La crisis del Sistema liberal portugués. El camino preparado para el Estado Novo.
Previamente al establecimiento del Estado Novo salazarista en Portugal, el sistema liberal del país se hallaba sumido en una profunda crisis, arrastrada desde fines del s. XIX. Un proceso de agotamiento por la incapacidad del sistema de absorver las presiones sociales sobre él (1). El problema en el que varios autores (2) coinciden al considerar como principal causante de la crisis de la Monarquía es el sentimiento de descontento en cuanto a las expectativas del Imperio portugués en África. Desde la pérdida de Brasil en 1822 las élites políticas portuguesas empezaron a considerar que Portugal no podría sobrevivir sin un Imperio, principalmente ante las apetencias anexionistas de la vecina España (3), de donde, por tanto, surge la imperiosa necesidad de construir un "Nuevo Brasil" en África, desde los pequeños enclaves de soberanía portuguesa existentes en el s. XIX, para crear un espacio de control portugués desde Angola, en la costa occidental Africana, hasta Mozambique en su costa oriental. Sin embargo, las pretensiones portuguesas fueron insatisfechas reiteradamente: En la conferencia de Berlín de 1885 y con el Ultimátum británico de 1890 las potencias europeas imposibilitaban a Portugal materializar su deseado "mapa color rosa"4 en África, así como en 1898 un acuerdo secreto anglogermano pretendía la repartición de las colonias portuguesas entre las dos potencias, frustrado antes de su ejecución por la creciente inestabilidad internacional de las primeras décadas del s. XX.
Las crecientes frustraciones respecto al Nuevo Imperio derivan en la pérdida de confianza en la Corona que sustentaba el sistema liberal, la cual trató de reforzarse intentando tanto la vía autoritaria como la democrática. El autoritarismo fracasó en su intento con la incapacidad del gobierno de João Franco en 1907, y la vía aperturista ya se mostraba incompatible con la Monarquía dado que las esperanzas democráticas la habían dado ya la espalda y enarbolaban la bandera del republicanismo regenerador (5). Desde 1890 el republicanismo había ido ganando las simpatías de los que sentían necesidad de esa regeneración, apoyos que crecían en tanto la Monarquía se mostraba incapaz de resolver tal asunto, sobre todo entre la pequeña burguesía y la baja oficialidad del Ejército, siendo reseñable la presencia de los "carbonarios", sociedades de oficiales subalternos y obreros fabriles opuestos a los masones de clase alta. Éstos carbonarios militares organizaron el golpe de fuerza que supuso la caída de la Monarquía y la proclamación de la República en la noche del 3 al 4 de octubre de 1910, la cual fue recibida por parte de la sociedad como la esperanza para la solución de los problemas del país, así como aceptada sin reparos, pero sin entusiasmo, por el Ejército (6).
La recién instaurada República portuguesa fue una sorpresa para los políticos republicanos, aunque rápidamente el directorio del Partido Republicano formó un gobierno provisional. La Asamblea Constituyente de 1911 estableció un sistema con gran peso del Congreso de la República (bicameral dividido en Senado y Cámara de Diputados, elegidos ambos por sufragio universal) el cual elegía y destituía al Presidente de la República.
Una vez conformado el Estado Republicano, el republicanismo se dividió entre reformistas anticlericales radicales y moderados conservadores garantes del orden. La tendencia anticlerical se estructurará en torno al Partido Democrático de Alfonso Costa mientras que en cuanto a los conservadores vieron nacer el Partido Evolucionista de Antonio José de Almeida y el Partido Unionista de Brito Camacho.
Del nuevo juego de poder entre los partidos se impondrá Alfonso Costa con el Partido Democrático en 1913. Paulatinamente el Partido Democrático va ganando la hegemonía política, logrando Costa dominar la administración y mantener un equilibrio presupuestario (7). Sin embargo no supo estabilizar el panorama político y social nacional: Las medidas laicistas del gobierno atacaron las raíces tradicionalistas portuguesas y su facciosismo político llevó al Partido Democrático a enemistarse con católicos y militares, mientras que la conflictividad social era reprimida con dureza. Uno de los elementos más inestabilizadores para el gobierno del Partido Democrático fue la política a seguir en cuanto a la Primera Guerra Mundial. Mientras que el intervencionismo era sentido como necesario para el mantenimiento del Imperio africano, éste creó rechazo social y posteriormente descontento militar, así como truncó las finanzas estabilizadas previamente por Alfonso Costa, derivando la situación en desabastecimiento e inflación (8).
La inestabilidad creciente permitió al general Pimenta de Castro gobernar al márgen de la Constitución en 1915 con el apoyo de los republicanos conservadores, y posteriormente, tras su caída, todas las fuerzas opuestas al Partido Democrático se aglutinaron en torno al republicano derechista Sidonio Pais y su Partido Nacional Republicano en 1917, quien tras un golpe de Estado supo armonizar a la jerarquía eclesiástica, monárquicos, terratenientes e industriales, que buscaban el retorno de sus provilegios y un gobierno de autoridad (9). Sidonio Pais eliminó la responsabilidad de la Presidencia ante el Congreso, elegido ahora el Presidente por sufragio universal directo. Gobernó autoritariamente, demoninándose ahora al Régimen la "República Nova" (República Nueva), frente a la ya superada "República Velha" (República Vieja). El Régimen de Pais se truncó con su asesinato en 1918, tras lo que sidonistas y monárquicos se unieron para tomar el poder, proclamándose la Restauración de la Monarquía en núcleos del norte del país, alguno tan importante como la ciudad de Oporto. Frente a la posibilidad de la Restauración, los republicanos se revitalizaron permitiendo el retorno al poder el Partido Democrático (10).
La nueva hegemonía del Partido Democrático le hizo dividirse en facciones rivales, causando así el abandono del liderazgo del aglutinador Alfonso Costa, quien tomó el camino del exilio. En un contexto de posguerra, crisis económica e inestabilidad social, en la que el movimiento obrero se radicalizaba y aumentaba la sindicación a la anarquista Unión Operaria Nacional y al Partido Comunista Portugués, el abandono de Costa, carismático y buen gestor financiero, sumió en el desgobierno a los democráticos, cada vez más dividos en facciones (Partido Reconstituyente, Izquierda Democrática, Partido Liberal, Partido Nacional) y proclives al clientelismo y a un "parlamentarismo bullanguero e irresponsable" (11) que además utilizaban a la Guardia Nacional Republicana para acceder y mantenerse en el poder. Con esta inestabilidad político-social los democráticos se ganaron la oposición activa de las clases medias (a favor de una solución autoritaria para mantener sus ahorros), la alta oficialidad militar (ofendida por el recorte del gasto militar y resentida por la denigración del golpe de baja oficialidad de 1910), los católicos que se debatían entre entrar en las instituciones o dar por superado el sistema liberal...(12). Las continuas pugnas entre las facciones de los democráticos agravan la situación financiera del Estado mientras que promueven que la solución autoritaria gane apoyos entre la población: El sidonismo como ejemplo, el crecimiento del movimiento fascistizante denominado “Integralismo Lusitano”... La imagen de una democracia corrupta y desordenda hace que se clame al Ejército para establecer una dictadura militar apolítica (13) que reinstaure el orden. Dentro del Ejército aumentan las tendencias intervencionistas, y dada la reducción de las fuerzas de la Guardia Nacional Republicana (debido a su insistente tutoría sobre los breves gobiernos), el Ejército se siente con fuerza para pasar a la acción, animado también por el ejemplo español de Primo de Rivera. Y así se concretará en el movimiento de Mayo de 1926.
Este periodo de fin de la Monarquía y la I República en Portugal supuso el fracaso evidente del sistema liberal-democrático, caracterizado por la omnipresente inestabilidad política -en 16 años de República se vieron ocho presidentes y cincuenta gobiernos (14)- y socioeconómica -huelgas, alzamientos, desórdenes, escándalos financieros...(15)-. Ni los partidos monárquicos ni los republicanos que les sustituyeron en el poder supieron o pudieron sosegar al país, empujando a la población a apoyar cada vez con más fuerza las opciones autoritarias, en el contexto internacional de la crisis de las democracias y el auge de los fascismos. Ésta crisis política servirá, además, para apuntalar y defender el sistema antiparlamentario que construirá Oliveira Salazar desde su acceso al gobierno, arguiendo la necesidad de estabilidad política y financiera y el peligro del retorno al caos precedente, como también la historiografía afín al nuevo Régimen se encargará de resaltarlo (16).
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(1), (4), (5) y (8) Torre Gómez, H. de la (1996) El Portugal de Salazar. Arco Libros, Madrid.
(2) Birmingham, D. (1995 [1993]) Historia de Portugal. Cambridge University Press, Cambridge. Alexandre, V. (2005) "O Império colonial" en Costa Pinto, A. (coord) Portugal contemporâneo, pp. 67 a 86. Publicações Dom Quixote, Lisboa. Torre Gómez, H. de la (1996) El Portugal de Salazar. Arco Libros, Madrid.
(3) Alexandre, V. (2005) "O Império colonial" en Costa Pinto, A. (coord) Portugal contemporâneo, pp. 67 a 86. Publicações Dom Quixote, Lisboa.
(6), (9) y (12) Birmingham, D. (1995 [1993]) Historia de Portugal. Cambridge University Press, Cambridge.
(7), (10) y (14) Hermano Saraiva, J. (1989) Historia de Portugal. Alianza Editorial, Madrid.
(11) Torre Gómez, H. de la; y Sánchez Cervelló, J. (2000) Portugal en la Edad Contemporánea (1807-2000) Historia y documentos. Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, p. 74.
(13) Ameal, J. (1942) História de Portugal. Livraria Tavares Martins, Porto.
(15) Chantal, S. (1960) Historia de Portugal. Surco, Barcelona.
(16) Chantal, S. (1960) Historia de Portugal. Surco, Barcelona. Sevilla Andrés, S. de (1957) El Portugal de Salazar. Ediciones del Movimiento, Madrid. Ameal, J. (1942) História de Portugal. Livraria Tavares Martins, Porto.