legítimo emperador, a pesar de los trámites iniciados por el nuevo rey. Poco a poco, las tensiones van aumentando.