Cumpliendo lo prometido, este fin de semana, en vez de refunfuñar por el tema de las culturas del Victoria, me he dedicado a escribir acerca de la batalla de Cannas.
Ahí va el resultado:
Cannas, la batalla perfecta.
Introducción
La batalla de Cannas se libró el 2 de Agosto del 216 A.C., hace mucho mucho tiempo... Desde entonces Cannas ha sido la batalla más citada en la literatura militar ¿A qué se debe que todavía se siga enseñando en las academias militares de todo el mundo? ¿Cuál es el motivo que hace a muchos nos fascine tanto una batalla transcurrida hace 2200 años?
Norman Schwarzkopf afirmó que al dirigir las tropas aliadas en la primera guerra del Golfo lo había hecho siguiendo los “principios” de Aníbal, y de Cannas en particular. Von Schlieffen, el famoso Von Schlieffen del famoso Plan Schlieffen de la famosa invasión de Francia en la primera guerra mundial, era un auténtico obseso de la batalla de Cannas, que estudió con increíble detalle a lo largo de su vida. Dicho Plan, obviamente, está inspirado directamente en Cannas. De hecho, para los militares prusianos, la palabra Cannas equivalía a victoria completa. En Diciembre de 1941 Erwinn Rommel, a las puertas de Tobruk, escribió que “una nueva Cannas se prepara”. ¿Y qué decir de Napoleón? Además de su afanoso interés por los planos topogáficos de los escenarios de las batallas de Aníbal, y de situarle entre los capitanes antiguos que podían enseñar a los modernos, le imitaba descaradamente... y no se recataba en reconocerlo. Así, el paseíto mañanero por las colinas del Pratzen fue un homenaje al reconocimiento del terreno que hizo Aníbal en Trebia...y que a ambos condujo a la victoria.
La admiración y el asombro que despierta esta batalla no ha cesado desde Polibio hasta Fuller o Liddle Hart. Y todavía hoy se sigue escribiendo acerca de Cannas. Todavía hoy los militares modernos siguen extrayendo lecciones tácticas y estratégicas de Cannas. Ello, porque como señala el historiador militar Adrian Goldsworthy, Cannas es “la batalla perfecta”.
Porque jamás una estrategia tan genialmente concebida ha sido tan brillantemente ejecutada.
Los antecedentes: Tesina, Trebia y Trasimeno
Tras pasar los Alpes (sí, con sus elefantes), el ejército cartaginés, en Tesino muy cerca de Pavía (sí, jodía Pavía) se enfrenta por primera vez a los romanos en Italia, ya entrado Noviembre del 218. Publio Escipión (no, no es el famoso Escipción sino su papaíto), se decide por el ataque frontal, ya que apenas considera a los cartagineses otra cosa que un grupo de bárbaros mandados por un aventurero imprudente. Piensa que su infantería debería poder machacarlos y ponerlos en fuga tras las primeras escaramuzas. Carga entonces frontalmente contra los 50.000 cansados cartagineses, descuidando los flancos. Y Aníbal utiliza el ABC de la cartilla militar de los antiguos: los flancos deben ser atacados por la caballería. Los romanos son derrotados y una sabia retirada impide una masacre.
En Diciembre del 218, convencidos ya los romanos de que el cartaginés es un señor ejército y Aníbal un señor general, el Cónsul Sempronio Longo se enfrenta a Aníbal en Trebia. Antes de la batalla, una escaramuza motivada por la disputa de un botín está a punto de degenerar en una batalla campal, pero Aníbal retira sus tropas. Sempronio cree que ha obtenido una gran victoria y que es hora de machacar a los cartagineses. Aníbal, que también quiere que la batalla no se retrase, recorre junto a sus comandantes durante 2 días el terreno. La llanura de Trebia era tan llana como cualquier otra llanura: es decir, era una llanura llana, por si no me he explicado bien...pero Aníbal descubrió un curso de agua que duscurría entre dos riberas escarpadas. Y allí escondió a 2.000 hombres. Los romanos atacaron, otra vez frontalmente, pero esta vez con los flancos protegidos por su caballería. Aníbal mandó a sus elefantes a espantar a los caballos, cosa que hicieron con facilidad y la caballería atacó a los flancos romanos. Estos se protegieron bien, dado que como preveían que su caballería no sería rival para la de Aníbal y no querían que ocurriera lo mismo que en Tesina, se habían preparado, por lo que evitaron el envolvimiento...hasta que los 2.000 hombres emboscados los rodearon. A pesar de que en ese instante los romanos habían roto el centro de los cartagineses, la derrota era irreversible, porque las alas romanas, al verse desbordadas, se habían convertido en un tropel de fugitivos y los 10.000 romanos que habían abierto brecha por el centro renunciaron a continuar peleando y huyeron.
En Junio del 217 los cónsules Flaminio y Gémino (Flaminio el de la vía Flaminia, precisamente, un buen político pero que militarmente no era rival de Aníbal) se disponen a atacar de nuevo a los cartagineses. Estos han pasado un invierno atroz. Todos los elefantes han muerto ya, salvo uno, y las enfermedades se ceban en el ejército. A causa de una oftalmia, Aníbal queda tuerto. Pero se recupera, concede a su ejército muchos días de descanso tras cruzar los Apeninos e, informado de que los romanos de Flaminio se encuentran ya cerca, decide jugar al gato y al ratón. Evita la pelea, huye siempre en dirección Sur, devasta campos y localidades, despertando la indignación, los deseos de lucha y de venganza de los romanos...Estos tienen su ejército dividido (la mitad para cada cónsul), pero Flaminio, impaciente ante la destrucción que están llevando a cabo los cartagineses, no aguanta más, no espera a Gémino, y decide acabar de una vez por todas con la persecución.
Para Aníbal es fácil: tras cruzar Cortona, la ruta principal al Sur pasa por el desfiladero del Lago Trasimeno, lago que queda a la derecha del sendero, de N a S. Sitúa entonces a su centro en la salida del desfiladero y a sus alas, caballería incluida, detrás de las colinas, paralelas al camino, a su izquierda; estas tropas estarán fuera de la vista de los romanos, emboscadas. El plan era sencillo: una vez que los romanos hubieran entrado en el desfiladero, la caballería daría un rodeo y les atacaría por la espalda, las alas embestirían desde las alturas, aprovechando el desconcierto del ataque de la caballería, y el centro (reconvertido por tanto en ala izquierda tras la maniobra de la emboscada) debía limitarse a aguantar lo que pudiera.
Y así sucedió. Tras asegurarse Flaminio de que las alturas están desocupadas, y viendo a los cartagineses al final del desfiladero, ataca frontalmente. Y cuando quiere darse cuenta tiene a los enemigos de frente, a su espalda y a su izquierda. Y a la derecha un lago, curiosamente lleno de agua. Nuevamente el centro romano abre brecha, ahora en la izquierda cartaginesa, pero eso no puede evitar un desastre mayúsculo y 15.000 romanos muertos, entre ellos Flaminio.
Pocos generales han conseguido destrozar todo un ejército enemigo en una emboscada. Y casi ninguno repetirlo (y mejorarlo) dos veces seguidas. Sin embargo, todo esto no era más que tortas y pan pintado en comparación con lo que esperaba a los romanos en Cannas...
(Continuará...).
Ahí va el resultado:
Cannas, la batalla perfecta.
Introducción
La batalla de Cannas se libró el 2 de Agosto del 216 A.C., hace mucho mucho tiempo... Desde entonces Cannas ha sido la batalla más citada en la literatura militar ¿A qué se debe que todavía se siga enseñando en las academias militares de todo el mundo? ¿Cuál es el motivo que hace a muchos nos fascine tanto una batalla transcurrida hace 2200 años?
Norman Schwarzkopf afirmó que al dirigir las tropas aliadas en la primera guerra del Golfo lo había hecho siguiendo los “principios” de Aníbal, y de Cannas en particular. Von Schlieffen, el famoso Von Schlieffen del famoso Plan Schlieffen de la famosa invasión de Francia en la primera guerra mundial, era un auténtico obseso de la batalla de Cannas, que estudió con increíble detalle a lo largo de su vida. Dicho Plan, obviamente, está inspirado directamente en Cannas. De hecho, para los militares prusianos, la palabra Cannas equivalía a victoria completa. En Diciembre de 1941 Erwinn Rommel, a las puertas de Tobruk, escribió que “una nueva Cannas se prepara”. ¿Y qué decir de Napoleón? Además de su afanoso interés por los planos topogáficos de los escenarios de las batallas de Aníbal, y de situarle entre los capitanes antiguos que podían enseñar a los modernos, le imitaba descaradamente... y no se recataba en reconocerlo. Así, el paseíto mañanero por las colinas del Pratzen fue un homenaje al reconocimiento del terreno que hizo Aníbal en Trebia...y que a ambos condujo a la victoria.
La admiración y el asombro que despierta esta batalla no ha cesado desde Polibio hasta Fuller o Liddle Hart. Y todavía hoy se sigue escribiendo acerca de Cannas. Todavía hoy los militares modernos siguen extrayendo lecciones tácticas y estratégicas de Cannas. Ello, porque como señala el historiador militar Adrian Goldsworthy, Cannas es “la batalla perfecta”.
Porque jamás una estrategia tan genialmente concebida ha sido tan brillantemente ejecutada.
Los antecedentes: Tesina, Trebia y Trasimeno
Tras pasar los Alpes (sí, con sus elefantes), el ejército cartaginés, en Tesino muy cerca de Pavía (sí, jodía Pavía) se enfrenta por primera vez a los romanos en Italia, ya entrado Noviembre del 218. Publio Escipión (no, no es el famoso Escipción sino su papaíto), se decide por el ataque frontal, ya que apenas considera a los cartagineses otra cosa que un grupo de bárbaros mandados por un aventurero imprudente. Piensa que su infantería debería poder machacarlos y ponerlos en fuga tras las primeras escaramuzas. Carga entonces frontalmente contra los 50.000 cansados cartagineses, descuidando los flancos. Y Aníbal utiliza el ABC de la cartilla militar de los antiguos: los flancos deben ser atacados por la caballería. Los romanos son derrotados y una sabia retirada impide una masacre.
En Diciembre del 218, convencidos ya los romanos de que el cartaginés es un señor ejército y Aníbal un señor general, el Cónsul Sempronio Longo se enfrenta a Aníbal en Trebia. Antes de la batalla, una escaramuza motivada por la disputa de un botín está a punto de degenerar en una batalla campal, pero Aníbal retira sus tropas. Sempronio cree que ha obtenido una gran victoria y que es hora de machacar a los cartagineses. Aníbal, que también quiere que la batalla no se retrase, recorre junto a sus comandantes durante 2 días el terreno. La llanura de Trebia era tan llana como cualquier otra llanura: es decir, era una llanura llana, por si no me he explicado bien...pero Aníbal descubrió un curso de agua que duscurría entre dos riberas escarpadas. Y allí escondió a 2.000 hombres. Los romanos atacaron, otra vez frontalmente, pero esta vez con los flancos protegidos por su caballería. Aníbal mandó a sus elefantes a espantar a los caballos, cosa que hicieron con facilidad y la caballería atacó a los flancos romanos. Estos se protegieron bien, dado que como preveían que su caballería no sería rival para la de Aníbal y no querían que ocurriera lo mismo que en Tesina, se habían preparado, por lo que evitaron el envolvimiento...hasta que los 2.000 hombres emboscados los rodearon. A pesar de que en ese instante los romanos habían roto el centro de los cartagineses, la derrota era irreversible, porque las alas romanas, al verse desbordadas, se habían convertido en un tropel de fugitivos y los 10.000 romanos que habían abierto brecha por el centro renunciaron a continuar peleando y huyeron.
En Junio del 217 los cónsules Flaminio y Gémino (Flaminio el de la vía Flaminia, precisamente, un buen político pero que militarmente no era rival de Aníbal) se disponen a atacar de nuevo a los cartagineses. Estos han pasado un invierno atroz. Todos los elefantes han muerto ya, salvo uno, y las enfermedades se ceban en el ejército. A causa de una oftalmia, Aníbal queda tuerto. Pero se recupera, concede a su ejército muchos días de descanso tras cruzar los Apeninos e, informado de que los romanos de Flaminio se encuentran ya cerca, decide jugar al gato y al ratón. Evita la pelea, huye siempre en dirección Sur, devasta campos y localidades, despertando la indignación, los deseos de lucha y de venganza de los romanos...Estos tienen su ejército dividido (la mitad para cada cónsul), pero Flaminio, impaciente ante la destrucción que están llevando a cabo los cartagineses, no aguanta más, no espera a Gémino, y decide acabar de una vez por todas con la persecución.
Para Aníbal es fácil: tras cruzar Cortona, la ruta principal al Sur pasa por el desfiladero del Lago Trasimeno, lago que queda a la derecha del sendero, de N a S. Sitúa entonces a su centro en la salida del desfiladero y a sus alas, caballería incluida, detrás de las colinas, paralelas al camino, a su izquierda; estas tropas estarán fuera de la vista de los romanos, emboscadas. El plan era sencillo: una vez que los romanos hubieran entrado en el desfiladero, la caballería daría un rodeo y les atacaría por la espalda, las alas embestirían desde las alturas, aprovechando el desconcierto del ataque de la caballería, y el centro (reconvertido por tanto en ala izquierda tras la maniobra de la emboscada) debía limitarse a aguantar lo que pudiera.
Y así sucedió. Tras asegurarse Flaminio de que las alturas están desocupadas, y viendo a los cartagineses al final del desfiladero, ataca frontalmente. Y cuando quiere darse cuenta tiene a los enemigos de frente, a su espalda y a su izquierda. Y a la derecha un lago, curiosamente lleno de agua. Nuevamente el centro romano abre brecha, ahora en la izquierda cartaginesa, pero eso no puede evitar un desastre mayúsculo y 15.000 romanos muertos, entre ellos Flaminio.
Pocos generales han conseguido destrozar todo un ejército enemigo en una emboscada. Y casi ninguno repetirlo (y mejorarlo) dos veces seguidas. Sin embargo, todo esto no era más que tortas y pan pintado en comparación con lo que esperaba a los romanos en Cannas...
(Continuará...).
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