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Lucius Sulla said:
Con las betas pasa menos, porque aunque se siguen independizando, vuelven mucho más fácilmente al redil, mientras haya un rey con el título correspondiente (por ejemplo, un condado francés se independizará si el rey o su duque se vuelven locos, pero luego con el siguiente rey seguramente volverán a jurar lealtad).
Lo corroboro. Esa lealtad me ha $%&#¬@ mis planes de anexión matrimonial del Ducado de Toulouse. Bueno, sólo a medias, pues han vuelto al Reino de Francia al palmar los dos únicos Capetos que han podido reinar. Luego han puesto ley electiva :eek: , supongo que tratando de emular a Bizancio, pero en cutre :D . Y entonces, el Toloso volvió a Francia, a ver si el tocaba la lotería :D .

O sea, que sí, que la explosión de reinos para la IA es más compleja. El Sacro Imperio duró íntegro hasta que yo devolví la cordura, y así sigue (pero en los 2 meses que dejé que mi hijo reinase, pues la sucesión era semisálica :)eek:again), se independizaron Milán, Suabia (creo) y Génova; no sé que hubiera pasado si dejo yo a ese elemento por ahí suelto :D ). También es cierto que a tí te juran lealtad más facilmente, si tienes el título de rey o duque correspondiente. Así que Lucius lleva razón al 100%.

Un saludo.
 
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Capítulo XI. Parte I

Capítulo XI: Cuatro bodas y tres... funerales

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Alrededores del castillo de Lorena, trono del Ducado de la Alta Lorena.


A mediados del año del Señor de 1110, el Duque Frederick despachaba varios emisarios en dirección al Ducado de Milán y al Condado de Dauphine Viennois. Bien provistos de presentes, así como de un cofre de oro con 100 monedas de oro por barba, el objetivo de ambos, a pesar de la disparidad de los destinos, no era otro que el de solicitar de forma oficial la mano de las que habrían de ser a la postre transmisoras de los derechos sobre los títulos de dichas regiones pertenecientes al Imperio alemán. La agresiva e interesada, a la par que interesante, política dinástica Hohenstaufen era ya de todos conocida, amén de admirada en secreto por muchos pero criticada en público por todos, por lo que cualquier movimiento siempre debía de ir acompañado por amables palabras para respetar el protocolo... y del brillo del oro para satisfacer la codicia del abuelo o padre de turno. A pesar de que ambos enlaces estaban ideados para sus hermanastros no había que dejar nada al azar. Eso, no se lo había tenido que recordar el Extranjero.

El primero en contestar de forma afirmativa a las aspiraciones dinásticas suabas fue el Duque de Milán Antonino d'Este (ver Capítulo X. Parte I ), quien a regañadientes y no exento de dudas accedió a casar a su hija mayor Giula con Burchard Hohenstaufen, hemanastro del Duque de Suabia y la Marca Oriental. El décimo quinto día del mes de septiembre del año del Señor de 1110 volvían a tañir las campanas en toda Suabia y Austria en tributo a una boda de la familia gobernante.


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La prole que engendrase esta nueva pareja habría de ser, si Antonino no le ponía remedio con una vástago varón de última hora, heredera del Milanesado, una de las regiones más ricas del Imperio, sede de la Corona de los Italianos, aunque ahora en manos germanas. Obtener dicho título, y saber lidiar con sus orgullosos señores y población, pondría al norte de Italia en el bando Hohenstaufen... si es que alguna vez los Hohenstaufen habrían de liderar bando alguno. A nivel más terrenal, la Casa de Suabia esperaba que el enlace levantase el ánimo, y alguna que otra cosa más (actualmente víctima de una flacidez asombrosa), del joven Burchard, cuyo agudo estrés había acabado degenerando en una profunda depresión; de ahí que le llamasen 'el Acongojado'. Lo que no resucite Dios, bien puede hacerlo un buen par de tetas, decían en las tabernas, aunque Giula no era precisamente un bellezón... Bueno, aquella combinación desde luego no hacía presagiar mucha descendencia, por lo que tal vez Frederick II pudiese acabar casando a alguno de sus hijos con las hermanas de Giula y asegurar del todo la herencia del Milanesado. Atar firmemente los cabos, le había dicho el Extranjero.

Todavía se celebraban tanto en Suabia como el Milán los festejos por la reciente boda de Burchard y Giula, cuando un mensajero llegado del feudo occitano de Dauphine Viennois hacía acto de presencia en la corte con la respuesta de su señor. En el caso del anciano conde Léon dicha respuesta también fue positiva, pero esta vez sin reparo ninguno (ver Capítulo X. Parte II). Y es que el feudo de Dauphine Viennois no era conocido en el sur de Europa como la Casa de Muñecas por el azar o la casualidad, sino más bien por sorna en estado puro. El primogénito de Léon, Guigues de Vogüé, había tenido cuatro hijas, de las cuales la mayor habría de desposarse con Sighart, hermanastro de Frederick II; el siguiente hijo de Léon había engendrado seis hijas; el tercero una niña y un varón que había muerto a causa de la viruela; y el cuarto nada más y nada menos que ¡ocho hijas!, además de un niño que, aunque portase el apellido de Vogüé, se encontraba perdido en la línea sucesoria de Dauphine Viennois tras sus sobrinos de los linajes de Luxembourg y de Normandie, los hijos de las hijas del segundo vástago de Léon (uh!, vaya lío...).

-¿Os sorprende que me alegre de que aceptase vuestra propuesta?-, le preguntó el conde Léon a Frderick II el día antes del enlace. -Pues es muy sencillo, mi señor Duque. Con la cantidad de niñas engendradas por los patosos de mis hijos varones, el feudo de Dauphine Viennois acabará antes o después en manos de otro linaje que no sea el de Vogüé. Y prefiero que mis tierras y título acaben en vuestras manos antes de que pasen a engrosar las haciendas de los de Luxembourg o de los Normandie. Al fin y al cabo, uno no siempre tiene la oportunidad de emparentar con el apellido del futuro Rey de los Alemanes-, le confió en un susurro acompañado de un guiño cómplice.

-No olvidaré vuestras amables palabras, mi señor conde-, le agredeció Frederick II.

-No, lo que os pido es que no os olvidéis de que si en algún momento necesitáis otra novia, que bien sabéis que en ese tema tengo para dar y regalar, recurraís a mí y me libréis de otra de mis nietas. Demasiadas bocas para alimentar, mi señor Duque, demasiadas y con faldas...

Al día siguiente, el vigésimo séptimo día del mes de septiembre del año del Señor de 1110, se celebraba una nueva boda en Suabia. Sighart Hohenstaufen, hermanastro del Duque Frederick II, tomaba como esposa a Judith de Vogüé, quien recientemente había dado muestras de cierto desequilibrio mental, extremo que había sido ocultado a los oídos suabos para no impedir el enlace. Por eso se mostraba tan lisonjero el anciano conde, pensó Frederick II, a quien a cada momento le caía mejor Léon de Vogüé. Nos la ha metido doblada, concluyó el Duque con una sonrisa de reconocimiento al ardid del anciano conde Léon...


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La legría que ambos matrimonios había dejado en los feudos de Suabia y austria se vió menguada a finales del mes de diciembre debido a la muerte por su avanzada edad de Ute von Babenberg, la que había sido segunda esposa de Frederick I y abierto la puerta a los Hohenstaufen a la obtención del título de la Marca Oriental. Apenas afectó a Frederick II este óbito, puesto que no compartía con ella sangre alguna. Aún así, los funerales se celebraron con toda la pompa requerida.


Medio año después, a principios del mes de julio del año del Señor de 1111, Frederick II recibía la agridulce noticia del nacimiento de un hijo bastardo, engendrado al parecer en una de las bodas de sus hermanastros. Recordaba vagamente haber tenido relaciones con una guapa muchacha que había servido su copa, pero no reocrdaba excatamente si había sucedio en la boda de Burchard o en la de Sighart, ya que en ambas ocasiones había consumido ingentes cantidades de vino y cerveza. Aquello, por supuesto, no gustó nada a su esposa Osterhild, quien desertó del lecho conyugal durane varios meses debido a la traición amorosa de Frederick II, pero al menos todos lo vieron como un ligero aunque imperdonable desliz y no se le colgó el sambenito de lujurioso que había portado su propio padre. Un vez reconocido por le Duque, Frederick II bautizó al bastardo como Gozelo Hohenstaufen.


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Pasados unos meses y olvidada la vergüenza, Frederick II convocó un consejo con la intención de marcar la política interna de su feudo y decidir diversas inversiones para mejorar las infraestructuras del Ducado de Suabia y la Marca Oriental. Entre las decisiones adoptadas, Frederick II envió a su hijo Gotfrid al monasterio donde dos de sus tíos ya habían cursado sus estudios. Precisamente uno de ellos, Ruprecht, tenái una petición que realizar a su hermanastro y señor.

-Mi zeñor Duque. Oz pido permizo para contraer matrimonio y ezpero con anziedad que me buzquéis una buena mujer para compartir con ella el rezto de miz díaz-, solicitó Ruprecht con su ceceo habitual y un tanto molezto, digooo, molesto. Aquello sorprendió a todos pues no en vano se esperaba que el joven optase por entregarse en cuerpo y alma al Señor.

Entonces, la imagen de Léon de Vogüé apareció en su mente. ¿Dónde mejor que buscar en la mismísima Casa de Muñecas del Imperio? Esta vez no se buscaría título alguno en el enlace, sino encontrar una mujer de valía para ocupar alguno de los altos cargos de la corte suaba. Y la encontró. El destino puso en el camino de Frederick II a Melisande de Vogüé, viuda de Henri de Longwy 'el Loco Meón', y madre de Louis de Longwy, actual Duque Alta Lorena, que había regresado al regazo de su padre al morir al precipitarse su atormentado marido desde una torre. Qué dulce ironía, pensó Frederick II. Léon de nuevo se mostró encantado de soltar lastre y aceptó de buena gana.

-Veo que preferís una flor ajada a una flor impoluta... claro que a aveces la frgancia de la primera es mucho más dulce que el de la segunda-, señaló el conde de Dauphine Viennois con su jocosidad habitual.

El vigésimo octavo día del mes de diciembre de 1111, Ruprecht Hohenstaufen, hermanastro del Duque Frederick II, y Melisande de Vogüé, nieta del conde León, se casaban ante los ojos de Dios y de los hombres. Era la tercera boda en menos de año y medio.


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Debido a sus grandes dotes (el dulce olor del que había hablado el anciano Léon), Melisande fue nombrada casi de inmedianto como la nueva canciller del Ducado de Suabia. Mientras, su única hija Beatrix, ya se había convertido en toda una mujercita; fea, pero mujercita al fin y al cabo, y un sexto sentido para la diplomacia. Lástima que también hubiese de abandonar la corte suaba a su debido momento... Corría ya el año del Señor de 1112.



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(continúa)
 
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Última actualización de mapas en el atlas de 1106: el de Europa del Este. Abajo pongo el link para facilitar el acceso:

Atlas Mundial 1106
 
Capítulo XI. Parte II

(continuación)

Un frío día del mes de febrero del año del Señor de 1112, el Duque Frederick II estaba en sus habitaciones absorto en la lectura de unos documentos, cuando un ligero sonido a su espalda le hizo girarse con rapidez. Allí estaba el Extranjero, cómodamente sentado en una silla degustando un caldo borgoñón de la bodega privada del amo de Suabia y la Marca Oriental. Aquel hombre había sido durante décadas el consejero personal de su padre y hasta el momento también había demostrado su utilidad y lealtad al propio Frederick II, por ejemplo encontrando grandes partidos para sus hermanastros. Sin embargo, nunca habían desarrollado la estrecha relación que el Extranjero había compartido con us progenitor. Tal vez hasta ahora.

-Han pasado ya seis años desde la muerte de vuestro llorado padre, mi señor. ¿Os váis a seguir echando la siesta mucho más tiempo o váis a empezar a apechugar con las responsabilidades que acarrea el cargo?-, le comentó distante el Extranjero.

-Tal vez os dirigiéseis a mi fallecido padre con esas formas, Extranjero, pero yo no os lo voy a permitir-, dijo resuelto el Duque.

-A vuestro padre, que en paz descanse, le hablé así desde el primer día; con vos he esperado seis largos años para ver si satisfacíais vos solito las expectativas depositadas en vos. Y debo decir que el inicio parecía prometedor-, respondío duramente el Extranjero. Aquello hizo recular a Frederick II.

-Durante este tiempo he puesto en orden el Ducado, he casado a mis hermanastros y he gestionado lo mejor que he podido mis tierras, construyendo nuevas infraestructuras donde fuera menester. ¿Acaso creéis que me he estdo tocando las narices?-, preguntó el Duque.

-Todo eso está muy bien. Pero volviendo a lo serio e importante, ¿Qué pensáis hacer?

-¿Con qué?-, preguntó Frederick II con apenas un rastro de duda en su tono.

-Vamos Frederick, no os hagáis el tonto conmigo. Vuestro padre era un ingenuo que no veía dos palmos más allá de su frente. Pero vos sois un pura sangre de la diplomacia y la intriga. Repito, ¿qué pensáis hacer? O mejor, ¿cuándo lo pensáis hacer?

-Pretendía esperar un poco más a ver si el Señor nos ahorraba el trabajo-, respondió sincero Frederick II.

-Ya está más que claro que es un chico sano y fuerte... y debéis desenrrocar esta situación cuanto antes o tal vez perder la Alta Lorena quizás para siempre. No dejéis que el cachorro se convierta en león.

-Está bien, acabaremos con el problema que supone Louis de Longwy. Cuanto antes-, dijo firme.

-Lo que ordene mi señor-, contestó solícito el Extranjero, quien abandonó a a toda prisa la cámara tras apurar antes su deliciosa copa de vino.

Asesinar a un Duque, y en esto los Hohenstaufen tenían ya cierta experiencia, no era ni fácil ni barato. Además, Louis contaba con el apoyo de unos consejeros y una guardia personal que no se separaba del niño ni por la noche ni por el día (intriga Louis 7 + intriga espía jefe 10 = 17). El Duque Frederick II, por su parte, tenía la inestimable ayuda del extranjero, además de un sorprendente apoyo: la no siempre muy equilibrada Judith de Vogüé, esposa de su hermanastro Sighart. En sus escasos momentos de lucidez, Judith maquinaba algunos de los planes más retorcidos, y casi siempre totalmente inverosímiles y altamente inútiles e incluso perniciosos, que Frederick II había oido nunca (intriga Louis 12 + intriga espía jefe 10 = 23). Los planes del asesinato de Louis se habían puesto en marcha.


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Sin embargo, esta vez Judith, apodada 'la Campanilla' al ir siempre provista de una campanita que hacía sonar a las horas y en los momentos más intempestivos para trastorno de los moradores de palacio, había ideado un cruel pero efectivo plan para acabar con la vida de Louis de Longwy, Duque de la Alta Lorena. Cruel porque el asesino formaría parte de la comitiva que acompañaría a su hermana Melisande la próxima vez que fuese a visitar a su hijo el Duque Louis, puesto que Melisande vivía apartada de su retoño al haberse casado en segundas nupcias con Ruprecht Hohenstaufen, hermanastro de Frederick II. Nadie se sorprendería al ver una cara extraña entre los acompañantes de Melisande, pues ésta podría haber entablado nuevas relaciones desde su marcha a Suabia o habérsele sido asignados nuevos guardias en su calidad de canciller de Suabia. Una vez instalados, y al amparo de las sombras y de la noche, el cuchillo volvería a brillar. Y brilló.


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A pesar de la maestría un tanto perversa del plan de Judith, Frederick II y el Extranjero habían infravalorado la locura de la franca y le había dado demasiada cuerda. El asesino había sido un hombre al que hacía años se le había cortado la lengua; eso había sido una excelente elección. El problema era que Judith, dentro de su desfigurada e inconsistente percepción de la realidad, había considerado toda una necesidad que el ejecutor portase una de sus campanitas, envuelta en un paño para evitar sus sonidos, para poder establecer un supuesto e inexistente contacto mental con él. Morar dentro de su mente, decía extasiada. Y esto no había sido puesto en conocimiento ni de Frederick II ni del Extranjero, sino que había sido una confidencia exclusiva de Judith a su asesino. Cuando fue apresado, ciertamente el asesino no pudo revelar de viva voz quien le había pagado oro por sangre, pero el escudo de Suabia que lucía su escondida campanita resultó a la postre ser testigo acusador suficiente. Todo había sucedido el décimo día del mes de abril del año del Señor de 1112, el que fue llamado 'el día de la Campanilla'.

Tras difundirse la noticia en todos los rincones del Imperio, la reputación de Frederick II cayó en picado como era de prever al ser descubierto (de algo manchada a manchada). Por no hablar de cómo hablaba la Santa Madre Iglesia de sus actos (-69 de piedad total), poniendo prácticamente como paradigma a Frederick II de cómo un Duque no debe conducirse en su peregrinación terrenal. Pero con asesino, campanita y un muerto a cuestas, la realidad era que su hijo mayor, Bruno, acababa de heredar el Ducado de la Alta Lorena. Al menos ahora todo quedaría en familia...


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Al mes siguiente, Frederick II convocó una noche al Extranjero a su cámara privada para debatir los siguientes pasos que habrían de dar los Hohenstaufen ahora que eran considerados como la mala hierba del Imperio. Bueno, no tanto... pero casi. Para tratar de lavar aunque fuese una pizca su imagen pública, ambos decidieron que la concesión de uno de los múltiples títulos en poder de Frederick II podría aplacar un tanto los caldeados ánimos de la alta sociedad germana. Así, decidieron que su hermanastro menor Ruprecht, apodado 'el Hermanaztro', recibiese el título de conde de Aargau y pasase a engrosar la nómina de vasallos de Frederick II. Además, así el Duque podría perder de vista a Melisande, a cuyo hijo acababa de asesinar, y a sus miradas asesinas que más de una pesadilla le habían dado ya. El segundo día de mayo del año del Señor de 1112, Ruprecht Hohenstaufen era investido conde de Aargau, título que les había sido arrebatado a los Habsburgo hacía casi una década por su padre Frederick 'el Grande'.


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Ese mismo verano, una preocupante noticia, a parte de que la chalada de Judith se había quedado embarazada, se fue propagando por el Imperio. Rüdger von Franken había caído gravemente herido durante los combates que le enfrentaban a los rebeldes saboyardos. Extinta desde hacía unas semanas la revuelta italiana de los 'nonelipadres', y repartidos sus títulos convenientemente entre sus hijos, el Emperador Rüdger había fijado la atención en el sudoeste de sus dominios. Y allí casi había encontrado la muerte en las manos de un infante saboyardo. Bueno, más bien en su espada, que le había regalado otro ombligo junto al que se le había otorgado en su nacimiento. Aquello no sólo le había obligado a retirarse del campo de batalla, sino también a conceder la independencia a los condados rebeldes de Forez, Ginebra, Lyon y Neuchatel. Aprovechando la coyuntura, el condado de Leiningen se declaró entonces en rebeldía, y teniendo en cuenta que dicho feudo se encontraba justo al sur de la capital imperial fijada en Nassau, pues la cosa adquirió tintes dramáticos. Frederick II optó por no perder detalle de la situación.

Las semanas siguieron pasando tranquilas en el Ducado de Suabia y la Marca Oriental. Desviada la atención del Imperio hacía la salud de Rüdger, ya casi nadie se acordaba del asesinato de Louis de Longwy. O al menos, ya no era el centro de todas las convesaciones. A pesar de ello, Frederick II decidió conceder un segundo título para demostrar a sus muchos detractores lo magnánimo que, en realidad, no era. El primero de diciembre del año del Señor de 1112, Frederick II investía como conde de Austria a su hermanastro Burchard Hohenstaufen. Al fin y al cabo, por las venas de Burchard 'el Acongojado' corría sangre Babenberg, cosa que no ocurría en el caso de Frederick II, y tal vez viajar a la tierra natal de su madre ayudase también a mejorar su ánimo.


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A la postre, la magnanimidad de Frederick II no sirvió para nada. Su reputación seguía manchada como antes y encima había perdido los ingresos directos de dos ricas provincias de su cada vez más exiguo dominio personal. El Duque suabo decidió apartar estos amargos pensamientos de su mente centrándose en la búsqueda de un buen marido para su hija Beatrix 'la Franca'. Y no tuvo que buscar muy lejos para encontrarlo, ya que estaba en sus propios dominios. El nieto de su vasallo el conde Adalbert von Babenberg de Passau, el joven Albrecht, que era primogénito del primogénito de Adalbert, es decir, heredero del título de su abuelo tras su padre, estaba por entonces soltero y en edad casadera. Era sin duda una gran oportunidad para revitalizar las complicadas relaciones con la familia de sus hermanastros (legítimos herederos del título de la Marca Oriental), y como Beatrix no tenía ni gota de sangre Babenberg no deberían de presentarse problemas para el apareamiento. Así, tras arduas negociaciones, el sexto día del mes de marzo del año del Señor de 1113, Beatrix Hohenstaufen contraía matrimonio con Albrecht von Babenberg. Y con él, el derecho a recibir una importante dote al tratarse de su hija mayor.



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(continúa)
 
Last edited:
Hombre, tanto asesinato sin que te descubrieran era ya tentar a la suerte en exceso...
 
Obelixeke said:
Todo había sucedido el décimo día del mes de abril del año del Señor de 1112, el que fue llamado 'el día de la Campanilla'.

Hacía mucho, mucho tiempo que no me reía tanto como con este trozo. Lo hemos de proponer para el foro de Paradox, 10-04, día oficial de la campanilla. :rofl:
 
jasev said:
Hombre, tanto asesinato sin que te descubrieran era ya tentar a la suerte en exceso...

O levantar infundadas sospechas del maravilloso mundo del salvar y recargar... Y ciertamente, este AAR no merecería eso...asi que una chapucilla de tanto en tanto la hace aun mejor...
 
Catalion said:
O levantar infundadas sospechas del maravilloso mundo del salvar y recargar... Y ciertamente, este AAR no merecería eso...asi que una chapucilla de tanto en tanto la hace aun mejor...



No creais, la IA es un poco descuidada con los cargos cortesanos que da (¿tan dificil seria arreglalo? :confused: ) de forma que puedes ver como en muchas ocasiones no pone jefe espia o, teniendo un cortesano con 12 de intriga, mete de jefe espia a uno con 2 de intriga :confused: :confused: , y asi se hace muy facil asesinar al personal, incluidos reyes (como proximamente le pasara a cierto rey ayyubida al que le tengo una tiña considerable :cool: )



Un saludo.
 
GothmogDeMorgul said:
No creais, la IA es un poco descuidada con los cargos cortesanos que da (¿tan dificil seria arreglalo? :confused: ) de forma que puedes ver como en muchas ocasiones no pone jefe espia o, teniendo un cortesano con 12 de intriga, mete de jefe espia a uno con 2 de intriga :confused: :confused: , y asi se hace muy facil asesinar al personal, incluidos reyes (como proximamente le pasara a cierto rey ayyubida al que le tengo una tiña considerable :cool: )



Un saludo.

Lo peor es cuando hace esas tonterias con alguno de tus duques subditos...se le olvida poner canciller...y empiezan a irse condados a velocidad de vértigo
 
yo me acuerdo que en anteriores betas si intentabas asesinar a alguien la IA rapidamente te hacia lo mismo en menos de un segundo. esto ya no pasa, y no se por qué, porque a veces te asesinaban a alguien y eso jodia, ¿acaso no le habias jodido tu antes?
 
Corleone said:
yo me acuerdo que en anteriores betas si intentabas asesinar a alguien la IA rapidamente te hacia lo mismo en menos de un segundo. esto ya no pasa, y no se por qué, porque a veces te asesinaban a alguien y eso jodia, ¿acaso no le habias jodido tu antes?

Ahora lo intenta pero con una cierta proporción es decir, no te contesta automáticamente enviando a un sicario, si no que lo hace una de cada tres veces que te descubren.
 
jasev said:
Hombre, tanto asesinato sin que te descubrieran era ya tentar a la suerte en exceso...
Pozí... aunque la verdad es que creo que en ese asesinato no tenía los mejores números. En los anteriores solía tener más diferencia en la intriga combinada que en este último. Oh well...

DBM said:
Hacía mucho, mucho tiempo que no me reía tanto como con este trozo. Lo hemos de proponer para el foro de Paradox, 10-04, día oficial de la campanilla.
:rofl:

Catalion said:
O levantar infundadas sospechas del maravilloso mundo del salvar y recargar... Y ciertamente, este AAR no merecería eso...asi que una chapucilla de tanto en tanto la hace aun mejor...
Salvar y recargar? Uff, no gracias. Cuando era chaval llegué a dejar partidas a juegos de rol larguísimos como Pool of Radiance o Curse of the Azure Bonds por haber hecho una mini-trampa. El rato siguiente a haber hecho la trampa me arrepentía tanto que volvía a empezar el juego de cero. Me decía: 'vaya tío valiente. Esto es un reto y si haces trampas, vaya mierda de reto, ¿no?'. Vamos, que no necesitaba a nadie que me dijera que era un fullero. Desde entonces (y te hablo de finales de los ochenta principios de los noventa), no hago trampas. ¿Para qué? ¿Para arrepentirme como siempre y tener que volver a empezar la partida de nuevo? A mí es que no me merece la pena.

GothmogDeMorgul said:
No creais, la IA es un poco descuidada con los cargos cortesanos que da (¿tan dificil seria arreglalo? ) de forma que puedes ver como en muchas ocasiones no pone jefe espia o, teniendo un cortesano con 12 de intriga, mete de jefe espia a uno con 2 de intriga
Totalmente de acuerdo, eso habría que arreglarlo, aunque en esta partida los espías jefes suelen ser siempre los cortesanos con mayor intriga :mad: :p

GothmogDeMorgul said:
y asi se hace muy facil asesinar al personal, incluidos reyes (como proximamente le pasara a cierto rey ayyubida al que le tengo una tiña considerable
Je, y luego me llamáis a mí el maestro del cuchillo... ;)

Corleone said:
yo me acuerdo que en anteriores betas si intentabas asesinar a alguien la IA rapidamente te hacia lo mismo en menos de un segundo. esto ya no pasa, y no se por qué, porque a veces te asesinaban a alguien y eso jodia, ¿acaso no le habias jodido tu antes?
En la 1.04a, que es la que juego yo, cuanso asesinas o intentas assinar a alquien, a los dos días como mucho te intentan asesinar a alguien a tí, siempre. El problema es que a mí se me olvidó apuntar a quien me habían intentado asesinar desde el Ducado de la Alta Lorena y por eso no lo puse :( :eek:o

DBM said:
Ahora lo intenta pero con una cierta proporción es decir, no te contesta automáticamente enviando a un sicario, si no que lo hace una de cada tres veces que te descubren.
A mí me parece muy bien que si te descubren pues te den con tu propia medicina: ojo por ojo. El problema es que incluso si tienes éxito y no te descubren, te mandan un asesino y eso no es normal pq si no te han descubierto... (de hecho hay un ejemplo de eso en este mismo AAR).
 
Obelixeke said:
el joven Burchard, cuyo agudo estrés había acabado degenerando en una profunda depresión; de ahí que le llamasen 'el Acongojado'. Lo que no resucite Dios, bien puede hacerlo un buen par de tetas, decían en las tabernas, aunque Giula no era precisamente un bellezón... Bueno, aquella combinación desde luego no hacía presagiar mucha descendencia, por lo que tal vez Frederick II pudiese acabar casando a alguno de sus hijos con las hermanas de Giula y asegurar del todo la herencia del Milanesado. Atar firmemente los cabos, le había dicho el Extranjero.

en algun momento lo esperaba, el famoso estres que degenera en depresion, lo cual comporta un -9 (mas o menos ) de fertilidad, "osease", no tener descendencia,... aunque a veces los afectados se pueden recuperar. para tener hijos la tia tendria que tener una fertilidad superior a 9, y es muy poco probable.
 
Obelixeke said:

A la postre, la magnanimidad de Frederick II no sirvió para nada. Su reputación seguía manchada como antes y encima había perdido los ingresos directos de dos ricas provincias de su cada vez más exiguo dominio personal.


en la version 1.4a dar tiulos de conde y crear vasallos te da prestigio, pero lo que no entiendo es porque en la ultima beta lo han quitado, y solo se mantiene el que te suba la piedad si creas obispados.
 
Corleone said:
en algun momento lo esperaba, el famoso estres que degenera en depresion, lo cual comporta un -9 (mas o menos ) de fertilidad, "osease", no tener descendencia,... aunque a veces los afectados se pueden recuperar. para tener hijos la tia tendria que tener una fertilidad superior a 9, y es muy poco probable.
Cierto. Si por lo menos la chuti tuviese el trait lujuriosa pues igual, pero como no es el caso...

Corleone said:
en la version 1.4a dar tiulos de conde y crear vasallos te da prestigio, pero lo que no entiendo es porque en la ultima beta lo han quitado, y solo se mantiene el que te suba la piedad si creas obispados.
Si mi memoria no me falla (la partida del AAR es la primera que juego al CK en meses), conceder títulos tb ayudaba a mejorar la reputación (además del prestigio como apuntas). Recuerdo que cuando me decidía a reorganizar mis reinos (quitando títulos de conde para dárselos a duques para que tuviesen bajo su mandato provincias core de dicho título), al final siempre tenía que conceder algún título iimportante a alguien para que mi reputación dejase de estar manchada o peor. ¿Eso tb lo han cambiado? ¿No se mejora la reputación al dar/deshacerte de títulos? :confused:
 
Last edited:
Obelixeke said:
¿No s emejora la reputación al dar deshacerte de títulos? :confused:

Yo también lo he probado y no he visto que bajara la mala reputación.
 
DBM said:
Yo también lo he probado y no he visto que bajara la mala reputación.

Te equivocas. Sí que baja, en cantidad fija por cada condado que das.
 
Lucius Sulla said:
Te equivocas. Sí que baja, en cantidad fija por cada condado que das.
Eso me sonaba a mí, sip. Pero claro, pá dos condadillos que doy pos tampoco me iba a poner en reputación honorable... aunque pasar a algo manchada hubiese estao bien... :rolleyes:
 
Lucius Sulla said:
Te equivocas. Sí que baja, en cantidad fija por cada condado que das.

Puede que sea casualidad pero siempre que he dado un condado la reputación me cambiaba, y esta vez no. Puede que no sea suficiente lo que me quita de BB para que mejore la reputación.
 
DBM said:
Puede que sea casualidad pero siempre que he dado un condado la reputación me cambiaba, y esta vez no. Puede que no sea suficiente lo que me quita de BB para que mejore la reputación.

Yo nunca me fijo en la palabreja de la reputación.

Simplemente, miro un vasallo, cualquiera, y miro el porcentaje que pierdo de su lealtad por badboy.