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unmerged(12798)

A.k.a. 'El Tito Friki'
Dec 16, 2002
2.101
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-Premio GoyAAR 2005: Mejor AAR de CK-

-Título: 'Hohenstaufen: El Poder de la Sangre'
-Juego: Crusader Kings (versión 1.04a)
-Escenario: 1066
-Dificultad: Difícil/Muy difícil
-Agresividad: Cobarde


-Objetivos: la verdad es que he jugado muy pocas veces al CK fuera de la Península o Tierra Santa, así que a parte de los dos objetivos más obvios que aparecen a continuación, el objetivo primero es sobrevivir lo máximo posible e ir creciendo mediante enlaces dinásticos antes que gracias a conquistas.

*Alcanzar el trono del Sacro Imperio Romano Germánico.
*Crear el Reino de Italia bajo un Hohenstaufen.

Como objetivos secundarios, aunque sin perderlos de vista:

*Crear el Reino de Jerusalem bajo un Hohenstaufen.
*Reconquistar la Península de manos del infiel (pq me huelo que los reinos cristianos no van a durar un TD).
*Recuperar Bohemia para el Sacro Imperio, ya que normalmente se forma con relativa facilidad.

Y otros que irán surgiendo en el camino, seguro.


-Introducción: Tras años dedicado casi en exclusiva a la edición de eventos y el desarrollo de mods para EU2, OLM (Obelixeke Light & Magic) Workshop hace su primera incursión en el apasionante mundo de los AAR con una modesta producción que tiene el Crusader Kings como telón de fondo. Bajo el título "Hohenstaufen: El Poder de la Sangre", pretendo conducir a esta dinastía alemana a cotas de poder similares a las obtenidas en la Historia... o morir en el intento. Y teniendo en cuenta que los Hohenstaufen retuvieron el título de Emperador del Sacro Imperio durante más de un siglo, pues tengo un bonito desafío por delante.

Lo cierto es que mi primera intención era realizar un AAR con los Habsburgo, que en el escenario de 1066 ostentan el título de Condes de Aargau (Suiza), para iniciar su meteórica escalada de poder en Europa unos cuantos siglos antes. Pero al empezar la partida y tontear un poco mirando los feudos vecinos, me fijé que en el Condado (también 'suizo') de Sankt Gallen señoreaba un tal Friedrich (en el juego Frederick) Hohenstaufen, soltero y sin compromiso, mientras que el Habsburgo empieza casado y con un par de herederos/cabezones. Como mi intención era ir acrecentando mi poder más por la vía dinástica que la del acero, el Hohenstaufen me ofrecía más posibilidades desde el inicio (partiendo asimismo de un condado como título más elevado) y opté por jugar la partida con éste último. Además, el apellido Hohenstaufen como que tampoco está tan mal...

Sin embargo, debido a las reestricciones propias de un juego, por bueno que sea, me será imposible alcanzar el trono del Sacro Imperio de la misma forma que los Hohenstaufen lo hicieron en la realidad. De hecho, en 1066 no existía esta dinastía como tal, puesto que no fue hasta 1077, con la construcción del castillo Staufen a los piés de las montañas del Jura suizo, cuando esta familia recibiera el apellido con el que serían por siempre conocidos. No en vano, el personaje inicial en el CK no es otro que el que está considerado como el fundador de la dinastía, el conde Friedrich (que moriría en 1105). El rápido ascenso de este personaje se debió a su incondicional apoyo al Emperador Heinrich IV durante la guerra civil que asoló el Imperio entre 1077-1080. Gracias al apoyo de la gran mayoría de la pequeña nobleza germana, entre la que se encontraba el conde Friedrich Hohestaufen, y las grandes ciudades, el Emperador pudo derrotar a la gran nobleza rebelde encabezada por Rudolph Rheinfelden, duque de Suabia (y probablemente señor de Friedrich, cuyas tierras también estaban en la zona de Suabia, aunque no estoy del todo seguro que fueran señor-vasallo), que fue proclamado incluso "el anti-Rey" (no el anti-Emperador, como debería haber sido, ¿no?). Tras su victoria, Heinrich IV concedió a Friedrich Hohenstaufen, por su apoyo y fidelidad, el ducado de Suabia primero y la mano de su hija Agnes después, con quien tuvo dos vástagos, Friedrich II, futuro duque de Suabia, y Konrad. Ambos se convirtieron desde su nacimiento en herederos del Emperador Heirich V, su tío, quien moriría sin descendencia en 1125. Tras los 13 años de reinado 'interino' de Lothair III, Konrad asumiría el trono del Sacro Imperio en 1138 como el tercero de su nombre, iniciándose así el turbulento siglo y medio de gobierno Hohenstaufen al frente del Imperio centroeuropeo.

En el juego están presentes los personajes básicos de toda esta trama (Rudolph Rheinfelden como duque de Suabia, el emperador Heinrich, Friedrich (Frederick) Hohestaufen, etc), pero es imposible reproducirla fielmente debido a la mecánica del CK, así que tendré que dar algunas 'vueltas' para conseguir lo mismo que ellos (más o menos) con la política dinástica como estandarte. Al menos, han sido generosos y hay un par de combinaciones muy decentes desde el principio.

Por petición popular, aquí pongo un índice del AAR:

El Poder de la Sangre
Introducción

Capítulo I. A los pies del Jura (Parte I / Parte II / Parte III)
Capítulo II. Una boda en Fürstenberg (Parte I / Parte II / Parte III)
Capítulo III: La decisión de Frederick (Parte I / Parte II / Parte III)
Capítulo IV: Muerte en Suabia (Parte I / Parte II / Parte III)
Capítulo V: La corte de Ulm (Parte I / Parte II / Parte III)
Capítulo VI: En los bosques de Lorena (Parte I / Parte II / Parte III)
Capítulo VII: Las Tierras Bajas (Parte I / Árbol gen. - 1098 / Parte II / Parte III)
Capítulo VIII: El destino de la Marca (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1104)
Capítulo IX: Paladines del Emperador (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1106 / Atlas - 1106)
Capítulo X: A duque muerto, duque puesto (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1110)

Capítulo XI: Cuatro bodas y tres... funerales (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1113)
Capítulo XII: La Cruzada del Gran Duque (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1121)
Capítulo XIII: A orillas del Báltico (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1130)
Capítulo XIV: Archiduque de los Alemanes (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1136)
Capítulo XV: ¿Herederos de un Imperio? (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1146)
Capítulo XVI: Thietmar 'el Breve' (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1153)
Capítulo XVII: Señores del Tirol... ¿y Flandes? (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1156)
Capítulo XVIII: Caos en Carintia (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1167)
Capítulo XIX: Los amos del Norte (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1171)
Capítulo XX: La casa de las dagas voladoras (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1173)

Capítulo XXI: Los últimos años de 'el Sanguinario' (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1177)
Capítulo XXII: El Archiduque niño (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1189)
Capítulo XXIII: ¡Hohenstaufen Rex! (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1192 / Atlas - 1192)
Capítulo XXIV: La coronación de Karloman II (Parte I / Reyes de Alemania / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1200)
Capítulo XXV: La Primera Cruzada Catalana (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1209)
Capítulo XXVI: La Segunda Cruzada Catalana (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1213)
Capítulo XXVII: Regnum Italicum (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1218)
Capítulo XXVIII: El Compromiso de Ferrara (Parte I / Reyes de Alemania / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1226)
Capítulo XXIX: La Tercera Cruzada Catalana (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1230)
Capítulo XXX: Viejas costumbres (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1232)

Capítulo XXXI: Un paseo por el Mare Nostrum (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1243)
Capítulo XXXII: Una casa en Apulia (P. I / P. II / P. III / Ár. gen. - 1250 / R. de Alemania / La herencia de Nicolaus)
Capítulo XXXIII: Nicolaus Hohenstaufen, el cinco veces rey (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1257)
Capítulo XXXIV: Una sucesión incierta (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1263)
Capítulo XXXV: La Gran Cruzada Castellana (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1267)
Capítulo XXXVI: La muerte de un Rey (P. I / P. II / P. III / Árbol gen. - 1277 / R. de Alemania / Atlas - 1277)
Capítulo XXXVII: Herederos de Carlomagno (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1286 / Reyes de Alemania )
Capítulo XXXVIII: La conquista de Al-Andalus (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1290)
Capítulo XXXIX: Enemigo a las puertas (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1296 / Dinastías Hohen.)
Capítulo XL: El Escudo de Europa (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1299 / Dinastías Hohen.)

Capítulo XLI: Festín de cuervos (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1302)
Capítulo XLII: El ocaso mongol (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1309 / Dinastías Hohen.)
Capítulo XLIII: Heinrich V 'el Santo' (Parte I / R. de Alemania / Parte II / Parte III / Ábol gen. - 1316 / Din. Hohen.)
Capítulo XLIV: En las arenas de Egipto (Parte I / Parte II / Parte III / Árbol gen. - 1320)
Capítulo XLV: La picadura de 'el Escorpión' (P. I / P. II / P. III / Ár. gen. - 1326 / Din. Hohen. / Atlas - 1326)
Capítulo XLVI: ¿El fin de una era? (Parte I / R. de Alemania / Parte II / Parte III / Ár. gen. - 1343 / Din. Hohen.)
Capítulo XLVII: La nueva Europa Hohenstaufen (Parte I / Parte II / Parte III / Ár. gen. - 1349 / Din. Hohen.)
Capítulo XLVIII: Los años de la Peste (Parte I / Parte II / R. de Alem. / Parte III / Ár. gen. - 1356 / Din. Hohen.)
Capítulo XLIX: Los años de la Peste (y II) (Parte I / Parte II / Parte III / Ár. gen. - 1369 / Din. Hohen.)
Capítulo L: Tierra Santa (Parte I / Parte II / Parte III / Ár. gen. - 1380 / Din. Hohen.)

Capítulo LI: "Entraremos en Jerusalén o en el Cielo" (P. I / P. II / P. III / Ár. gen. - 1390 / D. Hohen.)
Capítulo LII: La Última Cruzada (P. I / P. II / R. de Ale. / P. III / Ár. gen. - 1402 / D. Hohen. / Atlas)
Capítulo LIII: La decadencia de Ludwig V (P. I / P. II / P. III / R. de Ale. / Ár. gen. - 1420 / Din. Hohen.)
Capítulo LIV: El Reino de los Cielos (Parte I / Parte II / Parte III / Ár. Gen. - 1432 / Din. Hohen.)
Capítulo LV: Il Sacco di Roma (Parte I / Parte II / Parte III / Ár. Gen. - 1440 / Din. Hohen.)
Capítulo LVI: El mundo en llamas (P. I / P. II / P. III / R. de Ale. / Ár. Gen. - 1448 / Din. Hohen. / Atlas)
 
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Tiene buena pinta. Si tienes tan buen hacer en los AAR como con el Mongolian se espera un grandisimo AAR. Ademas me esta picando la curiosidad cada vez mas con el CK e igual despues de los examenes de julio me lo compro. :D

Animo y suerte con el AAR!!! :)
 
amem que mos contes de bó !!! :)

Tiene muy buena pinta
 
genial, otro AAR del CK... ya era hora!! :rofl:

Animo con la AAR!!! :D :D




Un saludo.
 
Muchas gracias a todos por los ánimos. Espero estar a la altura!!! ;)

Y sin más dilación, comenzamos...
 
Introducción

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El Poder de la Sangre​

Esta es la historia de los principales miembros de una pequeña familia aristocrática germana, de su epopeya hacia el trono del estado medieval más poderoso de Europa, el Sacro Imperio. De como unos simples condes de un reducido feudo situado en las faldas del Jura suizo pasaron a convertirse en los gobernantes más poderosos del mundo católico con el poder de la sangre como principal arma conquistadora. De como llegaron a acumular más títulos que ninguna otra familia en la historia y otorgaban o quitaban coronas a placer, con el simple gesto de una mano. De como pasaron a encabezar la lucha contra el infiel, liberando territorios lejanos para ponerlos bajo su yugo. De como, en definitiva, se conviertieron en los auténticos herederos de aquellos bárbaros Alemanni que un día cambiaron la faz de la Vieja Europa para siempre, algo que los Hohenstaufen volverían a hacer, para bien o para mal. ¿O no?...​

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Situación geográfica del condado de Sankt Gallen a diciembre del año del señor de 1066.

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El Sacro Imperio a diciembre del año del Señor de 1066.
 
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Capítulo I. Parte I

Capítulo I: A los pies del Jura

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Castillo Staufen.


La vida transcurría plácida en el pequeño feudo germano de Sankt Gallen a finales del año del Señor de 1066. Situado a los pies del Jura, una formación montañosa sembrada de ricos valles próxima a la frontera meridional del poderoso ducado de Suabia, sus gentes se dedicaban a las labores del campo, además de a la producción de telas y artículos de vidrio y metal. Hacía apenas unos años, el condado había pasado a manos de la joven familia de los Hohenstaufen, llamados así desde el inicio de la construcción del castillo Staufen, fortaleza ideada para la defensa de la cercana localidad de Göppingen y sus alrededores, y cuyo precursor, Frederick, el primero de su nombre, había muerto en 1059 antes de ver finalizada su obra. Pero su linaje no había de morir con él.

El gobierno del dominio germano había recaído entonces en su esposa, Hildegarde von Bonngau, prima tercera de Herman von Bonngau, señor conde del Palatinado, quien ejerció de forma competente la regencia del condado de Sankt Gallen hasta la mayoría de edad de su único hijo y heredero, Frederick, hijo de Frederick y el segundo de su nombre. Habiendo cumplido los 16 años en 1066, Frederick por fin era libre de ejercer sus derechos, y deberes, como señor legítimo de sus tierras por la Gracia de Dios.


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Precisamente, el primer acto oficial del joven conde había sido acudir a la Dieta de Tribur celebrada a principios de 1066, donde el también imberbe Emperador Heirinch IV von Franken había conseguido, gracias apoyo del clero y la nobleza, aflojar el yugo e incluso emanciparse del dominio del Arzobispo de Bremen, Adalbert, quien había ejercido como regente en la sobra durante la infancia del joven heredero del Sacro Imperio. La condesa Hildegarde había querido aprovechar esta ocasión única para la presentación en la alta sociedad imperial de su hijo, y tal vez conseguir un buen enlace matrimonial que asegurase la sucesión en el dominio de Sankt Gallen. Sin embargo, aquella turbulenta reunión no había sido a la postre la mejor oportunidad para emparejar al joven conde. Simplemente, había puesto de manifiesto la debilidad intrínseca del gobierno de los von Franken al frente de los pueblos germanos, siempre impetuosos y no menos orgullosos.

Esta situación había provocado que a la vuelta de la condesa y del señor de Sankt Gallen a sus tierras, se iniciase una tediosa e interminable procesión de ricos mercaderes, señores menores, y caballeros de todo apellido y condición, ofreciendo a sus hijas y una generosa dote con el único objeto de "ayudar a perpetuar el apellido Hohenstaufen", decían, y de paso unir su sangre a uno de los jóvenes y prometedores linajes del Sacro Imperio, callaban. Doncellas bellas y poco agradaciadas, altas y bajas, gordas y famélicas desfilaban diariamente bajo el implacable escrutinio de la condesa Hildegarde, interesada sobre todo por la anchura de caderas de la chiquilla y por la anchura de la bolsa del progenitor. Frederick, por su parte, trataba de mostrarse cortés con todos aquellos hombres que, solícitos, soñaban con entregarle uno de sus bienes más preciados, pero imploraba en secreto a los Cielos que se pusiese fin a aquel incómodo desfile; elegir a la más bella de todas, con caderas o sin ellas, y apartar de su mente el tema de su boda y sucesión, siendo como era apenas un niño.

De hecho, muchas noches las pasaba el joven Frederick frente a la ventana de su alcoba mirando al patio del castillo todavía en construcción, de su castillo, se recordó, fantaseando junto a una copa de vino cómo sería su próximo enlace, la noche que lo seguría... incluso trataba de imaginar el rostro de sus herederos. En ello estaba la noche del 26 de diembre del año del Señor de 1066, cuando un ruido a su espalda en una habitación que debía de estar vacía, llamó su atención y le sacó de sus dulces sueños...

-¿Quién sois?-, inquirió iracundo al tiempo que se giraba en redondo, lo que provocó que casi cayera al suelo debido a su escaso equilibrio empapado en vino. -¿Quién os ha dejado entrar en mis aposentos-, logró espetar tras agarrarse a una silla cercana y tratar de fijar la vista en el intruso.

-Aquí, mi señor. Soy un amigo, nada más que eso-, contestó el extraño. Alto y desgarbado, con el pelo largo cogido en una coleta que le llegaba hasta la mitad de la espalda, el intruso era la viva imagen de la calma, casi de la desidia. Cómodamente sentado en una silla y con las piernas apoyadas sobre el escritorio personal de Frederick, el misterioso ¿asesino? tenía un aire casi aburrido...

-No os recuerdo de entre mis amistades, y os advierto que con tan sólo una orden tendréis aquí a una docena de mis guardias dispuestos a cortaros en tantos trozos como me plazca para dárselos de comer a mis perros. No tratéis de lastimarme, mercenario-, amenazó el joven conde, a quien el temblor de su voz había traicionado desde la primera palabra, y el exceso de vino desde la segunda.

-Una amenaza ciertamente elaborada, mi señor. Sin embargo, si os quisiera muerto ya lo estariais, y poco podrían hacer entonces unos patanes que ni tan siquiera han logrado mantener a un extraño desarmado fuera de la alcoba de su señor-, afirmó el extraño con un tono cansino en su voz, como si todo aquello resultase de lo más obvio. -Además, no estoy aquí para mataros, sino para ayudaros, mi señor.

-¿Ayudarme a qué? ¿A gobernar las tierras que me pertenecen por derecho? ¿Otro más?-, señaló enfurecido el joven Frederick. Durante los últimos años de su vida había estado constantemente recibiendo consejos y lecciones de otros de cómo gobernar, de cómo ser un buen señor, incluso de cómo ser uno malo... y la verdad es que ya empezaba a estar un poco harto. Y ahora me viene un desconocido con la misma monserga, pensó.

-No mi señor, de agrandarlas, de extender vuestros dominios más allá de estas piedras de Sankt Gallen-, señaló el intruso como si, de nuevo, aquello careciera de importancia.

-Vaya, así que se confirman mis sospechas. Aquí tenemos otro padre deseoso de cambiar a su hija, unas tierras de labranza y tres vacas por el apellido Hohenstaufen-, dijo el joven conde con displicencia, muy orgulloso de su ingenio.

-Podéis bromear cuanto queráis, mi señor. Pero la corona del Sacro Imperio no me resulta tan graciosa. Incómoda tal vez, pero para nada graciosa. Como mucho el que la lleva...-, sentenció amenazante el extraño, esta vez sin rastro de aburrimiento en su discurso. -Pero si preferís, puedo ofrecer mis servicios a vuestros vecinos los Habsburgo, que aunque no muy agradaciados físicamente dicen que son tan intrigantes como el que más...

El intruso se levantó entonces y dirigió sus pasos hacia la puerta. Esperaba en su fuero interno que aquella propuesta calase en lo más hondo del joven conde, que hiciera sonar en su interior la campanilla de la curiosidad y la avaricia. Y el anzuelo funcionó; el joven y aristocrático pez había picado.

-No os vayáis-, chilló Frederick, a quien la voz le había vuelto a fallar. Tras un ligero carraspeo para templar la garganta, el joven conde recupero gran parte de su compostura. -No os vayáis, os lo ordeno. Contadme qué tenéis en mente y hablaremos de tomaros bajo mi servicio-. Esta vez al menos había sonado más señorial.

-Me parece justo, mi señor.

-¿Y cómo debo llamaros, mi señor extraño?

-Ob.. No, con el Extranjero será suficiente, mi señor. ¡Ah! y pedid más vino, que va ser una larga noche...


(continúa)
 
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Capítulo I. Parte II

(continuación)

-Lo primero que debéis hacer es acabar con este lamentable espectáculo provocado por vuestra soltería. ¡Si hasta el pueblo lo llama el mercado de las doncellas! Si trajésemos unas cabras y unos cerdos podráimos celebrar una gran feria, si me permitís el comentario...-, afirmó el Extranjero. -Despachad a todos los padres y sus hijas, agradecedles su oferta y decidles que, por el momento, no váis a tomar esposa.

En ese mismo instante, Frederick tuvo la sensación de que le habían dado una fuerte bofetada en la cara. O al menos, le dolió lo mismo ¿Cómo que no debía casarse todavía? ¿Y qué pasaba con la noche de bodas? -Imposible. Mi deber no es sólo para con mi pueblo, sino también para con mi familia, mi linaje. Ya tengo edad para desposarme y eso es lo que debo hacer-, afirmó Frederick muy serio.

-¿Y con quien os váis a casar? ¿Con la tercera hija de un noble menor? ¿Con la hija de un mercader de pollos? No, mi señor, debéis apuntar más alto si vuestro deseo es llegar al trono del Sacro Imperio. Debéis manteneros soltero hasta que surja una mejor oportunidad para vuestro enlace. Nunca perdáis de vista el poder la sangre, que puede ser mucho más efectivo que el filo de una espada... y placentero, si me lo permitís-, sonrió.

-Os recuerdo que soy el único hijo de mi padre. Si espero a casarme y me sucede algo, mi linaje estará por siempre perdido.

-Bueno, las grandes recompensas a veces requieren grandes sacrificios, mi señor. Envainando ahora vuestra 'otra' espada os puede valer para el futuro. Además, tengo ya algo en mente...

La perspectiva de no casarse de inmediato, y de envainar su 'otra' espada, no acababa de convencer en demasía al joven señor, pero la insultante seguridad del Extranjero tampoco podía ser pasada por alto. -Decidme qué ronda por vuestra cabeza.

-Mientras los jóvenes herederos de los feudos vecinos parecen haber caído en las fiebres del matrimonio, vos debéis manteneros firmes y con la cabeza fría. ¿O debería decir las cabezas? Hay que elegir bien la presa para asegurar un buen premio, y en vuestro caso el asustadizo cervatillo que debe caer bajo el fuego de vuestras flechas amorosas no es otro que Adelaide Rheinfelden, hija única del viejo duque de Suabia, vuestro señor Rudolph.

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Aquello había cogido por sorpresa a Frederick. El viejo Duque Rudolph Rheinfelden era un hombre malhumorado y orgulloso, poco dado a tomar en demasiada consideración a su propios vasallos, como el propio Frederick. 'Sangre joven y sin probar', solía mofarse Rudolph. Y además, Adelaide no era más que una niña de 8 años... -No lo veo claro. El viejo es demasiado cabezota, y siempre ha tratado a sus abanderados con desdén. No creo ni que tuviera en cuenta mi propuesta. Además, está convencido de que su esposa le dará un hijo varón.

-No creo. Su semilla es vieja y débil y ha tenido ya muchas oportunidades para darle un hijo. Y la Maurienne tampoco es precisamente una jovencita recién aflorada. Tal vez ahora mismo no acepte un enlace de su hija con vos, pero si con los años no consigue un varón no se mostrará tan altivo y orgullso. Conforme pasen los años y vea la muerte más cercana, también querrá que su legado y memoria no mueran con él, aunque sea gracias a su hija. Tan sólo hay que sentarse y esperar a que la niña crezca, mientras vos os ganáis a su padre. Cuando llegue el momento, debéis parecer el mejor partido posible, casaros con ella y llenar su vientre con el próximo Duque de Suabia. Y por si no os salen las cuentas, ese Duque sería un Hohenstaufen.

-Si es que yo no muero antes, claro...-, señaló un entristecido Frederick.

-Un Ducado vale la pena la apuesta, ¿no creéis?

-De acuerdo, así se hará. Esperaré a la mayoría de edad de Adelaide... Lástima, tenía muchas ganas de que llegase mi noche de bodas.

-Nunca hablé de envainar la espada con las bellas mozas que pueblan vuestro dominio mi señor. Me refería tan sólo a que, al menos hasta dentro de unos años, os olvidéis de las vainas con abolengo-, dejó caer el Extranjero. Aquello al menos, pareció tranquilizar al joven conde.

La noticia de la soltería voluntaria de Frederick cayó como un jarro de agua fría sobre el Condado de Sankt Gallen, excepto en algunos prostíbulos de la zona donde el negocio aumentó de forma considerable. Un acontecimiento como la boda del señor no se daba muy a menudo, así como las generosas dádivas que solían acompañar al enlace, así que la población se vio pronto sumida en la duda. ¿Y si el joven señor moría? ¿Sobre quién recaería entonces el gobierno de Sankt Gallen? Los periodos de transición entre linajes sobre el control de un dominio eran siempre complicados, y los que más sufrían a la postre eran los mismos habitantes. Su miedo estaba, por tanto, justificado.

Mientras. el joven conde no se mostraba mucho más animado. Sobre todo cuando a finales de 1068 llegaba a sus tierras la noticia de que la joven Adelaide Rheinfelden, todavía el único vástago de Rudolph, había caído enferma. Un ligera pero insistente tos se había apoderado de ella, lo que había conmocionado al Ducado y preocupado sobre manera al viejo Rheinfelden. Por no hablar de Frederick, que el día en que recibió la noticia se había mostrado más inquieto y furibundo que nunca, para dejar paso a un profunda desazón. El Extraño insitía en que mientras la niña no muriese (y el padre tampoco), la maldición de Adelaide podría tornarse en su bendición. 'Ahora el viejo Rudolph estará más ansioso por emparejar a su preciado retoño', trataba de traquilizarle, y en parte lo conseguía... por lo menos hasta que su madre, la condesa Hildegarde, le recordaba que una chica frágil de salud no era la mejor opción para ser la madre de sus nietos. Y razón no le faltaba.

Sin embargo, Frederick decidió seguir el consejo del Extranjero y tentar a la suerte. Los años pasaban y no llegaban noticias de la mejora en el estado de salud de Adelaide, aunque tampoco de su empeoramiento, hecho que bañado convenientemente en vino resultaba una gran noticia y mitigaba en parte el nerviosismo del joven Conde. Frederick trataba de ahogar sus dudas no sólo en los ricos caldos de la cercana Borgoña, sino en mejorar sus reducidas hueste con mejores armas, como un cargamento de arcos cortos de gran calidad, y en tratar de poner freno a los desmanes de una banda de villanos autoapodada 'la Hermandad' mediante la creación de unos tribunales de justicia en Sankt Gallen.

Y por fin, en el año del Señor de 1074 Adelaide, a pesar de su delicada salud, alcanzó la mayoría de edad. Las cartas estaban sobre la mesa...


(continúa)
 
Last edited:
Me está encantando, sigue así. Yo intenté empezar por un condado y me cansé después de varios años sin nada que hacer. Espero que tÚ tengaS mucha más suerte.
 
Yo siempre juego al CK empezando con un condado. El AAR te está quedando chulísimo, suerte.
 
Muy buen principio para el AAR, habrá que seguirlo con atención :)
 
Capítulo I. Parte III

(continuación)

Apenas al segundo día del mes de enero del año del Señor de 1074, Frederick partió hacia Fürstenberg, capital del Ducado de Suabia, con la única intención de regresar con Adelaide Rheinfelden como su legítima esposa. Muchos años había esperado el día que pudiese conocer a tan preciado botín, y ya podía acariciarlo con los dedos. Si le hubieran metido una largartija por el culo a buen seguro que hubiese estado menos inquieto.

El viejo Rudolph le recibió algo más amistoso que de costumbre. La muerte le susurra la oído que ya no tiene la mejor mano en esta partida, pensó satisfecho Frederick. Tras las salutaciones y parabienes indicados para la ocasión, los dos señores se dirigieron a las estancias privadas del Duque para tratar asuntos "de Estado". Nada más cerrar la puerta tras de sí, Frederick expuso al Duque sus intenciones.

-¿Así que por fin uno de los de sangre aguada ve la oportunidad de meterse bajo las faldas de una poderosa señora?-, le espetó el viejo Duque. Tras la puerta había dejado sus anteriores buenas formas. -No creáis que va ser tan fácil cazar esta pìeza, conde. Aunque admiro vuestra paciencia de todos estos años. Y parece ser que los cuentos sobre vuestra virilidad parecen infundados...

-Totalmente. Hasta la mayoría de edad de la dulce Adelaide, ninguna otra doncella era digna de mi linaje-, contestó fríamente Frederick. Ya no soy un niño, pensó, y el Extranjero me ha enseñado bien.

-Já, ¿y creéis que el apellido de unos montañeses es digno de un Rheinfelden?-, gritó iracundo el Duque. Estaba tan airado que parecía que le iba a estallar la cabeza.

-Montañés o no, soy la mejor opción que os tenéis. No queda en el Imperio un mejor partido que yo para vuestra hija. Sí, tal vez haya algún caballero de segunda, o algún cuarto hijo de un conde de una zona incluso más remota que la mía, pero ninguno con título. Yo soy un conde y encima vasallo vuestro. ¿Qué mejor emparejamiento hay, mi señor?

-Veo que lo tenéis todo muy bien pensado, Frederick. Vos hacéis a mi hija condesa de una roca y yo hago a vuestra familia duques de toda Suabia. Mal negocio, sí señor.

-¿Preferís que a vuestra muerte el Emperador opte antes por buscarle un nuevo linaje a Suabia que un marido para vuestra hija? Eso sí que sería mal negocio para Adelaide, si me permitís-. Te tengo, viejo, pensó.

Y sí, aquello había hecho mella en el Duque. Bien cierto era que en su tozudez no había pensado en morir sin ver a su hija bien casada. Y como tampoco era santo de la devoción del Emperador Heinrich, lo que decía Frederick estaba cargado de razón. Y además, el apellido Rheinfelden se perdería se casase con quien se casase Adelaide. Por lo menos este Frederick siempre ha sido leal, pensó el Duque, y además heredarán sus hijos, si los tiene, y no él.

-¿Prometéis cuidarla bien? Es tan frágil-, dijo Rudolph derrotado.

-Lo prometo, mi señor. Y prometo también mantener a mis 'montañeses' lo más lejos que sea posible del banquete de boda.

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Al llegar las buenas nuevas a Sankt Gallen, una gran fiesta se organizó en honor a los novios que unirían sus almas en Fürstenberg, capital del Ducado de Suabia. Toneles de vino corrieron libres por las aldeas y pueblos del condado; el pueblo era feliz. Y la condesa también, aliviada de ver a su hijo prometido, y con tal alta dignidad. El Extranjero sencillamente sonrió...


(Fin del capítulo)
 
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Me siento halagado

De nuevo muchas gracias por los ánimos. Lo cierto es que yo tampoco he jugado mucho con condados, porque me gustaba más el lío cruzado y crear una super raza de gobernantes, sobre todo a nivel gestión. Nunca me preocupé mucho de hacer los enlaces dinásticos como excusa política, sino reproductora ;)
Así hay periodos un poco coñazos, pero siempre se puede estar haciendo algo a la vez mientras esperas a que la niña de turno crezca, como jugar al Madden en la Play2 :p
Además, aunque voy a centrarme en el rollo dinástico para prosperar, si al final me va bien y puedo, me iré de cruzada.
 
me encanta este aar. muy buen trabajo.
 
Tengo que decir que estoy siguiendo muy atentamente tu narrativa, Obelixeke... :)

Me cuestra creer que sea tu primera AAR, de verdad.

Arf, a ver cuando sale la 1.05...
 
Vaya, me alegro que os esté gustando. Aunque no lo creáis, es muy importante para mí, en serio ;)

Y Lucius, me alegro de que te hayas 'enganchado' también. Si disfrutas la mitad de lo que yo lo he hecho con tus AAR (sobre todo la del MES ;) ), entonces me doy por satisfecho (ahora vendría bien eso de 'no empecemos a comernos las po***' :p ).

Es mi primera AAR pq soy demasiado inconstante y un poco desastre a nivel organizativo (quien lo diría siendo periodista :rolleyes: ). Cuando me decidía a ponerme con un AAR, o se olvidaba pillar pantallazos, o tomar notas, o las dos cosas. Un poco como el chiste del infierno español, que o no hay pala, o no hay mierda o no hay diablo que te la eche... o ninguna de las tres cosas.

Y tb querría haber esperado a la 1.05, pero como me estoy releyendo Tormenta de Espadas la verdad es que ya no podía esperar más. El tercer libro de Canción... es tan CK que no me pude resistir :rolleyes:

Por cierto, aviso de que esta partida no está terminada, sino sólo empezada (más adelantada de lo que va el AAR, eso sí), pero me refiero a que igual se me va todo al garete en 5 años (no pienso hacer ningún 'reload') pq trato de hacerla en 'tiempo real' (bueno, mas bien en 'tiempo que me deja mi cabezón de casi dos años').

En breve el segundo capítulo.
 
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